domingo, 29 de abril de 2018

¡Y sigámosle dando no más con Robert Howard! (primera parte)


      Luego de haber gozado tanto con el volumen Las extrañas aventuras de Solomon Kane de Valdemar, sobre el serio justiciero puritano creado por Robert Howard, no me aguanté las ganas y tras un breve paréntesis de solo leer cómics, me dispuse a disfrutar con otro tomo de cuentos del texano.  Esta vez me decidí por El Valle del Gusano y otros relatos de terror sobrenatural, también de la prestigiosa editorial (que aún me queda otro volumen del artista realizado por la misma empresa, de los 3 libros que adquirí de él en mi pasada visita a la FILSA, en noviembre del año pasado).   Opté por este título debido a dos razones en concreto: primero a que varios de sus cuentos ya los conocía de primera mano, desde mis primeros años de universidad, gracias a mi querido amigo Miguel Acevedo, quien con su gentileza habitual me prestó ille tempore su bella versión de Martínez Roca con portada de Richard Corben (caricaturista, sin dudas otro ídolo para los ñoños).  A menos que me equivoque, estos fueron los primeros textos originales del escritor que tuve el gusto de leer, que antes solo adaptaciones al cómic no más, así que era hora de revisitarlos para poder apreciarlos en todo su esplendor (y ahora convertido en alguien menos ignorante respecto a su autor).  Por otro lado, en el tomo de Valdemar, que lleva más material que la edición noventera de Martínez Roca y entre ello nada menos que Los palomos del infierno, cuento de terror que Stephen King ensalza tanto en su ensayo Danza Macabra…Y cómo soy fácil, no me resistí a escoger esta selección y la otra será para una ocasión ahora incierta (ya sabrán cuál es el otro libro aún en espera de ser devorado, je).
     Publicado originalmente por la mencionada editorial (tristemente desaparecida) Martínez Roca, en su añorada colección Fantasy, solo como El Valle del Gusano, en su primera versión a nuestra lengua se trata de una selección distinta a la que posteriormente sacó Valdemar.  Y es que el tomo que tuve el honor de tener en mi manos hace rato ya, posee en total solo 6 relatos; mientras que la selección de Valdemar cuenta con 10 textos en total y aparte de la narración que le da título a ambos tomos, solo hay otra historia que comparten entre sí (El pueblo de la oscuridad).  Pero como mi memoria es frágil y harta agua ha pasado bajo el puente, solo gracias a una pequeña investigación previa navegando por la red, me he podido dar cuenta de que nunca antes  había disfrutado aquellos escritos que hoy quiero compartir con ustedes (bueno, y para ser sinceros, los otras dos fue como si nunca antes las hubiese leído, je).
      Eso sí, el subtítulo elegido por Valdemar es bastante engañoso (y otros relatos de horror sobrenatural) puesto que de los escritos contenidos en sus páginas, solo 5 son de este género; mientras que el resto, que si bien poseen uno que otro elemento terrorífico, más bien corresponden a la fantasía épica o al llamado subgénero de espadas y brujería.  Sin embargo, pese a este desliz, el tomo completo se deja gozar bastante.
      Otra pequeña crítica para esta colección de relatos, es que salvo la interesante presentación del libro en la contratapa, no se incluye ninguna introducción previa en su interior al autor y a los cuentos mismos, que sin dudas servirían bastante para apreciar en mejor medida la perla que tiene uno en sus manos (y, bueno, la “minimalista” pintura usada para ilustrar la tapa, tampoco resulta ser tan atractiva que digamos).
      Dentro de estas páginas nos encontraremos con otros personajes habituales de la narrativa de Robert Howard, entre ellos con James Allison, personaje con el cual hizo uso del concepto de la memoria racial y de las reencarnaciones, ya que se trata de un hombre que ha tenido muchas vidas y es capaz de recordar sus antiguas identidades, siempre como un héroe enfrentado a grandes peligros sobrenaturales.  Al menos 8 son los cuentos en total que escribió sobre este (encontrándose 2 más de ellos en la edición de Martínez Roca: Los caminantes del Valhalla y El jardín del miedo).  De igual manera tenemos el gusto de hallar acá una narración con el protagonismo del picto Bran Mak Morn, perteneciente al pueblo de este nombre que en la realidad sí existió y que apareció como raza y cultura en varias de las creaciones de su autor.  Por otra parte, 2 cuentos giran en torno a Turlogh Dubh O'Brien, guerrero irlandés, que puede recordarnos en parte a Conan, gracias a rasgos de su personalidad voluntariosa.
     En cuanto a los textos de terror, abordan en su mayoría el tema de la magia negra y sus consecuencias nefastas.  Asimismo, poseen una fuerte carga moral, al asumir que toda mala acción (grave) trae su castigo y en parte, porque quienes la usan han renunciado a la humanidad, ante su deseo enfermizo de poder que termina por aniquilarlos.
     Los cuentos que comprenden la edición de Valdemar corresponden a:

1- En el bosque de Villefère.

      Un relato bastante corto que en su traducción al castellano no alcanza a tener 7 páginas completas y que para ser sinceros, viene a ser lejos lo más débil del tomo, razón por la cual mejore no hubiese encabezado tan excelente selección de los cuentos de Robert Howard (en otras palabras, la historia en sí es olvidable).
      La trama se enmarca (más o menos) dentro de las historias de terror, abarcando a su manera el tema de la licantropía. Todo en sí es bastante sencillo en apariencia, aunque al mirarlo de manera más crítica, se pueden encontrar unos cuantos detalles interesantes: Un hombre que pareciera ser autóctono de una zona más o menos rural, en las profundidades de un bosque se cruza con un viajero, un verdadero extraño y con el cual entabla una conversación.  La descripción del lugar y del mismo visitante auguran la atmósfera enrarecida de todo, en lo que la propia vida del protagonista (quien se encarga de contarnos de primera mano su experiencia) corre peligro.  La idea de la intrusión de un elemento foráneo dentro de la vida cotidiana, algo que claramente contamina aquello que damos por sentado como normal, que remece la seguridad de uno y nos pone en alerta como ingredientes para sentir temor, forman parte de esta pieza que solo es un tentempié para las perlas que más adelante le seguirán en esta colección, de uno de los grandes autores de fantasía del siglo pasado.
    Por cierto, no es el único cuento de Robert Howard que trata sobre hombres lobo, que al menos hay dos más salidos de su pluma: Cabeza de lobo y Estiércol de lobo.

     “El sendero era tan estrecho que tuvimos que caminar uno tras otro, él precediéndome. Lo examiné con cuidado. Era alto, mucho más alto que yo, delgado y filiforme. Vestía ropas que procedían, evidentemente, de España. Una larga espada colgaba a su cintura. Caminaba con largas y ágiles zancadas, sin hacer ruido.
     No tardó en ponerse a hablar de viajes y aventuras. Habló de numerosos países y mares que había visto, y discutió de muchos temas extraños. Y así, mientras conversábamos, nos fuimos hundiendo cada vez más en el bosque.
    Imaginé que sería francés. Sin embargo, tenía un acento muy raro que no era ni francés, ni español, ni inglés, y que ni siquiera evocaba ninguna lengua que yo hubiera oído antes. Extrañamente se equivocaba en algunas palabras y, en otras, era incapaz de pronunciarlas.”

2- La voz de El-Lil.

     Una visita más al África misteriosa y sobrenatural de las ficciones howardianas y de tantos escritores de su generación, esta vez a través de las experiencias de dos expedicionarios que en un viaje al llamado Continente Negro, se encuentran con uno de los tópicos más caros a este tipo de literatura: una civilización perdida.  Pero uno de los aspectos más atractivos de esta obra, viene a ser que el autor no se limita a solo inventar una cultura desconocida y antiquísima, sino que la relaciona con la existencia de un pueblo que en verdad pisó este planeta: Sumeria.  Es así que bajo el transfondo histórico que le da nuestro artista a su narración, evidenciamos una vez más su enorme cultura general como autodidacta y más encima en una época en la que no existían los medios como ahora, para acceder de manera tan fácil a un montón de datos (léase internet).
      Lo que parece una mera excursión con propósitos aventureros, se transforma en una odisea en la que la vida de la pareja de amigos protagonistas está en juego, al ser considerados como víctimas para el culto a uno de esos tantos dioses sedientos de sangre.  No solo violencia encuentran los héroes en su peregrinaje, sino que además les toca conocer un horror muy particular, que esta vez se aleja de las monstruosidades típicas de la autoría de Howard y aun así siniestra.
      Por otro lado, el elemento más o menos romántico y en el que entra dentro de la trama la presencia de una hermosa nativa, le otorga a la historia un cariz habitual propio de la literatura pulp, que hace de estos textos algo tan divertido para el lector ávido de la más sana evasión.

     “Al principio fue un susurro bajo y suave que fluía desde debajo del firme mazo del negro.  Pero rápidamente creció en intensidad.  El sonido sostenido y creciente se volvió crispante, se hizo insoportable.  Era más que un simple sonido.  El mudo había provocado una cualidad vibratoria que se introducía en todos los nervios y los hacía pedazos.  Se hizo más y más alta hasta que sentí que la cosa más deseable del mundo era la sordera absoluta, ser como aquel mudo de ojos vacíos que ni oía ni sentía el horror hecho de sonido que estaba creando.  Aun así, vi que el sudor perlaba su frente de simio.  Seguramente algún rumor de aquel cataclismo devastador reverberaba en su propia alma.  El-Lil nos hablaba y la muerte estaba en su voz (…).”

    El fragmento anterior no deja de ejemplificar el racismo propio de la supuesta supremacía del hombre blanco civilizador, del que se le acusa a Robert Howard, y sin embargo la personalidad de la belleza negra que aparece en las páginas de este cuento, así como la descripción del mundo de maravillas en el que sucede todo, contrastan con la imagen de un Howard despreciativo sobre la otredad africana.


3- Los dioses de Bal-Sagoth.


     Si el relato anterior se encuentra lleno de emociones y respecto al primero que abre este libro es una clara demostración de su talento, este otro resulta aún superior y eso que todavía no estamos hablando de lo mejor de este tomo.  La dosis de aventuras, heroísmo,  suspenso, criaturas fabulosas y violencia gráfica que caracterizan muchos de los textos de su autor, logra en su conjunto contentar al seguidor de Robert Howard hambriento de sus narraciones fantásticas.  Por otro lado, el protagonista de esta obra y aquellos otros que encontramos en su desarrollo, demuestran su habilidad para crear personajes que aunque comparten muchos aspectos con otros de su autoría, resultan extraordinarios como representantes de los aspectos más magníficos y crueles de nuestra humanidad; es así que lo mejor y lo peor de aquello que nos hace ser seres humanos, una vez más está presente en una ficción howardiana que se disfruta en demasía.
     Se trata de uno de los cuentos sobre uno de los dos relatos contenidos en esta selección, que tienen como figura destacada al guerrero celta Turlogh Dubh O'Brien, quien en este título y el que le sigue, vive algunas de las experiencias más increíbles, primero al ser prisionero de vikingos, quienes quedan descritos como verdaderos vándalos tal como la historia real en muchas ocasiones los han marcado.  Luego, un viaje forzado en el mar tormentoso lo lleva a ser el único sobreviviente de un naufragio, en el cual solo un viejo conocido también ha logrado salir con vida; es así que ambos hombres de enorme coraje, se encuentran con otro de esos pueblos desconocidos, en medio de una isla, en la cual una vez más son puestas a prueba sus espíritus luchadores.  La antigua monarca del lugar ha sido destituida por medio de una violenta rebelión y tras lograr salvar a esta de un destino aún más cruel, acceden a ayudarla para recuperar su trono, lo que como es de suponer logran conseguir no muy fácilmente, que una vez más la sangre debe correr a raudales para conseguir su objetivo.
     Los personajes que se unen al personaje principal no pueden ser más atractivos.  Primero nos encontramos con el forzado compañero de aventuras de este, el gigante gaélico Athelstane, un hombre sin patria que ha optado por ser un mercenario y que según se cuenta en esta historia, ya antes se había encontrado con O´Brien; pese a trabajar junto a salteadores y asesinos criminales, este demuestra poseer un código de honor que hace que el irlandés le tenga respeto.  
      Luego tenemos a una verdadera femme fatale, la hermosa, artificiosa y peligrosa Brunilda, quien comparte con muchas creaciones femeninas de Robert Howard la personalidad perseverante de otras salidas de su imaginación, convirtiéndola en uno de los mejores agregados a la trama.  Manipuladora como ella sola, puede ser detestable para muchos lectores, pues usa a los hombres como peones en su deseo de conseguir poder…Y sin embargo, sus intervenciones en la trama se paladean bastante.  La falta de nobleza de esta verdadera “perra” (me recuerda en parte a esa gran  villana que es Cersei de GOT), contrasta sin dudas con la de sus dos hombres.
     Por último tenemos al brujo de este cuento, Gothan, un personaje típico en la narrativa howardiana, como hombre ducho en conocimientos arcanos que usa con malevolencia y que siendo brujo viene a ser esa oscuridad que el héroe de turno debe derrotar en representación de la luz y que puede manifestarse por la moralidad propia de la nobleza espontánea (como sucede con Conan), los valores cristianos (Solomon Kane) u otros héroes salidos de la imaginación de Robert Howard.
     El argumento transcurre en un periodo histórico claramente definido, pese a sus elementos propios de la fantasía épica, pues abarca parte del siglo XI, de modo que hacia el final de esta obra aparecen nada menos que los igualmente grandes navegantes españoles.  
     Como muchos otros ejemplos de la literatura de nuestro escritor, encontramos mucha violencia gráfica y monstruosidades memorables:

     “La espantosa batalla se libró en silencio, excepto por el siseo de la respiración jadeante.  El antebrazo izquierdo de Turlogh se apretó contra el mentón simiesco, apartando las espeluznantes fauces de su garganta, alrededor de la cual los dedos del monstruo se habían apretado.  Athelstane todavía dormía en su silla, con la cabeza caída hacia adelante.  Turlogh intentó llamarle, pero las manos estranguladoras lo habían privado de la voz y estaban ahogando rápidamente su vida.  La habitación se sumergía en una bruma roja ante sus ojos dilatados.  Su mano derecha, apretada hasta convertirse en un mazo de hierro, machacó desesperadamente la espantosa cara que se inclinaba hacia la suya; los dientes bestiales se hicieron añicos bajo sus golpes y la sangre saltó salpicándole, pero los ojos siguieron sonriendo y los de dedos afilados se hundieron cada vez más hondos hasta que un campanilleo en los oídos de Turlogh tocó a rebato por la partida de su alma.”

4- El hombre oscuro.

      El segundo y último cuento del volumen que hoy nos reúne, donde disfrutamos de las andanzas del valeroso Turlogh O´Brien, viene a ser para este servidor, sin dudas el que más satisfacciones me ha dado, encontrándolo además bastante emotivo, incluso pese a su atmósfera sangrienta y ominosa habitual de estos relatos.
     En esta ocasión el héroe irlandés emprende una travesía por su propia cuenta, con el objetivo de rescatar a una doncella de su tribu, raptada por un grupo de maliciosos, mandados por una especie de señor de la guerra que quiere desposarla.  En su camino el protagonista tiene una muy interesante charla con un pescador, que pone frente a nuestros ojos la nobleza del protagonista y luego ya llegado a su destino, no solo se enfrenta a los malhechores de turno, sino que se cruza en medio de un poder sobrenatural tan sobrecogedor, que sin dudas supera al mismo O´Brien.  Por otro lado, no solo nos encontramos acá con la presencia de un dios pagano, que en sus designios es capaz de sorprender al guerrero, como no solo la enorme maldad de algunos hombres aparece como un tema recurrente en este tipo de narraciones, sino que también hayamos en estas páginas otros actos admirables por parte del personaje femenino al que fue a salvar el irlandés y… ¡De un sacerdote cristiano!
     A la vileza del antagonista Thorfel el Bello y sus hombres, los actos heroicos de Turlogh, la dama en apuros y el sacerdote, el agregado del llamado Hombre Oscuro hacen de este relato, quizás, uno de los mejores trabajos de Robert Howard, que las maravillas abundan en su desarrollo.
     Por cierto…Nos volvemos a encontrar también acá con el singular mercenario Athelstane, quien hace una de las mejores duplas junto a O´Brien, en la literatura howardiana.
     Asimismo, no se puede obviar el detalle de que una vez más el escritor conecta uno de sus textos a otros de su haber, al hacer que lo transcurrido acá tenga relación nada menos que con su también famoso ciclos narrativo del del picto Bran Mak Morn (detalle que en todo caso, solo podría ser revelado para los seguidores incondicionales del texano…Como uno, je).

     “Era la figura de un hombre que se parecía mucho a los hombrecillos morenos que yacían a su alrededor. Pero dife-ría sutilmente. Turlogh sintió de algún modo que se trataba de la imagen de un hombre que había vivido tiempo ha, pues con seguridad el desconocido escultor había tenido un modelo vivo. Y había conseguido dar a su obra un toque de vida. Allí estaba la anchura de los hombros, los brazos poderosamente moldeados; la fuerza de los rasgos era evidente. La mandíbula firme, la nariz regular, la frente alta, todo indicaba una inteligencia poderosa, un elevado valor, una volun-tad inflexible. Con seguridad, pensó Turlogh aquel hombre era un rey... o un dios. Pero no llevaba corona, su única vestimenta era una especie de taparrabos, trabajado tan hábilmente que cada pliegue y arruga estaba esculpido como si fuera real. Tenía el mismo aspecto que si hubiera sido tallada el día anterior pero, pese a todo, era obviamente un símbolo de la antigüedad.”

4 comentarios:

  1. Yo conocí a Howard por Conan, la película del 82, y los comics. Lo primero que leí de Howard fue la novela Conan el conquistador, que me impresionó mucho. Por esa misma epoca comenzé a leer a Lovecraft, Belknap Long, Bloch y Dertleth. Puras joyas de la literatura fantástica.
    Miguel, desde los Altares de la Locura.

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    1. Robert Howard desde los más de 20 años de amistad que llevamos, es una figura importante para nosotros, uno de esos autores que nos une y que nos ha brindado muchas motivos para algunas de las mejores charla que hemos tenido. Gracias, amigo, por compartir conmigo el aprecio hacia este genio.

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  2. Saludos Elwin, aquí murinus2009.

    Creo que alguna vez vi este libro lei algunos relatos de el lo sabre si alguno de ellos aparece en la segunda parte.

    Definitivamente gran observación la que haces sobrela gran cultura autodidacta de Howard sobretodo en la epoca que escribio y su juventudseguro lo pasaba muchos dias en la biblioteca o se juntaba con grandes maestros aparte de los que conocio en las revistas como Lovecraft.

    El relato, Los Dioses de Bal Sagoth, presenta a 3 personajes impresionantes (primera vez que escucho de ellos) creo que cada uno pudo tener su propio ciclo de aventuras al igual que; Conan, Sonya y Solomon.

    Turlogh Dubh O´Brian.
    Da la impresion de ser un gran aventurero.

    Athelsthane.
    por como lo describe creo que podría ser una actualización a esa época de Conan un gigante gaelico en este caso mercenario, con codigo de honor, lo de despatriado esto parece que se lo agregaron al Conan de la cinta de 1982, aunque no era despatriado, sino su aldea fue arrasada, cosa que no pasa con la Cimmeria del Conan literario.

    Brunilda.
    Debo reconocer que junto con las mujeres guerreras me gustan estos personajes de Femmes Fatales de "perras" como le llamas Elwin, ya que suelen ser villanas memorables, dar buena carga dramática y los lectores o espectadores de la obra las odian a rabiar.

    El Hombre Oscuro.

    Genial la aparicion de Bran Mak Morn personaje de Howard de otra época, debe ser uno de los mejores momentos del relato.

    Buena Reseña de este libro.

    Queda apuntado en los pendientes.

    Gracias y hasta pronto.

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    Respuestas
    1. Cuando leo cómo te entusiasman estos post que hago con tanto cariño, pero que pareciera no ser tan interesantes para el resto del mundo, siento que lo que hago sí vale la pena.
      Ya tienes claro cuánto me gusta este autor, que si puedo ayudar a divulgar su obra, feliz lo hago.
      Gracias una vez más, amigo, por demostrarme que lo que hago con este blog no es una pérdida de tiempo.

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