1. De qué va
todo.
El segundo tomo de la saga de Artemis
Fowl de Eoin Colfer, fue publicado tan solo un año después del que le
antecedió, en 2001, recibiendo el nombre en inglés de Artemis Fowl: The Arctic Incident;
la edición en español cambió algo su subtítulo, por Encuentro en el Ártico,
si bien manteniendo la mima idea del original.
La trama reúne a todos los personajes que
ya conocimos, entre los dos protagonistas y secundarios, para llevarlos a una
inesperada alianza en la cual tanto el pequeño genio “criminal”, como los
llamados “elementos del subsuelo” o criaturas mágicas, pueden sacar provecho de
ello con grandes beneficios para todos.
Y es que, por un lado, el heredero de la rancia familia con un largo historial
dentro de la ilegalidad, necesita que lo ayuden a rescatar a su padre, ahora
que le ha llegado noticia de que en efecto este sigue vivo y unos mafiosos
rusos le han pedido un millonario rescate para devolvérselo. Por otro lado, la PES, el organismo de seguridad
de los también llamados “duendes” (en el sentido genérico de la palabra, para
referirse a cualquiera de estos seres mágicos), se encuentra frente a la
amenaza de un alzamiento de un grupo de goblins, que puede hacer peligrar el
sistema de vida de la comunidad y los que más encima se encuentran apoyados por
otras fuerzas que tienen sus propias razones para que se provoque este
conflicto; de modo que si el muchacho superdotado ayuda a sus antiguos rivales,
estos le devolverán el favor dándole el apoyo suficiente para que pueda salvar
a su padre de sus captores.
2. Aprendiendo a
conocerse.
Luego de los eventos narrados en el
primer libro, en el cual Artemis consiguió burlar a las supuestas superiores
criaturas mágicas, era evidente que quedaran rencillas entre ambos bandos, en
especial por parte de los embaucados. Empero,
tras la crisis que los lleva a todos a trabajar en equipo, nace no solo una
férrea alianza, sino que algo aún por completo inesperado: el comienzo de lo
que podría llegar a ser una amistad entre al menos Fowl y la Capitana Canija,
así como con el enano Mantillo Mandíbulas.
Igual harto debe pasar para que suceda esto, no obstante, como bien
sucede en la vida real, la comunión en medio de eventos dramáticos, permite que
logren ver a sus nuevos compañeros más allá de las apariencias, prejuicios y
resquemores, al notar en los otros rasgos heroicos y dignos de admiración.
Respecto a lo anterior, es el propio
muchacho quien comienza a crecer a un nivel más espiritual, al comenzar a
abrirse a esas facetas suyas largo tiempo dormidas: la ternura, la confianza y,
por sobre todo, el nacimiento de un código de honor que ahora puede hacer que
otros sientan afecto por él, entre ellos sus lectores que nos vamos habituando
a sus nuevas aventuras.
Por otro lado, el pequeño delincuente de
“guante blanco” ha empezado a tomar conciencia de varias cosas, entre ellas que
necesita a los demás…para ser feliz: entre ellos a su fiel Mayordomo y, por su
puesto, a sus padres, que por algo no ceja en la lucha por recuperar a su
progenitor. Al respecto, bien podría
decirse que la “milagrosa” recuperación de su madre, impulsó el resurgimiento
en él de un chiquillo más o menos normal y que por largo tiempo había
relegado. Las últimas líneas de la
novela, tras todo lo que ocurre antes de ello, vienen a ser significativas para
tener en cuenta este proceso de crecimiento personal, por parte del personaje.
En cuando a la elfa, acá la vemos con un
comprensible malestar hacia su viejo enemigo, pese a que al final del primer
libro ambos se despidieron con un acuerdo entre ambos y donde cada uno de ellos
salió ganando. Si bien la capitana Holly
no comienza su reencuentro con prejuicios hacia el “fangoso”, que ya se conocen
un buen resto, su actitud hacia este no resulta muy amigable que digamos; sin
embargo, esta misma va cambiando al respecto a medida que va descubriendo al
chico más agradable y sensible, que hay detrás de esa coraza.
Con respecto al comandante Julius Remo,
también podría decirse que este ha tenido su propio proceso de sensibilización,
en lo que concierne a la relación con su protegida, ahora que quedó en evidencia
su afecto hacia esta tras los eventos del año pasado; asimismo, su trabajo
ahora codo a codo junto a Artemis y Mayordomo también, que no nos podemos
olvidar a este importante personaje, permite que se abran nuevas direcciones en
lo que concierne a su visión sobre los humanos y en especial hacia su antiguo
enemigo.
3. Mientras
tanto con los otros viejos conocidos.
Alguien como el interesante (¿y simpático,
pese a su carácter irónico y vanidoso?) centauro Potrillo no podía faltar en
esta historia. Es así que tras el
desastre provocado por el complot de los goblins y sus inesperados
benefactores, le toca a este tener su propia tajada de algo que podríamos
llamar heroísmo o una muestra más de su genialidad. Cuando las oficinas del cuerpo policial y/o
seguridad de los llamados “Elementos del Subsuelo”, son invadidas por rebeldes,
el genio de la tecnología tiene que vérselas por su cuenta para salir del
aprieto en el que se encuentra y, de paso, ayudar al resto a evitar que todo se
vaya de desmadre por completo. Los episodios
dedicados a sus intentos para sortear todo, sin perder nunca el control de la
situación, resultan ser muy divertidos y dignos de las mejores historias de
acción e intriga estilo “Misión Imposible”.
Por
otro lado, está el aún más agradable antihéroe enano Mantillo Mandíbulas, quien
luego de su intervención pasada ayudando a la PES para lograr entrar a la casa
del entonces enemigo Artemis, usando sus muy particulares habilidades de
ladrón, ha comenzado una nueva vida en el mundo de los humanos (haciéndose
pasar por uno de ellos, claro). De este
modo, se nos cuenta qué nuevas maldades ha realizado entre los “fangosos” y
cómo su camino se vuelve a cruzar con el resto.
Ahora que por fin se vuelven a conocer los dos “criminales”, Mandíbulas
y Fowl, difícil resulta ser que no se produzca una especie de hermandad entre
ambos, que harto tienen en común; la floreciente fraternidad entre los dos
permite, como no, evidenciar el cambio por el que está pasando el genio
criminal.
4. Los
verdaderos villanos.
En el primer libro pudimos conocer al
oficial de la PES Brezo Cudgeon, un elfo que entró en serios conflictos con su
supuesto amigo Julius, al querer aprovecharse del desastre provocado por los
planes de Fowl y así poder ascender fácilmente en la jerarquía de la
organización (aún a costa de sus compañeros).
Sus planes terminan no solo en derrota, sino que en humillación y ello
se convierte en su principal motivo para ser uno de los dos sujetos en querer
tomarse el poder.
Cudgeon se muestra como uno de los dos
reales viles personajes de esta novela y en lo que va de la saga, ya que se
trata de alguien lleno de odio y rencor, que manipula a los demás y es incapaz
de establecer algún tipo de relación emocional con quienes lo rodean.
Junto al anterior tenemos a otro tipo de
villana, si bien comparte uno que otro elemento con el anterior: Opal Kobol,
quien pese a su aspecto frágil y más o menos angelical, resulta ser mucho más
peligrosa que su colega de andanzas. Si
Brezo tiene sus propias enemistades con Julius (a quien más encima traicionó,
puesto que supuestamente eran enemigos), esta por igual sabelotodo de la
tecnología tiene de rival desde de su juventud a (como bien deberían suponer)
Potrillo.
Si Cudgeon representa al tipo de
antisocial que se vale de la fuerza bruta y de las artimañas basadas en el
engaño, la otra viene a ser un rufián de tipo cerebral (claramente debido a su
inteligencia superior), perversa y que tras conocer algo de su pasado gracias a
lo que se nos cuenta en la novela, nos puede resultar mucho más despreciable.
Ambos canallas se “roban la película”
dentro de la trama, aunque no se les podría tildar de ser personajes retorcidos
carismáticos y que tengan algún grado de matices que nos haga sentir simpatía
por ellos, aunque no por ello dejan de estar bien construidos. Con posterioridad, la elfa será aún mucho más
importante en el cuarto libro de la saga.
5. Otros
aspectos a considerar.
Puede ser que esta novela sea menos
entretenida que la anterior y seguro que tiene menos humor que su predecesora;
pero, en cierto sentido se puede decir que se trata de una obra algo más
profunda, al tratar los temas de la fraternidad y la lealtad (como ya habrá quedado
claro, con lo que he contado hasta el momento).
Es en el tema de la familia que podemos encontrar una mayor elaboración
a nivel valórico, específicamente en lo que concierne a la noción de esta
institución y al amor que se puede llegar a sentir por ella.
Cabe recordar que Artemis Fowl lleva
tiempo intentando recuperar a su padre y antes estuvo velando por su madre y su
precaria salud mental, al punto de que finalizando el primer libro toma una
decisiva decisión al respecto. Si el “pequeño
gran” delincuente está a punto de arriesgar varias cosas, entre ellas a
renunciar a su propia seguridad, es porque pese a todo mantiene dentro de su
persona valores que demuestran que no es alguien desalmado.
Por otro lado, se retoma el aspecto
ecológico del texto originario, con varias alusiones por parte de las Criaturas
Mágicas, a la intervención desastrosa de los humanos en el ecosistema del
planeta. Comprensible este último
aspecto, en todo caso, si se considera que los habitantes del subsuelo están
ligados justamente a la naturaleza, se condice bastante bien con su actitud y
visión crítica hacia la irresponsabilidad de los “fangosos”.
También se puede destacar la ambientación
de la novela, que transcurre buena parte de ella en Rusia, específicamente en
los territorios árticos; dichos escenarios naturales, junto a los ya conocidos
(y otros nuevos) propios del “subsuelo”, permiten potenciar estos aspectos
literarios que juegan con la realidad y la ficción, todo ello con bastante
verosimilitud.
A todo esto, en la novela solo se
menciona de pasada a la madre de Fowl y a Juliette, la hermana de Mayordomo, es
de esperar que en entregas siguientes podamos apreciarlas con mayor relevancia.
…Y se supone que la serie está aún por mejorar
más todavía.
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