Los teléfonos
antes del celular.
Mis primeros recuerdos con estos aparatos
datan de mi infancia más o menos a mediados de los ochenta. En aquel tiempo era
bastante caro y/o difícil tener uno y cuando bien veías uno en alguna casa o
tenías la suerte de contar con uno en el hogar, siempre era el monótono modelo
"clásico" negro y que tenía un disco giratorio blanco o transparente
para meter un dedo en los números a marcar. En los barrios más humildes, como
en el que yo vivía, existían casas donde prestaban el teléfono a manera de servicio
pagado y este quedaba puesto en una ventana; la gente hacía a veces cola para
esperar su turno; en otros sitios, como en mi casa, las personas de buena
voluntad daba su número a los vecinos que no contaban con ese lujo (que eso
era, sin dudas), de modo que les dejaran sus conocidos recados o en caso de
necesidad, les prestaban el teléfono para hacer alguna llamada.
El celular era algo propio de la ciencia
ficción, si bien solo cuando el tiempo fue avanzando, la tecnología lo hizo
posible (aunque durante años fue algo limitado solo a los que poseían una
economía muy solvente y que incluía hasta aparatosos teléfonos en sus carísimos
autos). Por lo tanto, si había que comunicarse con alguien que se encontrara
lejos (y he aquí que la idea de lejanía podía variar, claro, según sea el
caso), no quedaba otra que quedarse en casa esperando el dichoso llamado y/o
rogar porque el destinatario estuviese en sus propias dependencias. Si al final
uno debía salir y se quedaba sin realizar la susodicha llamada, podía pedirle a
alguien de la casa que le anotara en algún papelito, libreta, cuaderno o lo que
sea el recado (y peor era si quien había hecho la llamada, no contaba con
teléfono propio).
En la segunda mitad de los noventa en
Chile, ya fue más fácil acceder a los teléfonos, incluyendo inalámbricos y
otros aparatos más sofisticados (y bonitos), que tenían pantalla localizadora
de llamada, permitían dejar grabados mensajes de audio (que más encima uno
podía personalizar su "presentación por teléfono", lo que podía ser
muy gracioso y ello dependiendo de la creatividad del dueño del equipo) y se
podían hacer conversaciones tripartitas (o sea, entre 3 personas a la vez y que
en verdad era bastante divertido), entre muchas más maravillas por entonces y
que ahora damos por supuesto gracias a los llamados "celulares
inteligentes". Más encima, aparte de los distintos modelos que uno podía
comprar entre las varias compañías que ahora ofrecían sus servicios, uno podía
ir a tiendas que vendían un montón de otras opciones y a precios mucho más
módicos (chinos...supongo). Fue por aquellos años, a finales de los noventa y
cuando aún estaba en la universidad, que contraté por primera vez telefonía
fija y más encima lo hice a un precio muy barato; recuerdo que mi papá estaba
muy contento, que antes se había negado a pasarme una extensión de su línea a
mi cuarto, así que solo ahora que tenía cierta "independencia" se
animó y hasta me ofreció plata para pagar la cuenta...Igual tener esa intimidad
de poder hablar a solas sin gente a mi alrededor, era un gusto adquirido.
En la actualidad la gente apenas tiene red
fija en casa, que se conforma con la tecnología móvil, razón por la cual ha
optado por dar de baja sus viejas líneas y eso porque los planes están más
baratos, así como llenos de satisfacciones. Por otro lado, las redes fijas (al
menos en Chile) son preferidas más por las gente de la tercera edad y por
negocios y empresas de todo tipo; en todo caso, hoy los servicios telefónicos
fijos están por el suelo en materia de precios y quienes se encargan de
ofrecerlos los venden junto con televisión satelital, cable e internet para
entusiasmar a sus clientes.
Creo que existían desde los ochenta y
tengo bien claro que eran tremendos, al punto de que se llevaban en una
mochila, debido a lo pesados que eran; además, poseían una antena larga para
captar las señales. Como muchas tecnologías antes de masificarse, eran casi de
uso exclusivo militar, tal como en su momento fue Internet.
Con posterioridad, aparecieron los de uso
civil, que igual redujeron de tamaño considerablemente, aunque primero no como
para llevar en el cualquier bolsillo. Seguían necesitando antena y aún faltaba
un buen resto de años como para que uno pudiese ver el número de quién llamaba
y personalizar el rington, entre otras funciones que hoy nos son pan de cada
día: tales como la cámara fotográfica incorporada y todo tipo de aplicaciones;
el famoso tuch era algo de ciencia ficción y usaban teclas hasta varias
generaciones posteriores, las que en un principio eran grandes y de una especie
de goma. Acá a Chile creo haberlos visto por primera vez a fines de los noventa
e incluso el primer celular que tuve fue uno de estos, que me regalaron ya de
segunda mano y que ocupaba solo para que me llamaran.
Los siguientes modelos que recuerdo, empequeñecieron
considerablemente y lo mismo pasó con su grosor, así como su peso; si bien
todavía usaban antena, aunque esta por igual más pequeña (los había aquellos
que tenían una que se extendía y contaban con una especie de varilla delgada,
que quedaba protegida al replegarla; así como otros modelos que contaban con
una más corta y rígida). Luego con ellos llegaron los primeros salvapantallas
(que yo tuve un modelo con el cual podía escoger entre dos distintos y los iba
alternando cada cierto tiempo) y los llamados celulares de
"conchita", que se parecían a los que se veían en la Serie
Original de Star Trek (y para que vean que la ciencia ficción es
bastante predictiva e inspiradora), que me gustaban bastante, aunque nunca tuve
uno de esos.
Durante años, el dueño de un celular
debía pagar no solo las llamadas que hacía, sino que además las que recibía;
esto último era muy cómodo para quienes no contaban con dichos aparatos, que se
aprovechaban de cierta manera de quienes sí lo tenían (como yo cuando era
universitario y aún no trabajaba). Igual salía caro contar con uno de estos
teléfonos móviles y ello se transformó en un signo de estatus social y según se
contaba existían quienes para aparentar, andaban con celulares de madera.
Creo que uno de los mejores beneficios que
ha dado esta tecnología, es que uno puede estar ubicable en todo momento y en
casi todos los lugares del mundo; si no quieres que te molesten, simplemente lo
mantienes en silencio, modo vibrador, "no molestar", apagado o solo
no contestas. Aún recuerdo cuando antes de que pudiésemos contar con ellos, si
necesitabas ubicar a alguien con urgencia en la calle, debías buscar uno
público y a veces los que tenias a mano no funcionaban; y lo más triste era si
tenías un compromiso con alguien y cualquiera de los involucrados se atrasaba o
había algún cambio de planes, por lo que muchas veces la reunión se estropeaba
(recuerdo cuando uno ilusionado se quedaba esperando y esperando, hasta que no
llegaba tu compañer@ y al final te ibas todo decepcionado y/o molesto de donde
estuviste tanto rato).
A modo personal, uso bastante esta
tecnología y dentro de lo que más le saco provecho, es que puedo escuchar
música que guardo en el que poseo y de ese modo me evito andar con otros tipos
de equipos, que hacen bulto y hoy en día están obsoletos...Y esto ultimo me
recuerda que para la próxima entrega, de estos recuerdos tecnológicos, hablaré
de los disckman.
3. Una reflexión final.
Se supone que la tecnología está para hacernos
más fácil la vida y grata, pero también existe el peor caso en el cual provoca
dependencia a tales extremos, que toma ribetes de droga; esto último ha ido
creciendo con el tiempo, al ir desarrollándose las tecnologías computacionales
y/o digitales, las que incluyen videojuegos y redes sociales, a las que podemos
acceder desde nuestro celular. La gente deja de hacer vida al aire libre, de
comulgar con sus pares de manera física y prefiere la comodidad de su casa; los
niños optan por sus tablets, consolas y otros aparatos en vez de dedicarse a
los juegos tradicionales, que parece se estuviesen perdiendo; como uno de sus
efectos nocivos, aumenta la obesidad por falta de actividad física y la
ansiedad que provocan estos vicios, algo que también ocurre entre los adultos.
Si uno se detiene a mirar a su alrededor,
en la calle, el mall, cualquier edificio o en algún medio de transporte
público, una cantidad considerable de las personas alrededor de uno están
"pegadas" al celular e incluso lo hacen cuando van acompañadas, en
vez de conversar entre ellas. Solo unos pocos usan esos aparatos para leer algo
de peso, como un libro electrónico o algún artículo interesante (vez que me
encuentro alguien con un libro impreso o un cómic en sus lugares, lo celebro y
me dan ganas de felicitar a dicha gente). Yo igual ocupo el celular para
escribir bastante mis propias notas, como ahora mismo redacto este post que
ahora lees; no obstante, igual caigo en la seducción de esta maquinita y las
puertas facilistas que te abre, así que la autocrítica también va para mí.
Comparto con ustedes este genial video para complementar mis ideas de más arriba.
Gran análisis Elwin, además de una atenta mirada retrospectiva. Parece mentira que en tan poco tiempo hayamos contemplado tantas cosas. Y muy bien la autocrítica final. Sobre todo en el tiempo que nos hace perder, mirando muchas veces notificaciones inútiles. Con respecto a los modelos viejos... recuerdo que tuve que trabajar varios meses para poder comprarme un Ericsson verde, ¡¡con tapa!!! ja ja. Hace ya muchos años!!!! Saludos!!!
ResponderEliminarEs verdad estas tecnologías están tan presentes en nuestras vidas, que no podemos dejar de depender de ellas; solo hay que tomar conciencia de ello, para no caer en los errores de nuestros congéneres.
EliminarTotalmente de acuerdo con tu reflexión final, Elwin. Es absurdo lo mucho que demasiada gente depende del celular y los "servicios" que este ofrece. Gente que llega al punto de "no poder comunicarse" si se cae el Whatsapp o algo así. ¿Se olvidan que existen las llamadas y también los SMS y que no sólo de Watsapp, Facebook, instagram y twitter se pueden usar para comunicarse? Buff
ResponderEliminarDebo reconocer sin vergüenza que soy una de esas personas seducidas por las redes sociales, a las que accedo a través del celular (¿"Tif" les llaman en tu país a los teléfonos móviles?), pero al menos creo tener una vida interior mucho más rica que la de aquellos que no toman conciencia de ello.
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