Nota: Este texto y otros más que irán apareciendo a partir de este mes, se los debo a mi amigo Waldo Mauricio, una maravillosa persona que conocí este año, pues los rescató del material del disco duro de mi antiguo PC. Igual iré publicando trabajos hechos exclusivamente para este blog, pero este mes lo comienzo con otro de los que hice para el Diplomado de Literatura, cosa que ya he hecho en meses anteriores (Frankenstein, Utopías y Antiutopías, A Sangre Fría), aprovechando cierta película que se viene sobre este personaje.
_________________________________________________________________________ María Luisa Bombal escribe sus obras, como muchos artistas, para exorcizar sus propios demonios interiores. La perspectiva desde la mujer de clase alta o media frente al mundo masculino de su época, Latinoamérica de la primera mitad del siglo XX, es un tema recurrente en su corta, pero intensa prosa.
Pierre Barbéris afirmó en una ocasión que siempre el texto dice más que la biografía del hombre que lo escribió; bueno, en este caso se trata de una mujer escritora cuyo relato de La Última Niebla dice bastante sobre ella misma, específicamente, el drama de su protagonista no es otra cosa que una proyección de la vida azarosa de un personaje tan emocionalmente inestable como el de la propia María Luisa Bombal.
La protagonista de esta narración tiene una experiencia extramatrimonial en el transcurso de una salida nocturna. El acto es realizado en medio de una atmósfera incierta, llena de silencios por parte de ambos amantes (ni si quiera se conocían hasta ese encuentro) y la niebla que rodea el ambiente pareciera también posarse a los ojos de esta mujer. Con el transcurso de los años se aferrará a ese recuerdo para mantener un endeble sentimiento de dicha, hasta que los vaivenes de su monótona vida comienzan a hacerla dudar sobre la veracidad de su aventura…
…y bueno, esta no es otra cosa que la vida de la propia Bombal. Sobre este fatalismo en la vida de la escritora, proyectado en este caso en La Última Niebla, Ágata Giglio en su biografía sobre María Luisa afirma en el prólogo:
“La visión trágica constituye, sin duda, el punto de vista desde el que fueron escritos sus libros y, en cierto modo, el soporte de su manera de afrontar, tomar y acentuar la vida, pero, acaso por un oscuro temor, se resistía a reconocerse en ella (…), electora incorregible del lado difícil de la vida”.
Si la protagonista del cuento vive en una niebla que no le permite ver bien la realidad, lo más objetivamente posible, María Luisa vive en su propio mundo nebuloso. Ambas mujeres, la ficticia y la real, se empecinan en creer en algo que las mantiene vivas, pero a la deriva. María Luisa Bombal conoce a temprana edad el éxito por sus obras y cuando todos esperan más y más de su pluma, pareciera que le resulta difícil, como si se tratara de un complicado parto cada obra, por muy pequeña que sea, que sale de su persona. Cuando en una ocasión le preguntan que por qué escribe si le cuesta tanto, responde “porque es lo único que sé hacer”. La Bombal sabe que es una escritora, pero nunca llega a tomarse demasiado en serio su talento. Su vida estará llena de decisiones que demuestran una personalidad errática: se casa con un artista homosexual de quien se siente despechada, pese a que de antes de convenir el matrimonio sabía a lo que estaba destinado su enlace; se aferra al espejismo de una relación imposible con un antiguo amante, quien hace años ya que dejó de amarla y llega al extremo de dispararle en pleno Centro de Santiago, poseída por un estado emocional que la priva de pensar racionalmente; posteriormente terminará sus días solitaria, pobre, alcoholizada y alejada de su única hija a la que ella misma distanció de su vida.
“Pasan los años. Me miro al espejo y me veo, definitivamente marcadas bajo los ojos, esas pequeñas arrugas que sólo me afluían, antes, al reír. Mi seno está perdiendo su redondez y consistencia de fruto verde. La carne se me apega a los huesos y ya no parezco delgada, sino angulosa. Pero ¡qué importa! ¡Qué importa que mi cuerpo se marchite, si conoció el amor! Y qué importa que los años pasen, todos iguales. Yo tuve una hermosa aventura, una vez…Tan sólo con un recuerdo se puede soportar una larga vida de tedio. Y hasta repetir, día a día, sin cansancio, los mezquinos gestos cotidianos”.
Afirma lo anterior la narradora y protagonista de La Última Niebla. Es la propia escritora quien está confesando su propia manera de ver las cosas y que llevará a cabo en la gran obra de su vida.
Tal como la mujer del cuento, María Luisa se casa con Jorge Larco en un matrimonio sin amor, por conveniencia.
“- ¿Para qué nos casamos?
- Por casarnos- respondo.
Daniel deja escapar una pequeña risa.
- ¿Sabes que has tenido una gran suerte al casarte conmigo?
- Sí, lo sé- replico cayéndome de sueño.
- ¿Te hubiera gustado ser una solterona arrugada, que teje para los pobres de la hacienda?”
Este diálogo de La Última Niebla muestra que María Luisa muy bien sabía que una mujer en aquella época y en la sociedad que lo tocó vivir, no podía darse el lujo de una existencia de soltera permanente, por muy intelectual que fuera. La escritora trata en dos ocasiones de llevar una vida “normal” de esposa, pero su proyecto se le escapa. El resto de las protagonistas de sus obras también estarán destinadas a un matrimonio infeliz, como la ensoñadora Brígida de El Árbol y Ana María, la esposa muerta de La Amortajada.
Sobre La Última Niebla dice Cedomil Goic en su libro La Novela Chilena que aborda acerca de:
“(… )la existencia angustiada y llena de incertidumbre de una extraña mujer sin nombre cuya pasión es la sola garantía de un auténtico existir”.
Sin saber, quizás, que con esa síntesis que hace de la obra de la Bombal está refiriéndose a la propia vida de su autora.
En el liceo de hombres donde estudie no se hablo de la Bombal, las clases de debates que teníamos en la asignatura de castellano se hablo de escritores latinoamericanos mas contemporáneos y en su mayoría hombres de letras, hombres herederos de hombres y solo por una miniserie de escritores chilenos en los 90 encontré la descripción de esta escritora que fue demasiado valiente como para quedarse en ese paradigma de hombres y vivir como un ser humano entre nosotros. “Maria Luisa en la niebla”, fue la serie que me mostró la descripción de esta escritora que como muchas personas, sabia sublimar su experiencia de vida no perdida en palabras que se pierden una vez pronunciadas, sino en los tejidos de sus escritos.Una mujer culpable por dejarse llevar por los sentimientos de amor por un aviador que se perdió en algún lugar de Santiago como lo hizo alguna vez Antoine de Saint. Exupery, que fue puesta en duda su éxodo de lo cotidiano, de haberse atrevido a ser ella misma , como un ajesuita extraviada de la causa cuyo precio fueron lagrimas que eran mas afiladas que un cuchillo de cocina. Su silencio exclamado en las palabras adolescentes, la inocencia que nos hace ser soñadores, libres de los cánones establecidos empezaron a consumir su cuerpo. El año pasado vi el film “Bombal” donde mostraron otras paginas de su vida, de sus ilusiones, en su búsqueda por ser ella misma, en una sociedad donde no te das cuenta quien eres tu sino quien quieren que seas, ella supo desahogarse sin filtrar ningún hilo de luz desde su ventana interior, sucesos como a cualquiera de nosotros tenemos a diario, donde para cada uno nuestra única medicina es relatarle a un amigo o confidente sin ninguna relevancia y con sentimientos que nos aturden.
ResponderEliminarEl año pasado leí “La amortajada”, como una mujer que esta muerta habla desde si sin mirar a nadie a los ojos porque las personas la ven pero no la miran, como si lo que esta atrapado dentro fuera invisible a los ojos, siendo condenada a ser un fantasma. Ese año también fue el año que visite Francia. Al caminar por las calles de Paris me imaginaba donde habían dejado huellas tantos revolucionarios en las diversas artes, mujeres como Josephine Baker entre otras, me imaginaba a la Bombal, paseando por los campos de Marte o el boulevard Montmatre, con algunas señoritas de colegios católicos en tertulias o simplemente sola contemplando los barcos en el sena o en la galería céntrica de Santiago donde estaba el hotel Crillon, cuando le disparo a quemarropa a su Eulogio, cuya rabia que brotó como agua de la tierra, reflejando su desahogo en su mundo paralelo del cual no había manera de despertarla.
No solo ella fue heredera de una triste historia, este ensayo de Edwin sobre la Bombal me hizo recordar la historia de Rosita Serrano, el ruiseñor chileno (Chilenische Nachtigall) contemporánea a la Bombal, que fue repatriada y juzgada hasta extinguir su cantar, con cuando se vacía una botella que esta llena de prejuicios de nuestra sociedad chilena y no con un licor, solo por participar en films en la época del tercer Reich, sin conocer las verdaderas causas. Nuevamente el heredero del hombre que vive entre nosotros y deja su humedad corrosiva como huellas en la arena, que aun hoy se puede reflejar esa herencia en los actos de intolerancia. -¿Pero que dices?- tal vez me diría Bombal, lo que he dicho no es nuevo ni debería extrañarme. “Tienes razón le contestaría”- y tal vez la invitaría a tomar el te al hall del hotel Crillon pero esta vez me cercioraría de que deje su bolso en el guardarropa por si por esas eventuales sincronizaciones de tiempo y espacio, pasara por delante de nosotros el aviador Sánchez y repitiésemos la historia.
Saludos Elwin
Alexander
No sabes cuánto me honras, Alexander, al escribir un texto tan hermoso como éste en mi blog, a manera de comentario-ensayo-texto literario. En realidad siempre he admirado a La Bombal, desde niño la verdad; luego ya más grande la conocí mejor y si bien su errática vida en sí misma no es fuente de respeto para mí, sí lo es el fondo su gran sensibilidad que en medio de sus flaquezas la hizo crear sus maravillosas obras; sólo lamento que con tantas taras, no hubiese sido capaz de escribir más y seguir regalándonos con su particular prosa. También vi esa película para la TV de la que hablas, incluso la tenía grabada en VHS y me fascinaba; la perdí y ahora ya no está entre mis tesoros; en cambio tengo pendiente ver "Bombal". Nuevamente gracias por honrarme con tus palabras.
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