domingo, 11 de agosto de 2013

Buscando un sentido trascendente a la vida en “Señales” de M. Nigth Shyamalan.


    En el año 1999 logró la fama mundial el director estadounidense de origen indio M. Nigth Shyamalan, al estrenar su tercer filme y del cual también fue su guionista.  La película en cuestión fue Sexto Sentido (The Sixth Sense), donde contaba una inolvidable, espeluznante y emotiva historia de terror acerca de un aproblemado niño que visita a un psicólogo infantil (interpretado por Bruce Willis en una de sus mejores actuaciones); en dicho largometraje, el profesional y el espectador se enteran con asombro de que el pequeño posee la capacidad de comunicarse con los muertos (“Veo gente muerta” le confiesa el niño en una de las escenas y hoy frases más célebres de la historia del cine).  A partir de entonces la carrera cinematográfica de aquel entonces joven artista se elevó hasta las nubes, siendo considerado uno de los mejores directores del momento, si bien luego su carrera tuvo altibajos, llegando incluso a un verdadero desastre de crítica, público y calidad como lo fue su adaptación de la popular serie animada Avatar del canal infantil Nickelodeon y que se conoció en los cines latinos como El Último Maestro del Aire (The Last Airbender).
    Desde su época de Sexto Sentido (y lo más probable desde antes con sus dos primeros filmes), la filmografía de este director ha estado marcada por una honda espiritualidad, quizás heredera de la tradición de su pueblo original, si bien se podría afirmar también que al haber vivido casi toda su vida en un país de mayoría cristiana, ciertas ideas religiosas bien pudieron marcarlo y ello podría evidenciarse en su trabajo artístico.  Dentro de esta visión de corte más cristiana, se puede apreciar la idea de que cada uno de nosotros vive para cumplir con una misión específica, esto es que la realización personal y con ello la felicidad misma se consiguen al asumir dicha responsabilidad; por ende cada uno de nosotros somos valiosos, porque dentro de un plan determinado de la existencia somos necesarios…Solo hay que descubrir el rol que tenemos en el mundo.  Considerando lo anterior, se puede ver cómo los protagonistas y héroes de la mayoría de los largometrajes de Shyamalan, hasta antes de su insípida El Último Maestro del Aire, son personajes que realizan toda una introspección de sí mismos, es decir, llevan a cabo un verdadero viaje espiritual en el cual llegan a tener un conocimiento cabal de sus personas, gracias a lo cual logran convertirse en sujetos plenos.
    Para ligar el párrafo anterior con el filme que hoy me mueve a escribir, es menester tener claro de qué se trata su quinta película, Señales (Signs), del año 2002.  Un pastor evangélico vive en una tranquila y campestre comunidad donde todo el mundo se conoce, estando su hogar en un bello terreno alejado del resto del pueblo; allí le acompañan sus adorables hijos, un niño y una niña, además de su hermano menor ya a comienzos de la vida adulta, quien se fue a vivir con él para ayudarlo a cuidar a los infantes tras la muerte trágica de su esposa.  Dicho evento ha socavado la fe del otrora hombre de Dios, quien pese a su crisis religiosa sigue luchando por ser el mejor padre para su descendencia y continuar siendo una buena persona.  Una mañana en medio de sus cultivos, aparece una extraña e inmensa figura hecha al aplastar parte de su plantación con una técnica desconocida.  A medida que los días pasan, el ex pastor y los suyos, descubren que lo que hay en sus campos, es una de tantas señales que responden a un plan mayor que cubre todo el mundo y que tiene relación con una pronta invasión extraterrestre.
   
M. Nigth Shyamalan.
Shyamalan hace uso de un fenómeno que fue popular hace unos años atrás (las imágenes hechas podando pastos y cultivos en zonas rurales) y que al parecer resultó ser un fraude más sobre la posibilidad de inteligencia extraterrestre en el planeta, para contarnos otra de sus historias memorables y en la cual gracias al apoyo de grandes actores, una cuidada puesta en escena y una historia bien armada con giros argumentales inesperados, no requirió de grandes efectos especiales para mantener a su audiencia expectante.  Por otro lado, la manera de cómo mostró el lugar donde viven los protagonistas y sus simpáticos habitantes, reflejan aquella idea tan propia de autores como Ray Bradbury en la literatura, Frank Capra también en el ya cine clásico y Norman Rockwell en pintura, de mostrar un Estados Unidos idealizado, lleno de luminosidad y con personajes de apariencia campechana; es así como en esta película misma, la fotografía está llena de colores cálidos y tonos pasteles, los que luego contrastan con la atmósfera aterradora del mal que se quiere aposentar en el precioso lugar.  Los protagonistas y los secundarios (en todo caso esta película posee pocos personajes, que apenas llegan a los 10 en total), no tienen mal en sus corazones y llegan casi a ser inocentes, condición que sirve para demonizar más a los espantosos invasores de los cuales apenas se tiene información (de este modo el director-guionista convierte al espectador en un partícipe más de su ficción, de modo que uno no sabe más que los protagonistas y por esta razón la tensión es la misma para todo el mundo).  Mención aparte merecen los dos niños, cuyas personalidades, él muy inteligente y caballeroso, ella completamente angelical en su candidez, le aportan al grupo familiar una especial ternura; a su vez el responsable de la muerte de la esposa del personaje central, interpretado por nada menos que el propio Shyamalan, aquí se ve tal cual como sucede muchas veces en la vida real: un hombre normal que debe cargar con el peso de sus culpas, sin ser pese a su participación directa con la tragedia, una persona malvada, ni mucho menos alguien vicioso; tampoco se puede olvidar dentro del particular dramatis personae de la cinta, a una mujer policía de aspecto maternal y a la que bien uno quisiera conocer a la hora de contar con quien se supone deberíamos tener a nuestro lado para protegernos.
    Tal como ya se afirmó arriba, el personaje interpretado aquí soberbiamente por Gibson, luego de su pérdida, tuvo una crisis que lo llevó a alejarse de su ministerio (dato curioso: Mel Gibson es alguien famoso por sus fuertes creencias católicas, lo que le ha traído más de un problema en un Hollywood donde la religión católica es minoría, por lo que llama la atención su decisión de interpretar aquí a un ministro protestante).  De ese modo, en el filme y durante uno de sus mejores diálogos, mantiene con su hermano una gran conversación, en la cual el tema expuesto es el de la fe misma y cómo cada uno hace su elección a la hora de interpretar cualquier señal o hecho para otorgarle un significado en concreto.  Por ende, tal como expone el personaje de Gibson, existen dos tipos de personas: aquellas que ven en los misterios de la vida un porqué ligado a la existencia de fuerzas superiores (léase “Dios” o la Providencia), de modo que todo pasa por algo, siendo estos los llamados religiosos; y los otros, para quienes todo es producto del azar o la causa/consecuencia, obviamente sin la existencia de una presencia metafísica, o sea, los no creyentes.  Como el ex pastor ha perdido su fe, ya no es capaz de ver el mundo con los ojos de alguien que puede otorgarle a los hechos un significado mayor y por sobre la inmediatez del momento; pese a su ira contra quien sabe que es su creador, esta falta de esperanzas lo hace infeliz.  No obstante a medida que el peligro y el terror van aposentándose en esta zona alejada de la urbe, este padre (en el doble sentido de la palabra), va redescubriendo que hasta los hechos más aislados se encuentran ligados entre sí.  En este sentido, el encantamiento que va teniendo el protagonista con la fe, lo acerca a lo que para muchos autores católicos o cristianos en general, se llama Providencialismo, concepto que establece que la mano de Dios se encuentra presente de forma directa en el acontecer, de modo que el ser humano resulta ser una herramienta suya para que el orden de las cosas pueda darse. Pero, por otro lado, alejado en parte de la ideología teocéntrica, también nos podemos encontrar con otra posición respecto a cómo funcionan ciertos hechos; cabe aquí tener en cuenta que un importante psicólogo como el alemán Gustav Carl Jung, postuló la teoría de la Sincronicidad y en la cual se postula que hechos ocurridos de forma aislada bien se encuentran relacionados entre sí, hasta llegar a un punto en común donde convergen …lo que se puede apreciar en varios momentos de esta recomendable cinta (en cierto modo, esta idea jungiana responde de cierta forma racional la existencia de lo que para algunos es la magia).  Entonces cabe a cada uno otorgarle un especial significado a nuestra experiencia y es así como la secuencia del recuerdo del accidente que le costó la vida a la esposa del pastor, mostrada en tres momentos de la película, cada uno más extensa que la otra, viene a ser uno de los puntos claves a la hora de representar el periplo interno por el que pasa el protagonista; luego varios de los hechos ocurridos de supuesta forma aleatoria, se mostrarán como las distintas partes de un todo y donde cada hecho es valioso en sí mismo para poder lograr el conocimiento que permita responder a esas preguntas tan antiguas que son ¿Para qué estamos?, ¿Hacia dónde vamos? y… ¿Estamos solos?
      Señales es una obra que nos hace detenernos en meditar acerca de la significancia en nuestras vidas de los conceptos de la fe, la familia, el dolor y la capacidad de resiliencia para superar nuestros dramas personales.  Es a su vez una película en la cual el buen humor se conjuga con personajes carismáticos, preciosos escenarios y una música inolvidable salida del talento del constante colaborador de Shyamalan, James Newthon Howard, en uno de sus mejores trabajos (siendo aquí capaz de reflejar tan bien la existencia del mal, como de incitarnos a la emotividad en los momentos más bellos de la cinta); a su vez en más de una escena el director- guionista golpea el corazón de su público sacándole lágrimas sin dificultad.

    Por último, la idea del agua como elemento purificador y repelente de los extraterrestres, resulta ser uno de los simbolismos más geniales del sólido guión de Shyamalan; todo esto ayuda a mostrarnos un clímax impresionante y cargado de sensibilidad, para luego terminar su cinta con una imagen similar a la que empieza su quinta obra, aunque esta vez con la blanca nieve a diferencia de la primaveral mañana de apertura de la cinta (¡qué metáfora más adecuada para representar la pureza y la vuelta a la paz!).


6 comentarios:

  1. Te he taggeado en el tag book de mi blog! :) http://literaturaestrombotica.blogspot.com.es/2013/08/la-hamburguesa-de-los-libros-book-tag.html

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  2. Muchas gracias, que me honras, aunque la verdad no tengo idea de qué trata lo que me cuentas...¿Me podrías explicar por favor?

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  3. Interesante reseña Elwin, sobre todo por el aspecto espiritual y religioso de la obra, que parece ser la trama real de la película, siendo el contacto extraterrestre sólo la excusa. La verdad que Shyamalan se lleva muchos palos de crítica y público, en ocasiones parece un deporte, a ver quien le dice la barbaridad más grande. "Señales" aún no le ha visto, y por tu artículo parece merecer la pena. Un abrazo desde Galicia Elwin.

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  4. Gracias, amigo, por volver a darte un paseo por acá. No te niego que me sorprende que alguien como tú que gusta de estas historias, se haya perdido esta joyita. Ojalá pronto la puedas ver y a ver qué te parece esta vez. Yo ahora escribiendo por fin sobre "Star Trek" ¿Has vistos las nuevas pelis? ¡Son geniales!

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  5. Hola Elwin. Aquí estoy como prometí. Muy agradable de leer tu reseña. Con oportunas referencias y una profunda reflexión.

    De acuerdo con Tomás en que los extraterrestres son sólo la excusa para contar algo más profundo, circunstancia que mucha gente no suele advertir. Pero esto es algo habitual en la ciencia-ficción. Al menos de cierta ciencia-ficción. En las pelis de Michael Bay no, por ejemplo ;-D

    Perdón, que me enrollo sin querer. Es verdad que este director parece tener cierta debilidad por temas místicos. Por algo así le han criticado en la reciente de "After Earth", aunque personalmente no estoy del todo de acuerdo. El caso es que está película es de las que más me ha gustado de él, junto a la del "Sexto Sentido" y "El Protegido".

    Bien, no me molesta ese tono místico. La interpretación religiosa es la que el protagonista le da, pero aunque se hable de "planes maestros", o de "señales" que "alguien" nos envía, no es necesariamente explicado por medio de un Dios. Como digo en mi blog, las religiones en el fondo creo que son historias contadas por personas de hace mucho tiempo, usando su lenguaje para explicar cosas incomprensibles para ellos. Ahora es la ciencia-ficción la que juega con esa parte de la realidad que desconocernos, dando explicaciones imaginarias que de alguna manera, pretenden que alcancemos cierto estado de tranquilidad y paz interior, calmando la ansiedad que pueden producir las profundas incógnitas que como comentas, todavía se ciernen sobre la especie Humana.

    Saludos

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  6. Me alegra mucho que le hayas dedicado tu importante tiempo a mi blog y más todavía al dejar tu inteligente comentario, que ilumina mucho mejor lo que yo lo que tan torpemente dije, En realidad esta cinta es memorable y y todo el mensaje que deja va más allá de lo que se podría afirmar en unas cuantas lineas. Como hombre de fe que soy (y católico más encima), "Señales" no deja de tener para mí una fuerte dosis religiosa, la que en todo caso según sean los paradigmas de cada uno poseerá su propia significancia. Por cierto, también le dediqué su espacio en el Cubil a "After Earth". Una vez más gracias por honrarme con tus palabras.

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