domingo, 30 de septiembre de 2018

Pecados de omisión (cuarta parte).


     La historia que les voy a contar ahora ya la conocen en parte, pues me referí a ella cuando hice mi propio homenaje a Ursula K. Le Guin, al fallecer esta en enero del presente año. Pero ahora daré más detalles al respecto.  En una sucursal de una cadena de librerías que, gracias a Dios ha prosperado, de nombre TXT y en las que venden también música, películas y series (y hasta cafeterías tienen), hace más de 10 años que pillé entre sus ofertas la novela corta El Nombre del Mundo es Bosque; obra de ciencia ficción de la autora mencionada y no solo considerada una de sus mejores creaciones, sino que también ha sido  alabada por los críticos y los lectores, entre las grandes maravillas del género.   
     En aquel tiempo yo estaba cursando un diplomado en Literatura y en uno de mis paseos por dicha tienda me encontré con ese título y con Frankenstein Desencadenado de Brian Aldiss (quien nos dejó el año pasado no más).  La novela homenaje a la creación de Mary Shelley, calzaba justo con un trabajo que debía hacer sobre literatura gótica, así que no dudé con comprarla apenas tuve plata.  
      Me acuerdo que fue un viernes lluvioso de octubre, en el que corría el agua torrencialmente y aquella ocasión en el trabajo me dieron la tarde libre, pues era el Día del Profesor.  Contento me fui al Centro de Santiago, que luego de mi compra me pasaría al gimnasio, para después llegar más temprano que de costumbre a mi casa y descansar como bien me merecía.  Una vez dentro del local saqué de inmediato un ejemplar del texto que necesitaba y que deseaba leerlo desde que era un adolescente.  La verdad es que no recuerdo, si ya sabía de antes que también se encontraba la citada y galardonada narración de la Le Guin, pero sí tengo muy claro que cuando tuve en mis manos el otro libro, mis ojos se fueron hacia El Nombre del Mundo es Bosque, que me llamaba a poca distancia de donde había sacado Frankenstein Desencadenado.  El precio era el mismo en ambos casos, no obstante la narración de la escritora no era en tapa dura como la otra y además la encontraba tan cortita, que me “dolía” gastarme la plata en ella…Aún me remuerde la conciencia esta afrenta, a quien hoy en día es una de mis autoras favoritas, pues además no he tenido la suerte de volver a encontrarla.
      En 2017 por fin me leí El Exorcista de William Peter Blatty, relato que superó por completo mis expectativas, siendo de que se trataba de un drama que desde mi infancia había acaparado mi atención. Tuve el gusto de ir a ver al cine, en uno de esos programas dobles de antaño, El Exorcista III y que dirigió el mismo Blatty, adaptando su propia novela.   Era principios de los noventa y yo aún estaba en el colegio.  El filme original, el mejor de la trilogía (cuando ni se pensaba hacer todavía las dos precuelas) me gustó mucho, que gracias a la revista Fangoria y sus excelentes reportajes, me encontraba entusiasmado con dicho filme.  La verdad es que no recordaba mucho las pelis anteriores, que vi de niño ambas cortadas en la tele.
     Era la segunda mitad de los noventa, cuando ya era un universitario, cuando a la Librería Chilena y donde compro desde adolescente, debido a sus tremendos descuentos, le llegó por entonces la edición de Emecé de Legión, que así se llamaba la novela secuela directa del libro original y sobre el cual se hizo la citada cinta.  La verdad es que la menosprecié, que aunque disfruté harto el largometraje, no me pareció que valiera la pena tenerla.  Hoy en día daría mi reino por leer algo más de tremendo escritor. 
     Superman sin dudas que es uno de mis superhéroes favoritos.  No solo tengo en blu-ray todas sus películas (y originales más encima), desde la época del recordado Christopher Reeve, sino que también cuento con la bella serie animada de los noventa y todas sus pelis animadas que ha hecho DC a lo largo de los años...Para qué hablar de todos los cómics suyos que poseo, una verdadera colección que muchos me envidiarían (y les voy a confesar algo: Me dejo el rulo en la frente, o bien tratando de emular al kryptoniano o bien a su alter ego humano Clark Kent, je).
        Gracias a varias de las obras del Hombre de Acero que atesoro, conocí a Roger Stern, destacado guionista de historietas.  Pues resulta que también hace años ya, más o menos por el año 2000, tuve en mis manos una edición de bolsillo de una novela llamada Muerte y Vida de Superman.  Recuerdo su simple portada, con el escudo del Azuloso sangrante, como bien se popularizó con la famosa novela gráfica, en la que se enfrentaba a Doomsday por primera vez y en la cual moría al final de su épica batalla con él; además estaba tan barata, que no podía alegar que dinero no tuviera para adquirirla.  Muchas veces estuve a punto de llevármela y no lo hice, pese a que en los mismos noventa me compré el tomo compilatorio que sacaron los mexicanos de VID, de la saga de Dan Jurgens, una de las primeras historietas del género que tuve y disfruté enormemente.  Años después y no hace mucho, teniendo en cuenta cuando ahora mismo estoy escribiendo estas palabras, me encontré con la misma obra, aunque esta vez en tapa dura, que tampoco estaba tan cara que digamos; cuando esto último pasó, yo ya era un consagrado fanático del personaje y harto sabía de sus aventuras, que la ignorancia no podía ser ahora mi justificación como para desaprovechar esa oportunidad.  Cuando ahora me doy cuenta de mi error, me armo de esperanzas y pienso que tal vez podría conseguirme ese libro, que tal vez el librero que lo tenía (un señor muy pesado para atender) todavía lo podría mantener en su inventario.


     Justo por las fechas en las que desprecié el libro arriba mencionado, entre la enorme cantidad de títulos que llegaron a estos lares de Ediciones B y a costo muy económico, se encontraba Majestic de Whitley Strieber.  Yo ya sabía quién era este señor, que como conté en el primer post que le dediqué, cuando me leí de él Comunión me horroricé a tal punto, que me daba miedo apagar la luz de mi cuarto para dormir (bueno, tenía 18 años en aquel entonces y era mucho más impresionable que ahora, je).  Sabía que la premisa de esta novela suya era muy interesante para mi gusto, pues jugaba con una leyenda urbana que me atrae harto: la supuesta existencia de una agencia secreta de EE.UU., que oculta la información de su gobierno sobre extraterrestres y ovnis (los llamados Hombres de Negro).  Como todavía no me leía El Ansia, ni Gato Mágico (que me fascinaron ambos), solo me quedaban mis recuerdos de sus supuestas memorias, sobre las abducciones que sufrió en reiteradas ocasiones, para entusiasmarme a comprarme esta otra obra suya.  La verdad es que sabía que valía la pena solo desembolsar “luquita”, como decimos acá los chilenos (para que mis compatriotas vean lo barato que estaba) y, sin embargo, de todas las veces en que estuve a punto de llevármelo conmigo, al final nunca lo hice.  En la actualidad solo 2012 he podido conseguir de Strieber, que más encima aún no leo; pues en la práctica no es un autor del que llegue mucho, que digamos, a estos confines del mundo.


      Como bien pasó con la historia de la niña poseída por el demonio, la historia de Los Usurpadores de Cuerpos, sobre unos alienígenas que copiaban a personas para hacerse pasar por ellas, desde chico que me tenía muy interesado.  La culpa la tuvo un especial de televisión que vi de niño en los ochenta, llamado Los Amigos de E.T. y que me repetí todas las veces en que lo emitieron por acá, en una época en las que apenas iba al cine y el tevecable ni siquiera era una promesa propia de la ciencia ficción.  Y, sin embargo, nunca me he visto el primer filme que se hizo sobre la novela de Jack Finney; no obstante, sí he gozado en varias ocasiones la adaptación de Abel Ferrara que realizó en los noventa; mientras que las películas de los setenta y la década pasada, solo 1 vez las he contemplado (que la que tiene a Leonard Nimoy y Donald Sutherland de protagonistas, sí que es una joya, mientras que la otra…su final dulzón no puede ser más decepcionante).
     Fue justamente gracias a la mentada revista Fangoria, a la que tanto le debo, que logré enterarme de que tan terrorífica ficción provenía de un libro.  Me dispuse a comprármelo, apenas lo hallara por ahí, pero pasaron al menos 2 décadas como para que ello fuese posible (…y bien deben saber que no leo literatura, ni cómics, en formato digital).  El profesor que hizo el curso electivo de ciencia ficción, que tomé en la universidad, en una de nuestras conversaciones me dijo que Finney era un autor menor, lo que no dejó de impactarme; pues si ya a la fecha se habían hecho 3 versiones del libro, debía ser por algo más que casualidad, supuse; me guardé para mí descontento con la opinión de mi maestro, Juan Espinoza, al que admiraba y quería mucho.
     El año pasado estaba de visita en una de las dos sucursales de mi tienda de libros favorita, la Librería Chilena y en la que compro desde mi época de escolar (¿Ya les he contado al respecto, no?) y entonces se cumplió mi sueño largamente aplazado…Mas no lo compré ¿Por qué me dirán? La respuesta fue que aquella vez, me dije que como tenía tantos libros, para qué iba a gastar más plata y acumulando otro volumen para mi ya gargantuesca colección.  Cuando me arrepentí de mi estupidez, que al final no dejo de agregar un título tras otro a mi biblioteca (por no hablar de los cómics que sigo adquiriendo) y volví unos meses después al mismo local, ya no estaba ¡Imagínense cómo me reté, a mí mismo, por tan mala decisión!
      Al peso de mi culpa se sumó, que tras leer el formidable ensayo de Stephen King, Danza Macabra, entre febrero y marzo de este año, me tropecé con un apartado en dicho libro dedicado a la novela de Jack Finney; pues resulta que mi escritor favorito adora dicho texto y lo quiso poner como ejemplo, en su estudio dentro de lo más recomendable de la literatura de terror contemporánea.  King no podía estar equivocado.
     El viernes pasado, no más, estaba en la misma sucursal de la Chilena con mi amigo Marcelo López y le conté de mi pesar sobre Los Usurpadores de Cuerpos.  “Marlo” me animó a preguntar si les quedaba algún ejemplar, que ya antes lo había hecho con tristes resultados.  No obstante, en esta ocasión el vendedor que nos atendió, se tomó la molestia de revisar el listado de existencias en el computador de la tienda y me dijo que sí quedaban tomos; se puso a buscar en las estanterías y nada encontró, que los 2 compradores compulsivos igual intentamos ayudarle (o más bien, ayudarnos a lo que ambos queríamos).  Cuando la pesquisa se hizo infructuosa, decidimos abandonar el lugar con la cabeza gacha y eso que nos llevábamos con nosotros otros libros que no dejamos de adquirir.  Y entonces, con un verdadero grito, nuestro héroe nos dijo “¡Los encontré!” (o algo parecido).  Por supuesto que los dos amantes de la ciencia ficción y del terror (bueno, en este último subgéner, yo soy lejos más lector que la pareja de mi comadrita Ledda), sacamos nuestras billeteras de nuevo y ahora sí que salimos a la aventura del último día de Vacaciones de Fiestas Patrias, con sendas sonrisas en nuestros rostros de querubines.  
     Como ya se habrán dado cuenta, ya me resarcí de mi pecado de omisión con Los Usurpadores de Cuerpos, así que nunca hay que perder las esperanzas.  Además, por si no se han enterado leyendo las actualizaciones de mi blog, de igual manera me redimí con Robert McCammon, que me compré gracias a la magia de Internet Baal y Huida al Sur, que al primero ya le dediqué un post, mientras que el segundo libro todavía lo estoy disfrutando.  Es solo cosa de armarse de paciencia, que el que la busca la consigue.


11 comentarios:

  1. Déjame decirte que encontré harto fea la edición de la novela de Finney, pero me la voy a comprar igual.
    Saludos, mi amigo.

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    1. "Es lo que ahí" (sé de otra en español con portada mucho más linda, pero de encontrarla y tal vez a qué precio, eso es otra cosa).

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    2. Y si es por pecados de omisión, el más grave mío y que siempre me pesa es no haberme comprado en Buenos Aires la maravillosa edición de los Team Up de DC cómics, de las ediciones Zinco :(

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    3. Si quieres yo te la "empresto", que mi caserito del Bío me la vendió hace años a solo 10 luquitas, je.

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  2. Elwin: Excelente serie de notas, creo que ya lo dije anteriormente, con mucho de nostalgia y creo que muchos anduvimos detrás de algunos de esos títulos, por eso nos sentimos tan identificados. Ahora que leí esta nueva entrega de los "Pecados de omisión" voy a volver a la búsqueda en físico de los libros de Strieber, que siempre me atrajeron a pesar de no haber los leído, y que en algún momento me quedó pendiente. Gracias a tu post me despertó de nuevo la curiosidad por este autor, que forma parte de todos esos autores que en los 80 nos atraparon (Ira Levin, Blatty, etc).

    Saludos

    RICARDO

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    1. Me alegra mucho que te haya gustado este post, que la verdad pensaba que no tenía más que contar al respecto...Hasta que mi memoria comenzó a funcionar.
      Si no me equivoco tú sabes inglés, que yo no, y si es así puedes gozar más de Strieber, ya que tiene un montón de novelas ¿Por qué los editores de habla hispana no lo editan como se debe, tal como pasa con McCammon y Barker?
      Por cierto, se viene pronto una quinta parte de estos particulares recuerdos.

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  3. Hola Elwin, lo cierto es que si Jack Finney es un autor menor, como Bob Shaw, Wilson Tucker o John Wyndham, solo es porque los autores mayores son Isaac Asimov, Arthur C. Clarke o Robert A. Heinlein. Vamos, como el pobre Antonio Salieri, que tuvo la mala fortuna de ser contemporáneo de Mozart. Ya solo por "Ladrones de cuerpos" entra en la historia de la Ciencia-Ficción, así que es un autor a considerar.

    Por otra parte, cuando hablas de los precios de los libros nuevos nunca dejo de sorprenderme porque, como ya te comenté alguna vez, en España este está regulado por ley y lo fija la editorial, no el librero (se permite un 5%, y un 10% en Ferias del libro y eventos análogos). Otra cosa es la segunda mano, donde últimamente es más fácil encontrar libros a precios desorbitados que gangas. Por libros de ciencia-ficción y fantasía descatalogados, con un precio de portada equivalente en pesetas a cinco o seis euros, pueden pedirte entre doce y treinta, según el estado, y no es raro que marquen incluso más, a veces entrando en el absurdo.

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    1. Estimado Tomás, me alegra mucho volver a saber de ti (pese a mi propia ingratitud por no pasarme hace rato por otros blogs, entre ellos el tuyo). Justamente por lo que me cuentas de los precios de los libros en España, a veces me dan ganas de encargar textos allá ¿Lo mismo sucede con los precios de los cómics?

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    2. Idéntico, Elwin. Libros y cómics tienen precio fijado por la editorial, con un IVA del 4% en formato físico y un doloso 21% en formato electrónico, el mismo que grava a videojuegos, películas en DVD o Blue-Ray y plataformas de streaming. Al ser extracomunitario puedes deducir el IVA de tu compra si el importe supera los 90,05 euros, aunque el proceso es algo engorroso (primero pagas el importe total y después solicitas la devolución con un formulario)

      Por otra parte, mi blog está muy parado, pues actualmente estoy más volcado en la radio, con el podcast El Sótano de Radio Belgrado, como articulista y redactor en varios medios, y como editor en Tantrum, una revista de relatos que publico con dos amigos.

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    3. Me alegra que estés activo desde el punto de vista de gran divulgador que eres, que esa es una tremenda virtud que posees, de entre todas las tuyas. No obstante, no dejes de lado tu blog, mira que en contraposición encuentro triste eso, pues muchas páginas buenas como la tuyas mueren por abandono de sus creadores y no me gustaría que ese fuese el destino de la tuya.

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