Dentro de los primeros programas exclusivos de imagen
real marvelitas, que nos ofreció Disney+ se encuentra Falcon y el Soldado
de Invierno, una propuesta a medias entre la miniserie y la serie con
solo 6 episodios y es que a la fecha no sabemos si tendrá continuación en una
eventual segunda temporada (¡Que ojalá se concrete a la prontitud!). En un tono muy diferente a lo que vimos, con
la ya de culto Wandavision, el hecho mismo de que esta gira en
torno a una dupla masculina y no a una pareja mujer-hombre, considerando además
el carácter de sus protagonistas, la hace diferente al programa sobre la Bruja
Escarlata, lo que veremos a continuación.
Tras los dramáticos eventos de Avengers: Endgame, los viejos amigos y compañeros del Capitán América, Steve Rogers, como el resto del mundo continúan sus vidas tras la marcha de este. Uno de ellos, el siempre carismático Falcon, Sam Wilson, fue destinado por el propio Centinela de la Libertad para tomar su lugar; no obstante, no es una tarea fácil y el héroe se encuentra tan dudoso con el hecho de heredar dicho papel y su valioso escudo, que a raíz de ello una serie de acontecimientos comienzan a gestarse de manera progresiva, lo que da paso a la crisis que llegamos a contemplar con gran placer en este título. Por otro lado, el más antiguo aliado de confianza del Capi, Bucky y ahora Soldado de Invierno, tiene sus propios demonios internos: al tener que enfrentar su pasado como asesino y el hecho de que el propio Falcon no haya sido capaz de asumir la responsabilidad que el Capi le entregó a este. Pero pese a las desavenencias entre ambos, tendrán que unirse para enfrentarse a una muy particular amenaza.
A mi humilde parecer, la serie no parte con la energía de su precedente en el streaming de Disney, sin embargo, ya en el segundo episodio recobra terreno y con mayor razón cuando el supuesto grupo de terroristas que tienen tan preocupados a los protagonistas y compañía, va quedando mejor definido en sus intenciones; por lo tanto, tal como pasó ya con la estupenda segunda cinta del Capi, justamente la que introduce al Soldado de Invierno, se nos empieza a presentar una historia en tono de thriller político, que como nunca empieza a cuestionar un montón de temas de índole social: el papel que cumplen la organizaciones que supuestamente protegen a los países y al planeta entero (como la O.N.U.), el problema de los refugiados en el extranjero y los mismos desplazados en su propia tierra, la administración de los bienes económicos, el racismo… Toda esta mezcla nos hace darnos cuenta que las cosas no son tan sencillas y que hay tonos grises que debemos tener en cuenta para llevar a cabo nuestras decisiones y acciones.
Tras los dramáticos eventos de Avengers: Endgame, los viejos amigos y compañeros del Capitán América, Steve Rogers, como el resto del mundo continúan sus vidas tras la marcha de este. Uno de ellos, el siempre carismático Falcon, Sam Wilson, fue destinado por el propio Centinela de la Libertad para tomar su lugar; no obstante, no es una tarea fácil y el héroe se encuentra tan dudoso con el hecho de heredar dicho papel y su valioso escudo, que a raíz de ello una serie de acontecimientos comienzan a gestarse de manera progresiva, lo que da paso a la crisis que llegamos a contemplar con gran placer en este título. Por otro lado, el más antiguo aliado de confianza del Capi, Bucky y ahora Soldado de Invierno, tiene sus propios demonios internos: al tener que enfrentar su pasado como asesino y el hecho de que el propio Falcon no haya sido capaz de asumir la responsabilidad que el Capi le entregó a este. Pero pese a las desavenencias entre ambos, tendrán que unirse para enfrentarse a una muy particular amenaza.
A mi humilde parecer, la serie no parte con la energía de su precedente en el streaming de Disney, sin embargo, ya en el segundo episodio recobra terreno y con mayor razón cuando el supuesto grupo de terroristas que tienen tan preocupados a los protagonistas y compañía, va quedando mejor definido en sus intenciones; por lo tanto, tal como pasó ya con la estupenda segunda cinta del Capi, justamente la que introduce al Soldado de Invierno, se nos empieza a presentar una historia en tono de thriller político, que como nunca empieza a cuestionar un montón de temas de índole social: el papel que cumplen la organizaciones que supuestamente protegen a los países y al planeta entero (como la O.N.U.), el problema de los refugiados en el extranjero y los mismos desplazados en su propia tierra, la administración de los bienes económicos, el racismo… Toda esta mezcla nos hace darnos cuenta que las cosas no son tan sencillas y que hay tonos grises que debemos tener en cuenta para llevar a cabo nuestras decisiones y acciones.
Intriga, acción, mucha más violencia que
lo visto en Wandavision con una pareja… de colaboradores y/o aliados
que tienen sus desavenencias y que solo gracias a esta prueba juntos podrán ser
recién amigos; en todo caso, resulta más que grato verlos a ambos juntos, así
como seguir el desarrollo de sus propios conflictos internos. De paso, nos reencontramos con viejas caras
conocidas y queridas como la ex agente de S.H.I.E.L.D. Sharon Carter, James
"Rhodey" Rhodes (War Machine), la estupenda wakandiana Ayo y el
villano Barón Zemo (quien por fin se pone su famosa máscara y usa un traje
medianamente parecido al de los cómics).
Por otro lado, aparece un nuevo Capitán América, en la figura de John
Walker, personaje con ya varios años a cuestas en los cómics y que tanto en
estos como en el presente show, tiene un muy interesante trayecto que recorrer.
La banda sonora a cargo de Henry Jackman, una vez más en títulos ligados al Capi, está buena (no sabría si tildarla de estupenda) y los preciosos créditos finales, al menos nos dejan un buen sabor en la boca a quienes echamos de menos los créditos de apertura. Atentos al emotivo y potente monólogo final de Sam Wilson, algo que no habríamos esperado de Disney, en tiempos donde están tan interesados en ser “políticamente correctos” y a la igualmente preciosa última escena que nos invita a reconciliarnos con nuestro pasado.
La banda sonora a cargo de Henry Jackman, una vez más en títulos ligados al Capi, está buena (no sabría si tildarla de estupenda) y los preciosos créditos finales, al menos nos dejan un buen sabor en la boca a quienes echamos de menos los créditos de apertura. Atentos al emotivo y potente monólogo final de Sam Wilson, algo que no habríamos esperado de Disney, en tiempos donde están tan interesados en ser “políticamente correctos” y a la igualmente preciosa última escena que nos invita a reconciliarnos con nuestro pasado.
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