martes, 11 de mayo de 2021

Conan el Bárbaro por el mismísimo maestro.


 I. Algo más que una introducción.
 
    El famoso guerrero de la Era Hiboria, nacido Cimmerio y luego convertido en rey de la poderosa nación de Aquilonia (tras deambular por décadas a lo largo de un montón de pueblos de dicho mundo), fue creado como bien sabemos los entendidos por Robert Howard.  Pues este nos dejó demasiado pronto cuando solo tenía 30 años (se suicidó dándose un disparo a la cabeza, producto de la depresión), pero dejó un enorme legado entre un montón de cuentos y varios de ellos aún sin publicar, terminar o a lo más unos esbozos.  Fue entonces que otro texano, L. Sprague de Camp (27 de noviembre de 1907- 6 de noviembre de 2000), admirador de la obra de Howard, decidió emprender la labor para mantener la herencia literaria de su colega, en cuanto a sus trabajos sobre Conan el Bárbaro (puesto que Howard creó más de un personaje, que luego se hicieron famosos gracias a varias historias que hizo de ellos, como bien es el caso de Solomon Kane y el Rey Kull) y hacerlos conocidos más allá de las revistas pulps, en las que fueron publicadas originalmente (hechas con papel de mala calidad y muy baratas, por lo general de venta en kioscos y de portadas coloridas que se volvieron el semillero de un montón de escritores que luego cobraron gran renombre como el propio H. P. Lovecraft y Robert Bloch).
 
1. Sistematizó las narraciones del guerrero al ordenarlas de manera cronológica, puesto que su creador cuando publicó en un principio dichas obras y escribirlas, lo hizo contándonos sus aventuras en distintos periodos de su vida; de ese modo, pudimos conocer su cronología a lo largo de los 17 cuentos que llegaron a ver la luz en vida del escritor, pero gracias a saltos y retrocesos en sus títulos que para algunos complicaba el seguimiento de su ficticia biografía.
 
2. Consiguió que los textos de Robert Howard por primera vez se publicaron en formato libro, algo que nunca pudo ver llevado a cabo su autor, en ediciones cuidadas primero de bolsillo y luego de lujo.

 
3. Trabajó con los apuntes del propio Howard para terminar las historias inconclusas o apenas esbozadas, algunas realizadas por él y otras en conjunto con Lin Carter. Debido a lo anterior, los seguidores del personaje hemos tenido el gusto de leer varias estupendas novelas sobre el Bárbaro, que cuentan sucesos que transcurren entre los vacíos argumentales de los cuentos originales y que en la práctica se leen como si su mismo creador las hubiese hecho (Conan de las Islas, Conan el Bucanero, Conan de Aquilonia, etc.).
 
4. Impulsó a otros autores a hacer sus propias novelas sobre el aventurero, destacando un autor de renombre como Poul Anderson y un joven Robert Jordan, antes de que ganara fama y fortuna con su extensa saga de La Rueda del Tiempo.  Por otro lado, otro tremendo escritor se sumó al reto: Karl Edward Wagner.  Muchos artistas incursionaron en el mundo de Conan, aunque ya más como trabajos por encargo y en general escritores "mercenarios" (aunque como no los he leído, no puedo referirme a su calidad estética).
 
5. Él mismo escribió libros dedicados a Conan en solitario, como el que ahora nos reúne.
 
¿Y por qué lo llamo MAESTRO? Pues la respuesta es sencilla: Porque tras todo lo que hizo para mantener viva, tan tremenda contribución de Robert Howard, tal como queda demostrado de manera sintetizada en el listado de arriba, lo mínimo es reconocer su aporte; sin dejar de mencionar que el propio de Camp, fue un escritor con una tremenda bibliografía que le concedió un montón de premios y reconocimientos de todo tipo (gran ensayista también, su documentada biografía de Lovecraft es un documento de cabecera para los admiradores y seguidores del Soñador de Providence).  Además, de seguro junto con el guionista de cómics Roy Thomas (el responsable de llevar a las viñetas a Conan el Bárbaro), es uno de los mayores especialistas en el personaje.

Mis mayores respetos a L. Sprague de Camp.
 
2. Conan y el Dios Araña (1980).
 
    Nuestro querido bárbaro tiene poco más de 20 años y posee un cargo militar de cierta importancia en Aghrapur.  Producto de su naturaleza voluntariosa, debe escapar del lugar y por azar o intervención de los dioses se ve envuelto en una confabulación de un culto fanático y el rapto de una mujer noble, siendo acusado de ser responsable de lo segundo.
    La mayor parte de la novela transcurre en el reino de Zamora, si bien en su ciudad llamada Shadizar, la Perversa, sitio apodado así por ser un antro de criminales y otros males; sin embargo, ahora que se haya en sus inmediaciones descubre que no todo es malo en ella y hasta conoce el amor en su territorio, como también la amistad.  Pero la vida no es fácil para el Cimmerio, quien tampoco quiere para sí una existencia de retiro, ya que un viejo conocido lo contrata para rescatar a la cautiva, lo que significa que debe enfrentarse a la casta de sacerdotes del Dios Araña (unos tipos de lo más desagradable), como por otras razones más personales.
     L. Sprague de Camp nos entrega a un Conan aún bastante joven, con una sensibilidad que apenas le conocíamos y en ello destacables vienen a ser sus dudas referido a lo amoroso y a sus planes de vida; al respecto, impactante resulta ser para el lector que adora de hace años al antihéroe, cuando se describe en el clímax una reacción suya, que contradice por completo lo visto en el funeral de Valeria (una de sus más famosas amadas), en la estupenda primera película para el cine.  En este sentido, la juventud del guerrero retratada de manera tan verosímil por el autor, lo humaniza como nunca, al encontrarnos con un Conan por el cual podemos sentir simpatía y sin problemas, gracias a esta fragilidad suya encubierta.  En todo caso, nuestro Cimmerio sigue en general los patrones que lo caracterizan: un hombre de honor que nunca traiciona, ni daña/mata a gente inocente (niños y mujeres), inteligente, agradecido con quienes le tienden la mano, amante de las féminas hermosas, valiente y gustador de las emociones extremas.  Asimismo, no se debe olvidar que pese a sus orígenes salvajes, sin educación formal y con una personalidad propensa al hedonismo, no deja de ser un adalid del bien y la justicia, propios del hombre que no ha sido manchado por los vicios de lo que él mismo llama con desprecio "civilización"; y lo anterior, porque justamente con su sistema natural y "bárbaro" de lo que está bien y lo que está mal, en sus viajes le toca corregir uno que otro entuerto (la verdad, en todas sus aventuras pasa esto) ya sea por la mano del destino o por elección propia (en este sentido, por eso mismo no es un héroe tal como ya se dijo, pero sí un antihéroe, porque termina siempre actuando en pro del bien, pese a que su propia primera intención no es involucrarse en misiones bienhechoras a priori ¿Se entiende?). 
    El resto del libro está sazonado con elementos propios de los relatos del personaje, que incluyen peleas cuerpo a cuerpo, violencia, magia blanca y negra, monstruos y bestias salvajes, traición, fraternidad masculina y muchas mujeres despampanantes (entre flirteos, romances y mujerzuelas de mala calaña), con su aporte de erotismo.
    De rápida lectura que no alcanza las 200 páginas, el libro posee al menos en la edición que tengo de Timunmas, una preciosa introducción del propio L. Sprague de Camp. Todo altamente recomendable, tanto para los incondicionales de Conan, como para quienes gusten de la lectura de fantasía de la buena, sin mayores complicaciones de ostentamiento literario (que acá salvo la idea de la religión institucionalizada, como una cortina de humo para aprovecharse de los demás y llevar a cabo supuestas "guerras santas", tal cual expresión de la locura e intolerancia humana, no encontrarán otra crítica social) y para pasar un buen momento de sana evasión.

10 comentarios:

  1. No he leído nada de Conan, aunque tengo mucho material en digital. Excelente artículo para profundizar en la labor de Sprague de Camp y como revaloró y revitalizó a este icónico personaje. La reseña invita a meterse con el personaje y formar parte, como lector, de esta saga que, no tengo dudas, debe ser genial.

    Saludos,
    RICARDO

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    1. ¡Oh, no es posible a estas alturas no te hayas leído al menos uno de sus cuentos clásicos y famosos! Al menos échale un ojo a "La Torre del Elefante" y "La Reina de la Costa Negra", verdaderas maravillas.

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    2. Te recomendaría TOTALMENTE "La hora del Dragon"

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    3. De seguro lo leí... ¡Pero ya lo olvidé! (los otros los recuerdo, porque me releí el segundo el año pasado y del primero me leí la estupenda adaptación al cómic en febrero, además que siempre me gustó mucho ese relato).

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  2. Nunca he leído nada de L. Sprague De Camp, pero por lo que escribes acá se ven muy interesantes los escritos de este señor. Respecto a Conan, sólo he leído dos historias: El pueblo del Circulo Negro y La hora del Dragón. Este último excelente en todo sentido, del cual incluso se podría hacer una tremenda película o mini-serie, pues realmente tiene de todo.

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    1. Yo encantado leería más de L. Sprague de Camp, a quien tanto le debo, pero parece que en español de su obra aparte de Conan no hay tanto (uno de mis mejores amigos me dijo que su biografía de Lovecraft es una maravilla).

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  3. Mi estimado amigo: Del tremendo escritor L. Sprague de Camp he leído algunos cuentos y su monumental biografía de Lovecraft, que aunque muchos fans del Profeta de Providence la consideran muy polémica (cargando las tintas con algunos rasgos de HPL), sigue siendo un libro de referencia. Camp en muy valorado en los terrenos de la fantasía épica y la ciencia ficción. Muy buen aporte. Con Lin Carter contribuyeron a la difusión de la obra de Howard, sin olvidar también la labor de editoriales míticas como Gnome Press en la recopilación y difusión de libros de Conan.

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    1. Que alguien como tú, conocedor y amante de la figura de Conan el Bárbaro y todo el legado de Howard, como gente de quienes le siguieron, comparta conmigo este texto escrito con mucho cariño me hace muy feliz. Obviamente cuando escribía este texto me acordaba de ti y más porque me recomendaste mucho esa biografía que espero tenerla pronto.

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  4. PD: y todos mis respetos al inmenso Roy Thomas!

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