Referirse a la obra de Robert Bloch es tratar
con uno de los grandes de la literatura de terror contemporánea (ubicándose su
obra en el transcurso del siglo pasado, desde el auge de los llamados pulps en la década del treinta, hasta
comenzados los noventa); este autor marcó con su vasta producción el género,
entre una gran cantidad de títulos que comprenden cuentos, novelas, antologías
y guiones para televisión y cine, a tal punto de que fue nada menos que el
autor del libro Psycho (1959) y que sirvió de fuente de inspiración para Alfred
Hitchcock, en la elaboración su obra
maestra del cine Psicosis (1960).
Nacido el 5 de abril de 1917 y fallecido el 23 de septiembre de 1994,
Bloch fue uno de los talentos responsables de la masificación de la llamada
“literatura popular o de género” (terror, fantasía, ciencia ficción, policial y
western, entre otros) al comenzar su carrera publicando en las revistas de
celulosa barata, que se vendían en kioscos y las que vieron nacer a otros
genios como el propio Lovecraft, Robert Howard, Isaac Asimov, Ray Bradbury y
muchos más indiscutidos escritores, que antes de conocer las lujosas ediciones
de sus obras, se iniciaron con humildad en este recordado formato. De hecho, Bloch es también recordado por ser
uno de los miembros del selecto grupo de amigos epistolares del ya mencionado
Howard Phillip Lovecraft, llamado por los entendidos como Círculo de Cthulhu, ya
que con sus escritos ayudó a definir el Horror Cósmico creado por H.P.L, al
entregar sus propios aportes entre los que se cuentan verdaderos clásicos como El
Vampiro Estelar y La Sombra que huyó del chapitel (por
cierto, la génesis de este dos cuentos es de lo más curiosa, ya que se trata de
las continuaciones directas de una narración de su amigo Lovecraft, El
Morador de las Tinieblas, donde en los 3 textos ambos autores
incorporaron a su respectivo compañero como personaje, si bien cambiándole el
nombre y dándole una muerte horrible dentro de estas ficciones). Entre quienes amamos las historias que giran
en torno a Yog-Sothot, Nyarlathothep y demases, bien conocida es la existencia
del infame libro de arcanos conocimientos de magia negra, de nombre
Necronomicon, el cual en todo caso corresponde a una invención más de la
ficción lovecrafniana; pues bien, Bloch agregó dos textos más a la serie de
obras de este tipo, las que corresponden a De Vermis Mysteriis y Cultes des Goules.
Si
bien Robert Bloch incursionó con igual éxito en la ciencia ficción, fue en las
historias de espanto (entre sobrenaturales y de psicópatas) que sobresalió, a
tal punto que aparte de la mencionada Psycho y de la cual escribió 2
continuaciones, uno de sus cuentos hoy en día se constituye en todo un
referente a la hora de hablar de literatura de terror del siglo XX y de
asesinos seriales justamente. Suyo
afectísimo, Jack el Destripador tal como dice su nombre, corresponde a
un potente relato que tiene como protagonista al reconocido criminal inglés de
finales del siglo XIX y al que el autor recuperó para la ficción, otorgándole
un destino impactante dentro de su narración. Ante la originalidad de tal texto, que usó a
esta figura histórica de manera nunca antes vista (y que luego sería revisitada
en obras posteriores como la novela gráfica Desde el Infierno de Alan
Moore), fue invitado por su amigo y colega Harlan Ellison para escribirle una
continuación, ya en tono de ciencia ficción, en su celebrada antología de
cuentos inéditos Visiones Peligrosas y a la que tituló Un Juguete para Juliette;
asimismo el propio Ellison dentro del mismo tomo redactó una secuela al nuevo
cuento de Bloch. Muchos años después,
siendo Harlan Ellison el consultor especializado de la famosa serie de
televisión Babilonia 5 en los años noventa, tanto Bloch como Ellison
fueron homenajeados por su creador J. Michael Straczynski, en el hermoso
episodio de la segunda temporada titulado El Regreso del Inquisidor (1995).
Por otro lado, el mismo Bloch en su calidad de guionista y trabajando en una
serie de culto como nada menos que Star Trek, llevó una vez más al
futuro al famoso asesino en el capítulo Wolf in the Fold, durante
la segunda temporada (1967); ese mismo año y meses antes de la emisión de este
guión, realizó el especial de Halloween de este programa, Catspaw, en el cual supo
recoger muy bien el espíritu de las viejas historias de terror de su primera
época.
“ -Mr.
Carmody -dijo-, ¿ha oído usted hablar de… Jack el Destripador?
-¿El
asesino? -pregunté.
-Exactamente.
El más monstruoso de todos. Peor que Landrú. Jack el Destripador. Jack el Rojo.
-He
oído hablar de él -dije.
-¿Conoce
usted su historia?
-Escuche,
Sir Guy -murmuré-. No creo que nos sirva de nada desempolvar antiguos cuentos
de viejas acerca de famosos criminales de la historia.
Sir
Guy me miró fijamente.
-Esto
no es ningún cuento de viejas. Es un asunto de vida o muerte.
Estaba
tan obsesionado, que incluso hablaba en tono melodramático. Bueno, estaba
dispuesto a escucharle. A los psiquíatras nos pagan para que escuchemos.
-Adelante
-le dije-. Oigamos la historia.
Sir
Guy encendió un cigarrillo y empezó a hablar.
-Londres,
1888 -empezó-. Finales de verano y comienzos de otoño. Ésa fue la época.
Surgida de ninguna parte, apareció la sombría figura de Jack el Destripador…
una sombra furtiva con un cuchillo, vagabundeando por el East End de Londres.
Acechando a las escuálidas divas de Whitechapel. Nadie sabe de dónde llegó.
Pero trajo la muerte. La muerte en un cuchillo.
»Aquel
cuchillo descendió seis veces para hundirse en las gargantas y en los cuerpos
de mujeres de Londres. Busconas. El 7 de agosto fue la fecha del primer
asesinato. Encontraron el cadáver de la mujer con treinta y nueve cuchilladas.
Un crimen horroroso. El 31 de agosto, otra víctima. La prensa empezó a
interesarse por el asunto. Los habitantes de los suburbios se interesaron
todavía más.
»¿Quién
era aquel desconocido asesino que vagabundeaba por allí y mataba a capricho en
las desiertas calles de sus barrios? Y, lo que era más importante: ¿cuándo
entraría de nuevo en acción?
»La
fecha fue el 8 de septiembre. Scotland Yard nombró comisionados especiales. Los
rumores iban y venían. La espantosa naturaleza de los asesinatos era tema de
las más descabelladas especulaciones.
»EI
asesino utilizaba un cuchillo… con gran pericia. Seccionaba gargantas y
cortaba… ciertas partes de los cadáveres después de la muerte. Escogía víctimas
y lugares con diabólica premeditación. Nadie le vio ni le oyó. Pero los
guardias, al hacer su ronda al amanecer, tropezaban con la desdichada víctima
del Destripador.
»¿Quién
era? ¿Qué era? ¿Un cirujano loco? ¿Un carnicero? ¿Un científico demente? ¿Un
enfermo mental escapado de un manicomio? ¿Un noble psicopático? ¿Un miembro de
la policía londinense?
»Luego
apareció el poema en los periódicos. El poema anónimo, destinado a poner fin a
las especulaciones… pero que sólo consiguió aumentar hasta el frenesí el
interés público. Una burlona cuarteta:
No soy un carnicero, ni tampoco un mendigo,
ni un médico demente, ni un loco matador:
soy su sincero amigo,
atentamente suyo: Jack el Destripador”.
Si
bien lleno de hitos en su producción, se puede destacar entre otros, el hecho
de que haya terminado nada menos que el relato inconcluso del precursor en este
tipo de literatura, Edgar Allan Poe. El
texto en cuestión corresponde a El Faro, el cual apareció en su
versión acabada por Bloch en 1977 (mientras que lo escrito por el autor de El
Gato Negro data de 1849).
Como
ya se dijo arriba, Bloch es más encima el autor de Psycho, obra cumbre del
subgénero conocido como psychotriller y
que fue el libro que con tanto éxito adaptó para el cine Hitchcock, bajo el
nombre de Psicosis. Lo que algunos ignoran respecto al origen de esta
novela, es que su autor se basó en otro famoso caso policial, como ya sucedió
con su historia sobre Jack el Destripador.
Fue así como en esta ocasión tomó como fuente para su prosa, las
atrocidades cometidas por su compatriota Ed Gain, cuyos delitos que implicaban
tanto asesinato, como necrofilia y todo tipo de perversiones con los cuerpos de
sus víctimas, fueron descubiertos por la época en la que el escritor ya había
logrado la consagración. No está demás
decir que gracias al respaldo del director de Los Pájaros, su obra más
famosa es esta potente novela, que sin dudas llega a ser mucho más gore que su versión fílmica.
Bloch
demuestra en esta obrita suya su talento para jugar con los leiv motivs del género, en primer lugar
otorgando a su historia el atractivo de una cultura “exótica” como la de la
milenaria India y que si bien todo transcurre en USA, involucra varios aspectos
de esta sociedad: como sus costumbres, varios personajes originarios de este
país, su propia religión llena de dioses y sus propios avatares históricos, de
modo de aumentar la dosis de aventura dentro de su argumento (por su aire
propio de una intriga internacional).
Todos estos detalles dramáticos, hacen
que el lector se pregunte qué tanto de lo que nos cuenta Bloch forma parte del
real legado indio y qué inventó él mismo para crear toda una atmósfera de
intriga y peligro. Además agrega a esto
la presencia de dos bellezas femeninas, distintas en apariencia y motivaciones,
pero que resultan tan misteriosas en su actuar, que envuelven tanto al
aspirante a héroe, como a uno mismo por sus personalidades y las que bien responden
al estereotipo de la femme fatale.
Teniendo en cuenta la época en la que fue escrita esta novelita, puede
llamar la atención un marcado erotismo en el texto, el cual si bien no es
explícito, a ratos viene a ser más que sugerente y que en parte puede tratarse
de la intención de hacer una velada crítica social, a los convencionalismos
sociales de la época por parte de su autor.
Este tipo de situaciones son posibles ver en el libro, por supuesto,
gracias a la conducta del personaje principal con las dos mujeres con las cuales
le toca interactuar, siendo una de ella una mujer “mayor” que él y además
“separada” (todo un escándalo para aquellos años) y la otra alguien proveniente
de otro “mundo”, quien más encima posee conocimientos que la ponen por sobre el
supuesto inocente galán (en especial en el fino arte del amor y la seducción).
Por
último, cabe destacar la psicología con la cual es visto el muy especial
asesino del libro, cuya identidad llega a ser toda una revelación una vez
llegados al clímax. Es al respecto, que
una vez que el criminal descubre el poco valor de su empresa delictual, es
posible identificar una lectura velada más al texto, consistente en la idea de
que las religiones en ocasiones pueden ser un medio para cometer atropellos y
que sus dogmas resultan vacíos, si son seguidos por personas de espíritu pobre.
Rostro muy conocido el del señor Bloch. Aunque me lo he topado desde hace años en libros, debo confesar que solo he leído "Piscosis" y uno que otro cuento, entre los que está, por supuesto, "Suyo afectísimo, Jack el Destripador". Tengo un par de libros suyos en espera.
ResponderEliminar¿Has visto las otras tres continuaciones de "Psicosis"?
¡Grande Bloch! Debo contarte que acá llegaron en nuevas ediciones las continuaciones de su obra más famosa, gracias a La factoría de Ideas y que vergonzosamente aun cuando estaban muy baratas, no las compré. Así que ahora me hice la promesa de no volver a cometer este error y por eso apenas me encontré con este libro que aquí comento y con su versión de las historias de la película de "La Dimensión Desconocida", no dudé en adquirirlos (así que se viene este año una crítica dedicada a esta última obra).
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