Recién estaba asumiendo mi luto por la muerte
de Leonard Nimoy, cuando gracias a mi querido amigo Miguel Acevedo
(creador/administrador del blog Le Dicen Poesía) me enteré del fallecimiento de
otra figura destacada para el mundo del fandom,
así como para los cultores de la literatura de fantasía: Terry Pratchett. Como no quise quitarle valor a su por igual
lamentable pérdida, quise distanciar algo en el tiempo la escritura de este
texto, a manera de tributo póstumo para tan apreciado autor y al cual le debo
inolvidables horas de entretención leyendo algunas de sus novelas de
Mundodisco. Solo 8 libros suyos tengo y
he gozado, ya hace años (en una época cuando mis sobrinitos Amilcar y Bruno ni
pensaban llegar a este mundo y ganarse mi corazón), pero bien los recuerdo con
aprecio, puesto que pocos autores han logrado hacerme reír a carcajadas, como
más de una vez lo hizo este gran fabulador.
¿Pero
quién era Terry Pratchett? Pues fue un
escritor inglés nacido el 26 abril de 1948 y que el 12 de marzo de este año murió
a consecuencia del Alzheimer, que en el año 2007 declaró públicamente
padecía. Con gran optimismo afirmó que
no pensaba “echarse a morir” y que combatiría su enfermedad escribiendo,
actividad a la que se dedicó hasta poco antes de dejar este mundo.
Si
bien firmó un montón de libros, entre los que se encuentran dos trilogías,
varias novelas independientes y al menos un par de novelas escritas a dos manos
con otros prominentes narradores compatriotas suyos (Neil Gaiman y Stephen
Baxter), su mayor contribución a la literatura y la que le otorgó fama y
fortuna hasta augurarle la inmortalidad estética, corresponde a su creación de
Mundodisco: un curioso mundo ficcional para el que realizó más de 40 títulos,
además de unos cuantos textos a medias entre la divulgación científica y la
ficción acerca de este lugar. Este
sitio corresponde a una tierra muy singular, donde la magia es algo de cada día
y que recibe su nombre del hecho de que justamente se trata de una tierra plana
y en forma de disco con una geografía de lo más variopinta. Pero no todo resulta tan “sencillo” con Mundodisco,
ya que su superficie se haya sobre los hombros de cuatro elefantes titánicos,
dispuestos en los distintos puntos cardinales, los cuales a su vez se
encuentran apoyados encima del caparazón de una tortuga de connotaciones
ciclópeas y la cual anda deambulando por el vasto universo con todo a cuestas[1]. Este sitio (de seguro el más original en toda
la narrativa de fantasía y maravillosa) permitió a su autor contar una serie de
historias muy hilarantes e ingeniosas, llenas de personajes estrafalarios que
se constituyen tanto en parodias como en homenajes de muchos de los héroes
clásicos, provenientes de otros textos más antiguos. Asimismo los diversos tomos que comprenden la
saga, van variando el protagonismo según fueron apareciendo en ella nuevos
personajes principales, los que a su vez intervienen como “invitados” o
secundarios en las novelas de otros, muchas veces debido a la misma popularidad
que ganaron con el tiempo y que hizo que sus lectores desearan más y más de sus
aventuras. Como ya se ha dicho al
respecto, el ciclo de Mundodisco corresponde a una obra global de fantasía
humorística, la cual a su vez se ríe de las convenciones del género y aun así
ensalzándolo gracias a la pericia de su creador para contarnos algunas de las
mejores historias de este tipo de literatura.
Son libros de no mucha extensión, donde además es posible encontrar
referencias indirectas y/o directas, al más puro estilo del guiño y la
intertextualidad, de la literatura tradicional y la cultura popular, como el
cine, los cuentos de hadas, Lovecraft, las mitos y leyendas universales y todo
lo que se le pudo ocurrir agregar en sus narraciones al escritor. El grado de
humor llega a tal punto en estas obras, que en ocasiones la narración incluye
nada menos que notas al pie de la página, que pretenden explicar algunos de los
sucesos más curiosos o entregar datos adicionales, los que por supuesto
resultan ser de lo más graciosos (no obstante estas mismas notas al pie de
página, a veces poseen sus propias notas al pie de página, lo que aumenta el
grado de comicidad del texto).[2]
“Era una noche tranquila, teñida por la promesa del amanecer. Una luna
creciente acababa de ponerse. Ankh-Morpork, la ciudad más grande en las tierras
que rodeaban el Mar Circular, dormía. Bueno, esta afirmación no es del todo
cierta. Por una parte, los habitantes de la ciudad que solían dedicarse, por
ejemplo, a vender verdura, herrar caballos, tallar diminutos y exquisitos
adornos de jade, cambiar moneda y fabricar mesas, en general, dormían. A menos
que tuvieran insomnio. O se hubieran levantado para ir al retrete, que todo
puede ser. Por otra, la mayoría de los ciudadanos menos respetuosos de la ley
estaban con los ojos bien abiertos y se dedicaban, entre otras cosas, a entrar
por ventanas que no les pertenecían, cortando gargantas, robándose unos a
otros, escuchando música alta en sótanos llenos de humo y pasándoselo muy bien
en general. Pero la mayoría de los animales estaban dormidos, a excepción de
las ratas. Y de los murciélagos, claro. Por lo que respectaba a los insectos...
El caso es que la descripción escrita rara vez es completamente precisa, y durante
el reinado de Olaf Quimby II como patricio de Ankh se aprobaron algunas leyes
en un intento decidido de poner fin a ese tipo de cosas y hacer que los
informes fueran un poco más verídicos. Así, si una leyenda hablaba de un
célebre héroe y decía que «todos los hombres admiraban sus proezas», cualquier
bardo que apreciase su vida añadiría rápidamente «excepto un par de personas en
su pueblo natal que le consideraban un mentiroso, y un montón de gente más que
en su vida había oído hablar de él». Los símiles poéticos quedaban
estrictamente limitados a afirmaciones como «su poderoso corcel era veloz como
el viento en un día bastante tranquilo, pongamos Fuerza Tres», y cualquier
comentario a la ligera sobre una amada con un rostro capaz de hacer botar mil barcos
debía ir respaldado por pruebas de que el objeto del deseo tenía sin lugar a
dudas cara de botella de champán. Al final, Quimby fue asesinado por un poeta
descontento durante un experimento realizado en los terrenos del palacio para
demostrar la discutida precisión del proverbio «La pluma es más poderosa que la
espada», y en honor a él se acordó añadir, «solo si la espada es muy pequeña y
la pluma muy afilada». De acuerdo. Así que aproximadamente el sesenta y siete
por ciento de la ciudad, quizá el sesenta y ocho, dormía. No es que los
ciudadanos que reptaban por la ciudad en sus ocupaciones generalmente ilegales
advirtieran la extraña marea clara que recorría las calles. Sólo los magos,
acostumbrados a ver lo invisible, la observaban extenderse por los campos
lejanos. El Disco, al ser plano, no tenía un auténtico horizonte. Si algún
marinero osado tenía ideas raras después de contemplar durante demasiado rato
huevos y naranjas, y se dirigía hacia las antípodas, descubría pronto por qué
los barcos lejanos parecen desaparecer por el borde del mundo: porque
desaparecen por el borde del mundo”.
De La Luz
Fantástica.
Como
bien dije casi al principio de este escrito, tan solo poseo y he disfrutado 8
de las novelas de Mundodisco (así como del resto de la inventiva de Pratchett…
¿Alguien me quiere regalar algo de este gran escritor?), razón por la cual no
es mucho lo que puedo referirme a sus obras, si no es remitiéndome a tales
lecturas, a menos que quisiese hacer uso del vasto poder de la información de
Internet…No obstante esa no es mi intención, así que me limitaré a ocupar mis
(escasos) conocimientos sobre esta colección, para continuar con mi tributo al
llorado Terry. De este modo ahora es el
momento de referirme a sus singulares personajes…
Siendo la primera novela de Mundodisco El Color de la Magia (1989),
en ella se introducen algunos de sus conceptos y protagonistas más
destacados. En primer lugar aparece el
inepto, cobarde y gracioso mago Ricenwind, quien a sus años apenas posee habilidades
mágicas y que sin embargo se ve en medio de una serie de eventos
extraordinarios, que lo hacen vivir un montón de aventuras en contra de su voluntad (así como codearse con algunos de los habitantes
más fabulosos de todo Mundodisco). Es
así que en este libro y el siguiente, La Luz Fantástica (1991), que viene
a ser su continuación directa, Ricenwind conoce a personajes tanto o más
estrafalarios como él, entre los que se encuentran Dosflores, un supuestamente
aburrido funcionario de la burocracia de su nación, el Imperio Ágata, quien
decide convertirse en nada menos que… ¡El primer turista de todo Mundisco! A su vez Dosflores lleva consigo un baúl con
patas e inteligencia propia y personalidad, en el que guarda sus cosas (y que a
lo largo de estos libros gana protagonismo). También es posible conocer a partir de estas
dos obras iniciales nada menos que a La Muerte, un esqueleto con túnica,
guadaña y toda la estética propia de su representación proveniente de la
tradición medieval, quien desde su aparición original logra convertirse en una
de las figuras más carismáticas de toda la saga, teniendo luego sus propias
novelas; a la Muerte le encanta filosofar junto a quienes lo rodean, en
especial cuando le toca aparecerse a quiénes han fallecido, y a quienes trata
de forma amistosa; además es irónica y muy inteligente (asimismo posee su
propia familia, entre los que están su
hija adoptiva y la hija de ésta, su nieta)[3]. También acá aparece por primera vez Cohen el
Bárbaro, un legendario y decrépito héroe, quien resulta ser sin dudas una
versión cómica del más célebre personaje de Robert Howard, Conan el Bárbaro. Volviendo a Ricenwind, este pertenece a la
“prestigiosa” Universidad Invisible, compuesta por magos que por supuesto lo
desprecian y quiénes tienen como bibliotecario nada menos que a un orangután,
quien era un mago que por un hechizo que se salió de su recipiente por error,
fue transformado en dicha criatura, pero que al ver la comodidad de su nueva
condición decidió quedarse así (mudo, aunque ágil para moverse entre la inmensa
colección de volúmenes de la biblioteca).
En la
tercera novela, Ritos Iguales (1991), hacen su debut las brujas, quienes pese a
su aspecto siniestro no pueden ser más simpáticas y donde en esta primera
novela dedicada a ellas, una de estas mujeres debe cuidar nada menos que a un
bebé, el cual al poco tiempo después de nacer demuestra dotes mágicas
inauditas.
Mort (1991)
resulta ser no solo la cuarta obra de Mundodisco, sino que la primera donde La
Muerte toma el protagonismo, quien se aburre de su trabajo y toma un aprendiz
humano, para que lo reemplace mientras se dedica a “perder el tiempo”.
Los libros Rechicero (1992) y Brujerías
(1992) retoman a Ricenwind y a las brujas respectivamente. Ya en Pirómides (1992) es posible conocer
un nuevo sitio de Mundisco, ya que transcurre en su versión del antiguo Egipto
y donde aparecen unas momias bastante graciosas. ¡Guardias! ¿Guardias? (1993)
introduce al guapo Zanahoria, un fornido hombre de buen corazón criado por
enanos y que a lo largo de su vida será relevante para la modernización de la
hasta entonces inútil Guardia de Ankh-Morpork, el lugar donde transcurren gran
parte de los libros de la colección.
Por
último, el éxito de esta saga llegó a tal punto, que contó con su propia
versión animada para la televisión durante la década de los noventa. A su vez se han realizado al menos 3
miniseries basadas en sus libros, la que contaron con la participación de
actores destacados como Sean Astin, Jeremy Irons y Cristopher Lee. La primera de ellas corresponde nada menos
que a El Color de la Magia (2006), que también incluye dentro de su
desarrollo a La Luz Fantástica; luego le sigue Papá Puerco (2008), una
muy especial historia navideña y Cartas en el Asunto (2010).
[1] De
hecho esta imagen de la tortuga gigante como “sostén del mundo” o representación del espíritu de la Tierra,
corresponde a un concepto oriental que otros autores occidentales ya habían
usado en su narrativa, como el alemán Michael Ende en su preciosa novela La
Historia Interminable y el propio Stephen King, en la que para muchos
es una de sus obras cumbres: It (idea que luego retomaría en su
saga de La Torre Oscura)
[2] De hecho al respecto tengo un
recuerdo que deseo compartir con ustedes: Un día iba leyendo en la micro
(nombre que el damos en Chile de manera coloquial al transporte público)
leyendo uno de estos libros, cuando en determinado momento no pude dejar de
reír a carcajadas. Poco tiempo después
mi mamá me contó que se había encontrado con un sobrino suyo, por supuesto
primo mío, quien iba junto a su señora en el mismo vehículo, pero a quienes no
vi por ir sumido en mi lectura. Pues
bien, este familiar con quien nunca he tenido una relación muy cercana y que en
toda su vida ni ha sabido lo maravilloso que resulta que te encante un libro
(disculpen si suena duro, no obstante así es, hay gente en el mundo que para
nada está interesada en dejarse seducir por una buena lectura), le resultó de
lo más extraño que riera con tanta demostración, mientras leía dicho texto…Pues
así es, Terry Pratchett es capaz de envolverte de esa manera con sus obras, tal
como otro autor podría llegar a hacerte llorar de emoción, con sus propias
historias.
[3] La Muerte retratada de manera
antropomorfizada y poseedora de una personalidad amistosa, es un leiv motiv recurrente en las historias
del género, tanto en la literatura, el cine y los cómics. Al respecto se puede mencionar que la
juvenil, sexy y dulce Muerte de las historietas de Sandman (del mismo Neil
Gaiman, con quien Pratchett escribió Buenos Presagios. acerca de un
curioso Apocalipsis), resulta ser una de las mejores representaciones de este
tipo de Muerte, junto a la del mismo Mundodisco.
Estimado, gracias por nombrarme al inicio de tu texto sobre Terry Partchett, autor al que descubrí gracias a los artículos que sobre él aparecieron en la revista Star Ficción, versión española de la Starlog (como tú muy bien sabes). Debo confesar que no lo he leído mucho eso si, omisión que pretendo corregir. Como señalas, el concepto hermoso de la Tortuga cósmica ssoteniendo el mundo viene de culturas antiguas, y según Stephen Hawking, en una conferencia una señora le rebatía que el mundo era plano y era llevado por el espacio sobre la caparazon de una colosal tortuga...
ResponderEliminarTerry Pratchett quise decir
ResponderEliminarAmigo Miguel, me alegra que haya sido de tu agrado este texto y cuando quieras no más te presto algo de este genial autor. Si no me equivoco, justamente lo conocí a ese mismo artículo que mencionas.
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