Dos años de blog.

      Los dos años han pasado con una rapidez impresionante, desde que me dispuse a iniciar este blog que tantas satisfacciones me ha otorgado (y para qué mentir, unas cuantas decepciones por ahí: esto en cuanto a que gracias a él he podido comprobar lo que puedo esperar de la gente a la que conozco ¿Ustedes me entienden verdad?).

     Durante el transcurso que ha significado el proceso de escribir textos para mi “Cubil”, se me hizo la costumbre de referirme en él, a los libros que iba leyendo, lo que a su vez me permitía madurar más el proceso del disfrute lector; lo mismo me sucede a veces con las películas y seriales que voy viendo, siendo que por lo general son las que mayormente se me quedan en la retina, las que se me hacen necesario revisar y compartir con otros sus numerosas virtudes (solo en el caso excepcional de la película gringa sobre Astroboy, recuerdo haber subido algo con la intención de denostar, en vez de alabar).  Este deseo de expresarme respecto a las impresiones que me provocan tantas lecturas y horas frente a la pantalla (de TV, cine o del notebook), se ha convertido en algo más que en un impulso: en algo así como un rito que me permite sociabilizar de esta forma tan particular que es usar el ciberespacio y dejar en él tu propia impronta.   A veces leo lo que he escrito mucho tiempo atrás y no puedo creer que haya sido yo el autor de esos textos y algo así como un orgullo me entra de saber que algo puedo hacer de provechoso con el tiempo que se me da ¡Definitivamente me encanta hacer “oír mi voz” cuando se trata de comentar y analizar una que otra obra de arte (léase libro, cuento, cómic, película, serial, etc.) y en el diálogo que sale a partir de ello, retroalimentarse! Es por esta misma razón que me gusta hacer clases y hacer lo posible por encantar a mis alumnos con el maravilloso mundo del arte de la narración.

       Me he autoimpuesto una que otra tarea más o menos mensual, consistente en redactar y  publicar textos que lleven una secuencia entre sí: como cuando me puse a escribir sobre las series animadas de Batman o me dediqué a las empresas aún no concluidas de abordar cada mediometraje de Maestros del Horror (todavía no llevo ni la mitad) y la revisión de cada una de las temporadas de Los Expedientes-X (pronto se viene la 6 al blog).  Este tipo de proyectos me permiten programarme para la actualización constante de la página y otorgarle con ello cierta continuidad a los textos que en ella subo.

       A veces subo trabajos que sin mayor premeditación se van formando en mi cabeza y esto cuando de vez en cuando me llega la inspiración espontánea, como cuando una vez en que me quedé entretenido leyendo en el baño mientras hacía una visita y entonces se me ocurrió escribir sobre lo grato que es leer en el baño (¡je!).

     Otra cosa que debo destacar de estos dos años de blog, es el hecho de poder “conocer” tanta gente interesante con la que gracias a él, mantengo un diálogo virtual, comentando el blog del uno y el otro (esto en especial con Paraguay, México y España); de modo que no vacilo en recomendar cada uno de los blogs y páginas a los que hago mención en el Cubil (lástima que algunos de ellos, en especial los de los amigos que me inspiraron a crear este blog, hoy en día apenas son actualizados, siendo que mis amigos tienen tanto que aportar a la llamada blogósfera).

     Aprovecho cualquier momento libre para escribir, puesto que esto de “crear” algo es una grata labor que debe su existencia tanto a la constancia, como a las ganas.  La mayoría de los trabajos los redacto en casa, pero hay ocasiones en las cuales he aprovechado mis tiempos de ocio en la pega o incluso cuando he estado de visitas (por lo general en casa de mi comadrita Ledda) y hasta cuando estuve en la playa este año escribí tres textos (¡Y todo en una semana!).  Me he dado cuenta que sin siquiera dudarlo, he escogido muchas veces quedarme en casa para escribir o dejar de lado otras satisfacciones, de modo de dedicarme a la labor de mantener actualizado mi blog: de tal modo, lo que hace uno con una tarea de este tipo, es una manifestación más de su vocación (en mi caso, mi amor por las historias) y una inversión, en la que a medida que pasa el tiempo, se puede contemplar el fruto de tantas horas de ardua faena.

     Durante el año en curso, llegué a las 100 entradas en la página, lo que celebré a mi manera, dedicando mis primeras líneas a mi segundo escritor favorito, luego de Stephen King, Orson Scott Card (ya a la fecha llevo tres críticas en total sobre Card y su gran personaje Ender Wiggin); a su vez esta cifra he logrado superarla considerablemente desde aquella ocasión y en poco tiempo.  Todo esto es para mí un pequeño, pero significativo logro, que me incita a continuar con esta labor.

     En ocasiones pienso que me gustaría que cierta persona que fue muy importante para mi pasado y que pese a todo aún me ronda en el presente (dudo que se vaya por completo de mis pensamientos y de mi corazón), leyera estas páginas virtuales, para que sepa quién he llegado a ser después de su partida (aunque en cierto punto sigo siendo el mismo de siempre, sólo más viejo y, espero, un poco menos torpe que antes).  Supongo algún día nuestros caminos volverán a cruzarse, mucho más de las “noticias” que de vez en cuando me llegan y entonces hablaremos de todo lo que quedó pendiente y tal vez podremos ponernos al día con lo que ha sido después de nuestra separación (pero sé que todo lo que digo y deseo es una utopía).

     También espero que mi sobrinito Amilcar, ya cuando sea más grande, conozca esta faceta de su tío que tanto lo adora (algunas veces él me ha acompañado mientras laboro para el blog y se sienta sobre mis rodillas para ver y “comentar” las imágenes que en él pongo; en otras ocasiones juega a mi lado, hojea sus libros y mis cómics, o ve algo de Batman, Superman u otros superhéroe en la tele o simplemente duerme a mi lado, durante mi escritura).  Lo quiero tanto que he estado a punto de escribir un texto en exclusiva sobre todo lo que significa él para mí (bueno, nunca será tarde para hacerlo).

     Creo que no tengo nada más que decir por ahora, porque tampoco quiero repetirme con lo que hace un año conté justamente para conmemorar el primer año de vida de la página.  Sólo puedo decir al respecto que con cada texto que subo y más todavía con cada comentario que me dejan, el blog está más que justificado (y para qué hablar de los “seguidores” que con respecto a los que sí conozco, son “nominales”, como me gusta llamarles, que no de “hecho, ni acto”, puesto que si alguna vez leyeron y en el mejor de los casos, comentaron algo, eso ya es historia; demás está decir que envidio a quienes los seguidores y comentarios les llueven).

     Puedo decir en conclusión que me alegra lo que hago y por ello puedo asegurar que este blog me define, así como lo hacen muchas otras cosas en las cuales dejo una parte importante de mi ser.   Este blog está a disposición de quién quiera entrar y con ello les dejo abierta una puerta donde pueden conocerme, ya sea directa o indirectamente.

    Espero Dios me de la oportunidad de que pase años en este proyecto.

    Gracias por pasarse (y comentar) por acá.

Amilcar a su corta edad ya es un gran lector.