En solo 44 años de vida el escritor
escocés Robert Louis Stevenson (1850-1894) se transformó en uno de los más
importantes narradores de la lengua inglesa del siglo XIX. Es así que en su corta vida, pero prolífica
carrera tras la pluma, entre todos los libros que firmó se encuentran dos
novelas que hoy en día no solo son verdaderos clásicos, sino que se encuentran
dentro del conocimiento público, incluso entre quienes no acostumbran a leer (todo gracias a las múltiples adaptaciones a
otras expresiones artísticas que se han hecho de ellas a través del cine, la televisión
y los cómics), lo que demuestran sin duda el enorme atractivo de sus
acontecimientos, personajes y temas. Uno
de estos dos libros viene a ser nada menos que La Isla del Tesoro, obra
cumbre de la prosística de aventura, que por aquellos años en que se publicó
por primera vez (1883), comenzó a popularizarse gracias al trabajo de colegas
suyos como Julio Verne y Emilio Salgari.
Por otro lado, su texto El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mister
Hyde, corresponde a una de las obras de horror más influyentes en la
historia del género, al tratar temas tan caros a nosotros mismos desde la época
de los mitos, tales como tópico del doble y las consecuencias nocivas de
inmiscuirse en los misterios de la naturaleza (o sea, la soberbia humana de
querer controlarlo todo). No obstante
no solo en la narrativa larga y hasta en la lírica, como en la no ficción
(gracias a sus varios libros de viajes), destacó este artista, sino que también
sobresalió como cuentista gracias a varios cuentos (publicados originalmente en
revistas y luego en compilaciones), que de igual manera se encuentran entre lo
mejor de este formato. Uno de estos
tomos corresponden El Club de los Suicidas y El Diamante del Rajá, series de
relatos interrelacionados entre sí y que su autor luego reagrupó junto a otros
títulos bajo el nombre genérico de Las Nuevas Noches Árabes (1882).
Pues estas dos colecciones poseen como
personaje recurrente al Príncipe Florizel de Bohemia, quien en algunos de ellos
participa de protagonista y en otros de secundario, aunque siempre destacando en
todos gracias a su agradable personalidad.
Este corresponde a un sujeto joven y aun así bastante sabio, heredero al
trono de su nación, quien destaca además por su hermosura e inteligencia; de
igual modo también posee un gran corazón y bastante sencillez, que lo llevan a
usar su poder económico para remediar varios entuertos de la gente con la cual
se cruza por azar en su camino. Se trata de un sujeto de connotaciones casi
angelicales o más bien idealizado, quien participa directa e indirectamente de
los tres textos que comprenden El Club de los Suicidas y los cuatro
que componen El Diamante del Rajá. Asimismo, debe saberse que la tetralogía
transcurre tiempo después de lo sucedido
en los relatos que le preceden.
El primer libro se llama así debido a una
oscura institución que descubre el príncipe y que anda detrás de la
manipulación de sujetos de tendencia suicida.
Luego tras terminar el primer
relato, el príncipe Florizel (nombre sacado de un personaje de Shakespeare,
siendo que además su “florida” composición sin duda hace alusión a la idea de
belleza y pureza que representa el personaje) se decide a terminar con los
sucios negocios del director de esta agrupación.
La Historia del Hombre de los Pastelillos de
Crema es el primer cuento que forma parte de El Club de los Suicidas. En él aparte de conocer al príncipe y la
nefasta agrupación que da nombre al libro, entra en escena el coronel
Geraldine, amigo y servidor del aristócrata, quien toma distinta relevancia en
los tres textos que forman parte de este corpus. La historia comienza mostrando
a un príncipe Florizel como alguien frívolo, dando al engaño y amante de las
aventuras…Con posterioridad quien pareciera alguien que gusta de jugar con la
inocencia de la gente, se revela luego como el ya mencionado sujeto de
naturaleza benigna. Ahora bien,
volviendo al contenido de este relato, en uno de sus viajes buscando nuevas
experiencias, Florizel y su compañero se encuentran con un muchacho que les
acapara la atención y a quien tras una interesante charla deciden acompañar al
llamado Club del Suicidio. En este lugar
es posible hallar a otros individuos curiosos y es dentro de sus paredes que
las prácticas del club terminan por horrorizarlos. De este modo el príncipe, quien ama la
rectitud, se promete a sí mismo y a su amigo a acabar con este reino del mal. La descripción de este sitio y de sus
personajes resulta sin dudas memorable y se refiere sin duda al vacío de los
sujetos que han llegado tan bajo dentro de sus miserias, que terminan perdiendo
las esperanzas y su amor propio. No
obstante las circunstancias que llevan a los miembros de este particular gremio,
una vez que entran en los misterios de su dinámica, termina haciéndolos apreciar lo que
más deseaban desechar. Por lo tanto el
cuento se transforma en una reflexión sobre el sentido de la vida y su propio
valor como algo que merece todo el respeto posible.
“Se dio la vuelta y empezó a introducirse
entre los presentes. Acostumbrado a hacer de anfitrión en los círculos más
selectos, pronto sedujo y dominó a todos a quienes conocía; había algo a la vez
cordial y autoritario en sus modales y su extraordinaria serenidad y sangre
fría le conferían otro rasgo de distinción en aquel grupo semienloquecido.
Mientras se dirigía de unos a otros, observaba y escuchaba con atención y
pronto se hizo una idea general de la clase de gente entre la que se
encontraba. Como en todas las reuniones, predominaba una clase de gente: eran
hombres muy jóvenes, con aspecto de gran sensibilidad e inteligencia, pero con
mínimas muestras de la fortaleza y las cualidades que conducen al éxito. Pocos
eran mayores de treinta años y bastantes acababan de cumplir los veinte.
Estaban de pie, apoyados en las mesas, y movían nerviosamente los pies; a
veces fumaban con gran ansiedad y a
veces dejaban consumirse los cigarros; algunos hablaban bien, pero otros
conversaban sin sentido ni propósito, sólo por pura tensión nerviosa. Cuando se
abría una nueva botella de champán, aumentaba otra vez la animación. Sólo dos hombres
permanecían sentados. Uno, en una silla situada junto a la ventana, con la
cabeza baja y las manos hundidas en los bolsillos del pantalón; pálido,
visiblemente empapado en sudor, y en completo silencio, era la viva
representación de la ruina más profunda de cuerpo y alma. El otro estaba
sentado en un diván, cerca de la chimenea, y llamaba la atención por una
marcada diferencia respecto a todos los demás. Probablemente se acercaría a los
cuarenta años, pero parecía al menos diez años mayor. Florizel pensó que jamás
había visto a un hombre de físico más horrendo ni más desfigurado por los
estragos de la enfermedad y los vicios. No era más que piel y huesos, estaba
parcialmente paralizado, y llevaba unos lentes tan gruesos que los ojos se
veían tras ellos inceíblemente enormes y deformados. Exceptuando al príncipe y
al presidente, era la única persona de la reunión que conservaba la compostura
de la vida normal.
Los miembros del club no parecían
caracterizarse por la decencia. Algunos presumían de acciones deshonrosas,
cuyas consecuencias les habían inducido a buscar refugio en la muerte, mientras
el resto atendía sin ninguna desaprobación. Había un entendimiento tácito de
rechazo de los juicios morales; y todo el que traspasaba las puertas del club
disfrutaba ya de algunos de los privilegios de la tumba. Brindaban entre sí a
la memoria de los otros y de los famosos suicidas del pasado. Explicaban y
comparaban sus diferentes visiones de la muerte; algunos declaraban que no era
más que oscuridad y cesación; otros albergaban la esperanza de que esa misma
noche estarían escalando las estrellas y conversando con los muertos más
ilustres”.
Historia de un médico y un baúl de Saratoga es
quizás el más divertido relato que comprende este ciclo, debido a todos los
enredos que posee, en especial por su tono medianamente satírico e inesperados
giros argumentales. Acá el heredero al
trono de Bohemia ya no es el protagonista, no obstante a partir de aquí se
transforma en el nexo de este título y los que le vienen, terminando por
concluir bajo su persona el arco argumental de El Club de los Suicidas y
El
Diamante del Rajá con él. En el
caso concreto de esta segunda entrega, se trata de un hombre inexperimentado
que debido a su propia ineptitud, se ve envuelto en una intriga que lo lleva a
participar de un crimen y que llega a convertirse sin querer en el cómplice del
verdadero culpable.
Por último la trilogía se cierra con La
Aventura del Cabriolé, en la cual un viajero como el anterior, si bien
resulta ser alguien de más luces, llega hasta un edificio en el que se realiza
una extraña fiesta y que esconde un propósito aún mucho más insospechado que la
manera en la que su protagonista llegó a la reunión. Cómo este cuento se conecta con el primero y
el segundo, cuando en apariencia ninguno tiene que ver entre sí, demuestra sin
dudas la genialidad de su autor para hacer que todas sus obras pertenezcan a un
mismo universo ficcional. Es así como
además mantiene los mismos rasgos caracterizadores, que tienen relación con los
temas planteados y el tipo de personajes que podemos hallar en ellos. De este modo la presentación de la maldad
inherente al ser humano, la que además es contrastada con la bondad de nuestra
misma especie, evidencian una batalla moral en la cual lo que está en juego
viene a ser nada menos que la salvación de nuestras almas, tras enfrentarse a
todo tipo de tentaciones. Esta lucha que
subyace en el corazón de hombres y mujeres, toma ribetes mayores en la
siguiente colección de relatos, gracias a la presencia de un solo objeto que
acapara la atención de quien entra en contacto con él.
El Diamante del Rajá llega a ser una
joya tan magnífica, que su simple contemplación resulta ser una invitación a la
codicia y a la gula para hasta los entonces justos de pensamiento y obra. Por lo tanto nos encontramos con una belleza,
que tal cual muchos ejemplos de la Antigüedad, esconde una naturaleza satánica,
puesto que trae la perdición a quien termina por seducirlo. Por ende los cuatro relatos unidos bajo este
nombre, irán cubriendo lo que pasa con cada uno de los nuevos dueños de la
maldita piedra preciosa.
En Historia de un Estuche nos enteramos
acerca del origen de esta alhaja y cómo tras su extravío se inicia toda una
serie de eventos desafortunados, que terminan tal como en el caso de El
Club de los Suicidas con un final sorprendente. En el caso de esta primera narración de la
tetralogía, una vez más se trata de un joven que se deja llevar por sus
impulsos y que actúa con poco criterio, quien se ve envuelto en una situación
que lo supera. Pues su aventura y
desventura también toma ribetes cómicos, aunque no por ello nuestro narrador
deja de causarnos admiración y de entretenernos con todo lo que aquí
ocurre. Entre medio aparece una mujer
con connotaciones de femme fatale,
quien tal como ya sucedió con Historia
de un médico y un baúl de Saratoga, demuestra cómo los hombres podemos
caer redonditos y babeando por una cara bonita.
Tras el desastroso desenlace del cuento
anterior, en Historia de un Joven Sacerdote, el Diamante del Rajá llega a
las manos del nuevo protagonista, un hombre que a diferencia del anterior no se
encuentra motivado por el amor ciego para cometer sus estupideces, sino que
pierde la compostura por la pura codicia.
La personalidad de quien debería ser alguien mucho más probo, si se
considera a lo que se dedica, lo convierte en uno de los personajes más
patéticos de esta serie de historias (y sin embargo, pese a todo, demuestra que
necesariamente no se debe ser malvado para caer en desgracia ante las
tentaciones).
“Casi nada sabía el señor Rolles de piedras
preciosas, pero el Diamante del Rajá era una maravilla que se explicaba a sí
misma; un niño que lo encontrase en una aldea habría echado a correr dando gritos
a la casa más cercana; un salvaje se habría prosternado para adorar un fetiche
tan imponente. La hermosura de la gema halagaba la vista del joven religioso;
la idea de su valor incalculable abrumaba su inteligencia. Comprendió que tenía
en la mano algo de mayor valor que muchos años de rentas arzobispales, que con
una piedra como ésta sería posible construir catedrales más majestuosas que las
de Ely o Colonia; quien la poseyera se libraría para siempre de la maldición
primordial, podría seguir sus inclinaciones sin prisas ni inquietudes. Levantó
el diamante, lo giró y otra vez despidió rayos fulgurantes que le atravesaron el
corazón. Las decisiones más graves se toman a veces en un instante y sin
intervención consciente de las partes racionales del hombre. El señor Rolles
miró nerviosamente a su alrededor; como antes el señor Raeburn, no vio sino el
jardín de flores lleno de sol, los árboles de altas copas frondosas, la casa
con las ventanas cerradas; en un segundo cerró el estuche, se lo metió en el bolsillo
y ya se dirigía hacia su estudio con la rapidez de la culpa”.
La Historia de la Casa de la Persianas Verdes se
afirma en quien fuese un personaje secundario en la anterior y que acá pasa a
ser el antagonista del héroe romántico que aparece en sus páginas; por lo tanto
el verdadero protagonista de la singular fábula amorosa que viene a ser este
relato, se transforma en uno de los pocos sujetos realmente admirables de todo
el libro. La vida entre el idealista
muchacho y el villano se unen por más de una razón acá, dando al lector uno de
los momentos más emotivos si se toma en cuenta el resto de estas narraciones. Es entonces que queda señalado en el
argumento, que el amor y un corazón puro, sumado a la inocencia y la buena
voluntad, pueden superar lejos el mal
que subyace entre nosotros. Si el
personaje principal corresponde a alguien virtuoso, como el mismo príncipe
Florizel, su contrapartida es alguien tan despreciable que llega a ser maniqueo
en su caracterización (pues su fealdad física no es otra cosa que la
corporización de su pobreza espiritual).
Por último la Historia del Príncipe Florizel y
un Detective cierra todo este ciclo y el anterior, llevando al noble a
una humanización de la que antes se le privó, gracias a que por fin podemos
llegar a conocerlo mejor en toda su
fragilidad (importante al respecto para tomar conocimiento de ello, viene a ser
el diálogo final que este tiene con su coprotagonista, que nos demuestra la
duda detrás de la facha de seguridad del personaje). Si bien es el cuento más breve de los leídos,
no está exento de maravilla y de belleza estética, tras saber que se tiene en
las manos una ficción recomendable para todos los que se jactan de amar la alta
literatura.
En los cuentos que comprenden El
Club de los Suicidas y El Diamante del Rajá abundan los
sujetos de nulo decoro y además son descritos como verdaderos parias; luego
estos mismos contrastan con la luz que podemos encontrar en el mencionado
príncipe de Bohemia y unos pocos más. A
la dimensión moral de estos textos, que les otorga sublimidad en los episodios
más emotivos, se agrega el humor que a ratos cae en el absurdo y en otros
pareciera ser autoparódico, por cuanto los tropiezos de los personajes son
remediados con demasiada buena fortuna, tras contar con el favor del príncipe. El efecto de esto último le quita
verosimilitud a lo conseguido con anterioridad, pese al aire extraordinario con
el cual suceden muchos de sus acontecimientos; es así como estos finales
felices bien pueden responder al deseo de su autor de jugar con las
convenciones clásicas de los relatos del pasado, más si se recuerdan su
inspiración arábiga medieval, donde muchas veces la buena voluntad termina por
superar cualquier mal que se presente.
*
La versión que poseo de estos relatos,
corresponde a una ya vieja traducción de la extinta editorial Andrés Bello y
que recién vine a leerme tras más de veinte años de haberla adquirida (lleva
una sentida dedicatoria de mi ex profesora de castellano, Pabla Ibaceta, de
quien fui discípulo en mis últimos años de escolaridad, amiga mía desde aquella
época y que durante mi adolescencia era una de las pocas personas con las que
podía hablar feliz acerca de mi amor por la literatura). Pues este tomo agrega a los anteriores un
cuento más y de carácter independiente, ya que no pertenece a los dos arcos
argumentales ya abordados; no obstante forma parte del compilatorio más grande
de buena parte de la narrativa breve de Stevenson, mencionado al comienzo de
esta entrada.
Se trata de Albergue Nocturno (Historia de
Francisco Villón), quizás el más sobrecogedor y humano cuento de los
que aquí me he referido. Su protagonista
resulta ser un personaje histórico francés, un poeta marginal de origen humilde,
quien vivió en pleno siglo XV (nacido en fecha incierta y desaparecido en iguales
circunstancias). Pues el escritor toma a
su persona para describir una vez más a alguien de pocos escrúpulos, un
verdadero criminal de poca monta, que no obstante guarda dentro de sí la figura
de un hombre sensible y con una labia digna de todo un artista de la
palabra. El narrador no obstante no
escatima en convertirlo en alguien indigno, de conductas reprobables, en
especial cuando lo hace cometer los actos más bajos que a uno se le podrían
ocurrir. Es así que escapando de las gélidas noches de invierno, llega hasta la
casa de un anciano solitario, quien lo acoge.
Las diferencias entre uno y otro son garrafales y el diálogo acalorado
que se da entre ambos, una vez que el hombre mayor descubre la verdadera
naturaleza de su invitado, corresponde a la prosa poética más emotiva, por
cuanto además en las palabras de ambos se sostienen dos tesis contrarias acerca
de la vida misma y las elecciones que tomamos para dirigir nuestros pasos en
ella. Por otro lado, viene a ser un
verdadero texto argumentativo escondido tras la retórica de un artista, el cual
nos sorprende con su faceta más noble, aún en quien se supone no es dado a las
virtudes. No está demás decir que en
determinado momento, antes de que anfitrión y convidado inician su discusión,
el lector no tiene idea de para dónde irá todo, por lo que una vez sellado el
destino de sus personajes resulta imposible desechar de la memoria tan precioso
desenlace.
“-¿Pero creéis que yo no poseo el sentido
del honor? -exclamó--. iSoy bastante pobre, Dios lo sabe! Es muy triste ver a
los ricos con las manos enguantadas y que uno tenga que soplarse los dedos. Una
panza vacía, aunque vos habléis de ello tan a la ligera, es cosa bien amarga.
Si lo hubieseis experimentado tantas veces como yo, tal vez hablarías de otro modo.
Admitamos que yo sea un ladrón..., el más ladrón, pero no soy un desalmado ¡así
Dios me confunda! Yo puedo demostraros que poseo un honor de mi exclusividad,
tan digno como pueda ser el vuestro, sin necesidad de estar a todas horas
jactándome de él, como si fuera un milagro de Dios. A mí me parece lo más
natural del mundo tener honor; lo que ocurre es que yo lo mantengo guardado
hasta que lo necesito... ¡Fijaos!... ¿Cuánto
tiempo llevo aquí con vos? ¿No me dijisteis que os hallabais completamente solo
en la casa? ...¡Contemplad esa vajilla de oro! ...Podéis ser un hombre fuerte,
no lo dudo, pero sólo eres un anciano y no lleváis armas, y yo tengo mi
cuchillo. ¿Quién me impide, con un pequeño movimiento de la mano, hundiros el
cuchillo en las tripas y marcharme a la calle tranquilamente con un buen botín?..
Pero me repugna esa acción. Vuestros tesoros están tan seguros como si se
hallasen en una iglesia; vuestro corazón puede latir como si fuera nuevo... y
aquí estoy yo, decidido a irme, tan pobre como vine, con la blanca que tanto me
habéis echado en cara... ¿y vos os figuráis que carezco de honor? ¡Así Dios me
mate!”.
EL club de los suicidas ese titulo lo he escuchado mucho como usted decía es conocido el libro yo no sabia de que iva solo me sonaba el nombre se ve interesante la historia , me acordo el manga el club del suicidio ( que fíjese se parecen muchísimos el nombre ) pero la historia transcurre en japón mas en la actualidad pero abarca también lo que se refiere al suicidio y la razon por que los personajes lo hacen , este manga aun no lo he leído pero al leer la reseña este libro me acorde mucho de ese titulo. Veamos si mas adelante cae.Al menos me pude informar de que va.
ResponderEliminarSaludos
Conozco el filme nipón que mencionas y que lo vi por primera vez junto a mis amigos, quedando todos horrorizados; es muy bueno y lo volví a ver tiempo después cuando me conseguí la versión sin censura.
EliminarEn cuanto a este libro, te lo recomiendo encarecidamente, que son textos breves, pero potentes.
Saludos, Elwin. Como siempre, todo un gusto leer tu análisis, más que completo sobre esta obra. Como te he comentado antes, este es uno de mis libros preferidos y siempre lo estoy releyendo. Por supuesto, el personaje de Florizel se hace querer mucho, aunque te comento (no se si serán cuestiones de traducción), o pequeños descuidos del autor, pero su edad es algo incierta. En "El joven de los pasteles de crema" (o tartas de crema, que es el título de la traducción que poseo) se menciona que es joven, pero en el de los Cabriolés (la aventura de los coches de alquiler en mi versión), se menciona que está "en los primeros años de la madurez": Aquí te dejo la cita: "Al llegar arriba, el guía abrió una puerta e hizo pasar a los tres oficiales a una pequeña habitación iluminada por una lámpara humeante y el resplandor de un modesto fuego. En el rincón de la chimenea había sentado un hombre fornido recién entrado en la edad madura, aunque de aspecto cortés y autoritario".
ResponderEliminarComo pasó en El baúl de Saratoga y también en La casa de las persianas verdes, el príncipe Florizel viene a ser un "Deux Ex Machina" para ayudar a los protagonistas a salir airosos de sus predicamentos, lo cual hace la historia más corta. Por supuesto, esta era la intención de su autor.
Respecto a "Cobijo por una noche", que está basado en la figura histórica de Francis Villón, por la manera en que este poeta desapareció (se supo que estuvo prisionero, creo), no dudo que haya andado en cuestiones similares a las relatadas en este cuento. Claro, bien puede ser un caso de Ficción Histórica en la cual Stevenson se permitió ciertas licencias. Con todo, sigue siendo un buen relato, especialmente por el final.
Por cierto, la imagen que usaste al final del texto menciona a Markheim. ¿Has leído ese?
Debo agradecerte a ti que me hayas entusiasmado en volver a leer a este gran escritor. Te cuento que es la segunda ocasión en que disfruto "El Club del Suicidio", pero lamentablemente ese tomo que también poseía "El Extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde", más "El Diablo en la Botella" lo perdí (una linda edición de bolsillo en tapa dura con imitación de cuero). Como mi memoria es frágil, había olvidado por completo de qué trataban estos relatos, de modo que los disfruté aún más que la primera vez.
EliminarEste año me compraré sin duda más obras de este escritor que me fascinó más de lo que esperaba y entre ellas espero ese tal "Markheim".
Markheim es la historia (corta) de un hombre arrastrado por bajas pasiones, que cae en desgracia y se ve (o se imagina) que está siendo tentado por el diablo para dejarse ayudar y, en el proceso, cometer más actos viles. Totalmente recomendable y con una extensión similar a la de Cobijo por una Noche.
EliminarPues con lo que cuentas más ganas me dan a seguir leyendo a este gran autor.
EliminarHe leído con pasión tu análisis de los cuentos de Robert Louis Stevenson, sin agregar nada al estudio bien detallado que realizas Elwin, solo me vino a la mente recuerdos nostálgicos y bastante melancólicos de mi niñez, cuando cada verano leía y releía las obras de Stevenson, Homero, Virgilio, Julio Verne, Salgari, entre otros escritores que no podían faltar en esos días tórridos y de largas tardes en las cuales sin poder ver televisión (lo cual agradezco mucho ahora) me lanzaba a las lecturas viajando con los autores a los mundos siderales y cósmicos. Te agradezco mucho este pequeño pero buen análisis de este autor que tuve como compañero en mi entrañable niñez
ResponderEliminarLo que cuentas es muy valioso y emotivo para mí, de modo que me contentas con este significativo recuerdo. Mi acercamiento al bello mundo de la literatura fue al revés, pues fue gracias a la TV que supe que muchas de las series y pelis que había disfrutado estaban basadas en libros (como "Capitán Futuro", "Heidi" e incluso "La Isla del Tesoro", gracias a ese animé clásico de Osamu Tsuka), de modo que me hice la idea de que lejos era mucho mejor leer los textos originales (y no me equivoqué).
EliminarLos caminos para llegar a Roma son variados y extraños, pero tienen la misma finalidad. Ví la serie de "La Isla del Tesoro", cuando estudiaba en la universidad y después de haber leído unas diez veces el libro, no puedo decir más que me emociono poder ver gráficamente lo que cuando niño soñaba.
ResponderEliminarTengo que agenciarme este libro para leerlo a la prontitud, ya que terminó por fascinarme el autor (mientras tanto en un futuro cercano gozaré "Cuentos de los Mares del Sur", que me lo regalaron cuando estaba en el último año de la universidad).
EliminarO sea que algún avispado productor, ahora que están de moda los universos compartidos en el cine, podría hacer una película de Florizel, otra del Diamante del Rajá, otra del Dr. Jekyll y otra de la isla del tesoro, y luego los une a todos en una única liga, ¿no?
ResponderEliminarAhora, hablando en serio. Lo poco que he leído de Stevenson, siempre le he visto una vocación enorme por sentarse arriba de la muy hipócrita moral de su época, demostrando que todos esos buenos y bellos caballeros victorianos en realidad tenían su lado oscuro, y que el ser humano es en general una criatura mucho más cercana al mal de lo que le gustaría admitir. Una moraleja que, creo yo, sigue estando plenamente vigente en la actualidad, por desgracia.
Me encantaría ver una peli actual basada en la obra de este gran escritor. Poco después de leerme este libro, tuve el gusto de comprarme dos libros suyos, que en una de esas me leo al menos uno de ellos este año.
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