Comienzo mi post sobre este filme de 2001,
diciendo que tengo un especial cariño por él, siendo además mi película
favorita de todo el estudio Ghibli y, por supuesto, de su director Hayao Miyasaki. Recuerdo que cuando supe de
ella, que había ganado nada menos que el prestigioso Oso de Oro del Festival de
Cine de Berlín a la mejor película, de inmediato quise verla, pues ya conocía
de sobra a su director gracias a todos los otros títulos a los que les he
dedicado sus propias entradas en mi blog (además, hace rato que las tenía en el
por entonces aún vigente formato del VHS).
Era una época en la cual Internet aún no
se masificaba por acá y la única manera de conseguir este tipo de estrenos, que
ni siquiera se pensaba en que fuesen estrenados en los cines nacionales, era a
través de copias piratas en el mercado “informal”; cuando los DVD importados
que llegaban por aquel entonces, eran o bien escasos o bien caros. De este modo la primera versión que tuve de
esta cinta, fue en el ya olvidado formato del VCD, alternativa barata de esos
años para el DVD ¿La recuerdan? Y lo que significaba que las obras de más de
una hora de duración, estuviesen contenidas en mínimos dos discos.
Luego para mi sorpresa, en un evento de
anime que se hacía semanalmente en una sala de cine arte, exhibieron esta
película que por entonces solo la conocía con su nombre en japonés, Sen
to Chihiro, exhibida en su lengua original y subtitulada al castellano
(tal como la tenía en digital para verla en casa). Ante la oportunidad de apreciarla en pantalla
grande, no dudé en repetírmela con una mejor calidad que la que yo poseía. Fue una hermosa tarde otoñal de sábado,
bastante fría, en que asistí a la función junto a mi querido amigo Marcelo
López, a la que nos acompañó además una amiga
suya (cuyo nombre ni me acuerdo); todo esto fue antes de una junta de nuestro
grupo de Acronía, razón por la cual recuerdo con mucha nostalgia esa ocasión. Meses después como algo inaudito, la
exhibieron comercialmente en mi país y esta vez doblada, de ahí a que se
conociera acá como El Viaje de Chihiro.
Con el tiempo me la conseguí en DVD
pirata y ahora solo me falta comprármela en blu-ray original, para completar mi
colección de Miyasaki en este formato (bueno, también me falta ver y tener El
Viento se levanta, que no supe que existía hasta que comencé esta serie
de entradas).
Así se llamó la película en su versión al inglés. |
Dejando de lado los recuerdos, me paso a
contar de qué trata esta preciosa obra.
Chihiro es una niña común y corriente, que no destaca ni por una
personalidad extraordinaria, ni por tener talentos sobresalientes, inteligencia
o belleza; de hecho, incluso se puede decir que es una chica con bajo
autoestima e infeliz, en especial porque se ve obligada a seguir a sus padres
en el cambio de casa y que le significa dejar atrás a sus amistados y a todo el
mundo que ya conoce (y que le dan seguridad).
Esta descripción de la protagonista, es posible hacerla en comparación
con el resto de los personajes femeninos de Miyasaki, de otros filmes suyos, y
con lo que se puede observar con su comportamiento en los primeros minutos de
esta cinta (se queja todo el rato, se autoconpadece, etc.) No obstante su vida da un giro de 180º,
cuando sus padres se encuentran perdidos en lo que viene a ser su viaje al
nuevo hogar, llegando a un bosque del que nada saben. Pues en este lugar hay una especie de túnel y
tras pasar por él, hayan un pueblo aparentemente deshabitado; aquí encuentran
una especie de tiendas, donde hay todo tipo de suculenta comida, la que devoran
sin vergüenza sus progenitores. Lo que
no tienen idea, es que las delicias pertenecen nada menos que a los dioses
(quienes siguiendo con la teología sintoísta del director/guionista, una vez
que aparecen en escena, corresponden claramente a manifestaciones de la naturaleza),
por lo que han cometido sacrilegio y lo que por supuesto les traerá el
correspondiente castigo. Como la comida
es preparada por la bruja Yubaba y su enorme corte de ayudantes no humanos, quienes
trabajan atendiendo a las deidades en el “spa” que pertenece a la hechicera y
donde van a vacacionar dichas entidades, le toca a Yubaba efectuar la
condena. Esta no puede ser más
simbólica, ya que los convierte en cerdos carentes de todo uso de razón (cabe
recordarse el amor del sensei por
estos animales, si bien en este caso no poseen las connotaciones más o menos
positivas de su cerdo más famoso: Porco Rosso).
Mientras tanto la pequeña es testigo con
horror de lo que le ha pasado a su familia y ante ello se va a la enorme casa
de baños termales de Yubaba, para pedirle trabajo durante el periodo en el que
trata de hacer lo posible, para hacer que sus mayores recobren la
normalidad. En todo esto es ayudada por
Haku, un agradable chico cercano a su edad, quien trabaja para la bruja y el
cual esconde más de un secreto, si bien se trata claramente de alguien que solo
quiere lo mejor para la niña. La
horrible mujerona que viene a ser la bruja, accede a darle hospicio a la
chiquilla, siempre y cuando esta se vuelva una de sus empleadas; no obstante
como Yubaba es sin dudas un ser manipulador, le exige otra condición a la
joven: robarle su nombre, con lo cual será su dueña hasta que ella misma acceda
a liberarla de su encantamiento. Es por
esta razón que reduce el ideograma japonés de su nombre a la mínima expresión
(algo intraducible en español), por lo que solo le queda ser conocida como
Sen. Teniendo en cuenta el valor que le
dan a los nombres muchas culturas, los cuales para varios pueblos poseen
connotaciones mágicas, al hacerse dueña de ello Yubaba, le quita su derecho de
nacimiento y alma.
No obstante es a raíz de todo esto, de que
se le ha negado su humanidad y debe valérselas siendo tan indefensa entre seres
sobrenaturales, que la ahora llamada Sen, llegará a convertirse en una persona
mucho más plena de lo que antes fue y encontrando con ello el verdadero valor
de su corazón. De este modo toda su
odisea viene a ser no solo algo físico y místico, tras pasar del mundo terrenal
al de los dioses, sino que también se constituye en el camino interior, que
significa la iluminación personal, el crecimiento espiritual y la
redención. Por lo tanto la patética
Chihiro, ahora Sen, del principio de esta película hasta llegar a su poética
conclusión, ya no es la misma persona y eso es uno de los puntos más hermosos
de este título: pues podemos llegar a ser mejores personas, tras aprender de
las duras pruebas de la vida y, por otro lado, debemos saber que nunca estamos
solos.
Siendo que los personajes principales de
esta preciosa historia son Sen y Haku, los secundarios se encuentran sin duda
entre los más maravillosos y entrañables de buena parte de la filmografía del
cineasta. Teniendo en cuenta que Yubaba
se muestra desde un principio como la “villana” de esta película (quien como
luego quedará demostrado, sí es capaz de amar), destaca su impresionante figura
monstruosa, como una mujer inmensa y gruesa, de gran cabeza con rasgos
desproporcionados (especial atención a su gran nariz, tan característica de las
vieja imágenes de las brujas narigonas y con verruga); es así que esta
apariencia suya, representa sin dudas su corazón mezquino y, por supuesto, que infunde
temor. Debe saberse que su nombre está
inspirado en un legendario personaje del folclor ruso, la ominosa bruja Baba
Yaga. Asimismo la malvada hechicera
tiene su propio secreto: posee una hermana gemela, también una poderosa bruja,
llamada Zeniba. Pues la una es el
opuesto de la otra, tal cual el reflejo en un espejo, ya que esta otra resulta
ser una mujer dulce, sabia y sencilla, quien en vez de
vivir en la opulencia de su gemela, prefiere hacerlo en una preciosa casita
aislada en medio de un bosque. No puede
dejarse de mencionar cómo cambia la expresividad entre las dos hermanas, ya que mientras Yubaba evidencia su pobreza espiritual en sus duros rasgos, Zeniba
encarna la dulzura de su ser en varios instantes de su intervención.
Por otro lado, nos encontramos con el hijo
de Yubaba, Bo, un inmenso bebé parlante que en un principio se muestra como el
evidente vástago de su madre: un pequeño consentido y falto de empatía, quien
solo piensa en su propia satisfacción, sin importarle los demás. Este es acompañado por tres igualmente
monstruosas y gargantuescas cabezas saltarinas mudas, supuestamente también de
naturaleza agresiva, quienes lo cuidan; a ellos se les agrega un pájaro cuya
cabeza es igual a la de Yubaba. Pues
cuando aparece su tía Zeniba, de quien Bo nada sabía de su existencia, molesta
por sus berrinches lo transforma en un ratoncito mudo, pero con raciocinio y al
pájaro lo convierte en un pajarillo. Es
entonces que así como Sen llega a tener su propia oportunidad de crecer, Bo y
el ave llegan a tener su epifanía, al punto de que de ser sujetos
desagradables, aprenden humildad y llegan a hacerse simpáticos (incluso sin
tener que usar palabra alguna, algo que solo puede conseguir un maestro como
Miyasaki, otorgándole esta humanidad a los personajes más inverosímiles).
Luego nos encontramos con el personaje más
famoso y carismático de este filme: Sin Cara.
Otro ser que pese a ser de igual manera mudo, no puede ser más
expresivo, despertando en el espectador compasión ante su soledad y todo el
proceso que pasa a lo largo de esta cinta: de ser un sujeto tímido y un paria
entre los suyos, se vuelve alguien corrompido por las satisfacciones banales de
la “fama”, ante su deseo de pertenencia y encontrar a alguien para quien ser
necesario, hasta que nuevamente recobra la cordura (si bien gracias a la propia
Sen) De este modo Sin Cara viene a ser
otro personaje que evoluciona, hasta encontrar su verdadero lugar en el mundo
(y en todo esto, en la conversión de todos estos, un papel fundamental viene a
ser nada menos que el amor, el que dignifica y los heroíza según corresponda).
Esta película quizás posea algunos de los
momentos más hermosos y liricos del cine de Miyasaki para Ghibli, tanto en el
plano argumental como en el estético (esto último, referido a los aspectos
visuales). De este modo se pueden
mencionar la escena en la que Sen por fin logra desahogarse, tras pasar al
mundo de los dioses, con lágrimas que le permiten comenzar a encontrar las
fuerzas necesarias para sobrevivir en ese lugar; de igual manera resulta
inolvidable cuando Sen debe socorrer a un dios acuático por su propia cuenta y
las consecuencias que ello trae; lo mismo viene a suceder con la persecución de
Sin Cara a la niña, ahora transformado en un monstruo; en el mismo tono,
destaca el enfrentamiento entre Haku y la magia de Zeniba, con lo cual Sen descubre
la verdadera apariencia de su amigo; la intimista visita a la casa de la propia
Zeniba, resulta sin dudas bastante emotiva, en parte gracias a la cuota de
ternura que le otorga la bruja buena a la trama, a la vida de Sen y a quienes
la acompañan en su periplo. Por último
la liberación de Haku del hechizo de Yubaba, a más de uno de seguro debe
sacarle una que otra lágrima (debo confesar que este momento vez que lo veo, me
sobrecoge).
No se puede dejar de lado el detalle de
la ambientación totalmente nipona de esta cinta, partiendo por la protagonista
y sus padres, cuyos rostros orientales son propios de este pueblo, siendo
además japoneses del mundo moderno y actual, lo que no es gratuito en lo que
concierne al argumento. Lo anterior
queda declarado, porque cuando pisan la tierra sobrenatural, lo hacen en un
sitio cuyas edificaciones son a la usanza del Japón tradicional, siendo que
además sus habitantes visten con ropas costumbristas del país. Esta oposición entre el Japón actual que ha
olvidado sus raíces (recuérdese que los padres comen sin respeto alguno el
banquete de los dioses) y el mundo ancestral y/o espiritual, convergen en la
figura de Sen y quien solo logra salir de su miseria, cuando con su conducta
hace suya toda esta experiencia por la que pasa.
El final de todo si bien puede ser
considerado como “feliz”, escapa a los convencionalismos hollywoodenses; pues
se trata de un desenlace tal como nos tienen acostumbrados los fabulistas
japoneses, con historias más grandes que la vida y sin caer en el discurso
moralista facilista, sino que al contrario, invitándonos a la más honda
reflexión.
El bello espectáculo para los sentidos y
el alma que viene a ser disfrutar esta joyita del cine, que es capaz de hacerse
universal por los grandes temas que aborda y la belleza de sus imágenes, se
completa una vez más con la música de Jao Hisaishi, quien desde los primeros
segundos otorga esas melodías sublimes y que sus seguidores esperamos siempre
en sus colaboraciones con Hayao Miyasaki. Por otra parte, la sentida canción de
los créditos finales, cierra con bastante emotividad todo el viaje, por el cual
hemos acompañado a Chihiro/Sen a largo de esta película.
Preciosa imagen del viaje hecho por Sen y sus compañeros para salvarle la vida a Haku. |
Cuando vi esta película me pareció impresionante, aunque no llegué a los momentos emotivos que tu resaltas en tu análisis. Por alguna razón que se me escapa, veía muchas similitudes con El Mago de Oz: Una niña en un mundo fantástico, brujas malas y buenas, aspectos surrealistas del mundo, la contraposición entre pasado y presente o entre fantasía y realidad.
ResponderEliminarBien recordaba, amigo Roger, que esta era la única peli de Miyasaki que habías visto, así que esperaba tu opinión para cuando escribiera este post. Pues ya que sabes lo maravilloso que es el cine de este director, no dudes en bajar el resto de sus pelis, que lo agradecerás por todo lo que te tienen para entregar.
EliminarEsta película es una maravilla cinematográfica, es un poema hecho película. Una verdadera obra de arte.
ResponderEliminarQue gran saga de entradas, muchas gracias Elwin, esta película es muy buena, de lo mejorcito del anime.
ResponderEliminarQué bueno, Sardaukar y Cidroq, que hayan compartido conmigo este texto sobre un filme muy valioso para mi.
EliminarIgual no te niego, maese Sardaukar, que hubiese esperando que te explayaras más acerca de un filme que nuestro grupo de amigos quiere tanto.
Creo que esta película es la cumbre del cine de Miyazaki, la que más redonda y significativa le salió. El concepto mismo de espíritus que no atosigan a los mortales como El aro por ejemplo, sino que quieren vivir sus vidas en paz y lejos de éstos, está plasmado de manera brillante a mi gusto. También esta película es notable porque, a mi juicio, no tiene ningún villano propiamente tal, y todo el conflicto se suscita simplemente por la necesidad que tienen los diferentes personajes de madurar para vivir de manera más armoniosa consigo mismos y con los demás; esto es característico de Miyazaki, pero aquí es en donde le quedó mejor plasmado, a mi gusto.
ResponderEliminarSaludos.
Desde el "polémico"post sobre la última cinta de "Star Trek" que no tenía el gusto de saber de ti por estos lares, si no me equivoco; sin embargo como siempre me alegra mucho y honra te detengas en mi blog.
EliminarRespecto a esta cinta, estoy en acuerdo contigo en casi todo lo que dices, salvo en que considero a Yubaba una especie de antagonista de Sen y que por algo es derrotada al final de la cinta, claro, con el amor eso sí es que esta debe llegar a ceder en su egoísmo.