viernes, 25 de diciembre de 2020

Pecados de Omisión (XI): EDICIÓN NAVIDEÑA.


      Hoy es Navidad y si bien ya no conservo el espíritu navideño de antaño (que no he perdido la fe en todo caso), sí recuerdo las Navidades Pasadas con  afecto y nostalgia.  Es así que teniendo en cuenta todo esto, les vuelvo a compartir otra serie de libros que en su momento tuve la oportunidad de comprar y no lo hice de puro tonto, textos que hoy en día están descatalogados por no haber sacado nuevas ediciones en nuestra lengua y que cuando vuelven a mi memoria, lamento haberlos pasado por alto porque si bien en algunos casos no tenía la plata de ahora y con la cual me puedo comprar lo que quiera, al menos tenía a mano algo de dinero pues salían baratos.
 
1. Fantasmas de Navidad (antología de cuentos recopilada por Richard Dalby).
 
     Tanto que me gusta la clásica historia de Charles Dickens Canción de Navidad y nunca la he leído.  Desde niño me he visto con mucho gozo varias adaptaciones audiovisuales de esta obra, siendo la primera de ellas aquella en la que actúa el gran George C. Scott, la que a muy temprana edad me abrió las puertas a esta obra seminal, que me repetía con enorme gozo en todas las temporadas navideñas de cada año.  Sé que es solo cosa de comprarme cualquiera de sus ediciones cuando quiera, pues está a la vuelta de la esquina y a ver si lo hago de una vez por todas este 2021 que se avecina, pero debe ser una bella publicación que un relato como este hay que tenerlo en una que valga la pena.  No considero realmente este título dentro de mis Pecados de Omisión, sino que más bien uno de mis pendientes, como muchos otros que incluso tengo hace rato en mi colección, algunos décadas desde que llegaron a mí y que están “en la cola”, que muchas veces por otro tomo que me compro o me regalan y acapara mi atención inmediata, los dejo más atrás de lo que estaban en dicha lista.
     Las palabras de arriba, son a manera de introducción del volumen que lamento tanto no haberlo conseguido cuando estaba prácticamente “botado” en la vía pública.  Fantasmas de Navidad es, tal como dice su nombre, un recopilatorio de historias fantásticas sobre espectros navideños, que sacó a nuestra lengua la editorial mexicana Diana y que creo ahora se dedica más bien a los libros de autoayuda (tema que para nada me interesa).  Esta antología la tuve muchas veces casi en mi poder cuando aún era un adolescente y ya estaba barata en aquel entonces (creo que a “luca” como decimos los chilenos); la imagen más viva que tengo de ello, es de una preciosa plazoleta en el Centro de Santiago en la que se encontraban unos puestos callejeros, de esos donde el vendedor se pone con una lona sobre el pavimento y encima de ella encuentas los artículos que ofrece.  La portada me llamaba mucho la atención, además de su sugerente nombre y el hecho de que se veía grandote, así que tenía harto para leer.  La versión mexicana data de 1990, así que les estoy hablando de hace casi 30 años atrás en mi vida. Solo gracias a la magia de Internet puedo saber que este tomo posee cuentos del propio Dickens y otros de autores ligados profundamente al género de terror como Sheridan Le Fanu, Algernon Blackwood, Rampsey Campbell y mi querido Robert Louise Stevenson, entre otros.



2. A Ciegas y Cementerio para Lunáticos (Ray Bradbury).      
 
     Entre los autores hacia los cuales siento una devoción especial, porque llegaron a mi vida a muy temprana edad y ello gracias a las adaptaciones que hicieron para la televisión y el cine sobre su narrativa, sin dudas que Ray Bradbury ocupa un sitio en el que se hayan muy pocos (Robert Howard, Stephen King y Arthur Conan Doyle serían los otros) y es que era bien niño cuando me maravillé con la versión para la tele de Las Crónicas Marcianas, que de seguro no tenía ni 10 años cuando me encontré con ella en esas sesiones  nocturnas dominicales, que durante esos años daban en dos partes en la tele nacional.  Por otro lado, desde hace rato que el querido Bradbury ha estado relacionado para mí con la Navidad, en especial por todos esos cuentos suyos llenos de preciosos mensajes que uno tiende a transmitir en esta temporada, además de la ambientación maravillosa de muchos de ellos… Pero también se encuentra el importante detalle de que en dos Navidades consecutivas, recibí de regalo sendos libros suyos, ambos durante mi adolescencia y estos por parte de compañeras de colegio y amigas, siendo que más encima se llaman Marta.  Primero Marta González, la primera fraternidad femenina que hice en mi vida y cuando estaba nada menos que en Kinder, me dio la sorpresa de obsequiarme justamente Las Crónicas Marcianas; al año siguiente, Marta Andrade (a la que le perdí el rastro desde el siglo pasado y eso fue por pura culpa mía), me dio El Vino del Estío; así que razones de sobra tengo para que Ray Bradbury me sea tan “pascual”.
     Creo que les he contado a través de esta serie de posteos sobre la Librería Chilena, tienda de saldos que visito desde mis años mozos en los ya mentados noventa.  Hubo un tiempo en el que llegaban a esta un montón de títulos de la editorial argentina Emecé, empresa de la que tuve algunos de mis primeros libros de Stephen King (Misery y Ojos de Fuego).  Pues en el último periodo en que encontrabas títulos de su catálogo (se supone que sigue existiendo, no obstante creo no he visto por estos lares nuevas ediciones suyas), allá por la década pasada, estuvieron a precio muy económico su colección de cuentos Conduciendo a Ciegas y su novela Cementerio para Lunáticos.  En esa época yo ya trabajaba y como ya es costumbre mía desde hace rato, no dejaba de comprarme algún texto mes a mes generalmente; varias veces fui a cualquiera de sus dos sucursales y los puse junto a otros que acaparaban mi atención, para al final devolverlos a las estanterías o mesones donde se amontonaban junto a otros ejemplares.  Y ahora heme aquí sin tenerlos, que más encima llevo casi todo lo que va del siglo sin leer a este maestro.
 
3. La Isla del Dragón (Jack Williamson).
 
     Otra vez mis lecturas de adolescente me traen al recuerdo.  Gracias a las “populares” versiones de la añorada Biblioteca de Oro de Ciencia Ficción por Ediciones Orbis, pude disfrutar en aquellos años una genial antología de Isaac Asimov titulada La de Oro de la Ciencia Ficción y de la que creo salieron 4 tomos en esa edición más barata; así fue cómo conocí a Jack Williamson, de quien leí al menos su novela corta La Era de la Luna, que me impresionó bastante como para que cuando vi un libro suyo quisiera tenerlo para mí…
     Era Navidad y como en algunas familias se acostumbra, para ahorrar dinero en materia de regalos, en la mía se estimó hacer por primera vez un “Amigo Secreto”.  Yo le salí a mi mamá y como en muchos casos como este no se guarda el secreto, al enterarme le pedí que me regalara un libro.  En aquel tiempo en Estación Central, lugar al que voy desde muy chico debido al gran comercio que tiene y que se llama así por la vieja estaciones de trenes que posee, había una tienda muy especial que es la única en su tipo que he visto y seguía la tendencia de muchos locales aledaños a estaciones de trenes y buses: ofrecer no solo comida, sino que también libros y revistas para los viajeros.  Allí a veces me detenía para apreciar goloso sus libros y pude adquirir barato al menos tres de ellos.  Pues en ese lugar tenían La Isla del Dragón, en esa preciosa edición de la colección Super Ficción de Martínez Roca que ya no existe, aunque también contaban con El Umbral de la Noche de Stephen King; les estoy hablando del año de 1991, cuando recibí para Navidad mis primeros libros de mi autor favorito, La Zona Muerta e It, este último en esa edición grandota de tapa dura que tanto quiero, aunque me lo obsequiaron días después mis papás. Así fue que a mi mamá le pedí la antología del Tío Steve, si bien estuve tentando de llevarme conmigo el de Williamson, que estuvo un buen tiempo en ese local hasta que cerró.  Nunca más he vuelto a ver esa novela, en cambio, como bien saben, la primera antología del Rey del Terror se edita casi de manera seguida en nuestra lengua.

4 comentarios:

  1. No conozco ninguno de los títulos que nos mencionas acá. Nunca he leído algo de Ray Bradbury. Los que nombraste de ese autor, junto con la antología de Fantasmas de Navidad me llamaría la atención leerlos.

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  2. Elwin: Muy bueno que haya vuelto esta serie de posts. Me encanta esta nostalgia literaria, siempre recordan esa época que teníamos en mente comprarnos toda la librería. También la época que comprar libros usados era una búsqueda intensa. De esta lista, no he leído ni tengo ninguno de esos títulos, aunque esos dos de Bradbury los he visto infinidad de veces.

    Saludos y feliz año para todos!
    RICARDO

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    Respuestas
    1. ¡Y ya tengo una lista para al menos dos entregas más! En cuanto a esos libros de Ray Bradbury, en en esa edición, ni en otra los he vuelto a ver.

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