Entre todo lo que filmó nuestro querido
director, películas de horror, ciencia ficción, drama y thriller, existe una
cinta muy especial y que pese a la excelente crítica que posee y respuesta del
público en su tiempo, hoy es un filme desconocido por muchos de sus seguidores
y también entre los amantes del buen cine en general. Me estoy refiriendo a The Wonderful Ice
Cream Suit (El Maravilloso
Traje de Helado en su traducción literal, que ignoro si le habrán
puesto otro nombre para el público de habla hispana). Es más, si no fuera por el “oráculo” de
Wikipedia no sabría de su existencia, que solo me enteré de esta pieza cuando
estuve investigando sobre la filmografía de Gordon con la intención de homenajearlo
tras su triste deceso.
La cinta data de 1998 y es nada menos que una producción realizada al amparo de Disney, bajo su sello de Touchstone Pictures, así que posee un carácter familiar y bien corresponde al único título del artista con estas características. Es claramente una película por encargo, pero hecha con gran profesionalismo por parte del director, quien una vez más nos demuestra su versatilidad al llevar a cabo este trabajo; más encima, contó con un reparto de lujo, por no mencionar al genio detrás de la historia: nada menos que el maestro Ray Bradbury.
Sobre un cuento del mismo escritor que se encargó de realizar el libreto, historia ya llevada con anticipación al cine y al teatro, siendo que el propio Stuart Gordon incluso llevó a las tablas esta obra, corresponde a una comedia con elementos de musical y una pizca de fantasía; pese a todo, el filme transcurre en medio de un escenario urbano, realista y actual para cuando fue llevada a cabo. La verdad es que hay un montón de detalles interesantes a la hora de apreciar esta joyita, en la práctica inencontrable, que solo gracias a los profundos sondeos en la Red de mi amigo Ricardo Ruiz, pude conseguir y ver, siendo que más encima la copia que conseguimos es del VHS y solo está en inglés… No obstante, aún así la pude disfrutar mucho, incluso emocionarme y eso que apenas sé la lengua de Shakespeare.
La trama gira en torno a 5 hombres muy diferentes entre sí, quienes comparten en una primera instancia dos detalles bastante curiosos: miden y pesan lo mismo. Uno de ellos tiene la loca ocurrencia de que si juntan dinero entre todos, pueden comprarse un estupendo y precioso traje hecho a mano, con el cual sus vidas pueden cambiar para mejor; el uso de su indumentaria se lo turnarán una noche a la semana, si bien para probar sus virtudes y de puro entusiasmo, la primera noche cada uno de ellos lo llevará durante una hora. Tras esta loca idea salida de la mente de Bradbury, tan bien llevada a cabo por el equipo de actores y director en conjunto, lo mejor será nuestro atestiguamiento de lo que pasan sus dueños durante sus turnos y en especial el magnífico final que nos sacará tanto sonrisas, risas y más de un nudo en la garganta en muchos casos.
Una de las virtudes de esta producción, corresponde al variopinto grupo de protagonistas, todos ellos interpretados por tremendos actores.
En primer lugar tenemos a Joe Montegna, quien está a cargo de Gómez, el hombre que idea todo el plan para lograr esta extraña empresa y unir a gente que hasta antes de esto ni se conocían en su mayoría. De apariencia mafiosa, tiene una razón oculta para perpetuar su idea, aunque, tal como los otros hombres que lo acompañan, en el fondo es un tipo noble. Cabe mencionar que Montegna es amigo de juventud de Stuart Gordon, con quien ya había trabajado en teatro y el cual con gusto posteriormente tuvo un pequeño papel en una de sus mejores películas: Edmond.
Un actor tan grande como el anterior, Edward James Olmos (¡Ídolo!), encarna a mi personaje favorito, el excéntrico vagabundo Vámonos, un hombre que anda lleno de mugre y que en su aspecto y caracterización nos hace sorprendernos bastante al saber quién está bajo esa imagen, una vez que aparece más “presentable”. Mucho nos alegran sus locuras, aunque lo mejor de este sujeto viene a ser, sin dudas, su alegría y en especial su carácter más maravilloso.
El joven Martínez está a cargo de Clifton Collins Jr., otro histrión de talento con el cual el buen director se dio el gusto de volver a trabajar, tras tenerlo en un papel secundario en la muy entretenida La Fortaleza. Es un muchacho desempleado que está enamorado de su vecina, quien ni sabe de su existencia. Cabe mencionar que la cinta comienza con este, de modo que bien se podría decirse que su rol cumple la función de representarnos como el sujeto común, que se encuentra ante lo extraordinario y de ese modo logramos apreciar el cambio por el que pasa al conocer a sus nuevos compañeros y usar el mágico traje.
El guapísimo Esai Morales es Domínguez, un cantante callejero que pese a cumplir con el estereotipo de latín lover, es como el resto de sus amigos un hombre sensible y amistoso, quien luego nos demostrará que en ningún momento trata a las damas como una conquista más, sino que las respeta por sobre todo.
Por último, está el mayor del grupo, Villanazul, un intelectual que al parecer conoce desde antes a Gómez. De intereses sociales, posee una labia magnífica y el segmento dedicado a su hora con el traje es tal vez el más bello de todos. Su rol está a cargo de Gregory Sierra, otro actor con un enorme repertorio en cine, televisión y teatro.
El filme resulta estar lleno de valores a considerar, empezando por el tema de la fraternidad masculina que une a sus protagonistas, quienes tan solo por todo lo que pasan esa noche especial juntos, terminan dándonos una lección de lealtad que nos mueve a seguir su ejemplo. Por otro lado, la esperanza también cumple un papel valioso, que estamos hablando de personajes pobres que buscan mejorar su existencia, trabajando en equipo y solidarizando, viendo detrás de esto el tema de la resiliencia al superar todos los personajes su circunstancia, a través de la actitud positiva que tienen; es cierto que no consiguen verdaderos bienes materiales, ni mejoran económicamente sus vidas hasta donde lo podemos ver, pero tras el poético final queda la certeza de que su futuro será mejor, ahora que se tienen entre sí y saben que querer es poder.
Cabe destacar la ambientación del largometraje, que transcurre en un barrio gringo poblado por ciudadanos de origen mexicano; es así que la rica cultura del país azteca se puede apreciar por medio de su música (los infaltables mariachis), vestimentas, costumbres y el lenguaje español que se escucha en más de una ocasión. Los preciosos murales que abundan por sus calles poseen un papel importante, tanto al ilustrar la misma historia y rasgos del pueblo mexicano, como en el apartado dedicado a Gómez.
Por último, esta película no fue estrenada en cines y salió directamente al video casero (VHS en su momento para alquiler por lo general) y sin embargo fue nominada al menos a 3 certámenes distintos, incluyendo uno por sus preciosos créditos de apertura y otro al mejor Director, el cual ganó en Fansporto.
Y con este post termino no solo mi revisión de la carrera de Stuart Gordon, tremendo director que tristemente nos dejó este desgraciado año de 2020, sino que esta temporada que ya termina (¡Por fin!). No pude conseguirme la primera cinta del realizador, Bleacher Bums (1979) y de la que nada sé. Para enero de 2021 hablaré de Kid Safe: The Video (1988), que gracias a la magia de YouTube acabo de encontrar recién, así que en contra de lo que pensaba hasta unos minutos atrás, la presente no será mi última entrada dedicada al artista que he querido homenajear con estos textos. Hasta la próxima.
La cinta data de 1998 y es nada menos que una producción realizada al amparo de Disney, bajo su sello de Touchstone Pictures, así que posee un carácter familiar y bien corresponde al único título del artista con estas características. Es claramente una película por encargo, pero hecha con gran profesionalismo por parte del director, quien una vez más nos demuestra su versatilidad al llevar a cabo este trabajo; más encima, contó con un reparto de lujo, por no mencionar al genio detrás de la historia: nada menos que el maestro Ray Bradbury.
Sobre un cuento del mismo escritor que se encargó de realizar el libreto, historia ya llevada con anticipación al cine y al teatro, siendo que el propio Stuart Gordon incluso llevó a las tablas esta obra, corresponde a una comedia con elementos de musical y una pizca de fantasía; pese a todo, el filme transcurre en medio de un escenario urbano, realista y actual para cuando fue llevada a cabo. La verdad es que hay un montón de detalles interesantes a la hora de apreciar esta joyita, en la práctica inencontrable, que solo gracias a los profundos sondeos en la Red de mi amigo Ricardo Ruiz, pude conseguir y ver, siendo que más encima la copia que conseguimos es del VHS y solo está en inglés… No obstante, aún así la pude disfrutar mucho, incluso emocionarme y eso que apenas sé la lengua de Shakespeare.
La trama gira en torno a 5 hombres muy diferentes entre sí, quienes comparten en una primera instancia dos detalles bastante curiosos: miden y pesan lo mismo. Uno de ellos tiene la loca ocurrencia de que si juntan dinero entre todos, pueden comprarse un estupendo y precioso traje hecho a mano, con el cual sus vidas pueden cambiar para mejor; el uso de su indumentaria se lo turnarán una noche a la semana, si bien para probar sus virtudes y de puro entusiasmo, la primera noche cada uno de ellos lo llevará durante una hora. Tras esta loca idea salida de la mente de Bradbury, tan bien llevada a cabo por el equipo de actores y director en conjunto, lo mejor será nuestro atestiguamiento de lo que pasan sus dueños durante sus turnos y en especial el magnífico final que nos sacará tanto sonrisas, risas y más de un nudo en la garganta en muchos casos.
Una de las virtudes de esta producción, corresponde al variopinto grupo de protagonistas, todos ellos interpretados por tremendos actores.
En primer lugar tenemos a Joe Montegna, quien está a cargo de Gómez, el hombre que idea todo el plan para lograr esta extraña empresa y unir a gente que hasta antes de esto ni se conocían en su mayoría. De apariencia mafiosa, tiene una razón oculta para perpetuar su idea, aunque, tal como los otros hombres que lo acompañan, en el fondo es un tipo noble. Cabe mencionar que Montegna es amigo de juventud de Stuart Gordon, con quien ya había trabajado en teatro y el cual con gusto posteriormente tuvo un pequeño papel en una de sus mejores películas: Edmond.
Un actor tan grande como el anterior, Edward James Olmos (¡Ídolo!), encarna a mi personaje favorito, el excéntrico vagabundo Vámonos, un hombre que anda lleno de mugre y que en su aspecto y caracterización nos hace sorprendernos bastante al saber quién está bajo esa imagen, una vez que aparece más “presentable”. Mucho nos alegran sus locuras, aunque lo mejor de este sujeto viene a ser, sin dudas, su alegría y en especial su carácter más maravilloso.
El joven Martínez está a cargo de Clifton Collins Jr., otro histrión de talento con el cual el buen director se dio el gusto de volver a trabajar, tras tenerlo en un papel secundario en la muy entretenida La Fortaleza. Es un muchacho desempleado que está enamorado de su vecina, quien ni sabe de su existencia. Cabe mencionar que la cinta comienza con este, de modo que bien se podría decirse que su rol cumple la función de representarnos como el sujeto común, que se encuentra ante lo extraordinario y de ese modo logramos apreciar el cambio por el que pasa al conocer a sus nuevos compañeros y usar el mágico traje.
El guapísimo Esai Morales es Domínguez, un cantante callejero que pese a cumplir con el estereotipo de latín lover, es como el resto de sus amigos un hombre sensible y amistoso, quien luego nos demostrará que en ningún momento trata a las damas como una conquista más, sino que las respeta por sobre todo.
Por último, está el mayor del grupo, Villanazul, un intelectual que al parecer conoce desde antes a Gómez. De intereses sociales, posee una labia magnífica y el segmento dedicado a su hora con el traje es tal vez el más bello de todos. Su rol está a cargo de Gregory Sierra, otro actor con un enorme repertorio en cine, televisión y teatro.
El filme resulta estar lleno de valores a considerar, empezando por el tema de la fraternidad masculina que une a sus protagonistas, quienes tan solo por todo lo que pasan esa noche especial juntos, terminan dándonos una lección de lealtad que nos mueve a seguir su ejemplo. Por otro lado, la esperanza también cumple un papel valioso, que estamos hablando de personajes pobres que buscan mejorar su existencia, trabajando en equipo y solidarizando, viendo detrás de esto el tema de la resiliencia al superar todos los personajes su circunstancia, a través de la actitud positiva que tienen; es cierto que no consiguen verdaderos bienes materiales, ni mejoran económicamente sus vidas hasta donde lo podemos ver, pero tras el poético final queda la certeza de que su futuro será mejor, ahora que se tienen entre sí y saben que querer es poder.
Cabe destacar la ambientación del largometraje, que transcurre en un barrio gringo poblado por ciudadanos de origen mexicano; es así que la rica cultura del país azteca se puede apreciar por medio de su música (los infaltables mariachis), vestimentas, costumbres y el lenguaje español que se escucha en más de una ocasión. Los preciosos murales que abundan por sus calles poseen un papel importante, tanto al ilustrar la misma historia y rasgos del pueblo mexicano, como en el apartado dedicado a Gómez.
Por último, esta película no fue estrenada en cines y salió directamente al video casero (VHS en su momento para alquiler por lo general) y sin embargo fue nominada al menos a 3 certámenes distintos, incluyendo uno por sus preciosos créditos de apertura y otro al mejor Director, el cual ganó en Fansporto.
Y con este post termino no solo mi revisión de la carrera de Stuart Gordon, tremendo director que tristemente nos dejó este desgraciado año de 2020, sino que esta temporada que ya termina (¡Por fin!). No pude conseguirme la primera cinta del realizador, Bleacher Bums (1979) y de la que nada sé. Para enero de 2021 hablaré de Kid Safe: The Video (1988), que gracias a la magia de YouTube acabo de encontrar recién, así que en contra de lo que pensaba hasta unos minutos atrás, la presente no será mi última entrada dedicada al artista que he querido homenajear con estos textos. Hasta la próxima.
Tráiler.
Que friki la historia la voy a buscar. Gracias por la recomendación
ResponderEliminarOjalá la consigas subtitulada, si no te comparto la versión que tengo yo.
EliminarNo conozco la película. Es muy raro leer de Gordon haciendo cine familiar. La historia, sin embargo, me recuerda a otra peli de Mel Brooks: "Life stinks" (literalmente la vida apesta) traducida quizás como "¡Qué asco de vida!" donde un millonario, por una apuesta, se desprende de su riqueza por un mes para vivir como un indigente en uno de los barrios más pobres de Los Angeles.
ResponderEliminarVi el filme que mencionas hace muchos años y te puedo decir que en nada se parece a la peli de Gordon. Cuando quieras te comparto esta obra.
EliminarAh ahora recuerdo haber leído el relato de Ray Bradbury en el que se basa,es ese adonde al final Martínez consigue hablar con la chica y ésta le cuenta que le había impresionado la blancura de sus dientes
ResponderEliminar¡Oh! ¿Y en qué colección de cuentos suyo aparece ese cuento?
EliminarHola! Està en "Remedio para melancólicos" ("El traje color crema")
Eliminar¡Te pasaste por el dato!
EliminarGraçias!
ResponderEliminar¡Por fin pude ver esta película, gracias a tu recomendación Elwin! No podía fallarle a Stuart Gordon. Y realmente... ¡vaya sorpresa! ¡Qué buena película! Excelente comedia dramática, con un gran guión y un elenco muy aceitado. Evidentemente, Gordon era un gran director de actores. Y hablando de actores... todos de lujo, pero en primero lugar dos favoritos míos: Edward James Olmos y Joe Mantegna. Es una gran fantasía sentimental que amerita, además, leer el relato original de Bradbury. ¡Saludos!
ResponderEliminarSolo gracias a tu ímpetu para buscar esta peli y compartirla, fue posible disfrutarla y escribir sobre ella. Nos quedará pendiente su primera peli, de los setenta y de la que nada sé. Esta semana va mi último post dedicado a Stuart Gordon.
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