sábado, 6 de abril de 2019

Pecados de Omisión (quinta parte).


     Hace casi un año que comencé esta serie de escritos, en la que recuerdo todos aquellos libros que en diferentes épocas de mi vida no me compré, más que por falta de dinero, de puro tonto; que con posterioridad me he arrepentido, pues luego no los he vuelto a encontrar, al estar discontinuados en la actualidad.  Hoy en día retomo estas remembranzas, que forman parte de mi vida…y mis vergüenzas de coleccionista (compulsivo), je. 
    Les voy a contar, eso sí, que desde que realicé la última parte de las memorias que he compartido con ustedes, gracias a Buscalibre he podido conseguirme algunos de los títulos que me pesaban sobre la conciencia y es así que ya tengo y me leí Las Cuatro Después de la Medianoche de Stephen King y Huida al Sur, como también Baal, ambos de Robert McCammon; así que como podrán darse cuenta, todo tiene solución (salvo la muerte, como bien dicen por ahí).

1. La Flecha Negra de Robert Louise Stevenson.

    En primera de mis entregas sobre estas compras culposas que nunca hice, me referí a la colección Biblioteca de Oro de la Ciencia Ficción de Ediciones Orbis, que siendo muy “cabro” (joven) en mi adolescencia y primeros años de adultez, desaproveché de adquirir a precio de huevo.  Pues resulta que en una librería que hoy en día no existe, no solo tenían varios de sus números, sino que también se encontraban muchos ejemplares de una colección paralela de esta editorial, una dedicada a la aventura y de tapas blancas, en vez de las azules que eran aquellas sobre fantasía científica.  Se trataba de La Flecha Negra, de Robert Louise Stevenson, autor que me gusta bastante y al que ya a temprana edad había disfrutado con su clásico El Extraño Caso del Doctor Jeckyll y Mister Hyde, además de algunos cuentos suyos de terror como El Diablo en la Botella.
    Varias veces tuve el tomo en mis manos, que el valor que cobraban era casi ridículo y como en ese tiempo no existía la magia de Internet al menos para mí, así como tampoco tenía mucha gente con la que hablar de literatura, digamos, me había hecho la idea de que se trataba de una historia de indios, tipo Lejano Oeste.  Solo hace un par de años, conversando vía chat Gmail con mi amigo Roger Senra (gran admirador de este autor inglés) me enteré de que se trata de una novela histórica y que debido a sus acontecimientos puede recordarnos mucho a Juego de Tronos de George R. R. Martin.
     Con el tiempo he llegado a valorar más que nunca a este autor, un narrador que me ha dado muchas satisfacciones y que solo ahora puedo entender por qué es tan respetado por la crítica y amado por los lectores de las grandes narraciones de todo estilo.
     A finales de enero de este año, me encontraba en la Feria del Libro Usado de la Universidad Mayor y a la que acostumbro a ir con mi amigo Miguel Acevedo.  Fue la primera vez desde que asisto a dicho evento, en que no me compro nada, que si bien vi unas cuantas joyitas por ahí, nada me convenció lo suficiente como para desembolsar dinero (y ojo, que allá se encuentran muchos títulos en la práctica nuevos, que no todo allá está “usado”). Pues entre los volúmenes que me llamaron la atención estaban las Obras Completas de Robert Louise Stevenson, de esas encuadernadas en cuero negro y papel de biblia, tomos 1 y 3, creo, que muy baratos estaban los dos si uno los compraba juntos… ¡Y no me los llevé! Me merezco el desprecio de ustedes ¿No?


2. Asimov y sus Amigos en Torno a la Fundación.

     El “Buen Doctor” como gustan llamarle a Isaac Asimov es uno de mis autores favoritos, si bien en mi vida adulta no lo leo hace años y tengo harto suyo guardado aún en mi biblioteca pendiente.  Fue uno de los primeros escritores de ciencia ficción que leí cuando comencé en el colegio a degustar ese tipo de literatura, junto con H. G. Wells, Julio Verne, Ray Bradbury y Stanislaw Lem (¡Tremendo grupito!) y con posterioridad hice mi memoria para titularme en la universidad sobre su versión de los robots…Así que grande es mi deuda con ese señor.
     Fue justo cuando recibí mi primera paga como profesor, de un reemplazo de solo 6 horas a la semana en el mismo colegio que estudié y a través del cual estuve cubriendo justamente a una maestra que me hizo clases en la enseñanza básica (una persona no muy amable, por cierto).  No era mucho dinero, pero para mí, aún bastante joven, se trataba de una suma muy valiosa desde el punto de vista simbólico; me la gasté en una torta para celebrar y puros libros.  
     Como buen fanático de Stephen King me di el gusto y me compré la edición integral de bolsillo de La Milla Verde y en tapa dura Pesadillas y Alucinaciones e Insomnia.  Era el año 2000 si no me equivoco.  Todas estas adquisiciones las hice en una librería que es muy significativa para mí, la Mundilibros, siempre con grandes ofertas.  Los tomos de Asimov eran de la Grijalbo, una empresa que desapareció hace años, pero creo que volvió o al menos han vuelto a sacar títulos con su sello.  Se trataba de unos tomos inmensos y pesados y los habían otros de igual volumen, aunque en tapa blanda, siempre con portadas bellísimas y a veces hasta con relieve.  
      La plata que tenía en mi poder la estrujé lo suficiente como para llevarme lo que más me entusiasmaba y tuve que dejar de lado una antología única: Asimov y sus Amigos en Torno a la Fundación, donde se tributaba a este maestro por medio de escritos de muchos de sus colegas, por los cuarenta años del cierre de su mítica trilogía de Fundación (también conocida como Trilogía de Trantor).  El libro en cuestión es una joya imprescindible para los amantes de la ciencia ficción clásica, que además cuenta con un prefacio de Ray Bradbury, una verdadera consideración por parte de este otro pilar de dicha literatura hacia su par.  La verdad es que no sé cómo no fui al mes siguiente a buscar esta selección, que ya desapareció de las estanterías.
     Muchos años después, a mediados de 2014 y gracias a la primera colección de cuentos y novelas cortas de Orson Scott Card, Mapas en un Espejo, pude disfrutar de El Originista, una especie de precuela del primer libro de Fundación.

3. Horror.

     Así como Grijalbo dejó una imborrable impronta con sus títulos entre los ñoños, Martínez Roca fue otra editorial española que en especial en los noventa sacó tantas perlas de la ciencia ficción, el terror y la fantasía, que es difícil que quien no fuese de mi generación y gustara de tales tipos de historias, no tuviera al menos un par de sus ejemplares.  Entre sus colecciones estaba la serie de Gran Super Terror, también de gran tamaño (aunque nunca en tapa dura) y con unas portadas coloridas que incluían ilustraciones bastante llamativas, además de información para que el lector enganchara con facilidad y no dudara en comprarlos.  Fue así que muchas antologías salieron gracias a su iniciativa, las que pertenecían a distintos compiladores, aunque los españoles les pusieron el nombre genérico de Horror y llegaron a sacar 7 en total bajo ese título; yo solo pude comprar una de dichas selecciones, la número 5, aunque en la versión más modesta de bolsillo. 
     Ya estaban casi desaparecidos los preciados libros de Martínez Roca en todas sus colecciones, cuando un día me encontraba haciendo compras en Estación Central (una zona de Santiago famosa por su mercado variado y a la que voy seguido desde pequeño, debido a que me llevaba mi papá por ser comerciante), cuando en un kiosco dedicado a libros y revistas por lo general de segunda mano, me encontré con el primer número de Horror.  Era el comienzo del siglo en que nos encontramos y ya era muy difícil pillar algo de la mítica editorial, cuando me detuve en dicho puestecito que estaba en un pasaje junto a otros locales de ese tipo; recuerdo que pregunté por el precio, que era el único ejemplar existente y bien podría haber desembolsado el dinero como para poder llevármelo conmigo…Más no fue así, que en aquellos años todavía no había hecho de una ley mía, la idea de no desaprovechar las oportunidades como esas.  
     El escritor de fantasías terroríficas Charles L. Grant, se encargó de juntar un montón de narraciones de varios de sus colegas, entre los que se encuentran el mismo Stephen King y Robert Bloch, dos maestros indiscutidos.


4. Sacrilegio de Witley Strieber.

     El autor de esa tremenda novela de vampiros que es El Ansia, es uno de los artistas a los que feliz leería más, aparte de aquellas dos novelas que he gozado suyas (bueno, además de su aterrador libro de memorias Comunión y su extraño cuento La Piscina); la verdad es que aún tengo impoluto 2012, de su autoría, que me conseguí hace más o menos un par de años. 
    Cuando escribí sobre mi pecado de omisión con Majestic de tal señor, en la última entrega de esta serie de posts, había olvidado que tenía otro libro suyo sobre mis culpas: la novela de terror sobrenatural Sacrilegio.  Se trata de un texto que, a menos que me equivoque, fue uno de los últimos números de la mencionada colección de Gran Super Terror.  Poseedora de una de sus portadas más que llamativas, la tuve en mis manos no recuerdo bien si a finales de los noventa o durante la década pasada.  Solo una vez la vi por estos lares y fue en la Librería Antiyal, tienda de cómics en la que compraba de forma regular, hasta que su agradable dueño (“El Tío Manga” le pusieron unos amigos míos, ex alumnos) se puso muy carero.  Uno que otro libro venden allá, por lo general a muy buenos precios y así pasaba con este volumen del que les hablo, que también desaproveché la oportunidad de agregarlo a mi colección.  De puro gil no más, que quizás cuándo pille algo más de este escritor en español. 

10 comentarios:

  1. Pues yo leí la flecha negra cuando era un adolescente y me gustó mucho, aun conservo la novela que también incluía la isla del tesoro ya que se trata de una novela que recopila obras de R.L. Stevenson.
    La imagen que aparece en la portada que has puesto es de la película el halcón y la flecha protagonizada por Burt Lancaster y Virginia Mayo pero esa película no tiene nada que ver con la flecha negra, en 1985 si se hizo una película de la flecha negra para televisión.

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    1. Tengo que comprarme esa novela, que me interesa harto...¡Y gracias por el dato de la portada del libro!

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  2. No te compraste la antología Horror 1... si serás!
    ;)

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    1. ¡Tengo muchos pecadillos que me van a arrastrar al Infierno de los literatos-coleccionistas-ñoños!

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    2. Yo de esas Horror de formato grande tengo la 2 (uno de los primeros libros que me regaló mi ex-señora), la 3 y la 4. Y tuve la 6 en formato de bolsillo, pero perdí ese libro. Espero que los hados negros lo hayan salvado del basurero.

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    3. ¡No me cuentes y más y tortures con ello, que me da pura penita!

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  3. Soy un gran fan y coleccionista de todos los libros de terror de los años 80, y no conocía esa edición del libro de Strieber. Jamás la había visto. Hay muchos libros de esa época que no he comprado, y mas de uno los he tenido en su momento al alcance y, por una cosa u ora, no los compré. Con el tiempo... uno se arrepiente. Son pecados de omisión, amigo Elwin.

    Saludos
    RICARDO

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    1. Bueno, amigo, está la posibilidad de leérselos en digital...Pero bien sé que para gente como tú y yo, no hay como un buen libro entre las manos (y si es una bella edición, mejor).

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  4. Muy buen día, Elwin. Muchas gracias por la mención. Sobre La Flecha Negra, si es cierto que tiene muchas similitudes, en su prosa con Juego de Tronos y quizás en alguna que otra cosas, menos en su extensión. En efecto, G.R.R. Martin ha comentado en diversas ocasiones que su mayor fuente de inspiración para sus novelas de Canción de Hielo y Fuego fue ese conflicto, esa guerra civil que tuvo lugar en Inglaterra y que se conoce como La "Guerra de las Dos Rosas", escenario en el cual tuvo lugar La Flecha Negra. En dicha pugna histórica, dos casas nobles lucharon por el trono de Inglaterra: La casa Lancaster (cuyo equivalente sería Lannister) y la casa York (equivalente de la casa Stark).

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    1. No recuerdo bien si te había contado mi historia con el libro de Stevenson, sobre el cual te debo el interés por él y que me haya interesado de mayor manera en leer más obras de este gran autor. Gracias por compartir conmigo este post tan íntimo y, por ello, valioso para mí.

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