I.
La novela.
Tengo Miedo Torero es la única novela del tristemente fallecido Pedro Lemebel, un autor único dentro de las letras nacionales y reconocido a nivel mundial. Cuando uno lee esta obra, es difícil no sentir varias cosas a la vez (o una después de la otra... Todo puede depender de cada uno y su propia experiencia personal con el libro, así como por sus propias experiencias que lo llevarán a uno a sintonizar de una manera u otra con la obra de arte en sí). Es así que si nos ponemos a realizar un listado de estas sensaciones, producto de tal experiencia, puedo decirles que:
1. Vamos a disfrutar de una buena historia, maravillosamente contada con una prosa poética en muchas ocasiones (en especial en los diálogos), en una mezcla barroca donde los chilenismos y el garabateo en vez de "hacer ruido" en la narración, consiguen crear ese ambiente tan chileno que nos lleva al reconocimiento de nuestra propia identidad nacional.
2. Si se es chileno, podremos reencontrarnos, gracias a su ambientación, con una inolvidable descripción de un turbio periodo de nuestro pasado, en un retrato único de ese mundo, acontecimientos históricos y con esos personajes que aún están presentes en nuestros recuerdos (para bien o para mal); que quien no aprende de su pasado está condenado a repetirlo...Y si eres extranjero, conocerás de primera fuente esa parte del acontecer nacional, desde un punto de vista privilegiado por ser justamente tan distinto al de otras ficciones relacionadas con tal período (y en este segundo caso, te darás cuenta de que pese a las diferencias culturales y vivenciales, las grandes historias son universales y nos atañen como humanidad).
3. Si has leído antes las crónicas de Lemebel, en las cuales no dejaba de contarnos de una cosa u otra real, pese a su formato diferente de la narración tradicional, podrás darte cuenta mejor del talento del autor para relatarnos una historia interesante y atrapante; por lo tanto, si tan bien le salió esta única novela suya, no es difícil lamentar que no haya incursionado más en este formato (bueno, al menos nos queda de consuelo que por fin hayan reeditado su primer libro, su única colección de cuentos: Incontables...que confieso aún no tengo, ni menos leído). Y es que "la diva" de Pedro tenía talento y harto.
Tengo Miedo Torero es la única novela del tristemente fallecido Pedro Lemebel, un autor único dentro de las letras nacionales y reconocido a nivel mundial. Cuando uno lee esta obra, es difícil no sentir varias cosas a la vez (o una después de la otra... Todo puede depender de cada uno y su propia experiencia personal con el libro, así como por sus propias experiencias que lo llevarán a uno a sintonizar de una manera u otra con la obra de arte en sí). Es así que si nos ponemos a realizar un listado de estas sensaciones, producto de tal experiencia, puedo decirles que:
1. Vamos a disfrutar de una buena historia, maravillosamente contada con una prosa poética en muchas ocasiones (en especial en los diálogos), en una mezcla barroca donde los chilenismos y el garabateo en vez de "hacer ruido" en la narración, consiguen crear ese ambiente tan chileno que nos lleva al reconocimiento de nuestra propia identidad nacional.
2. Si se es chileno, podremos reencontrarnos, gracias a su ambientación, con una inolvidable descripción de un turbio periodo de nuestro pasado, en un retrato único de ese mundo, acontecimientos históricos y con esos personajes que aún están presentes en nuestros recuerdos (para bien o para mal); que quien no aprende de su pasado está condenado a repetirlo...Y si eres extranjero, conocerás de primera fuente esa parte del acontecer nacional, desde un punto de vista privilegiado por ser justamente tan distinto al de otras ficciones relacionadas con tal período (y en este segundo caso, te darás cuenta de que pese a las diferencias culturales y vivenciales, las grandes historias son universales y nos atañen como humanidad).
3. Si has leído antes las crónicas de Lemebel, en las cuales no dejaba de contarnos de una cosa u otra real, pese a su formato diferente de la narración tradicional, podrás darte cuenta mejor del talento del autor para relatarnos una historia interesante y atrapante; por lo tanto, si tan bien le salió esta única novela suya, no es difícil lamentar que no haya incursionado más en este formato (bueno, al menos nos queda de consuelo que por fin hayan reeditado su primer libro, su única colección de cuentos: Incontables...que confieso aún no tengo, ni menos leído). Y es que "la diva" de Pedro tenía talento y harto.
II. La trama.
La novela transcurre en 1986, época en la cual el malestar de la población chilena en contra de la dictadura militar de derecha de Augusto Pinochet, hace que hayan constantes protestas públicas y están sean sofocadas con gran violencia (y hasta muerte) por parte de las autoridades. En medio de este ambiente sofocante y en una población bastante pobre, aunque aun así sin perder la alegría de vivir, encontramos a uno de los protagonistas del libro: La Loca del Frente.
Un tipo de personaje popular apenas esbozado en la narrativa chilena (tal vez solo por la por igual pluma inmortal de José Donoso, a través de la figura de la Manuela en su novela El Lugar sin Límites), se trata de un travesti mayor y pobre que en circunstancias muy especiales conoce a un joven universitario; entre ambos nace primero una amistad y luego un amor imposible, cuando la Loca del Frente se enamora de él. Alejado toda su vida del tema político, pese a la situación en la que pasa Chile, por primera vez el homosexual se involucra de forma directa en el acontecer nacional, cuando descubre que el hombre que ha llegado a su vida es nada menos que miembro de un grupo armado que pretende derrocar al dictador.
Según se afirma, más como leyenda urbana que de manera oficial, esta novela tiene mucho de autobiográfico; sin dudas que tal idea se afirma en que el personaje mencionado ("el" o "la", no sé aún a estas alturas qué término usar para referirme a la Loca del Frente) tiene mucho de Lemebel, ya sea en su forma de ser afeminado, sus orígenes humildes y su lengua ácida y actitud irreverente.
III. Mi historia con el libro.
Fue la primera obra de Pedro Lemebel que leí y lo hice porque en el colegio en el que trabajaba en aquel entonces, se dio tal título como lectura complementaria para los estudiantes (ya más "grandecitos' eso sí, que corresponde a un texto para gente con cierto nivel de madurez por razones obvias). En aquel tiempo tenía muchos prejuicios en contra del autor, más bien debido a sus declaraciones públicas que hasta el momento me parecían muy violentas y resentidas (cosa que me todo caso no andaba tan perdido), sin conocer bien su historia y habiendo leído un par de crónicas suyas en el semanario The Clinic, que me parecieron demasiado osadas para mi gusto de aquel entonces (hablando de sus aventuras sexuales con tipos mucho más jóvenes que él, como quien nos cuenta de su lista del supermercado); fue así que gracias a este emotivo libro, comencé a mirarlo con otros ojos y quise conocer mejor su vida y obra, de modo que pude contextualizar como correspondía sus palabras conocidas antes desde la ignorancia.
Cuando me tocó darle a leer por primera vez allá por 2003 a mis alumnos, Lemebel ya era un escritor tenido en cuenta por el Ministerio de Educación, inclusión afortunada en un mundo que se estaba abriendo a la diversidad y por fin se preocupaba por educar con una mirada abierta a las nuevas generaciones (en el mejor de los casos). Eran jóvenes de tercero medio y recuerdo que aquellos que sí leyeron la novela, la recibieron muy bien, sin comentarios homofóbicos. Otra cosa fue cuando lo di a leer en un colegio tradicional de puros hombres al año siguiente y en uno de los cursos la mayoría de los estudiantes se negaron a leer el volumen, por considerarlo que iba en contra de sus principios (y lo digo esto con "amables palabras", que hoy en día tengo claro que lo suyo fue un berrinche de supuestos machitos, que se vieron tontamente ofendidos en su idea retrógrada de hombría); yo para no hacerme problemas y querer quedar bien con ellos, les di la oportunidad de leer otro libro (Los Ojos del Perro Siberiano de Antonio Santa Ana, que también trata el tema de la intolerancia y los prejuicios en contra de los homosexuales, pero esto último de manera muy superficial)...Hoy ya más viejo y tras haber tenido una experiencia personal muy desagradable con esos chicos traicioneros, puedo decir que me equivoqué en dar mi brazo a torcer y que no puedo, como formador que soy, permitir que se vuelvan a dar en mis clases situaciones como esas.
IV. La película.
El cine chileno no se caracteriza por realizar adaptaciones de obras literarias, ni siquiera de sus propios autores y pese a que hay grandes libros de los cuales podrían realizarse producciones de calidad, si se decidiesen a invertir en ello; debido a esto, fueron primero los italianos quienes se interesaron en llevar a la pantalla grande la única novela de Pedro Lemebel.
Según cuenta Alfredo Castro (el artista nacional que terminó por interpretar a la Loca del Frente, para la versión cinematográfica que hoy revisamos), un día lo llamó el representante de Pedro para pedirle que se juntaran en un local de un barrio bohemio de Santiago. Al actor le llamó la atención todo esto, pues era de total conocimiento suyo que al escritor no le caía bien (cuando Lemebel odiaba, lo hacía con tanta o más intensidad que cuando amaba), de seguro por considerarlo muy "cuico" (de un estrato social más alto y por lo general de Derecha). Entonces Castro se enteró del proyecto italiano de hacer la cinta y de que cuando le preguntaron qué histrión le parecía adecuado para interpretar a su protagonista, había dicho sin dudarlo que Alfredo Castro (un tremendo actor nacional, bastante afeminado para hablar y que ha realizado papeles de "machos alfa' de manera impresionante por su versatilidad). Estuvieron hasta tarde charlando y tomándose unas copas...Bueno, esta historia suena linda, aunque no sé qué tan real es, pues por desgracia no tenemos al prosista para confirmarlo.
Al final fueron los mexicanos quienes pusieron plata para la cinta, en lo que sería una coproducción con Chile. Dirigida por Rodrigo Sepúlveda, comenzó a filmarse el año pasado y debido a la pandemia en la que nos encontramos, con los cines cerrados en casi todo el mundo desde marzo, terminó por estrenarse a través de streaming (¡Cuánto me habría gustado verla en pantalla grande, junto a mis querid@s amig@s!); lo que me alegra es que mucha gente acá pagó sin problemas para poder acceder a ella, apoyando con tal acción el cine nacional, hace rato de capa caída con todo esto que estamos pasando.
Por cierto, en el transcurso de 2019 se abrío una cuenta en Facebook para participar como extra; mi comadrita Ledda me dio el dato e invitó al grupo que tenemos a participar todos juntos, pero en el caso de que a uno lo aceptaran, había que levantarse temprano justo en días feriados... ¡Mucho sacrificio! Al final solo ella (ni siquiera mi amigo Marlo, su pareja) participó feliz de este evento y su nombre aparece en los créditos del filme como "figurante".
Otra de mis amistades vio por YouTube la obra, lo que me llama poderosamente la atención, puesto que igual a menos que ello sea con permiso de los dueños de la película, me parece poco afortunado y siendo que tan solo el fin de semana pasada se estrenó de manera online.
V. Impresiones personales.
Hace rato que leí la novela, así que solo tengo en la memoria unos cuantos detalles y la certeza de que me gustó mucho; por lo tanto, me referiré casi por completo solo a lo visto en el largometraje (aunque teniendo en cuenta lo poco que puedo recordar del libro), para compartirles mi opinión sobre el título que hoy nos reúne.
Lo primero que diré para ir al grano, es que me gustó el filme. Ahora bien, hay producciones nacionales que me han gustado más y dejado por completo admirado, lo que no es el caso de Tengo Miedo Torero; sin embargo, ello no significa que no la haya disfrutado y deje de recomendarla; al contrario, aplaudo mucho de ella y en especial la personificación del mentado Alfredo Castro, quien se nota se basó para su caracterización en el propio Pedro Lemebel (que su Loca del Frente no deja de recordármelo). El tema es que el libro da para mucho más y en poco más de una hora y media, que lo que dura el montaje que hasta el momento hemos podido apreciar, no se consigue transmitir todo lo que uno lee en las páginas que comprende el libro.
A las últimas palabras mencionadas en el párrafo anterior, se debe agregar el importante detalle de que en la práctica, la versión para la pantalla grande se afirma en la relación entre el travesti y Carlos, dándose una muy buena química entre los actores que los interpretan. Es así, que todo el resto de los personajes son secundarios y/o son meras comparsas, destacando solo uno de ellos, otro gay viejo llamado "Mamá", si bien de mejor pasar y por quien la Loca siente un tremendo afecto (y este es recíproco). Por lo tanto, no hay mayor desarrollo de los personajes y de ese modo se nos escapa un retrato más completo de ese Chile, que merece ser conocido a través de estas historias, con todo un abanico de sujetos llamativos, entre héroes, antihéroes y si bien no hay villanos en el sentido más estricto de la palabra, sujetos condicionados por un sistema en el cual los que estaban "arriba", a la luz de la justicia social, son personas que dejan mucho que desear y que corresponde exponerlos para conocer el otro lado de la moneda.
Una de las virtudes del libro, es que paralelamente a la historia de la Loca del Frente, aparecen capítulos dedicados nada menos que a Lucía Hiriart de Pinochet, la esposa del dictador. En estos pasajes el estilo de la narración cambia y si bien permiten humanizar a un detestable personaje real, ilustran de manera maravillosa y verosímil el otro mundo que había en aquel tiempo: el de los privilegiados que abrazaban y dirigían el régimen militar, haciendo la vista gorda o simplemente participando de los atropellos al resto de la gente sin culpa alguna. Por mi parte, esperaba con ansias la dramatización de estos geniales momentos del libro. No obstante, todo esto no está y con ello se pierde un rico elemento argumental, que le habría dado mayor peso artístico a la cinta, convirtiéndola en algo más que el fenómeno mediático del momento.
El Carlos del libro es un tipo mucho más joven e incluso, quizás, mucho más guapo; su edad ayuda bastante a definir mejor la especial relación que se da entre los dos coprotagonistas y destaca el contraste entre ambos...Pero está bien, no tiene por qué ser calcada la adaptación al material original y siempre serán mejores las películas que "nos pasamos en la cabeza" cuando leemos una buena historia.
Hay varios momentos claves de la novela que se encuentran escenificados de manera plausible, destacando el cumpleaños sorpresa y uno que en verdad pensé no se iban a atrever a mostrar, de hondo homoerotismo...No obstante, mejor lo descubran por su cuenta quienes aún no han visto esta película.
Otra cosa que me dejó con ganas y que es entendible, debido al poco presupuesto que se nota tuvieron para realizar esta pieza, corresponde a la ausencia total del atentado a Pinochet en el Cajón del Maipo; estamos hablando de un episodio llamativo, en la cronología del país en las últimas décadas y que marcó el último periodo del gobierno militar...Que todo esto lo abordara el gran Lemebel en su libro y que quizás nunca antes había sido considerado en las ficciones nacionales (o extranjeras), es otro punto destacable que hace recomendable la lectura del texto en cuestión.
Por otro lado, destacable es la banda sonora, llena de canciones populares de la época y que un amigo que tuve le llamaba "Música para hacer el aseo" (a menos que me equivoque, no posee temas incidentales hechos a propósito o si los hay, son muy pocos y apenas se aprecian en las escenas donde salen).
Por último, vemos a varios actores ya conocidos y reconocidos gracias a las producciones para la televisión (entiéndase teleseries), por aquí y por acá...El problema es que son siempre las mismas caras y habiendo tanto buen actor de teatro, deberían darle espacio a estos otros para mostrar su talento (que ya parece monopolio, mafia, favoritismo o simple falta de valentía para optar por nuevas caras y quedarse mejor con la supuesta seguridad, de conseguir el beneplácito del público mayoritario que apenas o nunca ha ido al teatro).
Tráiler.
Había escrito un extenso comentario, pero lo perdí... Solo decir que comparto la opinión de la excelente actuación de Alfredo Castro y que la película fue breve. No comparto tu opinión acerca de que la historia es autobiográfica (novela_pelicula). Le recomienda que vea el documental Lemebel.
ResponderEliminarEn ningún momento dije que la obra sea autobiográfica, lo que afirmo es que no estoy de acuerdo con esa idea, si bien algo hay de Lemebel en su personaje...¡Habría sido hermoso ver la peli juntos!
EliminarGracias por la pista. Leí la novela hace algo menos de un año y me encantó. Venía recomendada a través de otro de mis blogs preferidos con una reseña entusiasta, así que no me lo pensé ni un momento. La tuya ha tenido el mismo efecto pero con la película, así que espero disfrutarla en breve.
ResponderEliminarEspero te guste y no decepcione; yo igual tengo sentimientos encontrados con ella.
EliminarAme la novela y al ver la película siento que falta algo. Pero igual feliz de que una novela tan amada, la pude disfrutar como película.
ResponderEliminarLo que le falta es la historia de Lucía...¡Simplificaron mucho el argumento!
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