domingo, 13 de septiembre de 2020

Pecados de Omisión. DÉCIMA PARTE.


1. Novela de Mars Attacks.

      Una de mis películas favoritas de Tim Burton es Mars Attacks, filme que vi solito allá en los noventa en uno de esos cines que desapareció ya hace tiempo, tal como escribí al comienzo de este mes.  Les estoy hablando de cuando el director estaba en pleno apogeo de su carrera y se le ocurrió hacer esta graciosa cinta en homenaje a las láminas homónimas que coleccionaba de chico y a todas esas cintas bizarras de ciencia ficción desechable que se hacían más o menos en esa misma época o antes (cincuenta y sesenta del siglo pasado).
     La idea de los extraterrestres cabezones, verdes y flacuchentos malosos "desde adentro", ya llevaba un largo tiempo en la cultura popular gracias a esa paranoia transmitida por el Hollywood de esos años; así que no era difícil sintonizar con esa comedia del director, a la que además llenó de estrellas y de un humor corrosivo que hace de las delicias del adulto sediento de parodia y sátira.
    No recuerdo si fue a finales de los noventa o a principios de este siglo (¡Qué rápido se pasa el tiempo!), pero a veces cuando recorría los kioscos de libros y revistas que antes habían alrededor del terminal de buses Alameda, varias veces me encontré con un bello tomo de portada bien colorinche, tal como las estampitas a las que quiso homenajear Burton con su filme. Se trataba claramente de una novela sobre esos "adorables" hombrecitos verdes, que más encima salía barata y estaba nueva (que en esos lugares vendían usados en su mayoría).  El nombre del texto y el de su autor no los recuerdo para nada y lo más probable es que en su momento nunca me fijé en aquellos detalles, así que tendré que googlear para averiguar más (que seguro hay más de un libro al respecto).
     Tuve dicho volumen en mis manos más de una vez y nunca me la llevé de puro tonto que soy.  Desde que le mostré la peli a mi sobrinito Amilcar, que le gustó harto como muchas de las de Burton que ha visto (dentro de las que puede contemplar a su edad), me arrepiento con más ganas de no haberla adquirido y es que tal vez cuándo la leería; no obstante, al menos la tendría dentro de mis curiosidades literarias ñoñas, tal como las novelas de Star Trek, de The X-Files, de Smalville, la novelización hecha por Chris Claremont de la tercera peli de los X-Men y las realizadas por Alan Dean Foster de Star Trek: The Motion Picture y Star Wars.


2. El Imperio del Sol de J. G. Ballard.

    Ballard es uno de los escritores británicos de ciencia ficción más amados y valorados entre la crítica y los lectores.  Para mis amigos fanáticos de la ciencia ficción si es que está entre sus favoritos, al menos se encuentra junto a los que más respetan; lo último, quizás, debido a sus novelas sesudas y de fuerte crítica social, que por mi parte no me interesa mucho leer (y ello marcado por mi único acercamiento a su narrativa, cuando entusiasmado me conseguí un libro de cuentos suyos cuando yo era aún un universitario y no pude terminar de leerlo, debido al tedio que me provocó su pluma).
    Sin embargo, la historia suya que sí acapara por completo mi atención, viene a ser su autobiografía sobre sus años de infancia en un campo de concentración japonés, durante la Segunda Guerra Mundial. 
     Filmada con gran sensibilidad por parte de Steven Spielberg durante los ochenta, la versión cinematográfica de El Imperio del Sol la aprecié a muy temprana edad (en VHS, que ojalá hubiese sido en el cine) y desde el primer instante me sobrecogió, sacándome un montón de lágrimas, efecto que se ha repetido todas las otras veces en que la he revisitado.  Fue así, que al saber de que se trataba de un libro y luego ya mayor me enteré que su autor era un connotado escritor de fantasía científica, que me hice la idea de comprarme el libro... Y entonces llegó un día durante la década pasada, en el que me encontraba en mi tienda favorita del rubro, la Librería Chilena y de la que ya les he contado harto en estas series de memorias (¡Como extraño ir para allá, que supe que hace poco volvió a abrir, ahora que levantaron- para bien o para mal- la cuarentena en el lugar donde están ubicadas sus dos sucursales!).  Aquella vez les había llegado todo un cargamento de títulos de la editorial especializada Minotauro, en tapa dura y blanda, a precios muy económicos.  Ese día me llevé varios títulos y entre los que tomé para llevarme conmigo, estaba la edición en tapa dura y con portada de la película más encima, de El Imperio del Sol; fue entonces que me acordé de mi desastroso primer encuentro con el Ballard literario y al final dejé en el mesón el ejemplar que había agarrado.  Cuando me arrepentí de mi error, pocos días después, ya se había agotado dicho título.


3. El Noveno Clon de Wes Craven.

    El "papá" de Freddy Krueguer es uno de los directores y guionistas de terror que más respeto y por quien más cariño siento; lo anterior, puesto que viene a ser para mí uno de los realizadores del género, que en mi adolescencia me concedió algunos de mis mejores momentos contemplando filmes de miedo, tripas y monstruosidades varias.
   En una época que no tengo clara con precisión (si en los noventa o en el transcurso del presente siglo), ediciones B publicó en español su novela El Noveno Clon, que solo gracias a Google vengo a saber sacó otros libros.
A estos lares llegó tanto en tapa dura y con sobrecubierta, como también en bolsillo; muchas veces me la encontré en ambas versiones, siempre barata más encima.  Años ya han pasado desde que nos dejó este artista y de vez en cuando pienso, como ahora, que sería genial (como orgulloso admirador suyo) tener en mi colección dicho libro, pese a que no tengo idea de qué trata.

4. La Noche de los Trekkies Vivientes.

   Desde niño que soy un trekker de corazón, ello gracias en especial a la serie animada que me veía una y otra vez cada ocasión que la pasaban en la tele.  Así que sigo con gusto todas las series y películas que salen de la franquicia y además de adquirir de vez en cuando, una que otra cosita que puedo conseguir dentro de todo el merchandising que hay por ahí.
    El año pasado estaba haciendo mi visita de rigor a la ya mencionada Librería Chilena, cuando me encontré en unos de sus estantes-mostradores el curioso libro del cual les cuento ahora.  Con un nombre como el suyo, más la portada que mostraba a un Spock zombificado, era imposible que no me llamara la atención...Por otro lado, ese tipo de productos no llega mucho por acá y en especial traducidos a nuestra lengua, así que se trataba de la oportunidad ideal para un trekkie amante de la lectura adquiriese (o trekker, que uso más bien esa palabra).
    La novela está coescrita por Kevin J. Anderson, lo que llamo un novelista "mercenario", ya que trabaja prácticamente por encargo y ello lo ha llevado a firmar novelas de Star Wars, de The X-Files y recientemente continuar la saga de Dune de Frank Herbert, junto al hijo de este, Brian Herbert.  La verdad es que tengo prejuicios con este narrador, que ignoro qué tanto habrá escrito por su cuenta y sin tratarse de solo hacer negocios con su talento; solo ahora en que investigaba para referirme a esta novela, me he enterado de que ha ganado importantes premios. He aquí la verdadera razón de por qué no compré esta parodia.
     Durante estos meses de pandemia y cuarentena, en los cuales solo el guasap y las videoconferencias me permiten mantener contacto con mis amigos, uno de ellos y con los que formé parte en los noventa de un fan club de Star Trek, habló estupendamente de dicha obra; hasta la compartió con el grupo en PDF (por cierto, yo no leo en digital) y así fue cómo me llegó el remordimiento por este pecado de omisión, con la cual termino esta entrega de mis recuerdos al respecto. Quién sabe, quizás la próxima vez que vaya a la Chilena (a estas alturas el 2021, que fe no me falta), aún queden existencias y pueda redimirme al respecto.

2 comentarios:

  1. Buenas,

    Me encantan los "Pecados de Omisión", porque me entero de libros que no conocía, como el de Mars Attack o el de Wes Craven.

    Eso sí... me dieron de ganar de buscar y leer el de Craven.

    Saludos

    RICARDO

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