lunes, 9 de agosto de 2021

Cuando las novelizaciones son todo un arte.


I. Presentación.
 
    En Gringolandia, cuna del libremercado y la explotación hasta el máximo de las llamadas “marcas registradas” y franquicias, es habitual que cuando una película o serie de televisión sea popular o se desee sacar provecho de su estreno, se encargue a un escritor realizar una novela que adapte dicha obra.  Esto es lo que se llama novelización y por lo general encargadas a autores mercenarios que trabajan dedicados a ello, más que a realizar sus propias producciones originales.  Debido a lo anterior, es que se trata de un subgénero o formato menor, por lo general mal mirado por la crítica e incluso por los lectores que se precian de solo leer textos de verdadera calidad estética (incluso entre los ñoños no faltan los que se las dan de exigentes, je y que ahora mismo, mientras reviso este texto, tengo una interesante discusión por guasap con un querido amigo, quien me está hablando pestes de este formato), puesto que su principal razón de ser sería ganar más plata y no contar una buena historia simplemente por el amor a la narrativa.  Sin embargo, enjuiciar a estas creaciones por se resulta en absoluto prejuicioso, puesto que hasta grandes fabulistas de la talla de Orson Scott Card (El Abismo, de la película homónima de James Cameron),  Brandon Sanderson (La Espada Infinita sobre el videojuego online del mismo nombre), Robert Bloch (Dimensión Desconocida: La Película) y L. Sprague de Camp (los dos filmes de Conan realizados por Arnold Schwarzenegger como el cimmerio) se han dedicado a ello y no estamos hablando de cuando eran unos principiantes, sino que cuando se dedicaron a ello ya se trataba de artistas consagrados.  Es así que hoy les traigo uno de estos ejemplos, si bien de otro autor y un libro al cual por casi unas dos décadas tenía pendiente entre mis lecturas.
 
II. El autor.
 
    Alan Dean Foster (Estados Unidos, 1946) es un prolífico autor que tiene a su haber decenas de libros independientes, incursionando en la ciencia ficción y la fantasía, como en el terror, tal como es habitual suceda con los escritores de su misma estirpe.  Asimismo, ha realizado un montón de cuentos, muchos de ellos contenidos en sendas colecciones de su narrativa breve, como en antologías junto a sus colegas. 
    Pues, resulta que Foster es un escritor tan versátil, que ha dedicado buena parte de su carrera a novelizar con tremenda maestría un sinnúmero de películas e incluso episodios de numerosos programas, realizando incluso títulos por completo originales sobre dichas franquicias.  Es así que en el primer caso, célebres son sus novelas sobre todas las entregas de la saga de Alien, así como su incursión en los universos de Terminator, Transformers y muy especialmente Star Wars, donde en este último caso no solo es suya la novelización de la primera entrega, conocida luego como Una Nueva Esperanza, sino que se encargó de adaptar a libro el guión del Episodio VII e hizo al menos por igual un texto de creación propia, siendo además de su autoría un libro ya mítico: Astilla del Ojo de la Mente (1978), la primera novela ambientada en dicho universo, que corresponde a una secuela directa del Episodio IV, cuando aún no estaba claro que se filmaría El Imperio Contraataca
     Si seguimos con sus novelizaciones de cintas independientes, suyas son nada menos que 3 de distintas cintas de John Carpenter (¿Serán amigos?): Dark Star (la primera película de este verdadero Maestro del Horror), Starman y en especial The Thing.  Cabe mencionar que de los grandes clásicos ochenteros cinematográficos, de su pluma salieron por igual los libros basados en Furia de Titanes, Krull y El Último Guerrero Espacial.  Dentro de los últimos grandes estrenos hollywoodense que contaron con su aporte, está nada menos que Las Crónicas de Riddick, la segunda parte de la tetralogía sobre el carismático antihéroe interpretado por Van Diesel.
   Volviendo a su relación con Star Wars, su trabajo para la novelización de la primera cinta de la famosa saga, lo tuvo como “escritor fantasma”, de modo que su nombre no se veía en la portada del libro, sino que este aparecía escrito nada menos que por George Lucas, el creador y director del dichoso filme, trato al cual en todo caso accedió por su propia libertad el escritor.  Este año recién se vino a hacer justicia, cuando Foster denunció públicamente que de todos los millones que sacaba anualmente de la saga Disney y en especial de los libros escritos por él, nada se le pagaba; algo que este año se remedió otorgándole las divisas respectivas.
    Pero Foster, tal como muchos años después lo hizo en el cine J. J. Abrams, “le hizo al mismo tiempo a los dos bandos”, incursionando por igual en el universo de Star Trek (otro caso viene a ser el de Vonda N. McIntyre, destacada autora que ha hecho novelas originales sobre ambas sagas), al novelizar en la práctica todos los episodios de la serie animada de Viaje a las Estrellas y mucho tiempo después, adaptando el libreto de las dos primeras entregas del reinicio a la pantalla grande de esta serie.

Alan Dean Foster (regio se ve para su edad).

III. La película materia prima.
 
      El éxito de la mentada Star Wars en los cines de todo el mundo, con efectos especiales innovadores para la época, que mostraran con credibilidad la grandilocuencia de los viajes espaciales y a otros mundos, hizo que más de un estudio se interesara en la nueva fiebre cinematográfica y de ese modo los ejecutivos de la Paramount decidieron rescatar su vieja y “humilde” serie de televisión de Star Trek, para llevarla a la pantalla grande.  La idea fue un bombazo, al hacer que el filme fuese una secuela directa del programa sesentero, con los mismos actores de sus años mozos, pero con una nave Enterprise remozada, usando la tecnología de la época y el presupuesto millonario para otorgarle la maravilla visual que la hiciera competir con la cinta de Lucas.  Para conseguir el mayor de los éxitos, se contrató a un director de la talla de Robert Wise, un cineasta que había demostrado con creces sus virtudes incursionando en numerosos géneros (tales como el musical y el romance en Amor sin Barreras) y siendo esta su tercera cinta en el género de la ciencia ficción, tras el clásico El Día en que paralizaron la Tierra y la muy cerebral La Amenaza de Andrómeda.
    Cabe mencionar, que pese al deseo de tener su propia gloria en el cine de la fantasía científica, sus responsables fueron fieles a los parámetros bajo los que destacó la década anterior Star Trek, optando por hacer una película más bien orientada a los terrenos de la filosofía, la especulación y el sentido de trascendencia, algo por completo distinto al espíritu más aventurero de la ópera espacial propia de Star Wars.  Para conseguir lo anterior, se tuvo como Consultor Especializado nada menos que a Isaac Asimov, quien hace rato que se había declarado como trekker incondicional.  Apoyados, más encima, por la potente banda sonora de Jerry Goldsmith, por completo diferente al estilo de John William para la película de la Fox. 
     Gracias a la suma de todos los citados elementos, a Paramount se salió con la suya y de ese modo Star Trek consiguió más adeptos que nunca.
 
IV. La historia y lo que hizo Alan Dean Foster.
 
    En los créditos del largometraje aparece Foster como coautor del guión junto a Harold Livinston (del que nada sé) y según la Wikipedia está basado en una historia de ambos.  Pero en el libro sale Gene Rodenberry como autor de la novela, si bien se menciona a los dos anteriores como escritores del guión cinematográfico, algo completamente distinto a lo que pasó con la citada novelización de Star Wars.  Cabe mencionar que la experticia de Foster y su propio talento mejoraron considerablemente la trama de la película en sí, la que en realidad es algo aburrida, debido al tratamiento tan cerebral que se le dio y es que cuando leemos (y disfrutamos) la novelización, podemos llegar a conocer aspectos que por razones obvias el formato audiovisual no lo permite, tal como los pensamientos de los personajes y datos extras de su pasado; además, le agrega detalles bastante “interesantes”, como el aspecto sexual al que le da bastante preponderancia (algo inesperado y que se agradece, por el grado de adultez que le da a la obra y que igual le otorga cierto morbo, a personajes años ya conocidos para muchos lectores y que, como no, en más de un caso estuvieron en las fantasías de uno que otro por ahí).
     La trama es la siguiente: Una amenaza desconocida llega a los terrenos de la Federación y hace peligrar la vida en el planeta Tierra, puesto que se acerca a una rapidez impresionante una masa de proporciones impensables, la cual ya ha provocado destrucción y la pérdida de incontables vidas a su paso.  Por otro lado, ha pasado un considerable tiempo desde la famosa misión de 5 años del Enterprise, que retrató la serie de TV e incluso la animada (si bien esta no es canon del programa, pese a su alta calidad), de modo que al menos sus 3 personajes principales, el capitán Kirk (ahora Almirante y destinado a un tedioso trabajo burocrático en tierra), Spock (quien ha optado por renunciar por completo a su lado humano, metiéndose en una rigurosa disciplina vulcana de supresión de emociones) y el doctor McCoy, han seguido sus caminos por separado, pese a la amistad estrecha que los une; mientras que el resto de la tripulación que ya ubicamos y aprendemos a querer, se ha quedado en el Enterprise bajo las órdenes de un joven capitán, discípulo de Kirk, que más encima la nave ha sido reacondicionada.  Así que los destinos de todos estos se vuelven a unir, cuando solo la vieja nave insignia de la Federación es la única acondicionada para enfrentar el peligro que se les viene.  Es entonces que en el primer viaje de esta Enterprise mejorada, sus miembros descubren nada menos que una rara forma de vida, por completo distinta a todo lo que antes llegaron a descubrir, la misma que está por provocar la desaparición de la raza humana en la Tierra.
    Hay muchas sorpresas detrás del argumento, tanto de parte de lo que ya podemos apreciar en la película, como es el caso de lo que se dijo más arriba, como entre los agregados del propio  escritor a la novelización.   Dentro de todo esto, el tema del descubrimiento y del primer contacto con nuevas civilizaciones, que tan bien llevó en su momento Star Trek, está estupendo acá; respecto a ello, en verdad resulta hermoso cómo apreciamos el rol de nuestra Humanidad en eventos de connotación cósmica.
     En muchos aspectos esta es una obra perfecta, la que incluso se puede leer independientemente de si uno ha visto o no la cinta de la que se inspira, al igual de si conoce o no a sus protagonistas.  Sin embargo, hay unos cuantos “detallitos” que nos pueden hacer ruido, como que se menciona, y en más de una ocasión (que llega a cansar), que la Enterprise es una nave norteamericana; algo inconcebible, cuando en la época ficticia en la que transcurre esta historia, ya no existen naciones en nuestro planeta, tal y como sucede hoy en día.  Es así que esto de repetir el origen de la nave, que la Tierra es más encima parte de la Federación, resulta chovinista y poco acertado al espíritu cosmopolita con el que Gene Rodenberry imbuyó a su mayor legado.  Por otro lado, no es posible que solo trabajen humanos en esta misma nave y los únicos alienígenas sean Spock y la “olvidada” teniente Illia, esta última perteneciente a los Deltas (en apariencia humanos, aunque en realidad poseían una naturaleza muy especial).  Respecto a esto último, habría sido genial que el buen Foster, hubiese al menos agregado al curioso par de tripulantes no humanoides, que hicieron su debut en la serie animada. 
    Si bien no interactúan todo lo que quisiéramos los queridos secundarios de la Star Trek original, Uhura, Chekov, Sulu y Scotty, al menos sí en la novelización tenemos algo más de la ahora Doctora Chapel e incluso unos “cameos” de la simpática Janice Rand.
    Cabe decir que no es culpa del escritor, pero los responsables de continuar la saga en televisión y el cine, han quedado en deuda con nosotros, al no volver a usar para futuros argumentos a los interesantes deltas y, en especial, nunca contarnos qué fue de la nueva especie que aquí tuvo su origen de connotaciones bíblicas.
    Por último, un error del traductor mexicano de la versión en castellano que poseo y que causa como mínimo gracia, es el cambio de género de Sulu que hace al principio, al hablar de este primero como si se tratara de una fémina y lo mismo con Chapel, de quien en determinado momento se refiere como a un varón.


Las dos novelizaciones que tengo de Alan Dean Foster,
de portadas horribles, pero el contenido es lo que importa.

2 comentarios:

  1. Muy interesante artículo. No conocía en detalle este novelización. Yo sí recuerdo de chica comprar libros que eran novelizaciones como el de Superman o Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. En su origen, las novelizaciones tienen una explicación: uno veía una película en el cine y no tenía manera de "poseerla" porque no existían videocassettes ni nada por el estilo. La única manera de recordar una película era comprando un libro y volver a leer la historia. Por eso casi no había película que no tuviera novelización, sobre todo hablando de blockbusters.

    Por otro lado, Alan Dean Foster es todo un autor a descubrir, al igual que el universo literario de Star Trek, prácticamente inexistente en castellano, salvo por la serie publicada por Grijalbo hace ya años.

    Saludos,

    RICARDO

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    Respuestas
    1. Oh, qué interesante todo lo que dices sobre el por qué de las novelizaciones. Esta es la segunda que leo luego de la dedicada a la peli de "La Dimensipin Desconocida" y mucho la he disfrutado... Pronto me toca la de Star Wars

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