2. Personajes
Cuando miramos hacia atrás dentro de nuestra lectura (o re-re-lectura como es en mi caso) de El Retorno del Rey, entre sus personajes nuevos encontramos a varios atractivos, como a unos cuántos líderes que ayudan a nuestros héroes en contra del mal de Sauron (un príncipe por ahí, un montaraz por allá- que Aragorn no es el único sobreviviente de la gente de Numernor-, el sabio jefe de una comunidad salvaje de las montañas, un padre y un hijo de Gondor que se hacen amigos de Pippin, unos cuantos hobbits...). No obstante, tal como lo hizo tan bien Peter Jackson en sus películas, a la hora de evaluar el todo de esta gran obra, bien podemos prescindir de ellos, cuando se trata de detenerse en el impacto que pueden poseer para la historia.
Sin embargo, pese a esta falta de personajes potentes que se hayan incorporado en el cierre de la trilogía, hay uno que sí merece ser nombrado y comentado por todo el peso dramático que posee: Denethor, el Senescal de Gondor.
Les estoy hablando del padre de los muy queridos Boromir (nuestro primer caído de La Comunidad del Anillo) y del sabio Faramir y quien, tal como dice su cargo, cuida y regula el gran reino de Gondor, como descendiente de una tremenda estirpe de nobles, hasta que llegue el rey prometido a tomar su lugar.
Denethor es un anciano que perdió hace años a su amada esposa, justo después del nacimiento de segundo hijo. De algún modo, lo recién mencionado ha llevado a sentir desprecio hacia este, en beneficio del amor enfermizo por el mayor; ambos son sujetos admirables, pero de los dos el más sabio es Faramir y, por lo mismo, el rechazo de su padre no ha impedido en que se empecine en ganarse su corazón
Otrora Denethor fue un hombre de mejor carácter, aunque poco a poco se fue volviendo alguien amargado y se fue aislando de casi todo el mundo; solo Boromir, su primogénito, era la luz de sus días. De gran inteligencia y un verdadero erudito, todos estos aspectos reunidos en él lo volvieron receloso y orgulloso, haciendo que dentro de la novela fuese uno de los grandes antagonistas de toda la trilogía, sin ser alguien malvado. Su rechazo a Gandalf y sus numerosas intervenciones, nos otorgan algunos de los mejores diálogos y momentos de la saga.
Denethor bien representa, debido a los males que lo afligen, lo que sucede cuando un hombre admirable se deja llevar por sus pasiones y al punto de perder el horizonte.
Por increíble que parezca, la alegría y nobleza del buen Merry, logra tocarle algo el corazón, ganándose su confianza.
Y es cuando me toca hablarles de otro de mis personajes favoritos de El Señor de los Anillos: Eowyn. Hermana del héroe Eomer y sobrina-hija queridísima del buen rey Theoden de Rohan, tuvo su debut en Las Dos Torres; no obstante, apenas la pudimos "conocer", puesto que en dicho libro casi no tiene diálogos y aparece un par de veces, de manera fugaz... Pues esta vez se desarrolla de forma maravillosa, volviéndose el mejor personaje femenino de toda la trilogía (hasta el momento, las escasas mujeres que pudimos apreciar en sus páginas eran meras comparsas y tenían un carácter unidimensional, salvo, claro, Galadriel).
Tolkien, un hombre no dado a trabajar personajes femeninos complejos (y casi ignorarlos en su narrativa), nos otorga una fémina con una férrea postura feminista y empoderada. Y es que la "princesa" se resiste a su papel como alguien dependiente de los hombres, a quedarse en "casa", dedicada a labores relegadas por la tradición heteropatriarcal a su género; puesto que ella desea ir a la guerra, defender a los suyos como un soldado y ser un espíritu libre. Su autonomía la lleva a tomar la fuerte decisión de travestirse, haciéndose pasar por un varón, siguiendo la senda de un montón de otras mujeres que la tradición oral y escrita (anterior y posterior a esta obra) podemos encontrar (como la historia china de Mulan o el manga La Princesa Caballero de Osamu Tesuka).
Su mayor hazaña, la convertirá en una de las figuras más heroicas de estos libros, al ser la única persona capaz de derrotar a uno de los grandes villanos de El Señor de los Anillos.
Por último, nos encontramos con Cebadilla Mantecona. Aparecido por primera vez en La Comunidad del Anillo, es un humano que vive en Bree, el acogedor pueblo que sirve de punto de reunión para varios viajeros de distintas razas; allí tiene una posada, lugar al que llegan Frodo y sus amigos en dos ocasiones. Su desempeño en la historia se completa con la segunda vez que lo vemos aparecer y es que este buen hombre, sencillo y amistoso, bien representa al hombre común que poco aparece en la trilogía. No es un héroe, ni un villano, no posee poderes, ni una gran inteligencia; no obstante, tiene la suerte de conocer gente extraordinaria y compartir con ellos, algo que muchos quisiéramos. Es fácil que nos caiga bien alguien como él, con quien nos podemos sentir identificados, pese a su condición común y corriente; y es que Mantecona es feliz en su mundo "normal" y sin mayores contratiempos ¿Y quién puede decir, con seguridad, que cuenta con tales bendiciones en su existencia?
Cuando miramos hacia atrás dentro de nuestra lectura (o re-re-lectura como es en mi caso) de El Retorno del Rey, entre sus personajes nuevos encontramos a varios atractivos, como a unos cuántos líderes que ayudan a nuestros héroes en contra del mal de Sauron (un príncipe por ahí, un montaraz por allá- que Aragorn no es el único sobreviviente de la gente de Numernor-, el sabio jefe de una comunidad salvaje de las montañas, un padre y un hijo de Gondor que se hacen amigos de Pippin, unos cuantos hobbits...). No obstante, tal como lo hizo tan bien Peter Jackson en sus películas, a la hora de evaluar el todo de esta gran obra, bien podemos prescindir de ellos, cuando se trata de detenerse en el impacto que pueden poseer para la historia.
Sin embargo, pese a esta falta de personajes potentes que se hayan incorporado en el cierre de la trilogía, hay uno que sí merece ser nombrado y comentado por todo el peso dramático que posee: Denethor, el Senescal de Gondor.
Les estoy hablando del padre de los muy queridos Boromir (nuestro primer caído de La Comunidad del Anillo) y del sabio Faramir y quien, tal como dice su cargo, cuida y regula el gran reino de Gondor, como descendiente de una tremenda estirpe de nobles, hasta que llegue el rey prometido a tomar su lugar.
Denethor es un anciano que perdió hace años a su amada esposa, justo después del nacimiento de segundo hijo. De algún modo, lo recién mencionado ha llevado a sentir desprecio hacia este, en beneficio del amor enfermizo por el mayor; ambos son sujetos admirables, pero de los dos el más sabio es Faramir y, por lo mismo, el rechazo de su padre no ha impedido en que se empecine en ganarse su corazón
Otrora Denethor fue un hombre de mejor carácter, aunque poco a poco se fue volviendo alguien amargado y se fue aislando de casi todo el mundo; solo Boromir, su primogénito, era la luz de sus días. De gran inteligencia y un verdadero erudito, todos estos aspectos reunidos en él lo volvieron receloso y orgulloso, haciendo que dentro de la novela fuese uno de los grandes antagonistas de toda la trilogía, sin ser alguien malvado. Su rechazo a Gandalf y sus numerosas intervenciones, nos otorgan algunos de los mejores diálogos y momentos de la saga.
Denethor bien representa, debido a los males que lo afligen, lo que sucede cuando un hombre admirable se deja llevar por sus pasiones y al punto de perder el horizonte.
Por increíble que parezca, la alegría y nobleza del buen Merry, logra tocarle algo el corazón, ganándose su confianza.
Y es cuando me toca hablarles de otro de mis personajes favoritos de El Señor de los Anillos: Eowyn. Hermana del héroe Eomer y sobrina-hija queridísima del buen rey Theoden de Rohan, tuvo su debut en Las Dos Torres; no obstante, apenas la pudimos "conocer", puesto que en dicho libro casi no tiene diálogos y aparece un par de veces, de manera fugaz... Pues esta vez se desarrolla de forma maravillosa, volviéndose el mejor personaje femenino de toda la trilogía (hasta el momento, las escasas mujeres que pudimos apreciar en sus páginas eran meras comparsas y tenían un carácter unidimensional, salvo, claro, Galadriel).
Tolkien, un hombre no dado a trabajar personajes femeninos complejos (y casi ignorarlos en su narrativa), nos otorga una fémina con una férrea postura feminista y empoderada. Y es que la "princesa" se resiste a su papel como alguien dependiente de los hombres, a quedarse en "casa", dedicada a labores relegadas por la tradición heteropatriarcal a su género; puesto que ella desea ir a la guerra, defender a los suyos como un soldado y ser un espíritu libre. Su autonomía la lleva a tomar la fuerte decisión de travestirse, haciéndose pasar por un varón, siguiendo la senda de un montón de otras mujeres que la tradición oral y escrita (anterior y posterior a esta obra) podemos encontrar (como la historia china de Mulan o el manga La Princesa Caballero de Osamu Tesuka).
Su mayor hazaña, la convertirá en una de las figuras más heroicas de estos libros, al ser la única persona capaz de derrotar a uno de los grandes villanos de El Señor de los Anillos.
Por último, nos encontramos con Cebadilla Mantecona. Aparecido por primera vez en La Comunidad del Anillo, es un humano que vive en Bree, el acogedor pueblo que sirve de punto de reunión para varios viajeros de distintas razas; allí tiene una posada, lugar al que llegan Frodo y sus amigos en dos ocasiones. Su desempeño en la historia se completa con la segunda vez que lo vemos aparecer y es que este buen hombre, sencillo y amistoso, bien representa al hombre común que poco aparece en la trilogía. No es un héroe, ni un villano, no posee poderes, ni una gran inteligencia; no obstante, tiene la suerte de conocer gente extraordinaria y compartir con ellos, algo que muchos quisiéramos. Es fácil que nos caiga bien alguien como él, con quien nos podemos sentir identificados, pese a su condición común y corriente; y es que Mantecona es feliz en su mundo "normal" y sin mayores contratiempos ¿Y quién puede decir, con seguridad, que cuenta con tales bendiciones en su existencia?
2. La edición que poseo
La versión que me leí en esta ocasión la recibí de regalo en febrero de 2023, un obsequio hecho con mucho cariño por mis amigos María Elena e Iván. Me tardé su tiempo en repasar dicho volumen, el cual pesa unos cuantos kilos y es que no solo es un libraco en tapa dura, sino que reúne en su conjunto las tres partes de El Señor de los Anillos. A lo anterior, se le debe sumar una sobrecubierta y la acostumbrada cintita de género para marcar la lectura (propia de ediciones cuidadas y de lujo como esta).
Este lujoso volumen, que conmemora el centenario de Tolkien (fecha correspondiente a 1992), posee, además, un prefacio del autor que, al menos yo, no había tenido el gusto de tener y leer en las versiones más humildes que poseo desde mi juventud en los noventa. Pero, quizás, su gran plus en primera instancia sean sus 50 ilustraciones a todo color, por completo originales para este volumen y que son hechas por Alan Lee (el artista "oficial" de los libros del escritor). El problema es que teniendo en cuenta este último antecedente, y considerando la maestría de Lee, uno esperaría puras imágenes maravillosas de batallas y monstruos, apreciar cómo se "ven" los personajes según el dibujante; sin embargo, muchas de estas imágenes son solo paisajes minimalistas, lo que al menos a mí me parece poco interesante y un desperdicio como oportunidad para darle rostro a tanto personaje interesante (¡Nada de Tom Bombadil, los Tumularios o de Denethor, ni siquiera de Lengua de Serpiente y de Saruman). Por cierto, en el ensayo El Anillo de Tolkien, también ilustrado por este maestro, de igual manera me decepcionaron varios de sus dibujos bastante pocos heroicos. Pese a mi crítica anterior, queda claro que muchas de las mejores ilustraciones de Alan Lee, para esta edición, sirvieron como base para la dirección artística y/o ambientación de las películas de El Señor de los Anillos (y por algo se le contrató para hacer diseños exclusivos para dichas cintas).
A todo lo anterior y como todo un gran agregado, que por mi parte me tenía muy entusiasmado, se encuentran los Apéndices que también se incluyen al volumen. Cuando me refiero a estos textos, estoy contándoles de escritos del propio Tolkien, que completan con múltiples datos la historia del Señor de los Anillos; prácticamente información de antes (mucho antes) y después de los eventos de la trilogía. La verdad es que en general me aburrí harto con estos documentos, muchos de ellos largas genealogías de familias y reyes; pero sí disfruté lo concerniente a la historia de la isla de Númenor y sus descendientes (dentro de los que se encuentra el sabio rey Aragorn y a quien conocimos primero como al humilde montaraz Trancos), todo lo concerniente a los Rohirrin (los guerreros de Rohan, el heroico reino de los Señores de los Caballos) y las historias de los Enanos. No obstante, mucho más de mi interés fue saber de la historia de amor de Aragorn y Arwen, que sin leerla no se entiende mucho tanta pasión del guerrero por una Elfa, que bien poco hizo en la Guerra del Anillo (y que, menos mal, se potenció harto en las adaptaciones de Peter Jackson). Muy emotiva, fue la cronología dedicada a saber qué fue de los queridos héroes de la saga, en especial humanos y hobbits; en cambio, una verdadera lata me fueron los Apéndices dedicados a las lenguas de la Tierra Media (mi ñoñería no llega a tales grados, aunque si disfruto mucho oír la fonética en los diálogos autóctonos en los largometrajes, El Señor de los Anillos y El Hobbit, así como en la más reciente serie de Anillos de Poder).