martes, 25 de febrero de 2025

Se cierra una gran historia (I)


   La famosa trilogía de El Señor de los Anillos, la gran obra maestra de J.R.R. Tolkien, termina con El Retorno de Rey.  Su nombre se debe a la figura de Aragorn, el heredero de Gondor, quien tras décadas deambulando por varios lugares, por fin toma el lugar que le corresponde en la Tierra Media y como el monarca más importante de los reinos humanos; pero para que pueda ser coronado, antes deben pasar muchas cosas y entre ellas derrotar al mayor enemigo de todos: Sauron, quien ha puesto todo su empeño en recuperar el Anillo Único y ha provocado una guerra cruel usando todas sus fuerzas en la disputa.  Por lo tanto, El Retorno del Rey corresponde al enfrentamiento final entre las fuerzas del bien y del mal, en la cual la otrora conocida Compañía del Anillo, tendrá un gran papel que cumplir y ahora, incluso, todos los hobbits tendrán una destacada labor que hacer.
    Tal como ocurriera en la segunda parte de esta saga, Las Dos Torres, el volumen posee una primera parte centrada en los héroes, cuyos caminos se separaron, en parte, del Portador del Anillo.  Es así que la narración se centra en el mismísimo Aragorn, siempre acompañados por sus fieles colegas Gimli, el enano y Legolas, el elfo; por supuesto que Gandalf interviene acá bastante, aunque es en el desarrollo que se les da por fin a Merry y a Pippin, donde el autor nos sorprende gratamente...
    En un momento los dos mejores amigos también toman rumbos distintos y es en tal detalle, que logran adquirir su propia relevancia por sí mismos y no como una dupla.  Por un lado, tenemos a Merry, quien inicia su viaje junto al bondadoso rey Theoden de Rohan, con el cual crea un estrecho lazo; su relevante rol entre los Señores de los Caballos, los Rohirrim, dará mucho para hablar.  Por otro, el curioso e inquieto Pippin, debe irse nada menos que a Gondor y allí también tendrá una labor destacada y siendo de vital relevancia, para que el poderoso reino no caiga producto no solo de las huestes de Sauron.  Si bien estos dos promovieron el ataque de los Ents, que consiguió eliminar la amenaza de Saruman y su ejército de Uruk-Hai, ahora al final de la guerra (e incluso después de esta), reconocen el valor que había en ellos mismos como sujetos autovalentes.
   Mucho más pasa en esta primera parte, la que incluye el famoso viaje de Aragorn a las cuevas de los guerreros fantasmas (así comprobé que el gracioso diálogo de Gimli, dándose valor para entrar a este lugar y no quedar mal frente a sus amigos, no era una invención de Peter Jackson para su película) y todo lo concerniente a Gondor, con su majestuosidad y su Senescal orgulloso.
    Luego nos encontramos con la segunda parte, centrada en el viaje a Mordor y por Mordor de parte de Frodo y Sam.  Todo lo que pasan estos dos, llenos de peligros y sin ser unos guerreros natos, corresponde a una celebración de la voluntad y el heroísmo de los seres comunes y corrientes por sobre los infortunios.  Y es que cada vez que avanzan en su camino, las cosas se van poniendo más difíciles.  Pero se tienen el uno para el otro y la convicción de que, si fracasan en su misión, todo acabará muy mal.  En más de una ocasión uno como lector, no puede quedarse impávido ante los sacrificios de estos hobbits.



    La tercera parte será la confrontación final, cuando solo el valor de la Compañía de Anillo y de sus aliados, más sus esperanzas, puede derrotar a un mal tan grande como es el de Sauron.  Objetivamente tienen las de perder, que su enemigo los supera en número; no obstante, justamente aquí encontramos uno de los momentos más épicos, y no solo de la literatura de fantasía, sino de la narrativa del siglo XX.  En esta parte del libro es cuando Frodo y Sam dan punto final a su periplo; algo imposible de olvidar.
    Hay un montón de personajes secundarios que aquí aparecen, muy interesantes, entre ellos otros de la raza de Aragorn (que no era el único de los suyos, si bien quedaban pocos), príncipes, unos cuantos elfos (un par de hijos del buen Elrond), soldados, unos muy interesantes hombres salvajes y orcos que no salen en las versiones cinematográficas.  Todos están muy bien abordados por la pluma de maese Tolkien, pero tal como lo supo hacer excelentemente Peter Jackson en sus adaptaciones, podemos prescindir de ellos para la cuenta final.
    Tras el cese de la contienda, la narración se articula en un montón de epílogos, que aún queda mucho que contar.  Para satisfacción nuestra, asistimos a la preparación de la coronación de Aragorn y a esta misma, con el correspondiente tiempo de paz posterior a ello.  La amistad entre los miembros de La Comunidad del Anillo quedará ahora más que consolidada, aunque también incluirá a varios otros personajes que se han incluido a la historia.  Las despedidas serán agridulces, aunque la más emotiva de todas sucede mucho después.  Este es, por igual, el periodo en el cual, para gozo de muchos, nos volvemos a encontrar con Elrond y Galadriel, lo que fue una grata sorpresa para mí; pues no recordaba esto fuera parte del texto literario y todo ello muy sublime.  También se nos cuenta el divertido segundo viaje, de los cuatro hobbits a Bree, esta vez acompañados por Gandalf, el cual anticipa un impresionante capítulo que no nos esperábamos.
    Lo anterior solo se muestra hasta la coronación en los estupendos filmes de Peter Jackson y quien, al parecer, tiene muchas más horas grabadas que lo exhibido en las versiones extendidas y bien quisiera sacar unas todavía más completas (ojalá lo haga y pronto).  Sin embargo, lo que veo difícil aparezca dentro de lo filmado por el realizador, corresponde al impactante capítulo de La Sanación de la Comarca y en el cual los cuatro hobbits deben enfrentar, ellos solos y liderando a sus vecinos, a la llegada del mal a sus propias tierras; una última batalla épica, en la cual los Medianos tendrán una actitud por completo distinta, a su pasar más hedonista y/o relajado (¡Y vaya que la pasamos bien con este penúltimo apartado!).
    No podía faltar el segundo gran villano de esta historia, el manipulador y traidor de Saruman, a quien lo volveremos a tener en tres ocasiones (¿O son dos?) dentro de este último libro; sin dudas es un placer cada intervención suya, como un malvado tan inteligente y elocuente; alguien que, claramente, se convirtió en el modelo de muchos otros grandes antagonistas en obras posteriores.
   Por cierto, ya antes me había referido al amor homosexual de Sam por Frodo, sentimiento de carácter platónico y que tampoco es correspondido por su objeto amoroso.  Eso sí, el Portador del Anillo también siente algo fuerte hacia su compañero; no obstante, habría sido mucho esperar que, para la época en que fue escrita la novela, se hubiera concretado una relación así entre dos hombres... Ahora bien, cuando volví a leerme La Comunidad del Anillo, hace unos meses atrás, me fue evidente lo que realmente sentía hacia su amo el "jardinero" y me acordé de que en las películas este termina casado con Rosita Coto (incluso tienen una hija); pensé que todo esto también lo había agregado Peter Jackson, como parte de lo políticamente correcto de aquel entonces (ahora sería todo al revés y más si hablamos de la inclusión forzada).  Pues ahora comprobé que, en efecto, esto forma parte del libro, si bien se ve como algo que inventó sobre la marcha Tolkien, para no complicarse con el tema (y es que solo en El Retorno del Rey se habla de Rosita).  Sin embargo, Sam llega a tomar una decisiva decisión final, hacia el término de sus días en la Tierra Media (o de sus días mortales), ya casado y luego de la muerte de su esposa... ¡Y eso evidencia mucho mejor que nunca dejó de amar a Frodo!
    Y es cuando llegamos al final de todo, que me estoy refiriendo a... ¡No quiero hacer spoilers! (¿Cómo lo digo?) al final del libro.  La historia debía terminar y, como ya lo enuncié más arriba, continúan las aventuras de nuestros héroes mucho después de terminada la guerra.  Solo me atrevo a decir que la despedida, no puede llegar a ser más emotiva y bella, pero también dolorosa. Porque estamos hablando de la última despedida, entre personas que han creado un vínculo muy grande entre sí, algo que solo consiguen quienes viven juntos experiencias tan fuertes como aquí se narran (y en la vida real esto bien es posible sin tener que enfrentar a monstruos, ni realizar viajes de enorme peligro); pero nosotros también nos estamos despidiendo de personajes entrañables, a los que resulta difícil no ver como personas casi reales y por las cuales llegamos a sentir verdadero aprecio.  Tener conocimiento de que lo desconocido, es la frontera que te separara de quién parte, de que ya no estarás físicamente en su compañía, es una prueba dura para cualquiera; sin embargo, es algo inevitable y el autor supo cómo representarlo metafóricamente... Esta fue mi tercera vez en leerme la trilogía y las películas me las he visto un montón de veces, que son mis favoritas, así que me conozco bien la trama.  No obstante, esta vez lloré con el desenlace, como cuando lo contemplo en su adaptación cinematográfica; más encima, al llegar a esta parte, puse de fondo la música del filme y más emocionante me fue todo. 
En verdad es un final BELLÍSIMO.

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