domingo, 31 de enero de 2016

El segundo adiós del año.


      No habíamos acabado por llorar y enterrar a David Bowie, cuando días después de su fallecimiento, el 14 de enero nos dejó otro renombrado inglés dedicado a las artes escénicas: Alan Rickman.  En esta ocasión al tratarse de Rickman, los fanáticos de Harry Potter y en especial aquellos que gozamos con sus películas, teníamos razones de sobra para lamentar su partida, pues en los ocho filmes que se hicieron sobre sus libros, este connotado actor interpretó con su talento de siempre a uno de sus personajes más emblemáticos: al complejo (y acomplejado) profesor Severus Snape.   De este modo ya han sido dos los actores de los que conformaron el soberbio reparto de estas cintas basada en la obra de J. K. Rowling, que han muerto, si bien recordamos a Richard Harris, quien falleció poco después de filmar la segunda entrega de la saga y que nos había emocionado haciendo del carismático Albus Dumbledore.  Pues debe saberse que cuando a la autora de estos libros sobre el niño mago se le ofreció llevar al cine sus textos, puso como condición que cuando se tratara de personajes británicos (siendo que la mayoría de esta serie corresponden a ello), quienes los interpretaran fuesen artistas de dicha nacionalidad.  Es así como los productores no solo se vieron obligados a cumplir con las exigencias de la Rowling, sino que optaron por contratar a lo mejorcito de entre los histriones de dicho país; y ya en la primera película de la saga, Rickman apareció entre los personajes secundarios de importancia.   Cabe decir que su labor como el profesor Snape, con todo lo que este significa dentro del universo ficcional de Harry Potter, permitió que muchas más personas lo conocieran a lo largo del mundo, quiénes sin duda pudieron apreciar en mayor medida la humanidad de este personaje, gracias a la solvencia con la que Alan lo encarnó…Pues lo que hizo el actor como Snape, resulta sin dudas de entre lo más soberbio de todas las caracterizaciones que se pudieron disfrutar viendo estas recordadas cintas.
     La verdad es que no soy un experto en la carrera de Rickman y solo puedo traerlo a la memoria a través de unas cuantas películas que le vi, desde adolescente hasta mi adultez y siempre gozando sus distintas intervenciones. Su histrionismo era de tal talante, que ello le permitió incursionar sin problemas en todo tipo de producciones, pudiendo lidiar entres los papeles dramáticos y la comedia con una naturalidad tal, que bien costaba creer que el personaje de un título y otro habían sido encarnados por el mismo sujeto.   Ello le concedió los más altos honores a través de varios premios por su trayectoria, siendo cotizado por directores en Hollywood y Europa, en el cine y la televisión.   Asimismo los varios villanos que interpretó eran magníficos en su escenificación y su apuesta figura también le permitió sin duda hacer varias veces de galán, capaz de conquistar a más de alguien en la audiencia.
    El primer recuerdo que mantengo de este actor, fue justamente encarnando a uno de esos malos que como bien dice mi amigo Mauricio Tapia del blog Escritos al Lotijuai, es de aquellos villanos a la antigua: Malos porque les gusta ser malos no más (nada de “royos” internos y matices).  Pues estoy hablando de Duro de Matar (Die Hard, 1988).  Ciertamente me da la impresión que no he vuelto a ver este largometraje, que tanto me gustó, por lo menos desde hace una década; no obstante tengo muy presente todo lo que hizo pasar al “jovencito de la película”, Bruce Willis, antes de que este último lograra conseguir sus objetivos justicieros.   Luego lo contemplé como otro maloso de esos que gente como el Doctor Octopus o Lex Luthor felices tendrían de socio, un verdadero villano de leyenda; el filme se trata de una de las dos versiones de Robin Hood de 1991, haciendo de nada menos que del sheriff de Notingham y donde su papel se “robó la película” a la estrella en ascenso de aquel entonces que era Kevin Costner (se me viene a la memoria con nostalgia cuando con mis compañeros de curso de aquellos años, fuimos a verla al cine y cómo vibramos de emoción con esta obra, que hacía furor en la taquilla gracias a la publicidad con la que se estrenó).

El ruin criminal de Duro de Matar.

     No hace mucho había entrado a la universidad, cuando me encontré en las butacas de una sala de pleno centro de Santiago, disfrutando de la romántica Sensatez y Sentimiento (Sense and Sensibility, 1995), siendo que entonces estaba preocupado de verme la mayoría de los filmes nominados a los Premios Oscar.  Debo reconocer que identificar a Alan Rickman en su rol para esta obra, que se apreciaba más guapo y varonil que nunca, me cautivó (además de que su voz logró sobrecogerme con esa impronta suya tan potente).  Aquí el cambio entre este personaje y  los otros era impresionante “¡No puedo creer que sea el mismo actor!” me decía; y es que si los otros merecían ser odiados, su Coronel Brandon era lejos un sujeto para admirar y hasta amar.  Un año después salió de igual manera caracterizando a alguien mucho más idealista y ¿virtuoso?, que en su filmografía de antaño que recordaba; la película era Michael Collins, filme biográfico del que tengo poco memoria, salvo que la aprecié en la soledad de mi cuarto  tras arrendarla en VHS (¡Uf, se me cayó el carnet!) y entusiasmado por volver a ver a Julia Roberts que en ese tiempo era una de mis ídolas
En Galaxy Quest.
     Es entonces cuando llegamos en 1999 por medio de Galaxy Quest, mi filme favorito de toda su trayectoria, pues por mucho que me gustan las adaptaciones de Harry Potter y lo que realizó como Severus Snape, este homenaje y parodia a Star Trek me fascina aún mucho más.  Les puedo contar que me la he repetido muchas veces y nunca termina de maravillarme, además de hacerme reír, esta historia sobre el grupo de actores venidos a menos que viven de las pasadas glorias de un programa televisivo de bajo presupuesto; los tipos se dedican a sacar plata de los fanáticos por medio de su intervención en convenciones y el día menos pensado se enteran de que su trabajo sirvió de inspiración para una raza extraterrestre que tomó su show como algo real, recreando en su cultura el estilo de vida de la serie.  Las situaciones jocosas del filme son geniales y a ello se le suman varios actores de gran prestigio acompañando a nuestro Rickman (como Sigourney Weaver, la teniente Ripley de la saga de Alien, quien se ve hermosa como nunca).   Pero es en el papel tan especial que le tocó a Alan en esta obra, que se haya uno de los puntos más fuertes de su trama, ya que le tocó hacer de una especie de Leonard Nimoy/Señor Spock, artista y su respectivo personaje que le dio la fama, tan queridos ambos por los fanáticos del género.  La faceta de comediante de Rickman, no deja de impresionar al demostrar su capacidad camaleónica aquí.   La primera vez que vi esta película fue un día domingo, en vísperas de un viaje a la playa y junto a mi querido amigo Roberto, cuando ambos nos morimos de la risa; como tanto el uno y el otro somos seguidores de Star Trek, era imposible no reconocer los constantes guiños al programa creado por Gene Rodenberry.  Este largometraje nunca se estrenó en los cines de nuestro país y solo pudimos verla en aquella época con uno o más años de desfase, gracias a un VHS importado de USA que me conseguí.  Tiempo después llegó el DVD y lo pude clonar en ese formato, hasta que hace unas pocas vacaciones estivales me lo compré en blu-ray para gozarlo en la mejor calidad posible (¡Si hasta viene con la opción doblada en el idioma alienígena de la peli!).
    Debo volver al Snape de las adaptaciones cinematográficas de Harry Potter, pues han sido las últimas intervenciones que le he visto a este actor, aunque trataré de ser conciso.  Para ser sincero, lo recuerdo en una bella comedia romántica llamada Realmente Amor (Love Actually, 2003) y sé que también me lo encontré en El Perfume (2006) y Sweeney Tood (2007), pero soy lo suficientemente desmemoriado como para haber olvidado su desempeño en todas ellas y eso que estos tres títulos me agradaron harto.  De igual modo estoy consciente de que Rickman hizo varios trabajos más y hasta oficializó de director, no obstante no tengo recuerdos al respecto.  Sin embargo no lo podré olvidar como el atribulado y distante profesor de Harry Potter, quien además es uno de mis personajes favoritos de toda su saga; pues  siempre me negué a considerar como villano a Snape, al leer primero los libros y luego disfrutar las pelis, de modo que lo hecho por Rickman me ayudó a humanizarlo más que nunca.  Fueron ocho interpretaciones de primera calidad que me hacen lamentar su partida, pues Severus Snape sin dudas que se ganó mi corazoncito y por supuesto que cuando pienso en él, posee el rostro de Alan Rickman.
     Que descanse en paz.
Como el profesor Severus Snape.

miércoles, 27 de enero de 2016

El aporte literario de Mario Puzo.


     Mario Puzo (1920-1999) fue un escritor estadounidense de ascendencia italiana, que tan solo con doce novelas dejó un importante legado para las letras de la lengua inglesa contemporánea, su país y el mundo.  Su obra más importante, El Padrino (1969) le otorgó la consagración definitiva, en especial cuando el director de cine Francis Ford Coppola la llevó al cine en una trilogía que sin dudas hizo historia; además encargó a Puzo que hiciera el guión sobre su libro para las tres cintas.  Los filmes de El Padrino se estrenaron entre 1972, 1974 y 1990, ganando un montón de premios, considerándose entre las mejores películas del séptimo arte (en especial la I  y la II, las cuales ganaron sendos Premios Oscar a la Mejor película en sus años respectivos, además de concederle al mismo Puzo este codiciado galardón por su guión adaptado). Cabe mencionarse que los dos primeros títulos de esta trilogía toman como material el respectivo libro, mientras que el último corresponde a la colaboración completamente original de su autor.
     La mayor contribución que hizo este artista a la literatura fue otorgarle una dimensión literaria a la mafia italonorteamericana, específicamente proveniente de la isla de Sicilia, que es posible identificar no solo en El Padrino, sino que de igual modo en otros trabajos suyos como bien lo son El Siciliano (1984), El Último Don (1996) y Omertà (1999).  Si bien en un país tan violento como USA personajes de esta calaña han abundado desde sus orígenes, como además ya antes habían sido representados por otros novelistas, en el cine y la televisión, gracias a Mario Puzo fueron humanizados al punto de convertirse en sujetos carismáticos e incluso románticos (por no decir idealizados).  Pues en las miles de páginas que les dedicó a todos estos, los describió de tal manera que aún con tantas muertes a cuestas, se perfilan como individuos sensibles, capaces de grandes muestras de compasión y amor; en otras palabras los gánsteres de Puzo, son fieles representantes de la dicotomía de nuestra especie, que envuelta por su propia naturaleza apasionada se mueve entre el bien y el mal.
     El talento de Mario Puzo, que lamentablemente no dio tantos títulos como bien quisiéramos muchos de sus lectores, se vio recompensado cuando  Hollywood lo llamó a sus filas, tal como ya se dijo más arriba.  No obstante la trilogía mencionada no fue su única contribución al medio, pues entre sus trabajos al respecto destacan de igual modo su guión para una de las “madres” de todas las películas de desastre: Terremoto (1974).  También se puede mencionar su otra sociedad junto a su amigo Coppola, Cotton Club (1984), otra manera de abordar el tema de la mafia, aunque esta vez desde el punto de vista de los tiempos de la Ley Seca, cuando en E.E.U.U. estaba prohibido el alcohol y ello dio paso a grandes mafias dedicado a su tráfico (¡Solo a los gringos se le ocurre ese tipo de censuras!).  De igual modo recordado es lo que hizo sobre su propia novela El Siciliano (1984), cuya adaptación se estrenó en 1987. 
     Sin embargo dentro de su carrera como guionista de cine, merece por completo destacarse su libreto para nada menos que la primera película de alto presupuesto sobre Superman (1978), que no ha perdido vigencia y que hoy en día sigue deleitando a grandes y chicos, con la nostalgia de los primeros por ser el filme que “nos hizo creer que un hombre podía volar”.   Lo más insólito respecto a que Puzo haya sido el encargado de tal empresa, es que este no era un lector de cómics y nunca antes había tomado en sus manos una historieta del Azuloso.  Pues tal como contó en una entrevista, se puso de lleno a leer historias sobre el personaje y encontró en su génesis antecedentes propios de la tragedia griega y la mitología comparada, de modo que se decidió a enfrentar el argumento de tal manera de otorgarle tal magnífico corpus y/o carácter al superhéroe.

Mis mayores respetos para Don Mario Puzo.
     
    Omertà fue la última novela que llegó a escribir por completo, puesto que pocos días después de acabarla falleció a raíz de un paro cardiaco.  De este modo fue la primera de sus dos obras publicadas póstumamente; a la recién mencionada le siguió la narración histórica de Los Borgia (2001), realizada en colaboración con su pareja Carla Gino (de tal modo que a través de esta obra, trató acerca de la primera gran familia mafiosa en la historia de Italia).
      La palabra Omertà se refiere al pacto de honor de los miembros de la mafia siciliana, para guardar en secreto todo lo concerniente a ella, por lo que nadie que esté fuera de ella puede saber sus misterios y en especial los miembros de la ley y el orden.  Pues en este libro un sujeto rompe dicha prohibición y ello gatilla buena parte de los acontecimientos de la novela.
     Tal como sucediera con su título más destacado, El Padrino y por lo mismo en El Último Don, Puzo desarrolló con lujo de detalles la historia de toda una familia dedicada durante generaciones a la ilegalidad, primero en Italia y luego en Estados Unidos, la nueva patria y cuna de sus últimos vástagos.  En este caso son los Aprile los protagonistas del libro, si bien aparece uno que otro Corleone, los mismos de su obra cumbre.   La novela comienza describiendo al líder de los Aprile, Don Raymonde, quien desea terminar con su imperio mafioso para vivir al amparo de la ley y dejando completamente fuera a sus hijos de los negocios ilícitos en los que estuvo por décadas dedicado.  Justo cuando pareciera que el escritor iba a repetir la trama de El Último Don, sobre la lucha de un anciano patriarca por acabar con su antigua vida, enfrentándose a la resistencia de su propia descendencia que se niega a abandonar la criminalidad, Puzo nos sorprende y cambia por completo el foco de la historia, centrándolo en varios otros protagonistas y en especial en el hijo adoptado (a quien el Don llama su sobrino), el cual desde pequeño lo tuvo como su real heredero y aún por sobre sus propios consanguíneos.  No obstante todo se complica cuando un correcto agente del FBI, jura destruir por completo a todas las mafias de su país y debido a ello se embarca en un verdadero complot junto a otros sujetos, de modo de hacerse con lo que queda del tesoro de los Aprile. Lo que nadie sabe es que otras fuerzas operan en las sombras y desean conseguir lo mismo que el agente, sin embargo estos corresponden a personas por completo inescrupulosas y ruines, de modo que el personaje principal debe vérselas con todos ellos para cumplir con los propósitos del hombre que adoraba y así salvar a los suyos
    La prosa de Puzo es exquisita y su capacidad para narrar uniendo a la perfección cada una de las subtramas que componen este libro, es digna de una gran escritor como él.  Pues el argumento va de un personaje a otro de manera constante, a veces a través de largos capítulos dedicados a estos y en otras haciendo referencia a eventos del pasado que permiten conocerlos mucho mejor.  Un narrador omnisciente abre la mente y el corazón de los personajes al lector, para quien es revelado todo un mundo de seres complejos, demostrando que no existen blancos y negros, cuando se trata de representar el alma humana; esto mismo debido a que se presentan muchos personajes ligados al submundo de la criminalidad, quienes no dejan de ser capaces de tener actos de heroicidad, lealtad a prueba de balas y hasta ternura.  Es cierto que al lado de todos estos seres llenos de matices, también hay otros que sin dudas son dignos de rechazo público, no obstante el autor los describe como personas tan engañosas, que en apariencia resultan encantadores; por lo tanto en el desarrollo del argumento queda claro que la maldad humana tiene sus grados, como para no aventurarse a hacer juicios de valor a la primera.
     La mafia siciliana del libro es abordada como una sociedad distinta a la que uno conoce, pues posee sus propias tradiciones y reglas, las que llegan a ser la pauta de sus integrantes de una conducta aún irreprochable pese a todo y que deben tener entre ellos mismos para mantener sus más rancias costumbres.  Los valores de la familia y el honor son sagrados para estos hombres y mujeres, quienes además son temerosos de Dios, ya que consideran que es el único que realmente puede perdonar los pecados (pues en ningún momento dejan de reconocer sus propias debilidades, por los mismos actos que ellos han cometido).  Son católicos en su fe y respetan a su iglesia en los más mínimos detalles.  De carácter alegre pese a todo, nunca perjudicarían a los más pobres, sino que al contrario acostumbran ayudar a su gente (es decir, a los campesinos de su pueblo).  Aun cuando se trata de enemigos, tienen por norma hablarse con respeto y cordialidad.  La venganza (la llamada vendetta) es otro de los pilares principales de su sistema de vida, puesto que no llevarla a cabo es un acto de deshonor y cobardía.
     Por medio de este libro es posible reconocer una crítica directa e indirecta a las fuerzas públicas y gubernamentales del orden, pues aparecen en sus páginas como instituciones donde abunda la corrupción, con representantes maquiavélicos, violentos y faltos de empatía. 
   Otro tema destacable en el libro, es el de la búsqueda de la redención y en especial cuando se trata de conseguir vivir en paz y alejado del mundo turbulento.  Esto se haya bajo las figuras de Don Aprile y Astorre Viola, quienes terminan optando por la sencillez, una vez que han conseguido ordenar sus destinos y los de su familia.
    A continuación una lista de los personajes principales de esta recomendable novela:

·         Raymonde Aprile: Destacado cabecilla de la mafia siciliana en USA, quien se encuentra cansado de su papel y deseando lo mejor para sus tres hijos, por lo que decide mantenerlos apartados de sus responsabilidades como Don.  Es un hombre bastante sabio, quien considera que ya ha conseguido casi todo en la vida, en especial para su familia, de modo que ya es el momento de formar parte completamente de la sociedad norteamericana como ciudadanos de respeto.  En todo lo que ha llegado a vivir, le ha tocado guardar varios secretos de importancia, los que poco a poco van siendo revelados en el libro.
·         Astorre Viola: El sobrino adoptado de Don Aprile es un hombre que desde pequeño brilló por su inteligencia y encanto.  Poseedor de múltiples dones, entre los que se encuentran una apuesta figura, voz melodiosa y una elocuencia seductora, es un hombre que se debate entre sus obligaciones para con la familia Aprile y su enorme corazón.  A su manera es un héroe entre los de su tipo.  Resulta muy interesante en él la tranquilidad y astucia con la que realiza el encargo de su tío, así como sus otros deberes, sin caer en la crueldad para los enemigos, pese a que oportunidades no le han faltado para hacer uso de su talento para la violencia.
·         Kurt Cilke: Es el único representante del FBI que aparece en estas páginas como alguien idealista y de fiar, quien cree a tal punto en su trabajo, que ha tenido que realizar acciones que van en contra de sus ideales, al tener que obedecer a sus jefes.  Lideró el exterminio casi completo del poder de la mafia y ahora solo le queda acabar con los Aprile, que se le escaparon en su anterior cruzada, además de lograr encerrar al hombre que fue el responsable de violar la omertà y quien sigue haciendo de las suyas desde su supuesta inmunidad. Es un gran devoto de su familia.
·         Franky y Stace Sturzo: Gemelos inseparables que a sus cuarenta años aparentan mucho menos por su aspecto atlético, además de ser ambos bastante guapos.  Bajo su imagen intachable, ya que son exitosos empresarios y realizan varias actividades de apoyo a la comunidad, se oculta su trabajo como asesinos a sueldo, en lo que cobran grandes cifras por su eficacia.  Es así cómo son contratados por los enemigos de los Aprile y se ven envueltos en las redes de este verdadero laberinto de pasiones.
·         Nicole Aprile: La única hija del Don, es una exitosa abogada poseedora de su propio estudio jurídico. Dedica buena parte de su tiempo a defender gratuitamente a los sentenciados a la pena de muerte, incluyendo asesinos, ya que considera que nadie tiene derecho a matar a otras personas.  Como sus dos hermanos varones, le cuesta creer en la vida de mafioso de su padre, ya que nunca antes tuvo pruebas fehacientes de ello, hasta que ocurren los eventos que llevan a su querido primo a actuar y solicitar su ayuda. 
·         Aspinella Washington: Preciosa agente del FBI afroamericana corrupta y famosa por su carácter violento y lenguaje soez.  Posee un alto puesto en la agencia debido a sus dotes profesionales, pero luego movida por el resentimiento social cayó en desgracia.  Tiene poco aprecio hacia el sexo masculino.  Pese a todo, como muchos otros personajes de este libro, se siente muy apegada a su sangre y en este caso a su única hija.
·         Rosie Conner: El gran amor de Astrorre desde su juventud, es una exquisita mujer que destaca no solo por su belleza y femineidad, quien seduce a buena parte de los hombres, sino que además posee varios intereses intelectuales y académicos; es así como ha usado sus talentos para conseguir el favor de varios varones poderosos, a los que en todo caso trata como la mejor de las amantes.  No obstante Rosie guarda otros secretos.  Pese a lo que siente por ella Astorre, decide acudir hasta su persona para salir victorioso de su empresa como albacea de la familia Aprile.
·          John Heskow: Es el hombre que trabaja para el grupo de criminales que desea hacerse con los bancos de los Aprile, organizando los trabajos sucios como el contrato de sicarios para conseguir sus fines.  De origen italiano, prefirió renunciar a sus orígenes, cambiándose el apellido por uno que lo hiciera pasar como descendiente de alemanes, aprovechándose de su aspecto propio de tal raza.  Es un hombre astuto que sabe sacar provecho de cualquier situación, un verdadero “sobreviviente”.  Tal como otros de la especie, su mayor debilidad es su familia, siendo en su caso su único hijo la persona a quien más adora.
·         Inzio Tulippa: De todos los criminales que aparecen esta esta novela, es el que más se parece a la idea de un hombre malvado 100%, puesto que no solo busca atesorar dinero a costa del sufrimiento de los demás, sino que además carece de los detalles que hacen del resto personas con cierto carisma.  De raíces indígenas y latinoamericano, se aprovecha de su inmunidad diplomática para sacar partido de su posición, en especial de las drogas dura que produce y llegando a tal extremo que públicamente es un defensor de su uso (¡Si hasta da conferencias alrededor del mundo haciendo proselitismo, por las cuales le pagan más encima!).  Junto con Aspinella es uno de los personajes más detestables de esta obra  (no obstante es en este detalle que se haya la virtud literaria de Puzo, al ser capaz de crear entes tan diversos, complejos y verosímiles, dentro de un universo ficcional lleno de gente dedicada a la profesión del mal).


domingo, 24 de enero de 2016

La comunidad LGTB se toma la pantalla chica chilena.


     Para quienes desconocen el significado del acrónimo LGTB, este corresponde a la agrupación de las palabras Lésbico (o lesbiana), Gay, Transexual y Bisexual.  Ello en atención a las llamadas “minorías sexuales” y su derecho a respetarse su identidad y dignidad,  lo conlleva también a todo lo relacionado con su inserción dentro del resto de la sociedad.  Es así como hoy en día se habla de arte con temática LGTB, en especial literatura y cine, cuando se trata de obras cuyos personajes pertenecen a alguno de estos cuatro grupos y/o se aborda en sus argumentos lo que significa vivir como tales; en todo caso, para escapar a los estereotipos y las caricaturas, sus títulos procuran abordar la historia con naturalidad, pese a que nunca falta el discurso de denuncia social y el proselitismo de vez en cuando (al final todo depende de su autor y las intenciones que hay detrás de su trabajo).
      Dentro de la sociedad chilena el tema con la comunidad LGTB ha sido bastante complejo, como bien ha sucedido con la mayoría de los países latinoamericanos, que tan solo en los últimos años han ido dejando de lado los prejuicios moralistas y se han abierto a aceptar la diversidad sexual; no obstante esta “apertura de mente” es más propia de las nuevas generaciones, gracias al impacto de las telecomunicaciones (léase “internet” mayormente y todo lo que ello conlleva, así como la televisión y el cine, fuertes medios de comunicación masivos e insertados hoy en día en el diario vivir de todos nosotros).  Es así como desde la década pasada, han ido apareciendo en la televisión nacional figuras destacadas de la comunidad LGTB, entre personajes públicos y entidades de ficción; los primeros como animadores y “opinólogos”, mientras que lo segundos en teleseries de factoría criolla, aunque hasta el momento estos últimos han seguido con la vieja tendencia de otorgarles características humorísticas y/o afeminadas (puesto que se trata siempre de personajes masculinos).  No obstante ya ha habido pequeños cambios a la hora de presentar el tema y es así como el año pasado se realizó una miniserie sobre el famoso caso Zamudio, acerca del joven homosexual que hace unos cuatro años atrás murió víctima de la homofobia de otros muchachos (por lo cual poco después se instauró la llamada Ley Zamudio, que penaliza todo acto de discriminación); sin embargo la producción no tuvo tanto revuelo al parecer.  También hay una que otra película para el cine más seria en sintonía con estos tópicos, pero lamentablemente su exhibición ha sido bastante limitada y al final solo unos pocos han llegado a conocerlas y verlas. 
     Sin embargo, la sociedad chilena mucho antes de su destape que mantiene una relación singular con la comunidad LGTB, una en la cual pese a su mentalidad estrecha de antaño, la homosexualidad masculina era aceptada dentro de ciertos círculos, aunque de una manera muy particular (el lesbianismo al parecer era mucho más subterráneo y mal mirado, por ser este un país tradicional de corte machista).  En todo caso debe saberse que ya en la sociedad mapuche precolombina, era aceptado la homosexualidad y el travestismo masculino, habiendo machis de este tipo y que eran valoradas sin problemas por su gente (las machis son figuras de autoridad religiosa femeninas y que además poseen conocimientos en medicina natural, entre otros). Es así como podemos encontrar en nuestra historia nacional, el famoso prostíbulo y/o salón de eventos “solo para caballeros” de la Tía Carlina.  Pues en una antigua casona ubicada en una comuna céntrica de Santiago, a mediados del siglo pasado, la Tía Carlina atendía a su numerosa clientela, entre obreros, diplomáticos y turistas, quienes se deleitaban no solo con las atenciones de sus “niñas alegres”, si no que disfrutaban de los espectáculos de bailes y humor de su exclusivo grupo de travestis (quienes también trabajaban en el viejo oficio de la prostitución).  La leyenda de la Tía Carlina y sus chicos llegó a implantarse a tal punto dentro de la memoria chilena, que a comienzos de la década de los noventa se realizó una exitosa obra de teatro musical con transformistas, basada en su historia (titulada justamente como Los Años Dorados de la Tía Carlina); al poco tiempo después y aprovechando el naciente mercado de los videos para renta en VHS, se hicieron dos versiones para este formato, con lo cual se popularizó como nunca la figura de esta mujer y su compañía. 
    Pero mucho antes de que la Tía Carlina volviera a la vida en las tablas y la pantalla chica, en plena dictadura militar de Pinochet, en la década de los ochenta, en la costera ciudad de Valparaíso nació el Circo Show de Timoteo.  Este espectáculo que surgió humildemente como circo pobre, con una vieja carpa remendada que llevaban sus artistas a las poblaciones más populares entre cerro y cerro, desde sus inicios ya contaba con sus artistas que en la mayoría oficiaban el transformismo.  Sus números se caracterizan por contar con baile y canto, además de un humor “subido de tono”, con mucho garabateo y alusiones sexuales; de este modo no es un circo para toda la familia, sino que dirigido a la gente de criterio formado (¿o deformado?).  Querido por la gente, debido a la humildad y simpatía de quienes lo conforman, al punto de que el fallecido escritor Pedro Lemebel le dedicó una sentida crónica, poco a poco fue ganando fama, gracias a sus giras por el resto del territorio nacional.  Entre sus personajes más celebrados se encuentra la Loca de la Cartera, quien acostumbra a lanzar este implemento a las galerías del público, sobre las piernas de algún varón sorprendido, y sentarse encima de él, lo que los demás celebran con risas estrepitosas y tirando su cartera, de tal modo que otro sea el “afortunado” en contar con sus atenciones.   Tal como en el caso de la dramatización sobre la Tía Carlina, en los noventa aparecieron un par de videos para arriendo sobre este espectáculo, lo que ayudó a su consagración.  Hoy en día el Circo Show de Timoteo (cabe mencionar que Timoteo es su anfitrión clásico, quien viste como campesino al salir frente al público, aunque en la actualidad debido a su avanzada edad ha dejado tal cargo a su sucesor) ha mejorado su economía y cuenta con verdaderas temporadas artísticas promocionadas en todos los medios posibles. Hace un par de años atrás se estrenó en los cines una producción que muestra parte de sus actos, como también a manera de documental, cuenta algo de su historia.
      Ya se ha hablado bastante de travestis y transformistas en este texto… ¿Pero qué diferencia el travestismo del transformismo? Pues ahora una pequeña aclaración, ya que es importante tenerlo claro, para presentar de una vez el programa televisivo que inspiró la entrada que ahora acapara nuestra atención.   Travesti es el hombre que se viste de mujer por un tema de orientación sexual, puesto que de esa manera se siente más a gusto consigo mismo, aunque ello no significa que renuncie a su condición viril; no obstante en el mayor de los casos el travesti actúa de manera afeminada, ya sea vestido como hombre y en especial en su faceta travestida.  Asimismo en la prostitución masculina abundan los travestis.  El transformista en cambio es un artista que toma una identidad ficticia, un alter ego, bajo la figura de un personaje del otro sexo, sin ser necesariamente gay; siendo que bajo esta caracterización el artista canta a la manera femenina, hace imitaciones, baila y actúa, emulando en varios casos y a manera de tributo a grandes figuras de la canción, el cine y otras expresiones artísticas.  Cabe mencionarse que también existen mujeres transformistas, aunque son muchas menos a diferencia del transformismo masculino.
     Es entonces cuando podemos hablar sin equívocos de The Switch, un programa tipo concurso de talentos y con elementos del reality show, estrenado el año pasado en el canal nacional de televisión abierta Megavisiòn y terminado (en lo que se espera solo sea su primera temporada)  la semana pasada.   Pues The Switch es la versión local de un programa estadounidense, de modo que sigue las pautas de este último.  En pocas palabras lo que pretende este show, es encontrar al llamado TRANSFORMISTA INTEGRAL, o sea, quien sea capaz de cantar, bailar, actuar e imitar lo mejor posible en el escenario.  Por lo tanto los jueces buscan encontrar al mejor representante de este tipo, que destaque por sobre los demás al poseer todas estas habilidades.

Algunos de los concursantes junto a los dobles de sus alter egos
(en uno de los capítulos más divertidos de la temporada, cuando actores de teatro
heterosexuales tuvieron que personificarlos con su apoyo).

     The Switch en su año de debut tuvo en total diecisiete participantes, la gran mayoría chilenos, habiendo entre sus filas dos argentinos y un uruguayo.  Entre los participantes se encontraban personas que ya llevaban años en la carrera del transformismo, así como otros con poca experiencia.  No obstante cada uno de sus integrantes el enfrentarse a las distintas pruebas (bastante creativas y con grados de dificultad en crescendo, a medida que el tiempo fue transcurriendo), tuvo la oportunidad de crecer como profesional en el medio, de modo que los veteranos pudieron incursionar en facetas que antes no habían probado en un escenario, mientras que los novatos pudieron aprender más acerca de lo suyo, aprendiendo todos a realizar un trabajo de la mayor calidad posible.  Para conseguir los objetivos deseados de evolución artística, los transformistas contaron con el apoyo de cuatro destacados nombres en las distintas áreas relacionadas con su labor; es así como entre estos expertos tuvieron a una actriz, una cantante, un diseñador de modas y un transformista, todos ellos con largo tiempo de carrera exitosa.  Cabe señalar también que para la prueba final de cada episodio, los concursantes eran evaluados por otro cuarteto de especialistas, entre los que se repetían dos de los llamados coaches (la actriz y el transformista).
     El programa comenzó a emitirse a principios de octubre y desde un principio en horario nocturno, teniendo una duración de aproximadamente una hora y quince minutos sin comerciales.  En una primera instancia se exhibía solo los días jueves, no obstante luego debido a su alto rating, a partir del episodio 4, estrenó episodios nuevos también los domingos.   En total fueron 24 capítulos.
    Cada uno de los participantes de The Switch posee su nombre artístico, resaltando gente como Yume Hime, Sofia Camará, Luz Violeta, Luna di Mauri, La Yoyi, Laura Bell y Botota Fox.  Aquellos que más brillaron y permanecieron mayor cantidad de tiempo en la competencia, fueron quienes tanto lograron definir más su personaje, como igualmente consiguieron perfeccionarse en el transcurso del desarrollo del programa.
     Además de las distintas competencias de cada episodio, se presentó la vida de todos los participantes, por medio de semblanzas biográficas, como entrevistas a la gente de su entorno; de igual modo se filmaron a manera de docureality, algunos momentos claves de la intimidad de los concursantes.   Es en este punto que destaca la humanización que logró este programa respecto a la comunidad LGTB, a través de un show para toda la familia y permitiendo conocer a buena parte de la población nacional un mundo muchas veces ignorado; de igual modo se pudo desnudar quién estaba detrás de todos estos personajes de fantasía, para dejar de lado el prejuicio y/o ignorancia respecto los gays (en otras palabras, dejar claro que la homosexualidad no es sinónimo de degeneración, ni de que todos los homosexuales son afeminados).  De este modo los episodios se centraron además en las alegrías y penas de los participantes, quienes se mostraron tal y como son al espectador; puesto que se dedicaron espacios a lo sucedido tras las bambalinas, al grabarse las conversaciones entre ellos mismos y sus coaches e invitados especiales, además de lo proyectado sobre su vida diaria.  Por supuesto que hubo uno que otro encontrón (en realidad varios) debido al ego de muchos de los participantes, pues era obvio que entre ellos se encontraran verder@s div@s, como también personas más humildes y de fácil trato.  No obstante destacó el tema de la fraternidad entre muchos de ellos, puesto que sin dudas llegaron a apreciarse, pese a las diferencias, así como bastantes lograron volverse personas mucho más tolerantes y sencillas. Varios fueron los momentos emotivos de The Switch, que de seguro a uno que otro espectador hizo llorar, así como también abundó la risa, gracias al buen humor de todos aquellos que intervinieron en el programa.
     Nunca antes se había expuesto de esta manera, que mezclara lo artístico con lo personal, el mundo LGTB a la población nacional.  Quiénes veían el programa, obreros, profesionales, estudiantes, padres de familia, por supuesto la mayoría de ellos heterosexuales, no dejaban de comentar los nuevos episodios, dar sus opiniones y aventurar quiénes serían eliminados y quiénes merecías ser finalistas.  Es así como esta especie de experimento sociocultural, consiguió no solo hacer que muchos de sus concursantes pudiesen demostrar su arte a un público lejano a ello, sino que conseguir el afecto y la admiración de millones de personas, que hoy en día han aprendido otras importantes lecciones para apreciar la diversidad.


El elenco (casi completo) de The Switch.

martes, 19 de enero de 2016

Una obra de terror dosificado.


      El 11 de noviembre de 2014 Stephen King (el llamado Rey del Terror) publicó su novela Revival, la cual en la versión a la lengua de Cervantes se editó con su nombre original, sin traducirse, ni cambiarse por uno más cercano a la “mentalidad” hispana (tal como últimamente ha sucedido con varios de los últimos textos de este escritor: The Colorado Kid, Cell, Duma Key, Blockade Billy y Mr. Mercedes).  El libro se promocionó como el regreso del autor de Carrie, Salem`s Lot y Misery al horror sobrenatural que tanta fama le otorgó en el pasado y del cual en casi las dos últimas décadas se ha alejado, decantándose por narraciones menos fantásticas.   Esta promesa de recuperar esa faceta suya, tan echada de menos entre gran parte de sus lectores más acérrimos, y que crecieron leyendo sus títulos de antaño (entre quiénes se encuentra un servidor), solo en parte es recuperada en sus páginas; puesto que salvo una que otra idea de que su argumento tomará un rumbo de este tipo (según lo que logra adelantarnos su narrador protagonista), tan solo hacia el clímax llega a poseer estas características…Por lo tanto el fanático ávido del King de su primera época, bien puede quedar insatisfecho ante lo escaso del material ofrecido.  La publicidad, al menos en su edición española, promocionó esta novela como poseedora del final más “sorprendente, inquietante y oscuro de los que haya realizado Stephen King” (o algo así según la huincha que iba agregada a la tapa); sabido es por muchos que varias veces se le han criticado sus desenlaces, por considerarlos decepcionantes o francamente malos (a mi parecer el único que no le perdono es el de su último tomo de La Torre Oscura), sin embargo el de esta ocasión se acerca más al tipo de narrativa que pretendía homenajear en este caso y olvidándose de los finales pocos convencionales que en otras ocasiones ha llevado a cabo.  Empero para tantas páginas de desarrollo (por sobre las 400 en nuestro idioma), todo pareciera ser demasiado rápido y lejano al tono general del texto (¿Se podría decir que poco creíble, a sabiendas que se trata de un trabajo enmarcado dentro del terror sobrenatural y que ello exige la complicidad del lector para creer en lo extraordinario?). Por supuesto que el libro tiene sus buenos momentos, que necesariamente no tienen por qué ser solo de espanto, puesto que como es habitual en su obra el autor se permite desarrollar ideas y temas más profundos, que el puro susto y la truculencia fáciles; no obstante el resultado final puede parecer poca cosa para muchos y se puede afirmar que tampoco se trata de uno de sus mejores trabajos.  A continuación un análisis que pretende explicar lo afirmado en este párrafo introductorio.

     Primero que todo importante resulta ser conocer de qué trata esta historia, aunque, claro, no llegando al extremo de contarlo todo y quitarle con ello al futuro lector las varias sorpresas de su argumento.  Como siempre, basta con unos pocos detalles para entusiasmarse con esta novela.  Pues como bien acostumbra su autor, el libro está articulado en base a las memorias de su protagonista, quien ahora un hombre anciano recuerda casi toda su vida, pues el relato comienza desde que contaba con seis años de edad y termina cuando ya es un hombre hecho y derecho.  Este ha tenido todo tipo de experiencias e inclusa algunas que solo unos pocos (para su suerte) pueden llegar a decir que han pasado.  Pues cuando era un niño de aquellos cortos años, conoció a un hombre con el cual su existencia desde aquel momento estuvo profundamente ligada, para bien y para mal; con posterioridad se reencuentran en momentos decisivos, algunas veces con felices resultados y otros, en especial hacia el final, todo lo contrario.  De este modo la novela abarca la idea del paso del tiempo, en concreto sobre cómo el devenir nos afecta, a algunos haciéndonos más sabios y/o aprendiendo de nuestros errores, mientras que a otros convirtiéndolos en personas por completo distintas de lo que fueron, aunque ello en el peor sentido de la palabra.  Es así como los acontecimientos de esta obra muestran lo que el dolor puede llegar a provocar en los corazones humanos, teniendo distintos efectos según la persona y cómo elige enfrentar sus cuitas.  Por lo tanto el significado de su título en inglés, Renacimiento en español, atiende a las transformaciones por las que pasamos, llegando a ser nuevas personas, ya sea de manera positiva o convertidos en lo peor de nosotros mismos.
     Stephen King parte la trama ambientada en el añorado pasado de la infancia, cuando todo era más sencillo y la felicidad estaba a la vuelta de la esquina.  Es más, el lugar en el que vive el protagonista y su coprotagonista, resulta ser un sitio hasta cierto punto idílico; no obstante  poco a poco comienza a teñirse de la “realidad”, que todo ser humano debe asumir en el proceso de su crecimiento personal.   Al principio, cuando la vida de los dos personajes se unen, el mayor de los dos resulta ser sin dudas un hombre fabuloso: guapo, inteligente, alguien que siempre sabe qué decir según el caso lo requiera y que despierta con su figura y personalidad la confianza inmediata de los demás; por otra lado, trabaja sirviendo a Dios y a su rebaño, pues es un pastor de iglesia y, por último, posee una preciosa esposa y un hijo pequeño a los que todos adoran.  Luego de la triste despedida entre los dos amigos, el narrador lo vuelve a ver tres o cuatro veces más en su vida;  no obstante ya en la segunda ocasión, quien fuera su ídolo de infancia, se ha vuelto alguien por completo distinto al recuerdo que tenía de él.  Empero es ya casi hacia el final del camino juntos, que este otro ha perdido por completo la luz que anteriormente tuvo.  Stephen King lo describe a la manera manierista, pues se ha vuelto un sujeto consumido por sus propias obsesiones (lo que se revela sin dudas en su aspecto físico).   En el libro también destaca cómo un hombre religioso, una vez que pierde su fe, cambia su creencia en Dios para orientarse a algo por completo distinto, relacionado con los conocimientos de la ciencia humana y secreta (con todo lo que ello pueda significar).
      El escritor se permite trasladar su propia experiencia, entre sus pasiones y personal descenso a los infiernos, a esta obra suya.  Ello le otorga a sus páginas un carácter intimista muy especial, por cuanto el narrador protagonista recuerda mucho al mismísimo Stephen King (todo un avatar de este).  Es así como esta vez el protagonista deja de ser un escritor o un profesor, dos de las profesiones que lo identifican y en cambio es un artista de la música, un guitarrista de rock.  Bien sabido por sus lectores es que nuestro querido SK es un gran amante de tal estilo musical y que también gusta del guitarreo, habiendo participado de una banda de rock hasta no hace mucho.  No obstante como ya habrá quedado claro más arriba, la novela trata también acerca del problema del dolor y al respecto es que se encuentra el periodo en el que pasó el narrador sumido en el “flagelo” de la drogadicción.  Pues Stephen King sufrió todo esto y logró salir adelante, aunque para ello pasó por muchas penurias, lo que bien reflejó en este último personaje; de este modo su proyección literaria debe experimentar todas estas duras pruebas, antes de conseguir el anhelado equilibrio y la paz  interior.
      La novela posee su cuota de humor, tal como es recurrente en muchas de sus obras, siendo que los momentos de mayor carga emocional no faltan.  Asimismo, el narrador protagonista entrega una que otra reflexión acerca de lo que ha sido su vida, con lo cual King deja claro que su libro no solo pretende asustar o sorprender (si es que lo consigue hacia su mentado final), si no que más bien desea conmover, al desnudar una vez más el alma humana con toda la belleza y miseria que se puede descubrir en su interior.   Dentro de todo el cúmulo de emociones y acontecimientos que se transcurren en Revival, la primera parte dedicada al mundo de la infancia, resultaría para muchos la mejor parte de toda su extensión (si Stephen King lo hubiese dejado todo hasta ahí, a manera de novela corta, quizás el efecto sería mayor).  Luego cada vez en que el narrador se vuelve a encontrar con su “quinto en discordia”, como le gusta llamarlo, la narración recupera interés, ya que los interludios pueden resultar demasiado alargados y forzosos (quizás salvo cuando aparece la familia del protagonista).   Por otro lado, King una vez más convierte sus obras en el fragmento de un todo, al hacer que buena parte de sus títulos se encuentren en el mismo universo ficcional, como cuando aquí se mencionen lugares de otros trabajos suyos  (por ejemplo Castle Rock, que colinda con el hogar de infancia del narrador, sitio donde transcurren novelas clásicas como La Zona Muerta, Cujo y La Tienda; por otro lado, también se nombra el parque de atracciones que aparece en Joyland).
      El carácter de obra de terror de Revival, se anuncia en la sentida dedicatoria que le hace King a varios de sus maestros, todos ellos autores de antaño que lo influenciaron desde joven, salvo su amigo y colega Peter Straub (con quien ha escrito dos libros), contemporáneo que incluye en la lista al lado de todos estos nombres.  Dentro del tributo que hace el artista, destacan en especial Mary Shelley, H. P. Lovecraft y Robert Bloch.  La primera de ellos, la creadora de esa inolvidable novela epistolar que resulta ser Frankenstein, es una y otra vez homenajeada en este texto, en especial por el papel que toman en él los tópicos del científico loco, la soberbia, el complejo de Dios y muy particularmente la electricidad (que el futuro lector descubra por qué razón).  El segundo caso, porque nada menos en este libro King reinterpreta los llamados Mitos de Cthulhu, refiriéndose a ellos de manera directa e indirecta, usando por otro lado como cita textual una de sus más recordadas frases.  En cuanto a Bloch, uno de los libros que inventó este autor para sus cuentos ambientados en los Mitos, aparece acá y posee gran importancia.  No obstante SK a quien especialmente le dedica sus palabras, es a Arthur Machen, mencionando su obra más conocida El Gran Dios Pan, fuente de inspiración para él y que al parecer se relaciona con esta novela suya (como aún no he leído el dichoso relato, ignoro cómo ello puede ser posible).  Por último, Al ser una historia de terror, otro tópico destacado en este género es abordado con creces: la naturaleza del mal.  Sin embargo aparte de referirse a todo esto King como algo sobrenatural, también lo lleva a un plano más realista, al ser el resultado de la mismas debilidades humanas, muchas veces siguiendo la idea de que “El camino al infierno está plagado de buenas intenciones”; de este modo los seres humanos somos afectados por nuestra propia ineptitud y no necesariamente por el deseo de dañar a otros.

viernes, 15 de enero de 2016

El primer adiós del año.

David Bowie como Jareth el Rey de los duendes.
     Esta semana no más, el 10 de enero, nos dejó otros de esos grandes artistas que al menos en mi caso, desde niño, se adueñó de mi atención gracias a su talento y simpatía: Me estoy refiriendo a David Bowie.  Aunque el rock no es la música que me apasiona, sí le tengo un gran respeto en cada una de sus variantes, como en especial a sus cultures, así como igual a todos aquellos que gozan escuchando sus canciones.  Por lo tanto, no es la faceta de David como cantante la que de pequeño logró conquistarme, sino que fue debido a sus enormes dotes actorales que este hombre de imagen andrógina, se convirtió en uno de mis tempranos ídolos.  Eso sí, debo hacer un alcance a su música de modo de hacerle justicia y es que las pocas veces que lo oí cantar, siempre me pareció su voz algo precioso y evocador, casi de otro mundo; pero como ya dije, fue en la interpretación actoral que este se consiguió un espacio en mi corazoncito.  A su vez hay que reconocer que David Bowie era un artista integral, quien destacó a lo largo de su discografía y filmografía con canciones y filmes de culto (tanto para el cine, como para la televisión), dejando hoy en día un legado que ya está dando más de un tributo a lo largo del mundo.  De este modo, con estas palabras hago mi humilde homenaje a nuestro queridísimo Bowie.
    ¿Cuál es el primer recuerdo que poseo de este caballero del espectáculo? Creo que fue viendo en familia una noche por la televisión abierta, en plena década de los ochenta, su famosa cinta Merry Christmas, Mister Lawrance, conocida en estos lares como Furyo.  Este drama bélico ambientado en la Segunda Guerra Mundial, específicamente en un campo de concentración japonés, me provocó unas cuantas lágrimas en aquel entonces.  Retrocediendo en el tiempo, una vez durante aquella época, quizás cuando recién tomé conciencia de lo que significaba este nivel de compenetración con una historia, a tal punto de llegar a emocionarme de esa manera con una obra de arte, le pregunté a mi papá extrañado-y con los ojos aún húmedos por el filme que estaba presenciando- cuál era el motivo de que me pusiera a llorar con algo que ni siquiera me estaba pasando a mí.  Y entonces mi querido padre me dijo unas palabras que me marcaron para siempre: “Porque tú no tienes el corazón de piedra”.  De este modo, si mi memoria no me falla, esta cinta en la que más encima Bowie se encontraba en un verdadero duelo histriónico y pasional junto a otro gran músico, Ryuchi Sakamoto (su antagonista en la trama), me llegó hasta lo más profundo de mi ser infantil e hizo que me interesara en el trabajo de su intérprete (exacto, desde muy niño amé el cine y a las buenas historias en general, pudiendo deleitarme con más de una actuación pese a mi corta edad).   Pero hay un punto significativo para mí de este debut en mi existencia de David Bowie: fue la primera vez en mi vida en que vi a dos hombres besarse eróticamente hablando. ¿Y ello me causó revuelo considerando mi falta de experiencia y conocimientos? No, para nada, al contrario, me pareció algo de lo más natural, si bien igual me sorprendió la gran revelación de los motivos que llevaban al oficial japonés para humillar tanto a su prisionero (recordatorio para mí: ¡Debo volver a ver esta película, que la tengo hace años en mi colección y salvo esa vez, nunca más le he echado otra ojeada).  No me acuerdo qué les habrá parecido esta escena climática a mis padres, que nunca fueron muy vanguardistas que digamos.  Sin embargo creo que desde aquella ocasión, que se me confirmó que el verdadero amor no tiene fronteras para habitar en el alma de los seres humanos.
Parte de su suplicio en Merry Christmas, Mister Lawrence
     El largometraje arriba señalado lo vi en una función nocturna, un domingo en lo que se llamaba Grandes Estrenos o Best Sellers (según el  canal que lo haya dado aquella ocasión).  Por aquel periodo en la tarde, después de clases, emitieron una película suya mucho más antigua y que esta vez disfruté a solas: El hombre que vino de las estrellas… ¿Qué les puedo decir sobre ella? Pues la verdad que casi no la retengo en mi cabeza, además de que la encontré bastante rara; sin embargo me gustó y por entonces al contemplar a Bowie mucho más joven que en la cinta histórica, lo encontré hermoso, quizás también porque su papel acá era casi angelical, propio de un ser superior y sobrenatural.
      De niño apenas fui al cine, pues no tenía quién me llevara y mis progenitores tampoco veían este tipo de salidas como una gran alternativa para entretener a sus hijos (solo recién en la adolescencia, ya en los noventa, me atreví a salir con mis amigos, juntando toda la plata que lograba obtener para darme estos gustos). Sin embargo miraba fascinado en la tele todo lo que daban acerca de los nuevos títulos que se estrenaban, a través de programas como Séptimo Arte, que a veces emitían los detrás de cámara; también me quedaba como tonto mirando los afiches en el diario y en los cines cuando pasaba fuera de ellos, además de todas las imágenes posibles de sus escenas que estuvieran a mi disposición.  Fue en aquellos años de “precariedad cinematográfica”, que me prometí que cuando fuera más grande y contara con plata de mi bolsillo, saborearía todas las películas que quisiera.  Así fue como en aquel tiempo llegó a nuestras salas Laberinto, una mágica historia en la que Bowie se permitía tanto actuar como cantar, brillando como nunca frente a las cámaras.  Esta obra hecha por el estudio de Jim Hemson (¡El mismo de los Mauppets y Plaza Sésamo y que luego nos daría esa perla de la ciencia ficción televisiva que es Farscape!), presentó al artista en uno de sus roles más recordados.  Anhelaba verla con todo mi ser (lo mismo me pasó con La Historia sin Fin), pero pasaron años para poder concretarlo y así fue como a principios de la siguiente década, gracias a la ya desfasada tecnología del VHS,  la arrendé y por fin pude gozarla.  Debe haber sido genial contemplarla en pantalla grande en su momento.
      Cuando era un adolescente y me encontraba haciendo la enseñanza media, me dio por el llamado “cine arte” y de ese modo David Lynch se convirtió en uno de mis ídolos.  Fue cuando se exhibió en la televisión abierta su celebrada serie Twin Peaks, que se estrenó con bombos y platillos por acá, aunque lamentablemente debido a la escasa audiencia que provocó (pues claramente el público televisivo criollo, no estaba preparado para un producto tan elaborado como ese) la cambiaron de horario, cerca de la medianoche, y al final terminé “sacrificándome”, quedándome despierto hasta tarde (en aquel entonces me dormía temprano, más encima la daban los lunes, cuando aún me quedaban varios días de clases por delante) y de ese modo fui uno de los pocos en el país en seguir el programa completo.  Poco después Lynch hizo la precuela para el cine y no dudé en ir a verla, aunque no me quedó otra que asistir solo.  Gracias a unas revistas de cine que compraba en esa época, me enteré que Bowie realizaba un pequeño papel en ella.  Así es que tenía razones demás para mi cita con Laura Palmer y compañía.   Mucha agua ha pasado bajo el puente desde la última vez en que me repetí este filme, no obstante puedo rememorar la actuación de David, quien con solo su gestualidad (pues creo apenas tenía diálogos) logró transmitir bastante en la escena que tuvo a su cargo.  Por otro lado, el hecho de que haya sido llamado a las filas del experimental Lynch, dejó todavía más de manifiesto su virtud como celebridad y de grandes dotes para el espectáculo (no cualquiera iba a conseguir la atención de David Lynch ¿No?).
    
Como Tesla en El Gran Truco.
Ya era un hombre hecho y derecho cuando fui al cine para presenciar The Prestige (que en Chilito se tituló El Gran Truco), la esperada nueva película de Christopher Nolan.  Y allí estaba una vez más Bowie, haciendo del mítico Nikola Tesla.   Recuerdo que una crítica cinematográfica que leí al respecto, se refería a él como “El camaleónico David Bowie” y en verdad que este aparece irreconocible en su caracterización, si bien cuando hizo de Tesla ya era alguien mayor.  Las pocas intervenciones de este en el filme, son en verdad memorables.  Ese día me acompañó mi amigo Marcelo López (amistad que felizmente he recuperado, después de diez meses alejado de él), otro amante del buen cine y quien  sí ama el rock; pues me acuerdo muy bien de su alegría cuando apareció en escena Bowie.  Pues ese es el efecto que provocaba en mucha gente, afecto y admiración de verdad, ya que no todos los artistas logran amalgamar a ese nivel sus variados talentos, dejando un legado imperdible para su público.    El año antepasado pude regalarme este título en blu-ray, reencontrándome una vez más con quien hoy deseo honrar.
     Más atrás hacia mi pasado,  cuando todavía era escolar, mientras leía la revista Cinegrama, me enteré de que existía un filme censurado en Chile, de principios de los ochenta y en la que actuaba Bowie haciendo de nada menos que de vampiro. La cinta era The Hunger (El Ansia) y recién cuando estaba en la universidad pude verla en VHS, aunque en una versión muy cortada.  Hace casi cinco años atrás más o menos, llegó a mis manos el DVD con el montaje integral de esta obra y en esta ocasión lo realizado por David y sus compañeros de reparto me dejó gratamente sorprendido.  Cuando el personaje de Bowie es condenado a pasar la eternidad como un monstruoso cascajo, de lo que alguna vez fue, llegué  a la convicción de que esta era  la actuación suya que más me había gustado.  Aquella vez, cuando la vi en DVD, también estaba Marcelo y de nuevo no dejó de expresar su reverencia ante la presencia de nuestro ídolo (de hecho, fue por medio de él que me enteré sobre esta triste pérdida).  El año pasado tras por fin haberme leído el libro de Whitley Strieber, que inspiró este largometraje, volví a revisar esta joyita y como nunca me maravillé de esta obra y en especial del desempeño actoral de su protagonista.   Años después hizo de anfitrión en la segunda temporada de la serie antológica The Hunger, inspirada en la película mencionada; lamentablemente aún no he tenido el honor de revisarla.
     El amor que despertaba (y todavía despierta) David Bowie entre sus seguidores, ha llegado a tal punto, que alguien como el escritor y guionista Neil Gaimam, cuando estaba realizando sus primeros cómics para The Sandman, se inspiró en su figura para representar a Lucifer; por lo tanto le encargó a los dibujantes que lo hicieran parecido a su cantante favorito.

Comparación entre David Bowie y su simil caricaturesco.

     Ahora solo me queda volver a repetirme sus películas que tengo, para deleitarme de sus interpretaciones y darle las gracias por tantos bellos momentos disfrutando de su trabajo. 

Bowie como el vampiro acabado de El Ansia (¡Maestro!).

miércoles, 13 de enero de 2016

La ficción enriquecida del universo batmaniaco.


     Los cómics de Batman hace rato que destacan por contar con algunos de los mejores secundarios y/o personajes de apoyo de un superhéroe.  Este detalle ha llegado a tales cuotas de atractivo para los lectores, que hoy en día muchos de ellos ya poseen sus propias revistas mensuales, miniseries, one-shots y especiales.  Es así como algunos de estos títulos vienen publicándose desde la década de los setenta, como fue el caso de la colección dedicada nada menos que al Guasón o incluso antes, en los sesenta, cuando un infantil primer Robin, Dick Grayson (el Ricardo Tapia de la versión hispanoparlante) se unió a otros side-kicks para formar el famoso equipo de Los Jóvenes Titanes.  Con el paso del tiempo, el tercer Robin, Tim Drake, consiguió su longeva cabecera; luego le siguió Batgirl (en más de una encarnación), Batwoman, Nigthwind, la Cazadora (en su versión postcrisis como Helena Bertinelli y en la de los llamados Nuevos 52, como Helena Wayne, sacada de su primera personificación, precrisis), Catwoman (también con una gran cantidad de números) y así ha sucedido con muchos más de los integrantes de la llamada Familia Batman
      Tal como el ya mencionado Príncipe Payaso del Crimen, varios criminales de la exótica galería de villanos del Murciélago han conseguido sus títulos aparte; ello gracias a sus complejas personalidades, que los hacen destacar entre muchos otros aparecidos en las historietas de DC, tal como sucede con la popular Harley Queen (en su revista como “solista” o en sus andanzas con su amiga Hiedra Venenosa, por no dejar de mencionar su trabajo en el Escuadrón Suicida). 
      No obstante hay otro grupo de personajes que han conseguido la atención y el cariño de los lectores y que no se encuentran dentro de los grupos correspondientes a superhéroes y a los villanos: los miembros de la policía de ciudad Gótica., con otro tipo de héroes, más realistas y a quienes los guionistas les han otorgado verdadero realce.  Entre estos últimos el más destacable resulta ser James Gordon (uno de los mejores amigos del Señor de la Noche), líder de los policías de ciudad Gótica.  A este se le suman otros nombres tan carismáticos como Harvey Bullock, René Montoya y Sarah Essen,   Todos estos y algunos más poseen sus propias andanzas en novelas gráficas tales como Gotham Central, ganadoras de importantes premios y lecturas obligadas para los amantes de la continuidad relacionada con el Caballero Oscuro.
     Pero también encontramos otro grupo de personajes de enorme importancia y peso dramático, dentro de estas viñetas y que está compuesto por  gente como el mismísimo Alfred Pennyworth, Lucius Fox y la doctora Leslie Tompkins, personas sin poderes o habilidades superiores, aunque gente de confianza para Bruce Wayne y cuyo apoyo les resulta de vital importancia en su cruzada.
    Pues ante tanta serie dedicada a Batman, por lo menos en el formato animado, aparte de sus películas para el cine y considerando la imposibilidad de hacer un programa actual dedicado a él… ¿Por qué no aprovechar su inmensa gama de personajes arriba señalados?...Así es como nació Gotham, la actual serie que ya va en su segunda temporada y que ha causado sensación entre muchos espectadores.
     Este programa tiene como personaje principal a nada menos que James Gordon, la cabeza de las fuerzas policiales de la ciudad, quien en esta versión es un hombre joven en la treintena de su vida y que en el episodio piloto acaba de llegar a ciudad Gótica.  Es así que tomando elementos de la clásica novela gráfica Batman: Año Uno de Frank Miller y David Mazzucchelli, se nos muestra sus primeros pasos en tal lugar, enfrentándose a la corrupción entre sus mismos colegas, su desprecio y envidia, siendo que muchos de ellos hacen vista gorda a la mafia, ya sea porque están vendidos, como por temor a sus represalias; por otro lado, también algunos de sus superiores, incluyendo el alcalde, carecen de escrúpulos.  De este modo el aguerrido Gordon debe abrirse paso entre la miseria de su gente, ganándose poco a poco el respeto y ayudando a convertir la metrópolis en un lugar más seguro o al menos donde los policías nuevamente sean sinónimo de verdadera justicia.
     A quien más adelante tendría que ser el famoso comisionado Gordon, primordial aliado de Batman desde el lado de las fuerzas de seguridad “formales” y/o gubernamentales, se le suman otros agentes de la ley de gran relevancia en la serie, todos ellos personajes sacados de las mismas historietas.  Lo mismo sucede con otros aparecidos en los cómics, incluyendo civiles y los esperados villanos, algunos de ellos en sus comienzos como tales.  Considerando que todo ocurre décadas antes de la aparición de Batman, muchos de estos secundarios son aún menores de edad, de modo que gracias a los guiones, es posible ver los “orígenes secretos” de todos ellos y conocer mejor qué los llevó a convertirse en Gatúbela, Hiedra Venenosa y el Espantapájaros (al menos solo ellos aparecen en la primera temporada).
     El programa no puede comenzar de manera más espectacular y prometedora: Pues en sus primeros minutos vemos al joven Bruce Wayne junto a sus padres, recreando con maestría las famosas viñetas de la novela recién mencionada y de otras tantas, en las que sus padres mueren frente a sus ojos.  De este modo en paralelo a los primeros pasos de Gordon como detective, la trama de Gotham le otorga gran protagonismo a este muchacho, quien ya desde su adolescencia empieza a perfilarse como el gran hombre que  llegará a ser.  Además a partir de este primer episodio, se unen los destinos entre ambos personajes, iniciándose la entrañable amistad de los dos, pese a su enorme diferencia de edad.
     La serie cuenta con una producción de lujo, digna de una película hollywoodense de alto presupuesto, lo que bien se puede notar en la calidad de sus escenarios y la dirección de arte.  La ciudad si bien no deja de mantener su aspecto más sofisticado y lujoso, queda retratada por igual en su submundo y donde el crimen, la violencia y la pobreza también proliferan; por lo tanto, es posible encontrarse con sets que retratan esta Ciudad Gótica tan conocida por los lectores.  Aparte de los sitios de carácter marginal que son exhibidos con bastante credibilidad en los episodios, destacan nada menos que el Asilo Arkham y el edificio de la policía de Ciudad Gótica, los que se ven inmensos (en especial el primero) y que se convierten en lugares esenciales para entender el carácter de la serie.  Abundan los tonos grises y “sucios”, los cielos llenos de nubes, los días de lluvia y tormenta, todo lo que le otorga esa atmósfera mediamente siniestra y propia del noir, tan habitual en los cómics del Murciélago.
     El programa cuenta con su pequeña cuota de humor, puesto que en realidad prima en él lo dramático, sin hacer asco a la intriga, la acción y la aventura.   Posee su nivel de sangre, aunque no a los extremos de programas más gores.  Si bien mantiene cierto esquema actual de los shows de televisión, de capítulos continuados, se agradece aquí la presencia de líneas argumentales secundarias y a manera de casos policiales, que se desarrollan en un capítulo o más hasta que se resuelven.  Los guiones están hechos para dejar claro que la serie trata sobre lo que es vivir en Ciudad Gótica, de modo que sus crímenes, delincuentes, gánsteres y psicópatas no dejan de recordarnos a los cómics que inspiraron a sus creadores.  Es así como, por ejemplo, ya en esta primera temporada aparece uno de los asesinos seriales a los que se enfrenta Batman: Víctor Zsasz, muy bien caracterizado, quien en esta adaptación ya es un adulto.  De igual modo, podemos ver a más de un “científico loco”, tema recurrente en este tipo de historias.
      A continuación el listado de rigor de personajes aparecidos en la primera temporada y que en general poseen una destacada relevancia dentro de su argumento:

·       Oswald Cobblepot, el Pingüino: La serie nos permite ser testigos de sus comienzos como el típico “hombre de los mandados” (o similar), de una de las jefas del crimen organizado de ciudad Gótica.  No obstante gracias a su inteligencia y codicia, rápidamente va escalando en la jerarquía delictiva, para transformarse en el villano sofisticado que los lectores de los cómics de Batman conocemos.  Es así como su carrera en la villanía, se fundamenta en el asesinato y la traición, actos que comete sin culpa.  Y pese a todo,  sin duda viene a ser (quizás) lejos el mejor de todos los personajes que componen este show televisivo.  De hecho, bien se puede llegar a afirmar que el peso dramático del programa gira en torno a cuatro protagonistas, dos en el lado del bando de los “buenos” (por supuesto Jim Gordon y Bruce Wayne) y dos villanos, siendo el primero de ellos este y  el que a continuación se mencionará.   No obstante al tratarse de una historia contada en el actual estilo de las historietas del género, esta versión del Pingüino lo caracteriza como a un sujeto complejo (o sea, no un sujeto ruin por el puro gusto de serlo y/o unidimensional).  De este modo, resulta ser alguien que incluso puede causar simpatía en el espectador, debido a varias facetas suyas, tales como lo son su astucia y en especial el amor incondicional que siente hacia su madre; además destaca dentro de su carisma, la relación que tiene con el propio Gordon, por quien siente tal admiración, que lo hace desear su amistad (contrastando la apariencia del primero, retorcido y grotesco hasta cierto punto, con el segundo, de recio porte varonil y virtuoso).  El Pingüino de esta adaptación, como bien sucede en muchos de los cómics, es un hombre de gran inteligencia, de elevada elocuencia, quien se regodea en la violencia y que muchas veces comete con sus propias manos; asimismo tal como los gánsteres de las historias clásicas, busca no solo el poder del bajo mundo, sino que por igual el respeto de sus pares e incluso de aquellos ciudadanos sometidos a la legalidad.   La interesante fusión de versiones de este importante rival del Señor de la Noche, recuerda en su dimensión mafiosa, con sus rasgos de asesino frío y necesitado de afecto, a aquel visto en esa preciosa novela gráfica que viene a ser Pingüino: Dolor y Prejuicio. Por cierto, interesantísimo resulta ser la “explicación” de su célebre apodo.
·       Fish Mooney: Personaje inventado para la serie y que aquí toma el papel de la gran villana femenina dentro del universo batmaniaco (cabe destacar que dentro de las viñetas del Murciélago, han aparecido varias femme fatales destacadas), al menos en este punto de la trama o de la cronología aquí retratada.  Fish es una atractiva mujer afroamericana, quien trabaja para uno de los dos mafiosos que se disputan la urbe; no obstante, esta dama del crimen no se encuentra contenta con su rol, razón por la cual no vacila en pasar a llevar a su jefe, si esto significa conseguir mejores beneficios para su persona.  A diferencia de Oswald (quien dependía de ella), demuestra gran coraje y un carácter vengativo aún mayor que este.  Si la labor del actor que interpreta al Pingüino resulta increíble, la realizada por la bellísima Jada Pinkett Smith, la convierte en toda una preciosa bestia salvaje de cuidado; es así como logra acaparar, sin dudas,  la atención de buena parte de público en cada una de sus muchas intervenciones.
·  Alfred Pennyworth: El mayordomo de Bruce Wayne, es lejos uno de los personajes más emblemáticos y conocidos de las revistas dedicadas al Caballero Oscuro.  Pues el programa lo muestra mucho más joven, a diferencia del acostumbradamente visto en los cómics, lo que permite presentarlo como a un hombre activo y con enormes dotes en la defensa personal, además de su reconocida ironía y enorme devoción hacia su “amo” Bruce.   La serie no deja lugar a dudas, sobre el papel paternal que cumple este recio inglés para el adolescente Wayne.  A su vez la caracterización escogida para Alfred, remite bastante a la del cómic Batman: Tierra 1, en especial por su masculinidad y aire marcial.
·      Harvey Bullock: Quien fuera otro de los personajes más queridos por los lectores y de los mejores delineados dentro de las historias del universo batmaniaco, comienza primero retratándose como un sujeto corrupto y no muy virtuoso que digamos; no obstante la influencia de su nuevo compañero y amigo, Jim Gordon, logra sacar en este detective sus facetas más benignas, al punto de convertirse en otro protagonista atractivo para los televidentes.
·      Selyna Kyle: La muchachita que a futuro se transformará en la singular Gatúbela, acá es alguien que vive en las calles del robo y que ya demuestra sus dotes de sobreviviente, hábil gimnasta y ladrona de buen corazón, con cierto código de honor.  La serie desarrolla una temprana amistad entre ella y Bruce Wayne, uno de los puntos clave de su trama.  La joven actriz que hace de ella, recuerda bastante a Michelle Pfeiffer en el mismo papel realizado para el filme Batman Vuelve.  Por otro lado, la vestimenta que lleva en la mayoría de los episodios de esta primera temporada, está hecha a propósito para emular a la actual Gatúbela de las historietas.
·         Edward Nygma: Resulta ser nada menos que el mismísimo Acertijo antes de asumir tal identidad.   Acá toma un giro muy interesante, pues los creadores de la serie lo hacen ser un miembro de las fuerzas policiales de Ciudad Gótica, quien cumple la labor de forense para descubrir pistas en los escenarios del crimen; de este modo, desde su debut en el programa es mostrado como un hombre curioso, obsesionado con los acertijos y de personalidad tímida, que lo hace carecer de las dotes adecuadas para sociabilizar adecuadamente (si bien se esfuerza por caerle bien a la gente).  Sus rasgos son ya de un freak, tal como sucede con Oswald Cobblepot.  Pese a su actitud errática, posee una faceta graciosa, que al igual que el Pingüino, le otorga un grado de simpatía y con quien también comparte el interés por conseguir el beneplácito de James Gordon.
·         Leslie Tompkins: La doctora amiga de los padres de Bruce y que resulta ser más adelante una de las pocas personas en saber que él es Batman, es abordada en la serie como una mujer aún joven y hermosa, quien además mantiene un romance con Gordon.  No obstante sobre su relación con los Wayne, al menos en esta primera temporada no se ha abordado nada al respecto.  Aparece en la serie recién llevados varios capítulos, justamente cuando entre en escena nada menos que el Asilo Arkham.  Cabe mencionar que la actriz encargada de interpretarla, es la verdadera belleza trigueña Morena Baccarin, en un registro por completo distinto al que nos otorgó cuando trabajó en Firefly y el remake de V.
·         Barbara Kean: La esposa de Jim y quien a futuro será la madre de Barbara Gordon, Batichica, es una preciosa mujer rubia llena de inseguridades, hija de una familia acaudalada con la cual no se siente a gusto y que entra en crisis debido a lo peligroso que significa la carrera de su marido (razón por la cual luego se aleja de este, vuelve  a su dependencia a la bebida y a los brazos de un amor de antaño, lo que motiva el romance de Jim con la Tompkins).
·     Renee Montoya: La primera mujer de armas de tomar al servicio de la ley que destaca en Gotham, es en realidad un personaje que tal como el que a continuación se mencionará, en realidad pertenece a tiempos muy posteriores a los que corresponden al programa (puesto que su llegada al Departamento de Policía de la ciudad, es cuando Jim Gordon ya es comisionado, luego de años en su trabajo y cuando Batman ya ha hecho su debut público); no obstante su uso como personaje para los guiones, es un ejemplo del interés de los responsables por sacar mayor provecho del repertorio comiquero, incluso si ello significa jugar con la continuidad.  Cuando llega Gordon al lugar, sospecha de él, pues cree que es uno más de los oficiales corruptos que abundan en la metrópolis; sin embargo, luego de unos cuantos conflictos entre ellos, se da cuenta de que puede contar con Jim para limpiar la zona.   Uno de sus aspectos más interesantes, resulta ser su lesbianismo, que es abordado con naturalidad en los capítulos, si bien este aspecto da más de una sorpresa para la audiencia.
·     Sarah Essen: Quien en las historietas se transforma en la segunda esposa de Jim Gordon, ya en plenos tiempos de Batman, acá es representada con unos cuantos cambios, como bien sucede que en esta adaptación es una dama morena y de aspecto latino o mestizo (en contraposición por la platinada Sarah de las viñetas).  No obstante mantiene los rasgos virtuosos de su versión original, si bien aquí es la jefa de Gordon, convirtiéndose en una de sus grandes aliadas.
·    Harvey Dent: Este corresponde al futuro villano Dos Caras, quien acá es todavía un idealista abogado,  aunque ya se muestran algunos de sus rasgos caracterizadores, tales como su famosa moneda (que gusta de lanzarla al aire) y sus arrebatos de ira.  Los guionistas también adelantaron su ingreso a la trama, siendo que acá viene a ser un futuro amigo de Jim (por el momento solo su socio en la defensa del bien común), en vez del gran amigo de Bruce Wayne, hasta que la transformación que termina convirtiéndolo en uno de los grandes villanos de Ciudad Gótica (y en uno de los más peligrosos).
·     Carmine Falcone: Mafioso de orígenes italianos, quien debe lidiar con Salvatore Maroni, otro señor del crimen organizado de la polis y cuya confrontación “respetuosa”  es esencial dentro de la trama general de esta temporada.  Puede ser tanto un hombre de grandes actos de violencia, como un sujeto de honor y sensible, razón por la cual encarna al gánster clásico italonorteamericano, propio de las obras literarias de Mario Puzo.  Data de la mencionada novela gráfica Batman Año Uno, teniendo además otra destacada participación en El Largo Halloween de Jeph Loeb y Tim Sale.

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