En el año de 2011 apareció en el naciente
mercado juvenil literario chileno, una novela titulada El Atormentador de la Torre de
los Nigromantes de James Valkan, pseudónimo de Alan Alarcón (16 de
junio de 1992) y el cual corresponde al primer fruto de sus inclinaciones
literarias. Este libro se promocionó
como la entrega inicial de una saga, no obstante a la fecha no ha aparecido su
continuación y quién sabe si algún día quienes hayan leído esta ópera prima,
sepamos que sucedió con sus personajes, tras su desenlace que quedó al más puro
estilo del cliffhanger de las seriales gringas (o sea, en “continuará”).
El
libro en cuestión corresponde a una obra de fantasía épica tradicional (con
brujos, caballeros justicieros y una respectiva orden que los rige, reyes,
dragones, razas varias entre las que se encuentran elfos y elementales,
demonios, una guerra entre el bien y el mal y otros elementos propios del
subgénero), de corte juvenil, ya que sus personajes principales son en primera
instancia adolescentes y luego tras transcurrido su argumento, podemos
encontrarlos en los albores de su adultez.
Por otro lado, la novela aborda el tema del crecimiento personal luego
de una serie de pruebas, gracias a que sus dos protagonistas y algunos de sus
compañeros, deben sortear dichas experiencias de la mejor manera posible, si en
realidad desean llegar a convertirse en sujetos plenos. Todo esto sazonado con abundantes aventuras y
peligros habituales en este tipo de obras, por medio de los cuales, además, es
posible dejar en conocimiento para el lector qué tipo de individuos resultan
ser sus héroes (y antihéroes) de turno.
La
narración se encuentra articulada a manera de montaje, ya que la acción gira en
torno a sus dos protagonistas, alternándose los capítulos entre uno y otro,
puesto que en sus páginas se van entregando detalles acerca de ambos sujetos,
que si bien apenas se conocen y corresponden a bandos por completo distintos,
queda claro desde un principio que sus vidas se encuentran irremediablemente
unidas. Por lo tanto, los
acontecimientos y los escenarios, se suceden en el libro cubriendo según sea el
caso, lo que sucede con uno y otro personaje, a través de los saltos
respectivos en el punto de vista con el que se enfoca el narrador. Por un lado está Altair, un nigromante que
apenas resulta ser un muchacho, pero quien a su corta edad llega a ser un
poderoso miembro de sus huestes (dedicadas al mal) y el que además guarda
consigo un inmenso poder del que apenas tiene conocimiento. Como muchos de los suyos, desde pequeño que
vive en el detestable hogar de los nigromantes, aprendiendo sus oscuras artes y
en medio de un sitio donde está prohibido todo acto de nobleza; sin embargo
este no se encuentra por completo a gusto con todo ello y al final su
“rebeldía” le trae los respectivos problemas, que lo llevan a convertirse en un
prófugo entre el resto de los habitantes de la Torre. En tanto, en el otro lado de esta guerra que
se efectúa entre los nigromantes y las fuerzas de la luz, se encuentra el
también pequeño Iván, quien desde que tiene uso de razón, desea seguir los
pasos de su heroico padre como paladín, nombre que se le da a quiénes sirven en
la orden caballeresca, entre los cuales su propio progenitor ha destacado. Una vez que Iván logra su cometido, tras la
triste pérdida de dos sus seres más queridos,
se ve embarcado en la aparente confrontación final entre los dos bandos, que se
disputan la supremacía del mundo.
En
cuanto a la personalidad de ambos protagonistas, el primero, Altair,
corresponde a alguien que carga con el resentimiento de haber sido arrancado
siendo muy niño de su familia, recordando el amor que conoció, lo que lo lleva
a cuestionarse su propio papel como nigromante.
Es debido a todo esto que no disfruta de matar y si puede lo evita,
manteniendo además su propio código de honor que lo enaltece entre el resto de
los nigromantes. Para su suerte conoce a
otra hechicera de la Torre, con quien llega a entablar una verdadera amistad,
ya que esta misma demuestra guardar iguales resquemores que él acerca del
camino en que han llevado sus vidas. Sin
embargo Altair es un personaje ambiguo moralmente, lo que tal vez se deba a su
corta edad, ya que no vacila en usar sus habilidades en la nigromancia
(consistente en manipular cadáveres humanos y osamentas mágicamente) y en al
menos un momento del libro, ello lo hace verse sin duda como alguien indigno;
asimismo no vacila en unirse a una banda desalmada de ladrones y a trabajar de
verdugo.
Con
respecto a Iván, en muchos aspectos resulta ser la contrapartida del otro,
puesto que mientras hay ambivalencia en el nigromante, en el paladín se puede
observar un espíritu puro y sin ápice de mácula. Por esta misma razón Iván resulta ser un
personaje mucho más plano que Altair, debido a que carece de la complejidad
psicológica del otro protagonista. No
obstante pese a este aspecto suyo tan perfecto, se vuelve más interesante
cuando demuestra poseer un lado más proactivo, que incluso lo hace ir por sobre
las órdenes de sus superiores, aunque siempre con el propósito de hacer lo
correcto. Pese a lo anterior, el
muchacho llega a ser menos interesante que su contrapartida.
Hay
al menos unos cuantos personajes más de relevancia en la trama y que consciente
o inconscientemente el autor los ubica entre los amparados al margen de la
ley. Y esto porque los compañeros de
Iván llegan ser insulsos en su beatitud, comparados con la personalidad más
atractiva de estos otros, quienes de seguro en una nueva entrega sobre ellos
podrían dar gratas sorpresas al lector.
El primero de tal grupo corresponde a Fausto, un dragón creado por la
nigromancia y que pertenece a Altair; a diferencia de otros de su especie,
Fausto nació con autoconciencia, siendo una criatura inteligente y locuaz…No
obstante el escritor desperdicia su figura y lo hace desaparecer de la
narración cuando se esperaba más de él.
En cambio mejor suerte posee en su tratamiento el también ex nigromante
Zarath, quien ya anciano ha amasado fortuna en varios negocios y recoge al
propio Altair como una especie de protegido, pues queda claro que se siente
reflejado en las miserias de este cuando se encuentran por primera vez. Zarath es a sí mismo sabio a su manera y un
gran aliado frente a la adversidad. Por
otro lado se encuentra Valencia, la lideresa del grupo de ladrones con el que
trabaja Altair y a quien llegó a conocer gracias a la intervención de su nuevo
maestro; Valencia viene a ser el personaje femenino mejor desarrollado de todo
el libro, si bien no aparece tanto en él como se quisiera. Existe un cuarto personaje atractivo, aunque
tan desaprovechado como el mencionado dragón, Arlequín, igualmente llamado
Joker, una especie de demonio etéreo de las arenas, con quien se encuentra el
mismo Altair en uno de sus viajes.
El insinuante
título del libro es explicado sin vacilaciones, en uno de los momentos de
acción, no obstante ello pareciera ser forzado o bien le faltó mayor trabajo a
este concepto dentro de la narración, de modo que todo resultara más
espontáneo. En todo caso, de seguro el
autor se habrá guardado para más adelante el verdadero origen del llamado Atormentador
de la Torre de los Nigromantes.
Uno
de los elementos más ingeniosos de la novela, resulta ser la existencia de una
especie de ángeles femeninos, quienes son enviadas por la divinidad, para
ayudar a los paladines en su cruzada justiciera. Estas entidades son llamadas valkirias y
existen al menos tres, cada una de ellas con sus propios nombres y atributos. Por supuesto que dichas entidades intervienen
en la lucha contra el mal, si bien una de estas, llega a tener una pésima
suerte al cruzarse con el mayor villano de la novela.
Al
existir una edificación consagrada al mal, como bien corresponde a la Torre de
los Nigromantes, además de estos mismos como grupo dedicado a la magia negra y
con sus respectivos propósitos egoístas, era de suponer que hubiera un
cabecilla detrás de todo esto…Y es acá donde aparece la figura de Caín (nombre
bien elegido, que como otros usados en la narración, trae claras reminiscencias
de viejas y clásicas historias), quien encarna en esta obra toda la maldad que
puede haber en el corazón humano y el cual pese a sus grandes habilidades, que
han superado a su misma muerte, debe doblegarse ante poderes superiores a él en
el reino del mal; es al respecto, cuando aparece una de estas fuerzas malignas
superiores, que queda claro en el texto que su autor tiene al menos en mente,
un universo ficcional mucho más rico y complejo, que el que logra avistarnos en
esta obra.
Un
lector ya versado en el género, al que se adscribe este primer acercamiento de
James Valkan en el arte de la fabulación, puede fijarse en un detalle bastante
especial: En determinado momento de la trama se mencionan máquinas voladoras, a
manera de nueva invención propia de la ciencia y la tecnología, en vez de la
magia…Frente a este hecho uno puede llegar a preguntarse… ¿Acaso habrá leído este juvenil artista a Brandon Sanderson y su trilogía de Nacidos de la Bruma? Pues
tanto este libro juvenil como la famosa saga de Sanderson, sorprenden por
tratarse de títulos ambientados en un mundo donde existe la magia y en los
cuales es posible la presencia de estos elementos, algo que resulta ser toda
una novedad en la literatura de este tipo.
A la
hora de leerla, El Atormentador de la Torre de los Nigromantes se disfruta con
rapidez (poseyendo poco más de 300 páginas, que incluyen ilustraciones hechas
por su propio escritor). Por otro lado,
teniendo en cuenta que Valkan la escribió siendo bastante joven, se puede
apreciar el entusiasmo con el cual realizó tal labor, dando forma a una obra
claramente inspirada en arquetipos propios de este tipo de historias. Por cierto, si se toma como un temprano debut
al respecto (su redacción y publicación fueron mientras el escritor tenía 17 y
18 años), se le pueden perdonar sus errores, que más pueden considerarse como
aspectos a mejorar en una próxima entrega o, no sería malo, en una reescritura
del libro, una vez concientizados los aspectos a mejorar; en este último
sentido la novela saldría ganando bastante y el lector más todavía, al
encontrarse con un trabajo superior y más maduro. Por lo tanto no se mencionarán aquí los
defectos de la novela, por cuanto debe evaluársela como una especie de prueba,
valerosa, de su autor en el mundo de la fantasía literaria.