lunes, 30 de marzo de 2020

El Salto de TNG al cine.


1. Palabras previas.

     Hace alrededor de un año que me terminé de rever una de mis series favoritas, Star Trek: The Next Generation (TNG para los amigos), en la estupenda edición en blu-ray que encargué a Europa a través de Amazon.  Pues luego de verme su inmensa cantidad de episodios (algo que difícilmente consiguen los programas hoy en día, cuando a lo más te entregan 13 episodios por temporada por lo general y no 26 como era habitual en los “viejos” títulos trekkers), me había hecho la promesa de verme de nuevo sus 4 películas y que me gustan bastante (si bien tengo mi favorita entre ellas y ya sabrán cuál).  El tiempo dedicado a otras cosas, ya sea por necesidad o por destinarlo a otras entretenciones y/o temas para mi blog, me llevó a aplazar mis intenciones y al final solo ahora, en plena cuarentena por el maldito Coronavirus, me dispongo a comenzar de una vez este propósito.  
    Por otro lado, el final de la primera temporada del nuevo show de la franquicia, Star Trek: Picard, con todas las alabanzas y críticas respectivas por parte de los fanáticos más acérrimos, me “obliga” a repasar lo que fue de nuestro querido capitán Jean Luc-Picard, luego de la última vez que lo vimos en pantalla chica, junto al resto de la tripulación del Enterprise-D.  Y es que obviamente me deseo ver esta nueva serie protagonizada por uno de mis actores favoritos, Patrick Stewart y dedicada a uno de mis personajes predilectos de la ficción televisiva; pero considero que como incondicional del universo de Star Trek, mayor podría ser mi placer verla, luego de tener fresco el pasado de su protagonista y con ello apreciar mejor el desarrollo de este a lo largo de su historia.
    …Cosas mías ¿No?

Portada de la adaptación al cómic y que recuerdo haber leído en su momento.
2. De qué va Star Trek: Generations.

     Esta cinta que fue llevada a cabo mientras se realizaba la séptima y última temporada de TNG, fue estrenada en noviembre de 1994, el mismo año en que terminó de exhibirse la serie en mayo de esa misma temporada.  Como ya se hizo tradición en la pantalla chica, el programa anterior (o más bien alguno de sus personajes) le cedió el puesto en la pantalla grande a esta “nueva generación” y para ello vemos al comienzo de la cinta a unos maduros Chekov y Scotty, de la tripulación de lo que llamamos Star Trek: The Original Series, acompañados nada menos que por el viejo Kirk en medio de una ceremonia oficial (nada menos que del “primer vuelo” del Enterprise-B).  Lo que debería ser algo para relajarse y el reencuentro entre antiguos amigos, termina nada menos que con algo que solo ahora pudimos llegar a conocer: La manera de cómo murió uno de los heroicos y legendarios personajes, de esa tan querida serie seminal trekker.
    Ya en el siglo XXIV, la vida sigue para los otros entrañables personajes del Enterprise-D y hasta que un incidente en una estación espacial, hace que nuestros protagonistas se encuentren con el villano de esta historia: el doctor Tolian Soran, un El-Auriano obsesionado con regresar a una especie de dimensión alternativa (algo así como el Paraíso de su especie) y que está dispuesto a ello a costa de cualquier cosa, aunque signifique la muerte de millones de personas.  Es así que el buen capitán Jean-Luc, es el único que puede impedir que los sueños egoístas del “mad doctor” se realicen, encontrándose en el camino nada menos que con un aliado inesperado.
    Ya varios actores de la primera serie habían aparecido en uno que otro memorable episodio de su continuadora, no obstante faltaba uno de los más importantes (junto con Leonard Nimoy, el maestro detrás del adorable Señor Spock y a quien lo vimos en esa joyita de dos partes que es Unificación, que se realizó para conmemorar los 25 años de Star Trek, durante la quinta temporada de TNG) y este fue el momento ideal para que apareciera James Tiberius Kirk, en la piel del veterano William Shatner y que más encima lo tuviéramos junto a su sucesor.

Supongo que esta es la tapa de un viejo video juego para PC ¿No?
3. Unos cuantos comentarios personales.

     Aparte de William Shatner, interpretando al personaje que le dio fama y de los igualmente queridos por los más ñoños de la casa, Walter Koenig (Chekov) y James Dohan (Scotty), esta película nos dio la dicha a los fanáticos de reencontrarnos con otro querido personaje de la franquicia y específicamente de TNG: Guinan, la sabia El-Auriana interpretada por Whoppie Goldberg.  Si recordamos bien, esta premiada actriz es una trekker de corazón desde su infancia, cuando a muy temprana edad descubrió en la tele a Nichelle Nichols haciendo de la teniente Uhura, en lo que sería el primer papel de un afroamericano en la televisión, haciendo un rol dramático donde se codeaba con blancos como una igual y más encima de forma periódica en un show semanal; es así que su personaje por pedido suyo a Gene Rodenberry, fue creado en exclusivo para ella, cuando pidió actuar siendo ya una artista oscarizada y luego trabajando para la serie por una cantidad de dinero simbólica (en otros palabras, actuando gratis en algo que la hacía feliz y que para nosotros, sus seguidores y también trekkers, nos dio grandes dichas tras contemplar su desempeño en el show).  Fue así que sin haber aparecido en toda la séptima y última temporada del show, volvió a salir cumpliendo con un rol bastante relevante como su personaje y hasta con muchas mejores escenas y diálogos, que varios de los miembros oficiales de la nave.  Como esta inclusión sorpresa suya en el filme se hizo de manera “cordial” y sin transacción monetaria, no se agregó el nombre de la actriz a los créditos de apertura, para no tener problemas con el Sindicato de Actores de Hollywood.
    Por otra parte, también volvimos a tener para regocijo del espectador habitual, a las “dulces hermanitas” Lursa y B´Thor Duras, grandes villanas que conocimos en el transcurso de la serie, que con esta película dio su primer paso al cine.  Sin embargo, la presencia de estas salvajes y mortales bellezas klingon, solo fueron el agregado para el verdadero “malo” del argumento.  Interpretado por un actor de la talla de Malcom McDowell (cuyo único verdadero contrincante actoral, en esta película, era el también inglés Stewart), viene a representar un tipo de villano complejo y que nunca antes se había visto en los largometrajes de la saga: un hombre marcado por tal dolor, que sin ser malvado está dispuesto a cometer atrocidades para acabar con sus cuitas y alguien que ante la pérdida por la que ha pasado, también ha dejado atrás su capacidad para sintonizar con otros.  Por esta misma razón, resulta ser un rival memorable, acompañado, claro, por el desenvolvimiento actoral de McDowell.
     No estamos acá frente a una maravilla del séptimo arte de ciencia ficción y sin duda muchos capítulos del mismo programa son mejores que este; no obstante, sus diálogos y dilemas a los que se enfrentan sus personajes, en especial Picard y quien de alguna manera se ve reflejado en su contrincante, como también en el mismísimo Kirk, nos llevan a reflexionar sobre el papel que toman en nuestras vidas las decisiones que tomamos.  Por lo tanto, la búsqueda de la felicidad y el consabido resultado de la plenitud, gracias al equilibrio que hemos llegado a tomar durante este proceso, se presentan en medio de una producción que igual posee bastante humor y acción, otros elementos habituales en Star Trek.   Teniendo en cuenta todo esto, el drama por el que pasa Picard (quien en el transcurso de la cinta ha recibido una muy triste noticia) y el propio Data, que ha decidido ponerse de una vez el chip emocional de su desaparecido hermano mayor Lore (con serias consecuencias para su vida), nos invita a tomar conciencia sobre cómo enfrentamos los sucesos más dramáticos de nuestra vida y los superamos con madurez para crecer espiritualmente (algo que vemos también pasa con el propio Kirk, todo ello en contraste con Soran, que se ha quedado anclado en el pasado y no ha evolucionado como persona).
     La cinta fue dirigida por David Carson, quien estuvo detrás de varios capítulos de TNG y además cuenta con una preciosa banda sonora a cargo de Dennis McCarthy, el cual ha musicalizado varios de los capítulos de la serie, incluyendo el piloto y luego otros spin-off de la franquicia, como Star Trek: Deep Space Nine (para el cual creó su precioso tema principal).  Por otro lado, en el guión estuvieron tres nombres habituales al programa y responsables mayormente de su éxito gracias a los excelentes libretos y capítulos que nos dieron: Ronald D. Moore, Branon Braga y Rick Berman. 
     Como dato anecdótico, en una escena aparece por unos segundos Tim Russ, en su primer trabajo para el mundo trekker y quien un par de años después estaría a cargo de uno de los mejores personajes de Star Trek; el vulcano moreno Tuvok, de Star Trek: Voyager.

Banner para promocionar el VHS (¡Qué antigua nos parece esa tecnología hoy en día!).
4. Recuerdos personales en torno a este filme.

     Tuve el gusto de ir a ver este filme al cine (solito) y en una época en la cual apenas me había visto unos cuantos episodios, de la serie de la que provenía.  Si bien creo que por aquel entonces desconocía el término de trekker, ya tenía un amor tremendo por la franquicia (en especial por la serie clásica, pero más por la versión animada, que tanto me la vi de niño).  Habían muchas cosas del guión que ignoraba, en cuanto a la propia historia de sus protagonistas, como lo del sobrino de Picard y el chip emocional que terminó por instalarse Data.  Puedo contarles, además, respecto a aquella salida que en las dependencias del lugar al que fui (uno de las tantas salas en el Centro de Santiago, que lamentablemente ya no existen, el Rex) regalaban unos preciosos stickers rectangulares, pequeñitos, uno por cada personaje y me acuerdo que el dedicado a Guinan decía “La Oyente”. 
     Un par de años después en el Centro Cultural Montecarmelo, ya cuando formaba parte del primer Fan Club de Star Trek chileno (que hasta personalidad jurídica teníamos), Zona Neutral, en uno de los eventos que tuvimos me volví a ver en pantalla grande (bueno, no tan grande si se la compara con la del hoy extinto Cine Rex) y ahora sí que le encontré mayor sentido a esta cinta, que la primera vez no la pude apreciar tanto, puesto que aún no era tan experto en su cronología. 
     Desde aquellas dos ocasiones me la he repetido varias veces, en VHS, DVD (que me la conseguí en esas ediciones de dos discos, que sacaban antes de las versiones en HD, a “precio de huevo” y nuevecita, más encima) y ya dos veces en blu-ray, desde que me la compré en este último formato en un hermoso pack importado.  Le tengo mucho cariño a este filme y me alegro de haber podio haber escrito por fin de él.


                                         El tráiler clásico lanzado en su momento para esta película.

sábado, 28 de marzo de 2020

¿Basada o inspirada en una novela de Stephen King?


      Lo que en un principio se consideró como una miniserie, adaptando la novela Mr. Mercedes de Stephen King, primera parte de su Trilogía policial de Bill Hodges, resultó ser un inesperado éxito más allá de las expectativas de sus productores.  De este modo, se decidió inmediatamente trabajar con las siguientes novelas, manteniendo por supuesto a sus actores principales, en una segunda temporada para exprimir esta verdadera gallina de huevos de oro.  No obstante, para seguir explotando la relación entre los héroes y el villano que da nombre al primer libro y a lo que terminó por convertirse en serie, adaptaron el tercer tomo de la trilogía (Fin de Guardia) como materia prima de esta segunda temporada y dejaron para la tercera y última parte el volumen del medio (Quien Pierde Paga) ¿Por qué razón realmente hicieron esto? Ahora sabremos por qué…
    La segunda entrega de la trilogía (no tan buena y quizás algo soporífera, aunque tampoco deja de tener sus grandes momentos) trata de un caso que nada tiene que ver con el tristemente famoso Mr. Mercedes, el asesino psicópata que en la TV fue tan bien personificado por Treadaway y quien bien podría decirse casi (o por completo) logró opacar a las otras estrellas del show y hasta al veterano Brendan Glesson, a cargo del detective Bill Hodges (el personaje principal).  En cambio. como este sí aparece en el último libro (que en el anterior tuvo solo una especie de cameo), optaron por continuar de inmediato su confrontación final con las fuerzas del bien, aunque para ello cambiaron varios elementos de modo conseguir tal alteración de los hechos.
    Es así que la temporada nos muestra a un catatónico Brady Hartsfield, que está siendo atendido por un prominente médico, quien en secreto está experimentando con él al suministrarle una droga no aprobada por el gobierno usaca. Los químicos le han despertado en ciertas habilidades extraordinarias, a lo que parece se ha sumado la lesión que le provocó nuestra querida Holly Gibney para evitar que este provocara una nueva masacre; de este modo su conciencia se ha activado, si bien primero no demuestra físicamente que ello está pasando.  Por otro lado, ha adquirido el poder de controlar a la gente, metiéndose en su mente y manejando su cuerpo, suplantando su personalidad con la suya.  Solo nuestros héroes han llegado a darse cuenta de lo que en verdad está pasando y por esa misma razón deben luchar una vez más con un mal que ahora está a otro nivel, aun cuando las circunstancias los hacen ver como si estuvieran locos; por lo tanto, ahora también se enfrentan a los deseos egoístas del médico que quiere sacar provecho de su paciente y de la ley establecida, representada por un empleado del gobierno encargado de vigilar al paciente.  
     Quien haya leído antes la novela que se adaptó en esta temporada, lejos la mejor de las tres que comprenden este ciclo (y considerando que la primera de ellas resulta ser bastante buena), es comprensible que espere ver en imágenes, e interpretado por tan buenos actores, algunos de los momentos más magníficos del libro (tal como le pasó a este servidor); sin embargo, a menos que se saque de la cabeza la idea de que su idea de la serie, sería la misma que la de quienes están detrás de esta adaptación, puede salir muy decepcionado…Tal como me sucedió a mí, que hace un par de semanas no más que tenía acabado el libro, así que bastante frescos son mis recuerdos de este.  Pero debo ser justo, tampoco se trata de una mala versión, solo que me resulta demasiado “libre” respecto al material del que se nutre, puesto que se tomaron bastantes permisos a la hora de continuar la guerra entre los héroes y el villano; por otro lado, me parece que la espectacularidad presente en el texto literario, apenas se encuentra en la serie, por mucho que se hayan esforzado en realizar algo digno y es que algunos de sus momentos más impactantes y llenos de ese elemento fantástico que tan bien le salen a Stephen King, aquí no se encuentran. Supongo que prescindieron de todo esto para ahorrar dinero, tal como en la primera temporada cambiaron el concierto de rock por un evento cultural. A ver, vamos por parte mejor.

 

1. Como ya pasó con la primera temporada, “suavizaron” a algunos personajes, tal como sucede con el desagradable Doctor Felix Babeneau y quien acá no es el amargado hombre, ya bastante maduro, que conocimos quienes leímos el tomo, sino que aparece como un guapo hombre mucho más joven y de trato amable en general; su esposa además en la pantalla tiene gran importancia dentro del argumento y apareciendo casi como una “Lady Macbeth”, que lo manipula por el puro deseo de obtener más poder.

2. Conocemos al “Chico Z”, aunque nunca se le llama así acá y su historia varía bastante de cómo pasa en el libro; por otro lado, nunca llega a haber un “Doctor Z” y ello significa que el final de todo para nada será tan dramático y lleno de tensión como sucede en la novela (¡Y yo que esperaba con ansias ese enfrentamiento!).

3. Aparecen las llamadas miniconsolas Zappid, pero salvo un solo uso que le da Brady a uno de estos aparatos, olvidémonos de todo eso del “Príncipe del Suicidio”, con los otros casos de manipulación por parte del psicópata y su último plan para provocar la muerte en masa de jóvenes a lo largo del país gracias a estas maquinitas (y por esta misma razón, la simpática hermana menor de Jerome, volvió a estar casi de adorno en la pantalla; que recordemos quienes leímos Fin de Guardia, la chica tenía un papel bastante relevante dentro de la historia al respecto en dicha obra).

4. Cuando pensamos que también volveremos a tener con nosotros a uno de los buenos secundarios de la primera temporada… ¡Se lo echan en el primer episodio! Igual esto puede ser bueno por un lado, ya que acentúa la idea de mortalidad a la que están expuestos los personajes y en especial el maduro protagonista.

5. Como algo que sí me gustó, estuvo la creación de un secundario muy interesante: Antonio Montez, un fiscal del distrito que está a cargo de estar al tanto de Brady Hartsfield, mientras este permanece vegetal, por si despierta de una vez y de ese modo lo pueden llevar a juicio; este hombre terminan por convertirse en un inesperado aliado de Bill Hodges y ante el atractivo de su rol, vuelve aparecer en la última temporada del programa.

6. Otra cosa que celebré (dentro de lo poco que me agradó esta temporada) corresponde a que la para mí simpática versión televisiva de Lou Linklatter y quien toma lejos un rol mucho más relevante, que el de su “inesperado regreso” en la tercera novela.  Tras el decepcionante final de temporada, su intervención asombrosa es lejos lo mejor al respecto.

7. También encuentro afortunado que hayan rescatado al personaje de la ex esposa de Bill, quien no sale en las novelas, pero que ya en la temporada anterior tuvo un pequeño papel y que acá se convierte en otro secundario relevante; dándole otro respiro al héroe para descansar de sus heridas de batalla.

8. Como la idea era aprovecharse de la figura del villano, tan bien interpretado por Harry Treadaway, se potenció su presencia haciendo uso de un recurso habitual en las novelas de King: la recreación de su mundo interior a través de la materialización de sus pensamientos; de ese modo, como en el último volumen de la trilogía este en realidad no aparecía usando su cuerpo, acá sí lo vemos en el plano mental de manera bastante activa.  Por otro lado, para hacerlo aún más “divertido” para cierta parte del público, que adora a los villanos tipo Guasón, lo dotaron de un humor negro que carece en los libros, haciendo varios chistes y mostrándolo en situaciones absurdas en el mundo de su conciencia. No niego que en más de una ocasión me sacó una sonrisa, pero no dejo de pensar que este fue un recurso populista, para hacer más digerible a un asesino que en los libros es en verdad muy, muy mortal y carente de toda simpatía (y aun así, en su versión original uno de los mejores villanos del Tío Steve).

9. Pero algo que no les voy a perdonar, es el hecho relevante de cómo termina la historia del mismísimo Mr. Mercedes y que si bien no voy a hacer spoilers al respecto, solo me permitiré decir que me parece ridículo el cambio final por el que pasa este, algo que casi es de un momento a otro y forzado.

    Como entenderán, en general no me dejó muy contento la segunda temporada y ello me hizo tenerle poca fe a la siguiente y final de este show, que todavía lo estoy viendo cuando escribo estas líneas (así que pronto se vienen mis palabras para ello)…Y se me estaba olvidando: ¿Se dieron cuenta de la alusión a El Resplandor, por parte de este ahora payasesco Mr. Mercedes?


domingo, 22 de marzo de 2020

Conan el Bárbaro en cómics.


1. ¡Gracias San Thomas de Marvel por favor concedido!

     En 1970 los éxitos de la Casa de las Ideas comenzaron una nueva etapa entre sus logros artísticos y comerciales, llevar al noveno arte al popular personaje de la era pulp gringa de los años treinta, Conan el Bárbaro de Robert Howard; con este proyecto comenzarían otras publicaciones de tipo literaria, como la serialización de nada menos que del Drácula de Bram Stoker, también bastante popular.  Debe quedar constancia, en todo caso, que si bien el guerrero cimmerio de la Edad Hiboria, ya era bastante famoso entre los lectores ñoños para esa época, solo gracias al impacto masivo de estas viñetas marvelitas se hizo mayormente reconocido a nivel mundial; y es que hasta el año 2000 estuvo publicando este sello historias sobre Conan, permitiendo con ello que el público y las empresas se interesaran en él, saliendo luego las añoradas películas con Arnold Schwarzenegger, las series animadas (para niños), videojuegos, juegos de rol, set de cartas y otros artículos para gusto de sus fanáticos y explotación del mercado (hubo una serie de imagen real en los noventa, que duró una pura temporada y si bien suavizó al personaje bastante, tengo entendido que no era mala).
     Varias revistas sacó Marvel al respecto, incluso “tiras cómicas” para periódicos y luego de perder los derechos se encargó de ello Dark Horse, que tal como lo hizo en su primera etapa Marvel, también contrató a artistas de primer nivel para llevar a cabo las aventuras comiqueras del personaje (gente como Kurt Busiek, por ejemplo, el mismo guionista detrás de esa maravilla que es Kingdom Come).  El año pasado no más, la Casa de las Ideas recuperó la potestad para volver a editar al cimmerio en historieta, ya sea a través de reediciones de sus viejas historias, como por medio de otras nuevas.
     Pero si volvemos al comienzo de los comics de Conan, es necesario tener en cuenta que el encargado de llevar tal proeza fue Roy Thomas, un guionista que hoy en día es toda una leyenda viviente.  Su elección para encargarse de esta tarea es comprensible y es que él estuvo detrás de las aventuras de Los Vengadores,  tras la salida de Stan Lee en este título a mediados de los sesenta, consiguiendo mayores niveles de calidad para los llamados Héroes más Poderosos de la Tierra; más encima luego tomó el cargo que tenía su predecesor dentro de las oficinas de la empresa, de modo que para esa época ya era un nombre de relevancia en sus dependencias.  Más de una década estuvo Thomas a cargo del guerrero, labor que compatibilizaba con sus otros encargos como escritor.  La gran genialidad de este artista, viene a ser la manera que tuvo para imitar el estilo de escritura y narración de Howard, adaptando tanto los textos de este al cómic, como aprovechando otros trabajos del texano y los que rehízo de tal manera que calzaran perfectamente con la continuidad comiquera del héroe/antihéroe/mercenario; por otro lado, no dejó de ocupar a los personajes salidos de la imaginación del escritor original, llevando a mayores territorios a estos y convirtiéndolos en verdaderos íconos de la cultura popular, tal como la pirata Belit y la espadachina Sonja la Roja, a la que tuvo la formidable ocurrencia de sacarla de otro texto de Robert Howard, el cuento histórico La Sombra del Buitre y a la que terminó por darle su propia revista para regocijo de los seguidores de la colorina.
    En el apartado gráfico, Roy Thomas se apoyó con el pincel de Barry Windsor-Smith al comienzo de todo (quien en ese tiempo firmaba como Barry Smith), pero luego el dibujante que se tomó para la posteridad la imagen más destacada del protagonista, vino a ser John Buscema y quien acompañó al guionista también por un larguísimo periodo en la colección.   Otros maestros que también colaboraron con el rubio Thomas, vienen a ser Neal Adams y Howard Chaykin, sin desmerecer el apoyo del filipino Ernie Chan, que a veces se encargaba por completo del dibujo, cuando no solo hacía los acabados y los entintaba con gran belleza.



2. La edición que poseo.

     En la actualidad, en nuestra lengua existen dos versiones de los llamados omnibus (recopilaciones grandotas) de Conan el Bárbaro en cómic; ambas en tapa dura y   que superan las 500 páginas en cada tomo.  Por un lado tenemos la mejor de ambas, que corresponde a la de Panini, la cual viene a ser una preciosa edición con los colores “chillones” originales, si bien remasterizados y que está llena de material original, tal como nos tiene acostumbrados esta empresa italiana; a su vez los tomos llevan sobrecubierta y en total ya llevan sacado al mercado dos de ellos, además de un primer volumen dedicado a La Espada Salvaje de Conan, que era en su tiempo la revista en formato más grande y dirigida a un público más adulto, por no seguir el llamado Comic Code, así que estaba llena de desnudos y escenas más violentas que las otras colecciones sobre el guerrero.  Estas cuidadas ediciones en Chile salen bastante caras, en todo caso (superando los $50.000 pesos chilenos), así que he optado por no comprarlas y por ello me he quedado con la de su “competencia”…
     Es así que la que yo tengo corresponde a la sacada por Planeta De Agostini y la que está casi completa (creo) o al menos está mucho más adelantada que la de Panini, en materia de su continuidad.  De este modo, ya está por completar los 10 números y lleva al menos 3, aparte, dedicados a Conan Rey, ambientada en los años de madurez del salvaje como monarca de Aquilonia (que según los mismos escritos originales de Robert Howard, este consiguió el trono de dicho país, uno de los más poderosos de la Edad Hiboria).  Su versión posee recoloreado de tonos más oscuros, supuestamente porque esa es la tendencia de los lectores actuales y, por otro lado, es bastante básica, que solo trae introducción el primer tomo, no lleva portadas y para las tapas se usa una viñeta en grande de uno de los cómics del interior y ni siquiera trae índice.  Como agregado solo incluye al final de las historias, un montón de textos, por lo general de puño y letra de Roy Thomas, con análisis y comentarios de los números del cómic que cubre el volumen en cuestión.  Es una edición como por lo general hace Planeta, con solo el material principal, pero es casi un 40% más barata que la sacada por su competidora.  Asimismo, entre estas nuevas ediciones suyas del personaje, que de antes sacaba colecciones bajo su catálogo Forum, tiene en una edición de lujo un compilatorio en blanco y negro de Conan & Belit, en versiones sin censura.
     ¿Y cómo es posible saquen ambas editoriales sus propias versiones de estos compilatorios? Pues resulta que Planeta hizo los convenios con Dark Horse, cuando esta tenía los derechos del guerrero y por eso no reproduce el logo de Marvel u otros elementos propios de la Casa de las Ideas en sus tomos y eso comenzó a sacarlos en 2018; de modo que seguramente sus negocios con el sello gringo, fueron al menos un año antes de cuando comenzaron a sacar al mercado hispanoparlante los integrales.  En cambio, Panini empezó solo el año pasado con su propia edición, o sea, ya cuando Marvel había recuperado los derechos y quizás, por eso, también va más lenta que su competidora.


3. El tomo 3 de Planeta.

    En cuanto a lo que tengo de Planeta, primero pude comprar en oferta los números 3, 4 y 5; que solo hace un par de semanas logré conseguirme los 1 y 2 de la colección, también “baratos” y todo ello gracias a la magia de Buscalibre, que te los trae a casa y en muchas ocasiones desde el extranjero.  Uno de mis dos proyectos de lectura de las vacaciones de verano (que corresponden a enero y febrero, completos para muchos profesores como yo) fue leerme todo lo que tenía hasta el momento de Conan en cómics, pero solo recién hace un par de días me pude terminar el tomo 3 y eso gracias a la cuarentena del Coronavirus. Pues, les cuento que este tomo rescata en más de 600 páginas de pura historieta, las aventuras de Conan junto a Belit, cuando este era pareja y mano derecha de la pirata.  A menos que me equivoque, la versión de Planeta comienza en el número 2 de la colección las andanzas de ambos, la que en su adaptación al cómic se extendió durante más de 3 años y ello aprovechando la rica materia del cuento original de Howard, La Reina de la Costa Negra (1932), que fue uno de los primeros relatos sobre el cimmerio y que transcurre cuando este tiene solo 24 años (¡Pero que ya a esa temprana edad, ha vivido más que la mayoría de nosotros!)
     Roy Thomas se valió de su creatividad y tan buena base para darle mayor fuerza al personaje de Belit, humanizándola igual, que en los cómics por mucho que siga siendo una mujer dura y guerrera, acá mantiene cierto grado de compasión, honor y afecto hacia sus hombres (en cambio, en el cuento original es una verdadera perra, por mucho que al final de sus páginas demuestra su enorme amor a Conan y ello en medio de un gesto romántico cargado de tremendos elementos sobrenaturales).  Estas historietas del volumen 3, en todo caso, no siempre tienen a la preciosa dama pirata como coprotagonista, puesto que en ocasiones Conan se ve obligado a separarse de ella, si bien al final siempre vuelven juntos…hasta el emotivo final que tan bien supo el guionista adaptar del desenlace del mencionado cuento.
       Thomas y sus compañeros, además, le dieron un pasado detrás de sus actos vandálicos a Belit, que la vuelve un personaje lejos más atractivo y abordando con ello un viejo tema que no deja de ser interesante, a la hora de contar una buena historia: la venganza.  Por otro lado, tomaron a dos personajes mencionados de pasada en el relato original, entre los piratas acompañantes de Belit, para convertirlos en secundarios de gran fuerza dramática (un viejo chamán que se constituye en la segunda figura paterna de la pirata- N´Yaga- y un guerrero - M´Gora-, que luego de Conan es el tercero al mando en el barco El Tigresa).
      Luego de esta revisión personal de los cómics, ahora que puedo volver sobre mis pasos para encontrarme por fin con el origen de todo, queda claro que leer esta real joya del noveno arte, es un placer único; que recomiendo a quienes saben que los “tebeos” son lejos mucho más que superhéroes.  Quedo contento, en todo caso, que aún me queda bastante para seguir disfrutando de las aventuras de uno de mis personajes favoritos y espero, a través de este escrito, haber entusiasmado a quienes aún no se han encontrado con el bárbaro y ni siquiera en su formato literario original.


miércoles, 18 de marzo de 2020

Así era en mis tiempos (octava parte): Los televisores y los canales de televisión.


      Viví mi infancia entre los setenta y los ochenta (puesto que nací en 1975), pero los recuerdos que mantengo sobre el tema que hoy nos reúne comienzan a partir de la segunda década que menciono. En aquellos años y durante mucho tiempo, desde que llegó a principios la tele a Chile, habían pocos canales y solo en los noventa aparecieron dos más (Mega, sintonizado desde el 9 y La Red, correspondiente al 4). Los televisores eran con perillas redondas y la que correspondía a los canales solo contaba con 13 números para elegir (que en Santiago de Chile, ese era el correspondiente al canal de la Universidad Católica); aparte de los recién mencionado, en la capital estaba el 11 (de la Universidad de Chile), el 5 (cuyo dueño era la Universidad Católica de Valparaíso) y el 7 (perteneciente al gobierno de Chile). Si eras de la capital y viajabas a otra región, el número de los canales cambiaba y además bien al sur y al norte del país te encontrabas con los canales regionales, que no llegaban a Santiago.
     Varias perillas más llevaban estos equipos, bastante pesados a la hora de ser cargados, entre las que estaba aquella que correspondía al color y otra a los tones grises. Estos aparatos usaban antena y era un engorro moverlas para que la imagen se viera bien, en el caso de que hubiera mala señal o interferencia; en ocasiones para conseguir mejor señal y/o si la antena estaba rota o doblada, se le ponía un alambre corriente para remediarla.
     Las teles a control remoto eran carísimas y por años la única que vi y pude usar un resto, fue la que se compraron mis papá, pero que tuvieron que vender cuando fue la crisis económica de 1982.
      No todos los canales tenían la misma cantidad de horas transmitiendo por día. El 11 y el 5 comenzaban hasta mediados de los ochenta a eso de la tarde y lo hacían de inmediato con su programación infantil. Las transmisiones terminaban cerca de la medianoche y luego en los noventa comenzaron a extenderse más allá, por lo general los fines de semana.
     A veces uno estaba de lo mejor viendo sus "monitos animados", cuando tu mamá u otro adulto "pasaba el chancho" (la enceradora), ponía algo en la juguera o se ponía a soldar y entonces te estropeaba todo y la imagen se llenaba de rayas, hasta que solo cuando paraba todo volvía a la normalidad.
     En un momento de los setenta que ignoro cuándo precisamente, llegó la televisión a color, pero mucho tiempo habían en las casa televisores en blanco y negro, lejos más baratos que los a color. Cuando se pudo acceder a la tecnología de la pantalla chica en los sesenta, solo los más acomodados podían contar con una (y ojo, recalco "con una", puesto que eran un verdadero lujo y por eso mismo contar con una en el dormitorio, era algo que solo los más pudientes podían costearlo); asimismo, no cualquier persona podía en años posteriores tener más de un equipo en casa y en el caso de contar con este, se mantenía en el living (lo que creo en otros países sería la "sala de estar" o quizás cómo llamen a este sitio, donde hay sillones para descansar y charlar) o en el comedor (igual, por lo general, la mayoría de los hogares de la tenían estas dos zonas conectadas entre sí, así que era solo cosa de cambiar la tele de lugar, la que muchas veces estaba sobre un mueble con rueditas en sus "patas" para verla). Cuando aún era muy caro tener un equipo a color y se emitía un espectáculo masivo, como un partido de fútbol (un Mundial o la Copa Libertadores de América) o de tenis (que me aburre más que el jueguito ese, de andar como gil detrás de una pelota), donde más encima participaban chilenos, se reunían vecinos, amigos y familiares en la casa de quien tenía tele a color, para disfrutar todos juntos de ello.

Antigua tele a control remoto y si no me equivoco ese mismo era el modelo que tenían mis papás en casa. 

      Volviendo a las teles en blanco y negro, recuerdo que desde mi punto de vista infantil, "había que ser muy pobre" para tener solamente una de estas en una casa, así que miraba con verdaderos ojos de lástima a quienes estaban en tan "triste situación". Sin embargo, llegué a tener mi propia tele en blanco y negro, por allá a finales de los ochenta, cuando uno de mis hermanos mayores me regaló una vieja que no usaba y ella por años fue uno de mis mayores tesoros.
     Durante largo tiempo, los llamados "monitos" (lo que ahora uno con lenguaje ñoño más sofisticado, llama cartoons, seriales animadas y anime, según sea el caso), solo los daban en la franja matinal y en la tarde; tuvo que avanzar una buena cantidad de años, la década de los ochenta, para que apareciera un programa infantil icónico para mi generación, que se emitía al atardecer y a la "hora de once" (cuando en Chile comimos, por lo general pan y algo para beber caliente, más una que otra golosina y ello antes de la cena, si es que en la casa estaba instaurada esta última comida) y gracias al cual los pequeños de la casa podíamos ver más "monitos". Les estoy hablando de Pipiripao, del canal 5 y que duró hasta bien entrados los noventa. Años después le entró competencia, aún en los ochenta, cuando el 7 abrió su Señal 2, canal 9, dedicado por lo general al público infantil y que comenzaba a emitir más o menos al mismo tiempo que Pipiripao (luego en los noventa Mega, un canal privado, fue dueño del 9, mucho tiempo después de que dejó de existir la "Señal 2").
      La idea de ver dibujos animados en la noche, era algo solo posible para Noche Buena y Navidad, que la programación estaba demasiado estereotipada en sus horarios. Por ejemplo, en la tarde después de almuerzo era el momento de ver las teleseries mexicanas, colombianas, argentinas, venezolanas y brasileñas (todo dependía del canal que las daba); luego tocaba una película para toda la familia o de tono más subido, aunque por lo general bastante cortada (en un canal se llamaba Tardes de Cine y en otro Cine en su Casa); le seguían a ello las teleseries nacionales; luego los noticieros y a partir de entonces, cuando se suponía que los niños se iban a acostar entre las 9 y las 10 de la noche, los canales "estaban facultados para transmitir programación para mayores de 18 años" (según decía una voz en off, luego de las noticias). Por lo general se pasaban series gringas y uno que otro programa de conversación y variedades, con invitados famosos chilenos o extranjeros (recuerdo Sabor Latino y en especial Martes 13, como también Viva el Lunes, este ya de los noventa). A partir del viernes y todo el fin de semana, la programación variaba bastante, con más alternativas para el espectador y todo terminaba, en los ochenta, los domingos al anochecer con Grandes Eventos y Best Sellers (uno del 13 y otro del 7 respectivamente o viceversa, que no recuerdo bien cuál correspondía a qué canal), que daban filmes "estrenos", aunque en realidad ya tenían sus añitos desde que los dieron en el cine y censurados más encima; al respecto, recuerdo que no sé hasta qué año de los ochenta, las pelis más encima las emitían en dos tandas, así que había que esperar una semana más para ver el final de la trama (¡Qué lata y qué rasca!).
     Habían momentos especiales para extender la programación más allá de la medianoche: en diciembre con la Teletón y en febrero por el Festival de Viña, también para las fiestas de fin de año.  Recuerdo que poco después del terremoto de 1985 (el primero de los tres que me ha tocado vivir), también se dejó de lado por un tiempo la restricción horaria.
     Creo que fue ya avanzada la segunda mitad de los noventa, cuando llegaron a Chilito la televisión por cable y la satelital, de modo que eso cambió bastante el panorama al respecto...Pero eso es otra historia.

Modelo ya noventero.

lunes, 16 de marzo de 2020

100% Stephen King.


1. Cerrando la trilogía.

      Supongo que el Tío Steve lo tenía listo desde un principio, cuando comenzó a escribir sus aventuras dedicadas a Bill Hodges y compañía, acabar estos libros con sus personajes principales en un círculo cerrado...Y es que luego del paréntesis que supuso su segunda parte, Quien Pierde Paga (no mala, pero sí inferior en muchos aspectos a su predecesora y a la novela que hoy nos reúne), Fin de Guardia resulta ser un emocionante final para quienes aprendimos a gozar con esta incursión suya en el policial.
      El libro transcurre unos 6 años después de los eventos que llevó al policía retirado Bill Hodges, a unirse a un par de improbables y efectivos aliados para derrotar al asesino serial Mr. Mercedes. Brady Hartsfield, quien estuvo en coma y luego postrado tras su inolvidable encuentro con Holly Gibney al final del primer libro, ha dado señales de volver a la conciencia de una manera muy especial: con el poder de controlar las mentes y de cometer con ello algunas aberraciones bastante espantosas. Solo nuestro trío de héroes, cada uno de ellos sui generis a su manera, sabe lo que está pasando en realidad y ello significa dejar de lado los racionalismos para considerar con seriedad las opciones más increíbles.
     Aparte de los "chicos buenos" y del "malo, cada vez más malo", la novela nos permite reencontrarnos con varios viejos conocidos, entre ellos el antiguo compañero de Bill en la policía y la actual colega de este, la "señorita ojos grises" (a estas alturas muy bien caracterizada como una persona detestable). Papeles más activos y verdaderamente interesantes llegan a tener la hermana menor de Jeremy y la antigua compañera de trabajo del psicópata, quien está vez en su versión original y literaria sí que nos llega a simpatizar (a diferencia de su personificación televisiva, lejos mucho más agradable). Los protagonistas del segundo tomo, en cambio, apenas son nombrados y si bien habría sido grato tener más por ahí al buen, la verdad es que no se le echa de menos entre medio de esta otra narración, lejos más atrapante que sus pasadas cuitas.
     A quienes ya se nos presentó y hemos llegado a apreciar, incluyendo a su nefasto antagonista, se suman dos nuevos figuras del mal (bueno, uno no tan "nuevo" y tampoco tan nefasto) y que hacen de esta lectura una experiencia tan satisfactoria: por un lado tenemos al anciano Al Brooks, al cual conocimos algo en Quien Pierde Paga, pero que en este libro cobra un inesperado giro y donde participa en uno de los momentos más impactantes (y sangrientos) de la trilogía. Luego tenemos al doctor Felix Babineau, algo así como un homenaje del autor a los llamados "mad doctors", que abundan en las historias clásicas y de las que siempre se nutre este hombre, detrás de tantos otros tributos a los grandes del pasado. Es así que sus apodos de Chico Z y Doctor Z respectivamente, le dan tanto un sentido ominoso, como "ñoño" y muy de cómics a la novela que estamos revisando.


2. El Stephen King que todos conocemos.

      Nuestro querido autor comenzó sus andanzas como escritor profesional, publicando sus primeras novelas con niños y adultos poseedores de poderes psíquicos como sus protagonistas; desde su ópera prima y la telequinesis de Carrie, a las capacidades de Danny Torrance en El Resplandor, a la clarividencia del profesor de La Zona Muerta y la piroquinesis de la muchachita de Ojos de Fuego, numerosos son los ejemplos en su literatura de casos como este. Cada título suyo con tales características, lo cuenta su creador con una verosimilitud tal, que llegamos a creerle sin tapujos en que ello puede ser posible.
     No obstante, cuando comenzó esta trilogía Stephen King, lo hizo con un realismo tal que mostró otra vez lo bien que le salen también estas otras historias (tal como ya lo hizo en sus novelas cortas El Cuerpo, Ryta Hayworth y la Redención de Shawshank y su famosa novela Misery). Continuó con este estilo en la segunda parte, Quien Pierde Paga; pero para finalizar la saga de Bill Hodges, tuvo la feliz ocurrencia de hacer que el villano se volviera ahora uno de esos tipos que tan bien le salen. La violencia extrema habitual en su obra, desde que publicaba cuentos en "revistas para hombres", nunca estuvo exenta en los textos anteriores; sin embargo, en esta ocasión las salvajadas cometidas por alguien que ahora se ha vuelto más mortal que nunca, logra contentar por completo a sus llamados "lectores constantes". Por lo tanto, podemos afirmar sin tapujos que el King de siempre nunca se ha ido.
    Por otro lado, el Tío Steve recupera su interesante manera (que de seguro, no se trata de una idea original por completo suya) de abordar el uso de la tecnología para delinquir y cometer actos nefastos, algo que hace como parte del sello y modus operandi de la némesis del protagonista (a mi humilde parecer, uno de los mejores villanos de King).
     No se puede dejar de lado la honda reflexión que hace en esta obra nuestro artista, cuando nos demuestra a través de una fantasía el horror del suicidio y de las enormes tazas de casos al respecto, en especial entre los adolescentes; por esta misma razón, la novela que hoy nos reúne y la trilogía completa, no son solo divertidas historias, sino que un llamado a no perder nunca la esperanza, pues la vida vale vivirla y nunca estamos solos (como bien queda demostrado, a lo largo de las más de mil páginas que comprenden la trilogía de Bill Hodges).


 3. El tiempo no pasa en vano, ni en la vida real, ni en la ficción.

     Los personajes del Maestro del Terror para nada son unidimensionales, al contrario, son seres complejos con los cuales uno llega a encariñarse, debido a la verosimilitud y complejidad con la cual su gestor llega a darles forma; y es que podemos ver cómo estos evolucionan a lo largo de un mismo libro, lo que resulta evidente con sus héroes de La Torre Oscura (gracias a todos los libros que comprenden esta saga) y el otrora niño de El Resplandor, ya un hombre maduro en su secuela Doctor Sueño (lo mismo que ya había hecho con Jack Sawyer, cuando junto a su amigo y socio de escritura, Peter Straub, lo llevó de ser un niño en El Talismán a un adulto en Casa Negra). Pues al ser esta una trilogía, resulta maravilloso cómo llegamos a presenciar el crecimiento espiritual del trío de héroes que la conforman. Bill, en un principio un sesentón que ha perdido las ganas de vivir, Holly, una cuarentona llena de miedos y Jeremy, un adolescente alegre con todas las ganas de abrazar el futuro que se le avecina; todos ellos unidos en circunstancias límites y cuya relación llega a su cumbre en esta última novela.
     Sin dudas que quien mejor sale "parada" frente a todo esto es Holly (a estas alturas, uno de mis personajes kingnianos favoritos). El camino hacia la realización personal, por el que pasa esta mujer madura, con taras psiquiátricas y aún así con un corazón de oro y una inteligencia sobresaliente, es tortuoso; pero también un ejemplo de resiliencia que da gusto. El cariño que parece haberle tomado su creador, se puede evidenciar por el hecho que tras el cierre de la trilogía, la "rescató" del supuesto olvido para convertirla en una de las protagonistas de su novela El Visitante; más encima, volvió a utilizarla para una novela corta, que podremos leer este año en su nueva colección de novelettes, que sale este año publicada.
     Jeremy claro que crece como individuo, si bien es justamente en el clímax de Fin de Guardia, que este llega a tener su mejor momento de la trilogía y que resulta ser otra manera de cerrar el círculo, al repetir otro de los patrones del primer libro: la justicia se realiza, aunque por otros caminos a diferencia de lo que esperamos y si antes fue la mencionada Holly quien fue su instrumento, esta vez...
     En la actualidad Stephen King tiene más de 70 años, de modo que su protagonista principal viene a ser sin dudas una proyección de su persona: aún a esa edad, no podemos perder el fuego del corazón y dejar de ser un aporte para el mundo. Por todo esto y más, el final de la novela no puede ser más emotivo (que lejos le quedó mucho mejor, que el decepcionante desenlace de su famosa saga de fantasía oscura, ya saben a cuál me refiero) y por eso los invito a estar preparados: puede ser que les saque una que otra lágrima.

 

domingo, 15 de marzo de 2020

Por Max von Sydow.


     La semana pasada terminó con el fallecimiento de un tremendo y querido actor, el sueco Max von Sydow, a la longeva edad de 90 años.  Este estuvo hasta poco antes de su muerte activo, realizando papeles para el cine y la televisión, engrosando con ello la larga lista de su filmografía.  Debido a lo anterior, millones de cinéfilos y seguidores suyos en el mundo le lloramos, ya que crecimos (y hemos envejecido) disfrutando de sus múltiples papeles en muchos clásicos.
     Solo una pequeña parte de su carrera he logrado apreciar y nada de su etapa famosa con  el director Ingmar Bergman, donde estuvo en sus inicios y se labró fama a nivel internacional, una de las tantas deudas que tengo y espero resarcir algún día (que de seguro ahora es la oportunidad de ello ¿No?); no obstante, como filmó tanto, al final la lista de títulos que he visto suyos igual es considerable y entre ellas están varias producciones que se encuentran entre mis favoritas…A ver, echémosle un vistazo.
     Supongo que de niño lo primero que vi de él fue su interpretación como Jesús en La Historia más Grande Jamás Contada (1965), cuando en especial en Semana Santa contemplaba junto a mis papás todos los años las películas religiosas que daban en la tele.  Pero la verdad es que nada recuerdo al respecto, puesto que hasta mi adolescencia fue Jesús de Nazaret la versión de los Evangelios, la que logró conmoverme lo suficiente, hasta que me vi ya de adulto La Pasión de Cristo y esta se convirtió en mi versión favorita de los textos sagrados…Igual cuando filmó esta cinta, von Sydow era bastante joven y como no he vuelto a ver esta cinta, siempre para mí ha tenido “cara de viejo”, puesto que luego solo vi a conciencia trabajos suyos cuando este era un hombre bastante maduro.
    Seguía siendo los ochenta, cuando dieron en la franja nocturna un domingo, tiempo en el que supuestamente daban por acá lo “último en cine”, en Grandes Eventos o Best Sellers, El Exorcista (1973), un filme que creo solo ya grandecito gocé y solo antes tenía en mi memoria la famosa escena del vómito verde, cuando lo mostraban en los comerciales de la tele…y es que no me dejaron verla o tal vez yo, dentro de mis propios miedos infantiles, no me atreví a verla.  Pues debe saberse que este clásico del séptimo arte, que no solo del terror cinematográfico, contó con lo que sería uno de sus roles más celebrados: el del padre Lankester Merrin. La verdad es que me habré visto solo unas tres veces esta película, incluyendo cuando la reestrenaron en el cine en los noventa, remasterizada y con 10 minutos más de escenas.  Cabe mencionar que su cura, un hombre que aparentaba muchos más años de los que en aquel entonces tenía este artista y que a su manera resultó ser uno de esos personajes que con unos pocos minutos en pantalla, logró quedarse en la mente del espectador.

Como el despiadado Ming en Flash Gordon.

    Todavía era un impúber cuando conocí, también gracias a la pantalla chica, una película basada en un personaje de los cómics que me encantaba: Flash Gordon (1980).  Yo veía la serie animada de la hoy extinta empresa Filmation, que me hacía alucinar; así que disfruté mucho ver en carne y hueso a uno de los mejores villanos de la historieta, al despiadado Ming, que estuvo encarnado por el ya veterano Max von Sydow (si bien solo ya convertido en todo un cinéfilo, a la década siguiente, supe quién era el actor que hizo de este).
    Mi amor por Conan el Bárbaro viene de mi más tierna infancia, de cuando veía junto a mis papás (en especial mi padre, el otro que más disfrutaba en casa del séptimo arte, aparte de quien aquí escribe) en la tele que teníamos en el negocio, que había en mi casa en aquel entonces, esta producción sobre el personaje de Robert Howard.  Pues allí también estaba el sueco, haciendo de un pequeño papel, el del Rey Osric, siempre tan bien caracterizado.  Su lugar más bien benigno en la trama, era lejos la antítesis del malvado Thulsa Doom, a cargo del igualmente talentoso James Earl Jones.
     El VHS estaba en su apogeo y yo estaba pendiente de los Premios Oscar cuando supe de un filme danés, que ganó el premio de la Academia a la Mejor Película Extranjera en 1988, Pelle el Conquistador (en todo caso, creo que solo pude apreciarla en 1990).  Dirigida por el danés Bille August, creo haber visto solo dos veces esta emotiva cinta, que tantos elogios dio al veterano, cuando  estaba terminando mi infancia y aun así una historia como esta no dejó de conmoverme a tan temprana edad; luego en los noventa, me la repetí gracias al cable.  Ahora tengo una copia digital hace casi un año y es momento de volver a disfrutarla.  Cabe mencionar, que fueron filmes bellamente realizados como este, de hondo realismo, los que aparte de las historias de ciencia ficción, terror y fantasía que tanto me gustan, los que lograron rendirme a sus maravillas.   Tiempo después, tuve el gusto de verme otra cinta que filmaron juntos director y actor, Con las Mejores Intenciones (1992), producción que llegó con un par de años atrasada a nuestras salas de cine y que pude disfrutar en las salas del Cine Arte Normandie (un querido lugar que visitaba seguido, solo o con amigos cuando hacía el pregrado); debo decir que lejos esta otra película me conmovió más, la cual también debo revisarla, pues nada recuerdo de lo que hizo nuestro querido histrión en dicha obra. 
    Fueron los noventa, cuando ya era un adolescente, que en realidad vine a “descubrir” a Max von Sydow y ello gracias a las revistas de cine que compraba siendo un adolescente (Cinegrama y Video para Usted).  Por esas fechas, en los primeros años de esa década y lejos la más feliz de mi vida, dieron en la tele la que se volvería uno de mis largometrajes favoritos: Duna (1984).  La primera adaptación de la famosa novela de Frank Herbert, tenía entre sus filas al histrión al cual hoy homenajeamos, realizando un pequeño, aunque potente papel: el del doctor Liet Kynes.  De seguro en la edición extendida armada para la TV, de la cual renegó su director David Lynch, tiene más escenas, pero la verdad solo la tuve frente a mis ojos una vez y no tengo mayor memoria de ella. No más a partir de la primera vez que me repetí esta cinta, gocé a conciencia del desempeño actoral de von Sydow.

Max en Dune.

    Hay varias otras obras que me vi de él como Despertares (1990), Hasta el Fin del Mundo (1991) e incluso la megaproducción hollywoodense de Steven Spielberg Minority Report (2002), que tanto me gusta, aunque nada recuerdo del papel que realizó en dichas películas; lamentablemente tampoco recuerdo su otra incursión en la narrativa de Robert Howard, con Solomon Kane (2009) y su trabajo con otro de los grandes cineastas que lo llamó para trabajar con él, Martin Scorcese, esta vez para La Isla Siniestra (2010); para qué hablarles de su paso en el Episodio VII (2015) de Star Wars, que si no fuera por Wikipedia no la habría puesto en mi listado, puesto que como la encontré tan decepcionante, hasta había borrado de mi memoria su intervención en ella.  En cambio de esa época, cuando yo era universitario, sí tengo muy presente su paso por La Tienda de los Deseos Malignos (1993), basada en la novela homónima de Stephen King y donde interpreta con una genialidad como para aplaudir nada menos que a un demonio (amo esa peli y me la he repasado un montón de veces); lo mismo sucede con Juez Dredd (1995), sobre el famoso personaje de los cómics británicos, donde interpreta a un heroico servidor de la ley; por igual su hermoso rol en Más Allá de los Sueños (1998), basada en la novela de Richard Matheson, también lo tengo presente, que a este caballero de las artes escénicas le salían formidables tanto los papeles de villano, como los de héroes y de hombres comunes, con la misma soltura y enorme calidad.
     La última vez que vi a este señor concedernos su arte y la que vendría a ser una de sus últimas actuaciones, fue nada menos que en la sexta temporada de Juego de Tronos y donde hizo de uno de los “Niños del Bosque” (¿O era “Hijos del Bosque”?), como el viejo Cuervo de 3 Ojos que instruye a uno de los protagonistas para ser su sucesor…La verdad es que cuando lo reconocí en escena, me alegró sobremanera su incorporación al elenco, al menos durante esa temporada.  
     Me queda claro que debo revisitar su enorme filmografía y ponerme al día con varios de sus clásicos, en especial con los de Bergman.  También sé muy bien que con su partida, otro pedacito del siglo XX se nos fue, razón por cual nos queda honrar a gente como él y agradecer su huella que nos dejó para la posteridad.


                                                      Un precioso homenaje a Max von Sydow.
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