Está
más que repetido aquel discurso de que a Hollywood se le están acabando las
ideas y que por ello el último tiempo (¿los últimos cinco años y fracción tal
vez?) se han valido de “viejas” películas para estrenar nuevos filmes, que se
constituyen en actualizaciones de éstas, o sea, para hacer los bien llamados
remakes (palabra anglosajona ya bien introducida en la lengua de
Cervantes). Ante esta fiebre por rehacer
viejos éxitos del séptimo arte uno se pregunta hasta qué punto son válidas no
sólo desde el punto de vista comercial, si no que también artístico. En contraste, se puede entender el afán
gringo de hacer su versión de cintas extranjeras y que para mi gusto por lo
general han llegado a ser dignas obras y en muchos casos verdaderas joyas;
dentro de esto basta con nombrar las adaptaciones usacas en plenos ochenta de Tres
Hombres y un Biberón, a principios de los noventa con Sommersby
(ésta y la otra basadas en películas francesas) y ya en el presente
siglo de tanto filme oriental como Agua Turbia, El Aro, El
Ojo, Shutter y El Grito. No le voy a negar a los gringos su capacidad
para llevar a su propio contexto estas historias con éxito, que en muchas
ocasiones las hacen más digeribles para un público masivo y occidental (lo que
se observa claramente con los largometrajes originados a partir del cine
oriental).
¿Por
qué razón hacer una nueva versión de una obra que en muchos casos ya tiene su
buena cantidad de admiradores y ha ganado el título de clásico? Pues yo bien
creo es debido a que muchas veces la intención de sus gestores, además de
forrarse de dinero seguro en las taquillas a partir de una ficción que ya posee
un público seguro, es la de remozar una obra y muchas veces incluso mejorarla al
hacer hincapié en perfeccionar el guión original, hacerla más dinámica y
incluso más artística; no en vano varias de las primeras versiones fueron de
bajo presupuesto, con actores principiantes, si bien demostraron en su momento
su calidad fílmica, razón por la cual una revisión de estas bien puede
justificarse (dentro de esto se puede recordar en los ochenta el caso de Evil
Dead II de Sam Raimi, quien hizo con este filme no una continuación de
rigor de su ópera prima, si no que todo un remake ahora que pudo contar como
mucho más dinero). A su vez, nuevas
generaciones han nacido desde la versión original, razón por la cual ante el
remake pueden llegar a conocer una buena trama que de otro modo no habrían
podido saber de su existencia (y además luego de ver este “refrito”, bien
podrían llegar por sí mismas a disfrutar la película matriz).
Recordemos en este momento cuáles han sido los últimos remakes: La saga
de zombies de George Romero ha sido revisada en su trilogía original luego del
remake hecho en 1990 de La Noche de los Muertos Vivientes, completándose
con El
Amanecer de los Muertos y El Día de los Muertos, siendo la
segunda de ellas todo un hallazgo y el filme que hizo famoso a su director Zack
Snyder; el director y guionista Wes Craven pareciera ser uno de los predilectos
a la hora de que sus obras sean modernizadas, lo que se puede ver con La
Última Casa a la Izquierda, El Despertar del Diablo y Pesadilla;
asimismo todo un clásico setentero y gestor de una saga, fue nuevamente llevado
a las salas con El Horror de Amityville; La Hora del Espanto (también
conocida en español como Noche de Miedo) tuvo su propia
versión actualizada; lo mismo sucedió con El Padrastro; no se puede dejar de
lado lo que hizo Gus van Sant con Psicosis, que prácticamente resultó
ser una copia descarada de la obra maestra de Alfred Hitchcock, al repetir
hasta las tomas de este querido clásico; tampoco se puede olvidar lo hecho con Escupo
en tu tumba, remake al que ya se le dedicó su propia crítica en este
blog. Y no se puede olvidar que se nos
vienen otra Carrie y un nuevo Robocop. Pareciera que el cine de terror y de ciencia
ficción son los favoritos a la hora de adecuar al público del siglo XXI viejas
leyendas del celuloide.
Sin
embargo el cine estadounidense comercial no sólo se nutre de sí mismo para
acaparar ganancias, puesto que también hace uso de los grandes de la literatura
para asegurarse un éxito en las taquillas y, si hay una verdadera intención
artística de parte de sus responsables, lograr el beneplácito de la
crítica. De este modo clásicos como
Shakespeare, Dumas, Verne, Victor Hugo, Conan Doyle, Poe y Lovecraft han sido
una y otra vez fuente de “inspiración” para directores y guionistas. Lo mismo ha sucedido con las mil y una
versiones existentes del Drácula de Bram Stoker y Frankenstein
de Mary Shelley. Por lo tanto no
es nuevo en el séptimo arte esto de volver a contar la misma historia; incluso
se podría afirmar que el gusto por contar una y otra vez una narración quizás
conocida por muchos, viene ya de la añeja tradición oral donde bardos, rapsodas,
juglares y cuentacuentos fueron los primeros a la hora de hacer uso de un
esquema preestablecido, pero poniendo una cuota personal de su parte para hacer
más interesante el resultado (y hasta mejorarlo incluso); lo mismo lo hicieron
los trágicos griegos al llevar al teatro sus mitos, que si bien conocidos al
revés y al derecho por su público, cada autor les otorgaba su propia impronta.
En el
cómic de superhéroes, esto de relatar de vez en cuando la misma idea, pero
haciendo los cambios de rigor, es habitual.
De este modo es que bien nos encontramos cada cierto tiempo con
historias que vuelven a contar los orígenes de personajes tan emblemáticos como
Superman, Batman o Spiderman. Tan sólo
el año pasado DC reinició todo su particular universo, algo que ya había hecho
en 1986 y esta vez nuevamente quiso renovar su mitología, adaptándolo a los
tiempos presentes. Un experimento
similar hizo Marvel al crear su universo Ultimate con versiones modernizadas de
sus superhéroes, lo que realizó a partir del año 2000. Tanto en los casos de DC como en Marvel,
estos “experimentos” fueron un éxito y le insuflaron nueva vida a sus
historietas.
Todo
lo anterior, a raíz del reciente estreno del remake de un filme de 1990 y que
para muchos (incluyéndome) es considerado una obra maestra del cine de ciencia
ficción: Total Recall, conocido en Latinoamérica como El
Vengador del Futuro, filme protagonizado por Arnold Schwarzenegger en
pleno auge de su carrera y dirigida por Paul Verhoeven, quien ya antes había
destacado con Robocop y luego haría otros filmes tanto elogiados como
criticados, tales como Bajos Instintos, Tropas
del Espacio y El Hombre sin Sombra (la verdad es
que siempre su fuerte fue la ciencia ficción, bajo una mirada bastante
violenta, claro). La cinta a su vez
estaba basada en un cuento del escritor del género Phillp K. Dick, siendo al
parecer la primera de una cantidad considerable de obras inspiradas en sus
fantasías paranoides: Podemos Recordarlo por Usted al Mayor. El filme contó también con el histrionismo
de grandes actores, que apoyaron el por lo general pobre desempeño dramático de
su protagonista, destacando Sharon Stone y Michael Ironside. Por otro lado, aparte de los increíbles
efectos especiales que incluso hasta nuestros días siguen maravillando, la
cinta tuvo una inolvidable banda sonora a cargo de Jerry Goldsmith, aclamado
compositor que aquí hizo un tema central realmente magnífico. El guión de la historia estuvo a cargo,
entre otras personas, por los creadores de Alien: Dan O´Bannon y Ronald
Shusett. Por último, esta película ganó
varios premios y fue todo un éxito de taquilla.
Sin querer
contar la historia, pero sí dar sólo unos cuantos detalles para entusiasmar a
quien aún no ha tenido el gusto de verla, ésta cuenta sobre un hombre que
decide usar los servicios de una empresa capaz de implantar recuerdos falsos en
uno. Es así que para hacer más
interesante su monótona vida, opta por la opción en la cual le hacen creer que
es un espía que vive en el planeta Marte.
Sin embargo al hacer uso de esta memoria implantada se da cuenta que su
verdadera identidad es similar a la de su yo falso; por lo tanto se ve
involucrado dentro de una gran confabulación por la cual su vida peligrará más de
una vez. Durante su aventura, además
conocerá a unos cuantos personajes extravagantes, verdaderos mutantes que
llegan a acaparar toda la atención.
Por
cierto, las premisas con la que parte esta historia, la de un hombre que se
somete a un recuerdo falso donde vive extraordinarias aventuras y luego
descubre que en realidad esa memoria es la real, mientras que toda su vida
anterior fue una tapadera para escapar a sus enemigos, con el posterior nuevo
enfrentamiento a estos, ya había sido abordado en un famoso manga y luego en su
versión en animé, llamado Cobra de Buchi Terasawa. El cómic data de 1978, mientras que su
primera película y luego serie de televisión (ambas animadas) de 1982. Ahora bien, el cuento de Phillip K. Dick fue
publicado en 1966, por lo que Terasawa lo había leído y gracias a ello se
inspiró para crear a su famoso y carismático personaje. De este modo se podría considerar que estas
versiones (el manga y el animé) fueron en verdad las primeras adaptaciones de la
obra del escritor.
Frente a un largometraje como éste y al
saberse que se estaba haciendo un remake, para quien vio especialmente esta
obra por los años en que se estrenó, repitiéndosela de vez en cuando con el
devenir de los años, puede resultar muy entendible resistirse a la idea de una
nueva versión. Más de uno se habrá
preguntado si un filme “perfecto” como éste ameritaba ser revisado y
actualizado ¿Son 22 años tiempo suficiente para realizar una nueva versión? ¿Se
podría superar la labor ya hecha y es más hacer algo mejor que lo ya
conseguido? Pues había que esperar no
más a que se estrenara este remake.
La
nueva versión se estrenó tan sólo el 3 de agosto en USA y al poco tiempo
después en Chile. Su director fue Len
Wiseman, responsable de la mayoría de las películas de la saga de Underworld,
entre otros filmes. En los protagónicos,
está Colin Farrell, con Jessica Biel y Kate Beckinsale, entre otros. Para la música se contó también con un
destacado compositor, como en el filme original, siendo esta vez Harry Gregson-Williams
el responsable de acompañar las futuristas imágenes llenas de acción desde
principio a fin. Ahora bien, Colin Farrell
es mucho mejor actor y mucho más guapo que Arnold Schwarzenegger,
habiendo hecho películas en casi todos los géneros posibles (quizás sólo le
falta hacer una de artes marciales …y una porno, siendo este último caso algo
que de seguro a más de una seguidora y un seguidor suyo le gustaría ver y
tener) y ya antes había protagonizado un remake con Noche de Miedo, haciendo
de vampiro; a su vez, si en el filme de 1990 Sharon Stone era la belleza
femenina que se “robaba la película”, a falta de ella en este caso, acá tenemos
dos. Para ser justos con esta película,
bien se podría decir que este Vengador del Futuro más que un
remake de la obra anterior, es una nueva adaptación del cuento de Phillip K.
Dick, ya que la versión de Wiseman brilla por sí misma. Si el trabajo de Verhoeven y compañía ya era
una delicia para los sentidos y en especial para los amantes de la ciencia
ficción, ésta última cinta no deja de serlo: la película no para de entregar
momentos de acción adrenalínica y la ambientación (apoyada por los efectos
especiales) es tan cuidada y artística, que en realidad pareciera que
estuviésemos viendo la imagen de un increíble futuro.
Pero
lo más destacado de este largometraje, es que respecto a la película de 1990 si
bien mantiene como pilar la idea central del guión, en todo el resto posee sus
propias líneas argumentales, alejándose en esto bastante de la primera adaptación
del cuento (como no lo he leído, ignoro cuál de los dos filmes es el que
respeta más el texto original). Es así
como en este último caso la trama sucede en la Tierra y no hay vestigios de una
civilización extraterrestre y mucho menos de los mutantes, lo que ya la
diferencia en gran parte de la primera obra.
No obstante la película actual se permite hacerle uno que otro
“homenaje” o guiño a su predecesora: Por ejemplo, resulta difícil para el
espectador del filme clásico olvidar a la mujer de tres pechos…pues aquí
también aparece una con esta especial anatomía y cuando lo hace afirma que para
disfrutar su compañía, sería necesario tener tres manos, lo que resulta una
alusión indirecta a otro personaje de la película de Schwarzenegger; a su vez
el personaje de Colin Farrell para engañar a quienes van tras él, vuelve a usar
un artilugio sobre su cabeza que lo hace cambiar su fisonomía, si bien en este
caso corresponde a un holograma, mientras que el otro era una sofisticada
máscara; la memorable escena en la que el protagonista de la película descubre
gracias a una gota de sudor de su interlocutor que no está dentro de un sueño,
acá se repite con sus correspondientes diferencias, pero ahora es gracias a una
lágrima que Colin Farrell salva otra vez su vida; por último, como ya se ha
dicho, esta obra sólo transcurre en nuestro planeta, no obstante en al menos
dos ocasiones se hace referencia al llamado Planeta Rojo: primero cuando al
personaje principal le ofrecen una memoria falsa de espía en Marte y luego cuando
se observa una publicidad de viajes a este lugar.
Luego
de todo lo comentado y hasta cierto punto analizado, bien podemos darnos cuenta
que “remake” no necesariamente tiene que ser sinónimo de “más de lo mismo” y de
falta de originalidad, puesto que a la larga una nueva versión de un clásico
demás que puede entregar sus propios aportes, ya que una obra de arte nunca
deja de inspirar a otros para crear a su vez sus propios trabajos (si no recordemos
las distintas versiones del Don Juan, desde el de Tirso de Molina, pasando a
los de José Zorrilla, Moliere, Lord Byron y muchos más); además hoy en día lo
que hay son variantes de los mismos tópicos, leiv motivs y temas, ya que hace
rato que todo resulta ser una reinterpretación de los mismos arquetipos; por lo
tanto plausible resulta ser el lograr darle a estas ideas nueva vida. En este caso, el filme de El
Vengador del Futuro de este año demás que cumple con lo afirmado en
este párrafo y merece ser visto sin prejuicios de puristas.