jueves, 27 de julio de 2017

Mis películas favoritas sobre fantasmas. Séptima parte: Los Otros.


7.1. El Director: Alejandro Amenábar.

       Nacido el 31 de marzo de 1972 en Santiago de Chile, apenas tenía un año de edad cuando sus padres decidieron trasladarse a España debido a los vaivenes políticos del país americano, que dieron paso a la dictadura militar de Pinochet.  Debido a ello, el resto de su vida (o al menos buena parte de ella hasta su madurez) la ha desarrollado en la Península Ibérica, pese a que mantiene la doble nacionalidad chilena-española.  Con el tiempo se transformó en un importante director de cine, ejerciendo además de guionista, productor y hasta compositor de la banda sonora de sus propias cintas.  Ante el enorme despliegue audiovisual de su trabajo, a medias entre el de tipo más artístico y el comercial, como bien ha sucedido con muchos de sus colegas no yanquis, que como él comenzaron a filmar en su propia tierra, recibió el llamado de Hollywood para realizar cintas en lengua inglesa; no obstante pese al apoyo de los productores usacas, siempre ha estado ligado al cine independiente.  Lamentablemente pese a su talento, es de esos cineastas que no se caracterizan por ser muy prolíficos, pese a un montón de premios que posee y a los seguidores que ha conseguido a lo largo de todo el mundo, expectantes al estreno de nuevos títulos de su autoría.  Si bien el filme suyo agregado a esta serie de post sobre películas de fantasmas, posee hasta cierto punto elementos de terror (con varios sustos entre medio), destaca más por otras características de su filmografía, las que implican el elemento dramático de sus personajes que se ven superados por la tragedia que es superior a sus débiles fuerzas y la atmósfera de suspenso que agrega al argumento una carga angustiante a la historia misma.
      Su filmografía comprende los siguientes largometrajes:


Tesis (1996): Su ópera prima que le hizo creer a buena parte del público y la crítica que estábamos frente al nuevo sucesor de los grandes del séptimo arte de terror y suspenso, pero que lamentablemente solo fue así en sus comienzos, ya que luego se decantó por tramas de corte más intimista.   Es la historia de una joven estudiante de cine que mientras realiza una investigación acerca de la violencia audiovisual, se tropieza nada menos que con una red de películas snuff (filmes que graban asesinatos en vivo).  Ante tan atractivo debut los aplausos le llegaron de inmediato, y con ello sus primeros galardones, mientras que los gringos, como no, quisieron sumarse ante el interés por historias similares, filmando en Hollywood 8MM con Nicholas Cage (que en todo caso no es mala), aunque con casi 3 años de atraso.
Abre los Ojos (1997): Su única incursión hasta la fecha en el género de la ciencia ficción, llegando sin dudas a superar con este trabajo el éxito y la calidad artística de su primera obra.  Por otro lado, en la época en la que realizó esta película, Amenábar le dio en el clavo, al abordar de una manera muy ingeniosa (y además tan hispana) un tópico que recién estaba cobrando interés en la pantalla grande (en especial gringa, si bien los japoneses ya estaban abordándolo hace rato a través de sus animes), la realidad virtual, el cual en todo caso posee antecedentes de clásicos literarios españoles como La Vida es Sueño de Calderón de la Barca  (Johnny Mnemonic, 1995, Dark City, 1998 y The Matrix, 1999).  En su historia un chico mujeriego y orgulloso de su dinero y buena facha, ve su vida convertida en una verdadera pesadilla, cuando debido a un accidente del cual es responsable queda horriblemente desfigurado.  Una vez más USA no se pudo resistir y en 2001 se estrenó el obligado remake, Vanilla Sky, que para muchos resulta inferior a la cinta original y pese a los buenos artistas involucrados en ella.
Mar Adentro (2004): A partir de esta cuarta cinta suya Amenábar comienza a alejarse cada vez más en el tipo de cine que le vio nacer, si bien no por ello pierde fuerza su labor (muy por el contrario).  Esta vez estamos hablando de una llamada bioepic, o sea, de un largometraje basado en la vida de una persona real.  En este caso trata acerca de un hombre que lleva alrededor de 3 décadas postrado en vida en su cama, tras quedar tetrapléjico muy joven y quien solo desea acabar con su vida a través del llamado suicidio asistido.  Su deseo de que alguien lo ayude a conseguir su objetivo por razones morales y legales se convierte en toda una odisea.  El caso causó conmoción en su momento y lo mismo sucedió con esta cinta al estrenarse.  Los premios esta vez le llovieron más que nunca al director/guionista.  El rol protagónico de Javier Bardem, todo un camaleón español de la actuación, no dejó indiferente a nadie ante tal despliegue escénico. 
Ágora (2009): Su filme español más caro a la fecha se trata de una obra de carácter histórico, ambientada entre los siglos IV y V, en los primeros tiempos del Cristianismo en Alejandría.  Trata acerca de Hipatia, una filósofa y mujer de ciencias que debido a sus creencias y a sus enseñanzas, se gana primero el desprecio y luego la condenación por parte de las autoridades cristianas.  Si bien en el guión Amenábar se toma varias licencias históricas y ficticias, su obra que bien para muchos es considerada como algo netamente anticristiano, en realidad puede más bien ser vista como una defensa a la libre expresión y a la tolerancia.  Pese a tratarse de una película pagada por dineros españoles, se encuentra hablada en inglés y tiene como protagonista a la hermosa y notable actriz británica Rachel Weisz; además cuenta con otros artistas hollywoodenses.
Regresión (2015): Corresponde a su segundo trabajo hecho por encargo para Hollywood y para el cual contó con varias estrellas,  tales como Ethan Hawke y Emma Watson.  Si bien no he tenido el gusto de ver esta producción (prometo hacerlo pronto), ya que no se estrenó por estos lares, sé que puede considerarse como su regreso al cine de suspenso ¿Y de terror tal vez? Trata acerca de un culto satánico que es descubierto por un detective y por un psicoanalista.



7.2. La película: Los Otros.

      Difícil tarea tengo a la hora de referirme a esta cinta de fantasmas al más puro estilo de Sexto Sentido (en cuanto a su trama dramática y emotiva) y a su final sorpresivo, elementos a través de los cuales se ve un clara influencia de la cinta de Shyamalan, sin contar la gran revelación hecha hacia su inolvidable clímax. A ver cómo me sale todo esto…
      Realizada en 2001, corresponde al tercer largometraje de Alejandro Amenábar y al primero llevado a cabo con dineros gringos.  La cinta cuenta con la notable actuación de Nicole Kidman (siendo que su por entonces marido Tom Cruise, ejerció de uno de los productores), demostrando una vez más con su participación que a su belleza admirable lejos la supera su propio talento, en lo que es considerado entre sus mejores papeles.  Respecto a esta labor de la Kidman, resalta el hecho de que si bien fue acompañada por unos pocos más histriones, el peso de la historia recalca en su personaje y que es debido justamente a la fuerza interpretativa de esta mujer, que la película en cuestión posee algunas de sus virtudes; ya que solo ante las emociones de su papel (soledad, frustración, dolor y miedo), el espectador es incapaz de no sentir empatía hacia esta fémina. 
      El argumento gira en torno a una familia que vive aislada en una hermosa isla perteneciente a Gran Bretaña, poco después de la Segunda Guerra Mundial.  Solo una madre y sus dos hijos pequeños habitan una enorme mansión, ya que todos los sirvientes se han ido y el marido/padre nunca volvió tras irse al frente de batalla.  Hasta que un día llegan 3 nuevos empleados a tomar las vacantes, una mujer y un hombre ya ancianos, más una muchacha muda.  Por otro lado, los niños se quejan de la presencia de espíritus que no los dejan tranquilos, a lo que su progenitora actúa con incredulidad, siendo que además comienza a sospechar de sus nuevos sirvientes. 
      Aparte de la protagonista destaca en el argumento la dulce ama de llaves, a cargo de la igualmente consagrada Fionnula Flanagan, quien se muestra tanto aquí maternal como alguien engañosamente confabuladora (pues es evidente que ella y los suyos guardan un gran secreto).  De igual manera se debe destacar la breve, aunque significativa participación de otro actor famoso, Christopher Eccleston como el esposo y padre, quien vuelve a su hogar como un hombre destruido por las crudas vivencias del conflicto bélico. 
      El director-guionista hace que en la práctica casi todo el metraje transcurra dentro de las paredes de la casa, otorgándole a un lugar tan hermoso como este un carácter claustrofóbico (en la práctica una verdadera prisión para sus dueños) y para lo que la fotografía se convierte en todo un apoyo, ya que permite la introducción de lo sobrenatural a través de los tonos oscuros y grises.  Pues en este caso no estamos frente a un guión que requiere de efectos especiales, sino que más bien se sostiene en lo que se sugiere.
      Por otro lado, un título como Los Otros, que no deja de ser tan ominoso e invitarnos al misterio y el temor  a lo desconocido, atiende a la idea primigenia del miedo hacia el Más Allá, en especial en lo que concierne a la posibilidad de una vida después de la muerte y que sin duda puede ser aterradora.  Por supuesto que los fantasmas son los Otros, pero… ¿Qué tan siniestro pude llegar a ser ese nivel de la realidad, que sobrepasa nuestros propios conocimientos? De este modo su realizador juega con la idea de que nada es lo que parece, que vivimos engañados y que solo somos capaces de aceptar la lógica de lo que queremos ver.  En cierto sentido el argumento es una reelaboración del mito de la caverna de Platón, ya que en especial es la madre quien al negarse salir de la aparente protección de las paredes, ha limitado su propia felicidad y la de quienes ama.
       Cabe hacer notar además el profundo catolicismo que rodea a la familia en cuestión, quienes por ser ingleses sería más comprensible fuesen anglicanos.  Puede ser que el elemento religioso tenga que ver con las mismas raíces hispanas de Amenábar, pero si bien la madre a cargo de la Kidman, confía en su fe como un medio con el cual se siente a salvo ella y su familia, el poder que hay detrás de la figura de la Virgen María y Cristo que aquí aparecen, más que verse como principios redentores, más bien tienen que ver con la culpa, que sin dudas recae sobre esta mujer; pues la fe tal como es presentada en este filme más que orientarse a un credo apoyado en el amor y la alegría, tiene que ver con el mismo temor hacia todo aquello que supera los límites de lo humano, de modo que la teología misma (que bien puede dar explicaciones acerca de lo que conlleva a la muerte), tiene sin dudas relación con esos otros, que tanto temen estos personajes.
       Una anécdota antes de terminar: Para hacer publicidad al eminente estreno de esta película en mi país, los distribuidores pusieron a lo largo del territorio varios afiches, habiendo varios de ellos en paraderos, malls y otros sitios públicos; sin embargo en esta vez hicieron una pequeña modificación en la imagen promocional o mejor dicho en el texto que la acompañaba.  Es así que pusieron “Del director chileno-español…”.  Pues resulta que como se fue tan pequeño a España este, no tuvo mayor relación con mi país y sin embargo en un arranque de chovinismo barato, apelaron a ello para interesar más al posible público.


Trailer.

domingo, 23 de julio de 2017

De vuelta al Mundodisco.


     Hace años ya que no leía a Terry Pratchett y a su famosa y extensa saga de fantasía humorística de Mundodisco, que tantos momentos gratos (y risas) me ha dado. Y no por falta de ganas, sino debido al hecho de que no había vuelto a pillar más de sus libros por estos lares (bien saben quienes me conocen que no leo en digital) y la única vez en que volví a tener otro título de la colección estaba a un precio, que a mi parecer, era exorbitante (todos los tomos que me he comprado al respecto, los he conseguido en oferta…y por lo general libro que consigo o bien lo adquiero de esa forma…o me lo regalan).  Amilcar no pensaba ni nacer (y ya está por cumplir los 8) y a su hermanito Bruno todavía le quedaba harto por llegar a este mundo, así que harta agua ha pasado bajo el puente desde la última vez.  Sin embargo en la última FILSA tuve la suerte de conseguir 3 volúmenes a buen precio cada uno.   “¿Cuál será mi última lectura de los 41?” me pregunté no hace mucho.   La idea mía era que no fuera de mucha extensión, para comenzar los 42 con otro texto (uno de Stephen King, ideal para las vacaciones de invierno).  De modo que me decanté por Pies de Barro, el que en todo caso me terminé el primer día de estas vacaciones de invierno que ya están por acabar.  Así es que ahora es el momento de hablarles de esta obra de la que tenía pendiente escribir.
       El Mundo Disco es un sitio imposible, al menos para nuestra idea de lógica y las reglas de la física, ya que se trata de un sitio plano que está encima del lomo de cuatro elefantes gigantescos, los cuales a su vez se sostienen sobre el caparazón de una tortuga aún más inmensa.  En Mundo Disco conviven los seres más estrafalarios de este tipo de narrativa, sucediendo buena parte de sus historias en la cosmopolita ciudad de Ankh-Morpork.  Es así que el título al que le dedico estas palabras transcurre en este sitio, pues justamente tiene que ver con la saga dedicada a su más que curioso cuerpo de policía, más conocido como la Guardia.
       Siendo la tercera novela en torno a este grupo de agentes de la ley multirracial y cuyos miembros no todos pueden ser considerados como sujetos valientes, que como es propio de estos libros los antihéroes abundan más que los héroes mismos, fue publicada por primera vez en 1996.  En pocas palabras la trama es la siguiente: una serie de asesinatos ocurridos en muy extrañas circunstancias, tiene aterrados a los habitantes de la ciudad; más encima el Patricio (o sea la figura máxima de autoridad en  Ankh-Morpork) está siendo envenenado, lo que implica que la Guardia debe resolver ambos misterios a toda costa.  La investigación para saber quién o quiénes son los responsables depara grandes sorpresas, por no mencionar sus muchos momentos de gran diversión y que tienen relación con el humor desternillante tan habitual en esta serie.
      El nombre de la novela hace referencia a un grupo de personajes que toma vital importancia dentro del argumento: los golems.  Provenientes de una famosa leyenda medieval judía, acerca de una criatura mágica creada por un rabino para proteger a su gente del acoso de sus enemigos, se trata de seres que tal como en la tradición clásica son hechos a partir del barro y a los que se les otorga vida a través de palabras escritas sobre su cabeza.  En la novela trabajan para la gente en los oficios más peligrosos, debido a su fuerza y aparente indestructibilidad, en una especie de esclavitud, ya que no los consideran personas, ni vivos en realidad (algo así como máquinas).  No obstante cada uno tiene su propio nombre y pese a que no pueden hablar, se comunican escribiendo, siendo que además tal como queda demostrado interactúan entre sus pares en lo que viene a ser una comunidad.  Las muertes que se están sucediendo los convierten en los principales sospechosos de ello.  La historia comienza con estos seres y no puede ser más enganchador para el lector ávido de sana entretención:

     “Era una noche cálida de primavera cuando un puño llamó a una puerta con tanta fuerza que se doblaron los goznes.
      Un hombre salió a abrir y se asomó a la calle. Venía niebla del río y la noche estaba nublada. Era como intentar mirar a través de terciopelo blanco.
      Pero más tarde pensaría que había habido siluetas allí fuera, más allá de la luz que se derramaba sobre la calle. Muchas siluetas que lo observaban con cautela. Y se le ocurriría que tal vez había habido puntos de luz muy débil…
      La silueta que tenía justo delante, sin embargo, era inconfundible. Era enorme y de color rojo oscuro y parecía una figura de arcilla hecha por un niño para representar a un hombre. Sus ojos eran dos ascuas.”

       Si bien la novela posee el humor característico de la saga a la que corresponde, aborda varios temas serios que en comparación con otros títulos que le precedieron, le otorgan verdaderos momento de sublimidad, en especial en los diálogos chispeantes entre los personajes.  Entre las reflexiones a las que nos invita el libro encontramos:
       La autenticidad: Teniendo en cuenta que la Guardia posee una composición heterogénea entre sus miembros, encontramos no solo humanos entre sus filas, sino que también hay varios enanos, trolls, al menos una gárgola y hasta una licántropa (¿Existe este término en femenino para referirse a una mujer lobo/loba?).  Es así que cuando se supone que la única dama de la guardia vendría a ser la última mencionada en esta lista, en contra de lo inesperado, hay al menos una dama de esta otra especie y que debido a la barba que pese a todo tienen estas también, pasa desapercibida entre los demás. Cuando Jovial Culopequeño (no puede ser más hilarante su apellido) entra en amistad con Angua, la relación entre ambas va influyendo a la enana, de modo que esta comienza a redescubrir de una manera muy graciosa su propia femineidad.  En paralelo a ello, la misma Angua tiene conflictos personales con la condición de su especie, pues teme no poder controlar sus impulsos en noches de luna llena y cometer algún error, razón por la cual está seriamente pensando abandonar su trabajo.  Es así que la misma aceptación que tienen estas dos de su persona, apoyándose mutuamente, hace que al final los dos personajes consigan cierta plenitud que les otorga la tranquilidad suficiente, para estar tranquilas con quienes son.
Disfrutando este bello libro en la micro.
       El valor de la vida: Como ya lo he dicho, en la novela nos encontramos con la presencia de los golems, los que en la práctica son considerados por la gente como objetos y justamente solo por ser distintos. La crisis que entra a desarrollarse con los asesinatos que se están produciendo, pone en tela de juicio sus intenciones.  Es así que ligado a todo esto y a lo expresado en el párrafo anterior en la figura de Jovial, Angua e incluso buena parte de la dispar Guardia, que la llamada otredad, en cuanto a cómo asumimos la diversidad que nos rodea como algo normal de nuestra vida, invita tanto a la tolerancia, como a  tener una mirada amplia sobre lo que en verdad viene a ser convivir con todo esto, en armonía con los demás y con uno mismo.
        No debe dejar de mencionarse el elemento policial del texto, que homenajea tanto como satiriza los grandes clásicos del género sobre misterios criminales y la investigación de los sabuesos de la ley para resolverlos.   Más encima el cuartel de la Guardia recibe nada menos que el nombre de Pseudópolis Yard, una clara alusión al famoso Scotland Yard de las narraciones de Arthur Conan Doyle sobre Sherlock Holmes.  Por lo tanto en esta obra y en clave humorística, se encuentran los pasos típicos para desentrañar la verdad y hallar al culpable: como recorrer buena parte del territorio (lo que da paso a la descripción de la variopinta geografía del lugar), interrogatorio de sospechosos (que permite introducir personajes muy graciosos en general) y hasta análisis forense (gracias a la presencia de… ¡Un alquimista!).
        Si bien esta novela no corresponde a las dedicadas a la muy simpática Muerte, no podía dejar de aparecer aunque sea en unas pocas líneas, tan simpático personaje (representada al más clásico estilo medieval con guadaña, capucha y aspecto esquelético).  A continuación un fragmento de su breve intervención, solo para saborear algo más el buen humor que destila esta obra:

        “En el Museo del Pan de los Enanos, situado en el callejón Tiovivo, el señor Hopkinson, el conservador, estaba algo alterado. Dejando de lado otras consideraciones, lo acababan de asesinar. Pero en aquel momento estaba optando por considerar esto un enojoso detalle sin importancia.
        Lo habían matado a golpes con una hogaza de pan. Se trata de algo muy poco probable incluso en la peor de las panaderías humanas, pero el pan de los enanos tiene unas propiedades asombrosas como arma ofensiva. Los enanos consideran la panadería una de las disciplinas bélicas. Cuando hablan de comerse una torta saben a qué se refieren.
        —Mire esta muesca de aquí —dijo Hopkinson—. ¡Ha estropeado toda la corteza!
        Y TAMBIÉN EL CRÁNEO DE USTED, dijo la Muerte.
        —Ah, sí —dijo Hopkinson, con la voz de alguien que considera que los cráneos van regalados pero que es muy consciente del valor que su escasez da a una buena pieza de exposición—. ¿Pero qué tiene de malo una simple cachiporra? ¿O incluso un martillo? Yo podría haberle proporcionado uno si me lo hubiera pedido.
        La Muerte, que por naturaleza tenía también una personalidad obsesiva, se dio cuenta de que estaba en presencia de un maestro. El difunto señor Hopkinson tenía una voz chillona y llevaba las gafas colgando de un cordel negro —su fantasma lucía ahora el equivalente espiritual de las mismas—, y estas eran siempre señales de una mente que sacaba brillo a la parte inferior de los muebles y guardaba los clips sujetapapeles organizados por tamaños.
      —Es una vergüenza —dijo el señor Hopkinson—. Y también una muestra de ingratitud, después de que yo les ayudara con el horno. De verdad me temo que tendré que protestar.
      SEÑOR HOPKINSON, ¿ES USTED CONSCIENTE DE QUE ESTÁ MUERTO?
      —¿Muerto? —trinó el conservador—. Ah, no. Eso no puede ser de ninguna manera. Ahora no. Es de lo más inconveniente. Ni siquiera he catalogado las magdalenas de combate.
      NO IMPORTA.
       —No, no. Lo siento pero no me va bien. Va a tener usted que esperarse. Ahora no puedo ocuparme de esa clase de tonterías.
       La Muerte se quedó perplejo. Después de la confusión inicial, la mayoría de la gente se sentía en cierto modo aliviada al morirse. Era como si les quitaran un peso subconsciente de encima. Como si las habas cósmicas estuvieran contadas por fin. Había pasado lo peor y ya podían, metafóricamente, continuar con sus vidas. Poca gente trataba el asunto como un simple incordio que podía desaparecer si se quejaban lo bastante.”

        Tal como es habitual encontrar en los libros de Mundodisco, hayamos en sus páginas un montón de personajes tanto bizarros como entrañables, muchos de ellos ya conocidos por los lectores de la colección (obviaré de este listado a las dos féminas ya mencionadas más arriba):

Comandante Sam Vimes: El miembro de mayor rango de la Guardia de Ankh-Morpork, es un hombre inteligente y de poca bulla, quien lleva ya mucho tiempo trabajando con la ley y que a veces recuerda con nostalgia el pasado más sencillo, en el cual apenas eran un par de agentes los que componían su equipo y no se necesitaba el gran despliegue de la actualidad.  Confía en sus hombres y sin dudas que es un líder entre tanto sujeto “raro” con el que le toca trabajar, sacando lo mejor de ellos y sus particularidades.  En esta historia es quien mayormente lleva el curso de la investigación.  Pese a su poco amor hacia el Patricio, se podría decir que es un ejemplo de rectitud, al dejar de lado su desprecio hacia este, al velar por la protección de su vida.
Capitán Zanahoria Fundidordehierroson: Segundo al mando en la Guardia, de niño fue criado por enanos, de modo que es todo un experto en su cultura.  De apariencia imponente, guapo y musculoso, a su figura gallarda lo acompaña un corazón tan noble e inocente, que en la práctica es amigo de todo el mundo; acostumbra tratar a todos bien, entre inocentes y culpables, lo que con su manera tan especial de ser da paso a varias situaciones jocosas.  Tiene una relación de cercanía con Angua, que hace pensar que tienen un amorío entre los dos.
Cabo Cecil "Nobby" Nobbs: Un sujeto de apariencia insignificante, con la cara llena de protuberancias (poco agraciado en otras palabras), de personalidad perezosa y poco valiente, además de gustos groseros, con tendencia al robo…Por lo tanto, es el que menos se esperaría encontrar en la Guardia debido a sus varios defectos.  Pese a todo es tolerado sin mayores inconvenientes entre los suyos.  En el transcurso de esta obra, aparece un documento legal que lo convierte en la atención de los poderosos de la ciudad, ya que según dicho texto resulta ser descendiente de la casta aristocrática de mayor nobleza del lugar; por lo tanto ante la eventual pérdida del Patricio, muchos desean tenerlo como su “rey marioneta”.  Las aventuras de Nobby al respecto, corresponden a un arco argumental paralelo dentro de la novela y que no puede ser más entretenido.
Dorf: El golem que posee mayor relevancia dentro de la trama, es el principal sospechoso de los asesinatos que se están cometiendo.  Una vez llegados al inesperado clímax, viene a constituirse en el personaje que más sorpresas otorga al lector.
Pequeño Loco Arthur: Un gnomo que al parecer vive apartado de su gente, conviviendo con la “gente grande”.   Vive cazando ratas, las que vende con fines “culinarios” a sus clientes y pese a su tamaño, es tan ágil que es un contendiente de temer.
Dragón Rey de Armas: Vampiro con cientos de años de edad que lidera un negocio dedicado a la heráldica (o sea, realiza con sus empleados escudos para las familias pudientes para demostrar su supuesta sangre azul),  De aspecto cadavérico y al parecer de trato afable, guarda un gran secreto.

Terry Pratchett como personaje de su hermoso legado literario.

sábado, 22 de julio de 2017

Lágrimas de sangre, tripas desparramadas y cerebros mordidos por Romero (segunda parte).


       En un momento Romero sostuvo la idea de dirigir dos más películas de zombies para cerrar su saga, no obstante al final lo que hizo fue realizar junto a Marvel Comics una novela gráfica de 15 números llamada Empire of the Dead (2014-2015), que bien puede ser reconocida como su último legado a la temática que él mismo convirtió en uno de los temas favoritos de la gente.
       Pero la filmografía de este verdadero Maestro del Terror no solo dio a su público historias sobre muertos vivientes, tal como ya ha quedado demostrado en la primera parte de este homenaje a su persona.  Pues en lo que concierne al resto de su trabajo, se debe mencionar su otra película de ciencia ficción, terror y catástrofe llamada The Crazies.  En ella un experimento militar (ultrasecreto como bien es habitual en este tipo de argumentos) se desbanda y ello provoca que la población civil cercana al lugar del proyecto, al ser infectada se entregue a una orgía de asesinatos sangrientos…La verdad es que nunca he contemplado esta obra, sin embargo sí vi con gran placer su remake de 2010, producida por el propio Romero, la cual en su momento recibió excelentes críticas, además de muy buenos resultados en taquilla.
      De 1978 data Martin, su propia interpretación del tema del vampirismo, si bien alejada de los aspectos sobrenaturales.  Es así que el argumento aborda esta dependencia por la sangre humana desde el punto de vista de la psiquiatría, a través de un joven de personalidad errática que siente el deseo de beber tal sustancia, cometiendo crímenes para conseguirla; por lo tanto estamos frente a un caso de trastorno de personalidad.  Asimismo la trama aborda el erotismo ligado a la figura de estas criatura de la noche, aspecto que acá se entiende en el caso del muchacho incapaz de mantener una relación sana con mujer alguna, de modo que su despertar a la sexualidad se relaciona con las fantasías propias de alguien que está experimentando este aspecto suyo, pero llevado a un terreno escabroso.  En su metraje el propio Romero se permitió interpretar a uno de los personajes, mientras que el ya mencionado Tom Savini, hizo acá su primera colaboración con su amigo de toda la vida.  Si bien esta película es supuestamente la favorita de su autor y además ha tenido críticas sobresalientes, la única vez en que la vi, me aburrió como una ostra, quizás porque en aquellos tiempos era demasiado cerebral para una adolescente inexperimentado como lo fui en su momento (así que tendré que echarle un nuevo vistazo).





















     

     Poco antes del filme con el cual tuve mi primer encuentro con Romero, Creepshow, apareció Los Caballeros de la Motocicleta (1981), toda una rareza en la carrera de este y de la que sin embargo guardo muy buenos recuerdos de la única vez en que la vi, durante mi etapa escolar.  Eran plenas vacaciones de verano y había prendido la tele para dedicarle tiempo al cine de trasnoche, cuando me encontré con esta pieza bizarra de carácter melodramático, sobre un grupo de motoqueros que realiza espectáculos al aire libre, simulando las leyendas artúricas.  Uno de los dos momentos que tengo persistentes en la memoria es la conversación entre dos varones, bien “machos” ambos, en la casa rodante que al parecer compartían y donde uno de ellos le dice al otro que si todo sale bien, de ahora en adelante serían pareja (o algo así); fue una de las primeras ocasiones en las que vi una historia que abordaba la homosexualidad y sin embargo, para la mentalidad de un chico de esa edad, ver la naturalidad con lo que pasaba eso (sin caer en los arquetipos caricaturescos de la feminización generalizada de los gays), fue algo revelador.   Por otro lado, cuando hace un breve papel nada menos que Stephen King, como un burdo hombre del público, sentí gozo al reconocer a mi ya por entonces escritor favorito (por tanto si ya sabía bien quién era este señor, debía estar a semanas de cursar el tercero o cuarto medio, con 16 ó 17 años de edad).
      1987 fue el año en el que apareció Creepshow 2, que si bien no dirigió Romero, sí coescribió el guión junto a su compañero Stephen King.  A diferencia de la entrega anterior, esta la vi por primera vez en una función nocturna de TV un día viernes, sorpresa que pillé en la pantalla chica a manera de premio tras una semana completa de clases como escolar.  Su afiche tan en el estilo de los cómics de la añorada editorial EC, lo recordaba de habérmelo encontrado en los diarios de más pequeño y en especial el spot publicitario, que los tenía ambos en la retina y con grandes deseos de verla.   Si bien no llega a los niveles de excelencia de la primera cinta, la historia del medio (ya que esta vez se compone de solo 3 fragmentos), es sin dudas de antología por ser una adaptación que le hace honores a uno de los “cuentos de monstruos” más famosos del señor King.  De igual manera la trama que enlaza a los tres episodios, de un niño que se quiere vengar de los muchachos que lo acosan, mezclando la imagen real con la animación a la más pura estética de los cómics EC, resulta de lo más entretenida y bien lograda.


    Monos Diabólicos (1988) es el nombre que se le dio acá a Monkey Shines, sofisticada historia de terror de carácter psicologista y que está valorada entre lo mejor de su autor (si bien no se encuentra entre mis predilectas), otorgándole importantes premios internacionales especializados.   A diferencia de otros trabajos suyos, esta obra no es ni una historia original suya, ni está relacionada con la narrativa de Stephen King y sin embargo sí está basada en una “desconocida” novela del género de un tal Michael Stewart.  Su argumento gira en torno a un apolíneo atleta y estudiante de derecho, quien tal como comienza el filme tenía un pasar idílico, hasta que un absurdo accidente de tránsito lo deja en silla de ruedas, sin poder utilizar cualquiera de sus extremidades.  El hombre como es de suponer entra en depresión, hasta que un amigo suyo científico que experimenta con primates tratando de aumentar su inteligencia, le pone a su servicio a una mona.  El animal es entrenado por una bella mujer, involucrándose románticamente ambos.  Por otro lado, cuando todo parecía ir bien, resulta que debido a los químicos suministrados a la bestia se produce una especie de lazo telepático entre amo y mascota, proyectándose las frustraciones del humano en la criatura, la cual comienza a actuar de manera violenta y mortal.  No puede ser más interesante la manera de cómo se aborda a través de la relación entre el protagonista y su animal, el tema del dominio de los instintos por sobre la razón, que pese a millones de años de evolución en nuestra especie aún siguen dominándonos.  Destacable es también la actuación de Jason Begue, quien logra inspirarnos lástima y simpatía en su rol de discapacitado, el que interpreta con una credibilidad impactante, y que con aun manteniendo su belleza física, no deja de representar la fragilidad humana (me fue imposible no recordar al también fallecido Cristopher Reeve, quizás el Superman cinematográfico más querido en la historia, quien debido a otro lastimoso incidente quedó postrado de por vida en una silla de ruedas…Un hombre tan imponente y hermoso como el mismo Begue).  Teniendo en cuenta la temática de este título, hayamos a su vez la vieja noción moralista de los límites de la ciencia, debido al supuesto actuar poco profesional del amigo del protagonista, quien incluso se ha hecho adicto a la misma sustancia que inocula a sus cobayas.  La dirección de Romero es sin dudas soberbia, demostrándonos acá su talento para trabajar en las condiciones que implicaba el guión (con animales y un actor haciéndose pasar por un cuadripléjico), de tal manera que lo que podría haber parecido falso o ridículo, salió perfecto en su realización.


Trailer de Creepshow 2.
      
       En 1990 fue cuando se unieron tras las cámaras dos grandes del cine de horror como vienen a ser George Romero y Dario Argento, quienes al menos desde la ya lejana época de El Amanecer de los Muertos que no trabajaban juntos.  En esta ocasión inspirados en otro maestro de las historias espeluznantes, si bien literarias, Edgar Allan Poe, realizaron cada uno de ellos una muy personal adaptación de uno de sus cuentos clásicos: el italiano veló por hacer su versión de El Gato Negro, mientras que su colega optó por trasladar a la pantalla grande El Extraño Caso del Señor Valdemar.  Romero se dio el gusto de volver a trabajar con Adrienne Barbeau, protagonista de una de las historias de Creepshow.  El acompañamiento musical de otro genio ligado al terror, como lo es Pino Donaggio (responsable, entre otros grandes trabajos, de la increíble partitura de la primera versión audiovisual de Carrie, dirigida por Brian de Palma y también de otras memorables cintas de este otro gran artista), otorgó sin duda una de las mejores bandas sonoras en un filme de Romero.
    
      Y es cuando por fin llego a la película que más me gusta de nuestro director, siendo además mi cinta de terror predilecta de entre todas las que he visto en mi propia existencia: La Mitad Siniestra (1993).   Sabido ya por quienes conocen de antemano la vida y obra de este cineasta (como por los que se han tomado el tiempo de leer este texto), la fuerte fraternidad entre Romero y Stephen King.  Pues el nivel de aprecio y admiración del escritor hacia su amigo es tan grande, que le dedicó una de sus novelas más emblemáticas: Christine; de igual manera su predilección por La Noche de los Muertos Vivientes ha llegado a tales niveles, que no solo ha escrito al respecto en varias ocasiones, sino que su única novela sobre zombies (bueno, su reinterpretación del tema), Cell, viene a ser su mayor tributo para la película de Romero.  Pues volviendo a la película en cuestión, fue la primera cinta que vi de este director en pantalla grande y luego solo tuve tal gusto con la ya mencionada Tierra de los Muertos.  Justamente supe de la existencia de esta cinta gracias a la misma revista Fangoria, que le dedicó extensos reportajes y los que atesoré como todos sus textos que tuvieran que ver con mi narrador favorito.  Creo que habrá pasado al menos poco más de un año para que se estrenara en las salas acá, puesto que cuando la revista escribió al respecto, el largometraje estaba con problemas de distribución, ya que el estudio que la produjo quebró y por ello se atrasó su exhibición.  Está sellado en mis memorias más significativas la ocasión en que estando a solas con mi abuelito Daniel (el papá de mi madre), a semanas de su fallecimiento (puesto que se encontraba en cama y yo lo visitaba para charlar y leerle, además de escuchar música juntos), le conté entusiasmado sobre mis deseos de ir a su estreno.

      - Abre ese cajón- Me dijo. Lo hice sin saber lo que me esperaba.- ¿Cuánto cuesta la entrada?
       - Mil pesos- Qué increíble lo “barato” que eran las cosas en el pasado.
       - Saca entonces lo que necesites.
      
        La verdad es que no me esperaba tal gesto.  Nunca antes que yo recordara mi abuelito había sido tan dadivoso conmigo y en ningún momento fue mi propósito manipularlo para que lo hiciera.  Era un día jueves y en aquel tiempo daban por primera vez las películas nuevas los viernes.  Con el corazón henchido acudí a mi cita con tal fantasía oscura.
              El argumento de La Mitad Siniestra (solo vine a tener el libro y leérmelo un par de años después), gira en torno a un escritor al que el espíritu de su hermano gemelo, que nunca llegó a nacer, lo acosa con el propósito de conseguir su supuesto derecho a vivir y a costa de su vida.  La novela en la que se basa es una de las más violentas de su autor y en ese sentido la adaptación realizada por Romero no se queda atrás.  Hay mucho amor hacia lo hecho por King en esta adaptación.  Lo sobrenatural está muy bien trabajado, así como las salvajadas perpetradas por el ente maligno, interpretado muy bien por Timothy Hutton, quien hace ambos papeles (los dos hermanos).  La historia en sí aborda un popular tema ya clásico: el doble maligno, también llamado doppelgänger de la lengua alemana y entre cuyos antecedentes literarios se incluyen clásico como El Extraño Caso del Doctor Jeckyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson; no obstante también es una obra que hace referencia al desdoblamiento del artista a través de su obra y del impacto positivo o negativo que puede llegar a tener esta, así como hacer referencia a la genialidad de los creadores, muchas veces a un paso de la locura.  Pese a ser una historia de terror tan gráfica, llega a ser hermosa en su puesta en escena y a la suma de toda esta maravilla se debe agregar la gran banda sonora realizada  por Christopher Young, destacado músico de otros filmes de terror tan notables.


Trailer The Dark Half.

      Si bien voy a dejar en el tintero 3 filmes de la década de los setenta de Romero, no puedo terminar este tributo y repaso su obra, sin mencionar El Rostro de la Venganza (quizás la única cinta de Romero en cambiar tanto su nombre al llegar a Latinoamérica, puesto que en realidad de llama Bruiser, o sea, Matón).  En esta ocasión el director-guionista regresó al terror de tipo psicológico, volviendo a dejar de lado el gore que tanta gloria le dio, para sí retomar la crítica social que había dejado de lado en sus últimas producciones.  De este modo la película en cuestión, es nada menos que una ácida mirada al mundo de los empresarios y en especial a la publicidad, al representar acá la frialdad y competitividad a través de una agencia de modelos femeninas, dirigidas por un tipo hedonista y egoísta que no puede ser más desagradable.  La pérdida del valor al respeto humano y desenfreno total (no dejar de apreciar los excesos de cierta fiesta de Halloween, en la que incluso hay al menos un menor de edad en tal evento), son objeto de la acción punitiva de uno de sus antiguos victimarios y quien aprovecha una ocasión muy especial para ello.  El simbolismo detrás de la máscara con la que amanece el protagonista, así como de la nada o más bien a manera de una proyección de su deseo de liberarse de sus frustraciones, lo llevan a cometer las acciones que bajo su propia identidad habría sido incapaz de realizar.

Una curiosidad: afiche japonés de Bruiser.

jueves, 20 de julio de 2017

Lágrimas de sangre, tripas desparramadas y cerebros mordidos por Romero (primera parte).


       Con tanto zombie por ahí en las películas, los videojuegos, los cómics y las series de TV (¿Quién no conoce en la actualidad The Walking Dead?), el común de los mortales ignora que el responsable de todo este boom de los muertos vivientes comedores de carne huma fresca, George Romero, nos dejó hace solo 4 días atrás.  Nacido el 4 de febrero de 1940 y muerto a los 77 años, fue un importante cineasta dedicado al género del terror que dejó tal legado, que tal como ya se expresó en las primeras palabras de este párrafo, introdujo uno de los monstruos más famosos dentro de la cultura popular.
       En varias ocasiones me he referido a este hombre en varios post y que desde adolescente he admirado profundamente,  de hecho hace rato que le dediqué una etiqueta dentro del extenso listado de temas que tengo en el blog, pero nunca (salvo ahora) me había referido en exclusiva a su obra… Y ahora es el momento adecuado.
      Si bien desde niño me han gustado las historias de terror, no obstante a este artista solo lo vine a conocer ya de adolescente, gracias a la querida colección de la revista Fangoria que empecé a comprar.  Fue así que en uno de sus tantos reportajes y textos varios, apareció su nombre, haciendo primero referencia a la proeza que le significó realizar cuando aún no cumplía 30 años, la obra que le otorgó fama para la posteridad: La Noche de los Muertos Vivientes (1968).  Y como toda una guía para los amantes de las historias de horror, gracias a esta revista me fui enterando de su filmografía, deseando adentrarme cada vez más en las profundidades de sus pesadillas.
     Pero años antes de que llegara a mis manos tan especializada publicación, ya era un consumado fanático de este tipo de historias, si bien de más pequeño luego pagaba el precio de mis obsesiones con las pesadillas que me provocaban y el miedo a la oscuridad.  Llevo mis recuerdos a alrededor de 1989 ó 1990, cuando el VHS reinaba en las funciones caseras de todo tipo de películas.  Mi papás no me comprarían mi primera máquina reproductora de estas cintas hasta diciembre del 90, razón por la cual debía conformarme viendo películas en un videoclub cerca de mi casa y en el cual si uno pagaba el coste de un arriendo, podía ver la cinta que quisiera (los dueños interesados en ganar dinero, no tenían inconvenientes en que menores de edad gozasen títulos para mayores,  siempre y cuando pagaran la cuota respectiva; claro que no sé si eso pasaba en el caso de solicitar una porno). De este modo me ponía de acuerdo con mis amigos para juntar los $500 pesos que en ese entonces salía este beneficio.  Y así fue que me encontré con varias cintas por primera vez, muchas de ellas verdaderas joyas de la cinematografía fantástica tales como Robocop y El Resplandor.  Por lo general iba los sábados, siendo durante un largo tiempo esta mi única instancia para darle en el gusto a mi amor por el cine, ya que fue más entrado en la adolescencia que me dispuse a ir a los teatros por mi cuenta con mis pares.
      Y en una de estas funciones privadas me encontré con Creepshow (1982). La verdad es que no sé si para aquella época ya sabía quién era Stephen King, el cual se entretuvo un montón adaptando para su amigo George Romero, algunos de sus cuentos para este filme de 5 historias autoconclusivas y con un hilo conductor, homenajeando los viejos cómics de terror de la desaparecida editorial EC.  La idea principal de esta producción fue entretener, nada de crítica social, ni temas complejos, solo sustos, monstruosidades y efectos gore al más puro estilo de las historietas que esta dupla y el resto de sus amigos quisieron tributar.  Aquella vez salí de la exhibición con esa alegría que solo un niño puede llegar a tener, cuando se han encontrado con algo tan formidable, por ser novedoso para la mente de alguien inexperimentado y que por eso en lo único que piensa es en conseguir más y más de lo mismo (bueno, para ser sincero cuando uno es grande, obsesivo y ñoño, de vez en cuando se vuelve a este estado, je).  Como datos adicionales acerca de este trabajo, puedo contarles que cuenta con la participación de varios actores consagrados, algunos de ellos al principio de su carrera, pero ya en aquel entonces notables (como Ed Harris y Ted Danson); se pueden mencionar además la participación de Leslie Nielsen, Adrienne Barbeau y John Colicos, entre otros. Mención aparte es la breve, aunque entretenida intervención de Tom Savini, otro gran amigo de Romero, que apareció en varias de sus películas y que además es también un consagrado director y maquillador de efectos macabros.  Por otro lado, el mismo Stephen King fue protagonista de la primera historia, demostrando su versatilidad a la hora de pasar a otro campo artístico. Asimismo su música electrónica es sin dudas soberbia, a cargo de John Harrison, quien además de compositor ha trabajado como director en algunos de los episodios de la serie Tales from the Darkside, creada por el mismo Romero y luego hizo para la pantalla chica las miniseries de Dune (2000) e Hijos de Dune (2003), sobre los aclamados libros de ciencia ficción de Frank Herbert.   Por último, no se puede olvidar que la adaptación al cómic de esta perla del séptimo arte fantástico fue hecha por otro maestro, Berni Wrightson (quien también nos dejó este año, así que espero que ambos artistas se reencuentren en el más allá).


Trailer de Creepshow.
     Como ya saben, el título anterior fue mi primer encuentro con George Romero, no obstante la segunda vez en que pude disfrutar con una de sus cintas, fue con su debut.   Quienes no conocen esta joya del séptimo arte, que lejos sobrepasa el género al que pertenece, deben saber que cuando la realizó su creador no hace mucho que había salido de la universidad y tras conseguir algo de experiencia y dinero filmando comerciales, se puso de acuerdo con unos amigos para realizar una obra de miedo.  Con un presupuesto ínfimo, excelentes actuaciones y más encima un guión potente a cargo del propio Romero, como también una fotografía en blanco y negro cuidada, que ayuda a mantener la atmósfera pesadillesca de todo, el filme se convirtió en un verdadero semillero para realizar nuevas historias al respecto.  Las escenas de masacre zombie, en especial cuando estas criaturas aparecen comiendo carne, según se cuenta fueron posible gracias a la contribución de carniceros amigos, que no vacilaron en hacerse publicidad de esta extraña manera y de paso contribuir al arte (je).


Trailer de La Noche de los Muertos Vivientes.

      Solo los prejuiciosos y quienes nada saben de la ópera prima de Romero, ignoran el transfondo de esta y que en clave de ciencia ficción postapocalíptica (pues antes de ella los zombies solo aparecían como entidades de carácter sobrenatural, debido a la magia y al vudú), aborda el tema de la desarticulación de la sociedad civilizada ante las catástrofes; en otras palabras, muestra cómo el ser humano ante cualquier circunstancia que mine su seguridad, de inmediato actúa usando su instinto y deja de lado su racionalidad.  Pues la violencia tal como está demostrada en esta obra, no solo viene de los cuerpos revividos (que en realidad pueden ser comparados con las bestias que atacan tan solo para comer y no por un acto de maldad inherente), sino que de los vivos que tal como se muestra hacia el final de esta tragedia, actúan regocijándose en la miseria en la que se encuentran.
      Otro punto destacable de tan capital largometraje, es que fue una de las primeras películas gringas en tener de protagonista a un afroamericano, siendo el resto de los personajes principales y secundarios blancos.  Es así que este hombre aparece con dotes heroicas frente a la adversidad, con una regia estampa llevando un traje de corbata y dejando con todo esto más que claro, el papel importante que hace rato ya poseía esta minoría étnica en la comunidad de su país. 
      Siendo que por razones de error de su distribución este filme es de dominio público, han aparecido fragmentos suyos en un montón de otras producciones, siendo homenajeada y parodiada muchas veces.  Al respecto, se puede mencionar el único episodio de Halloween de la serie Medium, en el que la protagonista se ve inmersa dentro de esta cinta, la que es recreada de manera sorprendente, a la par de que usaron también imágenes reales de la película. 
      En 1990 se realizó un remake por parte de Tom Savini, el colega amigo de Romero ya mencionado.  Los resultados hicieron honor al original, pues contaron con la producción del propio director de la cinta primigenia, quien además cambió en algunos aspectos el guión para mejorar lo que le pareció era necesario.  No obstante en 2006 y 2015 se realizaron otras versiones, estas sin considerar a Romero dentro de su realización.
     5 son en total las secuelas directas de La Noche de los Muertos Vivientes, todas ellas llevadas a cabo por el propio Romero, si bien en distintas épocas.  Al respecto hay que mencionar la que viene a ser la trilogía original, completada entre los años 1978 y 1985 respectivamente.  La primera de ellas lleva el nombre de El Amanecer de los Muertos Vivientes y está ambientada nada menos que en un centro comercial, al que llegan un grupo de sobrevivientes a refugiarse, convirtiendo este templo al consumo en su santuario (ironías por parte del director).  Sin embargo pese a toda la seguridad que supuestamente había en este lugar, aun así no logran ser capaces de derrotar a las hordas de muertos caníbales, para quienes al parecer el centro comercial les trae recuerdos de cuán felices fueron gastando su dinero en dichas dependencias.  La escena de desmembramiento a una de las víctimas aún viva, es sin dudas una de las más famosas del cine de terror.  En 2004 tuvo su remake, bastante elogiado por cierto, dirigido por Zack Snyder, hoy famoso (y despreciado por algunos) por sus adaptaciones cinematográficas de cómics DC.



      La tercera parte de la llamada trilogía original zómbica de Romero se llama El Día de los Muertos.  En esta entrega se abordan dos temas caros a la ciencia ficción más crítica: primero la presencia de mad doctors (científicos locos), en la figura de un especialista que desea “amaestrar” a los muertos vivientes y se obsesiona con ello, olvidando en parte de sociabilizar con sus congéneres; a la larga como sucede en la vida real y en estas historias ficticias, el progreso humano queda reducido a nada, porque nuestra especie nunca logra ser más fuerte que la naturaleza misma. Luego, siendo el director-guionista un ideólogo antisistema gringo de fuertes convicciones, no podía dejar pasar en este filme una sentencia en contra del militarismo y el fascismo hasta cierto punto; es así que en la cinta en cuestión vemos a un grupo de uniformados, que pese a la devastación en la que se encuentra todo, trata de controlar lo que sucede; pero más que para salvaguardar a la humanidad, como otro intento de conseguir poder bajo sus propias directivas y no a través del concenso.  Lejos más sangrienta que sus predecesoras, de seguro a su mayor presupuesto y a las posibilidades técnicas de la época, es considerada no obstante por muchos como la menos lograda de esta primera trilogía.   En 2008 se estrenó un remake a cargo de otro director especializado en el terror, Steve Miner, que se estrenó directamente al mercado hogareño; lamentablemente no tuvo buenas críticas.
      En 2005 George Romero sorprendió a sus seguidores a lo largo del mundo, al regresar al cine que lo hizo famoso y al que él mismo ayudó a hacer popular, con una nueva entrega de su saga y que se puede considerar como la primera parte de una segunda trilogía: Tierra de los Muertos.  Pese a que en términos económicos, este nuevo episodio en su serie no puede ser considerada como una producción de alto presupuesto (pues no alcanzó a costar los 20  millones de dólares), el buen uso de los recursos a su disposición permitió la realización de una cinta en verdad notable; en este sentido se debe apreciar la participación de varios actores de renombre, muchos de ellos ya con toda una carrera de consagración dentro del cine de terror: Dennis Hooper, John Leguizamo y Asia Argento (la hermosa hija de Dario Argento, también amigo de Romero y el que le produjo El Amanecer de los Muertos y con quien codirigió Los Ojos del Diablo).   La película nos muestra un mundo en el cual ya son pocos los humanos que quedan, habiéndose extendido la plaga zombie al punto de que los vivos deben vivir en ciudades fortificadas, para no convertirse en comida de los muertos vivientes.  Y es en medio de una de estas últimas utopías (en realidad toda una distopía), que radica la mirada incisiva de nuestro amado director, al dejar constancia de la corrupción en los llamados líderes del pueblo, en la figura del mandamás de la ciudad en la que transcurre la historia y quien a la larga resulta mucho más pernicioso que los mismos monstruos.  Personalmente debo decir sobre esta obra, que para mí tiene un valor muy importante, ya que ha sido la única de la serie que he podido ver en el cine, pues cuando estrenaron las anteriores o bien no había nacido (en el caso de la primera) o bien era demasiado pequeño (y ni sabía que existían); en el caso de las que le siguieron, para pesar de muchos nunca las exhibieron en mi país en el circuito comercial.
     El siguiente capítulo dentro de las películas de zombies de Romero corresponde a El Diario de los Muertos (2007), que en cierto sentido más que una secuela, se puede considerar como que su argumento transcurre en paralelo a los acontecimientos de la cinta original; puesto que cuando suceden, recién está comenzando el apocalipsis zombie.  Su guión cuenta de un grupo de jóvenes universitarios de la carrera de cine, quienes ante lo que está pasando, filman cámara en mano todo lo que ocurre, en una especie de reality show.  Es en todo esto que resalta la crítica a los medios de comunicación masivos, en especial la televisión, que profita de las desgracias ajenas, a través de estos muchachos que actúan con una falta total de empatía y aprovechando la morbosidad para conseguir notoriedad.  A diferencia del resto de otros filmes de la saga, su autor incorporó el humor negro para convertir este título en toda una parodia al espectáculo de la violencia gratuita, que venden los supuestos profesionales del “cuarto poder”.

      De 2010 data Survival of the Dead (ocupo el título en inglés, debido a que nunca la pillé por estos lares en una edición para Latinoamérica), la última parte de la serie y, para pesar nuestro, la despedida de George Romero como director.  Teniendo en cuenta el argumento del largometraje que le antecedió, este otro viene a ser en cierto sentido su secuela directa, ya que también estamos aquí en los comienzos de la epidemia zombie.  Los protagonistas son tanto un grupo de militares, como dos familias enemigas entre sí, siendo que estos dos grupos habitan una isla aislada del resto de la población y a tal lugar llegan los uniformados, para desestabilizar en parte con su presencia invasiva la aparente armonía del lugar.  Una vez más aparece en la trama, la idea de domesticar a los muertos vivientes, lo que como era de esperar no trae los resultados positivos esperados.

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