domingo, 28 de abril de 2019

El Abuelito Daniel. SEGUNDA PARTE.


2.2. La vida en familia.

     La casa de los abuelitos era el centro de la familia, el lugar donde nos reuníamos tíos, primos y hasta bisnietos para festejar lo que la ocasión ameritara.  Estas juntas del clan se perdieron con el paso del tiempo y solo gracias a la buena voluntad de mis primos Carolina Vicuña y Rafael Castro, se ha podido recuperar esta tradición, organizando de vez en cuando juntas entre los primos, que muy bien la pasamos, como cuando la mayoría todavía éramos unos imberbes. 
     Recuerdo con nostalgia las partidas de bingo y la carne mechada que preparaban, a la que en mi ignorancia le llamaba “carne de parra”, pues me parecía igual a la corteza de un árbol de estos que había en mi hogar.  En temporada de vacaciones de verano, enero y febrero, era muy divertido dedicarse a esta práctica en el patio de su casa, sacando los bichos nocturnos que se posaban sobre los cartones de números y que llenábamos con granos de choclo.
     En Navidad mientras en casa armábamos un árbol artificial, de los que en aquellos años se vendían, los abuelitos usaban de esos pinos reales que eran muy populares (que les estoy hablando de una época en la que la ecología y la protección del medio ambiente aún no era un tema que preocupara mucho a la gente, que digamos).  Su casa quedaba impregnada del olor a pino, que ponían dentro de un tarro metálico de leche Nido u otra cosa, afirmándolo con tierra (creo) y adornaban de la manera más humilde y cariñosa de su parte; mi mamá quería que tuviéramos uno de esos en la nuestra, que de chica se suponía ya los usaban, pero a nosotros no nos gustaban…Y, sin embargo, no dejo de pensar en todo eso cuando llega la época de Navidad.
     La siguiente historia ya la puse por escrito hace más de media década, sin embargo regreso a ella porque viene al caso y, tal vez, en su momento no la detallé tan bien como se merecía: No sé por qué razón los abuelitos nunca tuvieron una tele a color, que solo contaban con una sola en su casa y ahora que miro hacia atrás en el tiempo me pregunto cómo es posible que nunca entre todos sus hijos, ya mayores, no juntaran plata y les regalaran un más moderno aparato.  Los abuelitos eran personas muy humildes y por su cuenta vivían felices sin exigirles alguna cosa, que tal vez por ello se contentaban con lo poco que tenían; pero a los ojos de un niño pequeño como yo, acostumbrado desde chico a contar con ciertos lujos, una tele en blanco y negro era signo de “muuuuuucha” pobreza.  Como los Álvarez Fuentes éramos los más cercanos, que estábamos a un par de minutos de distancia, a veces el abuelito Daniel se venía para acá a ver uno que otro partido de fútbol o de tenis, que el resto de la programación se conformaba con apreciarla bajo los tonos monocromáticos de su vieja tele.  No obstante, una vez hizo una excepción, que fue cuando emitieron un show televisado de nada menos que del Circo Chino de Pekín (u otra ciudad de aquel país).  A mí me llamó la atención dicho espectáculo, que el abuelito estaba muy entusiasmado y me lo vi enterito en su compañía y el resto de la familia.  Mucho tiempo después, tan solo al comienzo de esta década, pude ver en vivo a estos famosos artistas de renombre internacional; y, como no, me fue imposible dejar de lamentar que el abuelito Daniel no hubiese estado a mi lado, gozando de esas acrobacias que me transportaron a tan querida infancia.
    Si no me equivoco, los abuelitos Blanca y Daniel se casaron un día de Año Nuevo o en su víspera. El aniversario de Bodas de Oro se celebró en grande con toda la familia en casa de los patriarcas, que aquella ocasión no solo pasamos juntos la Noche Vieja y el Año Nuevo en familia, como nunca antes me había tocado pasarlo rodeado de tanto amor, si no que para festejar también que los abuelitos volvieron a hacer sus votos de amor incondicional y para toda la vida; además fue la primera vez en que la querida tía Elsa viajó desde Australia para pasar una temporada con nosotros; su visita fue una grata sorpresa para todo el mundo, que en aquellos años aún la tecnología y los medios económicos no permitían mantenerse en contacto de manera tan fácil como ahora (de hecho, para escribir este texto me he comunicado con ella al menos 3 veces seguidas, para hacerle una que otra pregunta; que la tiíta está en su patria de acogida de nuevo, luego de que volvió a estar por estos lares entre finales de diciembre del año pasado y finales de enero del presente 2019).  Recuerdo muy ese momento, porque además fue la primera vez en que pude quedarme despierto toda una noche, gran proeza a tal edad para mí. 
    En los primeros años noventa los abuelitos viajaron a Australia, invitados por la tía Elsa y el tío Gino, quien tenía a su familia allá desde antes que en los ochenta se fuera a vivir la tía Elsa.  Antes de partir, no dudé en pedirles que me trajeran a su vuelta de regalo chocolates.  Pasó el tiempo, creo unos seis meses, cuando volvieron muy felices de su paseo por las tierras de los koalas y los canguros.  Una vez más nos juntamos la familia casi entera, para recibir a los aventureros; el festejo fue en la casa de la tía Marta y su familia, la mamá de uno de mis primos más cercanos, el Pepito, quienes hace poco se habían ido a vivir a Recoleta tras largo tiempo habitando en la casita anexa a la de los abuelitos (así que era muy significativo que ellos acogieran a los viajeros de vuelta a su patria e hicieran de anfitriones para el resto de la familia).  Me acuerdo que nos trajeron a los niños unas culebras de goma, que creo que ya habíamos probado gracias al primer viaje de la tía Elsa y del cual les conté más arriba.  Los niños, entre nietos y bisnietos, recibimos en su mayoría unas peceras de juguetes para pescar una especie de pirañas, que “saltaban” a medida que giraba el agua simulada en plástico…Eran muy entretenidas, la verdad; típico de un niño (y de mi personalidad, claro) me frustré por no recibir mi propia pecera de monstruitos…Pero resulta que los abuelitos Blanca y Daniel se habían acordado de mi petición y me tenían en exclusividad una tremenda caja de bombones Cardbury, una prestigiosa marca de chocolates que solo muchos años después vi en tiendas criollas. No está demás decir que ese detalle de complacer así el deseo mañoso de un niño como yo, fue algo que me hizo muy feliz aquella vez y que luego como adulto, llegué apreciar como otro ejemplo de las bellas personas que tenía a mi lado.
        
3. Una relación más personal.

     El abuelito Daniel tenía muy buen ojo para muchas cosas y una vez me dijo que él bien sabía de qué nietos podía esperar, que fuésemos los mejores estudiantes y luego mujeres y hombres de bien (bueno, más o menos esa era la idea de sus palabras, que me dedicó en una de nuestras charlas).  Yo aún era muy niño e inocente aún, que no supe captar en pleno el sentido de su  discurso; pero aquella ocasión me quedó grabada para siempre, pues fue una de las primeras personas cercanas a mí en tenerme fe, de que podía ser alguien en la vida. Respecto a todo esto, también fue otro de quienes me estimuló intelectualmente a tan temprana edad y me ayudó a amar las historias y la literatura en general (de hecho, creo que conoció nada menos que a Gabriela Mistral y me contó de ella para un trabajo que tuve que hacer sobre nuestra importante poetiza).  En los primeros años de mi educación básica, era una de las personas a las que acudía por cualquier duda y me acuerdo muy bien de lo entretenido que fue hacer con él un muestrario de maderas y otro de hojas de árboles.
    De vez en cuando conversábamos de libros y recuerdo que la abuelita Blanca también era una consumada lectora, si bien en su caso la apasionaban las fotonovelas y la narrativa rosa (historias de amor), que coleccionaba y luego intercambiaba.  Yo desde pequeño comencé a formar mi biblioteca, que el abuelito Daniel me felicitaba por ello, conversando de vez en cuando de los libros, cómics y revistas que adquiría.  Un día me encontraba en mi pieza dedicado a mis enseres, cuando el abuelito Daniel corrió la cortina de la ventana que me daba la espalda, para mostrarle mi colección a un muchacho que andaba haciendo unos trabajos manuales por acá (eran los tempranos noventa, yo estaba cursando la enseñanza media y tenía mi cuarto lleno de afiches de películas).  Yo sabía que él estaba orgulloso de que su nieto compartiera con él ese mundo de letras, imágenes e imaginación; empero, también se me hizo la idea de que en su afán pedagógico, quiso mostrarle a ese muchacho que era más o menos de mi edad, que había todo un mundo de fantasías, belleza y arte al que él también podía acceder. 
     Era el año de 1993, el último de mi educación en el colegio y el abuelito Daniel cayó muy enfermo.  Fue internado en una clínica u hospital y todos nos preocupamos de su salud.  Siendo que yo vivía tan cerca, cuando lo visité estando aún internado, al asomarme al umbral de la puerta del cuarto en el que se encontraba, verlo en ese estado y tan flaquito me sobrecogió; me comí las lágrimas que estaban por salírseme y entré para darle un cariñoso abrazo y beso, alentándolo a mejorar.  
     A partir de entonces lo visitaba seguido, que estuvo haciendo cama hasta el día de su muerte.  Pasábamos mucho tiempo juntos los dos, que le leía a gusto y charlábamos de lo humano y lo divino, por igual escuchábamos música…La verdad es que siempre mantuve la esperanza de que iba a mejorar y pronto se pondría de pie para hacer sus mil y un actividades.  Un día me puse a leerle la novela Demian de Herman Hesse, que tanto impacto me había producido unos años atrás…

     - No me gusta ese tono tan nerudiano para leer que tienes, Elwin.-Me dijo con esa certeza del hombre culto que era, que muy bien nos entendíamos en materia de literatos.  Al rato empleé otro tono y tuve su bendición para continuar con mi labor de narrador.

      En una ocasión le contaba al abuelito Daniel, alucinado de lo contento que estaba de que iban a estrenar en los cines La Mitad Siniestra, de uno de mis directores predilectos, George Romero y basada más encima en una novela de mi autor favorito, Stephen King.

     - ¿Vas a ir a verla?- Quiso saber.
     - Eso espero, aunque debo juntar la plata para ir al estreno.
     - ¿Cuánto cuesta?- La verdad es que no recuerdo el precio de la entrada en aquellos años, en especial en un día viernes y que era cuando en aquel entonces se exhibían los estrenos.  Luego de contestarle me dijo:
      - Abre ese cajón y saca el dinero que necesitas.

      Fue la única ocasión en la que me regaló plata. Justo cuando me dio la suma requerida, entró el tío Sergio y me sentí culpable, que no quería que pensara que me estaba aprovechando del abuelito Daniel.  No obstante, me quedé con la suma justa para pagar mi boleto y asistí a ver el filme un par de días después.  Apenas pude fui a ver a mi mecenas, para contarle de mis impresiones al respecto.
     Otra vez le llevé un casete que me había regalado mi padrino de Confirmación, por cumplir ese año la mayoría de edad, del músico chileno Joakín Bello.  Se trataba de su famoso trabajo titulado Más Allá del Arcoíris y en el que para acompañar sus preciosas composiciones, agregó sonidos naturales de aves y otros animales de nuestro país, además de ríos y otros propios de esta patria nuestra…A los segundos de comenzar el primer tema, lleno justamente de estos sonidos evocadores, se puso a llorar con mucha intensidad, por lo que, por supuesto, me asusté.

      - ¿Qué le pasa, abuelito?- Le pregunté compungido.
      - Nada malo, mijo.  Pero quiero darte las gracias.
      - ¿Por qué?
      - Porque con esa música que me has traído me has devuelto a mi juventud, cuando estaba en medio de la naturaleza y escuchaba esos cantos y sonidos que pensé que nunca más volvería a apreciar.  Es el mayor regalo que me has dado.

       Dos semanas después de este hecho, nuestro Abuelito falleció.  Este recuerdo solo lo había compartido hasta ahora con muy poca gente y la primera de esas personas viene a ser la tía Elsa, otra de mis queridos Fuentes con quien tengo muchos temas en común y a la que adoro; ahora los hago parte a todos ustedes, entre familiares y demás lectores de ello.

4. Despedidas.

     No quiero acabar este texto que ya se ha extendido más de lo previsto y que como se darán cuenta voy a publicar en dos partes, con la partida del abuelito Daniel; sería muy doloroso, creo.  Tengo muy presente en mi memoria cómo fue todo ello, con muchos detalles que me marcaron, tal vez no de tanta pena; si no que de melancolía, porque bien hubiese querido haber aprovechado más su compañía y hacerle saber mejor lo valioso que era para mí.  De seguro cada uno de nosotros tenemos muchos bellos relatos y graciosas anécdotas que contarnos sobre él y la abuelita Blanca.  Esta es mi manera de honrar la memoria de ambos, que bien sé lo bello que es ser niño y tener a ese tipo de personas contigo. 

Loa abuelitos fueron testigos del matrimonio de mis papás.

miércoles, 24 de abril de 2019

El Cubil del Cíclope cumple 8 años de existencia.



     Ocho años puede ser un periodo breve o largo según cómo se le mire, que el tiempo es subjetivo; pero, sin dudas, en el transcurso de esa cantidad de años muchas cosas pueden pasar y de ello soy protagonista y testigo fehaciente, que durante todos esos años he estado escribiendo para mí blog.
      Si me pusiera a revisar las más de seiscientas entradas que he publicado, podría hacerme una idea casi exacta de los libros que me he leído, que son hartos, aunque hay gente como mi amigo Miguel Acevedo que lejos son mejores literatos que yo. De este modo, la página a la que le dedico varias horas a la semana en lo que a escribir para ella se refiere, se entiende sin dudas como una expresión de mi amor hacia el fino arte de la pluma literaria: siempre narrativa, a veces teatro y una que otra vez algún texto de ficción (mientras sea sobre algún tema que me apasione); pero nunca poesía, que para qué les voy a mentir, en general no me atrae y solo la leo en mi calidad de profesor de aula.
      Otro tipo de lecturas que me hacen muy dichoso (o más bien me vuelven loco) vienen a ser los cómics. Cuando era niño y luego adolescente, uno que otro título compré al respecto, pero salvo una colección de Conan el Bárbaro que nos llegaba a un precio muy barato en los tempranos noventa (en una fea edición colombiana, pero que amaba con todo mi corazón y, no obstante, cometí la equivocada acción de regalar ya bastante avanzada la serie), no fuí lo que se llama un coleccionista...Y es que las historietas eran un gusto casi inaccesible para mí en aquel entonces, que los libros que tenía eran por lo general los que me daban a leer en el colegio y que mi papá me compraba religiosamente (hubo algunos que me regalaron en mis cumples o Navidad, pero nunca se me ocurrió pedir que me obsequiaron historietas). A veces veía los kioscos llenos de sus maravillosas portadas y me entraba una enorme hambre por estas obras, como cuando entraba a una librería y alucinaba con sus mesones y estanterías, llenas de todas esas joyitas que me llamaban a llevármelas con ellas.

"Cuando sea GRANDE, trabaje y gane mi plata me compraré todos los libros y cómics que quiera".

me repetía a mí mismo como si de un mantra se tratara...Y aquí me tienen, un consumidor compulsivo de todo esto, que no me siento culpable; pues lejos gastar plata en tales objetos de disfrute y veneración, que en drogas y alcohol (digo yo).
       Pero me he alejado del tema, veo, que les contaba del llamado noveno arte, mi Cubil del Cíclope y yo. Pues a veces una de estas historias me llega a tal punto, que no resisto las ganas de escribir al respecto. A veces me da el tiempo para poder llevar a cabo dicho deseo; no obstante, por lo general debo dedicarme a otros temas por acá, que el que mucho abarca poco aprieta....Así que quedaron varios proyectos de crítica al respecto y, mientras tanto, de los que más he compartido mis impresiones han sido mis adorables Batman, Superman, Spider-Man, X-Men (entiéndase Wolverine en solitario también) y, no podía faltar, Wonder Woman.
      Muchas, muchas pelis han pasado por acá, entre aquellas de "imagen real" y otras animadas. En ocasiones escribo sobre cintas que recién me he visto, como uno que otro estreno en el cine y en su mayoría cuando se trata de superhéroes; otras, filmes "antiguos" que bien me he visto por primera vez y me impactaron demasiado o que me los he vuelto a ver y he quedado deslumbrado con los detalles que ahora he logrado apreciar.
      En cuanto a las series, harto hay por acá sobre ello. En la mayor parte de los casos, escribo algo vez que terminó una temporada o me acabo la serie completa e incluso he llegado a comentar/analizar capítulo por capítulo (proeza que, en todo caso, solo he hecho con unos cuantos títulos como Expediente-X o mi aún inconcluso proyecto de Viaje a las Estrellas: La Nueva Generación).
      Entre libros, cómics, pelis y programas debo alternar, de modo de abarcar la mayor cantidad posible en el tiempo con el que cuento... ¡Si estuviera estudiando o en pareja no sé qué tanto podría hacer! Al menos actualizo seguido, a diferencia de otros blogs que tienen material nuevo de forma irregular o se hayan por completo abandonados por sus dueños (y en el transcurso de estos años he visto muchas buenas páginas, bien por desinterés de sus creadores o bien porque los agarró el sistema, en esta situación).
       Los últimos años (supongo desde hace un trienio), me ha dado por publicar textos intimistas y/o autobiográficos: algunos de ellos tratan de alguna obra o autor que son de mi gusto y de paso aprovecho de contar algo acerca de mi propia historia personal al respecto; ha sido así, por ejemplo, con los textos que he titulado como Pecados de Omisión y, por otro lado, con los pertenecientes a la "etiqueta" de Elegía, o sea, cuando he hecho mi homenaje a algún artista recientemente fallecido. Pero también están aquellos escritos que he realizado especialmente para "recordar", hablar de mi mundo y de la gente que me ha rodeado; un par de veces ya lo he hecho como un homenaje a mi papá y ya subí el primer post, de dos en total, a la memoria de mi abuelito Daniel...Tal como me encanta compartir con la gente, lo feliz que me hace una buena historia, este otro tipo de escritos me da por igual grandes satisfacciones.

Quien iba a pensar que este hermoso bebito se iba a transformar...¡En mí!

      Echo de menos la época en la que se veía más apoyo entre blogueros, con un diálogo constante entre posteo y posteo, por medio de los comentarios; asimismo, extraño la presencia de las palabras de la gente en general, en especial de los llamados "amigos históricos" que antes se pasaban por acá...Hoy en día en la práctica, los únicos que mayormente me leen gente, muchas a las que considero amigos desde hace rato, son personas a las que no conozco en vivo. En el primer grupo debo destacar a mí ya mencionado amigo Miguel Acevedo, responsable del blog Le Dicen Poesía, de quien no puedo olvidar que fue una de las dos personas que me inspiró a tener mi propia página (el otro hace rato que botó la suya y es uno de los que ni se pasa por acá ahora) y que ojalá volviera a subir más textos de su autoría. Los demás, del segundo grupo, son José María Montes (España) de Cine y Televisión de Ayer y de Hoy, colega, amigo de Facebook y con quien mantengo muy divertidas charlas en tiempo real, gracias al chat de esa red social; Ricardo Ruiz (Argentina) de la revista virtual Insomnia, de quien no debo dejar de contarles que gracias a él y a su valiosa publicación, comencé a escribir para la Red hace quince años más o menos; Roger Senra (Venezuela), creador de Materia Oscura de la Mente, uno de los dos sujetos cuya amistad a la distancia fue uno de los bálsamos que me permitieron mejorar hace casi cuatro años, cuando caí gravemente enfermo; y Murinus (México) de Archivosdelostracismo y Habilidadesmonetarias, en la práctica el más constante de mis lectores y quien con sus palabras me alienta a seguir con mi blog, que a veces me da la impresión apenas es valorado.
      En el párrafo anterior les dije que dos personas me ayudaron con su amistad a salir de una enfermedad que casi me llevó a la muerte, puesto que tal como no me canso de contar por acá, como si fuese de manera providencial, empezó a tener diálogos conmigo vía chat de Gmail, justo apenas volví de mi estadía de dos semanas en una clínica.  Se trata de mi desaparecido "Cuate" Eduardo Romero (también de México), el artífice detrás de El Cuchitril de Cidroq, que este era su pseudónimo en la blogósfera.  Eduardo se nos fue muchos antes de lo que habría esperado uno de un hombre joven como él, aún en la treintena de su vida, casado y con dos hijas menores de diez años.  Eduardo falleció entre el sábado 18 de agosto y la mañana del 19, pues amaneció muerto en su cama.  Me enteré de la desgracia gracias a mi también colega bloguero Vladimir Vásquez (Venezuela) de La Cueva del Lobo, que si bien le tocó darme esa triste noticia, es un hermoso detalle que se lo merezco de corazón.  El mismo domingo 19 escribí un sentido texto dedicado a nuestro compañero, que muchos sentimos su pérdida y el dolor de su familia, desde nuestros respectivos países.  Eduardo, Cidroq, fue y es muy valioso para mí y no pasan muchos días seguidos sin que no piense en él.  Este año debería haber celebrado una década de su página, que comenzó con ella mucho antes que yo.  El “cuate” como le llamaba cariñosamente, al igual que su compatriota Murinus estaba siempre pendiente de lo que yo escribía, que casi no había posteos míos que no comentara…Pues a él le dedico esta entrada de aniversario, ya que su persona y trabajo son algunas de las mayores fuentes de inspiración, para que continúe con esta labor, ad honorem, que no mucha gente entiende.  
     …Y por cierto, a esperar dentro de los próximos meses la entrada N° 666, que se viene de terror.

Brunito & Amílcar lo más lindo que tengo en la vida.

domingo, 21 de abril de 2019

El abuelito Daniel. PRIMERA PARTE


1. Primeras palabras.

     Hace rato que deseaba escribir algo sobre mi abuelo materno, por parte de los Fuentes, el abuelito Daniel.  Y tras darle vueltas en la cabeza a este proyecto, conversar con uno que otro primo al respecto, he considerado que estas bellas fechas en las que el mundo cristiano conmemora y celebra la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, son el momento ideal para contarles de este gran hombre que fue tan importante en mi vida y en la de mucha gente que hoy en día tengo a mi lado como parte de mi familia.  Cuando “festejamos” la Semana Santa, no hacemos otra cosa que agradecer el más bello gesto de amor de parte de Dios y de Su Hijo; gesto que nos inspira para convertirnos en las mejores personas que podemos ser y de ese modo recordar a personas admirables como nuestro abuelito, lo viene a ser otra manera (al menos para mí) de estar feliz por contar con dichas bendiciones en el mundo y en nuestros corazones.
     Junto a mis queridos primos Pepito y Paula Núñez (su hermano menor Fabián aún no nacía), mis hermanas y yo éramos los únicos nietos de los abuelitos Blanca y Daniel, que pasábamos buena parte de nuestros días con ellos, al menos mientras fuimos niños (luego en la adolescencia Patricia y Patricio Fuentes contaron con tal oportunidad); bueno, los Nuñez vivían en una especie de casita anexa a la de los abuelitos, así que en la práctica los veían todos los días y, en cambio, quien aquí tenía su hogar solo a una cuadra más o menos de distancia (mi hermana Mirta también vivía con ellos, como por igual la prima Cecilia Plaza, así que ambas pasaban casi siempre en su compañía). 
     El abuelito Daniel perteneció a esa generación de chilenos que yo aprecio mucho: gente esforzada de orígenes humildes, de campo, que emigró a la ciudad y logró formar una familia manteniéndola con dignidad, para que cada generación tuviese la mejor vida posible.  Les estoy hablando de hombres y mujeres que no tuvieron acceso a la educación formal, como a la que hoy en día todo el mundo puede acceder, incluso gratuita y que muchos desperdician; y, sin embargo, tenían una labia de oro como autodidactas, con valiosos conocimientos adquiridos gracias a su propia experiencia y al amor al conocimiento (como ese gran escritor chileno que es Manuel Rojas).  Al respecto, puedo rememorar una bella carta que le escribió el abuelito Daniel a la abuelita Blanca en su juventud, en la práctica un poema de amor de su autoría y que realizó con una bella letra y correcta ortografía, como redacción, algo que en mi calidad de profesor de Lengua Castellana no puedo dejar de venerar.  Ese valioso documento luego fue enmarcado y guardado con cariño, que una maravilla como esa no se olvida.
     Mis tías y tíos, las hijas e hijos de los abuelitos, no todos terminaron sus estudios escolares, que en esos tiempos aún la educación era un lujo que solo algunas familias en el país podían costearse…y, sin embargo, esta segunda generación fue educada con esos valores morales y amor que hoy en mi condición de profesional de la educación, veo con tristeza que se ha perdido en muchos casos.  Solo en la siguiente generación, la de los nietos, se pudo cumplir el sueño de los abuelitos, de que la familia Fuentes pudiera disfrutar de las mejores alternativas para una realización personal.  Esto porque nuestros padres y madres siguieron con los proyectos legados por esa primera generación, a la que hoy quiero honrar y a la que de corazón le estoy muy agradecido.

El poema del que les cuento más arriba, cuidado con cariño por la prima Edith Saavedra.
2.1. La economía de la casa.

     Buena parte de su vida como hombre casado y con un montón de hijos, el abuelito trabajó para ferrocarriles; nada más digno de relatos de aventuras que ese oficio tan hermoso.  Asimismo, como Jesús, el abuelito Daniel era carpintero, oficio mítico y legendario al que se dedicó hasta el final de sus días.  Tenía su taller en casa y se especializó en hacer guitarras.  Con mis primos y mis hermanas Jenny y Mabel acostumbrábamos a ir jugar en sus dependencias, tomando los sobrantes de sus trabajos y hasta sus herramientas para nuestros experimentos y maldades; cuando nos pillaba in fraganti o hacíamos algo indebido, no quedaba otra que aguantar estoicamente un buen coscorrón, que nadie ponía en dudas su autoridad para disciplinarnos.  Cuando descubrí el “arte” de quemar cosas (y hasta insectos) con lupa, dejé mi marca en varios de sus maderos.  También llegué a romper una sierra tratando de cortar no sé qué cosa, que mi papá tuvo que pagar debido los jueguecitos de su niño, je.  El único recuerdo material que guardo de la labor del abuelito Daniel como carpintero, fue un crucifijo (de dos) que me regaló un día cualquiera, cuando yo ya era un adolescente.
     Buscando siempre cómo tener más dinero para mantener a la casa y velar como esposo por su adorada Blanquita, el abuelito Daniel tuvo varios proyectos.  Uno de ellos fue el de hacer pan amasado, que en mi caso particular me fascinaba comer calientito, pues le quedaba bien rico la verdad; lo salía a vender muy temprano en la mañana arriba de las micros, cuando aún no aclarecía.  Una vez el pobre se tropezó no sé de qué manera y se cayó sobre el barro dejado por las últimas lluvias, dispersándose su valioso producto que acostumbraba llevar en un canasto de mimbre y tapado con un paño; un tío (cuyo nombre lo omitiré, para no herir susceptibilidades) le hizo la poco ocurrente pregunta de si se le habían mojado algunos panes…
     También se dedicó a crear una crema que hacía con leche y no sé qué otros ingredientes, como cicatrizante o algo así; disfrutaba mucho de ver el proceso de su producción, que me parecía estar viendo a un alquimista, mago o científico llevando a cabo algo extraordinario.  No sé cuánto tiempo estuvo dedicado a este negocio.
     Fue con el abuelito Daniel que supe de la existencia de la rosa mosqueta, la que una vez trajo en hartos sacos de no sé dónde para convertirla en no sé qué cosa.  Como ya les he contado, con mis primos pasábamos haciendo travesuras con todo lo que pillábamos en su taller y una de ellas fue torturar las pobres rosas mosquetas, reventándolas en una especie de prensa que tenía.
    Como carpintero se especializó en hacer guitarras, que por lo general las vendía a los miembros de la iglesia.  Yo nunca fui muy dado a las aptitudes musicales, que digamos, pero vez que iba a casa de los abuelitos me daba por hacer que tocaba sus instrumentos; más encima por parte de mi papá, mi abuelita Ercilia tocaba el piano, al cual también “me metía” para golpear las teclas.  Una vez incluso me llegaron a regalar mis padres un órgano eléctrico para un cumpleaños, algo bastante caro ille tempore, pensando que podía salirles músico como los abuelos por parte de ambas familias; no obstante como nunca me metieron a hacer un curso o algo por el estilo, al final como “juguete nuevo” solo durante una temporada le dediqué mi atención y luego ya olvidado por mi parte terminaron vendiéndolo…Tengo el recuerdo vivo, gracias a una foto que tenemos guardada, de la abuelita Ercilia probando el artilugo en mi casa y al lado suyo, detrás, al abuelito Daniel disfrutando del pequeño concierto, que era un consumado melómano. Y, bueno, volviendo a lo de las mentadas guitarras Fuentes, para otra ceremonia de mi nacimiento el abuelito Daniel me hizo una para mí como obsequio y a la que dio forma y pintó exclusivamente como si se tratara de un instrumento eléctrico, que a veces también le gastábamos las pinturas en spray que usaba para sus creaciones (creo que el color morado estaba entre los tonos que usó para embellecerla). Aquella vez estaba ansioso esperando que llegaran los invitados a mi fiesta y me encontraba en el antepatio de la casa, que en aquel entonces teníamos un bazar, cuando vi al patriarca caminando hacia acá por la vereda y liderando a la tropa de primas y primos que venían a festejarme (esa escena la tengo muy presente en mi memoria), él con su sorpresa en un lindo envoltorio y con un tremendo moño…Y aquí me tienen hoy en día, un inútil para la destreza en la interpretación con instrumentos musicales, que con suerte sé tocar el pandero, el triángulo…y las maracas.
    En sintonía con lo anterior, también se dedicó a hacer cuerdas para guitarra artesanales, en el que con posterioridad se involucraron gente como el tío Pedro, la tía Elsa (algunos de sus hijos, claro) y otros más de la familia, que hasta un vecino estuvo metido en ello; así que tuvieron esta microempresa (o pymes como les llaman hoy en día), que creo les dio mayores divisas.  Tenían una máquina para armarlas digna de una peli de ciencia ficción, que metía mucho ruido que yo recuerde…y los finos cables que ocupaban para tensarlos, se convirtieron en otros materiales para nuestros jueguecitos traviesos. 


La foto de las que les he contado más arriba.  En ella aparecen de izquierda a derecha: Mi hermana Kika, mi tía paterna Olguita, mi hermana Jenny, mi papá, la abuelita Ercilia y el abuelito Daniel.

Buceando en las fotos de antaño, me di cuenta de que esta fue la primera guitarra 
que me hizo y dio el abuelito, al cumplir 5 años de vida.

sábado, 20 de abril de 2019

Nuevas Fronteras. TERCERA PARTE.


18- Starship Mine (traducido de forma muy libre como Nave Estelar Abordada, en vez de Mina Estelar): Mis compañeros del fan club de Star Trek al que pertenecí durante mi época universitaria, llamaron a este episodio Duro de Matar en el Espacio (en honor al filme de acción ochentero Die Hard), título dado debido a que en él, vemos a Jean-Luc desenvolviéndose ahora él solito dentro del Enterprise, en plan héroe de acción, enfrentándose por su cuenta a un grupo de maleantes que han abordado con intenciones alevosas la nave y todo mientras el resto de la tripulación yace en tierra en periodo de descanso.
    Mientras sucede lo anterior, la mayor parte de nuestros héroes se encuentran en una velada organizada por un comandante de la Federación, famoso por sus conversaciones banales, lo que hace del evento algo tedioso para muchos y ello pese a la exquisita comida que se sirve.  Si bien el capitán se encuentra arriba en su propia batalla contra los delincuentes, el resto debe vérselas contra los compañeros de los que están arriba, una vez que son reveladas las intenciones de los demás criminales.
     Aparte de las escenas que nos muestran a un maduro y regio Patrick Stewart, demostrándonos una vitalidad que muchos más jóvenes ni siquiera tienen o podrían envidiar, los momentos de humor abundan bastante; viene a ser justamente Data quien nos otorga varios episodios cómicos y ello gracias al talento para la comedia de Brent Spinner, cuya gestualidad es tan impresionante, que resulta imposible no disfrutar sus intervenciones.
    En este capítulo menor que no deja de ser entretenido, tuvo su primer papel para la franquicia Tim Russ, el popular vulcano negro de Voyager y esta ocasión haciendo de uno de los bandoleros del episodio (al año siguiente lo veríamos haciendo de klingon en DS9  y como tripulante del Enterprise-B en el primer filme de TNG Generaciones).

El buen capitán enfrentándose al "doble humano" del siglo XXIV (que también tuvo uno en el XXIII) del vulcano Tuvok.
19- Lessons (Lecciones): Llega al Enterprise una nueva Jefa de Ciencias Estelares, una hermosa mujer con una personalidad voluntariosa y de la cual queda prendido Jean-Luc; como la dama le corresponde, se inicia un romance entre ambos, pero el buen capitán se complica un resto al tener una relación amorosa con un miembro de sus subordinados.  Una peligrosa misión en tierra firme, a la que debe ir su nueva amada, altera aún más el amorío entre los dos.


    Esta es la primera vez en que Picard cuenta a otra persona su experiencia durante los sucesos de La Luz Interior, siendo que además el tema de la música cobra una importancia destacada dentro de la trama, que recordemos el detalle de que Picard aprendió a tocar la flauta durante su vida virtual en el desaparecido planeta de Kataan y en esta ocasión nos deja claro del amor que ha tomado hacia la interpretación musical.

    Las dificultades para mantener una vida de pareja en las condiciones que vive alguien como Picard, un hombre por completo entregado a su carrera, quedan de manifiesto en esta historia y que nos entrega más datos para hacernos una idea de la complejidad detrás de tan gran personaje. 


Jean-Luc el rompecorazones.

20- The Chase (La Caza): El antiguo maestro de xenoarqueología de Picard llega hasta el Enterprise, para compartir con él sus últimos logros que implican el hallazgo de un artefacto alienígena de miles de años y que puede ser depositario de una revelación que cambiará para siempre el cuadrante.   No solo el buen Capitán, como representante de la Federación y además como amante de esta disciplina, está interesado: los klingons, cardasianos y romulanos por igual andan detrás de este misterio, cada uno de ellos con sus propios motivos para ir detrás de las pistas que hay por ahí.  Como era de esperarse, la involucración de todos estos implica más de un problema, considerando los particulares temperamentos y pretensiones de los compañeros de “caza”.
     El secreto detrás del misterio que implica un pueblo lejos mucho más antiguo que el que todos pudieran conocer, resulta ser tanto poético al salir a la luz, como una manera de abordar un viejo tema de la ciencia ficción que nunca antes se había abordado en Star Trek: el de las especies tan antiguas, que han sido las responsables de dispersar la vida en otros planetas.  Por otro lado, el monólogo dado por el personaje que aparece cuando todos los investigadores llegan a su destino, logra emocionar y en especial gracias al trabajo de la actriz Salome Jens, la que se encarga de darlo bajo un maquillaje increíble y quien luego volvería a la franquicia como la xenófoba líder de los Fundadores en DS9.  Por otro lado, el efecto que tiene el discurso dado en esta ocasión, puede llegar a sorprender a más de uno y en especial hacia el final del capítulo, cuando el capitán romulano le da a Picard otro precioso discurso.
      La militar cardasiana que aparece en esta historia, viene a ser la primera fémina de su especie en salir en TNG (para esta fecha DS9 ya llevaba meses emitiéndose y en ella muy relevante es esta raza; no obstante, que yo recuerde nunca antes habían salido mujeres de dicha especie).
      Por cierto, hacia el final de la primera película para el cine del programa, Star Trek: Generaciones, es posible ver en una escena muy especial el aparato extraterrestre que fue motivo de todo lo de arriba… ¡Pero todo resulta irónico, si se considera el nuevo contexto en el que aparece y cómo Picard lo llega a ignorar!


                            Sin dudas uno de los momentos más hermosos de todo TNG.

21- Frame of Mind (El Marco de la Mente, traducido libremente como Estado de Ánimo): Will Riker y su actor a cargo de dicho papel, Jonathan Frakes, pueden ostentar el título de ser uno de los personajes con mejores episodios de todo TNG, que sin dudas este es uno de ellos…Sin embargo, pese a admitir esta verdad sin tapujos por mi parte, el llamado “Número 1” no ha logrado convertirse en uno de mis favoritos, ni de esta serie, ni de la franquicia; pero, bueno, hay que ser objetivo y tendría que tratarse de un tonto como para no disfrutar tremendas historias. 
     Si recordamos bien, nuestros héroes son dados al arte, en especial en lo que a música y teatro se refiere.  Es así que Beberly se encuentra preparando una nueva obra de teatro, en la que el papel principal lo tiene el comandante; su rol es el de un hombre supuestamente loco e internado en un manicomio y el esfuerzo psicológico de meterse en dicho rol le es tan grande, que comienza a verse afectado emocionalmente, al punto de comenzar a tener alucinaciones. Comienza entonces la confusión acerca de qué es realidad y qué corresponde a meras fantasías, si bien estas últimas bastante aterradoras. 
    El capítulo posee escenas maravillosas, haciendo que su protagonista tenga una de sus mejores interpretaciones; las tomas están muy cuidadas, con personajes patéticos y otros siniestros, que recuerdan clásicos sobre enfermos mentales retenidos en centros de atención como el que aquí sale, tal como Atrapado sin Salida (Alguien voló sobre el nido del Cuco en la Madre Patria), con Jack Nicholson, Danny de Vito, Brad Dourif y Louise Fletcher…puros actores de primer nivel (y los dos recién mencionados con grandes papeles para Star Trek).  Cabe destacar los inteligentes momentos de humor, que hacen de esta pieza algo memorable más que nunca.
    A todo esto, la raza alienígena que sale acá, con el puro detalle de su singular frente, aumenta bastante la atmósfera enrarecida de todo el conjunto. 
    En suma: este joyita de la televisión revisa a su manera un tópico bastante popular y ya abordado en esta temporada de manera muy impactante con La Nave en la Botella: ¿Qué es la realidad?

Una de las actuaciones más sobresalientes de Frakes.
22- Suspicions (Sospechas): Un muy divertido capítulo dedicado en pleno a la doctora Crusher, que además viene a ser la segunda y última aparición de la querida Guinan dentro de esta temporada, luego de su labor en Rascals; que se le echó bastante de menos, en este penúltimo año de la serie en la pantalla chica…Luego durante toda la séptima temporada no saldría, hasta su papel fundamental en la primera cinta para el cine de TNG (y que se filmó justamente mientras estaba finalizando esta misma).
     La historia tiene un carácter de relato policial, en el que Beberly debe resolver el misterio tras la muerte de un científico a bordo del Enterprise, al que invita junto a otros colegas de 3 distintas especies para comprobar la teoría de uno de ellos…Justamente el mismo que luego aparecería muerto en extrañas condiciones.  Nuestra querida galena al sentirse culpable por haberse producido el deceso, mientras ella hacía de anfitriona, está a punto de dejar su carrera en la Federación; sin embargo, la oportuna visita de la El-Auriana la hace recapacitar y de ese modo tenemos el gusto de ver a la guapa colorina madura, en una aventura distinta a la que antes pudimos apreciar de ella.
    Cabe mencionar el valor de la amistad, que una vez más se convierte en uno de los pilares trekkers y que en este caso se puede apreciar por la estrecha relación que podemos ver hay entre la doctora y la cantinera más sabia del universo.  Siempre es importante saber escuchar a quien nos da un consejo, más si es alguien que quiere lo mejor para nosotros y eso queda bastante expresado en este episodio.
    Por otro lado, el episodio nos permite ver a otro matrimonio vulcano-humano aparte del que ya conocíamos bastante (adivinen a cuál me refiero), a una sexy e irascible científica klingon, al integrante de una rara especie humanoide que nunca antes habíamos vislumbrado y al primer ferengi amable y noble de la franquicia (bueno, está Nog en DS9, pero este es aún adolescente y le falta un resto para evolucionar hasta volverse uno de nuestros favoritos de su pueblo; lo mismo que pasará con su padre Rom y su tío Quark en este programa…los tres con el tiempo los ferengis más adorables de todo Star Trek).

Beberly Crusher y su gran aventura detectivesca.

23- Rightful Heir (Heredero Legítimo): Worf está pasando por una crisis de fe, razón por la cual se va con permiso a pasar una temporada en un templo klingon; allí lo que pareciera ser una visión religiosa producto de su meditación, viene a ser nada menos que el regreso de Khaless, la mítica figura de la teología de su pueblo.  El héroe vuelto a la vida tras mil años de su partida, desea volver a unir a su pueblo y en sus planes está Worf.  Si bien hay un montón de klingons que apoyan al renacido salvador, otros no ven con contento su presencia, en el especial Gowron, el líder político de este pueblo y a quien ya conocíamos desde la cuarta temporada; de este modo, se inicia una disputa entre el poder religioso y el político.  Entre medio se descubre la verdad detrás de la segunda venida de Khaless, lo que complica todo.
      Detrás de la extrapolación y la ficción propia del género de la ciencia ficción, podemos encontrarnos con una honda reflexión acerca del papel que cumple la fe en la vida de millones de seres humanos; por otro lado, la profundización en estos aspectos de la cultura klingon, ya tan arraigada dentro de la cronología trekker, nos da otro detalle más para hacernos querer a esta atractiva especie.
      No se puede dejar de lado la participación de ese soberbio personaje que es Gowron, un secundario ya recurrente y que luego en DS9 tendrá más importancia; de este modo podemos ponerlo al lado de otros tan carismáticos, y aún diferentes entre, legados por TNG como Guinan, Barclay, Ro y O´Brien. 


                                                        Un gran diálogo sobre la fe.


24- Second Chances (Segunda oportunidad): Otro tremendo capítulo para Riker, quien en esta ocasión se encuentra nada menos que…¡Con su doble! Resulta ser que el Enterprise logra llegar a una estación científica de la Federación, abandonada hace casi una década, la cual debido a un fenómeno natural está aislada y a la que solo se puede acceder cada cierto tiempo en periodos irregulares.  Cuando el sitio es visitado descubren a otro Will viviendo solo (o “sobreviviendo”) en sus dependencias, que las interferencias atmosféricas afectaron el teletransportador cuando evacuaron a sus habitantes y entre ellos a un joven Ryker duplicándolo; de modo que se quedó allá este otro, hasta que por fin lo pudieron rescatar.


    Una vez a bordo de la nave, el duplicado, un ente por completo autónomo, tiene la oportunidad de comenzar una nueva vida y entre ello retomar su carrera en la Flota Estelar; también está el tema de su relación con Deanna, con quien no tuvo los desaires que llevó al otro Will a dejar su relación amorosa, si bien quedando ambos con una muy estrecha amistad.
    Puede llegar a molestar la manera de cómo trata el Número 1 a su doble, si bien luego se explica la razón de tanta tirria hacia este. No sé si será subjetividad mía o el buen trabajo de maquillaje y la calidad del HD de la versión en blu-ray que poseo, pero puedo asegurar que este otro Riker, quien desde ahora en adelante se hace llamar Thomas (debido a que ese es su segundo nombre y para tomar mayor individualidad), se ve mucho más delgado y apuesto que el que ya conocemos desde hace rato (que no hay que olvidar nuestro comandante harto gordito que se nos puso, mientras que Thomas estuvo largo tiempo en solitario y condiciones extremas, así que obviamente debía verse diferente).
    La idea original sobre qué hacer con Thomas Riker era muy buena…y osada: que muriera su “hermano” y que este tomara su relevo en el Enterprise, permitiendo además que el romance con Troi se retomara; empero, los productores no se atrevieron a matar a un personaje tan querido, que tal vez algo así era muy inusual para la época y, seamos sinceros, rupturista. En todo caso, tuvimos el gusto de ver de nuevo a Thomas en DS9, durante su tercera temporada en el capítulo Defiant.
    El argumento permite ahondar en el valor de las decisiones que tomamos y cómo estas nos definen.  De igual manera nos lleva a darnos cuenta que existe el libre albedrío, de modo que la gente puede cambiar, que lo que hicimos y fuimos en el pasado no tiene por qué ser nuestro presente; ello tiene que ver mucho con la idea de la autenticidad y la búsqueda de la felicidad.
     Por cierto, este fue el primer episodio dirigido por LeVar Burton (nuestro querido Geordi), demostrando con ello su talento bajo las cámaras y luego dedicándose a una gran carrera como cineasta en televisión, que le permitió seguir los pasos de sus colegas y amigos Frakes y Stewart gracias a la llamada por ellos "Universidad de Star Trek".



                                                       Dos Riker por el precio de uno.


25- Timescape (creo que esta palabra no tiene traducción en español, que en nuestra lengua sería Paisaje Temporal, o algo así, de modo que se le ha dado el nombre de Marco de Tiempo en algunas versiones a nuestra lengua): Picard, Data, Troi y La Forge regresan de una visita a una serie de conferencias sobre distintos temas.  Es así que cuando todo parece que será de lo más fácil, una serie de distorsiones temporales los lleva a investigar qué está pasando; luego, cuando llegan al punto exacto donde está el Enterprise, descubren que este se encuentra paralizado en el espacio junto a una nave romulana, ambos en una batalla congelada en el tiempo y en la cual el vehículo de la Federación sería el perdedor en la disputa.

    Cuando ingresan al interior del Enterprise, se dan cuenta de que hay  varios romulanos a bordo y todo resulta ser muy sospechoso; por lo tanto, no les queda otra cosa que hacer que todo vuelva a la normalidad, aunque ello significa enfrentarse a más de un peligro.

    Mucho de ciencia ficción hay en esta historia, llena de datos demasiado “científicos” y que pueden aburrir un poco a más de un espectador; quizás a varios les guste este episodio más serio, pero a este servidor más bien le parece uno de los más flojos de la supuesta mejor temporada de TNG.


¡Noooo, Beberly, no!

26- Descent, Part I (Descenso, Parte I): Como muchas veces ya les ha sucedido, los del Enterprise reciben una llamada de socorro desde un planeta y cuando acuden a cumplir con su labor, se encuentran con una nave de origen desconocido (de muy bello diseño, por cierto), que resulta estar relacionada nada menos que… ¡Con los borgs! La peor pesadilla de la Federación hasta el momento ha regresado, pero esta vez sus enemigos han cambiado, puesto que han demostrado ahora comportamiento individualista y emocional… ¿Alguna influencia, tal vez, de Hugh, el joven borg al que conocieron el año pasado?
    Hacia el final nos reencontramos con un villano temible de temporadas pasadas.  De igual manera podemos volver a ver a esa poco agradable almirante rubia, que conocimos en Cadena de Comando (poco dada a un trato más amable con sus subalternos…e incluso con Picard). En todo caso, este final de temporada, cuya conclusión solo podremos ver al principio de la séptima temporada, es más famoso por la grata actuación al principio del capítulo de nada menos que de Stephen Howkins, otro trekker de corazón y en una escena memorable junto a Data (el célebre físico andaba de visita en el set de la serie, cuando se presentó la oportunidad de contar con su persona en pantalla…sin dudas uno de los momentos estelares de mayor resonancia en todo Star Trek).



        Para los regalones, la introducción completita de este capítulo con subtítulos en español.

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