1. Primeras
palabras.
Hace rato que deseaba escribir algo
sobre mi abuelo materno, por parte de los Fuentes, el abuelito Daniel. Y tras darle vueltas en la cabeza a este
proyecto, conversar con uno que otro primo al respecto, he considerado que estas bellas fechas en
las que el mundo cristiano conmemora y celebra la pasión, muerte y resurrección
de Nuestro Señor Jesucristo, son el momento ideal para
contarles de este gran hombre que fue tan importante en mi vida y en la de
mucha gente que hoy en día tengo a mi lado como parte de mi familia. Cuando “festejamos” la Semana Santa, no
hacemos otra cosa que agradecer el más bello gesto de amor de parte de Dios y
de Su Hijo; gesto que nos inspira para convertirnos en las mejores personas que
podemos ser y de ese modo recordar a personas admirables como nuestro abuelito,
lo viene a ser otra manera (al menos para mí) de estar feliz por contar con
dichas bendiciones en el mundo y en nuestros corazones.
Junto a mis queridos primos Pepito y Paula
Núñez (su hermano menor Fabián aún no nacía), mis hermanas y yo éramos los
únicos nietos de los abuelitos Blanca y Daniel, que pasábamos buena parte de
nuestros días con ellos, al menos mientras fuimos niños (luego en la
adolescencia Patricia y Patricio Fuentes contaron con tal oportunidad); bueno,
los Nuñez vivían en una especie de casita anexa a la de los abuelitos, así que
en la práctica los veían todos los días y, en cambio, quien aquí tenía su hogar
solo a una cuadra más o menos de distancia (mi hermana Mirta también vivía con
ellos, como por igual la prima Cecilia Plaza, así que ambas pasaban casi
siempre en su compañía).
El abuelito Daniel perteneció a esa generación
de chilenos que yo aprecio mucho: gente esforzada de orígenes humildes, de
campo, que emigró a la ciudad y logró formar una familia manteniéndola con
dignidad, para que cada generación tuviese la mejor vida posible. Les estoy hablando de hombres y mujeres que
no tuvieron acceso a la educación formal, como a la que hoy en día todo el
mundo puede acceder, incluso gratuita y que muchos desperdician; y, sin
embargo, tenían una labia de oro como autodidactas, con valiosos conocimientos
adquiridos gracias a su propia experiencia y al amor al conocimiento (como ese
gran escritor chileno que es Manuel Rojas).
Al respecto, puedo rememorar una bella carta que le escribió el abuelito
Daniel a la abuelita Blanca en su juventud, en la práctica un poema de amor de
su autoría y que realizó con una bella letra y correcta ortografía, como redacción,
algo que en mi calidad de profesor de Lengua Castellana no puedo dejar de
venerar. Ese valioso documento luego fue
enmarcado y guardado con cariño, que una maravilla como esa no se olvida.
Mis tías y tíos, las hijas e hijos de los
abuelitos, no todos terminaron sus estudios escolares, que en esos tiempos aún
la educación era un lujo que solo algunas familias en el país podían
costearse…y, sin embargo, esta segunda generación fue educada con esos valores
morales y amor que hoy en mi condición de profesional de la educación, veo con
tristeza que se ha perdido en muchos casos.
Solo en la siguiente generación, la de los nietos, se pudo cumplir el
sueño de los abuelitos, de que la familia Fuentes pudiera disfrutar de las
mejores alternativas para una realización personal. Esto porque nuestros padres y madres
siguieron con los proyectos legados por esa primera generación, a la que hoy
quiero honrar y a la que de corazón le estoy muy agradecido.
El poema del que les cuento más arriba, cuidado con cariño por la prima Edith Saavedra. |
Buena parte de su vida como hombre casado
y con un montón de hijos, el abuelito trabajó para ferrocarriles; nada más
digno de relatos de aventuras que ese oficio tan hermoso. Asimismo, como Jesús, el abuelito Daniel era
carpintero, oficio mítico y legendario al que se dedicó hasta el final de sus
días. Tenía su taller en casa y se
especializó en hacer guitarras. Con mis
primos y mis hermanas Jenny y Mabel acostumbrábamos a ir jugar en sus
dependencias, tomando los sobrantes de sus trabajos y hasta sus herramientas
para nuestros experimentos y maldades; cuando nos pillaba in fraganti o
hacíamos algo indebido, no quedaba otra que aguantar estoicamente un buen
coscorrón, que nadie ponía en dudas su autoridad para disciplinarnos. Cuando descubrí el “arte” de quemar cosas (y
hasta insectos) con lupa, dejé mi marca en varios de sus maderos. También llegué a romper una sierra tratando
de cortar no sé qué cosa, que mi papá tuvo que pagar debido los jueguecitos de
su niño, je. El único recuerdo material
que guardo de la labor del abuelito Daniel como carpintero, fue un crucifijo
(de dos) que me regaló un día cualquiera, cuando yo ya era un adolescente.
Buscando siempre cómo tener más dinero
para mantener a la casa y velar como esposo por su adorada Blanquita, el
abuelito Daniel tuvo varios proyectos.
Uno de ellos fue el de hacer pan amasado, que en mi caso particular me
fascinaba comer calientito, pues le quedaba bien rico la verdad; lo salía a
vender muy temprano en la mañana arriba de las micros, cuando aún no
aclarecía. Una vez el pobre se tropezó
no sé de qué manera y se cayó sobre el barro dejado por las últimas lluvias,
dispersándose su valioso producto que acostumbraba llevar en un canasto de
mimbre y tapado con un paño; un tío (cuyo nombre lo omitiré, para no herir
susceptibilidades) le hizo la poco ocurrente pregunta de si se le habían mojado
algunos panes…
También se dedicó a crear una crema que
hacía con leche y no sé qué otros ingredientes, como cicatrizante o algo así;
disfrutaba mucho de ver el proceso de su producción, que me parecía estar
viendo a un alquimista, mago o científico llevando a cabo algo
extraordinario. No sé cuánto tiempo
estuvo dedicado a este negocio.
Fue con el abuelito Daniel que supe de la
existencia de la rosa mosqueta, la que una vez trajo en hartos sacos de no sé
dónde para convertirla en no sé qué cosa.
Como ya les he contado, con mis primos pasábamos haciendo travesuras con
todo lo que pillábamos en su taller y una de ellas fue torturar las pobres
rosas mosquetas, reventándolas en una especie de prensa que tenía.
Como carpintero se especializó en hacer
guitarras, que por lo general las vendía a los miembros de la iglesia. Yo nunca fui muy dado a las aptitudes
musicales, que digamos, pero vez que iba a casa de los abuelitos me daba por
hacer que tocaba sus instrumentos; más encima por parte de mi papá, mi abuelita
Ercilia tocaba el piano, al cual también “me metía” para golpear las
teclas. Una vez incluso me llegaron a
regalar mis padres un órgano eléctrico para un cumpleaños, algo bastante caro ille tempore, pensando que podía
salirles músico como los abuelos por parte de ambas familias; no obstante como
nunca me metieron a hacer un curso o algo por el estilo, al final como “juguete
nuevo” solo durante una temporada le dediqué mi atención y luego ya olvidado
por mi parte terminaron vendiéndolo…Tengo el recuerdo vivo, gracias a una foto
que tenemos guardada, de la abuelita Ercilia probando el artilugo en mi casa y
al lado suyo, detrás, al abuelito Daniel disfrutando del pequeño concierto, que
era un consumado melómano. Y, bueno, volviendo a lo de las mentadas guitarras
Fuentes, para otra ceremonia de mi nacimiento el abuelito Daniel me hizo una
para mí como obsequio y a la que dio forma y pintó exclusivamente como si se
tratara de un instrumento eléctrico, que a veces también le gastábamos las
pinturas en spray que usaba para sus creaciones (creo que el color morado
estaba entre los tonos que usó para embellecerla). Aquella vez estaba ansioso
esperando que llegaran los invitados a mi fiesta y me encontraba en el
antepatio de la casa, que en aquel entonces teníamos un bazar, cuando vi al patriarca
caminando hacia acá por la vereda y liderando a la tropa de primas y primos que
venían a festejarme (esa escena la tengo muy presente en mi memoria), él con su
sorpresa en un lindo envoltorio y con un tremendo moño…Y aquí me tienen hoy en
día, un inútil para la destreza en la interpretación con instrumentos
musicales, que con suerte sé tocar el pandero, el triángulo…y las maracas.
En sintonía con lo anterior, también se
dedicó a hacer cuerdas para guitarra artesanales, en el que con posterioridad se involucraron gente como el tío
Pedro, la tía Elsa (algunos de sus hijos, claro) y otros más de la familia, que hasta un vecino
estuvo metido en ello; así que tuvieron esta microempresa (o pymes como les llaman hoy
en día), que creo les dio mayores divisas.
Tenían una máquina para armarlas digna de una peli de ciencia ficción,
que metía mucho ruido que yo recuerde…y los finos cables que ocupaban para
tensarlos, se convirtieron en otros materiales para nuestros jueguecitos
traviesos.
La foto de las que les he contado más arriba. En ella aparecen de izquierda a derecha: Mi hermana Kika, mi tía paterna Olguita, mi hermana Jenny, mi papá, la abuelita Ercilia y el abuelito Daniel. |
Buceando en las fotos de antaño, me di cuenta de que esta fue la primera guitarra
que me hizo y dio el abuelito, al cumplir 5 años de vida.
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Qué bellísimos recuerdos atesiras amigo!!. Mi padre me contó alguna vez que trabajó junto a tu abuelo en Ferrocarriles del Estado en aquellos años y personalmente recuerdo haber probado sus ricos pancitoa amasados.
ResponderEliminarEsas vivencias que tenemis son únicas e irrepetibles. Guárdalas cuan si fueran costosos diamantes en tu corazón. Esas cosas son , a mi modo de pensar, las más importantes de todas y te definen ante el mundo.
¡Qué lindo lo que me dices, amiga, que me has emocionado! Ahora que me cuentas, de verdad que tu papá y con el que compartí harto también, fue colega de mi abuelito. Hay harto para recordar, así como para seguir construyendo nuevos momentos,
Eliminarprimo gracias por ese recuerdo y por comentar mi estadia en casa de mis abuelos fue muy linda esa etapa pero tambien tengo rabia y sentimientos encontrados a pesar de eso nunca he comentado mi sentir.
ResponderEliminarte felicito por tu escrito y recuerdos y como dice cristina espero la segunda parte
Bueno, tú eras mucho menor, pero tú razones tendrás...que yo bien puedo entenderte aunque no lo creas. Gracias por compartir este texto conmigo, dejarme tus palabras por acá (que eso a un bloguero como yo lo hace muy feliz)...Y gracias, también, por formar parte de mi vida.
EliminarElwin me has hecho llorar tu sabes tambien cuan importante fue en mis primeros años de vida el tata. Sabes, que no daria por tenerlo vivo ahora a mi edad para disfrutarlo desde otra perspectiva de la experiencia y sabios consejos. Esperamos la segunda parte te pasaste! Gracias
ResponderEliminarPepito, tú eres muy valioso en mi infancia y harto pasamos juntos allá con los abuelitos, que no solo eras mi primo, sino que uno de mis mejores amigos. Fuimos bendecidos por ese tiempo juntos y eso es para atesorar por siempre.
EliminarBueno aquí dejo una anécdota yo también jugué con las brocas del abuelito y justamente en una fecha como esta (me acabo de recordar) jugábamos con Paula y pensábamos en cómo Jesucristo fue cricificado y yo sin pensar el peligro que es manipular aquel objeto, le enterre en la palma de su mano una broca y le dije "así fue viste" y me asusté mucho ver su carita de dolor y miedo 🤦♀️ que corrí dando círculos en el patio pidiendo piedad 🤣😂
ResponderEliminarEso que cuentas, primita Cristina, está realmente genial. Ojalá otros primos compartan por acá sus bellas vivencias donde los abuelitos.
EliminarHice un lindo viaje al recuerdo con tus escritos. Todos tenemos recuerdos atesorado en nuestro corazón
ResponderEliminarSupongo que eres la prima Pati Fuentes, je. Es cierto lo que dices.
Eliminarjajaja recuerdo tambien cuando la paty fuentes se arrancaba por la ventana para salir a carretear y cuando jugabamos a las cartas con mi tio con mi abuelo con la mirtha cuando nos dabamos las buenas noches con un un beso en la mejilla para irnos a dormir etc muchos recuerdos en aquella casa humilde y llena de amor
ResponderEliminaraa y cuando tu me contabas historias de terror y te escuchaba con mucha atencion 🤣🤣🤣🤣
que linda fue nuestra infancia
cuando mi abuela me recibio con carño y pude terminar mis estudios y que gracias a ellos y a dios estoy ejerciendo ahora
gracias por tantos recuerdos que tengo en mi memoria
gracias por la familia tan hermosa que tengo hasta el dia de hoy
se les quiere
muchos 😘😘😘😘😘😘😘😘😘😘 a todos
Bueno, prima Ceci, tú formas parte esencial de mi infancia y buena parte de mi adolescencia; que siempre me gustó mucho estar contigo, salíamos harto juntos y veíamos hartas pelis de terror (y lo guaguatero que soy se manifestó con la Alejandrita, que pasaba en mis brazos).
EliminarElwin: Genial post, cuántos recuerdos... yo también tengo una fuerte presencia de mi abuelos en mi adolescencia, casi un segundo padre. Amante de la poesía y del tango, cosas que lo acompañaron toda su vida. Muy buenos tus recuerdos, y celebro que haya posteos así.
ResponderEliminarSaludos
RICARDO
Gracias por ser el primer de mis amigos en manifestarte por acá en este texto tan importante e íntimo como este...Mira que de mis "amigos históricos", NADIEN...
Eliminar¡Tremendo post! Nunca pensé en encontrarme algo así en el Cúbil. Por supuesto, estoy gratamente sorprendido. ¡Recordar es vivir, dicen por acá!Las fotos también quedaron excelentes. Así como si de un libro se tratara, me imaginé la escena donde venía tu abuelo con el regalo y la enorme comitiva de primos y primas. Literalmente, me sentí transportado al momento. Un gran post, Elwin.
ResponderEliminarGracias, amigo, por dedicarle tu tiempo a este texto...La verdad es que no es el primero de su tipo que realizo, que ya he realizado dos sobre mi papá. Lástima que de mis amigos que sí lo conocieron en persona y compartieron, nadie se haya manifestado.
EliminarSaludos Elwin, aquí murinus2009.
ResponderEliminarGracias por compartir esta Entrada tan personal amigo.
Veo que tu abuelo Daniel, tenía alguns similitudes con mi tambien abuelo materno:
Ambos fueron gentes que emigraron del campo a la ciudad.
Mi abuelo aquí en el sur de ciudad de México trabajo como albañil y despues puso una, aqui le llamamos tienda de abarrotes (en inglés seria "grocery store") muy exitosa, aun hoy gozamos de los frutos de esa tienda, aunque ya no existe.
Ambos eran autodidactas y se preocuparon por educar a sus descendientes, recuerdo que mi abuelo me enseño a leer como a los 5 años y me enseño un libro ilustrado de, Julio Verne, que espero ande por ahi.
Tu abuelo era muy hábil carpintero, construir guitarras es ya una especialización, aqui se le llama, lauderia, muy bien.
Eso trajo recuerdos a mi memoria.
Mi abuelo tambien fue aficionado a esta bíblica profesion tambien a la relojería aunque nunca fue bueno en ninguna, je.
Aun tenemos algunos muebles que el construyo y algunas de sus herramientas de relojero.
También mi abuelo en sus tiempos en el campo, ademasade agricultor hacia pan, aunque ese nunca tuve la suerte de probarlo.
Es bueno ver que atesoras tan buenos recuerdos de tu feliz infancia, te deseo que siempre tengas muchos asi en el futuro.
Ese poema enmarcado es toda una obra de arte que bueno que lo conservan.
Gracias de nuevo por compartir estas experiencias tuyas Elwin, como ya lo mencione me trajeron muchos recuerdos.
A esperar las siguientes partes.
Hasta pronto.
Te agradezco de corazón que te hayas pasado por este post, tan valioso para mí y que por otra parte hayas compartido conmigo esos bellos recuerdos de tu propio abuelo. Veo que tenemos mucho más en común. En cuanto a mi abuelito Daniel, aún me quedan unas cuantas historias sobre él, que aún no decido si cerraré este mes con la segunda parte de este post.
EliminarQuizás cuándo vuelvas a entrar acá y leer mi respuesta, pero quiero que sepas que te he dedicado unas palabras en mi post sobre los 8 años del Cubil del Cíclope.
Que estés muy bien.