I- Un autor demasiado singular.
Howard Phillip Lovecraft fue un complejo y talentoso hombre que vivió
entre los años 1890 y 1937 en Estados Unidos.
Esta fue una época influenciada por los avances científicos técnicos y
teóricos, así como en la popularidad de unos cuantos sistemas ideológicos
filosóficos y políticos, los que permearon su pensamiento y producción
literaria, permitiendo la creación de una importante obra narrativa, poética y
ensayística cercana a cierto materialismo y pensamiento ateo de corte
cientificista. Fue así como a lo largo
de una carrera desarrollada en unos pocas décadas, Lovecraft revolucionó la
literatura de terror, alejándose de los temas ya trillados de carácter gótico,
lo que le permitió elaborar una serie de relatos (entre cuentos, novelas cortas
y hasta poemas de corte narrativo), que en gran parte mostraron toda una nueva
mitología; todo esto producto de unas de las mentes más creativas del siglo
pasado, así como fruto de un individuo lleno de taras y atribulado, lo que bien
podemos identificar a la hora de analizar y desmenuzar sus escritos. A su vez un buen grupo de otros autores, con
los cuales el escritor mantenía una
constante correspondencia fraternal, contribuyeron con sus propios escritos en
el diseño y desarrollo de esta por entonces floreciente mitología que recibió
como nombre genérico Los Mitos de Cthulhu.
Heredero de una gran biblioteca que le perteneció a su abuelo, con
viejos manuscritos de temas incluso esotéricos, Lovecraft alcanzó un vasto
conocimiento que incluyó el dominio de lenguas muertas y exóticas tales como el
árabe, latín y griego; de este modo era un hombre culto, habiendo apenas salido
de su casa y sin siquiera tener estudios universitarios. Por lo tanto, este gran lector desde
temprana edad, se dedicó a redactar sus propias historias, dejando entrever su
inteligencia y sapiencia, a través de su propia pluma y la referencia a
numerosas disciplinas, personajes y pasajes históricos; todo además con una
gran capacidad para manejar la verosimilitud en medio de algunas de las
historias más sorprendentes aún en la actualidad.
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Todo un documento histórico:
La revista en la cual fue publicada por primera vez
la célebre novela corta En las Montañas de la Locura. |
La gran contribución artística de H. P. Lovecraft se dio a conocer en su
momento a través de revistas masivas y hechas con un papel de muy baja calidad,
llamadas Pulps; a través de sus páginas compartió junto a otros
escritores la atención de un público que en plena época de grandes conflictos
económicos y bélicos deseaba historias escapistas y maravillosas (recordemos
que durante tales años USA y Europa se encontraban viviendo la Primera Guerra
Mundial, luego la Depresión Económica estadounidense y posteriormente el
principio de la Segunda Guerra Mundial).
Estas revistas poseían nombres como Weird Tales, Argosy y Amazing
Stories, siendo la primera de ellas la cual en la que él colaboraba; dichos
impresos contaban con llamativas portadas, que en muchos casos mostraban a
bellas mujeres, siempre escasas de ropas y acechadas por lascivos
monstruos. La paga no era muy buena,
aunque bien estas publicaciones populares les dieron su oportunidad a autores
hoy en día consagrados como Fritz Leiber, Robert Bloch, Clark Ashton Smith,
Robert Howard y Augusth Derleth en terror y fantasía, mientras que gente como
Isaac Asimov, Ray Bradbury, Arthur C. Clarke, A E,. Van Vogth y muchos más se
dedicaron a contar historias dentro del género de ciencia ficción. Esta participación constante de los mismos
autores en dichas publicaciones, permitió que entre ellos se diera una curiosa
fraternidad a través de constantes epístolas enviadas entre sí y donde
acostumbraban comentarse mutuamente los trabajos de sus compañeros, de modo que
además las ficciones de Lovecraft inspiraron al resto para escribir nuevas
historias ambientadas dentro del mismo universo de horror (usando como
elementos comunes a sus dioses, lugares y textos de corte ocultista, así como
creando otros nuevos; incluso incorporando a sus amigos como personajes, aunque
cambiando en parte sus nombres).
La literatura de Lovecraft, al menos en lo que se refiere a sus escritos
relacionados con estos Mitos del Cthulhu, presentó la idea
de la existencia de un grupo de entidades antiquísimas (anteriores a la
aparición de los primeros homínidos en la Tierra), que por largo tiempo
dominaron gran parte del universo, los llamados Primigenios o Antiguos,
los cuales luego de una dura guerra con otra gran raza (aunque mucho más
benigna que estos otros), los Dioses Arquetípicos, fueron
condenados al exilio u otros castigos; no obstante con el paso del tiempo
trataron de volver a poseer el poderío que tenían y para ello comenzaron a
utilizar a una serie de subrazas monstruosas e incluso acólitos humanos y/o
mestizos (humanos con criaturas por lo general de naturaleza batracia), para
ayudarlos a regresar desde su larga condena.
Numerosos son los cuentos, tanto escritos por el mismo Lovecraft, como
por su círculo de colegas escritores y amigos a la distancia, que cuentan los
pormenores al respecto; luego otros autores posteriores abrazaron con gusto la
mitología diseñada por el tímido cuentista de Providence, encontrándose en sus
filas el mismo Stephen King, Brian Lumley, Rampsey Cambell y muchos más (de
este modo hoy en día varias son las antologías que recogen estos nuevos mitos,
así como incluso las novelas ambientadas dentro de este hoy ya reconocido
subgénero de la literatura de terror).
Entre los Primigenios el más famoso de todos es el que le da nombre a
los mitos, el gigantesco y marítimo Ctulhu, con aspecto de pulpo, encontrándose
además Nyarlathothep, Yog-Sothoth, Ithaqua y muchos más, todos ellos criaturas
tan espantosas y ajenas a la comprensión humana, cuya maldad y aspecto son
capaces de destrozar la mente del hombre más cuerdo.
La exposición a los seres arriba mencionados, con todas sus
consecuencias nefastas para los personajes de estos relatos y todo lo
concerniente a los Mitos de Cthulhu, es llamado a su vez Horror
Cósmico; su nombre deriva de que estas narraciones hacen mención a la
existencia de criaturas cuasi divinas y malignas, procedentes de tiempos
inmemoriales, como de zonas interdimensionales más allá del espacio conocido.
|
Cthulhu según un artista. |
Además Lovecraft dentro de sus textos, creó el llamado Necronomicon,
medieval manuscrito de magia negra lleno de datos relacionados con los Mitos
de Cthulhu, escrito según los textos de este autor por el sabio loco
árabe Abdul Alhazred; por lo que cuentan algunos de estos relatos, una de las
pocas copias que quedan de dicho maléfico documento, se encuentra en la
Universidad de Miskatonic. Ahora bien,
ni el Necronomicon, ni Miskatonic existen, no obstante mucha gente cree que sí
y es así como algunos editores aprovechadores han sacado supuestos ejemplares
de este libro imaginario para venderlo a los crédulos y/o ignorantes; a su vez
Miskatonic es otro lugar propio de la ficción de H.P.L (como a algunos les
gusta sintetizar el nombre y apellidos del escritor), tal cual sucede con la
también famosa ciudad de Arkham (nombre que luego sería usado a manera de
homenaje en los cómics de Batman, gracias a la incorporación en sus páginas del
tenebroso asilo para criminales dementes Arkham). Asimismo otros textos de conocimientos
arcanos e infames fueron introducidos por Lovecraft en sus narraciones, y en
algunos casos por otros de los autores del llamado Círculo de Cthulhu, para
luego ser aceptados como parte del canon oficial de los Mitos; así es como se
pueden nombrar los Manuscritos Pnakoticos, el Texto de R´lyeh, los Siete
libros crípticos de Hsan, entre otros.
Siguiendo con las características de la literatura lovecrafniana (hoy en
día ya es aceptado este adjetivo para referirse a todo aquello relacionado con
el escritor y su literatura), se puede mencionar su tendencia a la descripción
pura, en desmedro por el uso de diálogos, de modo que en sus escritos pocos son
los momentos en los que el narrador pone de manifiesto las palabras literales
de los personajes. También es
acostumbrado en sus trabajos el uso de un narrador en primera persona, de modo
que con esto el autor incorpora la idea de verosimilitud dentro de su obra al
convertir sus historias en algo que posee carácter de confesión, al más puro
estilo de lo visto y lo vivido propio de las cartas de relación y diarios
de viaje de los colonizadores españoles, con lo cual el escrito se hace más
creíble. Por otro lado, considerando
además la incapacidad psicológica del autor para crear relaciones
interpersonales presenciales (puesto que además sufría de agorafobia, es decir,
le temía a los espacios abiertos, por lo cual vivía casi recluido en su casa),
lo que se acentuaba más a la hora de mantener contacto con mujeres, en sus
cuentos y novelas cortas prácticamente los personajes femeninos escaseaban o
bien apenas eran mencionados dentro de la narración misma (como dato
complementario, puede resultar interesante que Lovecraft se casó ya tarde, con
una mujer mucho mayor que él, evidentemente algo propio de un edipiano y sin
haber tenido hijos con ella, puesto que además no disfrutaba del contacto
físico y menos sexual). He aquí una
muestra de lo mencionado en este párrafo, respecto a su tendencia a la
descripción detallada:
“Cuando
el que viaja por el norte de la región central de Massachusetts se equivoca de
dirección al llegar al cruce de la carretera de Aylesbury nada más pasar Dean’s
Corners, verá que se adentra en una extraña y apenas poblada comarca. El
terreno se hace más escarpado y las paredes de piedra cubiertas de maleza van
encajonando cada vez más el sinuoso camino de tierra. Los árboles de los
bosques son allí de unas dimensiones excesivamente grandes, y la maleza, las
zarzas y la hierba alcanzan una frondosidad rara vez vista en las regiones
habitadas. Por el contrario, los campos cultivados son muy escasos y áridos,
mientras que las pocas casas diseminadas a lo largo del camino presentan un
sorprendente aspecto uniforme de decrepitud, suciedad y ruina. Sin saber
exactamente por qué, uno no se atreve a preguntar nada a las arrugadas y
solitarias figuras que, de cuando en cuando, se ve escrutar desde puertas medio
derruidas o desde pendientes y rocosos prados. Esas gentes son tan silenciosas
y hurañas que uno tiene la impresión de verse frente a un recóndito enigma del
que más vale no intentar averiguar nada. Y ese sentimiento de extraño
desasosiego se recrudece cuando, desde un alto del camino, se divisan las
montañas que se alzan por encima de los tupidos bosques que cubren la comarca.
Las cumbres tienen una forma demasiado ovalada y simétrica como para pensar en
una naturaleza apacible y normal, y a veces pueden verse recortados con
singular nitidez contra el cielo unos extraños círculos formados por altas
columnas de piedra que coronan la mayoría de las cimas montañosas.
El
camino se halla cortado por barrancos y gargantas de una profundidad incierta,
y los toscos puentes de madera que los salvan no ofrecen excesivas garantías al
viajero. Cuando el camino inicia el descenso, se atraviesan terrenos pantanosos
que despiertan instintivamente una honda repulsión, y hasta llega a invadirle
al viajero una sensación de miedo cuando, al ponerse el sol, invisibles
chotacabras comienzan a lanzar estridentes chillidos, y las luciérnagas, en
anormal profusión, se aprestan a danzar al ritmo bronco y atrozmente monótono
del horrísono croar de los sapos. Las angostas y resplandecientes aguas del curso
superior del Miskatonic adquieren una extraña forma serpenteante mientras
discurren al pie de las abovedadas cumbres montañosas entre las que nace.
A
medida que el viajero va acercándose a las montañas, repara más en sus
frondosas vertientes que en sus cumbres coronadas por altas piedras. Las
vertientes de aquellas montañas son tan escarpadas y sombrías que uno desearía
que se mantuviesen a distancia, pero tiene que seguir adelante pues no hay
camino que permita eludirlas. Pasado un puente cubierto puede verse un
pueblecito que se encuentra agazapado entre el curso del río y la ladera
cortada a pico de Round Mountain, y el viajero se maravilla ante aquel puñado
de techumbres de estilo holandés en ruinoso estado, que hacen pensar en un
período arquitectónico anterior al de la comarca circundante. Y cuando se
acerca más no resulta nada tranquilizador comprobar que la mayoría de las casas
están desiertas y medio derruidas y que la iglesia -con el chapitel quebrado-
alberga ahora el único y destartalado establecimiento mercantil de toda la
aldea. El simple paso del tenebroso túnel del puente infunde ya cierto temor,
pero tampoco hay manera de evitarlo. Una vez atravesado el túnel, es difícil
que a uno no le asalte la sensación de un ligero hedor al pasar por la calle
principal y ver la descomposición y la mugre acumuladas a lo largo de siglos.
Siempre resulta reconfortante salir de aquel lugar y, siguiendo el angosto
camino que discurre al pie de las montañas, cruzar la llanura que se extiende
una vez traspuestas las cumbres montañosas hasta volver a desembocar en la
carretera de Aylesbury. Una vez allí, es posible que el viajero se entere de
que ha pasado por Dunwich”.
El Horror de
Dunwich.
A su vez también resulta atractivo saber que si bien sus escritos se
encuentran llenos de seres horripilantes y situaciones bastantes espantosas,
Lovecraft gustaba de ser un escritor de tipo más insinuante, que alguien de
narración explícita a la hora de referirse al aspecto de los seres y todo
aquello que causaba pavor en sus personajes. De este modo muchas de sus
criaturas son vistas o percibidas por los personajes solo en una ínfima parte, todo
a través del velo de la bruma o la noche o con el rabillo del ojo. Con este estilo narrativo, al más bien
referirse a lo que sentían los personajes ante la certeza de su fragilidad en
presencia de lo sobrenatural e insólito, que al procurar “mostrar” en directo
al monstruo de turno, H.P.L. invitaba a sus lectores a dar rienda suelta a sus
propios temores e imaginación; con ello el lector debe completar con sus fantasías
y miedos lo que experimentaban y presenciaban tales personajes, haciéndose
partícipe de la narración misma. A
continuación una muestra de su técnica para sugestionar e impactar al lector:
“Los
toques de campana provenían de una iglesia de piedra, de falso estilo gótico,
que parecía mucho más antigua que el resto de los edificios de Innsmouth. Tenía
a un lado una torre cuadrada, achaparrada, cuya cripta de cerradas ventanas era
desproporcionadamente alta. El reloj de la torre carecía de manillas, pero
sabía que aquellos golpes sordos correspondían a las once. Y de repente, todas
mis reflexiones se esfumaron ante la inesperada aparición de una figura tan
horrenda, que me estremecí aun sin haber tenido tiempo de verla bien. La puerta
de la cripta estaba abierta y formaba un rectángulo de oscuridad. Y al mirar
casualmente, cruzó ese rectángulo algo que provocó en mí una fugaz impresión de
pesadilla.
Era un ser vivo, el primer ser vivo,
aparte el conductor, que veía dentro del casco urbano. De haber tenido los
nervios más tranquilos, probablemente no habría encontrado nada aterrador en
ello, porque un momento después me daba cuenta de que se trataba tan sólo de un
sacerdote. Ciertamente vestía una extraña indumentaria, adoptada tal vez cuando
la Orden de Dagon había decidido modificar el ritual de las iglesias locales.
Creo que lo primero que me llamó la atención, lo que me llenó de aquel
repentino horror, fue la alta tiara que llevaba. Se trataba de una reproducción
exacta de la que miss Tilton me había mostrado la noche anterior. Sin duda fue
esta coincidencia la que desató mi imaginación y me hizo ver algo siniestro en
el rostro vislumbrado y en el atavío de aquella silueta que cruzó pesadamente
el umbral de la puerta. Un segundo después resolví que no había ninguna razón
para sentir ese horror que parecía nacer como un recuerdo maligno y olvidado.
¿No era natural que el misterioso ritual del lugar hubiese hecho adoptar a sus
ministros ciertos ornamentos sacerdotales que resultasen especialmente
familiares a la comunidad… por haber sido hallados en un tesoro, por ejemplo?”.
La Sombra Sobre Innsmouth.
Por otro lado, tal como se puede apreciar en la obra de su amigo y
colaborador Robert Howard (famoso por ser el creador de Conan el Bárbaro, Kull
el Conquistador, Sonia la Roja, Solomon Kane y muchos otros más personajes
memorables), Lovecraft era un autor con un marcado racismo; esto más bien
respondía a su temor incipiente a todo lo extraño y diferente, de modo que las
culturas de tipo oriental o cualquiera lo suficientemente “exótica” para él
resultaban sospechosas; por ende, muchos de los personajes más retorcidos de
sus escritos provenían de otras tierras, así como por esta razón abundaban en
sus relatos los seres mestizos de humano con monstruos y en los que proyectaba
su desprecio (o más bien sus propias taras) por la transculturación. Lo anterior se puede ver en la siguiente cita
textual:
“Examinados en el cuartel de la policía,
luego de un viaje agotador, los prisioneros resultaron ser mestizos de muy baja
ralea, y mentalmente débiles. Eran en su mayor parte marineros, y había algunos
negros y mulatos, procedentes casi todos de las islas de Cabo Verde, que daban
un cierto matiz vudú a aquel culto heterogéneo. Pero no se
necesitaron muchas preguntas para comprobar que se trataba de algo más antiguo
y profundo que un fetichismo africano. Aunque degradados e ignorantes, los
prisioneros se mantuvieron fieles, con sorprendenteconsistencia, a la idea central
de su aborrecible culto”.
La Llamada de Cthulhu.
|
Una caricatura más que curiosa:
Icono de San Cthulhu. |
Pese a su talento que en la actualidad es valorado mundialmente por
sobre su personalidad errática, H.P.L.
vivió casi en la miseria, sin poder disfrutar de la fama y fortuna en vida,
como bien ha sucedido en numerosos casos con otros artistas (basta con nombrar
al mismísimo Edgar Allan Poe, de quien Lovecraft era un ferviente admirador,
como también sucedió con el igualmente escritor de culto Phillip K. Dick y en
la pintura con Vincent van Goh, siendo todos estos artistas verdaderos
visionarios y además individuos aproblemados por psicologías enfermizas y aún
así capaces de crear verdadera belleza que les permitiera encumbrarlos por
encima de sus flaquezas). Así fue como
el gestor de los Mitos de Cthulhu tuvo que trabajar de “escritor fantasma” y/o
“corrector” de otros autores menos virtuosos, revisando y mejorando en
ocasiones sus manuscritos, para luego ser publicados en las mismas revistas
donde él era editado; no obstante esta labor nunca fue reconocida en su momento
y solo luego de su muerte, con el paso de los años, se supo la verdad. Al leerlos, se puede apreciar cómo en varios
de estas “colaboraciones” secretas, la mano de Lovecraft sobrepasó la pluma de
los esbozos, en los que muchos casos intervino más de la cuenta con su
prosa.
Para terminar esta ya extensa introducción sobre el autor, una persona
de gran importancia a la hora de validar el trabajo literario de Lovecraft, fue
su amigo también escritor Augusth Derleth; éste una vez fallecido H.P.L se
encargó de reunir todos sus documentos, incluso cartas, como también textos
inéditos e inconclusos, para publicarlos de forma más profesional y en mejor
calidad de papel, como de impresión, terminando en algunos casos sus escritor no
acabados. Para esta loable labor,
Derleth fundó la editorial Arkham House, con la cual también publicó al resto
de sus colegas y además le dio la oportunidad a otros más jóvenes de aquel
entonces, como al propio Ray Bradbury con su primer libro de cuentos Dark
Carnival.
Sobre su deseo sencillo de escribir una buena historia, Lovecraft afirmó
en una ocasión:
“La Renuencia a corregir la obra
no es otra cosa que indolencia, pero curiosamente, tengo cierto respeto por esa
clase de indolencia. Para empezar, yo no
censuro demasiado seriamente ninguna clase de pereza. Todo trabajo es vano en realidad, y el
perezoso es a la larga el más inteligente.
Evidentemente, siento desprecio por cualquier clase de laboriosidad
cuando el objeto no es la excelencia. Lo
que quiero en realidad es cualquier trabajo no-literario que me reporte 15
dólares a la semana o más, además de tiempo libre suficiente para escribir con
dignidad, con el único objeto de escribir, y sin pensar en absoluto en el
auditorio o en los mercados”.
2- La Sombra Sobre Innsmouth.
Esta novela corta compuesta de 5 capítulos, fue publicada originalmente
en 1936, si bien su autor la escribió en 1931.
Fue adaptada para el cine en 2001 por el director de terror
especializado en Lovecraft Stuart Gordon, en una muy bien lograda coproducción hispano-estadounidense
titulada Dagon, puesto que también tomó elementos del cuento del mismo
nombre igualmente escrito por Lovecraft.
El texto cuenta lo que le acontece a un hombre que gusta de realizar viajes
y que además se interesa por las antigüedades, quien decide contra las
recomendaciones de algunos, visitar la apartada comunidad de Innsmouth, un
pueblito pesquero de muy mala fama por sus reticentes habitantes e historia
llena de datos extraños. El hombre llega
a este lugar y allí entra en contacto con el borracho de la zona, no sin antes
tener unas cuantas experiencias alucinantes, quien le confiesa la verdad acerca
de la aterradora génesis de Innsmouth.
Es así que tras creer que su interlocutor le ha contado solo las
fantasías propias de una mente enferma, se ve acosado por la gente del lugar,
quienes para nada resultar ser seres humanos normales, puesto que la historia
que escuchó era verdad. Los de Innsmouth
habían hecho pacto con entidades salidas desde las mismas profundidades del
mar, criaturas bestiales y antiquísimas con gran poder y ello ha ido provocando
en los lugareños toda una transformación en sus cuerpos y mentes. El texto termina con una increíble revelación
sobre el narrador-protagonista, que hace recordar la concepción fatalista
griega respecto a la inexorabilidad del destino para los hombres y su
incapacidad para torcerlo a voluntad.
|
Hermosa portada de colección de cuentos
inspirados en el famoso relato de H.P.L. |
En esta obra en cuestión el autor, al igual que en la otra que se
analiza y comenta acá (como también en muchos otros escritos suyos), Lovecraft
le otorga un papel de importancia a la “historia dentro de la historia”, es
decir, a un segundo nivel narrativo en el cual parte fundamental de todo el
relato viene a ser lo contado por el borracho; en el caso concreto de esta
obra, debido a que el relato de este hombre se constituye en el pilar de lo que está sucediendo en el lugar, al
tratarse del pasado de Innsmouth, queda demostrado cómo fue que se dieran los
acontecimientos “catastróficos” referidos acá.
Gracias a la narración del anciano alcohólico, se presenta la idea de
una naturaleza monstruosa subyacente en cualquiera de nosotros y no solo en los
que nos rodean. Además se narra aquí
toda una genealogía sobre la decadencia de una comunidad: primero motivada por
el interés hacia los bienes materiales y luego por el deseo de inmortalidad,
todo a costa de nuestra propia humanidad.
El temor hacia lo extraño y diferente a tal punto que lo bizarro supera
cualquier signo de normalidad, impregna todo este texto. No obstante se puede observar aquí el precio
que se cobra la curiosidad inherente en el espíritu humano, al más puro estilo
de relato moralizante, puesto que el protagonista es advertido en más de una
ocasión a no visitar la tierra de Innsmouth, sin embargo porfiada y
soberbiamente accede a hacer caso a sus impulsos; luego una vez en conocimiento
de la cruel verdad, el narrador-protagonista encuentra su propia perdición (tal
como en tanto relato religioso y mítico: el engaño y seducción de Adán y Eva
por parte de Lucifer, la caja de Pandora, etc.).
No obstante frente al estilo de vida de los habitantes de Innsmouth y la
decisión final que toma el personaje principal del relato, uno puede llegar a
preguntarse si tal vez la monstruosidad de estos resulta ser solo algo
relativo: puesto que al final una vez todos ellos han abrazado el culto a Dagon,
a su manera encuentran la felicidad, la plenitud y la realización personal; de
este modo que el resto de la gente los rehuían y teman , bien puede ser debido
a la tendencia humana a rechazar lo distinto (y en este sentido el borracho del
pueblo sería doblemente un paria ante su comunidad, al no asumir su papel con
los suyos y al acobardarse frente a consumar su verdadero destino). Teniendo en cuenta esta posibilidad de
interpretación “invertida” del antagonismo de la obra, un buen autor actual
bien podría contar una historia desde el punto de vista de la gente de
Innsmouth, tal como lo han hecho hoy en día autores más contemporáneos al
mostrar que lo monstruoso necesariamente no tiene por qué ser maligno (si no
véanlo en la obra de Richard Matheson y Clive Barker).
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¡Cthulhu también viene en peluche! (yo quiero uno). |
3- En las Montañas de la Locura.
Al igual que el texto anterior, fue concebido
por su autor en 1931 y publicado en 1936, aunque en tres números continuos de
la revista Astouding Stories; ello a diferencia de la otra novela
corta aquí abordada y que fue la única del escritor en publicarse completa en
un solo número (si bien hubo unos cuantos fragmentos de La Sombra Sobre Innsmouth que
fueron elididos de las primeras versiones y que solo con el tiempo fueron dadas
a conocer al público una vez que el autor falleció). Mucho más extensa que la
misma Sombra, aunque no tanto como El Caso de Charles Dexter Ward (una
“verdadera novela”, no obstante aún breve para los parámetros actuales, puesto
que con suerte alcanza las 200 páginas), cuenta lo sucedido con una expedición
científica a la Antártida, lugar por aquel entonces bastante inhóspito para el
mundo (bueno, hoy en día una ínfima parte de la humanidad lo visita, empero ya
se sabe mucho más de este lugar que en la época de Lovecraft). Es así como lo que parece será un viaje
seguro y con todo planeado, se convierte en una odisea en la cual sus
integrantes se adentrarán en los recovecos del misterio y del horror: pues
primero descubren por accidente unas extrañas formaciones geológicas que en
realidad no eran naturales, luego unos fósiles gigantescos como nunca antes
hallados y por último toda una ciudad de millones de años de antigüedad para
nada relacionada con los humanos. Una
vez dentro de la ciudad el protagonista, quien otra vez como nos tiene
acostumbrados Lovecraft oficia de narrador y también de testigo, la narración
se detiene en contarnos la historia de la antiquísima civilización que habitó
ese lugar.
Sin olvidar sus “queridos” Mitos de Cthulhu, Lovecraft
incursiona con esta obra en el campo de la ciencia ficción, haciendo referencia
a adelantos científicos imposibles en aquella época (un especial taladro usado
por los científicos), la descripción detallada de la fisiología de las
monstruosidades encontradas en esas gélidas tierras y luego todo lo relacionado
con la desaparecida civilización que habitó la zona mucho antes de la aparición
de los dinosaurios (la que a su vez venía desde el espacio profundo). Es en esta narración sobre los seres que
vivían en esta ciudad fantasma, que H.P.L se permite crear toda una cultura no
humana dando elaborados detalles acerca de su origen, costumbres e historias; a
su vez a sus extraños habitantes primero los muestra como verdaderas entidades
de horror, para luego otorgarles cierta humanización al hacerlas partícipe de
la misma tragedia ante la mortalidad y otras desgracias, en las cuales estas
criaturas también llegan a ser víctimas de su propia soberbia. La larga detención en la relación donde se
develan las particularidades de la ciudad perdida y los acontecimientos que
hace millones de años se dieron en ella, bien retarda la progresión dramática
de la novela corta, haciendo quizás un poco tediosa esta parte de la obra al
carecer del dinamismo de otros de sus trabajos.
A su vez en esta novela corta abundan los seres de espanto, regalándonos
el escritor con algunas descripciones más sabrosas y directas que en el caso de
La
Sombra Sobre Innsmouth:
“10,15 noche. Descubrimiento
importante. Orrendorf y Watkins, cuando trabajaban con luz bajo tierra a las
9,45, encontraron monstruoso fósil en forma de barril de naturaleza
completamente desconocida; probablemente vegetal, a no ser qué se trate de un
ejemplar hiperdesarrollado de radiado marino desconocido. Los tejidos se han
conservado evidentemente por la acción de sales minerales. Duro como el cuero,
pero con asombrosa flexibilidad en algunas partes. Huellas de partes rotas en
los extremos y en torno a los costados. Mide seis pies de longitud y tres pies
y cinco décimas de diámetro central que disminuye hasta un pie de diámetro en
cada punta. Semejante a un barril con cinco protuberancias abultadas en lugar
de duelas. Rupturas laterales como tallos más bien finos a la mitad de estas
protuberancias. En los surcos entre los abultamientos hay curiosas
excrecencias, grandes crestas o alas que se pliegan y despliegan como abanicos.
Todas están muy deterioradas, menos una, que alcanza casi siete pies una vez
extendida. Su construcción recuerda a ciertos monstruos de los mitos
primigenios, especialmente a los Primordiales del Necronomicón.
»Las alas parecen ser
membranosas, extendidas sobre una armadura de tubos glandulares. Se perciben diminutos
orificios en la armadura de las puntas de las alas. Extremos del cuerpo
resecos; no dan indicios acerca del interior o de qué es lo que se ha roto
allí. Tengo que diseccionar cuando regrese al campamento. No puedo decidir si
es vegetal o animal. Muchas de sus
características son evidentemente de un primitivismo casi inconcebible. He
puesto a todos los hombres a cortar estalactitas y a buscar más ejemplares.
Hemos encontrado más huesos con marcas, pero éstos tendrán que aguardar.
Tenemos dificultades con los perros. No pueden soportar la presencia del nuevo
ejemplar y probablemente lo destrozarían si no los mantuviéramos a distancia de
él”.
La ciudad descrita por el autor resulta ser tanto un lugar de maravilla,
como un sitio inspirador de los terrores más ancestrales, al poseer una
arquitectura y diseño tan extraña para la mente humana. Por ende, Lovecraft con este extenso relato
logra uno de sus momentos cumbres a la hora de conseguir convertir a palabra
sus miedos y fantasías más pesadillescas.
|
Afiche de una de las mejores adaptaciones
cinematográficas recientes de la obra de
Lovecraft, filmada en blanco y negro y muda,
como si fuera un filme hecho en la época del autor. |
Tal como lo hizo el propio Julio Verne con La Esfinge de los Hielos,
Lovecraft se permitió con esta novela hacer su gran homenaje a Poe, a quien ya
se afirmó antes en este texto que admiraba.
Tanto Verne como Lovecraft hicieron en sendos escritos especies de
continuaciones de la única novela del autor de El Cuervo y El
Corazón Delator, al trasladar la acción de sus obras a la Antártida y
narrar historias extraordinarias, si bien como era de suponer, Lovecraft
centraría la suya en el horror, mientras que el autor de Veinte Mil Leguas de Viaje
Submarino y Viaje al Centro de la Tierra en la aventura. De hecho casi al comienzo de su escrito,
H.P.L. cita al propio Poe y su novela que entre otras cosas poseía ya en su
tiempo (principios del siglo XIX) aterradores momentos de canibalismo y un
inesperado desenlace de corte sobrenatural y tajante. Casi un siglo después del texto romántico
inspirador, H.P.L. hizo uso de la ominosa frase (o palabra) “Tekelili”,
presentada al final del pavoroso final de Las Aventuras de Arthur Gordon Pym,
la única novela de Poe y que con Lovecraft tomó un sentido aún más fantástico.
Al igual que la ya abordada La Sombra Sobre Innsmouth y muchos
otros escritos suyos, el artista escribió una narración donde es el viaje la oportunidad
para que sus personajes se adentren en el mundo de lo desconocido y conozcan
las mil caras del miedo; de este modo tal y como sucede con las historias más
antiquísimas y con tanto fabulador, Lovecraft concede al tema del viaje en la
literatura un papel capital a la hora de llevarnos de la mano y mostrarnos lo
que puede pasar cuando nos aventuramos al salir de la comodidad de nuestro
hogar (en otras palabras, vez que viajamos, estamos expuestos a la eventualidad
y ello puede dar pie a un sinnúmero de destinos, si bien con Lovecraft estos
siempre resultan mortales para sus personajes).
Por último, el famoso director y guionista de cine fantástico y de
terror mexicano Guillermo del Toro, quien hace poco estrenó su más reciente
obra Pacific
Rim (conocida en estos lares como Titanes del Pacífico) estuvo varios
años con el proyecto de llevar al cine esta célebre novela corta (por lo cual
sería la primera vez en la historia del cine, en que se adaptaría un texto de
Lovecraft en una película multimillonaria Clase A); no obstante del Toro se
encontró con un montón de peros y pese a su ya reconocida trayectoria, la idea
“murió en la flor”.
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Preciosa ilustración a manera de tributo al gran Lovecraft. |