miércoles, 30 de diciembre de 2020

Una pieza única en la filmografía de Stuart Gordon.



     Entre todo lo que filmó nuestro querido director, películas de horror, ciencia ficción, drama y thriller, existe una cinta muy especial y que pese a la excelente crítica que posee y respuesta del público en su tiempo, hoy es un filme desconocido por muchos de sus seguidores y también entre los amantes del buen cine en general.  Me estoy refiriendo a The Wonderful Ice Cream Suit  (El Maravilloso Traje de Helado en su traducción literal, que ignoro si le habrán puesto otro nombre para el público de habla hispana).  Es más, si no fuera por el “oráculo” de Wikipedia no sabría de su existencia, que solo me enteré de esta pieza cuando estuve investigando sobre la filmografía de Gordon con la intención de homenajearlo tras su triste deceso.
     La cinta data de 1998 y es nada menos que una producción realizada al amparo de Disney, bajo su sello de Touchstone Pictures, así que posee un carácter familiar y bien corresponde al único título del artista con estas características.  Es claramente una película por encargo, pero hecha con gran profesionalismo por parte del director, quien una vez más nos demuestra su versatilidad al llevar a cabo este trabajo; más encima, contó con un reparto de lujo, por no mencionar al genio detrás de la historia: nada menos que el maestro Ray Bradbury.
     Sobre un cuento del mismo escritor que se encargó de realizar el libreto, historia ya llevada con anticipación al cine y al teatro, siendo que el propio Stuart Gordon incluso llevó a las tablas esta obra, corresponde a una comedia con elementos de musical y una pizca de fantasía; pese a todo, el filme transcurre en medio de un escenario urbano, realista y actual para cuando fue llevada a cabo.  La verdad es que hay un montón de detalles interesantes a la hora de apreciar esta joyita, en la práctica inencontrable, que solo gracias a los profundos sondeos en la Red de mi amigo Ricardo Ruiz, pude conseguir y ver, siendo que más encima la copia que conseguimos es del VHS y solo está en inglés… No obstante, aún así la pude disfrutar mucho, incluso emocionarme y eso que apenas sé la lengua de Shakespeare.
     La trama gira en torno a 5 hombres muy diferentes entre sí, quienes comparten en una primera instancia dos detalles bastante curiosos: miden y pesan lo mismo.  Uno de ellos tiene la loca ocurrencia de que si juntan dinero entre todos, pueden comprarse un estupendo y precioso traje hecho a mano, con el cual sus vidas pueden cambiar para mejor; el uso de su indumentaria se lo turnarán una noche a la semana, si bien para probar sus virtudes y de puro entusiasmo, la primera noche cada uno de ellos lo llevará durante una hora.  Tras esta loca idea salida de la mente de Bradbury, tan bien llevada a cabo por el equipo de actores y director en conjunto, lo mejor será nuestro atestiguamiento de lo que pasan sus dueños durante sus turnos y en especial el magnífico final que nos sacará tanto sonrisas, risas y más de un nudo en la garganta en muchos casos.
     Una de las virtudes de esta producción, corresponde al variopinto grupo de protagonistas, todos ellos interpretados por tremendos actores.
     En primer lugar tenemos a Joe Montegna, quien está a cargo de Gómez, el hombre que idea todo el plan para lograr esta extraña empresa y unir a gente que hasta antes de esto ni se conocían en su mayoría.  De apariencia mafiosa, tiene una razón oculta para perpetuar su idea, aunque, tal como los otros hombres que lo acompañan, en el fondo es un tipo noble.  Cabe mencionar que Montegna es amigo de juventud de Stuart Gordon, con quien ya había trabajado en teatro y el cual con gusto posteriormente tuvo un pequeño papel en una de sus mejores películas: Edmond.
      Un actor tan grande como el anterior, Edward James Olmos (¡Ídolo!), encarna a mi personaje favorito, el excéntrico vagabundo Vámonos, un hombre que anda lleno de mugre y que en su aspecto y caracterización nos hace sorprendernos bastante al saber quién está bajo esa imagen, una vez que aparece más “presentable”.   Mucho nos alegran sus locuras, aunque lo mejor de este sujeto viene a ser, sin dudas, su alegría y en especial su carácter más maravilloso.
       El joven Martínez está a cargo de Clifton Collins Jr., otro histrión de talento con el cual el buen director se dio el gusto de volver a trabajar, tras tenerlo en un papel secundario en la muy entretenida La Fortaleza.  Es un muchacho desempleado que está enamorado de su vecina, quien ni sabe de su existencia.  Cabe mencionar que la cinta comienza con este, de modo que bien se podría decirse que su rol cumple la función de representarnos como el sujeto común, que se encuentra ante lo extraordinario y de ese modo logramos apreciar el cambio por el que pasa al conocer a sus nuevos compañeros y usar el mágico traje.
      El guapísimo Esai Morales es Domínguez, un cantante callejero que pese a cumplir con el estereotipo de latín lover, es como el resto de sus amigos un hombre sensible y amistoso, quien luego nos demostrará que en ningún momento trata a las damas como una conquista más, sino que las respeta por sobre todo.
     Por último, está el mayor del grupo, Villanazul, un intelectual que al parecer conoce desde antes a Gómez.  De intereses sociales, posee una labia magnífica y el segmento dedicado a su hora con el traje es tal vez el más bello de todos.  Su rol está a cargo de Gregory Sierra, otro actor con un enorme repertorio en cine, televisión y teatro.
     El filme resulta estar lleno de valores a considerar, empezando por el tema de la fraternidad masculina que une a sus protagonistas, quienes tan solo por todo lo que pasan esa noche especial juntos, terminan dándonos una lección de lealtad que nos mueve a seguir su ejemplo.  Por otro lado, la esperanza también cumple un papel valioso, que estamos hablando de personajes pobres que buscan mejorar su existencia, trabajando en equipo y solidarizando, viendo detrás de esto el tema de la resiliencia al superar todos los personajes su circunstancia, a través de la actitud positiva que tienen; es cierto que no consiguen verdaderos bienes materiales, ni mejoran económicamente sus vidas hasta donde lo podemos ver, pero tras el poético final queda la certeza de que su futuro será mejor, ahora que se tienen entre sí y saben que querer es poder.
     Cabe destacar la ambientación del largometraje, que transcurre en un barrio gringo poblado por ciudadanos de origen mexicano; es así que la rica cultura del país azteca se puede apreciar por medio de su música (los infaltables mariachis), vestimentas, costumbres y el lenguaje español que se escucha en más de una ocasión.  Los preciosos murales que abundan por sus calles poseen un papel importante, tanto al ilustrar la misma historia y rasgos del pueblo mexicano, como en el apartado dedicado a Gómez.
     Por último, esta película no fue estrenada en cines y salió directamente al video casero (VHS en su momento para alquiler por lo general) y sin embargo fue nominada al menos a 3 certámenes distintos, incluyendo uno por sus preciosos créditos de apertura y otro al mejor Director, el cual ganó en Fansporto.
     Y con este post termino no solo mi revisión de la carrera de Stuart Gordon, tremendo director que tristemente nos dejó este desgraciado año de 2020, sino que esta temporada que ya termina (¡Por fin!).  No pude conseguirme la primera cinta del realizador, Bleacher Bums (1979) y de la que nada sé.  Para enero de 2021 hablaré de Kid Safe: The Video (1988), que gracias a la magia de YouTube acabo de encontrar recién, así que en contra de lo que pensaba hasta unos minutos atrás, la presente no será mi última entrada dedicada al artista que he querido homenajear con estos textos. Hasta la próxima.


                                                                                  Tráiler.

domingo, 27 de diciembre de 2020

Post N° 800: Dolor por Richard Corben.



     Este desgraciado año de 2020 aún no acaba y en su último mes se llevó a otro de los grandes, al genial Richard Corben, artista de la ilustración que me acompañó durante toda mi adultez, hasta esa fecha fatídica en que dejó esta tierra el 2 de diciembre.  Tenía 80 años cuando partió, así que tuvo una vida plena, llena de triunfos y legando a sus seguidores un montón de joyas del cómic y la ilustración.  Por razones que ya deben ser obvias, he decidido dedicarle este post tal como lo hice en su momento con Stan Lee, cuando llegué al número 600 en mi Cubil del Cíclope, ya que tal como el sonriente Stan es uno de los creadores que más he llegado a admirar y cuya muerte me ha causado bastante pesar.
     ¿Por qué digo que Corben me acompañó durante toda mi adultez hasta ahora? Pues porque supe de él cuando ya estaba en la universidad, justamente durante mi segundo año en ella y cuando luego de estudiar un año completo Filosofía, me metí a la carrera de Castellano.  Ese primer semestre del recordado año de 1995, entré al Curso Facultativo de Ciencia Ficción y allí tuve el gusto de conocer a uno de mis mejores amigos, a Miguel Acevedo y quien al poco tiempo después me prestó algunas de sus revistas Creepy, en la que aparecían varios de sus trabajos; creo que el primero de estos que pude leer y ver fue El Diamante Negro, que si no me equivoco se trata en realidad de una serie de historias dedicadas a tal maldito objeto.  Pues les confieso que apenas tuve en mis manos tal relato de horror sobrenatural, me quedé fascinado con su técnica…Y es que entre los grandes aportes que le dio al llamado noveno arte, se encuentra su uso del aerógrafo, por medio del cual logró darle un carácter 3D muy especial a sus imágenes y que pese a su estilo igual caricaturizado, da la impresión de realidad monstruosa y palpable con la cual consigue transportarnos a esos ambientes ficticios.  Por otra parte, amo sus aberraciones tanto como las de su colega Berni Wrightson, con quien compartió en las páginas de la editorial Warren en aquellos años y sus publicaciones para la mencionada Creepy y su hermana Eerie; pero el trazo de Corben posee algo que el papá de Shwampy no posee y que me gusta demasiado: un erotismo que aunque no es realista como el de otros colegas, da gusto cómo contrasta con sus criaturas pútridas, en una armonía perfecta… Me encantan sus monstruos y sus mujeres voluptuosas, vampiresas que esconden un lado siniestro atrayente.



     Apenas me introduje en la obra de Richard Corben, hice lo posible por conseguir algo suyo.  Cuando aún se encontraban ejemplares de la desaparecida editorial española Toutain y gracias a las ofertas de la comiquería Antiyal, donde hice varias de mis primeras compras en materia de historietas, pude comprar al menos dos compilatorios suyos: Den 2 y Mundo Mutante (¿O era Underground?).  Estos los leí hace muchos años ya y los tengo por ahí en mi biblioteca (en realidad, en uno de los muebles que poseo donde guardo cómics) junto a un montón más, que no sé bien en cuál lugar se encuentran.  La verdad es que no recuerdo de qué se tratan, así que me daré tiempo para buscarlos y releerlos.  Muchos años después visité otra tienda del rubro, la carísima ¡Shazam! y allí tenían dos títulos diferentes de la época de Toutain en excelente estado, que se hallaban a muy buen precio y, como no, estaban dedicados a otros títulos suyos; yo andaba sin plata en efectivo y no sé por qué razón no fui a un cajero automático de inmediato; el tema es que quedé de ir al día siguiente o algo así y cuando ya volví se los habían llevado… Por casos como esos, ahora apenas se me presenta una oportunidad así no la desaprovecho, que menos mal hoy en día tengo mi tarjeta para pagar de manera electrónica.
     En la misma Antiyal conseguí a precio de huevo Vic & Blood sobre el relato del mismo nombre de otro maestro: Harlan Ellison.  Era una edición tipo “taco”, de papel barato, de la editorial Norma y que creo venía con otras historietas, aunque de otros autores.  Por ahí la tengo también.  Con posterioridad, mientras iba camino a mi casa luego de la pega, conseguí en un puesto de libros que estaba al aire libre varios ejemplares de una mejor edición de Vic & Blood, de tamaño más grande y papel de calidad superior; esa vez compré como 5, uno para mí y los otros para regalar, así que me llevé todos los que tenía el vendedor (luego quedé como rey ante los amigos a quienes les hice tal obsequio).
    En una desaparecida tienda de cómics cuyo nombre no puedo rescatar, pillé a módico precio una edición chiquitita y de dos números de Banner, una emotiva historia escrita por Brian Azarello sobre Hulk e ilustrada por Richard Corben.  De ese modo supe que aparte de trabajar al amparo de los relatos de horror, este hizo bastante para Marvel, DC y otras compañías no precisamente de miedo; más encima, volvió a hacer dupla con Azarello para Hellblazer (que bien sabemos tiene mucho del género que más le gustaba) y al menos hizo una novela gráfica sobre nada menos que el Motorista Fantasma (personaje marvelita con mucho de la estética del género).  En cuanto a Banner y su maravillosa interpretación del Coloso Esmeralda, de puro tonto no me compré la edición de lujo de Panini en tapa dura, cuando la encontré barata en la Librería Chilena.


   Un día andaba vitrineando en la sucursal chiquitita de Crazy all Comics, una cadena de comiquerías que pese a sus valores excesivos, de vez en cuando tiene ofertas para volverse loco; fue así cómo me encontré nada menos que con su versión de La Casa en el Confín de la Tierra, la famosa novela de William Hope Hodgson y que no hace mucho había tenido el placer de leer.  Menos mal que no dudé en adquirirla y de paso le conté a Miguelito, otro incondicional de Corben, así que por encargo suyo me llevé otro ejemplar.
    Gracias al dato que me dio mi amigo Marcelo López conocí Buscalibre, servicio de venta de libros, cómics y demases por Internet, el cual siempre tiene geniales descuentos y donde puedes encontrar hasta títulos descatalogados; fue así que entre todas las joyitas que he adquirido por medio de este servicio, se encuentran los dos tomos de La Guarida del Horror, uno dedicado a Edgar Allan Poe y el otro a Howard Phillips Lovecraft, en cuyas páginas hay valiosas adaptaciones de los cuentos de estos y también de algunos de sus poemas; cabe mencionar que en el volumen sobre Lovecraft, el guión corre por completo de parte suya. Un detalle valioso de estos compilatorios, es que junto a sus versiones gráficas de los clásicos, van  los mismos textos originales, para disfrutar por igual de las historias también tal como las idearon sus padres.
     Solo hace un par de meses atrás adquirí otro compilatorio de Richard Corben por medio de Buscalibre, se trata de un bello tomo de más de 300 páginas con el nombre sugerente de Sombras en la Tumba y que comenzaré apenas termine este mismo 2020, que ya se acaba, el libro que ahora tiene mi atención.  Acá encontramos varios de sus trabajos en blanco y negro y una serie de portadas suyas a todo color.
     Pendientes me quedan sus trabajos para Conan el Bárbaro, que estuve a punto de comprarme este año y los realizados para Hellboy, los que deseo mucho.  Hay otros títulos suyos que he estado a punto de conseguir también en más de una ocasión, que espero adquirirlos ojalá el año que viene, pues están a buenos precios como su recopilatorio de historias para la revista Creepy, El Dios Rata y un tomo más grande de sus adaptaciones de Poe llamado El Espíritu de los Muertos.
     Termino este homenaje realizado con todo mi aprecio al maestro, dejando constancia de que prometo volver a verme de una vez Heavy Metal, la película de culto animada de principios de los ochenta y donde en uno de sus segmentos fue adaptada su primera historia de Den, que ya ni me recuerdo de qué se trata, pues la vi en la época de los VHS.
    Soñé varias veces con la idea de que adaptara algún trabajo de Stephen King o que ambos hicieran algo exclusivo para el cómic, pero me quedaré con las ganas o la ilusión.
     Richard Corben, siempre estarás en nuestros corazones y tengo fe en que en el Más Allá te pueda encontrar junto a otros genios que amo, para así charlar de lo lindo sobre todas esas historias que amamos.


viernes, 25 de diciembre de 2020

Pecados de Omisión (XI): EDICIÓN NAVIDEÑA.


      Hoy es Navidad y si bien ya no conservo el espíritu navideño de antaño (que no he perdido la fe en todo caso), sí recuerdo las Navidades Pasadas con  afecto y nostalgia.  Es así que teniendo en cuenta todo esto, les vuelvo a compartir otra serie de libros que en su momento tuve la oportunidad de comprar y no lo hice de puro tonto, textos que hoy en día están descatalogados por no haber sacado nuevas ediciones en nuestra lengua y que cuando vuelven a mi memoria, lamento haberlos pasado por alto porque si bien en algunos casos no tenía la plata de ahora y con la cual me puedo comprar lo que quiera, al menos tenía a mano algo de dinero pues salían baratos.
 
1. Fantasmas de Navidad (antología de cuentos recopilada por Richard Dalby).
 
     Tanto que me gusta la clásica historia de Charles Dickens Canción de Navidad y nunca la he leído.  Desde niño me he visto con mucho gozo varias adaptaciones audiovisuales de esta obra, siendo la primera de ellas aquella en la que actúa el gran George C. Scott, la que a muy temprana edad me abrió las puertas a esta obra seminal, que me repetía con enorme gozo en todas las temporadas navideñas de cada año.  Sé que es solo cosa de comprarme cualquiera de sus ediciones cuando quiera, pues está a la vuelta de la esquina y a ver si lo hago de una vez por todas este 2021 que se avecina, pero debe ser una bella publicación que un relato como este hay que tenerlo en una que valga la pena.  No considero realmente este título dentro de mis Pecados de Omisión, sino que más bien uno de mis pendientes, como muchos otros que incluso tengo hace rato en mi colección, algunos décadas desde que llegaron a mí y que están “en la cola”, que muchas veces por otro tomo que me compro o me regalan y acapara mi atención inmediata, los dejo más atrás de lo que estaban en dicha lista.
     Las palabras de arriba, son a manera de introducción del volumen que lamento tanto no haberlo conseguido cuando estaba prácticamente “botado” en la vía pública.  Fantasmas de Navidad es, tal como dice su nombre, un recopilatorio de historias fantásticas sobre espectros navideños, que sacó a nuestra lengua la editorial mexicana Diana y que creo ahora se dedica más bien a los libros de autoayuda (tema que para nada me interesa).  Esta antología la tuve muchas veces casi en mi poder cuando aún era un adolescente y ya estaba barata en aquel entonces (creo que a “luca” como decimos los chilenos); la imagen más viva que tengo de ello, es de una preciosa plazoleta en el Centro de Santiago en la que se encontraban unos puestos callejeros, de esos donde el vendedor se pone con una lona sobre el pavimento y encima de ella encuentas los artículos que ofrece.  La portada me llamaba mucho la atención, además de su sugerente nombre y el hecho de que se veía grandote, así que tenía harto para leer.  La versión mexicana data de 1990, así que les estoy hablando de hace casi 30 años atrás en mi vida. Solo gracias a la magia de Internet puedo saber que este tomo posee cuentos del propio Dickens y otros de autores ligados profundamente al género de terror como Sheridan Le Fanu, Algernon Blackwood, Rampsey Campbell y mi querido Robert Louise Stevenson, entre otros.



2. A Ciegas y Cementerio para Lunáticos (Ray Bradbury).      
 
     Entre los autores hacia los cuales siento una devoción especial, porque llegaron a mi vida a muy temprana edad y ello gracias a las adaptaciones que hicieron para la televisión y el cine sobre su narrativa, sin dudas que Ray Bradbury ocupa un sitio en el que se hayan muy pocos (Robert Howard, Stephen King y Arthur Conan Doyle serían los otros) y es que era bien niño cuando me maravillé con la versión para la tele de Las Crónicas Marcianas, que de seguro no tenía ni 10 años cuando me encontré con ella en esas sesiones  nocturnas dominicales, que durante esos años daban en dos partes en la tele nacional.  Por otro lado, desde hace rato que el querido Bradbury ha estado relacionado para mí con la Navidad, en especial por todos esos cuentos suyos llenos de preciosos mensajes que uno tiende a transmitir en esta temporada, además de la ambientación maravillosa de muchos de ellos… Pero también se encuentra el importante detalle de que en dos Navidades consecutivas, recibí de regalo sendos libros suyos, ambos durante mi adolescencia y estos por parte de compañeras de colegio y amigas, siendo que más encima se llaman Marta.  Primero Marta González, la primera fraternidad femenina que hice en mi vida y cuando estaba nada menos que en Kinder, me dio la sorpresa de obsequiarme justamente Las Crónicas Marcianas; al año siguiente, Marta Andrade (a la que le perdí el rastro desde el siglo pasado y eso fue por pura culpa mía), me dio El Vino del Estío; así que razones de sobra tengo para que Ray Bradbury me sea tan “pascual”.
     Creo que les he contado a través de esta serie de posteos sobre la Librería Chilena, tienda de saldos que visito desde mis años mozos en los ya mentados noventa.  Hubo un tiempo en el que llegaban a esta un montón de títulos de la editorial argentina Emecé, empresa de la que tuve algunos de mis primeros libros de Stephen King (Misery y Ojos de Fuego).  Pues en el último periodo en que encontrabas títulos de su catálogo (se supone que sigue existiendo, no obstante creo no he visto por estos lares nuevas ediciones suyas), allá por la década pasada, estuvieron a precio muy económico su colección de cuentos Conduciendo a Ciegas y su novela Cementerio para Lunáticos.  En esa época yo ya trabajaba y como ya es costumbre mía desde hace rato, no dejaba de comprarme algún texto mes a mes generalmente; varias veces fui a cualquiera de sus dos sucursales y los puse junto a otros que acaparaban mi atención, para al final devolverlos a las estanterías o mesones donde se amontonaban junto a otros ejemplares.  Y ahora heme aquí sin tenerlos, que más encima llevo casi todo lo que va del siglo sin leer a este maestro.
 
3. La Isla del Dragón (Jack Williamson).
 
     Otra vez mis lecturas de adolescente me traen al recuerdo.  Gracias a las “populares” versiones de la añorada Biblioteca de Oro de Ciencia Ficción por Ediciones Orbis, pude disfrutar en aquellos años una genial antología de Isaac Asimov titulada La de Oro de la Ciencia Ficción y de la que creo salieron 4 tomos en esa edición más barata; así fue cómo conocí a Jack Williamson, de quien leí al menos su novela corta La Era de la Luna, que me impresionó bastante como para que cuando vi un libro suyo quisiera tenerlo para mí…
     Era Navidad y como en algunas familias se acostumbra, para ahorrar dinero en materia de regalos, en la mía se estimó hacer por primera vez un “Amigo Secreto”.  Yo le salí a mi mamá y como en muchos casos como este no se guarda el secreto, al enterarme le pedí que me regalara un libro.  En aquel tiempo en Estación Central, lugar al que voy desde muy chico debido al gran comercio que tiene y que se llama así por la vieja estaciones de trenes que posee, había una tienda muy especial que es la única en su tipo que he visto y seguía la tendencia de muchos locales aledaños a estaciones de trenes y buses: ofrecer no solo comida, sino que también libros y revistas para los viajeros.  Allí a veces me detenía para apreciar goloso sus libros y pude adquirir barato al menos tres de ellos.  Pues en ese lugar tenían La Isla del Dragón, en esa preciosa edición de la colección Super Ficción de Martínez Roca que ya no existe, aunque también contaban con El Umbral de la Noche de Stephen King; les estoy hablando del año de 1991, cuando recibí para Navidad mis primeros libros de mi autor favorito, La Zona Muerta e It, este último en esa edición grandota de tapa dura que tanto quiero, aunque me lo obsequiaron días después mis papás. Así fue que a mi mamá le pedí la antología del Tío Steve, si bien estuve tentando de llevarme conmigo el de Williamson, que estuvo un buen tiempo en ese local hasta que cerró.  Nunca más he vuelto a ver esa novela, en cambio, como bien saben, la primera antología del Rey del Terror se edita casi de manera seguida en nuestra lengua.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Un Experimento Fallido.


     En el transcurso de 2008 se estrenó la que sería a la fecha la única serie chilena de ciencia ficción, Gen Mishima.  Creada por Enrique Videla y Vladimir Rivera Órdenes, tuvo en total solo 8 episodios en una primera temporada, ya que pese a unas cuantas alabanzas y premios que recibió por ahí (más por su cualidad de ave raris dentro de la televisión criolla, que por su supuesta calidad artística y técnica), fue todo un fracaso y en especial tomando en cuenta las tendencias del público hacia las producciones televisivas nacionales. Presentada con algo de publicidad en su momento, este programa exhibido originalmente por Televisión Nacional de Chile (el canal perteneciente al gobierno de Chile), más bien pasó sin pena, ni gloria y hoy pocos son los que recuerdan su paso por las pantallas; no obstante, unos cuantos tratan de reivindicar a través de la red esta propuesta y que ahora ya tras haberla visto hace poco por fin, me dispongo a presentarles sin dejar de exponer mi propia opinión al respecto.
     Partiendo de temas clásicos de la ciencia ficción y bastante populares gracias a un montón de títulos entre filmes, libros, series y cómics, la premisa de esta obra ambientada en el Chile actual de la época, trata sobre un grupo de hombres y mujeres jóvenes que en su infancia participaron de los experimentos genéticos de un experto japonés residente en el país.  Supuestamente el llamado Instituto Porvenir cerró sus puertas y en el presente sus ex alumnos se han diseminado y seguido sus vidas con aparente normalidad, si bien cada uno de ellos desarrolló una habilidad superior a la del resto de los mortales; por razones obvias de presupuesto no estamos hablando de superpoderes al nivel de títulos extranjeros como X-Men o Héroes, pero al menos se las ingeniaron como pudieron los guionistas para hacer que los personajes demuestren sus capacidades extraordinarias, una distinta por cada uno, de las que han sacado provecho por su cuenta.  Un periodista se encuentra con interesantes datos sobre esto y poco a poco se va envolviendo más de lo esperado con estos sujetos, que encontramos dos bandos entre los dotados a través de la manipulación genética y, por otro lado, a aquellos que desean sacar provecho personal de los otrora Niños Porvenir. Y a esto se le suma la Policía de Investigaciones, con lo que el panorama se vuelve algo más complejo.
      Cuando se han visto tantas grandes historias del género con estos tópicos, que incluyen misterios, complots, corrupción y demases, lo presentado en El Gen Mishima no resulta nada nuevo bajo el sol y solo puede llamar la atención por ser algo de factura nacional; lo triste y decepcionante es que justamente por tratarse de algo salido de estas tierras, el producto final de señales de ser un “pariente demasiado pobre” de sus similares y es que los pocos efectos especiales que muestra carecen de espectacularidad y solo en el maquillaje encontramos algo dignidad.  Ahora bien, no tiene por qué poseer un enorme presupuesto para lograr nuestra atención, que basta con tener primero que todo un argumento atractivo y luego, como segundo lugar, personajes solventes hacia los cuales podamos sentir simpatía; no obstante, esto no pasa, que los capítulos se desarrollan de manera tediosa (quizás también a un mal desempeño de la dirección…por mucho que le hayan dado un galardón a la Mejor Dirección en los Premios Altazor) y tal vez salvo el protagonista interpretado por Cristian Carvajal (el periodista involucrado dentro de estos eventos) y el secundario a cargo de Pablo Macaya (el agente que investiga los delitos relacionados con todo esto), los dichosos genios apenas consiguen ser memorables (a modo personal, el único retratado con verdadera humanidad viene a ser el aguerrido Marco Otilnau, que nadie más como él ha logrado formar una familia, luego de dejar los muros del Instituto Porvenir y de ese modo crear verdaderos lazos afectivos con la gente común y corriente); el resto se hacen hasta desagradables para uno y las misma actuaciones se aprecian poco convincentes, que sus actores hablan de forma mecánica y sus gesticulaciones no resultan espontáneas y si bien uno podría pensar que tal vez esto es de adrede, para evidenciar la naturaleza errática de tales sujetos.
      En verdad quería que me gustara este show, que he disfrutado bastante de un montón de obras nacionales, no obstante sé que una cosa es una buena película dramática chilena o comedia, lo mismo un cuento, una novela o una obra de teatro nacional, y otra hacer algo original de este estilo en formato audiovisual; no es solo cosa de arriesgarse a realizar algo diferente para las masas, sino que muy importante es conseguir una trama en verdad envolvente, que pese a la escasez de medios logre acaparar al espectador y eso no pasa en este caso (al menos no sucedió conmigo… y con millones por acá).  Justamente cuando pienso en todos los errores de esta producción, me acuerdo de sus deplorables escenas de acción, que se nota la falta de experticia para realizarlas, con confrontaciones físicas poco realistas y/o llamativas; a ello se les suma la deplorable dirección de arte, con escenarios habituales a los que se les nota el ahorro presupuestario y solo habría sido cosa de tener mejor ojo para las ambientaciones reales y artificiales (por mucho que hayan aprovechado de usar lugares típicos de la ciudad de Santiago para los exteriores).
      Pasando a otro tema, el gusto de los creadores por el manga y el animé es evidente, lo que no solo se puede observar por el sugerente nombre de la serie (que cabe mencionar Mishima es el apellido de un importante escritor mainstream nipón y no de cómics, ni historias de ciencia ficción o fantásticas), puesto que los nombre en clave de los Niños Porvenir atienden en al menos un par de personajes famosos de este arte oriental; de este modo tenemos un Kenshin Imamura (por Kenshin Himura de Rurouni Kenshin, conocido por estos lares como Samurai X y en la Madre Patria como El Guerrero Samurai) y un Tetsuo (protagonista de Akira, la famosa obra de Katsushiro Otomo).
      Bueno, el que se aventure a probar con esta serie que lo haga bajo su propio riesgo y que como dice el dicho “En gustos no hay nada escrito”, así que capaz pertenezcan a esa minoría que disfrutó con ella (en cambio, yo casi me demoré un mes en acabarla, je).

     


                                                                Créditos de apertura.

 

lunes, 21 de diciembre de 2020

Entrevista a Roberto Alfaro (historietista)


       Aunque no he compartido tanto con Roberto Alfaro como quisiera y solo gracias a la magia de Feis ahora he podido charlar más con él, de lo que hice en mis años mozos, este verdadero Señor de los Cómics criollo y divulgador cultural-ñoño forma parte de algunos de mis recuerdos más preciados.  Les estoy hablando de buena parte de los años noventa, cuando ya universitario viví lo que llamo con nostalgia mi "Edad de Oro" y donde este maestro junto a otros nombres que pretendo traerles acá a partir de ahora, me acompañaron los días sábados durante años; cuando participaba de los talleres del Parque O´Higgins, realizados por el solo hecho de querer llevar a otros interesados en los temas frikis, el conocimiento de manera seria y entretenida, para cultivar a los interesados y de paso motivarnos a desarrollar nuestras propias habilidades al respecto.  En dichos talleres Roberto Alfaro estaba a cargo del grupo de ilustración y si bien yo era alumno del equipo sobre Literatura de Ciencia Ficción, no faltaba la oportunidad para intercambiar ideas, que el propio Roberto desde que lo recuerdo es una persona muy amistosa y que gusta como uno de aprovechar cualquier oportunidad para hablar de temas varios (bueno, afines a nuestros gustos, que ambos para nada gastaríamos nuestro tiempo en hablar de fútbol, je).
     Hoy tengo el agrado y el honor de compartirles esta entrevista que me ha otorgado, la que por un lado me ha traído tantos bellos recuerdos, como por otro me ha hecho admirar más que nunca su labor profesional y tremendo amor a lo que hace.
      ¡Gracias, Roberto, por ser quién eres!

Preséntate en 10 líneas.
 
    Según mi carnet de identidad, dice que soy chileno, pero prefiero decir que soy ciudadano del mundo, sin colores políticos ni menos religiosos. Me forjé como Historietista, Gestor Cultural, Investigador del Arte Fantástico, uno de los fundadores de Ficcionautas Asociados; he realizado  eventos, encuentros, así mismo ha dictado charlas, clases y seminarios referente al tema fantástico como de narrativa gráfica, en centros culturales, institutos y universidades, actualmente director de LDP Magazine y de Roca Estudio Creativo. De pequeño se me estimuló por la lectura, el cine y la historieta, estos eran mis verdaderos amigos; mientras mis compañeros de clases perdían el tiempo tras una pelotita, yo investigaba, me nutría en lo que realmente me interesaba. Cuando niño quería ser astronauta, de más grande ser director de cine, por entonces era muy difícil, y lo más cercano, así como económico, era contar historias a través de las viñetas.
 
¿Un artista como tú se hace por medio de sus estudios, por la práctica o por el talento?
 
     Veamos. En los 80 no existían las carreras que me interesaban, así que opté por entrar a un instituto pequeño llamado IADE, que se localizaba en la calle Londres esquina con Paris, en pleno Santiago Centro; allí estudié Dibujo Artístico Publicitario, lo que hoy podríamos llamar Diseño Gráfico. Ricardo Orellana era el profesor en jefe que también daba clases en una de las universidades tradicionales de Chile, gracias a él conocí los secretos del Óleo, Acuarela, técnicas mixtas como tradicionales, etc.
     Pero soy ratón de biblioteca, todo lo aprendí de los libros, leyendo e investigando, formándome prácticamente solo. A mediados de los ‘80, comenzaba nuevamente el movimiento en torno al cómic en Chile, se abrían puertas que indicaban que podías intentar hacer algo con el tema. La industria había muerto en los ‘70 y ahora existía un canto de cisne, que intentaba reflotar todo: comencé haciendo exposiciones y muestras, como los primeros talleres que dicté sobre el tema, pero fue para la revista “Cucalón” de Themo Lobos, en la que presenté una historia para un concurso, donde comienza todo. Recuerdo que cuando voy a la inauguración de los trabajos que se expusieron en el desaparecido Centro Cultural Padre Mariano, Lobos me queda mirando y dice: “Tú hiciste tal cosa y te reconocí en el acto”. ¿Cómo supo que yo había dibujado esa historia? Ni idea,  nos hicimos amigos con Themo y este comenzó a estimularme para hacer cosas, lo visité en su casa que quedaba en Gran Avenida, donde pasábamos tardes enteras mientras él dibujaba, paralelamente habíamos hecho muy buenas migas con un grupo de chicos que también habían participado en el concurso y nos comenzamos a reunir en el Centro Cultural Padre Mariano. Entre eventos y expos, conocí a muchos dibujantes, como Óscar Vega, quien se convirtió no solo en un maestro y amigo, lo llegué a querer como un padre, siempre dispuesto a darte un consejo, quien te instaba a seguir investigando, buscar formas de narrar y un largo etc.
     Si me preguntas si soy artista, te digo de inmediato que no. “Artista” es una palabra muy grande, demasiado, que solo los grandes maestros pueden llevar ese título como Da Vinci. Hoy cualquier picante se autodenomina “artista”, sin siquiera conocer los cánones básicos de construcción de dibujo. Prefiero que piensen en mí como un “Creativo”, que gracias a su propio esfuerzo y estudios ha terminado haciendo clases en institutos profesionales y dictando charlas en universidades.
 
Cuéntanos acerca de tu experiencia en Ficcionautas Asociados y cómo nace.
 
    Para comprender cómo nace Ficcionautas, hay que remontarse en el tiempo.  Del grupo de amigos que partimos en el ya mencionado Centro Cultural Padre Mariano, escuché de Sochif, la Sociedad Chilena de Fantasía y Ciencia Ficción, así que me uní a esta agrupación, con la loca idea de poder realiza algunas portadas o ilustraciones para algún libro, desconociendo por completo lo difícil que eran que una editorial de letras mayúsculas se interesara en el género.  Con el paso del tiempo, comenzamos a hacer distintas actividades como charlas, proyección de películas, etc.; los miembros más antiguos no querían hacer nada, solo un asado de vez en cuando y debatir sobre algunos autores o textos. Por otra parte, Carlos Raúl Sepúlveda, el presidente de la agrupación, siempre estaba con ganas de hacer cosas nuevas. Entonces nace la idea de hacer una revista de cómics y ciencia ficción chilensis, que se alejara de Sochif; comenzamos a planificar los artículos y las historias y también es cuando nace la pregunta “¿Quién va a hacer la revista?”.  Entonces creamos Ficcionautas Asociados como los encargados de hacer esta publicación que se desvinculaba de Sochif. Allí contamos con varios talentos, como los de Luis Castillo, uno de los buenos dibujantes nacionales que se perdió con el tiempo y que cada plancha dibujada por él era una verdadera joya; estaban también Francisco Amores, Fyto Manga, Luis Saavedra y René Weber. Comprendimos entonces que es difícil hacer una revista a pulso, si no tienes un respaldo detrás de ti. Pudimos juntar el dinero para pagar la impresión, que fue un préstamo de mi viejo. Es difícil mantener una revista mensual y que las ventas te sostengan, necesitas auspiciadores y un sinfín de cosas más, que no teníamos en ese minuto; es más, “Oxígeno”, como se llamaba la revista, la publicamos gracias a una triquiñuela, amparados por san Javier Ferreras y quien nos instigó a que publicáramos como un suplemento de su revista “Bandido”, para ahorrar un montón de trámites burocráticos: ahí nace la confusión de algunos que piensan que “Oxígeno” era parte de “Bandido”. Con el paso del tiempo, dijimos que era preferible sacar un par de números más como especiales, ya que como revista mensual era imposible.
     Mientras trabajábamos en Oxigeno estábamos ya realizando diferentes encuentros de Ciencia Ficción y Fantasía bajo el nombre de Ficcionautas; primero en los Centros Culturales Padre Mariano y Santa Isabel de Providencia, para dar un salto cuántico al Centro Cultural de España y de ese modo creamos los Encuentros de Fantasía y Ciencia Ficción. Gabriel Huanman y Juan Carlos Cabrera se habían convertido en parte del equipo, mientras que Weber presentaba a los primeros fondos concursables de gobierno, consiguiendo ganar y con estos el dinero para ejecutar tres encuentros: el primero fue realizado a puro ñeque mientras el quinto y último fue subsidiado por la gracia divina de Luis Saavedra.  No podemos dejar de mencionar que además hicimos otros eventos bajo el sello de Ficcionautas, cosa que nos convirtió, guste a quien le guste, en los padres de los eventos del género fantástico; a partir de todo esto se desprendieron grupos seguidores de Star Wars, Star Trek, etc. Y lo mejor de todos, estas actividades eran gratis, los asistentes no debían cancelar una entrada, donde encontraban charlas, conferencias, mesas redondas y un largo etcétera y en torno a los temas, cosa que hoy en día solo encontramos  merchandising y pseudos  actividades.
     En lo personal me da la satisfacción de mirar a la cara a aquellos que creen que haber descubierto la pólvora diciéndoles: ¡YO SOY TU PADRE!

Reconozcan en esta foto vintage, los que puedan, a los Ficcionautas Asociados.

 
¿En qué consiste tu proyecto Los del Parque?
 
     LDP o Los Del Parque se remonta a un reencuentro con mis ex alumnos de los talleres del Parque O’Higgins aproximadamente en 2010, talleres que realizábamos con Ficcionautas Asociados. La idea nace de parte de los chicos por crear un blog para hacer remembranzas de lo aprendido, subir fotos de aquellos años, etc. y al que de apoco tiempo se fueron sumando más gente, que eran parte de los otros talleres –es decir literatura, cine y maquetismo-, a quienes se les propone publicar las cosas que ellos habían realizado en esas jornadas y que estaban durmiendo en el baúl de los recuerdos. La mayoría de estos están casados y con familia, atareados por sobrevivir a la vorágine laboral como todos, encontrando en esta idea un oasis.
     Les propuse hacer mejor una publicación virtual, una revista, de esta manera solo se podría ver como leer en pantalla, sin la opción de descargar, protegiendo de esta manera el material de cada uno de los participantes. Así, en diciembre de 2012, aparece el número cero, lo que nos llevó a pensar en un principio que no pasaríamos del número tres, pero sucedió un fenómeno. Comenzaron a aparecer amigos y conocidos que eran habituales en los eventos de Ficcionautas, charlas y otros afines, estos también empiezan a cooperar con un granito de arena; antes de que nos diéramos cuenta, esto se transformó en una bola de nieve que fue creciendo y creciendo.
     El material de los talleres finalmente se agota, los chicos se habían comprometido en realizar nuevo material, cosa que nunca llegó, entonces utilizo una montaña de escritos míos para rellenar; eso sí que tuve que actualizar los datos, que se convirtieron a la larga en artículos; los reportajes no se quedaron atrás y también cubrimos eventos para hacer una especie de página social freak. Desde el extranjero, comienza a llegar material de quienes deseaban colaborar, les decimos “ok, pero debes tener tus cosas registradas intelectualmente, para protegerlas”. El equipo original va desapareciendo de a poco, solo Yamila Huerta -quien entra para tomar el mando como editora- y Carolina Contreras -como ilustradora y fotógrafa en terreno- persisten; un staff de amigos que ahora se convierten en el equipo oficial de trabajo, como Waldo Retamales -con quien nos conocemos desde aquellos años de Padre Mariano- es quien aporta sus ilustraciones para las portadas-, Jorge Aragón Palacios -un ex alumno de Las Condes que, con el tiempo, se ha convertido en un experto en paleontología- es encargado de escribir sobre el tema-, Juan Castillo -escritor, investigador Ovni y responsable del Museo de Paleontología del Parque O’Higgins- me llama un día para pedirme expresamente escribir para la revista y así sumamos y seguimos hasta el día de hoy.  Luego llega el escritor Marcos Cortez, con la intención de colaborar con relatos cortos y termina convirtiéndose en parte importante del grupo. Sasami Hanatsuki es actualmente la Subdirectora de LDP. José Hernández no solo se encarga de revisar cada texto, sino también que escribe artículos históricos sobre los orígenes literarios del género fantástico en Chile. Por otro lado,  Terrence Graham y John González son más que medulares del staff.
     Entonces, Los Del Parque pasan a llamarse simplemente LDP Magazine. Como anécdota, el nombre de “Los Del Parque” nace porque a los chicos de los talleres de Ficcionautas cada vez que les preguntaban de dónde eran, ellos decían “de los talleres de Ficcionautas en el Parque O’Higgins”, y la gente decía “¡Aaahhh, Los Del Parque!.
    Ahora bien, ya LDP no es solo una revista dedicada al género, sino que es una plataforma que tiene su propia parrilla programática a la semana.  Originalmente se hizo un programa radial on line que paso por dos casas radiales, pero gracias a la pandemia, decidimos hacer algo más complejo y aquí estamos hoy. 

Sus primeros años como divulgador cultural.

 

¿Cuál es la mayor satisfacción que te ha traído lo que haces profesionalmente?
 
     Podría mentirte y decirte que me hice rico como famoso. Pero seamos realistas, estamos en Chile y es muy difícil surgir, no solo en lo relacionado a las artes; si no tienes un apellido rimbombante o no has pasado por el Nido de Águila, mejor ni pensarlo. Afortunadamente he podido hacer lo que me gusta, desde aquellas tempranas publicaciones en Bandido, como poder escribir historias para Lonny Tunes.  En resumen, mi amigo Jorge Delano, nieto del gran “Coke”, me llamó un día y me invitó a trabajar a la editorial Dilapsa - no quiero que dibujes- me dijo- sé que conoces muy bien a los Lonny Tunes y quiero que escribas sus historias-.  En Dilapsa aprendí de un grupo de profesionales que recién venían llegando de Estados Unidos.  Ellos regresaban de aprender a escribir de forma rápida y eficiente guiones para historietas.  Entonces me instruí gracias a estar personas en la metodología gringa.  Eso me permitió escribir más de 30 historias a la semana, de las cuales se elegían no más de 2 ó 4 relatos con suerte, las cuales eran traducidas y enviadas vía fax a Gringolandia donde se le daba el ok y recién se le entregaba a los dibujantes. Esto me permitió pasar a escribir chiste para Condorito.
      Tampoco puedo dejar de mencionar que tuve la fortuna, gracias a Álvaro Arce, uno de los creadores de Scooby Doo y Senior de Disney, de dibujar los story board de la segunda temporada de  Iron Man, serie animada de Marvel Comics, aquella donde Tony Stark aparece de pelo largo. Con Álvaro también trabajamos en los story board para Disney de las series animadas “Los Rescatadores” y “Los Aventureros del Aire”; no puedo dejar de mencionar a “Alvin y las Ardillas” de DIC Entertainment Corporation.
     Unas de las cosas que más me gustan es hacer clases, lo disfruto demasiado, lo mismo cuando hago conferencias o charlas. Por otra parte, LDP Magazine me ha dado la oportunidad de escribir artículos, cosa que no es nuevo en mí, ya que escribía para la revista Close-Up de cine, y poder manejarla como un medio de comunicación serio  sobre el género fantástico, algo que los medios tradicionales no hacen por un gran desconocimiento en el tema. 

En plena sesión radial de LDP.


¿Hay en Chile realmente campo para tu labor o se debe mirar al extranjero?
 
      Te puedo contar que hago lo que me apasiona de verdad,  pero nada es gratuito en esta vida, pues me he debido restar de muchas otras cosas, ya que el dinero no alcanza y este solo te sirve para sobrevivir. Imagínate que recién tengo una pequeña de cinco años, porque mi prioridad siempre han sido mis sueños y proyectos.  Esto solo nos deja claro que en Chile no tenemos el campo para desarrollarnos, aquí lo primero que te dicen: ¿Por qué tan caro? ¿Si solo se trata de unas rayitas?; no lo ven como un trabajo, ni menos te tratan como un profesional. Entonces no queda otra que mirar al extranjero donde el trato es distinto.
     En los noventa pretendía volar a la tierra del tío Sam en busca de oportunidades, pero Álvaro Arce me convence que me quede en Chile, diciéndome: Mira. Al llegar allá encontraras una fila enorme en busca de una oportunidad, primero están los propios gringos, después los inmigrantes, los ilegales, los espaldas mojas (como llaman a los mexicanos que entran a la mala por la frontera) y al final de la fila estas tú. Así que te propongo que trabajes conmigo y te saltas todo eso.
     Cosa que le hice caso y fueron buenos tiempos. Ahora gracias a la web podemos volver a mirar al extranjero para desarrollarnos profesionalmente.  Es difícil por la gran competencia existente a nivel global, pero no imposible. Mientras que aquí uno deja los pies en la calle entre reuniones y reuniones, intentando convencer a los posibles clientes, sin avanzar mucho ni menos concretar.
 
¿Qué recomendaciones les darías a quien quisiera dedicarse profesionalmente al dibujo?
 
     Que la mejor escuela no es un computador ni sus programas, estas son solo herramientas que te ayudan como complemento de lo ya aprendido. Para aprender de verdad no se trata de días ni meses, sino años, lápiz y croquera en mano aprendiendo los cánones de dibujo, como los secretos del color, perspectiva como un largo etc., como estudiar a los grandes maestros; además un profesional no solo lo es porque dibuja bonito y domina por lo menos tres estilos distintos, sino que también por dominar diferentes temas, empaparse de cultura, literatura, cine, arte, etc.
      El aprendiz debe ser capaz de hacer buenas migas con aquellos profesionales que vayan apareciendo en su camino, aprendiendo de él y no convirtiéndose en su detractor. Hoy existe una soberbia muy grande por parte de algunos que dicen: ¡Este es mi estilo! Conceptual como libre. ¿De qué estamos hablando? Si lo único que demuestran una ignorancia y arrogancia, que no saben ni siquiera tomar un lápiz ni menos diferenciar entre un blando o uno duro, ni para que citar las distintas numeraciones que estos tienen.
       Si quieren tomarse esto en serio: Estudien.
 
¿Ñoño o no?
 
       Por supuesto. Una vez un periodista me hizo esta misma pregunta, si me consideraba ñoño, a lo que le respondí: “Si. Gracias a esto he podido dar clases no solo del género fantástico, sino de narrativa gráfica y otros. Permitiéndome ganar el sustento para vivir y comer”.
 
¿Crees que en Chile hoy en día se valora de manera “más seria” el mundo de los cómics?
 
       No. Vivimos solo un veranito de San Juan. La gracia es que hoy en día la tecnología está al alcance de todos, siendo relativamente barato imprimir; esto te permite sacar un numero bajo de impresiones para vender y eso ha fomentado la aparición de pequeñas editoriales, mientas que las grandes solo se la juegan por productos cocinados de ante mano, como sagas de personajes archiconocidos. En la Edad de Oro Nacional, es decir a finales de los 60 y principio de los 70, sacar a la semana 80.000 ejemplares era un mal negocio y se cancelaba de inmediato, hoy vender cinco mil es para hacer un desfile frente al Palacio de la Moneda.
       Hay un sector de lectores que han comprendido el esfuerzo valorando el trabajo titánico de las pequeñas editoriales,  mientras que para el ciudadano común y silvestre no se le pasa por la cabeza que hagamos comics, es cosa de ver algunos que se llegan a sorprender en algunos eventos.
       Lo bueno de esto, es que existe un pequeño grupo de talento que ha podido salir y trabajar para el extranjero.  Y no me refiero a grandes como Félix Vega, sino otros más modestos que han conseguido entrar a pequeñas editoriales en el mercado internacional. 
 
¿Qué influencias tienes a la hora de realizar tus historietas?
 
       Me crié leyendo a los clásicos de la historieta como Superman y Batman, que aparecían de forma esporádica en quioscos, en los 70; para qué nombrar a Spider-Man o Hulk que con suerte se podían pillar, sin mencionar aquellas publicaciones chilenas de los 60 que aún se podían encontrar en algunos cambios de revistas. Pero es afínales de los 80 donde tuve la oportunidad de conocer el comic europeo, como la mayoría de mi generación y eso nos voló la cabeza a todos. Estábamos frente a un comic intelectualmente más adulto y que te exigía más a la obra de leer sin mencionar que jugaban con todas las técnicas artísticas, desde la tradicional plumilla, acuarelas, oleo, etc.
     De esta manera pude descubrir a Moebius, Juan Giménez, Horacio Altuna, Jacques Tardi, Hugo Pratt, Fernando Fernández, Richard Corben y un lago etc..  Afortunadamente tuve la suerte de conocer a varios de ellos en persona y cruzar alguna que otra palabra. Entonces de alguna manera indirecta he tenido influencia de todos ellos y de lo que leído, como visto a lo largo de mi vida. 
 
Nómbranos a tus autores favoritos y obras predilectas.
 
      Aquí podríamos estar una infinidad de tiempo escribiendo y nombrando obras como autores. Ya cité algunos más arriba como son  Moebius; de él es obligatorio conocer toda su obra, pasando algo similar con Juan Giménez; de Horacio Altuna tenemos “El Ultimo Recreo” (una de las obras con mayúsculas dentro del género de ciencia ficción), “Ficcionario” e “Imaginario”; Hugo Pratt y su insuperable “Corto Maltese”; el español Fernando Fernández con la mejor adaptación de “Drácula”, realizado en óleo y que consigue la atmosfera ideal de la novela de Bram Stoker; Eleuteri Serpieri y su saga de “Drunna”; Milo Manara se saca los zapatos con “Los Borgias”; Juanjo Guarnido con su inigualable BlacksadEnrico Marini con “Rapaces” escrito por Jean Dufaux; la obra de Frank Miller destacando “Batman: The Dark Knight Returns” y “Sin City”; Grant Morrison  y Dave McKean con “Batman Arkham Asylum”; Katsuhiro Otomo con “Memories”, “Domu” y “Akira”; “El Eternauta” de Héctor Germán Oesterheld, etc. Son demasiados, esto solo es una pequeña pincelada.
 
¿Solo de historietas vive Roberto Alfaro?
 
      Para nada. La literatura de pequeño siempre estuvo presente, aunque en tema de ciencia ficción era difícil encontrar alguna obra interesante y por lo general encontrabas solo a Julio Verne y H.G. Wells. No es hasta los 80 que descubro a Frank Herbert con “Dune”, una maravilla, Asimov con sus Fundaciones y Robots; de a poco me voy acercando a diferentes autores que hoy son esénciales conocer. El cine por supuesto que tiene un lugar fundamental,  por lo mismo, uno ya no acepta a buenas y primeras cualquier cosa; con el paso de los años aprendes a separar la paja del trigo, obras esenciales que están dentro de mi videoteca y encontramos, por ejemplo, desde “2001 a Space Odyssey” hasta “Ghost in the Shell”, solo por citar dos de un número superior a 1000 películas de todo índole e incluyendo series de televisión, siendo el género fantástico lo predominante.
 
¿Cuál será la mayor obra que dejes para la posteridad o ya la hiciste?
 
      Durante uno de los eventos de Cinema Santastic en el Centro Cultural de España, un conocido se me acercó y me dice que mi hija es lejos mi mejor obra, nada  va a superar eso. Palabras que se agradecen, pero si me consultas en el ámbito profesional, aún no he podido hacer aquella historieta por la que pase a la historia, ya que me he dedicado a trabajar en el medio de forma profesional dejando a un lado los gustos e ideas personales por el minuto. 
      Pero si me preguntas cuál ha sido mi aporte dentro del género fantástico, es poner la ciencia ficción dentro del mapa de este país gracias a los eventos y actividades que desarrollamos con Ficcionautas; antes de nosotros prácticamente no había nada o si sucedía pasaba desapercibido. Gracias a Ficcionautas nacieron los fandom de distintas índoles: la primera vez que estuviste cara a cara con Dark Vader fue aquí, también donde analizamos y hablamos de forma seria del género, llegando con nuestra palabra a aquellos que querían escuchar; formamos a muchos que querían aprender a narrar historietas, escribir literatura y un largo etc. Quizás ese sea mi legado, un pequeño granito de arena, pero como este país no tiene memoria, solo diré como Leónidas: “recuérdanos”.

¡Juventud, divino tesoro!

sábado, 19 de diciembre de 2020

Mucho más de lo esperado.


I. Unas pocas palabras primero que todo (el resto).
 
   La literatura rusa no me atrae mucho que digamos, así como su cine y si bien sé de muy buenas fuentes que en narrativa de ciencia ficción destacan harto (y obvio que en lo que algunos llaman "corriente principal" o mainstream, que entre ellos hay grandes como Dostoievski, Tolstoi y Gorki), mis lecturas al respecto eran nulas hasta no hace mucho (bien recuerdo que hace unos años me compré en blu-ray originales y con mucha expectativa, las películas de ciencia ficción rusas Guardianes del Día y Guardianes de la Noche y que las terminé de ver a duras penas, así que las cambié por otras dos más de mi agrado).
    Hasta el momento lo único cercano a la literatura rusa de fantasía cientifíca que leí y gocé harto, fueron un montón de novelas y cuentos de Isaac Asimov, quien nació en esas tierras y vivió sus primeros años en la Ex Unión Soviética; no en vano hice mi memoria para titularme como Profesor de Literatura sobre el tema de los robots en las obras del llamado Buen Doctor... Hasta el año pasado cuando para mi cumpleaños, recibí de regalo una novela de título muy curioso, Metro 2033, que vi varias veces a la venta, si bien no manejaba información sobre ella.  La verdad es que no le tomé mucha la atención, entre el resto de los títulos que recibí aquella vez, puesto que tal como les he confesado no me sentía muy inclinado a leerla pronto, destinando la lectura a un futuro incierto y hasta que el amigo que me la obsequió, me preguntó reiteradamente cuándo le iba a dar tiempo al libro y de ese modo le prometí que mi próxima lectura literaria sería Metro 2033. Así que heme aquí, por fin, compartiéndoles mis impresiones al respecto.
 
II. El origen de un libro y de una trilogía.
 
    Dmitri Glukhovski es un hijo de la Madre Rusia que estaba en el colegio aún cuando ideó la trama de la que sería su opera prima; no obstante, solo llegó a terminar la primera parte de su trilogía ya egresado de la carrera de Periodismo.  Como muchos autores nóveles, tuvo que pasar por el rechazo de varias editoriales y como veía que no era considerado su trabajo, decidió probar suerte en Internet a través de una página que hizo, donde subió extractos del libro y pidió la opinión de los lectores; de ese modo, gracias a las mejoras que le hizo y a la atención mediática que consiguió su propuesta en las redes sociales, una editorial de su país se fijó por fin en él.  Publicada en 2005, se le pidió que cambiara el final para que de ese modo llevara a cabo una trilogía, lo que bien sabido fue la mejor decisión de todas.
     Traducidos los volúmenes a un montón de idiomas, originó nada menos que una serie de videojuegos bastante popular y, como no, provocó el interés de Hollywood por adaptarlas al cine; lamentablemente las ideas de los gringos para llevarlas a la pantalla grande, no fueron del agrado del autor y bien de acuerdo estoy con él, así que mejor a esperar que hayan mejores propuestas para hacerlo honor a esta obra.

 
III. Un futuro cercano que mejor no se cumpla.
 
   La Tercera Guerra Mundial terminó por devastar el mundo y en Moscú los que lograron salvarse del ataque de las bombas atómicas, se cobijaron en las dependencias del metro de la ciudad, considerado hasta entonces como la tercera red más grande de trenes subterráneos del planeta.  Cerca de unas tres décadas han pasado desde que ocurrió la catástrofe y los sobrevivientes, entre quienes conocían la vida antes de ahora y sus descendientes, perduran gracias a su ingenio y fuerza de voluntad.  Lo que antes eran las majestuosas estaciones del metro de Moscú, ahora son verdaderas ciudadelas-estado que ostentan el poder y mantienen sus propias costumbres, a veces con aliados entre otras estaciones y en otras con poca o nula relación amistosa con sus vecinos.
    La primera novela no nos entrega datos sobre el origen del holocausto, que llevó a los moscovitas a vivir en las sombras, así como tampoco nos cuenta si hay otros sobrevivientes humanos (y no mutantes) en el resto del mundo.  Por lo tanto, buena parte de la historia sucede bajo tierra, donde el protagonista se mueve entre una estación y otra mientras realiza la misión que se le encomienda: Artyom, un joven de 26 años que debe avisarle al mayor centro de la humanidad dentro de esa sociedad troglodita, la Polis, que una amenaza del exterior podría acabar de una vez con lo que aún queda de la humanidad.  Solo 3 semanas llegó a estar el héroe fuera de casa, pero para él y para nosotros pareciera que pasó mucho más tiempo, entre las aventuras y penurias que vivió hasta su regreso a casa y su última partida; entre medio, conoce a unas cuantas personas singulares, maravillosas e inolvidables que lo harán crecer aún más como persona y pasarán a ser parte importante de sus recuerdos, como también lograr llegar a los corazones de muchos lectores.
 
IV. Temas de esta obra.
 
    Mucho de ciencia ficción hay en este precioso libro, como también presenta varios de los tópicos y leiv motivs caros a las historias de más rancia alcurnia, puesto que eso es lo que hace una buena historia como esta, independientemente del género al que pertenece: nos retrata en lo más hondo de lo que somos, donde hay luz y oscuridad.  La novela atrapa desde el principio, con una narración atrayente, muchas veces evocadora con ese mundo impresionante que describe y que pese a toda la fantasía que pueda tener, entre situaciones de pesadillas y otros momentos desgarradores de heroísmo y emotividad general, se hace fácil de digerir; asimismo, encontraremos una que otra preciosa reflexión y que en más de una ocasión volveremos a releer para saborear tan bellas palabras (eso sí, ignoro si será tema de la traducción o vendrá del texto original y es que llama poderosamente la atención que en un solo párrafo, se repita más de una vez el nexo adversativo PERO; quizás cuál será su símil en ruso, no obstante, esta redundancia lexicológica es el único error que le encuentro).
     Bueno, ya es hora que veamos de qué nos habla esta novela.
 
1. El viaje:
 
     Quizás la piedra angular del libro, puesto que durante la mayor parte de su envergadura de más de 500 páginas, en la edición de bolsillo que poseo, Artyom está en movimiento.  Queda claro que el muchacho que sale de la aparente comodidad de su casa, hacia el mundo desconocido, ya no es la misma persona del comienzo; así que estamos frente a un relato sobre la madurez y la realización personal, si bien para que conozcamos el final del proceso por el que pasa el protagonista, tendremos que leer la trilogía completa.
 
2. La Guerra Nuclear y la sociedad postapocalíptica.
 
    El libro fue escrito la década pasada no más y transcurre en un futuro muy cercano al nuestro... Resulta imposible que el mundo exterior haya cambiado tanto, provocando mutaciones tan increíbles como las descritas en sus páginas y al punto de crear nuevas especies animales y vegetales.  Es por lo tanto, una obra de ciencia ficción blanda, para la cual no es importante la rigurosidad científica, sino el hecho de crear gracias a la imaginación un mundo convincente y atractivo, pese al derroche mismo del ingenio literario.  Por esto mismo, es el miedo al holocausto nuclear y la preocupación sobre qué pasaría con los escasos sobrevivientes, lo que se aventura a trabajar el autor y casi como si se tratara de un texto escrito muchas más décadas atrás, cuando muchos escritores situaron la trama en un futuro cercano, que hoy en día es nuestro pasado como lectores.  Un detalle interesante: en este mundo subterráneo no hay tecnología computacional.
 
3. La naturaleza humana.
 
    Nuestra especie es violenta por sí misma y ello queda de manifiesto en la novela, por el solo hecho de lo que provoca la Tercera Guerra Mundial. Después de este desastre, uno esperaría que la gente aprendiera de sus errores y las próximas sociedades fuesen más justas, pacíficas y plenas...Pero no es así, la miseria sigue abundando y no faltan quiénes ostentan el poder para sí mismos, abusando del más débil y cometiendo todo tipo de atropellos.  Es así que en Metro 2033, encontramos una estación gobernada con mano dura por nazis (y ni siquiera alemanes), comunistas tan dogmáticos e intolerantes como aquellos del tiempo de la Unión Soviética...y una madre dispuesta a prostituir a su hijo de 5 años.  Entre toda la gente magnífica con la que se cruza Artyom, hay unos cuantos monstruos humanos que les hacen el peso a las aberraciones mutantes del exterior; entre ellos también una tribu de caníbales y en especial los hombres detrás de tal práctica.
 
4. Los mutantes.
 
    Tras las últimas palabras del párrafo anterior, llegamos a un punto que se sabe está presente en el mundo de esta trilogía y aunque aparece en todo su esplendor, recién bien avanzada la segunda mitad del libro.  Todo sucede cuando el protagonista debe ir arriba y allí se enfrenta cara a cara a algunas de las monstruosidades que habitan en el otrora dominio de los hombres. Por otro lado, se hayan los llamados Negros, una nueva especie humanoide que especialmente al final de esta primera entrega tendrá un papel muy valioso.
   Por cierto, un lugar destacado tiene dentro de la narración cierta monstruosidad, que se haya en la misma red subterránea y cuya aparición corresponde a uno de los momentos más adrenalínicos del texto.

 
5. Los sueños.
 
    Artyom tiene sueños muy elaborados, buena parte de ellos bastante aterradores y que cuando comenzamos a leer su descripción, al igual que este, solo mucho después nos damos cuenta de que lo que pasa en ellos no pertenece a la realidad de la vigilia.  El protagonista tiene la sospecha, de que sus sueños significan algo y eso solo lo sabrán él y nosotros recién una vez alcanzado el impresionante clímax.  La idea de que los sueños, tienen una verdadera relación con el mundo material y el devenir, no solo es tan antigua como la humanidad misma, sino que posee una certeza científica; a todo esto, se le suma la noción del destino que debemos cumplir, donde los sueños nos dan claves al respecto y por eso habría que estar atento a sus señales, para estar preparados y no cometer errores.
 
6. La religión.
 
    A lo largo de su odisea, nuestro héroe se encuentra con 3 instancias diferentes relacionados con la fe en algún tipo de teología, solo la primera de ellas ligada al Cristianismo.  Hasta antes de su partida de casa, Artyom parece haber vivido sin tener acercamiento a los dogmas religiosos y es así que dentro de todo lo que le toca conocer, se encuentra un culto más o menos benigno, donde al menos uno de sus integrantes le da verdaderas muestras de compasión y solidaridad; no obstante, esta secta con sus rarezas y al comparárselas con otras creencias, que luego le saldrán al paso, no dan una imagen en general benigna de las iglesias.
    Luego tenemos una especie de religión bastante sectarista y de corte mística, que aparece cuando Artyom por fin logra llegar a la Polis.  Allí unos cuantos guardan el conocimiento científico, aunque este se ha transgiversado y ello debido a la imposibilidad de estudiarlo de forma más seria; en cierto sentido, esto recuerda a ese hermoso clásico de la ciencia ficción que es Cántico por San Leibowitz de Walther Miller Jr., donde queda de manifiesto que en efecto "La verdad nos hará libres", aunque esta se encuentre disfrazada bajo el aspecto de la religión, perspectiva que igual está presente en la novela que ahora nos reúne.
     Por último, aparece el oscuro culto al Gran Gusano, una especie de mitología supuestamente ecológica y antitecnológica, que ha nacido al alero de mentes desquiciadas.
 
7. La literatura.
 
    Al menos en el primer libro de la trilogía que nos reúne (bueno, aún no leo los otros y solo esta semana me llegó la segunda parte que compré online), los habitantes de las distintas estaciones no tienen tecnología y a lo más cuentan con armas sofisticadas para defenderse en el mejor de los casos, reutilizando lo que han podido rescatar, mucho de ello de los trenes de cada línea.  Como no hay computación, ni televisión, menos cine, videojuegos y radio, ni deportes (solo se menciona una carrera de ratas a la que se hacen apuestas), el único medio de entretención que posee la gente son los libros.  Que se haya vuelto a valorar de manera masiva esta costumbre no es algo gratuito, que en un mundo donde fue el uso egoísta de la tecnología el causante del desastre global, bien vienen a ser los libros un sano respiro en medio de este futuro postapocalíptico.
     Y no olvidemos al respecto, que para el grupo de sabios que conoce Artyom en la Polis y también para los aterradores Bibliotecarios, los libros son sagrados (bueno, unos más que otros), donde destaca además un raro volumen que lee el protagonista, sobre un supuesto pacto satánico entre Stalin y los demonios.
 
V. No estamos solos.
 
     Tal como se ha dicho más arriba, a lo largo de su viaje Artyom conoce a varios sujetos muy entrañables.  Es así que uno de los grandes pilares que tiene esta novela, corresponde a sus personajes.  Tal como en la vida real, quienes llegan al círculo del protagonista dejan una huella en su existencia y lo hacen crecer aún más, quedándose una parte de ellos dentro de su corazón y recuerdos.  De este modo podemos mencionar a:
 
1. Sujói: Su padre adoptivo y quien lo salvó siendo muy niño de morir junto a su madre en una espantosa tragedia.  Es un hombre sabio muy respetado por su gente, ya bastante maduro para cuando suceden los acontecimientos del libro.
 
2. Hunter: Un recio Stalker (nombre claramente homenaje a la famosa cinta de ciencia ficción rusa homónima de Tarkovski), dedicado como otros de su estirpe a realizar viajes al exterior y otras empresas peligrosas y necesarias, amigo de y quien le encomienda a Artyom su misión.
 
3. Khan: Mi personaje favorito.  Tanto o más misterioso que el anterior, dice ser nada menos que la reencarnación de Gengis Khan.  De gran elocuencia y presencia, al punto de que posee una capacidad de convencimiento tremenda entre los extraños, se cruza con Artyom cuando este pasa su primer gran pesar.  No quepa duda de que este sabe mucho más de lo que cuenta
y es de esperar volvamos a tener noticias suyas.
 
4. Bourbon: Un comerciante que en realidad no resulta ser alguien muy agradable, aunque tampoco se trata de una mala persona.  Su presencia es importante, porque es quien le da la oportunidad al protagonista para iniciar su viaje iniciático.
 
5. Mikhail Porfiryevich: Un anciano culto que viaja acompañado de su nieto con Sindrome de Dawn.  Sus caminos se unen al igual que sucede con la mayoría por un rato, aunque su paso en las páginas resulta ser conmovedor, en especial cuando todos estos son obligados a separarse.
 
6. La Primera Brigada Roja e Internacional de Combate Ernesto Che Guevara de la Red Metropolitana de Moscú: Compuesta solo por 3 hombres, guerrilleros que tienen de modelo al revolucionario argentino, haciendo lo posible por socorrer a los necesitados aunque sea de manera armada.  No aprueban las tácticas de los comunistas que gobiernan en algunas estaciones.  Uno de sus hombres es de origen japonés, de modo que sus rasgos le provocan gran impresión a Artyom, quien nunca antes había visto a un oriental;  mientras que el líder es un hombre guapísimo, otro rostro que le causa impacto al protagonista.  Por cierto, destaca entre estos aguerridos luchadores su corazón noble y la dulzura que poseen, pese a que no temen ocupar tácticas violentas cuando se trata de cumplir su misión.
 
7. Danila: Casi de la misma edad de Artyom, es un Brahman, de modo que le toca guardar el conocimiento en la Polis.  Recibe con bondad al viajero en su hogar y luego lo acompaña en su nueva misión ahora en el exterior.  Es lo más cercano a un verdadero amigo, que llega a tener el protagonista mientras permanece fuera de casa. 
 
8. Melnik: Un importante líder "militar" y quien resulta ser la persona precisa, para recibir la información que Hunter le encomendó dar a Artyom tras su salida de casa.  Con varios hombres bajo su mandato, le toca ir junto a él en más de una otra peligrosa parada y lo cuida gracias a su experticia.
 
9. Ulman: Un soldado de unos pocos años más que Artyom y que trabaja para Melnik.  De actitud práctica y personalidad aparentemente dura, le es destinado acompañar al protagonista para velar por él.  Como a muchos otros de esta lista, el protagonista le debe bastante.
 
10. Oleg: Un dulce niño que entabla otra relación especial con Artyom y con el que pasa dos de los episodios más impactantes del libro.  Su padre también es relevante para la historia.

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