miércoles, 23 de diciembre de 2020

Un Experimento Fallido.


     En el transcurso de 2008 se estrenó la que sería a la fecha la única serie chilena de ciencia ficción, Gen Mishima.  Creada por Enrique Videla y Vladimir Rivera Órdenes, tuvo en total solo 8 episodios en una primera temporada, ya que pese a unas cuantas alabanzas y premios que recibió por ahí (más por su cualidad de ave raris dentro de la televisión criolla, que por su supuesta calidad artística y técnica), fue todo un fracaso y en especial tomando en cuenta las tendencias del público hacia las producciones televisivas nacionales. Presentada con algo de publicidad en su momento, este programa exhibido originalmente por Televisión Nacional de Chile (el canal perteneciente al gobierno de Chile), más bien pasó sin pena, ni gloria y hoy pocos son los que recuerdan su paso por las pantallas; no obstante, unos cuantos tratan de reivindicar a través de la red esta propuesta y que ahora ya tras haberla visto hace poco por fin, me dispongo a presentarles sin dejar de exponer mi propia opinión al respecto.
     Partiendo de temas clásicos de la ciencia ficción y bastante populares gracias a un montón de títulos entre filmes, libros, series y cómics, la premisa de esta obra ambientada en el Chile actual de la época, trata sobre un grupo de hombres y mujeres jóvenes que en su infancia participaron de los experimentos genéticos de un experto japonés residente en el país.  Supuestamente el llamado Instituto Porvenir cerró sus puertas y en el presente sus ex alumnos se han diseminado y seguido sus vidas con aparente normalidad, si bien cada uno de ellos desarrolló una habilidad superior a la del resto de los mortales; por razones obvias de presupuesto no estamos hablando de superpoderes al nivel de títulos extranjeros como X-Men o Héroes, pero al menos se las ingeniaron como pudieron los guionistas para hacer que los personajes demuestren sus capacidades extraordinarias, una distinta por cada uno, de las que han sacado provecho por su cuenta.  Un periodista se encuentra con interesantes datos sobre esto y poco a poco se va envolviendo más de lo esperado con estos sujetos, que encontramos dos bandos entre los dotados a través de la manipulación genética y, por otro lado, a aquellos que desean sacar provecho personal de los otrora Niños Porvenir. Y a esto se le suma la Policía de Investigaciones, con lo que el panorama se vuelve algo más complejo.
      Cuando se han visto tantas grandes historias del género con estos tópicos, que incluyen misterios, complots, corrupción y demases, lo presentado en El Gen Mishima no resulta nada nuevo bajo el sol y solo puede llamar la atención por ser algo de factura nacional; lo triste y decepcionante es que justamente por tratarse de algo salido de estas tierras, el producto final de señales de ser un “pariente demasiado pobre” de sus similares y es que los pocos efectos especiales que muestra carecen de espectacularidad y solo en el maquillaje encontramos algo dignidad.  Ahora bien, no tiene por qué poseer un enorme presupuesto para lograr nuestra atención, que basta con tener primero que todo un argumento atractivo y luego, como segundo lugar, personajes solventes hacia los cuales podamos sentir simpatía; no obstante, esto no pasa, que los capítulos se desarrollan de manera tediosa (quizás también a un mal desempeño de la dirección…por mucho que le hayan dado un galardón a la Mejor Dirección en los Premios Altazor) y tal vez salvo el protagonista interpretado por Cristian Carvajal (el periodista involucrado dentro de estos eventos) y el secundario a cargo de Pablo Macaya (el agente que investiga los delitos relacionados con todo esto), los dichosos genios apenas consiguen ser memorables (a modo personal, el único retratado con verdadera humanidad viene a ser el aguerrido Marco Otilnau, que nadie más como él ha logrado formar una familia, luego de dejar los muros del Instituto Porvenir y de ese modo crear verdaderos lazos afectivos con la gente común y corriente); el resto se hacen hasta desagradables para uno y las misma actuaciones se aprecian poco convincentes, que sus actores hablan de forma mecánica y sus gesticulaciones no resultan espontáneas y si bien uno podría pensar que tal vez esto es de adrede, para evidenciar la naturaleza errática de tales sujetos.
      En verdad quería que me gustara este show, que he disfrutado bastante de un montón de obras nacionales, no obstante sé que una cosa es una buena película dramática chilena o comedia, lo mismo un cuento, una novela o una obra de teatro nacional, y otra hacer algo original de este estilo en formato audiovisual; no es solo cosa de arriesgarse a realizar algo diferente para las masas, sino que muy importante es conseguir una trama en verdad envolvente, que pese a la escasez de medios logre acaparar al espectador y eso no pasa en este caso (al menos no sucedió conmigo… y con millones por acá).  Justamente cuando pienso en todos los errores de esta producción, me acuerdo de sus deplorables escenas de acción, que se nota la falta de experticia para realizarlas, con confrontaciones físicas poco realistas y/o llamativas; a ello se les suma la deplorable dirección de arte, con escenarios habituales a los que se les nota el ahorro presupuestario y solo habría sido cosa de tener mejor ojo para las ambientaciones reales y artificiales (por mucho que hayan aprovechado de usar lugares típicos de la ciudad de Santiago para los exteriores).
      Pasando a otro tema, el gusto de los creadores por el manga y el animé es evidente, lo que no solo se puede observar por el sugerente nombre de la serie (que cabe mencionar Mishima es el apellido de un importante escritor mainstream nipón y no de cómics, ni historias de ciencia ficción o fantásticas), puesto que los nombre en clave de los Niños Porvenir atienden en al menos un par de personajes famosos de este arte oriental; de este modo tenemos un Kenshin Imamura (por Kenshin Himura de Rurouni Kenshin, conocido por estos lares como Samurai X y en la Madre Patria como El Guerrero Samurai) y un Tetsuo (protagonista de Akira, la famosa obra de Katsushiro Otomo).
      Bueno, el que se aventure a probar con esta serie que lo haga bajo su propio riesgo y que como dice el dicho “En gustos no hay nada escrito”, así que capaz pertenezcan a esa minoría que disfrutó con ella (en cambio, yo casi me demoré un mes en acabarla, je).

     


                                                                Créditos de apertura.

 

2 comentarios:

  1. Yo ubico a Yukio Mishima, pero al ver el tono de la serie y el nombre, pensé más en los experimentos del Mishima Zaibatsu en el Tekken.

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