viernes, 30 de marzo de 2018

Neil Gaiman televisivo para gozo de sus seguidores.


       La novela Dioses Americanos del escritor inglés (también importante guionista de cómics) Neil Gaiman, está considerada si no su mejor obra, sin dudas entre lo más brillante se su exitosa y galardonada carrera.  En pocas palabras, su argumento trata sobre la guerra en plena actualidad, entre los dioses del Viejo Mundo y los del Nuevo.  Estos últimos corresponden a aquellos surgidos de la fe de los hombres y mujeres en el último tiempo, debido al ascenso de las tecnologías; asimismo, se originaron (al menos como se da a entender de forma implícita) en pleno suelo gringo, lugar donde sin dudas medios como la televisivo y la Internet, por mencionar algunos, se masificaron.
      Con la emigración de los colonos a América vinieron también sus dioses y se quedaron entre sus fieles en tal lugar.  El encuentro entre deidades, aparentemente tan distintas entre sí, se hace inevitable, ya que las más antiguas se sienten recelosas de quienes las han destronado y las otras, menosprecian a sus predecesoras por considerarlas anticuadas.
      Entre medio de este enfrentamiento se encuentra Sombra, un supuesto hombre mortal común y corriente, que debe lidiar con todo esto; a su vez debe tomar partido por un bando u otro, como un peón o títere de las fuerzas en pugna, sin embargo este demuestra ser mucho más que otro ser humano más dependiente de la (buena o mala) voluntad de los dioses.
      Hace muchos años que leí el libro, mi segunda novela de Gaiman luego de disfrutar sus bellas historietas de Sandman...Así que no recuerdo mucho que digamos.  Solo tengo claro que la disfruté bastante.  Ahora hay una edición ampliada y/o mejorada de esta obra, que bien quisiera tener; mientras tanto debo remitirme a lo visto en su corta, aunque magnífica, temporada de solo 8 episodios, no hace mucho.  Así que tomaré como materia de análisis la adaptación y no el texto, que de seguro deben haber sus buenas diferencias entre una y otra.
      Cuando me enteré de que Sombra iba a ser interpretado por un actor negro «puse el grito en el cielo», porque tanto discurso «políticamente correcto» gringo con eso de la diversidad étnica, en actuales adaptaciones audiovisuales ya me parece exagerado (el peor caso...Spider-Man: Regreso a casa, como ya lo afirmé en su momento en el respectivo post).  Mi malestar para nada se trata de xenofobia, que no comparto esas ideas y a quienes duden de mis palabras, los invito a leer mis entradas sobre el recomendable cartoon de Static Shock y la hace poco estrenada cinta de Pantera Negra. Y es que mi malestar de aquel entonces tenía que ver, porque en un principio me pareció que un Sombra de color, no era congruente con la verdadera naturaleza de dicho antihéroe.  Pero estaba equivocado.


      Y es que muy inteligentemente en los guiones de la serie, algunos personajes hacen comentarios graciosos sobre la raza del protagonista.  La verdad es que analizando esta decisión del cambio mencionado, ahora me parece verosímil y hasta poético.  Pues  con todo esto Sombra se constituye en un símbolo del carácter mestizo de las creencias religiosas, una vez que se produjo el encuentro producido por la llegada de los conquistadores y los colonizadores amalgamándose con el rico material de su nuevo hogar.
      Teniendo en cuenta la existencia de este Sombra «más oscuro» (detalle que no deja de relacionarse con su mismo atípico nombre), cabe mencionar que igual el guapo actor que aquí lo interpreta, más bien tiene rasgos de mulato que de negro «100 %»; por lo tanto su misma apariencia mestiza encarna esta hibridación entre Viejo y Nuevo Mundo.
      De igual manera la belleza del actor a cargo del personaje, hecho que no deja de explotarse en la serie en más de una ocasión, con la ropa ajustada que siempre lleva o la falta de esta, acompañado por una fotografía adecuada vez que sale este en pantalla, sin dudas que viene a ser un plus para much@s a la hora de (re) evaluarlo.
    Igual, no puede dejar de llamar la atención la manera poco apasionada en la que Sombra asume muchos de los eventos extraordinarios que le toca pasar.  En la práctica el tipo es alguien flemático y bien pareciera tener Síndrome de Asperger, pues a diferencia de lo que se esperaría de el con tanto que le toca vivir, no destaca por ser alguien muy expresivo o sociable; a su vez asume lo sobrenatural con un relajamiento tal, sin mayor capacidad de asombro, que la duda respecto a su inteligencia, cordura o “normalidad” no deja de estar presente para más de alguien.  Además tampoco se trata de alguien que caiga simpático, que para nada tiene un carisma que lo haga acaparar la atención del público, salvo su enorme atractivo físico…Ahora bien, tampoco es alguien desagradable, tan solo no es la persona ideal como para tener una charla entretenida.  En ese caso, más interesantes vienen a ser sus coprotagonistas y unos cuantos secundarios, que en el mayor de los casos no terminan por desarrollarse aún en esta breve primera temporada, pero que prometen mucho para lo que está por venir.
     El siguiente personaje que llegamos a conocer más o menos bastante en esta historia o que al menos posee gran importancia dentro de sus acontecimientos, viene a ser el Señor Miércoles.  Uno de los viejos dioses, que no se trata de cualquiera, sino que de uno bastante famoso dentro de la cultura popular.  Es así que este, magníficamente interpretado por el veterano Ian McShane, consigue acaparar la atención del impávido Sombra, quien comienza a trabajar para él como una especie de guardaespaldas suyo.  Juntos realizan un viaje en el cual este anciano inmortal, siempre lleno de triquiñuelas que usa a destajo para conseguir sus propósitos, lo lleva a encontrarse con otras divinidades para conseguir su apoyo en la disputa bélica en ciernes.


      Luego tenemos a nada menos que a la esposa de Sombra, quien murió en circunstancias bastante “comprometedoras” y a la que una fuerza superior la regresa a la vida de una manera muy especial, para que se convierta en una especie de protectora del protagonista.  Cuando llegamos a conocer su historia, en especial gracias a un episodio centrado en ella, ya no nos cae tan mal como en un principio pareciera, luego de ser caracterizad como una mujer manipuladora. Y es que Laura resulta ser alguien lo suficientemente complejo, como para convertir sus intervenciones en algunos de los momentos más divertidos de la primera temporada.  Por otro lado, tras ser “en vida” una persona bastante práctica y superficial hasta cierto punto, luego con esta especie de nueva oportunidad que se le da, podría decirse que solo ahora esta mujer comienza a convertirse en una mejor persona (a su manera, claro) o a amar en verdad al buen hombre que traicionó.  Asimismo, al parecer esta es descendiente de un personaje lejos mucho más agradable, que llegamos a conocer en un hermoso capítulo.
      Por último, otro personaje al que se le otorga un papel destacado dentro de todo esto, aunque de seguro más adelante tendrá mucho más que entregar, viene a ser Mad Sweeney.  En el bando del Señor Miércoles, se trata de una entidad humanoide sobrenatural que en realidad no es un dios, aunque sí un ser mitológico… ¡Un leprechaun! En otras palabras, es un duendecillo irlandés que aquí se ve como un fornido hombre cercano a los cuarenta, pelirrojo, poseedor de una moneda de la suerte que por error suyo pierde y que se ve unido por más de una razón a Laura Moon.  Este no es la única criatura que sin ser una deidad, pero sí con su propia naturaleza mágica y poderosa, que aparece en la serie (tal como el ifrit, espíritu del fuego árabe, más conocido como genio, bastante singular que también podemos ver en esta recomendable adaptación de Dioses Americanos).
      Entre los nuevos dioses se debe destacar al Señor Mundo, a carga de un siempre joven Crispin Glover (el recordado padre de Marty McFly de Volver al Futuro), quien corresponde a la máxima deidad de todos estos seres y que viene a encarnar algo así como las tecnologías de punta.  El personaje promete mucho, pero lamentablemente no aparece tanto como se quisiera en esta temporada debut.  Al parecer se trata de alguien mucho más juicioso que el orgulloso Señor Miércoles, aunque como el resto de los más jóvenes dioses posee la misma falta de sublimidad y prepotencia de este panteón más moderno.
      Bastante interesante para los entusiastas de Gillian Anderson (la siempre amada agente Dana Scully de Los Expedientes-X) viene a ser reencontrársela acá como una irreconocible nueva diosa de los MassMedias (o medios de comunicación masivos, como el cine y la televisión), aunque hermosa como nunca, bajo la imagen de personajes icónicos del siglo XX, tales como la comediante Lucy Ricardo, las actrices Judy Garland y Marilyn Monroe y el cantante y actor David Bowie.  Luego de su participación como una patética psiquiatra en la llorada Hannibal, su intervención acá mucho más graciosa que recuerda sus excelentes momentos en tono comedia, de la mencionada serie creada por Chris Carter, demuestra como nunca su enorme versatilidad.

     En cuanto al resto de los viejos dioses que aquí salen, llama la atención que tras siglos ya viviendo en Estados Unidos, sus inmortales vidas han cambiado lo suficiente como para que en buen parte de los casos, sus tiempos de gloria ya no sean los mismos de antes; de este modo, muchos de ellos han tenido que adaptarse a la modernidad, tomando para sí identidades supuestamente de mortales y conviviendo con los humanos, al dedicarse a trabajos mundanos (aunque relacionados con sus antiguos atributos como entidades en el viejo mundo).  Este detalle nos lleva al tema de la importancia, que tiene la fe en nuestra sociedad y lo que pasa cuando se ha perdido la creencia en todos estos seres magníficos y en el valor de sus historias; de este modo, todo aquello que alguna vez fue valioso como pilar de una comunidad, al carecer ya de su otrora papel destacado, pasa a volverse si no común y corriente, algo insignificante (por esto mismo detalle solo la diosa Ostara, de la Primavera y relacionada con nada menos que con Cristo, se mantiene fuerte gracias al poder del sincretismo religioso propio del Cristianismo).  No obstante, cuando vemos a estos dioses en toda su gloria, aparecen en su mayoría como seres poco amables con sus creyentes, incluso crueles e incapaces de amar, ya que solo piensan en sus propios intereses; de este modo hombres y mujeres son meros peones que utilizan para su conveniencia (otro interesante detalle, que nos hace reflexionar acerca de todos los crímenes cometidos, por quienes ostentan la religión para defender sus ideales de supuesta justicia, poseedores según ellos de la única verdad).
     Otro aspecto bastante atractivo en esta serie, sin dudas para “gente con criterio formado”, viene a ser el tema del sexo, que se ve tanto presente en los seres humanos, como en los dioses.  Es así que tal como en las viejas historias de la tradición oral, unos y otros tienen sexo entre sí.  Luego, teniendo en cuenta la naturaleza de estas deidades, que tal como se dijo más arriba, tienden a usar a los mortales para sus propios fines, no faltan los ejemplos que de quienes a través del placer carnal someten a hombres y mujeres (ello en algunas de las escenas más impactantes del programa).  De igual manera, no faltan expresiones más amables de este intercambio entre dioses y humanos, donde también está presente algo más parecido a la verdadera compenetración entre dos sujetos que se desean.  Por supuesto que a estas alturas del partido, al estar presentes en el argumento dioses y personas del siglo XXI, que hacen uso de su sexualidad sin vergüenza, no solo nos encontramos con sexo heterosexual, sino que también homosexual (y este último, en otro de los momentos más “subidos de tono”, como además hermosos de la serie).  De igual manera es posible ver cuerpos femeninos y masculinos de gran belleza en más de una ocasión, con desnudos frontales y hasta erecciones, en un despliegue que incluye hasta osadas poses en un show artístico como este, que sin dudas rivaliza con lo exhibido por títulos como Spartacus y Sense8.
     Muchos de los episodios poseen una larga introducción que se refiere a la relación entre dioses y humanos, retratado ello a veces de manera descarnada, otras con una sensibilidad tal que resulta difícil no emocionarse.  Tal como queda claro con todo esto y con otras situaciones más, inmortales y mortales se necesitan, pues la felicidad de los primeros consiste en tener creyentes que los amen, teman y/o sirvan, mientras que los otros requieren de su fe para darle un sentido más trascendente a sus mismas vidas.  Sin algo en qué creer, sin ser valioso para otros, resulta imposible sobrevivir.
      El humor abunda en el programa de manera muy gratificante, así como el elemento gore.  Tampoco se puede dejar de mencionar la apertura tan potente y significativa del programa, hecha con mucha dedicación y belleza, la que juega justamente con la noción de esta colisión entre dioses viejos y antiguos.  Acá vemos imágenes relacionadas con varias creencias religiosas, incluso no falta la de Cristo mismo, que cuando la cámara se detiene en ellas, presenta la invasión o la inclusión de los elementos modernos en las creencias humanas.
      Por cierto, es una lástima que para ver lo que sucederá con todo esto, tengamos que esperar recién al año que viene, que por razones poco alegres (¡malditos ellos!), los responsables han decidido atrasar para 2019 su estreno.


                                                               Créditos de apertura.

domingo, 25 de marzo de 2018

Toda una delicia para el “kinglover”.

 

I. Antecedentes de un deseo.

     Desde que comencé a leer a Stephen King a la tierna edad de 16 años y a conocer su bibliografía, así como la serie de adaptaciones audiovisuales de su obra, que tenía en mente adquirir su primer libro de no ficción, el ensayo titulado Danza Macabra (Danse Macabre).  Publicado originalmente en 1981, en aquel entonces, ya avanzada la década de los noventa, aún no había salido una edición en nuestra lengua de este libro, que tantos elogios había recibido.  Así que me quedé esperando por años, hasta bien entrada a mi vida adulta, poder cumplir con este anhelado sueño.  Como nunca aprendí inglés (salvo una que otra palabra u oración pequeña), me quedé esperando a que algún editor se atreviera a realizar tal hazaña…
     Casi 25 años pasaron para que por fin se cumpliera mi deseo, ya que en 2006 la prestigiosa editorial española Valdemar llevó a cabo tal empresa, en una excelente edición como la que por lo general acostumbra hacer en los tomos que saca en tapa dura.  Sin embargo, pocas son las librerías en Chilito que traen títulos de su catálogo, los que más encima llegan a precios bastante altos.  Creo que habré visto unas dos veces este tomo por estos lares, pero hasta el año pasado (o sea, más de 10 años después de su primera edición en castellano), recién me dispuse a desembolsar el dinero respectivo para adquirirlo.
     Fue en noviembre de 2017 y estaba en mi segunda visita (de 3 en total que realicé ese año) a la FILSA (Feria Internacional del Libro de Santiago), que en aquella ocasión acudí en compañía de una selección de alumnos míos y a los que llevé a una conferencia a tal “fiesta” de la cultura literaria.  Fue orgásmico para mí hallar otra vez con este ensayo, ahora con dinero suficiente como para darme ese gusto y mis alumnos y colegas que me acompañaron, vieron con admiración la alegría que me embargaba.  Me prometí a mí mismo que para las vacaciones de verano que estaban por llegar, dedicaría tiempo a paladear dicho libro y así fue, si bien me lo terminé poco después de volver al trabajo a comienzos de este mes.

II. La versión de Valdemar.

     Soy poseedor de la segunda edición de Valdemar, sacada justamente al mercado diez años después de la primera y que incluye aparte de una muy breve, aunque reveladora, nota sobre el origen de la traducción española, de la mano de Óscar Palmer Yañez (quien además completa su trabajo con abundante notas explicativas en varios pasajes del libro y que se pueden leer tras ser enumeradas hacia el final de este), una bastante valiosa introducción de Jesús Palacios.
     Las palabras dedicadas por Palacios al llamado “Rey del Terror”, valen más que la pena leer, pues se trata de uno de los tantos seguidores de este que al mostrarnos su admiración hacia King, a más de uno puedo llevarlo a sentirse identificado por los años y el largo periodo en general en que tal escritor ha marcado la vida de gente como uno.  El acto de, primero disfrutar sus terrores literarios y luego, ya más grandes, poder profundizar en la calidad y los mensajes detrás de todas esas fantasías oscuras, está considerado por este experto en su obra y quien nos invita a apreciar, en su justa medida. el libro que tenemos en nuestras manos.
     La elección del cuadro de Goya, El entierro de la sardina, quizás no haya sido la mejor para usar como portada de un texto tan valioso (y entretenido como este, lleno además de ideas e información que los amantes del terror apreciarán demasiado), que el pintor español contaba con cuadros lejos más adecuados para embellecer la edición en la lengua de Cervantes; pero no juzguemos el libro por su tapa, que por lo general basta con el nombre de su autor para dejarnos claro de que estamos frente a un trabajo respetable.  La verdad es que en general las portadas de este libro, al menos las ediciones en inglés que encontré gracias a Google, no son muy atractivas que digamos, quizás por pretender ser “serias” y no llamativas, como es costumbre hacerlo con otros títulos suyos.
      Se incluyen todos las imágenes de escenas de películas, series, afiches y portadas de libros que aparecen en las ediciones originales en inglés; lamentablemente, estas se encuentran en blanco y negro, como bien sucede en dichos originales (a menos que con posterioridad hayan mejorado siguientes reimpresiones este detalle) y lo que le quita la espectacularidad que podría haber tenido, el disfrutar tales fotografías tal como en su momento fueron hechas.

III. De lo que trata este libro.

      Danza Macabra es el primer ensayo largo, luego de su recordada introducción a su primera colección de cuentos El Umbral de la Noche (Night Shift, 1978) y que no debe ser confundido con el título engañoso de la primera edición en español de su novela The Stand (1978), que antes de salir en su edición ampliada y sin cortes en 1990, fue conocida en el mundo hispanoparlante como La Danza de la Muerte (hago esta salvedad, porque incluso yo mismo de adolescente pensé que se trataba de la misma obra).
     Por cierto, llama la atención la lista de sus colegas a quienes les dedicó su trabajo King en esta ocasión:

ROBERT BLOCH 
JORGE LUIS BORGES 
RAY BRADBURY 
FRANK BELKNAP LONG 
DONALD WANDREI 
MANLY WADE WELLMAN

     De todos estos caballeros, a la mayoría me cuesta entender que King haya querido hacerles su reconocimiento, tal como acostumbra hacer en sus propios libros, vez que se los dedica a alguno de sus maestros.  De Bloch habla bastante en este ensayo y en el caso de Bradbury, su novela La Feria de las Tinieblas es una de las que comenta y recomienda con creces aquí, una vez que se dispone a analizar textos de la segunda mitad del siglo XX en adelante.  A Belknap Long, Wandrei y Wade Wallman también es comprensible que los haya tomado en cuenta, considerando su admiración por los autores de los llamados pulps, que liderados por Lovecraft (otro escritor al que nunca deja de honrar con sus palabras y homenajes, tanto en Danza Macabra, como en sus ficciones claramente inspiradas en sus horrores).  Sin embargo, es al agregar al argentino, que para nada me parece un autor de narrativa de terror, que me saco el sombrero en todo caso una vez más por King, debido a su enorme cultura literaria y que lo ha llevado a degustar a autores más allá de las fronteras del idioma, geográficas y de estilos (tal como lo hizo en su fabuloso cuento Ur, al referirse a mi compatriota Roberto Bolaño).
     El contenido de este ensayo es nada menos que el terror, como tema recurrente en las fabulaciones desde el siglo XIX.  Ello lo hace a partir de 3 obras literarias emblemáticas, como luego a través de autores posteriores; además, considera manifestaciones artísticas de carácter popular, a través del séptimo arte, la pantalla chica, los cómics e incluso la radio.  Es así que en pocas palabras, este libro viene a ser un recorrido por medio de las diferentes manifestaciones del género, deteniéndose en autores y obras claves que nos invita a conocer y a disfrutar; todo a través de muy interesantes análisis suyos, que demuestran sus profundos conocimientos y capacidad de crítica.  No obstante se aleja del academicismo que podría aburrir a buena parte de los lectores, ya que pese a los pasajes más analíticos de todo, no deja su habitual estilo lleno de humor y coloquial de vez en cuando.
     Teniendo en cuenta la fecha en la que escribió este texto, 1981, época en la que Stephen King abusaba bastante de las drogas y el alcohol (lo que reconoció de manera muy emotiva en su otro celebrado ensayo Mientras Escribo, 2000), llama la atención cómo al principio del libro, hace mención sin tapujos de las borracheras que se daba en aquellos tiempos.  Pues este detalle para quienes lo admiramos y conocemos su biografía, resulta ser una perla a la hora de profundizar en su mismo crecimiento como persona y como autor.   Por supuesto que con respecto a la vida de nuestro escritor favorito, acá hayamos varios pasajes biográficos, que permiten conocer mucho mejor al hombre detrás de estas pasiones que compartimos con él y de algunas de las historias que más nos han fascinado.
     El libro, además, si un lector acérrimo de su autor se fija con cuidado, entrega una que otra pista acerca de otras obras suyas que todavía estaban en proceso de escribirse y/o publicarse, tal como Cementerio de Animales (1982) e It (1986).

IV. Las obras que podemos encontrar en sus páginas.

     El lector capaz de apreciar los grandes clásicos de la literatura y que bien sabe de su impacto para las obras que se originaron bajo su influencia, o aquellos que desean conocer los antecedentes de las obras que en la actualidad les han dado satisfactorios sustos, se encuentran acá con muy interesantes revisiones de 3 libros capitulares para el horror: Frankenstein de Mary Shelley, Drácula de Bram Stoker y El Extraño Caso del Doctor Jekyll y Mister Hyde de Robert Louise Stevenson.  Las palabras que dedica a todos estos no pueden ser más reveladoras, lo mismo que para los libros que escoge como ejemplos de lo mejorcito de su tiempo en el siglo XX.  Por otro lado, estas novelas le permiten introducir la idea de 3 grandes monstruos recurrentes en las historias del género, claros símbolos de nuestros miedos y de las facetas más oscuras de nuestra humanidad.  Es así que bajo la figura de la Criatura del científico romántico, se refiere a la llamada “Cosa sin Nombre”; con el famoso conde, como no, a la también potente noción del “vampiro”, tan popular dentro de la imaginería mundial; y con la obra de irlandés, al igualmente archiconocido “hombre lobo”.  De este modo, tal y como nos los demuestra a lo largo de todos los ejemplos que nos menciona y comenta en sus páginas, distintas variaciones de estos aparecen una y otra vez en ficciones sucesivas.
     De igual manera, luego de referirse con bastante dedicación a los horrores audiovisuales y de otras expresiones propias de la cultura de masas como las historietas y la radio (¡Sííííí, antes de estos tiempos actuales los radioteatros hacían furor cuando la TV todavía no era la reina y señora de los hogares!…Bueno, hasta que llegaron los videojuegos e Internet para tomar su lugar, en parte, claro), gracias a este volumen nos es posible ahondar en obras más contemporáneas de las letras del miedo (al menos cercanas al periodo en que salió este libro, que ya han pasado casi cuarenta años desde tal fecha).
      En lo que concierne a libros propios del siglo XX, King se dedica a exponer los valores de obras tales como Los Usurpadores de Cuerpos de Jack Finney (tomando en cuenta también bastante sus dos primeras adaptaciones cinematográficas, en su capítulo sobre el cine de terror), El Hombre Menguante de Richard Matheson, La Semilla del Diablo (también conocida en nuestra lengua como El Bebé de Rosemary) de Ira Levin y La Maldición de Hill House de Shirley Jackson, entre muchas más.  Este apartado sobre obras literarias “de miedo”, viene a ser sin dudas uno de los puntos más valiosos del libro para quienes deseamos leer narraciones de calidad, ya que difícilmente uno podría llegar a haber conocido a todos los escritores y títulos que menciona; por lo tanto, se puede considerar este capítulo como una excelente guía de lectura al respecto.
     En lo que concierne a la televisión, para cuando King llevó a cabo este ensayo, aún le faltaba a la pantalla chica un buen tiempo como para que sus producciones de terror tuvieran un verdadero despegue y pudiesen rivalizar sin tapujos con las cintas del cine comercial e independiente.  No obstante, el repaso que hace nuestro autor (preferido) del material que había hasta el momento, resulta educativo para quienes desean saber sobre los antecedentes de los actuales shows, que tantas satisfacciones nos han dado (y que en muchos casos contaron con la intervención directa del propio King, como el episodio Chinga de la quinta temporada de Los Expedientes-X o adaptaciones de sus obras, tales como esa joyita que es El Juego de Gerald).  Llama la atención eso sí, su poco amor hacia un clásico tan querido como La Dimensión Desconocida (The Twiligth Zone) y, sin embargo, su  mayor aprecio hacia The Outher Limits.
     Con respecto a su revisión sobre el cine de terror, el artista no pudo dejar de mencionar algunas de las adaptaciones que ya se habían hecho de sus obras, específicamente Carrie y El Resplandor (debemos recordar que Salem´s Lot de Tobe Hooper fue una miniserie, así que no corresponde a este apartado, si bien el propio King se equivoca en un momento a nombrarla entre las versiones cinematográficas de sus fantasías).  Sin embargo, ello lo hizo dejando de lado la autorreferencia y más centrándose en enumerar los aportes que hicieron sus directores a la hora de hacer sus propios aportes, con las adaptaciones que estos hicieron.  Igual llama la atención el hecho de que haya alabado aquí más de una vez a Stanley Kubrick, que tal como luego se supo (¿o acaso ya entonces era de dominio público?), no le gustó lo realizado por el inglés; lo que en más de una ocasión ha dicho sin tapujos, pese a que dicha cinta está considerada entre las mejores películas sobre uno de sus libros y entre las más grandes películas en la historia del cine mundial.

V. Impresiones personales.

     Sin dudas que Stephen King es mucho más que un escritor superventas, una “marca registrada” y uno de los autores vivos mayormente reconocidos a nivel mundial por sus trabajos, que le han otorgado varios importantes premios (si bien no falta quien no deja de ningunearlo, por considerar que la verdadera calidad estética es sinónimo de miseria económica y valoración post mortem de los artistas).  Pues gracias a este libro tenemos la oportunidad de conocer a otro Stephen King, al académico especializado en literatura.  Es así que este nos da una cátedra al respecto, aunque dejando de lado el elitismo de muchos estudios como este y acercando al lector común todo un mundo de maravillas y reflexiones.  
     Lamentablemente al ser una obra escrita hace ya un buen tiempo y al usar como base muchos títulos “bastante antiguos” y por ello mismo desconocidos para las nuevas generaciones (en especial en lo que concierne a cine y televisión), sería conveniente realizar una versión actualizada de esta obra o, en el mejor de los casos, una segunda parte.  Al respecto, no se puede olvidar que en lo que concierne al cine, fue justamente la década de los ochenta bastante esencial a la hora de que los filmes de horror cobraran mayor relevancia y surgieran muchos clásicos, entre los que se encuentran varias otras adaptaciones de la narrativa kingniana; asimismo, en materia de televisión tampoco es insignificante que recién en los noventa, sus series, miniseries y películas de corte terrorífico, solo entonces comenzaron a realizarse de manera más regular y comprometida con una mayor calidad.  De igual manera, para los amantes de los cómics, sería formidable encontrarse con la opinión de King sobre otras novelas gráficas que no sean solo las recordadas de la desaparecida editorial EC y otras de la Warren como Creepy o Eerie, que en todo caso son verdaderas perlas, pero que también han tenido dignos sucesores.



miércoles, 21 de marzo de 2018

¡Exijo rotundamente una cuarta temporada de “El Ministerio del Tiempo”!


      Una vez más gracias a (San) Netflix, se nos concedió a los más ñoños de la casa el magistral regreso de una serie europea de ciencia ficción a la pantalla chica.  Pues tras dos últimas temporadas (y algo más extensas) de la británica Black Mirror, el año pasado puso de su parte (bastante platita) para producir una tercera temporada de uno de los programas españoles actuales más exitosos del último tiempo.  Es así que El Ministerio del Tiempo, el show a medias entre la ciencia ficción y la fantasía (puesto que nunca llegamos a saber el verdadero origen de estas puertas del tiempo), contó otra vez con 13 episodios y con la oportunidad de gracias al aporte financiero de los gringos, dar rienda suelta como nunca a contar de la mejor manera sus fabulosas historias: más exteriores, unos cuantos efectos especiales nuevos y, como siempre, mucha entretención acompañada de excelentes actuaciones; todo sazonado con fabulosos guiones y un montón de personajes históricos españoles y otros extranjeros, para regocijo de sus seguidores.
      La temporada comenzó ya en sus primeros segundos de una manera muy especial: con la muerte de uno de sus personajes principales, el guapo y atormentado paramédico Julián.  La manera de cómo se “deshicieron” de este fue muy ingeniosa, puesto que en ningún momento lo mostraron en pantalla, dramatizando, pese a ello, su muerte en medio de una batalla durante una de sus misiones junto sus compañeros.  En la vida real, como no lograron ponerse de acuerdo los productores con el actor a su cargo para que volviera, lo mataron de tal forma que rápidamente se sacaran de encima el problema…y la verdad es que ni se echó de menos su persona…Puesto que, para qué lo vamos a negar, el resto de los personajes es tan bueno, y la llegada de otros nuevos fue tan beneficiosa para el programa, que nada se perdió con todo esto.

¡Me encanta cómo se ve en esta escena la gran Irene!

      Como era necesario que alguien ocupara el puesto vacante de Julián, se rescató a otro personaje que ya en la temporada pasada había ocupado su puesto durante un tiempo (durante una ausencia forzosa, que abarcó varios episodios, del mismo artista que hacía del paramédico), el aún más interesante y divertido policía “Pacino”.  Es así que los seguidores de este otro, lejos mucho más carismático que Julián, tuvimos el gusto de reencontrarnos con este, quien nos volvió a dar varios momentos memorables y, en especial, gracias al talento más versátil del histrión a cargo suyo (Hugo Silva, quien además sobresale sin dudas en las escenas más cercanas a la comedia, a lo largo de su intervención).
     Otro personaje que ayudó bastante a mejorar el programa es nada menos que Lola.  Sin embargo, no estamos hablando de la cínica mujer de edad madura que tras años como agente del Ministerio, luego los traicionó convirtiéndose en una ladrona de objetos históricos; sino que de la versión más joven de esta misma, poco más de una veinteañera y que se les une en circunstancias únicas al equipo.  Es así que se trata de una persona por completo diferente y logra ganarse el corazón sus colegas (pese a la reticencia de varios de ellos en un principio) y, como no, de los espectadores.  Respecto a esta mujer, no puede ser más interesante su relación con su hija, que acá es mucho mayor que ella y, luego, con ella misma cuando se encuentran ambas.

Los protagonistas, entre principales, secundarios y recurrentes de esta recomendable serie.

      Si perdimos al mencionado Julián, más lamentable por sus virtudes como personaje y porque todo fue llevado de manera más dramática en escena, es la partida de Amelia Folch.  Por su puesto que fue algo doloroso, aunque se dejó abierta la posibilidad de que esta volviera en otra oportunidad.  No obstante, la misma manera en que se potenció dentro de los guiones a la Lola joven, ayudó a que su pérdida tampoco fuese tan dura.
      Otro interesante personaje que fue incorporado en esta temporada, corresponde a la preciosa Marta, novia de Pacino y quien aparece desde el primer episodio, para luego ir revelando interesantes detalles sobre su identidad, al estar involucrada en varios sucesos de relevancia.
     Asimismo, el show se enriqueció con varios otros elementos importantes que enriquecieron su ya vasta mitología.  Entre ellos, encontramos la aparición de nada menos que dos sociedades secretas, de intereses opuestos, que también viajan en el tiempo y se convierten en los principales enemigos de nuestros héroes.  Luego aparece la figura de nada menos que de un inmortal, un hombre que lleva siglos viviendo y que también les da varios dolores de cabeza al Ministerio, hasta que luego se nos humaniza a este y queda convertido en otro de los personajes inolvidables de este fabuloso espectáculo.  
     Cada uno del resto de los personajes tiene sus momentos de gloria.  Por supuesto que los más importantes y que ahora son cuatro en total, los ya mencionados Amelia, Lola y Pacino, junto al siempre interesante (y simpático) Alonso de Entrerríos, destacan más de una vez con su participación.  No obstante es en lo que respecta al resto de los “principales” (¿o secundarios?). que se deben destacar sus mejores participaciones:
      Irene: Su vuelta a la década de los sesenta y reencuentro con su ex esposo (el típico hombre prejuicioso de su época…y homofóbico), da algunos de los acontecimientos más dramáticos de la temporada.
      Ernesto: El viaje que realiza a nada menos que la Segunda Guerra Mundial, que hace peligrar su vida como pocas veces y que más encima significa el comienzo de su amistad con la Lola joven, también puede ser considerado dentro de lo más notable de este y de la temporada.
      Angustias: Un excelente personaje para la comedia como este, nos vuelve a divertir bastante, cuando se transforma en la protagonista casi absoluta, de una visita a los tiempos en los que se estrenó la zarzuela más importante en la historia de España.

Mi episodio favorito de la temporada: Tiempo de Verbena.

      Salvador: Figura decisiva para desarmar las intrigas de una de las dos sociedades secretas ya mencionadas y que más encima logró extender sus redes dentro del mismo Ministerio del Tiempo, tiene un impactante momento durante su infancia; en esto último cumple un rol valioso la misma Marta, ahora ya conocida su verdadera identidad.
      Por cierto, esta vez el gracioso Velásquez (el famoso pintor español) no apareció tanto como se hubiese querido, no obstante vez que hizo presencia, también tuvo sus propios momentos destacados (como cuando se empecina en conocer a Goya, uno de los dos colegas y compatriotas suyos que admira como a nadie más, aparte de Picasso).
      Dentro de los personajes históricos que desfilaron por la pantalla en esta ocasión, cabe mencionar a grandes como el mismísimo director de cine Alfred Hichcock, el escritor Gustavo Adolfo Bécquer, el mencionado Francisco de Goya, William Shakespeare y el director/guionista de cine y televisión Narciso Ibáñez Serrador.  De igual manera tenemos la dicha de reencontrarnos con Lope de Vega, Miguel de Cervantes y Luis Buñuel (este último ahora en su versión más mayor).
      El final de la temporada deja todo cerrado, con una tremenda historia que vuelve a tratar en la serie un tema caro a los viajes en el tiempo: el efecto mariposa, con sus drásticos cambios de realidad y posteriores intentos de los protagonistas de tratar de encauzar todo a como estaba antes.  
       Difícilmente tendremos cuarta temporada el año que viene, pero los responsables no niegan la posibilidad de que en un futuro cercano, volvamos a tener con nosotros a tan queridos personajes.


                    La preciosa intro de la serie (si bien esta corresponde a la primera temporada)

domingo, 18 de marzo de 2018

Robert Howard es mucho más que Conan (segunda parte).

Edición de lujo de Valdemar de este libro que tanto disfruté
(yo tengo la versión más humilde, de bolsillo ¡Snif!).

     Termino mi revisión personal de todos los cuentos escritos por Robert Howard sobre su personaje Solomon Kane,  Dejo para una próxima entrada (para abril ya) el cuento de Sonya la Roja, que la recomendable edición en español de Valdemar incluye en este mismo compilatorio; de igual manera en aquella ocasión me referiré a la única película dedicada al puritano y a la misma que se hizo sobre la colorina guerrera.

5- Luna de calaveras.

    El primer regreso de Solomon Kane a África es motivado por su afán justiciero (como no), para rescatar a una bella muchacha de la nobleza que fue raptada, debido a las intrigas palaciegas.  Es así que los pasos del puritano lo hacen encontrarse con un grupo de hombres que sirven a una poderosa reina africana y luego llega hasta su mismo reino, que resulta estar nada menos que en las edificaciones de una antigua civilización ya perdida.  Luego, por medio de este detalle, el autor conecta sus relatos sobre la Atlántida (en la que vivía su otro célebre personaje, el Rey Kull y cuyos vestigios llegó a conocer Conan), con esta otra saga suya ambientada ya bien avanzada la Era Cristiana.  Sin embargo, además, el escenario al que se traslada la historia corresponde al de un pueblo que no puede ser más nefasto, gobernado por la mano de su hermosa, pero cruel y lasciva monarca.  Interesante viene a ser cierto episodio de esta maravillosa narración que, sin dudas, posee un “adelantado” carácter sadomaso y/o lésbico, que no deja de admirar a los lectores actuales seguidores de Robert Howard.

     “Nakari se detuvo junto al diván, observando a su cautiva durante un instante y, con una enigmática sonrisa, se inclinó y la sacudió. Marylin abrió los ojos, se sentó y se deslizó del diván arrodillándose ante su salvaje ama... algo que hizo maldecir a Kane para sí. La reina rió sentándose sobre el diván, indicando a la chica que se levantara, y pasó un brazo por su talle sentándola en su regazo. Kane observó confundido mientras Nakari acariciaba a la chica con ademanes divertidos e indolentes. Podía ser afecto, pero a Kane le recordaba un leopardo ahíto jugueteando con su víctima. Había un aire de mofa y crueldad estudiada en todo el asunto.
     -Eres muy dulce y hermosa, Mara -murmuró perezosamente Nakari- más hermosa que las otras chicas que me sirven. Se acerca el momento, pequeña, de tus nupcias. Y nunca novia más hermosa ha sido llevada hasta las Escaleras Negras.”

     La personalidad y efigie de la dama en apuros, casi angelical, contrasta con la conducta salvaje y maligna de la reina que la tiene como a su esclava.  Además, no puede ser más interesante el hecho de cómo se invierten acá los papeles, y es la mujer “aria” o “caucásica” la que sufre el yugo de la privación de la libertad, por parte de una “negra”, que la ve como un juguete (sexual) y hace lo que quiere con ella.  Sin embargo, el inglés en ningún momento justifica la mansedumbre humana, por ningún lado, lo que lo dignifica aún más y, por relación, también a su propio autor, acusado en más de una ocasión de racista por más de un juicio vertido en sus obras.
      De todos los textos hechos por Howard sobre este personaje, es la única vez en que el mal, lamentablemente tan caro a nuestras debilidades humanas, se presenta en la figura de una mujer.  A la misma Nakari se le compara con el mito de la llamada “Eva Negra”, Lilith, como una criatura de una sensualidad mortal para los hombres que caen en sus redes y que más encima trata de seducir con ofertas de gloria y todo tipo de placeres terrenales, al recto Solomon Kane.  El choque entre voluntades tan fuertes es increíble y si bien alguien como Conan habría aceptado en parte la propuesta de la maligna reina, para luego despacharla de algún modo y mantener su independencia, Kane se niega por sus principios a cualquier acuerdo con esta.
      Otro detalle destacable de esta novela corta, que en realidad este título se acerca casi a las 100 páginas de extensión, lejos mucho mayor que el resto de los que conforman este libro, tiene que ver con el relato del sacerdote atlante y con el que se encuentra el protagonista.  La historia sobre una vieja y avanzada civilización como la suya, condenada a desaparecer debido a los efectos de su propio orgullo, abarcando eras casi imposibles a la mentalidad del resto de los mortales, sirve no solo como un interesante marco para esta aventura: si no que se trata de un interesante aspecto moral de parte de su autor, quien reflexiona respecto a lo perecedero de las empresas de los hombres y la perdición provocada por las debilidades carnales.  Es por esto mismo, que sujetos más simples como Solomon Kane o el ya mencionado Conan, triunfan sobre aquellos que ostentan poder por sobre su prójimo, pues apetitos como la codicia, cuando controlan por completo a los sujetos, solo llevan a la perdición.


6- La colina de los muertos.

     La segunda vuelta de nuestro héroe puritano al Continente Negro, lo lleva a este a quedarse durante un periodo indeterminado en sus profundidades, si es que no para siempre en este lugar (al menos tal como lo llegamos a deducir de lo que alcanzó a escribir su creador sobre este).  Es así que el resto de sus aventuras que están por venir de Solomon Kane, al menos tal y como se van desarrollando, dan la idea de un destino y/o papel que debe cumplir en medio de una tierra, que salvo él mismo, no tiene a nadie más que proteja a los inocentes de las pesadillas que pululan por allí; queda además claro como el agua, incluso por el nombre de uno de los capítulos del siguiente cuento (Alas en la noche), que se trata de la necesidad de la presencia del “hombre blanco” para exterminar el salvajismo de estos parajes y proteger a los indefensos autóctonos, que casi son niños que el paladín  paternalmente protege.  
    En esta historia el protagonista llega a una tierra cuyos habitantes sufren el acoso de una especie de zombies, por lo que sin dudar con su gallardía habitual interviene.  Sin embargo, entre los aspectos más interesantes de este relato se encuentra, nada menos, que la participación de N´Longa, el poderoso brujo negro amigo de Kane, quien acá tiene un rol mucho más activo y que en determinado momento no solo asombra al inglés, sino que también al lector y en especial a aquel conocedor de varios de los prejuicios del texano.  Más tarde, quien en un principio pareciera ser solo otro sujeto más ávido de poder, deja al propio Solomon con la boca abierta y a nosotros también, cuando luego de darle su valiosa ayuda en determinado momento, afirma:

     “Yo conozco estas cosas y formo parte de ellas, pero ¿cómo podría hablarte sobre su esencia? Hermano de sangre, eres un poderoso guerrero, pero en los caminos de la magia eres como un niño perdido. Y lo que a mí me ha llevado largos y oscuros años conocer, no lo puedo explicar de forma que lo comprendas. Amigo mío, tu solo piensas en malos espíritus; pero, si mi magia fuera siempre mala, ¿no tomaría este espléndido y joven cuerpo en lugar del mío, viejo y arrugado, y me quedaría con él? Pero Kran recuperará su cuerpo a salvo.”

    Es a través de esta narración que vamos descubriendo, entonces, a un inesperado Robert Howard, más cercano a aceptar la diversidad étnica y quien además se refiere, de manera muy especial, a la belleza de un par de enamorados africanos.  No obstante lo mejor de las “extrañas aventuras” de Solomon Kane está todavía por venir.

7- Alas en la noche.

     Superando una historia tan potente como Luna de calaveras, esta viene a ser si no la mejor del ciclo original de Solomon Kane, lejos la que posee más elementos terroríficos, como también un grado de violencia ya gráfica.  Respecto a lo primero, nos encontramos con una raza antigua y ya en plena decadencia de monstruos humanoides voladores, que son aquellos que le dan su nombre al texto; descritos como seres que no pueden ser más espantosos en su fisonomía y acciones, responden además a una curiosa aproximación del escritor, para justificar el origen de los viejos mitos, en este caso el de las arpías.  Por otro lado, además se hayan en sus páginas pasajes tan sangrientos como el de los últimos momentos de un moribundo, entregado en sacrificio a los monstruos y el de toda una masacre en la que un pueblo entero cae bajo las garras de tales bestias.
Ilustración (probablemente de un cómic)
basada en este genial cuento.
     En esta ocasión el puritano llega hasta otra aldea, que se encuentra bajo el terror de los monstruos alados, los que piden a sus pobladores cada cierto tiempo una libación humana, a cambio de que estos no saqueen por completo el lugar.  Kane no puede dejar de ayudar a quienes ven cómo poco a poco van desapareciendo, a la par de sus verdugos y cuya raza ya no tiene esperanza de propagarse, aunque los hombres sí pueden salvarse, a cambio de que las arpías fallezcan antes.  
      Acá nos encontramos con un justiciero más heroico que nunca, quien considera una una verdadera obligación moral salvar a estos negros sin vacilaciones, dando tremendas muestras de valor y compasión.  Este Kane es un asesino nato, un ángel vengador de Dios que mata de la manera más mortífera a su enemigo, pues no le quepa la menor duda de que las abominaciones no merecen piedad.  Pareciera que el tiempo en África y su convivencia con sus habitantes, hiciera que este comenzara a ver con otros ojos a quienes antes solo consideraba salvajes, pues Solomon claramente sufre por la miseria de sus protegidos; no quepa duda de ello, cuando hacia el clímax de esta potente historia, termina por dirigir toda su furia contra los espantos alados.

     “Kane miró hacia las ruinas que habían sido Bogonda y a la mortal máscara de Goru. Y levantando los puños apretados sobre la cabeza, maldijo, con llameantes ojos alzados y retorcidos labios llenos de espuma, al cielo y a la tierra, y las esferas superiores e inferiores. Maldijo a las frías estrellas, al ardiente sol, a la burlona luna y al susurro del viento. Maldijo todos los sinos y destinos, todo cuanto había amado u odiado, a las ciudades silenciosas bajo los mares, a las edades pasadas y los eones futuros. Con una aterradora explosión de blasfemias, maldijo a los dioses y a los demonios que hacen de la humanidad su juguete, y maldijo al hombre que sigue viviendo ciego, y en su ceguera ofrece la espalda a los cascos de hierro de sus dioses.
      (…)
      -Ahí habitarás -le dijo Solomon Kane a la cabeza de Goru-. El sol te marchitará y los fríos rocíos de la noche acabarán consumiéndote. Pero yo te protegeré de esas ansiosas aves y tus ojos presenciarán la caída de tus asesinos. No, no pude salvar a las gentes de Bogonda, pero por el Dios de mi raza que puedo vengarlos. El hombre es el juguete y el alimento de titánicos seres de la Noche y el Horror cuyas gigantescas alas se ciernen siempre sobre él. Pero hasta lo maligno puede llegar a su fin... y tú verás ese fin, Goru.”

8- Los pasos en el interior.

     El viaje del héroe que no descansa en su misión de proteger a los inocentes, de las villanía de los hombres y de los males sobrenaturales, nunca teniendo un lugar de descanso al que llamar hogar, ni amar a alguien como hombre o como padre, como tampoco llegando a conocer la idea de la felicidad de formar lo más cercano a una familia, acaba con este relato que nos deja hambrientos de saber qué pasó luego con nuestro justiciero.  Y es que más encima se nos hace una tremenda revelación, que tiene que ver con el origen del poderoso talismán que le regaló su amigo N´Longa, que podríamos considerar como toda una promesa para nuevas aventuras usando tal arma.
     En esta obra, el inquebrantable Solomon Kane se encuentra con una partida de esclavistas musulmanes negros, quienes llevan a otros de color al horrible destino de servir como mercancía humana.  El puritano es atrapado por estos vándalos, pero nunca doblegado, quienes notan que no se trata de un hombre común y que aunque lo convierten en su prisionero, no logran encadenarlo y pese a que lo tienen en sus garras, no dejan de temerle.  En su camino descubren unas ruinas (un leiv motiv recurrente en la narrativa de Robert Howard), en el cual se haya un tesoro impresionante y el cual, por supuesto, no deja de acaparar la codicia de los esclavistas.  Empero, en este lugar, como era de suponer para quienes ya hemos tenido el gusto de leer las aventuras del ya varias veces citado Conan, se haya un horror sin nombre y que consigue escapar una vez que los villanos irrumpen en el sitio.  La devastación provocada por la entidad es espantosa y, como no, solo Solomon está preparado para oponérsele.

     “Yussef chilló como un alma perdida, arrojó al suelo el bastón mágico y se unió a sus compañeros que corrían a internarse en la jungla en enloquecida desbandada, precedidos por sus aullantes aliados. Sólo los esclavos no huyeron, sino que permanecieron amarrados a su destino, gimiendo de terror. Como en una delirante pesadilla, Kane vio a Hassim movido por el viento como el junco, envuelto por un Ser latente y gigantesco que carecía de forma y de sustancia terrenal. Entonces, al llegarle el crujido de huesos machacados y doblarse el cuerpo del jeque como una paja bajo una pezuña trituradora, el inglés rompió sus ligaduras con un volcánico esfuerzo y cogió el bastón mágico.”

     La magia vuelve a tomar un papel fundamental en las andanzas de Kane, quedando esta vez claro de que no toda ella es maligna, sino que también existe otra que protege a la gente del mal, aún mucho más poderosa que esta.  Es aquí que se haya presente el inesperado descubrimiento, sobre de dónde viene el valioso regalo hecho hace tiempo ya a nuestro protagonista, por parte del brujo N´Longa.  De este modo, queda de manifiesto una vez más, de que existe una sabiduría que está disponible solo a unos pocos, puesto que el mundo se encuentra lleno de misterios que en muchos de los casos es mejor no entrar en conocimiento de ellos.  De igual manera, la noción de un bien que supera a cualquier cosa y que sobrepasa a hombres y mujeres, se haya presente en este cuento, abordando ahora no solo la teología “pagana”, ya sea inventada por el autor o de credos existentes como el judío o del Islam, tal como queda de manifiesto en sus páginas, sino que bajo la figura del Dios judeocristiano, como nunca antes en el resto de los cuentos de este ciclo.
     Asimismo la intolerancia religiosa, el odio racial y la falta de escrúpulos para ver en el otro (aquel distinto a uno mismo por su color u origen), se dejan notar de una manera muy especial en este magnífico cuento, que saca a relucir a un Robert Howard que ahora no nos parece tan xenófobo como pensábamos.

Una edición así quisiera tener de estos cuentos.

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