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jueves, 14 de julio de 2016

Viajes en el tiempo con sabor a paella.


     El tema de los crononautas, de los viajeros del tiempo, es sin duda uno de los más populares dentro de la ciencia ficción y la fantasía, teniendo sus antecedentes literarios en verdaderos clásicos como la archiconocida La Máquina del Tiempo (1895) de H. G. Wells y Un Yanqui en la Corte del Rey Arturo (1889) de Mark Twain; el primer caso como todo un clásico de la fantasía científica y el segundo en un tono más satírico y en el terreno de la narrativa maravillosa.  Por supuesto que ante la tentación de conocer el pasado y el futuro, en especial en lo que concierne a arreglar los yerros del ayer y/o modificar el presente, que existirán ejemplos anteriores a los mencionados, así como que con posterioridad otros autores se han preocupado por abordar este tópico tan popular y lleno de posibilidades argumentales.
     Por otro lado, uno de los aspectos más interesante de la posibilidad del viaje en el tiempo, viene a ser la existencia de organizaciones encargadas de velar porque la continuidad espaciotemporal no sea entorpecida por elementos foráneos y ello no traiga devastadoras consecuencias para la historia tal y como la conocemos.  Al respecto es que se puede mencionar la novela El Fin de la Eternidad (1955) de Isaac Asimov y la serie de cuentos pertenecientes al ciclo de La Patrulla del Tiempo (1960) de Paul Anderson, sin duda verdaderos clásicos y por completo recomendables para todo aquel que desee adentrarse en lo mejor de este tipo de ciencia ficción. 
     Como era de suponer, el cine y la televisión no podían quedarse atrás al respecto y es así que hoy en día nos encontramos con verdaderas joyas, tales como las sagas de Volver al Futuro y Terminator, por solo mencionar algunas de las hechas para la pantalla grande; mientras que la pantalla chica nos ha concedido títulos entre los que se encuentran las series El Túnel del Tiempo y Quantum Leap.  Pues todos estos títulos, tanto las películas como los programas de televisión, son claramente ejemplos de la “invasión gringa”, que con su enorme industria dedicada a la entretención mediática, no deja de influenciar en nuestro diario vivir.   Sin embargo el país del Tío Sam no tiene el monopolio en este tipo de obras y hay otros lugares del mundo que poseen una igual extensa tradición en el rubro, con ejemplos de calidad a la hora de crear proyectos audiovisuales atractivos y no solo para su país, sino que de clara proyección internacional, como España.
     La Madre Patria desde la Edad Media posee su propia tradición en materia de lo extraordinario, lo fantástico y lo maravilloso, con ejemplos de rancia relevancia tales como Los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo, El Burlador de Sevilla de Tirso de Molina, Don Juan Tenorio de José Zorrilla y por supuesto Las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer.  Con posterioridad cuando la literatura siguió evolucionando y llegaron los nuevos géneros literarios, tales como la misma ciencia ficción y la fantasía épica, aparecieron en la  vasta producción narrativa peninsular nombres como Domingo Santos, Elia Barceló y Laura Gallego, quienes si bien pertenecen a generaciones diferentes de escritores entre sí, han realizado un trabajo memorable dentro de tales historias.
     Teniendo en cuenta los antecedentes ya mencionados, por supuesto que la televisión española no podía quedarse atrás, encontrando unos cuantos ejemplo como la popular El Barco.  No obstante su más reciente éxito, que ha cosechado además varios elogios por parte de la crítica especializada, lo que le ha significado recibir un montón de premios, viene a ser El Ministerio del Tiempo.  Con dos temporadas a la fecha, que comprenden un total de veintiún episodios (ocho en la primera y trece en la segunda), este programa trata acerca de un grupo de personas que sirven al gobierno español desde la época de la reina Isabel la Católica (quien fundó dicho ministerio), haciendo lo posible para evitar paradojas temporales y alteraciones similares; de este modo sus protagonistas, quienes han sido reclutados en distintas eras dentro del territorio de España, viajan a varias fechas encubiertos para lograr su propósito.
     Varios aspectos bastante atractivos y bien desarrollados comprenden la trama de esta serie.  En primer lugar que el viaje en el tiempo solo se puede hacer al pasado, ya que tal como dice el lema del Ministerio “El Tiempo es lo que es”, de modo que hasta donde es sabido por sus integrantes, el tiempo existe como un continuo que implica aquello que ya fue (y que aun así se puede intervenir) y lo que se está construyendo (o sea, el presente).  Cabe decir que entre sus agentes hay sujetos que debido a su personalidad extraordinaria, fueron incorporadas al servicio; de este modo, algunos de ellos son personajes famosos en la crónica de España y del mundo, tal como el pintor Diego Velásquez (sin duda uno de los recurrentes más carismáticos del programa, pese a su personalidad vanidosa).  Un detalle bastante significativo en cuanto al medio físico que permite pasar de una época a otra, viene a ser que ello se debe a una serie de puertas, todas ellas numeradas y que abren a una fecha en concreto y cuya naturaleza es más bien de corte mágico que tecnológico (puesto que la verdad en lo que va de lo realizado, no se han detenido en contar el origen de estas).  Por otro lado, el número de puertas es al parecer ilimitado e incluso hay algunas desconocidas para el Ministerio del Tiempo.

Uno de los momentos más emotivos del programa: El gran Cervantes transportado al presente y con el propósito de hacerle
ver la importancia de su nombre para la posteridad.

     Cada gobernante español, rey, reina o presidente según la época, sabe de la existencia del Ministerio, ya que si bien es una institución ultrasecreta, sirve a los intereses de la nación, aunque nunca con fines egoístas y que puedan implicar la supremacía del país sobre los extranjeros, respetándose esta regla de honor incluso a sabiendas de los desastres por los que ha pasado España (salvo en el espectacular fin de temporada de este año, cuando un importante soberano modificó de manera drástica el poderío de su patria, lo que provocó el esperado efecto mariposa respectivo, creando una línea temporal alterna); de este modo los mandatarios le entregan todo su apoyo y mantienen enlaces con esta Ministerio que les informan directamente cualquier cosa o son ellos mismos quienes entran en contacto personalmente con sus agentes.
     Un detalle interesante acerca de lo que significa tener acceso a estas puertas y entrar por razones de fuerza mayor o egoístas a sus destinos, viene a ser la tentación que significa usarlas con fines personales; pues por mucho que los miembros del Ministerio tengan un juramento y/o contrato que cumplir, son seres humanos y ello significa que en más de una ocasión pueden sentir la necesidad de hacer uso privado, de las posibilidades que significa controlar el pasado.  Es así que un tema que toma bastante realce en los guiones viene a ser el de la responsabilidad frente a los actos (unos más humanitarios y egoístas que otros), lo que trae como consecuencia la culpa y la duda frente a cómo reaccionar frente a todo esto.  De este modo más de un capítulo se enriquece con estos dilemas, que muestran tantos las debilidades, como las fortalezas del espíritu humano.
     Los Ministerios de cada época se comunican entre sí y ello resulta gracias a personal autóctono de aquellos años, que prestan ayuda a sus colegas provenientes de otros momentos, cuando estos viajan a su tiempo.  Hay distintas especializaciones dentro de esta organización, de modo que solo algunos cumplen la labor de cruzar las puertas, para lo que se preparan como profesionales; asimismo estos agentes trabajan en equipo, habiendo varios de ellos que poseen misiones que difieren de los otros grupos.  Justamente un equipo compuesto por tres miembros, viene a ser el protagonista de este programa, si bien a ellos se le suman otros tres protagónicos (más un cuarto que reemplazó a uno de estos durante unos meses en la segunda temporada).
    Si bien tal como ya se dijo las mismas puertas aparentemente funcionan por medios sobrenaturales, el Ministerio del Tiempo sí usa artefactos adelantados que permiten la comunicación entre una época y otra; de este modo cuenta con celulares y computadores con acceso a una red capaz de abarcar siglos y hasta milenios de diferencia, con lo cual es posible funcionar con eficiencia.
      Al tratarse de una serie española (y con lo orgulloso que es este pueblo, que razones no le faltan), por supuesto que los capítulos y sus guiones abordan hechos históricos y personajes propios de su cronología; no obstante aun así aparecen en ellos personalidades provenientes de otros países, los que son abordados con mucha credibilidad, seriedad y respeto.  En lo que concierne a eventos de importancia para España y que por extensión poseen su relevancia para el resto de la llamada Hispanidad (entiéndase a los países de habla castellana, que mantienen un legado en común que va más allá de una misma lengua, puesto que implica el importante mestizaje, la fe católica y muchos otros aspectos de relevancia, entre los que están las ex colonias del otrora poderoso Imperio Español, como mi país Chile), se encuentran la existencia de la Inquisición, la invasión napoleónica a la Península, la Guerra Civil, la dictadura de Franco, entre otras.  Personajes españoles que han desfilado con gran participación en sus capítulos, han sido nada menos que el Mío Cid, el Lazarillo de Tormes, Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Cristóbal Colón (si bien no dejan de “bromear” con el misterio acerca de su verdadero origen), Ramón del Valle-Inclán, Federico García Lorca, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Ramón Menéndez Pidal y Pablo Picasso, entre otros; entre los extranjeros destacan Napoleón, Harry Houdini, John Edgar Hoover y Charlton Heston (a manera de confesión personal, debo decir que la intervención de tanto personaje histórico, en especial a los que conciernen a la rica literatura española, este desfile de todos ellos viene a ser  un verdadero deleite, para alguien que como yo estudió en la universidad las letras castellanas).
    Tal como es del gusto de los españoles en sus producciones audiovisuales, la recreación de los distintos periodos históricos resulta ser de primera, aprovechando además el avance de la computación para realizar fondos de gran realismo y belleza.  Todos sus episodios a su vez llevan dentro de su título la palabra tiempo (ejemplos: Tiempo de leyenda, Una negociación a tiempo, Tiempo de Valientes) y duran más de una hora cronológica, estando además confeccionados de manera autoconclusiva, si bien mantienen una coherencia que le otorga una línea argumental en desarrollo, con macrotramas (¿Habré inventado yo este término?) que a lo largo de su transcurso permiten giros dramáticos de peso y que mantienen al espectador atento a cómo estas se van desarrollando.  Por otro lado, los momentos de verdadera sublimidad y emoción se hacen estremecedores, apoyado ello en libretos muy bien armados, a lo que se agrega el excelente desempeño de sus actores estables e invitados; a su vez hay unos cuantos desnudos por ahí (si bien solo femeninos, lo que deberían mejorar si en verdad se habla de pluralidad) y bastante humor, siendo que este último elemento está bastante bien trabajado, aunque sin caer en la grosería o lo ridículo (de hecho, hay capítulos donde el humor es primordial, como el dedicado a Napoleón).  También destaca el uso de varias referencias a la llamada “cultura popular”, en especial en lo que concierne a cine, televisión y música.

Escena del episodio El Monasterio del Tiempo...¡Uno de mis favoritos!

     El Ministerio del Tiempo es claramente un título para gente adulta, tanto por su nivel de violencia (que en todo caso no llega al extremo de algunas series gringas como Hannibal o Daredevil), como por sus desnudos, sino que también porque uno de los protagonistas es una preciosa (y maravillosa) mujer lesbiana, la que lleva como todo el mundo adulto “normal” una vida sexual activa; por lo tanto el personaje a lo largo de estas dos temporadas, tiene varias escenas junto a otras bellas damas, unas más subidas de tono que otras.  Un aplauso por la decisión de contar con este personaje dentro de los principales, no obstante ante el detalle de tener a una mujer de la comunidad LGTB, era de esperarse que también se contase con un hombre de estas características y si no como protagonista, al menos como recurrente.  Todas estas palabras, porque al final se trata de discriminación positiva y de sexismo y/o morbo heterosexual machista, ya que por un lado para muchos resulta menos incómodo aceptar a dos mujeres como pareja, que a dos hombres, siendo que además bien sabido es que los varones heterosexuales fantasean con la idea del lesbianismo… ¿Y qué no es otra cosa la televisión que algo más masivo que la literatura y que responde a las tendencias de la mayoría? No obstante la lesbiana aquí presente se aborda como uno de los miembros más auténticos y capaces del programa, de modo que se les puede perdonar a los productores la falta de hombres regios deseándose entre sí (pero si solucionan esto para más adelante…mucho mejor).
     Un programa tan bien realizado como este, no puede carecer de personajes desarrollados con complejidad y carismáticos, llenos de matices, un pasado atractivo, diferentes entre sí y pese a todo complementándose entre ellos con soltura…En suma, todo un grupo de protagonistas inolvidables.   He aquí la lista de ellos:

      Julián Martínez: El galán, se trata del representante del “presente” del trío principal y cuya incorporación al Ministerio del Tiempo tiene relación con la tragedia que marcó para siempre su vida, pues perdió en un accidente a su esposa.  Cuando se entera de las posibilidades que tiene de volver a ver a su amada gracias a las puertas, se obsesiona más que nunca con ello y en lo que va de la primera temporada esta actitud lo marca bastante.  Luego en la segunda temporada tras comprender la imposibilidad de conseguir lo que quiere, este se vuelve alguien más centrado, si bien antes debe pasar por un periodo de reafirmación.
      Amelia Folch: Proveniente de finales del siglo XIX, fue una de las primeras mujeres universitarias de España, ya que se trata de alguien de gran inteligencia y muy instruida.  De personalidad independiente, debido a sus dotes se le otorga el cargo de  líder de su equipo. Debido a sus viajes temporales se encuentra con su tumba y se entera de que en algún momento se casará y tendrá una hija; dicha información se transforma en su propia pesadilla.
      Alonso de Entretríos Fresnada: Para muchos (incluyendo a un servidor) el mejor de los tres que componen el equipo protagónico, quien proviene del siglo XVI y donde era un militar de muchas aptitudes, lo que cuando se vuelve un agente se constituye en todo un arsenal de beneficios para su gente.  Es un hombre de honor y gran coraje, el cual considerando la época de la que venía, tan distinta a 2015 cuando es transportado en el tiempo, debería haber tenido mayores complicaciones para adaptarse, no obstante debido a su espíritu superior llega a tomarle el gusto a varios de los aspectos de su nueva vida (como a las motos).  En la segunda temporada se lleva una gran sorpresa, relacionada con la esposa que tuvo que dejar cuando se le dio por muerto.
      Irene Larra Girón: La sexy dama de la que me referí con anterioridad, fue traída al siglo XXI desde la década de los sesenta.  Es la tercera al mando en el Ministerio del Tiempo y en la segunda temporada se ve involucrada en nada menos que una supuesta traición, lo que despierta sospechas acerca de su lealtad.  Junto a Alonso viene a ser sin dudas mi otro personaje predilecto.
      Ernesto Jiménez: Llegado al Ministerio desde el siglo XV, su verdadero origen es guardado con sigilo hasta un impactante episodio de la primera temporada, cuando se descubre a sus compañeros su familiaridad con un nefasto personaje de la historia española.  De personalidad seria, es un buen hombre que posee el segundo puesto más importante dentro de su organización.  En la segunda temporada se entera… ¡De que tiene un hijo en el siglo XXI!
     Salvador Martí: El líder del Ministerio del Tiempo es un sujeto maduro y de convicciones como el resto de su gente.  El ideal de jefe que cualquiera querría tener, debido a su comprensión para con sus subordinados y la manera en cómo lleva el importante cargo que posee, inspirando sin duda en los demás lealtad y admiración.
     Angustias Vásquez: La secretaria de Salvador, es una mujer dulce y de personalidad más o menos maternal, quien si bien tiene una labor administrativa, en la segunda temporada debe hacer un viaje junto al trío protagónico y en uno de los capítulos más entretenidos de los exhibidos hasta el momento.
      Jesús Méndez Pontón “Pacino”: El otro guaperas (como le llaman en España a los hombres atractivos) del programa, proviene de principios de los ochenta, cuando era un policía detrás de un asesino serial. Se vuelve el reemplazante de uno de los miembros del trío principal durante un tiempo en la segunda temporada.  De espíritu más alegre y donjuanesco que Julián, viene a ser sin dudas otro de los personajes más entrañables de la serie.  Su apodo se debe al parecido con el actor hollywoodense Al Pacino a quien admira luego de haberlo visto en el filme Sérpico.
     Lola Mendieta: Ex agente del Ministerio, la que desde el primer episodio se transformó en la “villana” del programa, si bien no se trata de una mujer malvada, sino que de alguien que usa su conocimientos de las puertas para vender a otros lo conseguido en sus viajes.  Luego comienza a trabajar para nada menos que una empresa gringa, que también tiene acceso al pasado, aunque de una manera distinta (a través de una especie de túnel, en atención a la clásica serie sesentera estadounidense El Túnel del Tiempo).
     
     Tras haber finalizada su segunda temporada, lejos superior a la primera, el panorama sobre una tercera es incierto, de modo que solo queda con armarse de esperanzas para que nuestros queridos héroes españolísimos regresen para divertirnos y más al tratarse de historias de tanto enganche.


De izquierda a derecha: Susana Torres (la otra "villana"), Salvador, Ernesto, Angustias, Julián, Amelia, Alonso, Irene, Diego y "Pacino".


sábado, 23 de agosto de 2014

El (primer) Milenio y el Fin del Mundo según Santa Laura Gallego.


I- Conozcamos algo sobre la escritora.

     Con casi 30 novelas a su haber en menos de 40 años de vida, la española Laura Gallego García es considerada la J. K. Rowling (nombre de la autora de la famosa saga de Harry Potter) de la lengua hispana, por sus obras que en su mayoría giran en torno a la fantasía.  Con textos de corte infantil y juvenil, ha recibido varios premios especializados, siendo además todo un éxito de ventas y de crítica.
    Como muchas de las mujeres dedicadas a la literatura, su obra desarrolla bastante el tema del romance, si bien en sus historias la aventura, los personajes carismáticos y lo sobrenatural no dejan de estar presentes.  Toda esta mezcla ha hecho sin duda que cada título que salga de su pluma, sea lo suficientemente atractivo a sus lectores, en especial para aquellos a quienes dirige originalmente sus escritos y a los que sin duda logra entusiasmar en la fina costumbre de la lectura personal y creativa.
    Dentro de la producción de Laura Gallego destacan sus sagas de fantasía y su colección de novelas “realistas” y seriadas de corte infantil, dedicadas estas últimas a sus personajes Sara y las Goleadoras.  En el primer apartado se encuentra la tetralogía de Crónicas de la Torre (publicadas entre los años 2000 y 2004) y su trilogía de Memorias de Idún (años 2004 a 2006) y la cual es quizás su producción más popular.  En el caso de sus obras sobre Sara y sus particulares amigas, a la fecha estas corresponden a 6 libros, publicándose entre el 2009 y el 2010, de modo que en un mismo año fueron editados más de un título de esta colección. 
     Asimismo su novela llamada El Libro de los Portales fue editada en su lengua original por nada menos que la prestigiosa editorial Minotauro, dedicada en exclusiva a la fantasía y a la ciencia ficción.  Este sello sólo edita a autores de calidad indiscutida y consagrados, siendo que son muy pocos los de habla hispana en ser considerados en su extenso y sobresaliente catálogo; de este modo tal hecho ha venido a ser nada menos que un respaldo de primera, a la hora de reconocer la calidad literaria de la autora.

Laura Gallego.

II- Sobre la novela.

    A finales del primer milenio de la Era Cristiana, en plena Edad Media, el temor ante un supuesto fin del mundo eminente se convirtió en una de las mayores preocupaciones de la población europea.  Mil años después de todo esto, la civilización occidental contemporánea volvió a manifestar este miedo primigenio sobre un Apocalipsis en ciernes.  De este modo en ambos momentos de la historia se desarrollaron una serie de eventos infortunados de histeria masiva y proclamación de varias profecías milenaristas al respecto. 
    Respecto a este singular fenómeno histórico, es que aprovechando la versión del siglo XX de esta crisis, que la autora Laura Gallego escribió su primera novela profesional (ya que tan sólo a los 11 años había escrito la primera) y la cual le otorgó el Premio Barco de Papel 1998 de la editorial SM, orientada a la literatura infantil y juvenil; no obstante esta obra fue recién publicada al año siguiente.  Dicho debut, teniendo la joven artista en aquel tiempo apenas 21 años de edad, se convirtió en el inicio de una exitosa colaboración profesional con SM, ya que en el año 2001 consiguió nuevamente el primer lugar en el mismo certamen que le dio celebridad; por otro lado, numerosos títulos suyos han sido impresos por esta empresa.  
     Tal como se puede desprender de su título en latín, los acontecimientos del libro transcurren en pleno medievo europeo  (puesto que para los que no sepan, en dicha época esta lengua era fundamental en la mayoría de las zonas “civilizadas” y más por ser la lengua oficial de la Iglesia Católica, que en aquellos años poseía gran poder entre la gente), siendo que además estos transcurren en varios países del continente y haciendo referencia directa a muchos de los eventos de la época (como invasiones, guerras, reinados, personajes reales, etc.).  De este modo Finis Mundi resulta ser sin duda una obra enmarcada dentro del género de la narrativa histórica, tanto sea por el tiempo en el que transcurre su argumento, como en su carácter de ilustrar a través de una historia ficticia un mundo que ya fue; todo de forma bastante documentada (y muy entretenida) al incorporar a su trama la descripción de las costumbres, personajes típicos y en especial dedicarle bastante líneas a la caracterización de su sociedad en sus distintos estamentos, clases y comunidades.  Al respecto es que la autora procura representar de forma fidedigna cada una de las culturas que dejaron su impronta en la sociedad donde se enmarca su obra; por ende en varios pasajes de la narración judíos, árabes, campesinos, caballeros, clérigos, nobles, místicos y en especial juglares toman un protagonismo especial en sus páginas.  Es así que considerando que el libro originalmente se encuentra dirigido a un público menor de edad, se constituye en una instancia ideal para que éste pueda conocer el mundo de la Edad Media, interesarse en él y descubrir su encanto y trascendencia hasta nuestros días. 
    La siguiente cita textual es representativa de lo anterior:

    “ Dos días más tarde llegaron a Caudry, a tiempo para la Fiesta de la Primavera.
     La aldea se había engalanado para la ocasión. Las muchachas vestían sus mejores trajes y en la plaza principal se había formado un pequeño mercado; la  noticia de que Caudry celebraba su mayada con garantías había atraído a los pequeños comerciantes y vendedores de la zona, y tampoco los granjeros y agricultores habían dejado pasar la ocasión. Un grupo de saltimbanquis actuaba en una esquina, pero Mattius comprobó, satisfecho, que no había ningún otro juglar.
     Se presentó pues ante el hombre principal de Caudry, habló con él y pronto se corrió la voz de que un juglar muy famoso iba a realizar una actuación especial en honor de los habitantes de la aldea.
    La noticia fue acogida con alegría. La actuación de Mattius completaría los bailes y la música, los concursos, las canciones y las risas.
    Michel lo observaba todo algo apartado. Nunca había asistido a una fiesta campesina. Su vida antes del monasterio se difuminaba en la bruma de borrosos recuerdos de infancia. Y, desde luego, en Saint Paul nunca había visto nada semejante.
    Había estado conversando con el párroco del lugar, el padre Pierre, pero éste pronto tuvo que marcharse a atender otros asuntos. Michel se quedó solo en un rincón, consciente de que estaba algo fuera de lugar, mirando con interés las carreras, los juegos y las distintas competiciones entre muchachos.
    Pronto empezó el baile, y el joven monje pretendió seguir al margen. Pero en las fiestas de Caudry, o bailaban todos o no bailaba ninguno, así que no pudo pasar inadvertido más tiempo. Un grupo de maliciosas muchachas lo sacó a rastras a bailar. Los demás lo recibieron a carcajadas, con una estruendosa alegría.
   Michel se puso colorado, pero una de las jóvenes le enseñó a bailar al ritmo de la música.
    —Es sencillo —le dijo—. Déjate llevar.
   Bailaban en círculos, cambiando de lugar constantemente. Al principio Michel se equivocaba con los turnos y se sintió un poco torpe, pero sus nuevos amigos le animaban y pronto estuvo bailando como el que más, riendo y saltando, y disfrutando de la fiesta.
    — ¡No pareces un monje de Cluny, amigo! —exclamó Mattius una vez que pasó cerca de él.
    Michel volvió a enrojecer, pero no dejó de bailar.
    La fiesta se prolongó hasta caída la tarde. Entonces todos se reunieron en torno a Mattius”.

    También cabe destacar este fragmento:

    “—Nuestro gremio no se reduce a una ciudad, sino que se extiende por casi toda Europa. La mayoría de los auténticos juglares narradores de historias pertenecen a él; así nos aseguramos ayuda, protección y amigos en la mayor parte de las ciudades importantes. Contamos nuestras noticias y las historias que hayamos podido aprender, y así todos nos beneficiamos de la información. Obtenemos también techo y comida.
     —Ya entiendo. Como las posadas para peregrinos a lo largo del Camino.
     —Algo así. Las sedes del gremio nos permiten descansar de nuestra peregrinación por el mundo.
     — ¿Y este Martín fue...?
     —Un juglar. Endiabladamente bueno, además. Amasó una fortuna con lo que nobles y príncipes le daban por relatar sus hazañas, y tuvo la prudencia de retirarse a tiempo, antes de que la memoria comenzara a fallarle. Fue uno de los mejores y recorrió casi todo el mundo. Por eso es ahora uno de los maestros del gremio, aunque haya abandonado la vida errante.
      Michel sacudió la cabeza.
      —Una organización extraña, la vuestra. Nunca había oído nombrarla.
      —Eso es porque la gente suele menospreciar a los juglares. Pero nuestro oficio tiene sus riesgos, y debemos hermanarnos para recorrer los caminos de una forma un poco más segura.
      Martín entró de nuevo en la habitación, seguido de su mujer, que traía dos cuencos de sopa. Mattius y Michel los aceptaron, agradecidos. Su anfitrión los observó con gesto grave mientras ellos daban buena cuenta de la cena.
     —Compostela ha cambiado mucho últimamente —comentó Mattius entre cucharada y cucharada—. ¿Qué ha pasado?
     El rostro de Martín se ensombreció.
     —Los moros vinieron y nos cogieron por sorpresa. No eran muchos, pero los guiaba Al-Mansur; no los vimos hasta que los tuvimos encima. Arrasaron la ciudad. Todo. La basílica también. Murió mucha gente.
     Michel dejó la cuchara. De pronto, ya no tenía ganas de comer.
     —Pero la gente sigue peregrinando hasta aquí —observó Mattius—. Y el anuncio de que Santiago ha sido saqueada ya corre por todo el Camino.
    —Entonces es que no has escuchado las noticias con atención, amigo. Los moros lo destruyeron todo excepto el sepulcro del Apóstol. Santiago sigue intacto.
    Michel dejó caer la cuchara, estupefacto.
    — ¿Quieres decir... que Al-Mansur respetó sus restos? ¿Que no profanó el sepulcro?
   Mattius le dirigió una sonrisa cansada.
   —Quizá sí haya esperanza, al fin y al cabo. Ha sido un acto muy noble por su parte.
   — ¿Nobleza... un infiel? No, ha de haber una explicación.
   —No la hay —dijo Martín—. Estamos en guerra y es lógico que se ataquen ciudades. Pero nadie elige nacer en un bando o en otro, y hay gente noble también entre los que sirven a la media luna. Al-Mansur es un gran general. Más de un rey cristiano habría querido tenerlo a sus órdenes.
    Michel sacudió la cabeza. Era un planteamiento demasiado novedoso para él. No sabía que Martín había viajado por la España musulmana cuando aún era un juglar activo.
    —Fue duro, pero tenemos que seguir adelante —prosiguió el maestro de los juglares—. Los trabajos de reconstrucción han ido lentos por culpa de las lluvias; ésa es la razón por la cual la ciudad aún presenta un aspecto tan desolador. Pero ahora que llega el verano, esperamos poder levantar muchas más casas”.

    Pero no se puede olvidar que la novela en sí también corresponde a un ejemplo del popular género de la fantasía, de modo que a la par de su ambientación medievalista, la presencia de la magia, lo sobrenatural y lo claramente místico y/o esotérico toman un rol preponderante; todo esto permite el desarrollo de una historia inolvidable, donde sus protagonistas realizan un peligroso viaje, con el objetivo de evitar la destrucción del mundo a mano de fuerzas por completo superiores a la de los mortales.  Si bien Laura Gallego en esta temprana obra suya demuestra su interés por la narrativa fantástica, los elementos que utiliza para otorgarle este aspecto a su libro, no dejan de ser verosímiles y conllevarse con la ambientación que escogió para su primera novela en publicarse.  Todo ello porque bien cualquier conocedor de la idiosincrasia medieval, sabe que para sus hombres y mujeres lo sobrenatural formaba parte del diario vivir, gracias a las fuertes creencias de tipo religioso y folclórico; por lo tanto era normal creer en la intervención directa de las fuerzas divinas en la vida de los seres humanos (lo que recibe el nombre de Providencialismo), de entidades demoníacas, brujas, hechiceros y todo tipo de seres y manifestaciones por sobre las leyes de la física.  Es entonces que Finis Mundi no deja de ser un interesante muestrario de lo que significaba vivir en este periodo.

     El texto comienza con uno de sus tres personajes principales, un niño a las puertas de la adolescencia que ha pasado gran parte de su corta existencia como monje en una de las tantas órdenes monásticas católicas y que a duras penas ha salido con vida de un atentado al convento donde vivía; éste logró sobrevivir a la quema de su hogar y matanza de sus hermanos religiosos, llevando consigo un tesoro inigualable: un antiguo y casi desconocido códice en el cual se encuentra consignado que el fin del mundo sería para la llegada del milenio.  Al momento de esto, sólo faltan tres años para dicha fecha, así que al pequeño héroe le queda poco tiempo de modo de encontrar los tres objetos místicos, que al ser reunidos pueden ayudarlo a evitar que la catástrofe se cierna de una vez por todas.  En su camino se encuentra con un joven juglar, quien tras unas pocas desavenencias entre sí, decide acompañarlo en su odisea; poco a poco comienza a darse cuenta de que la misión de quien considerará sin dudas como a su amigo, es de suma importancia y por lo cual debe poner de su parte con el objetivo conseguir la victoria.   Luego aparece una muchacha quien se les une y cuya ayuda les resulta imprescindible.  Entre medio surge varios personajes más, gente noble que les otorga su apoyo y unos cuantos villanos, siendo que además un oscuro grupo que desea para sí el conocimiento acerca de lo que se avecina, anda detrás de sus pasos y les da varios problemas a estos tres y a sus aliados. 
     Teniendo en cuenta, quizás, de que esta novela fue escrita cuando su autora aún no adquiría la experiencia y el dominio que luego obtendría en el arte de la fabulación, se puede entender que hasta cierto punto esta obra podría adolecer de falta de profundidad.   Si bien sus personajes se encuentran bastante desarrollados aún en sus escasas páginas (253) y que tal como se mencionó más arriba el libro no deja de representar de forma plausible el mundo medieval, a ratos un lector más exigente (digamos alguien mayor y acostumbrado a trabajos más complejos) puede echar de menos  la presencia de análisis y crítica abundante en otros ejemplos del género (más todavía al comparársele con otra novela española de fantasía medieval, Historia del Rey Transparente de Rosa Montero y quien si bien escribe por lo general literatura realista, en su primera novela medieval de fantasía fue capaz de crear una obra de singular belleza y sin dudas recomendable tanto por su magnifico argumento, como por las ideas expuestas en ella).  No obstante hacia el en realidad emotivo clímax de esta ópera prima, el tono del narrador se vuelve algo más elaborado y se permite introducir una directa reflexión sobre nuestra naturaleza humana y la dicotomía del bien y del mal, al que somos propensos como especie. 
   A continuación un extracto de todo esto:

    “« ¿Y esto?», preguntó al Espíritu del Tiempo al cabo de un rato. «La risa de los niños, el amor entre jóvenes, la amistad sincera, el cariño, la confianza, la fidelidad. He visto a gente arriesgar su vida por ayudar a los necesitados en una zona de guerra; trabajar codo con codo para salvar vidas, casas, cultivos, después de una inundación o un temblor de tierra. Viajar a regiones pobres para socorrer a los que pasan hambre. Unirse como una pina para pedir el fin de la violencia. Sentarse a hablar pacíficamente de sus diferencias. Hay personas que luchan por salvar el planeta, el aire, el suelo, el mar y las plantas. Gente que trabaja por un mundo mejor. Por el fin de la guerra, la miseria y la esclavitud. ¿No merecen una oportunidad?».
    «Son pocos», respondió el Espíritu del Tiempo.
    «Pero cada vez más».
    «Cuando termine el próximo milenio, el mundo habrá cambiado, pero el alma humana seguirá igual. Los hombres son destructivos. No pueden aprender».
    «¡Pero lo están haciendo! Es un proceso lento, quizá se necesiten más de mil años o más de dos mil».
    Hubo un breve silencio. Entonces el Espíritu dijo:
    «Has visto el futuro. Sabes de lo que es capaz el hombre. ¿Sigues confiando en la humanidad?».
    «Sí, confío en la humanidad», dijo Michel firmemente. «He visto cosas hermosas y cosas horribles. Tengo la esperanza de que, con el tiempo, milenio tras milenio, el hombre será capaz de crear un mundo donde sólo haya belleza».
     «Eso no es posible. El alma humana no puede producir solamente cosas bellas».
     Michel calló un momento y meditó. Luego simplemente dijo:
     «Yo tengo fe».
     « ¿Tienes fe en el hombre?».
    «Así es»”.

    Hay que ser justos con este libro: su autora pretendía entretener sin mayores pretensiones, creando a personajes atractivos y todo en medio de un escenario caro a la tradición literaria de la que como escritora española es heredera; a su vez logró recrear de forma clara la sociedad medieval, de modo de hacer que muchos de sus originales destinatarios luego pasaran a títulos más sofisticados y clásicos.  Todo esto lo logró, siendo que a su vez consiguió dar el primer paso de modo de iniciar una carrera literaria, a la que todo fanático de este tipo de obras debe tener en cuenta y conocer (más por el hecho de ser una de las pocas plumas actuales en nuestra gloriosa lengua española, reconocidas mundialmente por escribir fantasía y que además publica de forma regular).
    Un verdadero caso de curiosidad editorial viene a ser el hecho de que existen algunas versiones de este libro cuyo final se modificó, como en Alemania, donde se le consideró “demasiado influenciado por el Cristianismo” (¡Como si fuese algo terrible, por Dios!), mientras que para una colección infantil se eliminaron los pasajes más “violentos”, de modo de hacerlo mucho más amenos a los niños e incorporarle varias ilustraciones.  Humildemente encuentro aceptable lo último, pero en cuanto a lo primero, me decepciona que Laura Gallego haya aceptado tamaña afrenta con algo salido de su propia persona y que bien respondía al tono espiritual de su obra (el que en todo caso resultaba bastante ecuménico, por tratar con justicia tanto a cristianos, judíos, musulmanes y otros pueblos representados en su libro).

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