1. Cerrando la trilogía.
Supongo que el Tío Steve lo tenía listo
desde un principio, cuando comenzó a escribir sus aventuras dedicadas a Bill
Hodges y compañía, acabar estos libros con sus personajes principales en un
círculo cerrado...Y es que luego del paréntesis que supuso su segunda parte, Quien Pierde Paga (no mala, pero sí inferior en muchos aspectos a su
predecesora y a la novela que hoy nos reúne), Fin de Guardia resulta
ser un emocionante final para quienes aprendimos a gozar con esta incursión
suya en el policial.
El libro transcurre unos 6 años después
de los eventos que llevó al policía retirado Bill Hodges, a unirse a un par de
improbables y efectivos aliados para derrotar al asesino serial Mr. Mercedes.
Brady Hartsfield, quien estuvo en coma y luego postrado tras su inolvidable
encuentro con Holly Gibney al final del primer libro, ha dado señales de volver
a la conciencia de una manera muy especial: con el poder de controlar las
mentes y de cometer con ello algunas aberraciones bastante espantosas. Solo
nuestro trío de héroes, cada uno de ellos sui generis a su manera, sabe lo que
está pasando en realidad y ello significa dejar de lado los racionalismos para
considerar con seriedad las opciones más increíbles.
Aparte de los "chicos buenos" y
del "malo, cada vez más malo", la novela nos permite reencontrarnos
con varios viejos conocidos, entre ellos el antiguo compañero de Bill en la
policía y la actual colega de este, la "señorita ojos grises" (a
estas alturas muy bien caracterizada como una persona detestable). Papeles más
activos y verdaderamente interesantes llegan a tener la hermana menor de Jeremy
y la antigua compañera de trabajo del psicópata, quien está vez en su versión
original y literaria sí que nos llega a simpatizar (a diferencia de su
personificación televisiva, lejos mucho más agradable). Los protagonistas del
segundo tomo, en cambio, apenas son nombrados y si bien habría sido grato tener
más por ahí al buen, la verdad es que no se le echa de menos entre medio de
esta otra narración, lejos más atrapante que sus pasadas cuitas.
A quienes ya se nos presentó y hemos
llegado a apreciar, incluyendo a su nefasto antagonista, se suman dos nuevos
figuras del mal (bueno, uno no tan "nuevo" y tampoco tan nefasto) y
que hacen de esta lectura una experiencia tan satisfactoria: por un lado
tenemos al anciano Al Brooks, al cual conocimos algo en Quien Pierde Paga, pero
que en este libro cobra un inesperado giro y donde participa en uno de los
momentos más impactantes (y sangrientos) de la trilogía. Luego tenemos al
doctor Felix Babineau, algo así como un homenaje del autor a los llamados
"mad doctors", que abundan en las historias clásicas y de las que
siempre se nutre este hombre, detrás de tantos otros tributos a los grandes del
pasado. Es así que sus apodos de Chico Z y Doctor Z respectivamente, le dan
tanto un sentido ominoso, como "ñoño" y muy de cómics a la novela que
estamos revisando.
Nuestro querido autor comenzó sus
andanzas como escritor profesional, publicando sus primeras novelas con niños y
adultos poseedores de poderes psíquicos como sus protagonistas; desde su ópera
prima y la telequinesis de Carrie, a las capacidades de Danny
Torrance en El Resplandor, a la clarividencia del profesor de La
Zona Muerta y la piroquinesis de la muchachita de Ojos de Fuego, numerosos
son los ejemplos en su literatura de casos como este. Cada título suyo con
tales características, lo cuenta su creador con una verosimilitud tal, que
llegamos a creerle sin tapujos en que ello puede ser posible.
No obstante, cuando comenzó esta trilogía
Stephen King, lo hizo con un realismo tal que mostró otra vez lo bien que le
salen también estas otras historias (tal como ya lo hizo en sus novelas cortas El
Cuerpo, Ryta Hayworth y la Redención de Shawshank y su famosa novela Misery).
Continuó con este estilo en la segunda parte, Quien Pierde Paga; pero
para finalizar la saga de Bill Hodges, tuvo la feliz ocurrencia de hacer que el
villano se volviera ahora uno de esos tipos que tan bien le salen. La violencia
extrema habitual en su obra, desde que publicaba cuentos en "revistas para
hombres", nunca estuvo exenta en los textos anteriores; sin embargo, en
esta ocasión las salvajadas cometidas por alguien que ahora se ha vuelto más
mortal que nunca, logra contentar por completo a sus llamados "lectores
constantes". Por lo tanto, podemos afirmar sin tapujos que el King de
siempre nunca se ha ido.
Por otro lado, el Tío Steve recupera su
interesante manera (que de seguro, no se trata de una idea original por
completo suya) de abordar el uso de la tecnología para delinquir y cometer
actos nefastos, algo que hace como parte del sello y modus operandi de la
némesis del protagonista (a mi humilde parecer, uno de los mejores villanos de
King).
No se puede dejar de lado la honda
reflexión que hace en esta obra nuestro artista, cuando nos demuestra a través
de una fantasía el horror del suicidio y de las enormes tazas de casos al
respecto, en especial entre los adolescentes; por esta misma razón, la novela
que hoy nos reúne y la trilogía completa, no son solo divertidas historias,
sino que un llamado a no perder nunca la esperanza, pues la vida vale vivirla y
nunca estamos solos (como bien queda demostrado, a lo largo de las más de mil
páginas que comprenden la trilogía de Bill Hodges).
3. El tiempo no
pasa en vano, ni en la vida real, ni en la ficción.
Los personajes del Maestro del Terror para
nada son unidimensionales, al contrario, son seres complejos con los cuales uno
llega a encariñarse, debido a la verosimilitud y complejidad con la cual su
gestor llega a darles forma; y es que podemos ver cómo estos evolucionan a lo
largo de un mismo libro, lo que resulta evidente con sus héroes de La Torre Oscura (gracias a todos los libros que comprenden esta saga) y el
otrora niño de El Resplandor, ya un hombre maduro en su secuela Doctor Sueño (lo mismo que ya había hecho con Jack Sawyer, cuando junto a su
amigo y socio de escritura, Peter Straub, lo llevó de ser un niño en El
Talismán a un adulto en Casa Negra). Pues al ser esta una
trilogía, resulta maravilloso cómo llegamos a presenciar el crecimiento
espiritual del trío de héroes que la conforman. Bill, en un principio un
sesentón que ha perdido las ganas de vivir, Holly, una cuarentona llena de
miedos y Jeremy, un adolescente alegre con todas las ganas de abrazar el futuro
que se le avecina; todos ellos unidos en circunstancias límites y cuya relación
llega a su cumbre en esta última novela.
Sin dudas que quien mejor sale
"parada" frente a todo esto es Holly (a estas alturas, uno de mis
personajes kingnianos favoritos). El camino hacia la realización personal, por
el que pasa esta mujer madura, con taras psiquiátricas y aún así con un corazón
de oro y una inteligencia sobresaliente, es tortuoso; pero también un ejemplo
de resiliencia que da gusto. El cariño que parece haberle tomado su creador, se
puede evidenciar por el hecho que tras el cierre de la trilogía, la
"rescató" del supuesto olvido para convertirla en una de las
protagonistas de su novela El Visitante; más encima, volvió a
utilizarla para una novela corta, que podremos leer este año en su nueva
colección de novelettes, que sale este año publicada.
Jeremy claro que crece como individuo, si
bien es justamente en el clímax de Fin de Guardia, que este llega a
tener su mejor momento de la trilogía y que resulta ser otra manera de cerrar
el círculo, al repetir otro de los patrones del primer libro: la justicia se
realiza, aunque por otros caminos a diferencia de lo que esperamos y si antes
fue la mencionada Holly quien fue su instrumento, esta vez...
En la actualidad Stephen King tiene más de
70 años, de modo que su protagonista principal viene a ser sin dudas una
proyección de su persona: aún a esa edad, no podemos perder el fuego del
corazón y dejar de ser un aporte para el mundo. Por todo esto y más, el final
de la novela no puede ser más emotivo (que lejos le quedó mucho mejor, que el
decepcionante desenlace de su famosa saga de fantasía oscura, ya saben a cuál
me refiero) y por eso los invito a estar preparados: puede ser que les saque
una que otra lágrima.
Elwin:
ResponderEliminarMuy buen post, a la espera de las entregas finales con las dos últimas temporadas de la serie. Con respecto a Fin de Guardia, es realmente una gran, pero gran novela. No solo como un broche de oro a una trilogía que nos brindó buenos momentos y, principalmente, grandes personajes. La gran característica de esta novela, para mi, es que King logra aunar lo mejor de dos mundos: el policial y el terror sobrenatural, en una mezcla de géneros que, viendo The Outsider, parece que le ha gustado.
Saludos
RICARDO
¡Y pensar que no me entusiasmaba tanto leer estos libros! (pese a ser de Stephen King). Realmente me saco el sombrero ante el Tío Steve y ahora solo quiero más de Holly, pero antes debo leerme otras 3 novelas suyas que tengo desde hace rato. Mientras tanto, a gozar la serie de "Mr. Mercedes"
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