Robert Sheckley. |
Hay bastantes Robert en el mundo de la llamada
“literatura de género”, como para hacer un buen listado con cada uno de ellos y
darse cuenta de que la ciencia ficción, el terror y la fantasía le deben
bastante a este nombre. Es así como
podemos mencionar entre estos autores, que han dejado sin duda una huella
indeleble en el arte de la narración, a autores ya célebres como lo son Robert Bloch (basta con mencionar su más famosa novela, Psycho, en la que se basó
la famosa película Psicosis de Alfred Hitchcock), Robert McCammon (igual que el
anterior, destacado novelista y cuentista de horror, entre cuyas obras se
encuentra El Buque de la Noche), Robert Jordan (creador de la extensa
saga de fantasía de La Rueda del Tiempo), Robert Heinlein (el cual junto con
Isaac Asimov y Arthur C. Clarke, forma parte del triunvirato de escritores de la
Edad de Oro de la ciencia ficción más destacados y que a su vez escribió nada
menos que Odisea 2001, entre otros grandes títulos), Robert Howard (¿Quién no
conoce a su personaje más emblemático, Conan el Bárbaro?), Robert Silvenberg (uno
más con una extensa lista y un montón de premios), Robert J. Sawyer (cuyas
novelas del ciclo del Paralaje Neanderthal, son
hoy en día todo un referente en la ciencia ficción de los últimos años), mientras que en lengua castellana tenemos a mi compatriota Roberto Ampuero (si bien a diferencia de los anteriores, se destaca por ser autor de novelas policiales, siendo el creador del simpatiquísimo detective privado Cayetano Brulé)…Y
Robert Sheckley, a quien está
dedicada esta entrada. ¿Me falta alguien
más a quien mencionar?
Mañana
será así (1960) corresponde a la novela que hoy día me lleva a escribir
y cuyo nombre en inglés es por completo diferente a su traducción en la lengua
de Cervantes: The Status Civilization.
Texto breve que en castellano posee poco más de 200 páginas, se lee de
manera rápida gracias a su narración entretenida y que acapara la atención del
lector desde el principio, quien puede ocupar unas cuantas horas o a lo más
unos días en acabarlo. Trata sobre un
hombre al que condenan a vivir en un planeta prisión, alejado de la Tierra y
del cual según se dice no hay manera cómo escapar. Al protagonista le han borrado gran parte de
su memoria, quedando muy pocos rastros de ello, siendo que lo único de lo que
tiene certeza es que todo ha sido su castigo por haber matado a otra persona. El sitio al que llega en una nave junto a un
grupo de otros reclusos, no posee ni rejas, ni es una cárcel en el sentido
estricto de la palabra; pues la verdad sobre este mundo es que es gobernado por
los propios prisioneros, con un sistema de castas según el grado de criminalidad
de sus ciudadanos; a su vez la única manera de ascender socialmente en él, es
practicando los actos más atroces de la humanidad (en especial el
homicidio). No obstante por mucho que
uno suba en el escalafón social de Omega, siempre debe andar con cuidado,
puesto que solo unos pocos ostentan el verdadero poder y siempre hay quien
desea pisar a su prójimo para salir adelante.
Por lo tanto el protagonista debe aprender por su cuenta a sobrevivir en
su nuevo hogar y para su suerte no le resulta tan difícil, si bien desde un
principio demuestra no ser un criminal de sangre fría, a diferencia de la
mayoría de quienes lo rodean…Es en todo esto que el libro demuestra pertenecer
a aquellas historias sobre un hombre inocente y que de manera injusta se ve
obligado a vivir tras las rejas, lugar en el que conoce lo peor de sus
congéneres, pero donde igual es posible la existencia de algún tipo de lealtad
y amistad, como, por ende, de optar a las esperanzas.
“En Omega, la ley es suprema.
Oculta y revelada, sagrada y profana, la ley gobierna las acciones de todos los
ciudadanos, desde los más inferiores en lo inferior hasta los más altos de lo
alto. Sin la ley, no podría haber privilegios para aquellos, que hacen la ley;
por consiguiente la ley era absolutamente necesaria. Sin la ley y su austero
cumplimiento, Omega sería un tremendo caos en el cual los derechos del hombre
se extenderían tan sólo hasta donde y hasta lo que él personalmente pudiera
imponer. Esta anarquía significaría el final de la sociedad de Omega; y en
particular, significaría el final de aquellos ciudadanos decanos pertenecientes
a las clases gobernantes que habían ido aumentando de categoría, pero cuya
habilidad en el manejo de las armas había pasado hacía tiempo la cumbre.
Por consiguiente la ley era necesaria.
Pero Omega era también una sociedad
criminal, compuesta enteramente por individuos que habían roto las leyes en la
Tierra.
Era una sociedad que, en el análisis final,
daba importancia al esfuerzo individual. Era una sociedad en la que el rey era
el que infligía la ley; una sociedad en la que los crímenes no eran tan sólo
consentidos sino también admirados e incluso premiados. Una sociedad en la que
la desviación de las reglas era juzgada solamente en su grado dé éxito.
Y esto daba como resultado la paradoja de
una sociedad criminal con leyes absolutas que estaban hechas para ser rotas”.
Hasta
aquí la novela juega con este tipo de tramas, donde un antecedente literario de
gran calibre puede ser El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas; puesto que
en ambos casos se trata de un individuo extraordinario, quien demuestra su
valía de espíritu, aun cuando todo tendría que ir en su contra considerando sus
circunstancias. No obstante Sheckley
agrega un primer elemento nuevo en el argumento y que bien atiendo a temas
caros de la ciencia ficción, si bien simbolizan un aspecto más de nuestra
humanidad: la existencia de mutantes en el planeta, quienes viven alejados
(aunque no por completo) del resto de los habitantes de Omega. Estos sujetos representan al hombre condenado
a otro tipo de destierro, al que sufre en carne propia la incomprensión de los
demás por ser distinto, ya que la mayoría es incapaz de aceptar la diferencia
por simple intolerancia o miedo a la diversidad. Por supuesto que algunos de estos mutantes poseen
poderes, otro elemento destacable en este género literario y es así como al
menos uno de ellos, cumple un papel importante dentro del destino de nuestro
héroe. Uno de los diálogos entre uno de
estos y el personaje principal, es un ejemplo de la clara crítica que hace el
autor a la segregación social, considerando además que cuando fue escrita esta
obra, Estados Unidos estaba por pasar un periodo importante de revueltas,
debido a los conflictos con la minoría negra en sus tierras.
Hasta
lo mencionado, corresponde a lo que bien puede ser llamado como la primera
parte de la novela, la cual posee sus propias subdivisiones, según el
acontecimiento principal en el que se ve inmiscuido su protagonista. De este modo a lo largo de sus varios y
cortos capítulos, vamos conociendo a la par de Will Barrent, distintos detalles
acerca de la nueva vida en la que se encuentra.
Si el libro posee esta primera parte, que en todo caso no lleva nombre,
ni está separada de la siguiente de alguna forma más señalada, por supuesto que
entonces debe poseer una segunda y bien esta corresponde en cierta medida a la
otra mitad del libro. Pues el héroe debe
realizar un viaje del cual no sabe si conseguirá su objetivo y por ello mismo
una vez más su vida estará en peligro.
Es cuando el libro pasa de ser una novela “de cárcel” y aventuras, a
convertirse en otro tipo de historia y en la cual su autor no evade la
oportunidad de criticar ahora los sistemas ideológicos políticos y/o
gubernamentales, supuestamente perfectos, es decir, los totalitarismos y más si
se disfrazan con un aparente paternalismo por parte de sus líderes a la comunidad.
Así es como esta obra se convierte ahora en un exponente del subgénero
de la antiutopía, ya que el ex presidiario se encuentra con un nuevo mundo,
donde aparentemente todos son felices, puesto que han renunciado a su libre
albedrío y con ello a la oportunidad de disentir a gusto del resto (y por ende,
ser plenos mientras más se acerca uno a su propia idea de felicidad). Por tanto ahora la lucha es contra otro
sistema injusto, el cual si en apariencia pareciese ser benigno, ha estancado a
los seres humanos en su búsqueda de la verdadera prosperidad.
La
crítica social es fuerte en Mañana será así y en ella no salen
bien paradas las instituciones, a las cuales Sheckley denuncia en su defectos,
a la hora de controlar a la gente con mentiras y absurdos. No obstante esto lo hace como es su costumbre,
haciendo uso de la sátira y es así como uno de los momentos más hilarantes de
la novela, resulta ser cuando aparece un curioso personaje que encarna todo lo
ridículo y falso de la religión que profesan los habitantes de Omega:
“—El Mal —dijo el sacerdote,
después de haberse colocado confortablemente en el mejor sillón de Barrent— es
esa fuerza que llevamos dentro y que inspira a los hombres a realizar actos de
fuerza y resistencia. El culto al mal es esencialmente el culto a uno mismo y
por consiguiente el único culto verdadero. El mismo al que se adora es el ser
social ideal; el hombre está contento en su nicho en la sociedad, pero está
preparado para agarrar cualquier oportunidad que pueda servirle de avance; el
hombre que encuentra la muerte con dignidad, que mata sin sentir el vicio
degradante de la piedad. El Mal es cruel, puesto que esto es un reflejo
verídico del universo desamparado e insensato. El Mal es eterno e invariable,
aunque venga a nosotros en diversas formas de vida proteiforme.
— ¿Tomaría una copa de vino, Tío? —preguntó
Barrent.
— Gracias, es usted muy amable —respondió
Tío Ingemar—. ¿Cómo va el negocio?
— Bien. Algo flojo esta semana.
— La gente no se toma ya el mismo interés
en los venenos —dijo el sacerdote, bebiendo poco a poco la bebida que le había
ofrecido Barrent—. No es como cuando yo era un chiquillo, recién degradado y
trasladado desde la Tierra. Sin embargo, le estaba hablando del Mal.
—Sí, Tío.
—Adoramos al Mal —dijo Tío
Ingemar— en la personificación del Negro, ese espectro cornudo y horrible de
nuestros días y noches. En el Negro encontramos los siete pecados capitales, los
cuarenta crímenes y los ciento un delitos. No hay crimen que el Negro no haya
realizado, impecablemente, como corresponde a su naturaleza. Por consiguiente
nosotros seres imperfectos nos modelamos de acuerdo con sus perfecciones. Y a
veces, el Negro nos premia apareciéndose ante nosotros con la terrible belleza
de su encendida carne. Sí, Sobrino, en realidad yo he tenido el privilegio de
poder verle. Hace dos años apareció en el final de los Juegos y también se
apareció el año anterior”.
Considerando que el libro fue escrito y publicado en los albores de la
década de los sesenta, en plena Revolución de las Flores y del movimiento
hippie, se puede también destacar el papel que cumplen acá las drogas
alucinógenas, como un medio para realizar otro tipo de “viajes”, conseguir
cierto autoconocimiento, como por igual evadirse de la realidad. Tal como en otros momentos de la lectura, el
escritor describe la única experiencia de su personaje principal al respecto,
con una soltura narrativa que no deja de impresionar por su prosa y que aún en
medio de toda la imaginación de su ficción, donde una vez más se puede
encontrar el disfraz con el cual la ciencia ficción representa la realidad, que
todo resulta más que verosímil (en este caso, con el tema de la drogadicción y
el uso “institucionalizado” de estupefacientes).
Por
último, cabe detenerse en el nombre del planeta prisión, Omega (la última letra
del alfabeto griego y que a su vez representa la idea de “fin” o “término”), el
cual no puede estar mejor elegido para designar al último bastión de la
Humanidad y donde se supone están todos los parias de ella.
Muy interesante y completa esta entrada, Elwin. ¡Felicitaciones! Todos los días uno descubre algo nuevo: En mi caso, con esta entrada tuya, fue el hecho de que este autor escribió la novela en la que se basa la película Freejack, que me parece una excelente película de ciencia ficción.
ResponderEliminarEl libro o novela que ocupa tu artículo se ve muy llamativo e interesante. Algo similar a Shawnshank Redemption pero en el futuro (y en el espacio, según se ve). Espero poder conseguirla en algún momento y poder leerla.
Bueno, dentro de poco me leeré otra novela de esa autor, así que Sheckley pronto volverá al Cubil. Respecto a la película que mencionas, es una de mis favoritas y escribí sobre ella hace rato, siendo uno de los textos más leídos de mi blog. He aquí el enlace por si te interesa: http://elcubildelciclope.blogspot.cl/2012/02/el-valor-de-la-esperanza.html Me iba a referir a la novela corta que la inspiró, como otra obra literaria que abordara la idea de un hombre inocente, condenado a estar en prisión por un crimen que no cometió, pero al final desistí.
EliminarMuy buena entrada Elwin, una ves más contribuyendo a salvaguardar el buen hábito de la lectura.
ResponderEliminarComo siempre gracias por dedicarle tu tiempo a mi blog.
EliminarEstimado, que bien que te hayas interesado por un autor clásico de la ciencia ficción como Robert Sheckley. Se agradece. Pero este comentario será más bien crítico, y aunque se que eso no te gusta, como dijo Cool Mac Cool, "yo amo el peligro". Una vez más te comento que un defecto de tus críticas de libros (y pelis también) es que haces spoiler y resúmenes demasiado explicitos de las mismas, lo que en mi caso, hace que no siga leyendo cuando se trata de una obra que no he visto. Se que tú señalas que tienes que hacer eso, para poder “realizar un trabajo medianamente serio”, según tus propias palabras, pero yo pienso que una reseña o critica o comentario de una novela, por ejemplo, no es lo mismo que un resumen. Esa es mi opinión.
ResponderEliminarTe vuelvo a señalar que se agradece que hables de un autor como Sheckley, poco conocido por estos lares. Pero los spoiler y tanto resumen no son necesarios, pienso yo. Y que Sheckley no haya sido suficientemente conocido y "famoso", no es relevante. El mainstream es una veleta, un falso ídolo,y no se puede andar viendo por la vida si es propicio con uno. No todo lo que brilla es oro. Y Sheckley si era oro puro.
Saludos, amigo mío.
Qué bueno hayas leído esta entrada, puesto que tu recomendación fue relevante a la hora de disponerme a leer a Sheckley (hace rato que ya sé que debo seguir tus consejos en cuanto a conocer a "nuevos" autores y otras obras). En cuanto a los spoilers...¡Amigo mío, me resulta imposible escribir una crítica con tan poca información! Así que lo siento. Tal vez todo esto sea efecto de mi formación (o deformación) académica como "especialista", ya que en la universidad me enseñaron a trabajar así las historias (usando el llamado "método hermenéutico", que la verdad creo haberlo adaptado a mi manera). Por cierto, tal como ya te he contado, Sheckley dentro de poco estará de vuelta por acá.
EliminarA mí en lo personal, de lo poco que he leído de Sheckley, me parece que su sentido del humor que deriva de tomar ciertas premisas y darles la vuelta hasta tornarlas un absurdo, le queda mejor en formato de cuento en donde debe despachar la idea rápido, que como novela, en donde tiende a estirar las historias. Dicho esto a título de mera impresión personal, eso sí. Esta novela en particular no la he leído, pero se ve interesante, así es que si la pillo, habrá que darle una oportunidad.
ResponderEliminarPor cierto, no sé si fue un error de redacción de tipo idea mal redactada o algo, pero en una parte dice "donde un antecedente literario de gran calibre puede ser El Prisionero de Zenda de Alejandro Dumas, obra más conocida como El Conde de Montecristo". Así escrito, da la idea de que ambas novelas son la misma, lo que no es así: El Conde de Montecristo fue escrito por Alejandro Dumas a mediados del XIX, y El prisionero de Zenda por Anthony Hope a finales del mismo. Además, más allá de la idea básica de un personaje que se mueve bajo una identidad fingida, ambas novelas no tienen demasiado en común que digamos, creo yo.
Saludos.
A mí me gustó tanto esta novela, que en menos de un mes me leeré otro libro suyo. Te agradezco el dato sobre mi errata respecto a las novelas clásicas mencionadas, que la enmendaré de inmediato.
EliminarDe hecho, tuve la suerte de conocerle durante una visita a la Semana Negra de Gijón, e incluso de escribir un artículo a modo de necrológica / despedida tras su triste fallecimiento. En España fue autor fetiche de la desaparecida revista Nueva Dimensión, que publicó muchos de sus relatos, sueltos o en forma de antología. Por no hablar de su obra clásica "La décima víctima", o "Los viajes de Joenes", recientemente reeditado por Bibliopolis. Un escritor a redescubrir, sin duda.
ResponderEliminarTe envidio, je, por haber tenido tal honor...¿Pudiste hablar con él y/o sacarte una foto juntos? Esta semana me leí otro libro suyo y en unos días más pretendo escribir y subir mi texto al respecto. Yo con ansias de leer más de él, aunque te adelanto que lo último que me leí de él me decepcionó un poco,
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