martes, 27 de diciembre de 2022

Reinventando con inteligencia.


 1. El material primigenio.
 
     Dentro de los shows televisivos “ñoños” más queridos y recordados de los sesenta (Star Trek, La Dimensión Desconocida, Los Visitantes, Hechizada, Perdidos en el Espacio, etc.), que más encina consiguió cierta influencia dentro de la cultura popular y posteriormente tuvo varias nuevas versiones, se encuentra una comedia familiar muy especial: Los Locos Addams (The Addams Family).  Basada en una serie de cómics homónima, que aparecía en una popular revista gringa (The New Yorker), de Charles Addams, nos muestra a la singular familia que le da su nombre y que resulta estar compuesta por individuos bastante cercanos a los monstruos clásicos del terror hollywoodense; comenzando por el padre de familia, Homero (Gomez en inglés), un sujeto de apariencia muy bizarra (en la historieta su fisonomía es mucho más esperpéntica, que la del guapo hombre latino del show y de posteriores películas para el cine), la vampiresca esposa y madre de dos hijos Morticia, el desquiciado y calvo Tío Lucas, el mayordomo con apariencia de zombie Largo y los niños Pericles y Merlina (Wednesday), que gustan de juegos masoquistas; a los anteriores, se les suma una mano “viva” llamada Dedos y el Tío Cosa con su cabellera abundante y lisa, que no deja ver su rostro, ni cuerpo, entre otros personajes recurrentes.  Todos estos se muestran como una familia “distinta”, con sus raras costumbres ligadas al mundo de lo siniestro y aun así muy unidos; por lo mismo, son un ejemplo de Sueño Americano concretado en un Estados Unidos cosmopolita, formado por inmigrantes de todos lados.  Cabe mencionar que pese a sus gustos y apariencias, son ciudadanos modelos, ya que no gustan de molestar a otros con sus preferencias, ni a cometer atrocidades que puedan dañar al resto de las personas (al menos eso en las versiones más clásicas, partiendo de este espectáculo televisivo hasta hace poco).
    Luego de dos exitosos filmes hollywoodenses noventeros, con estrellas del calibre de Raúl Julia, Angelica Houston y Christopher Lloyd, más una segunda secuela hecha directamente para arriendo y/o venta directa (en VHS), nada habíamos sabido de esta recordada familia, hasta que este año se apareció en Netflix Merlina.


 
2. Una actualización inmejorable.
 
     Estrenada el 23 de noviembre este año dentro de la programación original de Netflix, consta de 8 episodios y fue dirigida mayormente por Tim Burton (quien logró darle su característica atmósfera gótica y estilizada).  Tal como dice su nombre, este título se encuentra centrado en Merlina, la protagonista y antiheroína, quien ha sido obligada por su familia (y la ley) a internarse en muy particular instituto; allí, pese a sus intenciones de no sintonizar con el medio, comienza a establecer lazos afectivos con unos cuantos del lugar y se ve involucrada en misteriosos crímenes, que tienen estrecha relación con ella y su ascendencia.
    Al contrario la primera idea, que nos podemos hacer de este COMPLETAMENTE recomendable espectáculo, de que se trata de una producción juvenil y “livianita”, Merlina está llena de virtudes y aspectos en los cuales vale la pena detenerse para apreciar:
 
·       En primer lugar, tenemos a una protagonista potente, excelentemente caracterizada por Jenna Ortega, quien al concederle a su rol una personalidad más que excéntrica (entre psicopática y con espectro autista, no dada a expresar sus emociones, quien siempre habla con un tono sepulcral), va evolucionando para convertirse en alguien que, pese a su frikismo, nos agrada sin mayores problemas.  Uno de los tantos personajes femeninos fuertes de esta propuesta y la cual se convierte en una representante de la autenticidad, dentro de un mundo donde hasta los “raritos”, actúan sometidos a los convencionalismos de su sociedad.
·       Luego tenemos a una serie de coprotagonistas y/o secundarios más que llamativos, lo que implican a una inesperada mejor amiga y licántropa, un chico nerd obsesionado con las abejas (ya al final de la temporada, nos enteramos recién de qué tiene que ver en realidad con estos insectos), un pintor “maldito”, una directora de lo más misteriosa y un objeto romántico “normal”, entre otros.  Cada uno ayudando a completar un caleidoscopio de sujetos interesantes, que nos revelan cuán diverso puede ser nuestro alrededor.
·       Que Merlina tienda a autoexcluirse del medio y termine por encontrar pares como los ya mencionados adolescentes, permite abordar valores como el compañerismo y la idea de que por mucho que nos sintamos extraños, si miramos bien a quiénes están a nuestro alrededor, terminaremos dándonos cuenta de que no estamos solos.  Tenemos cosas en común con otras personas, es solo cosa de descubrirlo y, por último, las circunstancias nos llevan a encontrar a nuestros pares.  Por lo mismo, estos compañeros y compañeros nos ayudan a crecer y a acercarnos a la idea de felicidad que poseemos.
·       Los problemas de Merlina con sus padres, así como los que tiene su amiga y otra de las chicas de la Academia (cada una con su propio grado de complicación), no solo son representativos de los conflictos generacionales de los adolescentes, sino que nos entregan particulares dramas humanos y que permiten que estas chicas exhiban su capacidad de resiliencia (y algo, que también, vemos en los dos compañeros varones mencionados más arriba).
·       La dosis de humor negro y de violencia gráfica, no solo resulta atractiva al supuesto público original del show (adolescentes), sino que alienta a los amantes mayores del terror (y, más encima, a quienes disfrutamos en nuestra juventud con la serie clásica, o bien solo con las películas) a gozar de esta mezcla detrás de su sólido argumento.
·       La ambientación “burtiana” del programa es un plus que no podemos ignorarlo.  Es así como, el mismo nombre del centro de estudios en el que están los personajes, Academia Nevermore y en honor a Edgar Allan Poe, acentúa esta atmósfera gótica (la estatua del escritor en este edificio es, sin dudas, preciosa).  Todo acompañado por personajes estrafalarios, propios de la filmografía del realizador, haciendo que sus rarezas los hagan tan entrañables y podamos identificarnos con ellos mismos (¿Quién es realmente normal?) … ¡Y no olvidemos la banda sonora de Danny Elfman! (compositor que ha trabajado en casi todas las obras de Burton, logrando representar musicalmente y con fidelidad, la carga emocional de sus creaciones).
·       Contar con tres queridas actrices en el reparto, verdaderas divas, realza mejor el compromiso de los realizadores de entregarnos algo atractivo.  En primer lugar, tenemos el regreso inesperado de alguien como Catherine Zeta-Jones, a quien no la hemos visto en muchos títulos últimamente y quien hace acá de una siempre imponente Morticia (aunque mi favorita es la interpretada por Angelica Houston).  Luego, tenemos a una actriz que no hace mucho fue consiguiéndose el aprecio de los espectadores, Gwendoline Christie, quien nos hizo llorar como la mujer-caballero Brienne de Tarth en Juego de Tronos (papel que la hizo famosa) y que este mismo año hizo de un genial Lucifer en The Sandman; no está de más decir que, reencontrarse con ella, siempre en papeles “ñoños” como los mencionados, es todo un agrado.  Y, por último, Christina Ricci, nada menos que la Morticia de las cintas para el cine, ahora en un papel por completo distinto (un precioso guiño a una, por igual, icónica versión del personaje principal).
·       El misterio perpetuo en esta producción, que cada vez que Merlina indaga en los secretos de Nevermore, más intrigados quedamos como espectadores, está trabajado de la manera más plausible.  Sospechamos de casi todos y solo al final se sabe la verdad con gran sorpresa para uno.  El corte policial de la serie, hace que este menjunje dramático sea todavía más adictivo y, por lo mismo, hay que ser muy disciplinado para no devorarse todo altiro.
·       No podemos olvidar al personaje de Dedos, quien sin tener diálogos orales (pero sí usando lenguaje de señas), consigue “robarse la película”, al darle una verdadera personalidad, entregándole varias escenas importantes y, más encima, rediseñándolo para hacerlo más actual y atractivo hoy en día.

¿¡Con esos deditos comes no sé qué cosa1?


·       La manera de cómo se aborda el tema de la maldad, al hacer que esta sea lo suficiente complejo, como para demostrarnos que las cosas no son blanco y negro, sino que hay matices y no todo es lo que parece, nos lleva a reflexionar que no podemos dejarnos llevar por las apariencias.  Por lo mismo, que la historia transcurra en un internado para “monstruos”, los que son debidamente humanizados, es que esta serie nos enseña que el mal se encuentra de las maneras más insospechadas y entre quienes menos lo esperamos.
 
      Queda claro que me ha gustado bastante esta producción, pero… ¿Le encuentro algo que mojar o no haya sido de mi agrado? Solo dos detalles, que uno es mínimo y tiene relación con mis obsesiones: Primero, que teniendo tan bella presentación de créditos de apertura, esta solo pueda apreciarse en el capítulo 1 y en el último (al menos esto en su emisión dentro de Netflix, que quizás cuándo salga a otros medios o para la venta lo incluyan en todos sus episodios); y, segundo, otra vez cayeron en el facilismo de mostrar minorías sexuales representadas por personajes femeninos (por medio de un matrimonio homoparental compuesto por dos mujeres), recurso facilista y hasta sexista; ojalá que a futuro podamos ver parejas de hombres u otro representante LGTB.
     A ver cómo se va dando todo en futuras temporadas y ojalá sigan con la misma calidad de su primer año en pantalla.


                                                                              Créditos.

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