Comienzo a escribir estas líneas cuando
faltan pocas horas para que se acabe el presente año y llegue uno nuevo que a
mi me suena más que nunca a pura ciencia ficción… El futuro es hoy y hasta
pandemia nos trajo, si bien este tercer año significó la vuelta a la
normalidad, ya no en cuarentena y por fin nos pudimos quitar las mascarillas. Pero también significó una espantosa guerra,
en la que nada menos que Rusia se involucró, trayendo no entiendo aún cómo una
inflación que llegó hasta mi país Chilito; además de los desmemoriados, ignorantes
y egoístas de mis compatriotas, pudiendo tener una nueva y mejor Constitución
hecha por ciudadanos comunes y corrientes, elegidos de forma democrática, prefirieron
otra confeccionada por “expertos”, muchos de ellos políticos miembros de la
misma clase privilegiada que durante siglos han usufructuado del pueblo
(¿Sabían que en este país son tan estúpidos, que votaron en el siglo pasado por
un ex dictador de Derecha, para que fuera Presidente de la Nación?). Bueno, mi intención al redactar este primer
post del 2023, no es llevar a cabo un panorama político de la última temporada,
sino que revisar qué fue del Cubil del Cíclope durante este periodo, así que
démosle no más (bueno, quizás a quién le importa, si mis cercaos apenas me leen
y mucho menos comentan, para qué decir de quiénes se pasan por acá y no sé cómo
que llegaron a esta página, sin saludar siquiera).
El 2022 solo llegué a escribir y/o
publicar 73 entradas, la misma cantidad que conseguí en 2014 (el cuarto año de
mi blog); pensé llegaría a las 74, pero una cosa es lo que uno se propone y otra
lo que se puede (salgo harto la verdad y eso que estoy soltero sin compromisos,
sin olvidar todas las otras cosas que hago).
En parte esta baja de la cantidad de textos, fue debido a que en el
colegio donde trabajo, volvimos al horario normal; así que me desocupaba a las
18 horas de lunes a jueves y los viernes a las 17, yéndome luego a entrenar;
además, trabajo lejos de mi casa y eso implica viajes largos, por lo tanto,
llegaba de noche a mi hogar. Es cierto
que muchas veces escribía camino a la pega, de vuelta a casa o durante otros
trayectos, usando la agenda de mi celular; no obstante, eso lo hago solo de vez
en cuando, siempre y cuando no esté muy cansado, como para realizar tal labor
intelectual, puesto que igual agota bastante (mucho más divertido es irme
leyendo un buen libro o cómic).
Revisando lo que realicé el año pasado (ahora
cuando comienzo a escribir a partir de acá, ya es oficialmente Año Nuevo de
2023), me doy cuenta de que no leí tanta literatura a diferencia de otras
ocasiones… ¡Solo 11 libros! 3 de ellos relecturas (uno de esos mismos por
tercera ocasión), si bien estos últimos los disfruté más que nunca, ya que mi
memoria siempre es pésima y olvido muy rápido todo (así que fue como una primera
vez).
Tales títulos fueron la segunda trilogía original de Dune de Frank Herbert, de modo que por fin me leí Dios Emperador de Dune, Herejes de Dune y Casa Capitular: Dune. Los disfruté demasiado, especialmente el último (mi favorito), siendo que el cuarto me pareció algo tedioso, aunque no por ello sin dejar de ser magnífico. Espero en vida verlos adaptados a la televisión y/o al cine, que ojalá les hagan justicia.
Era mediados de año cuando le di una oportunidad a Bellas Durmientes, libro de Stephen King junto a su hijo menor Owen King. La novela la tenía guardadita cerca de 4 años, desde que me la regalaron para un cumple, pero estaba prejuiciado con ella de puro tonto (nepotismo puro del Tío Steve). La verdad, es que me alegro mucho de haber comprobado de lo injusto que fui con ella y con Owen en especial, que la encontré bellísima y me tocó el corazón (incluso se la recomendé la semana pasada a una de mis jefas, quien me pidió un listado de obras de ficción “filosóficas” para regalar). Dividí en dos partes mi revisión de esta obra, pues tenía mucho que decir sobre ella.
Con posterioridad, por fin me dispuse a leerme El Juego de Ripper de Isabel Allende, su gran incursión en el policial y que como muchos otros textos adquirí hace rato, si bien largo tiempo después abrí para disfrutar. Me enamoré de sus personajes y también fantaseé con la idea de que hicieran una serie de televisión basada en dicha novela o, al menos, que la autora les hiciera volver en una secuela (¿Quién sabe?).
Como nunca en mi vida, leí a mi querida compatriota, puesto que aparte del libro recién mencionado, me reencontré con su única colección de relatos Cuentos de Eva Luna y su novela histórica Inés del Alma Mía. La razón de ello era que se los di a leer a mis estudiantes, siendo que, en el caso de los relatos, mis alumnos debían hacer adaptaciones teatrales de sus historias; luego tuve escoger las mejores, de modo de representarlas dramáticamente al resto del colegio (al final solo El Oro de Tomás Vargas vio la luz); mientras que con la novela debía hacer un control de lectura. Todo ello, tanto mis relecturas, como el fruto del trabajo con los estudiantes, fue muy satisfactorio para mí y los jóvenes lo aprovecharon bastante bien.
Tales títulos fueron la segunda trilogía original de Dune de Frank Herbert, de modo que por fin me leí Dios Emperador de Dune, Herejes de Dune y Casa Capitular: Dune. Los disfruté demasiado, especialmente el último (mi favorito), siendo que el cuarto me pareció algo tedioso, aunque no por ello sin dejar de ser magnífico. Espero en vida verlos adaptados a la televisión y/o al cine, que ojalá les hagan justicia.
Era mediados de año cuando le di una oportunidad a Bellas Durmientes, libro de Stephen King junto a su hijo menor Owen King. La novela la tenía guardadita cerca de 4 años, desde que me la regalaron para un cumple, pero estaba prejuiciado con ella de puro tonto (nepotismo puro del Tío Steve). La verdad, es que me alegro mucho de haber comprobado de lo injusto que fui con ella y con Owen en especial, que la encontré bellísima y me tocó el corazón (incluso se la recomendé la semana pasada a una de mis jefas, quien me pidió un listado de obras de ficción “filosóficas” para regalar). Dividí en dos partes mi revisión de esta obra, pues tenía mucho que decir sobre ella.
Con posterioridad, por fin me dispuse a leerme El Juego de Ripper de Isabel Allende, su gran incursión en el policial y que como muchos otros textos adquirí hace rato, si bien largo tiempo después abrí para disfrutar. Me enamoré de sus personajes y también fantaseé con la idea de que hicieran una serie de televisión basada en dicha novela o, al menos, que la autora les hiciera volver en una secuela (¿Quién sabe?).
Como nunca en mi vida, leí a mi querida compatriota, puesto que aparte del libro recién mencionado, me reencontré con su única colección de relatos Cuentos de Eva Luna y su novela histórica Inés del Alma Mía. La razón de ello era que se los di a leer a mis estudiantes, siendo que, en el caso de los relatos, mis alumnos debían hacer adaptaciones teatrales de sus historias; luego tuve escoger las mejores, de modo de representarlas dramáticamente al resto del colegio (al final solo El Oro de Tomás Vargas vio la luz); mientras que con la novela debía hacer un control de lectura. Todo ello, tanto mis relecturas, como el fruto del trabajo con los estudiantes, fue muy satisfactorio para mí y los jóvenes lo aprovecharon bastante bien.
Junto a l@s actores y actrices, más la alumna directora de la versión teatral de El Oro de Tomás Vargas, más dos colegas. |
A mi autor favorito, por igual lo leí más de una vez, pues significó que me releí dos de sus cuentos clásicos, para mi serie de posts sobre las adaptaciones “olvidadas” de su narrativa y que creo merecen ser redescubiertas y apreciadas; de modo, que con gran placer me repetí La Trituradora y El Último Turno, narraciones que solo había leído en mi ya lejana adolescencia. Algo parecido sucedió con su novela juvenil Los Ojos del Dragón, que también se la di como lectura complementaria a mis estudiantes, otro texto que conocí en mi juventud más temprana y que ahora ya maduro gocé demasiado.
La última parte del año, desde octubre hasta el último día de 2022 (o sea, ayer no más), me puse como propósito leer un trío de antologías, de cuentos de carácter monotemático. La idea fue comenzar con el terror (mi género favorito), que tengo varios libros de tales características, luego con la fantasía (me es más difícil tener volúmenes dedicados solo a ella, que no son tan encontrables por acá) y luego terminar con la ciencia ficción (igualmente poseo harto al respecto). Es así como el primer compilado que ocupó mi tiempo fue La Plaga de los Zombies, una bellísima edición en tapa dura de la prestigiosa editorial Valdemar, que tuve la suerte de comprar en oferta ille tempore (recuerdo con mucho cariño ese día). Le siguió un librito, que me significó conocer a un tremendo personaje de la fantasía, Elric de Melniboné, por medio de una colección de cuentos que devoré con muchas ganas y me hicieron querer adentrarme en sus novelas originales (ahora poseo dos de ellas, aún sin leer); cabe mencionar que la edición de bolsillo que tengo al respecto, Cuentos del Lobo Blanco, la habré comprado muy barato hace al menos unos diez años (solo quienes alucinan como yo, “juntando” libros y libros, quizás para cuándo leyéndolos, me pueden entender ¿Cierto, chiquillos?) Acabando el año, me puse a leer otra vez Visiones Peligrosas, una valiosa antología compilada por Harlan Ellison, dividida en 3 tomos. Estaba en mi primera adultez cuando me leí por primera vez los volúmenes 1 y 3, que recuerdo me gustaron demasiado; no obstante, esta vez ya no ha sido tan agradable para mí este repaso, puesto que varios de sus textos ahora me han sido por completo aburridos; asimismo, esto ha incluido leer por fin el tomo 2, pendiente por al menos un par de décadas; esta semana me estaré acabando la selección. A cada una de estas antologías le he dedicado 3 posts, estando pendiente la última para Visiones Peligrosas.
En la actualidad cuento con 47 años y ya he perdido a unos cuantos seres queridos que han cruzado el umbral, aunque la mayoría gente que vivió plenamente su vida, siendo parientes más encima. Era joven cuando falleció la única amiga a la que he perdido (Alicia Urbina, a quien hace años ya le dediqué unas remembranzas). Pero en 2022 se fue una sobrina de unos 30 años, Cindy Miranda, quien dejó a su hijito de 2 años y era madre soltera. Su existencia se fue apagando de forma paulatina, debido a sus descuidos, que ya se veía venir; empero, considerando su condición de madre en especial, fue doloroso todo. La pobre falleció producto de un infarto, que su salud estaba demasiado comprometida por una diabetes de años mal llevada, por algo ya que le habían amputado un pie y cuando quedó embarazada, sabía que eso le traería peores consecuencias para el desgaste de su cuerpo; así que literalmente dio su vida por Miguelito. Nunca pude llorar por ella, ni siquiera por lo triste que fue ver a mi mamá y a mi hermana Mirta, su madre, sufrir tanto por su pérdida. Hay algo raro en todo esto, no una coincidencia (pues no creo en ellas) y es que Cindy murió justo el mismo día, en que se cumplía un año del infarto que tuve el 2021, entre el sábado 16 y el domingo 17 de abril.
¡Yo debería haber sido el nuevo Pantera Negra! |
Y, justamente a medida que nuestro camino por el mundo va avanzando y el tiempo corre, tal como ya dije antes, se van aquellos que queremos y conocimos; pero algunos de estos nunca llegamos a conocerlos en persona, aunque si se nos vuelven entrañables, porque se hicieron importantes para nosotros gracias a sus actos y a quienes fueron en vida… Les estoy hablando de artistas, en general dentro de mi caso, cuyas obras nos tocaron muy adentro: libros, cómics, películas, series y canciones, que forman parte de la existencia y los recuerdos más valiosos de uno. En 2022 la lista es más grande que nunca y todavía tengo pendiente escribir y/o publicar mi homenaje al menos a unas 4 personas más. Comencé en marzo despidiéndome de William Hurt, luego fue el turno de Neal Adams, George Pérez, Vangelis, Tim Sale, Julee Cruise, James Caan, Klaus Shulze, Nichelle Nicols, Kevin O´Neill y Alan Grant. Espero este mes de enero hablarles sobre los pendientes. Muchos de los que mencioné se encuentran ligados al mundo del cómic y un trio de ellos a la música (pocas veces en años anteriores, les hice “elegias” a compositores). Quizás qué se nos viene este 2023 al respecto, espero no suframos tanto.
El 2023 también significó en plenas vacaciones de verano llegar al post N° 900, que lo dediqué a mi filme de horror favorito (descubran por su cuenta cuál es, si acceden al enlace correspondiente) y también cumplir 11 años de Cubil del Cíclope. Falta harto para que llegue a las mil entradas, así que paciencia, que antes mi pagina conseguirá (Dios mediante) los 12 años de edad.
Como ha sido también desde el principio de este proyecto digital mío, vez que he ido al cine a ver una peli basada en cómics DC O Marvel, he realizado mi crítica al respecto y hasta ahora no me he perdido ninguna e incluso aquellas estrenadas durante la cuarentena del Covid-19, que vi desde casita, tuvieron sus respectivos posteos; sin embargo, este año hubo una excepción y fue con Black Adam, la que si bien me entretuvo, consideré tan olvidable, que sus escasas virtudes me parecieron no valían la pena rescatar (ni siquiera la esperada escena de postcréditos). En cambio, sí salvé lo mejor de Morbius, cinta tan vapuleada, la que lejos prefiero más que esa supuesta joyita que es The Batman. Este año también desprecié Thor: Love and Thunder, otro tremendo desperdicio (¡Mis ojos estallaron cuando vi lo decrépito que está Russel Crowe!) y, en cambio, mi corazón se quedó con Doctor Strange en el Universo de Locura y en especial con Pantera Negra: Wakanda Forever. También asistí al cine para apreciar la versión extendida de Spider-Man: Sin Camino a Casa, pero tampoco ameritaba un nuevo posteo. Por otro lado, les hice un espacio a todas las series de este año del UCM para Disney+, aunque la única que me gustó por completo fue She-Hulk; en cambio, no escribí para ninguno de los dos especiales de este año, Werewolf be Night y el de Navidad de Los Guardianes de la Galaxia, que me fascinaron y en especial el primero, de pura flojera la verdad.
Por supuesto que escribí mucho, mucho más, pero sería tedioso hacer un catastro total de ello, que con este panorama me basta y a ver si entusiasma a alguien a leerme.
Tengo esperanzas para este nuevo año que comienza y en especial que me llegue el amor. Ya les contaré al respecto. Estaremos en contacto y gracias si es que se pasan por acá, más si me hacen feliz y dejan comentario, que lo cortés no quita lo valiente.
Tengo esperanzas para este nuevo año que comienza y en especial que me llegue el amor. Ya les contaré al respecto. Estaremos en contacto y gracias si es que se pasan por acá, más si me hacen feliz y dejan comentario, que lo cortés no quita lo valiente.
Riámonos un ratito.
Buen resumen de año. Creo que 11 libros no está nada mal, lo que es cierto es que todos los frikis hemos ido bajando el ritmo de lectura con los años. Hay que tratar de sostenerlo. Con respecto a las entradas de este año, de muchas no participé porque son productos que no he visto (especialmente el cine de superhéroes). Lo que si dio pena este año es la cantidad de ídolos que se nos han ido, y que bien recordaste en tus entradas.
ResponderEliminar¡Feliz año para todos!
RICARDO
¿Y cuántos libros te leíste tú? (debería contar los cómics también). Lo bueno es que ya tengo mi proyecto de lecturas para estos próximos meses y más ahora que saldré de vacaciones. Gracias por valorar lo que hago, que tú con Insomnia son parte de mis fuentes de inspiración.
EliminarCon respecto a libros, creo que 10. Eso si... cómics y revistas muchos.. es lo que más leí en los 6 meses que estuve de "descanso" en casa. ja ja.
EliminarSaludos!
RICARDO
¡De veras que tuviste ese paréntesis! Espero este 2023 la salud nos acompañe mejor que nunca.
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