89 años tenía Maggie Smirh cuando
nos dejó este 27 de septiembre, toda una vida dedicada a maravillarnos con su
presencia en pantalla. Esta tremenda
actriz británica fue capaz de superar la burla de sus propios padres, cuando
les contó a lo que deseaba dedicarse, quienes le dijeron que con su (feo)
rostro nunca llegaría a acaparar la atención.
Pese a la mala disposición de sus progenitores, trabajó en un montón de
obras de teatro, películas y programas de televisión; por ello, cosechó por
montones ovaciones, premios y distinciones.
Fue tanta su contribución como artista, que forma parte de muchos de
nuestros recuerdos, gozando de una buena historia, un gran personaje y, mayor
aún, una tremenda actuación. No puedo
rememorarlas todas; pero de seguro disfruté en su momento de más trabajos
suyos, que aquellos que hoy puedo rescatar.
Solo la tengo en mente como una mujer ya de avanzada edad, de rasgos duros y mirada inteligente. Pese a los que dijeron de ella sus propios desnaturalizados padres, era bella y muy elegante. Cada intervención suya me conmovía, sin saber cuándo la descubrí en mi niñez y juventud, que me regalaría, mejor dicho, que nos concedería a millones en todo el mundo, la encarnación de uno de los los grandes personajes femeninos de Harry Potter.
Era un infante cuando fui con tres de mis hermanas (¿o fui con cuatro?) y una sobrina a ver Furia de Titanes (1981) en la llorada sala Cinerama del Santa Lucía. Me asusté mucho con los fabulosos monstruos creados por mi adorado Ray Harryhausen y, pese a ello, gocé como loco de esa maravilla mitológica, que ya tan pequeño este tipo de historias eran lo mío. No tenía idea de que la actriz que hacía de la diosa Tetis, era la misma Maggie Smith, a quien solo vendría a individualizar ya de adolescente; no obstante, alguien como ella tenía que serme significativa, considerando su versatilidad y mi amor por el cine. Lo que quiero decirles es que, sin saberlo en ese tiempo, Maggie llegó a mi vida para quedarse.
Tuve un par de amigos que eran hermanos, con quienes inicié una estrecha y ñoña amistad al final de nuestra infancia; luego me distancié con uno de ellos y el otro, el menor, apareció y desapareció de mi vida más de una vez hasta no hace mucho. Era la primera etapa de nuestra fraternidad, cuando me contaron que iban a juntarse en el Centro con su mamá, luego del trabajo de esta, acompañados por su hermana menor; iban ir a ver juntos la última película de Steven Spielberg de aquel entonces: Hook (1991). En aquel tiempo mis veces en un "teatro" eran contadas con una mano y esa fue nuestra salida número uno de muchas entre nosotros. Solo tenia paa pagar la entrada, pero la mamá de mis compañeros tiernamente me compró a mi también unas cuantas cosas ricas para comer. Conocía a Spielberg de Tiburón, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, ET. y las pelis de Indiana Jones, así que ya me fascinaba... ¡Ver algo suyo en pantalla grande era algo que no me podía perder!
Solo la tengo en mente como una mujer ya de avanzada edad, de rasgos duros y mirada inteligente. Pese a los que dijeron de ella sus propios desnaturalizados padres, era bella y muy elegante. Cada intervención suya me conmovía, sin saber cuándo la descubrí en mi niñez y juventud, que me regalaría, mejor dicho, que nos concedería a millones en todo el mundo, la encarnación de uno de los los grandes personajes femeninos de Harry Potter.
Era un infante cuando fui con tres de mis hermanas (¿o fui con cuatro?) y una sobrina a ver Furia de Titanes (1981) en la llorada sala Cinerama del Santa Lucía. Me asusté mucho con los fabulosos monstruos creados por mi adorado Ray Harryhausen y, pese a ello, gocé como loco de esa maravilla mitológica, que ya tan pequeño este tipo de historias eran lo mío. No tenía idea de que la actriz que hacía de la diosa Tetis, era la misma Maggie Smith, a quien solo vendría a individualizar ya de adolescente; no obstante, alguien como ella tenía que serme significativa, considerando su versatilidad y mi amor por el cine. Lo que quiero decirles es que, sin saberlo en ese tiempo, Maggie llegó a mi vida para quedarse.
Tuve un par de amigos que eran hermanos, con quienes inicié una estrecha y ñoña amistad al final de nuestra infancia; luego me distancié con uno de ellos y el otro, el menor, apareció y desapareció de mi vida más de una vez hasta no hace mucho. Era la primera etapa de nuestra fraternidad, cuando me contaron que iban a juntarse en el Centro con su mamá, luego del trabajo de esta, acompañados por su hermana menor; iban ir a ver juntos la última película de Steven Spielberg de aquel entonces: Hook (1991). En aquel tiempo mis veces en un "teatro" eran contadas con una mano y esa fue nuestra salida número uno de muchas entre nosotros. Solo tenia paa pagar la entrada, pero la mamá de mis compañeros tiernamente me compró a mi también unas cuantas cosas ricas para comer. Conocía a Spielberg de Tiburón, Encuentros Cercanos del Tercer Tipo, ET. y las pelis de Indiana Jones, así que ya me fascinaba... ¡Ver algo suyo en pantalla grande era algo que no me podía perder!
Al atardecer comenzó a llover copiosamente, como bien me gusta (fue antes del calentamiento global, así que imaginen cómo caía el agua), lo que marca muchos de mis recuerdos más queridos. Esa ocasión me encontré con la historia de un Peter Pan, que por amor había renunciado a su legado. Entre sus personajes estaba Wendy, aunque ya no era la dulce niña que conocía; sino que ahora se trataba de una adorable anciana, que debía asumir el paso del tiempo (y con dignidad), tal como su viejo amigo de la infancia, a su manera, se adaptaba a la idea de crecer por igual. Esta Wendy envejecida, aunque sabia estaba a cargo de Maggie. La bondad que transmitía era evidente y también tenía algo de trágico; en ese sentido, imposible no detenerme en ella, a diferencia de su Tetis que pasó desapercibida para mi yo niño.
Seguía cursando la Enseñanza Media (lo que en otros países llaman la Secundaria), cuando estrenaron Cambio de Hábito (1992). Esta vez se trataba de una comedia musical y en la que mi también querida Whoopie Goldberg, hacía de una cantante de shows nocturnos que debía hacerse pasar por monja, para evitar que la encontrara un mafioso. La Madre Superiora del convento al que iba a refugiarse, estaba interpretada por Maggie Smith y era una mujer que si bien se mostraba demasiado "correcta" (fome), podía ser lo suficientemente flexible, como para aceptar a alguien como la cabaretera entre ellas. Otro bello personaje de la Smith, que volvió en 1994 con la secuela.
Mi bebé, hoy de quince años, era chiquitito cuando le mostré la hermosa cinta El Jardín Secreto (1993); yo la había visto de joven y me gustó mucho, pero (típico en mí) no la recordaba mucho. Esta vez Maggie era una severa institutriz, que cuidaba con recelo al niño enfermo de una acaudalada familia; la llegada de una alegre chica a la casa cambia la vida de todos ellos, incluso el de la supuesta mujer amargada que era esta señora. La humanidad de los personajes representados por la actriz, a la que por fin despido y/o deseo honrar, era enorme.
Pero para este humilde servidor y para millones, incluso para mi sobrinito Amilcar, Maggie será siempre la profesora Minerva Mcgonogall, a cargo de la casa de Grtffyndor en los ocho filmes de Harry Potter (2001 a 2011). Es imposible no pensar en ella, si no es trayendo a nuestra mente la imagen de esa mujer seria, pero noble y valiente, protectora y leal, muchas de ellas virtudes que valoro demasiado. Cada vez que salía a escena, era para deleitarse, atesorando esos momentos (como me pasa con muchos de sus colegas, incluyendo el llorado hace rato Alan Rickman).
Maggie se unió a otros artistas veteranos de Harry Potter, que dejaron este plano de existencia, aparte del mentado Rickman (los dos Dumbledore y Hagrid).
En 2022 se estrenó el emotivo documental Harry Potter 20 Aniversario: Regreso a Hogwarts y la eché de menos ahí. Ignoro por qué no salió, a diferencia de otros actores y actrices de estos filmes; ya debía estar muy viejita como para salir aunque sea unos minutos para regocijo de sus admiradores.
Y por último, lo que es la vida, se hizo reconocida y querida por millones en el mundo a una avanzada edad, justo en un papel que no era muy de su agrado.
Gracias por tanto, Maggie