domingo, 9 de diciembre de 2018

Las historias pendientes (para mí) del tío Steve. TERCERA PARTE


3.1. El miedo otra vez.

     La tercera “novela corta” que comprende la colección de historias Cuatro Después de Medianoche de Stephen King, recibe el curioso nombre de El Policía de la Biblioteca.  Su título puede parecer poco atractivo e incluso ridículo por tratarse, supuestamente, de una idea infantil…Pero justamente con eso tiene que ver, en buena parte, esta en verdad impactante historia: sobre los terrores infantiles, que incluso no nos dejan aun cuando somos adultos.  Es así, que le corresponde “marcar” nada menos que las tres después de la medianoche, hora considerada por la tradición como la verdadera hora de las brujas (puesto que al haber muerto en la Cruz Jesús a las tres de la tarde, según se afirma, el Diablo al querer invertir todo lo sagrado, estableció esa otra hora como ofensa a Dios).  Y es que si bien puede ser la menos conocida de las narraciones, que comprenden el tomo que todavía nos reúne, puesto que las dos primeras tienen sus propias adaptaciones audiovisuales y en cuanto a aquella que le sigue a esta otra, posee cierta fama por méritos propios, El Policía de la Biblioteca es un texto desgarrador en muchos sentidos y que sobresale por ello, entre el resto de las piezas que comprenden el libro.
      La trama gira en torno a Sam Peebles, un vendedor de seguros que vive en una de esas pequeñas ciudades tan habituales en la bibliografía kingniana y que por hechos fortuitos se ve obligado a dar un discurso al Club de Rotarios al que pertenece.  Impulsado por una secretaria a la que conoce, acude a la biblioteca del lugar para pedir prestados algunos libros, que le puedan ayudar para hacer más atractivo su parlamento.  Cuando llega a su destino, de inmediato el ambiente dentro de él parece anormal (con detalles impactantes descritos por nuestro autor, que le dan un aire pesadillesco y que en verdad se hacen sentir para el lector)  y todo se vuelve aún más tenebroso, cuando hace su aparición la bibliotecaria, una mujer que no puede dejar de provocar incomodidad.  Sam se lleva consigo un par de textos de apoyo, con la clara advertencia de devolverlos en la fecha correspondiente; con posterioridad su intervención en el club resulta ser un éxito abrumador, gracias a la inspiración dada por los textos, pero cuando viene a ser la fecha de cumplir con su obligación de entregar lo prestado, se da cuenta de que los ha perdido y entonces comienza un verdadero calvario, que irá en crescendo hasta límites insospechados.
     El ominoso personaje que da nombre a esta novela, supuestamente corresponde a una leyenda urbana o a una figura del folclor infantil.  Tal como dice su propio calificativo, corresponde a una entidad que va detrás de los “infractores” con libros pendientes que entregar, sin dejarlos tranquilos hasta que lleguen a ponerse al día; sin embargo, no se trata de un trabajador asalariado de la institución, de una persona como cualquier otra, si no que de una criatura sobrenatural y monstruosa, que más encima está ligada a la misma mujer que atendió al protagonista, cuando solicitó los servicios de la biblioteca. 

3.2. La esencia del mal.

     Una historia como la que viene a ser El Policía de la Biblioteca, sin dudas que aborda el tema del mal, sus distintas manifestaciones e impacto en la vida de los seres humanos.  Por lo tanto, en esta obra encontramos a nada menos que dos criaturas (o tal vez solo una, con la capacidad de cambiar de forma), que vienen a ser monstruos malignos, tal como es habitual en las narraciones de horror fantástico.  Se trata de entidades depredadoras, una de ellas que claramente se alimenta del miedo de sus víctimas, carentes de toda humanidad y que solo tienen dentro de sí lo peor que podemos hayar entre las personas.  
     Una de estas viene a ser el citado Policía de la Biblioteca, que a lo largo de todo el texto se encuentra en la práctica como una sombra latente, pues se le menciona en repetidas ocasiones, pero que solo aparece un par de veces; no obstante, cuando lo hace, uno no puede dejar de leer, maravillado (y horrorizado) ante lo que está sucediendo.  El miedo a la autoridad castigadora y por completo alejada del resto de los comunes mortales, que se encuentran bajo su yugo, viene a ser parte del simbolismo detrás de esta figura, que nos recuerda a todos aquellos abusadores de su poder por sobre los más débiles.  Hay un pavor irracional detrás de algo así, que a lo largo de la narración, son los pequeños quienes aceptan sin vacilaciones la existencia de algo con una naturaleza tan anormal; de este modo, una idea tan “ridícula” como este particular policía, solo puede apesadumbrar a quienes dan cabida en sus vidas a posibilidades como esta, sin ponerlo en duda…Luego solo un adulto que aún mantiene vivas fobias como estas, puede llegar a ser vulnerable a su dominio.
      Si la monstruosidad de más arriba puede provocarnos rechazo, un sujeto como Ardelia Lortz, la bibliotecaria, viene a ser la mayor representación del mal como algo puro y de dimensiones sobrenaturales.  Su imagen femenina, propia de los llamados súcubos de la demonología (demonios hembra que someten a los hombres por medios sexuales), es propia de aquellos sujetos o criaturas, que se valen del engaño para atrapar a sus víctimas; más encima se trata de alguien o algo, que se vale de la imagen supuestamente maternal para aprovecharse de los pequeños, sus principales víctimas.  Más encima, esta arpía es la responsable de todas las vicisitudes de los protagonistas, razón por la cual le corresponde el papel de la villana por antonomasia dentro de esta historia.
      Como estamos frente a un mal con las características arriba señaladas, que no hay que olvidar tiene ribetes mágicos, no deja de estar presente su capacidad para contaminar aquello que lo rodea y a las personas que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino.  Ahora bien, en el mundo real esto sucede con aquellos que han abrazado el mal como una forma de vivir (dictadores, criminales de sangre, torturadores, etc.), no obstante, cuando estamos hablando de algo “espiritual”, que solo es mal en estado puro, es habitual mostrarlo en la literatura de terror como algo que termina pudriendo su entorno y en especial todo lo bello, bueno e inocente que haya a su paso.   Es así que la mencionada biblioteca, un sitio que debería ser por completo acogedor y más a la hora de recibir a los niños (tal y como le tocaba hacer a Ardelia), aparece cuando la visita el protagonista, en al menos como tres ocasiones, como un lugar siniestro, pesadillesco; los numerosos detalles con los que King describe este edificio, manchado por la purulencia de su encargada, son sinceramente magníficos:

     “Sam miró a la izquierda; la leve sonrisa de su boca se congeló y, después, desapareció. Había una lámina que mostraba un coche grande y oscuro alejándose a toda velocidad de lo que se suponía era una escuela. Un niño miraba por la ventanilla del lado del acompañante. Tenía las manos apoyadas en el cristal y su boca estaba abierta en un grito. Al fondo, un hombre —sólo una sombra vaga y ominosa— se echaba sobre el volante, conduciendo a toda pastilla. Las palabras que había debajo eran:

¡NUNCA SUBAS AL COCHE DE UN EXTRAÑO!

     Sam reconocía que esta lámina y la de Caperucita que había en la puerta producían las mismas emociones primitivas de terror, pero ésta le parecía mucho más inquietante. Naturalmente, los niños no debían aceptar subir a los coches de los extraños y, naturalmente, había que enseñarles a no hacerlo, pero ¿era ésta la manera adecuada de señalarlo? 
      «¿Cuántos niños habrán tenido pesadillas durante una semana por culpa de este pequeño anuncio del servicio público?», se preguntó. 
      Y había otra lámina, colocada frente al escritorio de salida, que provocó un helado estremecimiento a Sam. Mostraba a un niño y a una niña de unos ocho años, asustados, que retrocedían ante un hombre con gabardina y sombrero gris. El hombre parecía gigantesco, y su sombra se proyectaba sobre los rostros levantados de los niños. El ala de su fedora estilo años cuarenta proyectaba su propia sombra, y en sus negras profundidades resplandecían los ojos del hombre de la gabardina. Parecían trocitos de hielo que observaban a los niños, paralizándolos con la mirada torva de la Autoridad. Mostraba una placa con una estrella..., una estrella rara, de por lo menos nueve puntas. Tal vez de hasta una docena. El mensaje decía:

       ¡EVITA AL POLICÍA DE LA BIBLIOTECA!  ¡LOS NIÑOS BUENOS DEVUELVEN SUS LIBROS A TIEMPO!

      Volvía a sentir aquel sabor en la boca, aquel sabor dulce y desagradable. Y se le ocurrió una idea extravagante y aterradora: «Yo he visto antes a ese hombre.» Por supuesto, eso era ridículo, ¿no? Sam pensó en lo que le debía de haber intimidado esa lámina cuando era niño, en cuánto placer simple y puro debía de haber eliminado del seguro refugio de la Biblioteca, y sintió indignación. Dio un paso adelante para examinar más de cerca la extraña estrella, sacando al mismo tiempo su paquete de caramelos del bolsillo.”

      Pero también está presente una maldad mucho más realista, por no decir verdadera: la del ser humano.  De tal modo, al estar frente a una historia de terror sobrenatural como esta, que se sostiene en la idea de que existe una especie de esencia del mal, de la que supuestamente provienen los actos deplorables de los mortales, cuando nos encontramos con el episodio que aquí se describe…Imposible que el lector no se impacte.  Porque por mucho que en estas páginas encontremos horrores, que bajo la maestría de King no pueden ser más espantosos y nos recuerden nuestros propios temores irracionales e infantiles, la existencia de la monstruosidad humana (bajo la figura de un pedófilo más encima), tiene lejos mayor impacto dentro de la mente de un lector cuerdo: una persona enferma, un psicópata o simplemente alguien que guste dañando a su prójimo, por sí solos pueden causar lejos más daño que un montón de monstruos de ficción.

3.3. Conexión con “It”.

     La criatura que es Ardelia se alimenta de miedo, el que extrae de una forma bastante truculenta de sus víctimas; más encima sus presas son niños pequeños, a los que llega por medio de su aparente imagen enternecedora.  El ser puede cambiar de forma, a veces bajo la figura de los miedos de cada persona y otra tomando un aspecto más “humano”, a manera de su imagen pública; su verdadero aspecto, la verdad, que nunca lo llegamos a conocer y su mismo origen también se vuelve todo un misterio dentro de la narración (pues en la vida real… ¿Cuándo llegamos a saber por completo la razón de por qué suceden las cosas?).  La maldad puede llegar a nuestra existencia cuando menos lo esperamos, de formas insospechadas y así es como bien sucede en este tipo de historias.
      No es primera vez que nuestro autor aborda estos temas, que por algo es llamado “El Rey del Terror” y al respecto leyendo, como disfrutando esta obra, el llamado “Lector Constante” suyo no puede dejar de acordarse de lo descrito en It.  En su famosa novela conocemos al monstruo llamado como Eso (en español) y también como Pennywise, cuando este asume la identidad de un payaso de lo más aterrador.  Ahora bien, este último libro de más de mil páginas es anterior a El Policía de la Biblioteca y paralelismo entre un texto y otro, en cuanto a la naturaleza de la amenaza a la que se enfrentan los protagonistas, son claras; de hecho, sus modos operandi para atacar a sus víctimas son parecidos.
      Para ser justos, puede ser que a algunos les parezca que el escritor se autoplagió en cierto sentido; no obstante, mirando todo esto con ojos más críticos, cabe mencionar que la idea de seres que se alimentan del miedo y pueden cambiar de forma, así como que sus víctimas preferidas son niños pequeños, gozando de mancillar la inocencia de estos mismos, abundan en la narrativa oral y escrita (acuérdense no más del Hombre de Arena de las leyendas europeas y que E.T A. Hoffman inmortalizó en el siglo XIX en su famoso cuento del mismo nombre).
      Sin embargo, no se puede olvidar que Ardelia es una especie de arpía que además usa la sexualidad para dominar a los adultos (bueno, en la novela lo hace solo con una persona, aunque claramente ello podría haberlo hecho antes con otra gente y volver a realizarlo a futuro), algo que para nada sucede con Eso/Pennywise, que carece de este aspecto más sensual.  Por lo tanto, al respecto la “bibliotecaria” se emparenta además con los vampiros y con las lamias, estas últimas monstruosidades femeninas que poseen una sexualidad desbordante.

3.4. Nunca es tarde para nadie.

     Como en otros títulos de Stephen King, acá nos encontramos con personajes con pasados que los atormentan…La verdad es que todo se centra en un muy particular trío, compuesto por el protagonista, la misma mujer que le recomendó ir a la biblioteca (el viaje que ocasionó toda esta historia) y un vagabundo.  Cada uno de estos, tal como nos tiene acostumbrados el “Tío Steve”, se encuentra caracterizado de una manera única y entrañable, llegando a crearse una inesperada armonía entre estos tres, tan grande, que buena parte del argumento se sostiene en base a dicha relación; de tal manera, además, el tema de la amistad (tan recurrente en la ficción kingniana), no deja de manifestarse en esta pieza literaria.  
     Sam fue protagonista de un terrible suceso de su infancia, algo tan trágico que llegó a bloquearlo de su memoria, si bien rastros de ello quedan y de alguna manera llegan a conectarse con sus experiencias con Ardelia, la biblioteca y su muy aterrador policía.  Solo cuando logra traer a la conciencia ese episodio, recién le es posible encontrar la manera de cómo enfrentar a la maldad que anida en su pueblo.    
     Dave “El Sucio” Duncan es un mendigo que vive reciclando los viejos diarios y revistas, de los residentes del lugar.  Con un alcoholismo que a duras puede controlar, en un principio aparece como un personaje de menor relevancia para la trama; no obstante, luego nos enteramos de que en su juventud conoció a Ardelia cuando esta llegó al pueblo y que fue su estrecha relación con ella, lo que lo llevó a perderse en la vida.  Una vez que se da cuenta de que su pesadilla ha regresado, logra superar las taras que lo condenaron por tantos años y se une a la cruzada de Sam y Naomi para derrotar al enemigo.  Sin dudas, viene a ser el mayor héroe de la historia (¿O la palabra correcta para designarlo sería antihéroe?), puesto que se gana el corazón de los lectores con facilidad, en especial cuando nos cuenta su propio drama con Ardelia; por otro lado, sus problemas con la bebida lo acercan mucho al mismo Stephen King, quien por los años en que escribió esta narración pasaba su calvario personal con este vicio y otras dependencias que estaban dañándolo, tanto a él como a su misma familia (de modo que Dave es, como no, una clara proyección del mismo King). 
      Naomi, sin dudas, corresponde a la más centrada de los tres que conforman el trío protagónico, si bien para llegar a conseguir la armonía que la caracteriza, tuvo que pasar por su propio camino de tribulaciones, algo que nunca llegamos a conocerlo de forma integral (debido al carácter reservado de esta admirable mujer).  Además, debido a sus actividades ayuda a ser el nexo entre los dos hombres que componen el equipo, que se enfrentará a Ardelia y al Policía de la Biblioteca; por lo tanto, se le puede tildar de alguien angelical, puesto que es la responsable de que gente como Sam y Dave, puedan lograr la redención, apoyándolos de manera incondicional.  Por otro lado, en ella encontramos a una representante de quienes han conseguido superar sus errores del pasado, ganando cierta sabiduría y estabilidad, que los convierte en mejores personas de lo que alguna vez fueron.



3.5. La literatura siempre.

     Como profesor de literatura y escritor, pero además como gran amante de esta expresión artística, Stephen no deja de sorprendernos con su inmenso conocimiento del tema, entre clásicos y títulos más modernos, por no mencionar su admiración hacia sus colegas de antaño y contemporáneos.  De esta manera en repetidas ocasiones hace mención directa e indirecta a todo ello, a través de diversas de sus narraciones (por no decir todas), que en ocasiones sus trabajos son claros homenajes a las grandes obras maestras que lo han inspirado (de ese modo, Cementerio de Animales es su tributo al famoso cuento La Pata del Mono de W. W. Jacobs, Salem´s Lot su reinterpretación de Drácula de Bram Stoker y El Resplandor viene a ser su revisión personal de La Maldición de Hill House de Shirley Jackson…Por mencionar solo algunas de sus obras).
     No debemos olvidar que El Policía de la Biblioteca tiene estrecha relación con el arte de las historias, desde el importante detalle de que buena parte de su trama transcurre en una biblioteca (tal como dice su nombre), hasta por el hecho de que en cierto sentido se trata de una proyección adulta y en tono de terror de los viejos cuentos infantiles de hadas (no olvidemos las deformaciones de estos clásicos que contaba Ardelia a los pequeños durante sus lecturas y la espantosa caricatura de Caperucita Roja que hay en la versión de la biblioteca del pueblo, regentada por la mencionada bibliotecaria).
    Por otro lado, a lo largo de esta novela (me niego a llamar derechamente a los 3 textos que comprenden Cuatro después de la Medianoche como novelettes o novelas cortas, debido a su extensión, lejos mucho mayor que varios libros que encontramos por ahí), el autor nombra nada menos que a Robert McCammon (escritor con el cual se le ha comparado más de una vez, ya sea para bien o para mal) cuando se refiere nada menos que a su libro El Canto del Cisne; asimismo, incluso se menciona a sí mismo, llevando a la metaficción su propio nombre y narraciones (algo que ya hizo con La Zona Muerta y con posterioridad desarrollaría de manera más compleja en el sexto tomo de La Torre Oscura, La Canción de Susannah, al convertirse en un personaje secundario dentro de esta entrega).
     Especial papel dentro de la trama viene a tener la novela histórica La Flecha Negra de Robert Louise Stevenson, título que se mencionará cuando llegamos a conocer (con mucha impresión de parte de varios lectores, entre ellos su servidor) el gran trauma que Sam pasó en su infancia, marcándolo para el resto de su vida.  Debe saberse que poco después de haber escrito esta obra, King volvió a darle cierta relevancia a Stevenson en uno de sus títulos, siendo esta vez La Isla del Tesoro, el texto que en La Tienda de los Deseos Malignos le corresponde ser homenajeado.

3.6. El final.

     Tras el poderoso clímax de esta obra (a mi parecer el mejor de las 4 historias que comprenden esta colección), viene el verdadero final.  Esta vez no hay epílogo, a diferencia de otros trabajos de King, tal como sucede con Ventana Secreta, Secreto Jardín; no obstante, valioso viene a ser que la confrontación final de los protagonistas con Ardelia ocurre en un plano distinto.
    Si el clímax se dio “a lo grande”, con mucha acción y la espectacularidad a la que nos tiene acostumbrados “El Tío Steve”, el tema termina por resolverse de una manera mucho más intimista y, sin dudas, de forma poética.  Al respecto, cabe mencionar que esta vez no son la valentía, ni el autosacrificio los valores que consiguen derrotar al mal, sino que son la fe, la esperanza y, en especial el amor, aquello que consigue eliminar a una criatura como Ardelia, alguien incapaz de cobijar en su negro corazón estos sentimientos.

Espantosa ilustración que muestra a Ardelia, alimentándose del miedo de un niño.

6 comentarios:

  1. Elwin:

    Se nota que te gustó esta novela corta, por la extensión del artículo. No es uno de los relatos más populares de King, pero injustamente casi nunca es destacado. Creo que tu artículo hace justicia, porque es una gran, pero una gran historia. Muy atrapante, muy original y muy terrorífica también.

    Felicitaciones por el brillante análisis!!!

    Saludos,

    RICARDO

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    1. Viniendo de ti, un verdadero experto en King, tus palabras son muy bien recibidas. En verdad creo que esta historia debe hacerse conocida ¿Por qué no la han adaptado?...¡Lo exijo rotundamente!

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  2. Ahora quedé con la curiosidad para leer este relato. Voy a ver si lo ubico y lo comienzo en Enero, pues por estas fechas suelo leer otros temas. Las menciones al trabajo de Stevenson, en particular lo que cuentas de La Flecha Negra, me han llamado mucho la atención. No se si recuerdas, pero hace un par de años te conté que estaba leyéndola y que notaba mucho la influencia de ese libro en Game of Thrones. Tu me preguntaste si era un libro sobre indios y te contesté que no, que era sobre la Guerra Civil en inglaterra en el siglo XV. Un saludo, Elwin.

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    1. Efectivamente me acordé de ese detalle cuando me leí esta obra y me di cuenta de que "La Flecha Negra" es un "pecado de omisión" mío...Así que ya escribiré al respecto.

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  3. Ya es bien sabido el estilo de Stephen KING de escribir en doble sentido, ejm la flecha negra de R l Stevenson, que es con la que atraviesan al pequeño Sam, lo mismo que Ardelia alimentándose de los miedos infantiles por medio de una protuberancia que le sale de la cara, una forma sutil de decir que los estaba v10l4nd0 sin decir que lo hacía

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    1. ¡Interesantes ejemplos los que mencionas! Gracias, que se me escaparon

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