domingo, 5 de julio de 2020

Disfrutando otra vez de los cuentos de Neil Gaiman (I).


     Material Sensible (2015) viene a ser la cuarta recopilación de cuentos, micro cuentos, novelas cortas y poemas de Neil Gaiman y quien en la actualidad es uno de los autores de fantasía y géneros afines más destacados.  Ganador de un montón de premios, alabado por la crítica y amado por sus seguidores incondicionales que se cuentan por millones en todo el mundo (entre los que se encuentra este servidor), nos demuestra una vez más su amor por el formato del cuento, el cual gente como él y Stephen King no han dejado de cultivar al publicar seguido narraciones como esta en diversas revistas y antologías (que muchos otros autores ignoran, como Anne Rice, por citar algún novelista aún vivo).
    Como es costumbre suya y en recopilaciones de este estilo, Gaiman nos regala una introducción donde no solo nos explica sobre el proceso que lo llevó a escribir estos títulos, sino a través del cual ya nos cautiva con su particular prosa y con la que sabe cómo llegar a sus lectores. Por otro lado, no deja de rendirle sus respetos a un montón de escritores que le antecedieron, quienes los inspiraron desde sus primeros años como amante de este tipo de historias, bello gesto de su parte que denota humildad y agradecimiento por la herencia literaria que junto a él gozamos.
    Las palabras con las que nos explica el sentido del nombre dado a la antología, los recuerdos que nos comparte y que nos llegan al corazón haciéndonos ver que no estamos solos y por eso leemos, son otros dones que nos hace este gran autor.  
    En la segunda y última parte de mi revisión de este libro, que a medida que voy leyendo sus obras voy escribiendo mis comentarios al respecto, espero profundizar un poco más en esta genial introducción. Démosle, pues, espacio a estas bellas, emotivas, impactantes y aterradoras narraciones.

1. Cómo armar una silla.

    Lo admito sin vergüenza, no me gusta en general la lírica y más cuando se trata de textos traducidos, que pierden su fuerza cuando son trasladados a otra lengua (claro, hay honrosas excepciones).  Hasta leer lo que escribe del género mi autor favorito, Stephen King, no me atrae y es que me parece que no es muy buen poeta que digamos...Y lo mismo me parece con Neil Gaiman, si tomo como ejemplo este texto suyo, bastante incomprensible y que soy incapaz de decir de qué trata.  Menos mal que él mismo llama en la Introducción a estos versos "propinas" y que son "gratis", algo que en todo caso viene de su segunda colección Objetos Frágiles y que disfruté hace rato ya; por lo tanto, él mismo asume dichas piezas como un agregado extra que quizás hasta uno podría saltárselos, puesto que lo que queremos de él son sus tremendas historias ¿No?

2. Un Laberinto Lunar.

    Un hombre que gusta de visitar lugares con atracciones extrañas, tiene una conversación con un anciano dueño de un "laberinto lunar" (exacto, aquel que le da el nombre al cuento), quien le cuenta acerca de la génesis de esta construcción; poco a poco vamos enterándonos en detalles extraños sobre las visitas al laberinto, esperando con ansias lo que va a pasar y es que no tenemos idea de hacia dónde irá la historia, pero puede que Neil Gaiman esta vez los decepcione como a mí, que remata todo de una manera "demasiado poco convencional" (por no decir inentendible, al menos para mí). Si me hubiesen preguntado,  no habría puesto este relato como primer texto narrativo para abrir el tomo, más todavía luego del poema con el que partió todo y es que creo que lo mejor es partir con una buena ficción "redondita", tal como el propio Neil Gaiman lo hizo en Objetos Frágiles.

3. Lo que pasa con Cassandra.

    Una segunda narración intrigante que atrapa desde el principio al lector y que termina dejándonos con una sensación rara y confusa, sobre sí en verdad entendimos su desenlace, que Gaiman para nada acaba su argumento como habríamos esperado.
    Un joven artista se encuentra con la sorpresa de que la novia imaginaria que se inventó en su adolescencia es real (o se ha encarnado en vida), lo que termina con el eventual encuentro de los "viejos" novios.
    Supongo que el autor, en su inmenso bagaje cultural y literario, reinterpretó en esta ocasión el mito de Casandra de Troya, la vidente maldecido por Apolo y a la que todos creían loca debido a sus predicciones, puesto que este cuento en cierto sentido trata acerca de la misma ambigüedad de nuestros recuerdos e imaginación.
     Nota: Como voy escribiendo estos comentarios a medida que leo las piezas que conforman este volumen y de inmediato me explayo sobre lo que me parecen, solo espero que de una vez por todas me encuentre con algún relato que en verdad me logre cautivar por completo (cosa que no ha pasado hasta el momento, debido a los desenlaces de los dos cuentos repasados, que para nada me han satisfecho).

4. En la oscura profundidad del mar.

    ¡Mi deseo se ha cumplido! Un cuento bastante breve, de unas tres páginas más o menos, potente, "redondito" y desgarrador.  El narrador a la orilla del río Támesis, conoce a una mujer que le cuenta la triste historia de su hijo marinero a temprana edad (aún un niño) y de lo que le pasó en su último viaje al mar.
    Una pieza que rescata ese lirismo del autor que echaba de menos, pese al tono sombrío del relato y que nos habla acerca de la soledad, el dolor y otras miserias humanas.

5. "La verdad es una montaña en las cuevas negras...".


   ¡Este es el Neil Gaiman que me gusta!
   Valiéndose una vez más de la tradición de los mitos, leyendas o relatos orales del folclor tradicional, el autor nos cuenta una narración sobre un viaje de dos hombres hasta una cueva donde se encuentra un tesoro de origen mágico.  Muchas cosas les pasa a ambos hasta llegar a su destino y el final del camino resulta tanto o más sombrío!, que aquellos relatos que se contaron entre sí durante el periplo juntos.
    Un precioso texto lleno de momentos sublimes, entre medio de episodios oscuros que abordan la naturaleza más siniestra de nuestra humanidad y ahondan en el tema de la justicia.

6. Mi última casera.

    Por la forma de cómo está escrito, me da la impresión de que su autor llevó a cabo su realización a manera de un poema narrativo, quizás rimado, lo que en la traducción a nuestra lengua no ha sido posible apreciar.  No obstante, la historia que nos cuenta en unas pocas páginas su clima siniestro y su final, no deja de ser impactante.
    Un hombre se refiere a cómo es la vida en la pensión en la que vive junto a otros como él, un lugar horrible y donde el servicio culinario es pésimo; luego, tal como nos describe a la dueña del lugar, única mujer de ese sitio, pareciera que no se trata de alguien "común y corriente", si se considera que consigue huéspedes con facilidad y pese a la mala fama de su pensión.
   Una obra de terror sobre hombres sometidos y una mujer que ejerce su poder sobre ellos, como metáfora de lo horrorosas que pueden ser las relaciones entre distinto sexo (y, por qué no, el latente temor al poder de las mujeres de la sociedad patriarcal).

7. Una historia de aventuras.

    Otro microcuento, pero este lleno de humor.  Un hombre visita a su madre ya anciana y mientras ordenan cosas de su fallecido padre, encuentran una estatuilla de uno de sus viajes de juventud. Es cuando el narrador escucha la más increíble historia, que su progenitora le cuenta como si no fuera nada del otro mundo.  Queda la incertidumbre, al menos para el lector, de si esto ocurrió o solo son divagaciones de la anciana.
     Un mero divertimento para agradecer sin complicaciones, aunque el propio Gaiman explica que cuando escribió esta pieza, lo hizo pensando en la gente que se admira de las cosas más banales... ¿Entonces dónde queda el sentido de la maravilla?

8. Naranja.

    El ingenio de un maestro para contar historias y alguien que ama tanto el recurso de los relatos breves como Orson Scott Card, se revela acá con esta rara historia contada de una forma muy curiosa: las respuestas a un cuestionario de una de los testigos de un hecho extraordinario, a medias entre el absurdo y la ciencia ficción.
   No tengo nada más que decir al respecto, salvo que me entretuvo, si bien al principio no tenía idea para dónde iba esta narración tan bizarra.

9. Un calendario de cuentos.

   Una historia para cada mes del año, doce en total y cada una diferente, para nada conectadas entre sí.  La primera de ellas promete y uno puede pensar que se desarrollará su trama con el transcurso del tiempo, pero no es así y todo termina dejándonos en ascuas, que todo pareciera solo el proyecto o el comienzo de algo más grande y completo; esta sensación de que las narraciones no están acabadas y de que Neil Gaiman nos ha engañado una vez más, acaba menos mal con abril y a partir de mayo podremos encontrar verdaderos cuentos, que nos recuerdan a ese escritor que adoramos, capaz de emocionarnos con la belleza de sus palabras y el sentido de que la verdadera magia existe (bueno, en julio tiene una recaída- qué lástima, justo en mi mes favorito del año, que es cuando estoy de cumple y disfruto las anheladas vacaciones de invierno, pero nadie es perfecto y en gustos no hay nada escrito).  Por cierto, diciembre se viene más emotivo que nunca, con la esperanza de que hay una luz al final del túnel y el consejo de que nunca debemos agachar la cabeza.

10. El Caso de la Muerte y la Miel.

     Tras haber tenido su (supongo) primera excursión en las aventuras del gran Sherlock Holmes, con el premiado cuento Estudio en Esmeralda, Gaiman regresa con otra aventura sobre el gran personaje de Arthur Conan Doyle y ahora sobre la ancianidad de este, la que en todo caso no ocurre en el universo lovecrafniano del cuento citado.
    Un ser querido del detective fallece (que no se trata de Watson, así que tranquilos), lo que lo deja con un último caso que resolver y para eso realiza a solas un viaje al otro lado del mundo, donde se queda por años realizando unos extraños experimentos, que solo en el último par de páginas de esta historia se nos revela su propósito.
     Una vez nos queda de manifiesto el inmenso amor del escritor por los clásicos, a los que con todo dominio del tema y creatividad, acostumbra a re visitar para regalarnos sus revisiones literarias y nuevas ficciones.

11. El Hombre que olvidó a Ray Bradbury.

   Tal como nos lo adelanta el título, esta vez le toca ser al autor de Las Crónicas Marcianas ser el homenajeado por su colega, quien por medio de este texto lleno de la prosa poética y que se nota quiso emular Gaiman del recién mencionado, nos habla acerca del ejercicio de la memoria y del papel que cumplen las grandes historias (y sus creadores en nuestro mundo).   
    Esta pequeña pieza trata sobre un montón de cosas, la verdad: Es un poema en prosa y narrativo de amor a alguien que pobló nuestra infancia, adolescencia y juventud (como en mi caso) con maravillas y ficciones que nos llevaron a querer más de estas fabulaciones; también corresponde a un escrito sobre la pérdida y de cómo la enfrentamos esta, no con pesimismo, sino que con fe, pues solo olvidando por completo perdemos todo aquello a lo que nos aferramos.


2 comentarios:

  1. A Neil Gaiman le gusta mezclar lo fantástico con lo real. Le gusta ése contraste, le gusta muchísimo.

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    1. Es cierto lo que dices, que como todo gran artista sabe mezclar ambos mundos.

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