martes, 22 de diciembre de 2015

La primera gran colección de cuentos de Ursula K. Le Guin (segunda parte).

     
     Pues el resto del libro se compone de los siguientes títulos:

9- Nueve vidas.

      Uno de los cuentos más extensos del libro, que aborda tópicos caros a la ciencia ficción, como lo son la clonación, las catástrofes ambientales, el viaje espacial y el descubrimiento de mundos extraterrestres.
     Trata sobre dos científicos que deben realizar una serie de investigaciones en un planeta recientemente descubierto, a quienes se les unen un grupo de diez expertos, cinco mujeres y cinco hombres… ¡Los que resultan ser clones de la misma persona! Para los dos varones nacidos de forma “natural”, resulta complicado laburar con sus nuevos compañeros, ya que estos desde un principio demuestran cierta incapacidad para comunicarse con quienes no sean sus pares, o sea, sus “hermanos”.  Un incidente logra lo que por ningún otro medio fue posible: la posibilidad de la verdadera integración entre ambos equipos, aunque ello signifique ciertos sacrificios.
     El relato resulta bastante interesante a la hora de analizar varios puntos en él.  En primer lugar por la manera que tiene de trabajar el tema de la otredad, en cuanto al encuentro entre los seres humanos que representan el viejo mundo (de aspecto poco saludable, ya que son hijos de los sobrevivientes de una Tierra devastada) y los clones representativos de la nueva humanidad (bastante mejorada por cierto); de este modo los primeros se hayan antes sus prejuicios, incomodidad y miedos hacia lo distinto, mientras que los otros en su especial naturaleza ignoran a quienes no son como ellos (no por despreciarlos, claro, sino por otra razón tal como queda detallado en el texto).  Tras esto y una vez llegados al clímax de la historia, se presenta el tema de la aceptación y el trabajo en equipo, con la valoración hacia los demás que ello implica, como también la necesidad humana de compañía.
     Ursula K. Le Guin se adelanta por casi quince años a la narrativa multirracial de gente como Orson Scott Card, al hacer que sus personajes (sin ser extraterrestres) pertenezcan a distintas etnias y no solo caucásicos, otorgando protagonismo a latinos y a asiáticos; además de escapar a los trillados estereotipos raciales y racistas.

     “— ¡Dios, qué equipo! Hay algo que no comprendo. ¿Hasta qué punto sabe cada uno de ustedes lo que los otros están pensando?
      —Ninguno sabe lo que piensan los otros, estrictamente hablando —respondió una de las muchachas, Zayin; los otros la contemplaron con una mirada de aprobación—. Entre nosotros no existe telepatía ni nada por el estilo. Pero pensamos igual. Tenemos exactamente el mismo equipo. Sometidos al mismo estímulo, al mismo problema, lo más probable es que experimentemos las mismas reacciones y encontremos las mismas soluciones al mismo tiempo. Las explicaciones resultan fáciles: normalmente, no necesitamos recurrir a ellas. Rara vez hay disensiones entre nosotros. Esto facilita nuestro trabajo de equipo”.

10- Cosas.

     Sin dudas uno de los mejores y más bellos cuentos de esta colección, por no mencionar el lirismo con el que Ursula K. Le Guin lo cuenta.  Aquí un hombre decide quedarse en su hogar, tras el exilio forzado de su pueblo, debido a una (otra) catástrofe que no queda clara en la narración (aunque tampoco ello tiene mayor importancia para lo que acá nos quiere contar la autora).  En su empecinamiento a no abandonar su vieja vida y encontrar otra manera de enfrentar la crisis, el protagonista encuentra una compañera con quien pasa sus últimos días antes del supuesto final.
     Se trata de una obra que gira en torno al tema de la esperanza, más todavía si se trata de creer en los sueños de uno mismo.
     El simbolismo del oficio al que se dedica el personaje principal, quien elabora ladrillos, resulta evidente, puesto que este hombre acostumbra crear con sus manos (casas) y en especial el camino hecho por él mismo y que más adelante cruzará para su propia huida.  Luego es posible identificar el tópico del viaje, en este caso en dirección a un futuro que queda más o menos incierto, pues la escritora lo muestra, por un lado, como la ruta hacia un mejor futuro y, por otro, como el simbólico paso a la otra vida (la muerte).
    El mar una vez más toma un rol preponderante en una obra de ficción, representando tanto las fuerzas de la naturaleza (superiores al ser humano), como la esperanza misma, al ser la posibilidad de llegar a otros lugares y alcanzar la felicidad (aparte de ser la fuente de la existencia en la Tierra).
    En cuanto al título de este texto, su elección no da lugar a dudas tras conocer su argumento, pues hace referencia a aquello que nos es importante y que forma parte de nuestra existencia (lo que nos negamos a abandonar, ya sea de tipo material, como de corte espiritual).

11- Un viaje a la cabeza.

     Puede que sea lejos el texto más bizarro e inentendible de toda esta selección (al más puro estilo de ciertas narraciones cortas y alucinógenas de Neil Gaiman).  En sus páginas se aborda el encuentro entre dos personas, cuya verdadera identidad nunca queda en completa evidencia y que conversan entre sí, buscando respuestas a sus interrogantes sobre quiénes son.  En determinado momento el relato salta a la descripción de un encuentro sexual, al más puro estilo del blando porno, pero ello convierte aún más el resto del relato en toda una curiosidad. Para un servidor si esta obra no hubiese salido de la pluma de tan consagrada autora, lo más probable que no lo habría terminado por su falta de coherencia (lo leí dos veces, pues tras mi primer encuentro con el texto lo olvidé por completo y ahora tras releerlo no le pude encontrar pies, ni cabeza).

12- Más vasto que los imperios y más lento.

     Otro cuento de ciencia ficción acerca de viajes interplanetarios y la posibilidad de vida extraterrestre (si bien como es habitual en este tipo de obras, bastante distinta a como es conocida en la Tierra).  Asimismo los científicos vuelven a tomar un papel preponderante, ya que al parecer resultan ser los sujetos ideales para enfrentarse a lo desconocido y representar ante sus distintas personalidades la complejidad del alma humana.
     Enmarcado dentro del ya mencionado universo del Ekumen, gira en torno a un grupo de hombres y mujeres provenientes de varios planetas y culturas, pertenecientes a esta mancomunidad.  Las relaciones entre ellos resultan complicadas, ya que en general poseen rasgos que los hacen difíciles de llevar, más todavía si se consideran los rasgos culturales que los diferencian a los unos de los otros.  No obstante uno de ellos resulta en particular extraño a los demás, ya sea por apariencia como por su conducta, lo que entorpece aún más la posibilidad de un armonioso trabajo en equipo.  Todos ellos deben realizar una serie de investigaciones en un mundo aparentemente apacible, sin formas de vida animal, no obstante un incidente los hace darse cuenta de que no se encuentran solos y ello a su vez permitirá cambiar en parte las rígidas relaciones sociales.
     Resalta dentro de todo esto la caracterización del verdadero paria entre los científicos, un personaje atormentado e irascible, quien contrasta en parte con los rasgos más amables de la jefa de la expedición (de modo que se resaltan acá los valores de la tolerancia y la compasión).
    En el cuento vuelven a tomar gran relevancia los árboles (figuras que seguirán repitiéndose en lo que queda del libro), entidades destacadas en la literatura de la Le Guin, para quien esta vida vegetal envuelve un sinnúmero de ideas positivas, como ejemplo la belleza de la naturaleza y la paz (lo que sin vacilaciones queda de manifiesto hacia el final del cuento).

     “Daba la impresión de un hombre a quien le hubieran arrancado la piel. Su tez, de una blancura y una transparencia morbosas, mostraba los vasos sanguíneos como un desteñido mapa de carreteras trazado en rojo y azul. La manzana de Adán, los músculos que le rodeaban la boca, los huesos y ligamentos de las muñecas y las manos, todo se veía nítidamente como exhibiéndose para una clase de anatomía. El pelo era de un claro color herrumbre, como sangre reseca. Tenía cejas y pestañas, pero sólo eran visibles bajo ciertas luces; lo que uno veía eran los huesos de las órbitas, la red de las venillas de los párpados y los ojos incoloros. No eran rojos, porque Osden no era realmente albino, pero tampoco eran azules ni grises; los colores se habían borrado de los ojos de Osden, dejando una fría claridad acuosa, infinitamente penetrable. Nunca miraba a nadie de frente. Tenía un rostro inexpresivo, semejante a un dibujo anatómico, o a un rostro desollado.
     - Concuerdo -dijo en una alta y áspera voz de tenor- que incluso el retraimiento autístico sería preferible al smog de las baratas emociones de segunda mano con que me rodean todos ustedes. ¿Por qué exudas odio ahora, Porlock? ¿No puedes soportar mi vista? Ve a practicar un poco de autoerotismo como lo hacías anoche, eso mejora tus vibraciones. ¿Quién demonios tocó mis cintas? Que nadie, ninguno de vosotros, toque mis cosas. No lo permitiré”.

13- Las estrellas en la roca.

     
     Un relato muy en la línea de Los Maestros, por cuanto se trata de otro ejemplo de la capacidad de la ciencia ficción de llevar a escenarios imaginarios, las grandes problemáticas para poder analizarlas mejor.  Por otro lado, este cuento recuerda bastante al recién mencionado, ya que en este segundo caso una vez más la escritora muestra a la figura del científico, como a sujetos que pueden representar tanto lo mejor de nuestra humanidad, como a lo peor de ella misma.  No obstante, en esta obra el protagonista es un hombre de ciencias que se asemeja más a los artistas, debido a su capacidad de mirar con otros ojos la realidad, descubrir la belleza escondida de las cosas y con ello sobresalir entre sus congéneres; asimismo en su humildad y amor al conocimiento, como también a la verdad, presenta rasgos religiosos, propios del sacerdocio, ya que su actuar es el de alguien deseoso de compartir con otros la alegría de su saber, capaz de elevar a quienes lo oyen de los límites de su naturaleza (la llamada revelación de los profetas).  Por otro lado, no deja de verse en esta lectura la represión de los que se empecinan en defender su ignorancia, a tal punto de negar a otros su propia felicidad.
     Pues esta es la historia de un hombre que debido a sus estudios y descubrimientos, debe escapar de la multitud bárbara, teniendo que llegar a esconderse.  Sin embargo, no todos quienes lo rodean quieren quedarse en la oscuridad de lo que dicta la mayoría y  por esa misma razón el protagonista experimenta la buena voluntad del prójimo e incluso el poder del amor.  Quienes lo acogen son representantes tanto del mundo sofisticado de la opulencia, como del pueblo sencillo de los obreros, puesto que la verdad y la belleza resultan ser certezas disponibles para todos (solo hay que aprender a reconocerlas).
     Ursula K.  Le Guin nos regala nuevas metáforas y/o alegorías, al hacer que su hombre de ciencias, sea alguien que haya llegado a su epifanía a través de la observación de las estrellas (descubriendo con ello el verdadero rostro de Dios); teniendo luego que adentrarse en las entrañas de la tierra (sin dudas una representación del vientre materno, que cuida del indefenso).  Por lo tanto la supuesta oscuridad de las cavernas en las que ahora vive, son solo un paso al descubrimiento de otra luz, tras la ceguera inicial; puesto que lo que hay en las profundidades, resulta ser un reflejo de lo que arriba existe.
     El cuento bien podría ser una historia realista de corte histórica, por cuanto  a diferencia de Los Maestros, no resulta tan artificioso como la mayoría de este tipo de textos; no obstante tras acercarse al emotivo final, una última invención de su personaje principal lo acerca más al género respectivo.

    “Hablaba con esa autoridad que los mineros sabían que pertenecía por derecho a los sacerdotes, a las grandes palabras que pronunciaban los sacerdotes en las iglesias resonantes. No era lógico que estuviese allí, en aquel agujero en el que ellos se ganaban penosamente la vida, en las palabras de un fugitivo loco. Más tarde, al hablar entre ellos, movían la cabeza, o se llevaban un dedo a la frente.
    Su locura va en aumento —dijo Per.
    ¡ Pobrecillo! —exclamó Hanno.
      Pero, al mismo tiempo, no había entre ellos ninguno que no creyese lo que el astrónomo les había dicho.
     (…)
     Bran se interrumpió. Hacía poco, había caído en la cuenta de quién era Guennar. El hecho de que fuese un hereje no le importaba, pero el saber que era un sabio le hacía difícil llamarle «compañero» o «amigo». Y tampoco podía llamarle «maestro». Había ocasiones en que, a pesar de toda su mansedumbre, el fugitivo hablaba con grandes palabras, palabras que cautivaban el alma, y en aquellas ocasiones habría sido fácil llamarle «maestro». Pero ello le habría asustado”.

14- El Campo de visión.

     Una historia que aborda de manera muy especial el tema de la religión, si bien no desde el punto de vista del oscurantismo, tal como se vio en el cuento anterior y Los Maestros; por otro lado, se conecta a estos dos en cuanto a que por igual gira en torno al significado que posee el conocimiento “real” de las cosas, aunque en este último caso ello más bien significa una supuesta maldición, que una bendición. De este modo y considerando los elementos que componen este texto, su argumento atiende a ideas antiguas, como el hecho de que existen ciertas verdades superiores a las capacidades de los mortales, quienes deben asumir su (insignificante) papel en el universo.  También se encuentra la noción de que no estamos solos en medio de esta vastedad.
      Trata acerca de unos astronautas que viajan a Marte y allí se encuentran con una rara formación, que al parecer viene a ser el vestigio de una antigua y desaparecida civilización.  Al llegar a la Tierra solo dos del equipo enviado allá sobreviven a tal experiencia, sin embargo lo hacen con secuelas de tipo físico y psicológico.  Poco a poco se va descubriendo lo que en realidad les pasó a estos dos individuos.

15- Dirección de la carretera.

      Una obra bastante distinta a las contenidas en este libro, debido a las singularidades que posee e implican tanto su estilo de narración (pues está escrito en primera persona, o sea, desde el punto de vista de su protagonista, que resulta bastante inesperado en su condición, por cierto), como su temática, que si bien comparte algunos de los intereses habituales de su autora, la hace ser una ave raris entre el resto (si bien mucho más efectivo y poético que el ya reseñado cuento El Viaje).
      La trama es sencilla en primera instancia, puesto que trata acerca de nada  menos que de… ¡Un árbol! Este vive a un costado de la carretera y va contando acerca de aquello de lo que es testigo en sus más de cien años de vida (en especial del avance de la tecnología, que implica el uso de la carretera misma y con ello se refiere a parte de la historia de la propia humanidad), en lo cual por muy increíble que parezca, mantiene un papel activo; ello, puesto que este ser vivo hace referencia a un nivel de conciencia desconocido para los humanos, por cuanto los hombres ignoran lo que en verdad hay a su alrededor.  Esta última idea ya fue expuesta en el relato más arriba señalado.  También podemos identificar el pensamiento ecológico y “arbóreo” tan de la Le Guin, al otorgarle este protagonismo a un árbol, criatura que en sus páginas posee sentimientos y hasta se permite dar opiniones sobre la gente.

    “La primera vez que vi un automóvil, lo recuerdo aún, lo tomé, como la mayor parte de nosotros, por un ser mortal una especie de criatura sin raíces a la que no conocía. Sentí un cierto sobrecogimiento ya que, con ciento treinta y dos años de edad, creía conocer a toda la fauna local. Pero una novedad, por fútil que sea, siempre es algo interesante, así que lo observé con atención. Me acerqué a buena marcha, la de un galope corto, pero adoptando un ritmo distinto, adaptado al aspecto falto dé gracia de aquella cosa: un ritmo inconfortable, el de un ser rodante, sofocante, trepidante, agitado por sobresaltos. Pero no, no se trataba de ningún ser mortal, libre o cautivo, con o sin raíces, y me di cuenta de ello en menos de dos minutos, antes de haber alcanzado el tamaño de treinta centímetros. Era un objeto fabricado, como aquellas carretas a las que se ataban los caballos. Lo hallé tan mal hecho que estimé imposible que regresara cuando lo vi desaparecer tras la cima de West Hill, y esperé de todo corazón no volver a verlo nunca más, pues no podía soportar su marcha dura y contrastada”.

16- Los que se marcharon de Omelas.

     De seguro uno de los mejores y más sentidos cuentos de esta colección.   En cierto sentido nos muestra una antiutopía, ya que narra la vida de la gente de Omelas, un sitio en el cual sus habitantes han conseguido la plenitud, pero ello es a costa de un significativo sacrificio, que en su revelación puede resultar impactante para muchos lectores. 
    Esta obra trata acerca del significado de la felicidad en nuestras vidas y sobre lo que estamos dispuestos a hacer, muchas veces sin importar el costo que puede acarrear para cada uno. Por ende, es una historia sobre la dignidad humana, los sueños y las pesadillas que nos rondan; a su vez encontramos acá los temas de la culpa y de la vergüenza, sentimientos que pueden tanto denigrarnos, como elevarnos tras cambiar el camino torcido que hasta el momento hemos tomado. 
     Si bien una vez llegados a su clímax la verdad sobre Omelas se hace amarga, la escritora abre una puerta a la esperanza, que señala justamente el poder que posee el deseo de ser mejores personas.

     “No eran personas simples, aunque si felices. Pero no pronunciaremos más palabras de alabanza. Todas las sonrisas se han vuelto arcaicas. Al proceder a una descripción como ésta, uno tiende a hacer ciertas suposiciones, a dar la impresión de que busca un rey montado en un espléndido corcel y rodeado de nobles caballeros, o quizás en una litera dorada conducida por altos y musculosos esclavos. Pero no había rey. No usaban espadas ni poseían esclavos. No eran bárbaros. Desconozco las reglas y leyes de su sociedad pero sospecho que eran singularmente escasas. Al igual que se regían sin monarquía ni esclavitud, tampoco necesitaban la bolsa de valores, la publicidad, la policía secreta y la bomba. Sin embargo, repito que no era un pueblo simple; nada de dulces pastores, nobles salvajes ni blandos utópicos, ni menos complejos que nosotros. El mal estriba en que nosotros poseemos malos hábitos, animados por pedantes y sofisticados empeñados en considerar la felicidad como algo estúpido. Sólo el dolor es intelectual. Sólo el mal es interesante. Es la traición del artista: la negativa a admitir la banalidad del mal y el terrible fastidio del dolor. Si no puedes morder no enseñes los dientes. Si duele, vuelve a dar. Pero alabar el desespero es condenar el deleite; aceptar la violencia es perder la libertad para todo lo demás. Nosotros casi la hemos perdido; ya no podemos describir la felicidad de un hombre ni manifestar una alegría”.

17. El día anterior a la revolución.

    Tal como otros textos reunidos en el libro, es un relato que sirvió como fuente para una de sus posteriores novelas, en este caso una de sus más alabadas: Los Desposeídos
    Es la historia de una mujer anciana, fundadora de un movimiento anarquista y que pretende derrocar el gobierno (al parecer opresivo) de su planeta.  La protagonista, quien ha tenido una vida intensa y ha marcado con su existencia la de muchas personas, recuerda con nostalgia y cierto sentido de amargura su pasado.  Quien otrora fue de alguna manera una persona poderosa, hoy en día es alguien que se siente débil y se autocompadece.   Se podría afirmar entonces que aborda los temas de la soledad y la futilidad, que pueden llegar a tener las acciones humanas.  Por tanto, resulta ser un cuento bastante pesimista para cerrar un tomo lleno de tanta maravilla y belleza.

6 comentarios:

  1. Muchas gracias por tus recomendaciones, vere cual pudiera encontrar por aca

    saludos

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    1. Pues a leerlo si te lo encuentras, que te gustará y gracias de nuevo por pasarte por acá.

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  2. Me interesa leer el último relato, pues "Los Desposeídos" es la novela que más me ha gustado de esta autora. Sobre la cuestión de reflejar la diversidad y la multirracialidad, ya hablamos tiempo atrás de la obra de Samuel R. Delany, que fue precursor tratando estas cuestiones en la Ciencia-Ficción.

    Aprovecho este comentario, Elwin, para felicitarte estas fiestas y desearte un feliz año nuevo. Un abrazo desde España.

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    1. Mi gallego amigo, qué grato volver a saber de ti (no te niego que echo de menos tus visitas virtuales de antaño, que eran más continuas). Respecto a esta autora, apenas encuentro algo de ella me lo compro y lo leo de inmediato , siendo que "Los Desposeídos" no lo he pillado por acá (bueno, la verdad es que generalmente compro ofertas). Gracias por tus buenos deseos de fin de año, que lo mismo espero para ti y los tuyos.

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  3. Esta colección de RBA nos dejó un puñado de buenos títulos, como el que aqui reseñas. ¡Lástima que haya terminado! Si puedes, te recomiendo que te hagas con el tomo que recopila toda la obra breve de J. G. Ballard, autor imprescindible donde los haya.

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    1. Yo la edición que tengo de este libro es la de tapa dura de Edhasa, pues las de RBA apenas han llegado acá. Por otra parte, Ballard no es muy de mi gusto la verdad.

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