domingo, 8 de abril de 2012

Carta Abierta a Isabel Allende.



Querida Isabel:

    Hace tiempo que deseaba escribirte, hace rato que tenia pendiente compartir contigo unos cuantos recuerdos y reflexiones que se me vienen a la mente cuando pienso en ti, cuando hablo de tus libros y puedo darme cuenta de todo lo importante que han sido en mi vida.  De hecho, puedo mirar hacia atrás, a más de la mitad de mi vida y darme cuenta sin vergüenza de cómo a lo largo de estos años tus libros, tus historias y tanto personaje entrañable se han ido quedando conmigo como verdaderos amigos.  También puedo decir sin tapujos que tal como he podido llegar a apreciar tu obra, igualmente me siento ligado a tus penas y alegrías, puesto que no es difícil seguir la vida y la carrera de alguien a quien se admira y que llega a convertirse en un referente dentro de tu vida…
    Tenía entre 13 y 14 años cuando un miércoles por la noche viendo el programa de reportajes Contacto de Canal 13, el cual esperaba con muchas ganas semana a semana, me enteré de una escritora de nacionalidad chilena y que tras su exilio en Venezuela  luego del Golpe Militar de Pinochet, que significó tantas desgracias en nuestro país, comenzó a escribir una novela que para la fecha era todo un best seller mundial, traducida a un montón de lenguas, siendo que además ya llevaba otros libros publicados con enorme éxito   ¿Una autora chilena de novelas de fama internacional? ¿Y más encima sobrina del presidente mártir Salvador Allende? Todo eso y el resto de las circunstancias que rodeaban a esta artista nacional, me hicieron desear leer sus libros, empezando por supuesto por su ópera prima de nombre que invitaba a tanta expectativa: La Casa de los Espíritus.  Para cuando cumplí quince años, pedí a mis padres como único regalo dos libros: Cien Años de Soledad del cual no sabía nada, aunque ya había gozado de otra obra de su autor, Crónica de una muerte anunciada y que tantas buenas referencias tenía de él; y el otro era tu libro sobre la familia Trueba.  Como buen chileno que ama su patria, me leí primero el tuyo y más tarde la que para muchos es considerada la mejor y más importante novela latinoamericana (sólo después sabría de las rencorosas comparaciones entre ambos textos, en especial de parte de tus detractores, pero aún así nunca dejó de llamarme la atención que hayan llegado a mis manos al mismo tiempo estos dos libros tan ligados entre sí).   Pero eres tú quién ahora me hace escribir, no don García Márquez.
     Leer a esa edad tu libro, conocer a Esteban Trueba, a Clara clarividente, a Férula, a Blanca, a Alba, a Tránsito del Soto… ¡Qué maravilloso fue! Si la memoria no me falla, pasé la primera semana de vacaciones de invierno devorándome esas páginas. En aquel entonces bastaba sólo con el poder de una buena historia que pudiera entretenerme y llevarme a otros lugares, otras épocas, otras costumbres como para conquistar el corazón de tal adolescente de esos años, tan ávido de nuevas fabulaciones.  Cuando acabé con el libro, mi corazón se hinchó de orgullo por saber que fue de la desbordante imaginación de una compatriota de donde salió tan maravillosa historia.
   Y así fue como comenzó mi relación contigo, año tras año, leyendo el resto de tu trabajo, otras veces releyéndolo, hasta que un día me encontré haciendo clases y así fue como entre los libros que daba a leer a mis jóvenes alumnos agregué varios títulos de tu autoría.  Entonces pasé a otra etapa de mi existencia junto a ti, pues ahora tus narraciones no sólo me seducían y me acompañaban en mis ratos de ocio, si no que además me ayudaban a acercar a los niños al mundo de la lectura; puedo decir agradecido que aquellos que se atrevieron a leer realmente tus libros, no sólo los disfrutaron, si no que luego quisieron más de ti, se acercaron por su cuenta al resto de tus libros y por extensión llegaron a leer a otros escritores…¿Se puede pedir más en tu rol como profesor de Lengua Castellana? Al menos para mí ese es un triunfo que con gusto comparto contigo.
    Es así como el quinceañero de otrora fue desarrollando su manera para acercarse al texto literario y hoy en día, ya con 36 años de vida, puedo no sólo refocilarme con una trama atrayente, también puedo leer ente líneas y darme cuenta de los grandes temas abordados en la obra de arte; puedo comentar con pasión lo que descubrí al leer algo que además de entretenerme, me hizo meditar sobre mi propia existencia y contribuyó a mi crecimiento personal; puedo llegar a darme cuenta que “leemos para saber que no estamos solos” y que una de las mayores satisfacciones que poseo es la de transmitir a otros la alegría que me provoca leer algo como tus historias.  Me esmero por conseguir ese efecto entre mis queridos estudiantes.
   Cuando me enteré de la muerte de tu hija Paula, no lloré, pero sí llegué a lamentarlo, porque una persona muy querida para mí, perdía a alguien tan importante dentro de su existencia (y como siempre uno desea lo mejor para quienes ama, de inmediato siente empatía con sus pesares).  Un verano me encontré leyendo tu libro dedicado a Paula y entonces de veras sentí el sufrimiento que significó perder tan bella persona.  Ya había vivido dentro de mi familia, siendo niño, el dolor de un padre y una madre por sobrevivir a su descendencia, pero recién ahora alguien me abría las puertas de su corazón y sus recuerdos para entender tal desdicha.  Y sin embargo tras esa pérdida que nos comunicabas, un inmenso amor por la vida y una fuerte creencia en que ésta continuaba, nos dejaste.
    Tiempo ha pasado desde aquella primera vez en que me encontré con tus fabulaciones.  Puedo recordar tantas anécdotas relacionadas con tus libros…La vez en que a un curso le hice leer La Casa de los Espíritus y como evaluación los hice realizar un cómic adaptando una parte del libro ¡Vieras los hermosos trabajos que hicieron inspirados en tu trabajo! Un día iba en la micro leyendo Mi País Inventado y en los momentos más humorísticos mis carcajadas se oían en todo el vehiculo, de modo que mucha gente me miraba extrañada, pero yo seguía sumido en mi lectura (supongo hay personas que como no leen, ignoran cuán grata puede llegar a ser la comunicación entre un autor y su lector).  En otra ocasión también me dirigía hacia mi casa en una micro, tan ensimismado en Hija de la Fortuna, que no me di cuenta cuando me pasé de largo de donde debía bajarme y llegué a otro lugar, bastante lejos de mi destino.  El año pasado no más por fin me compré y leí El Plan Infinito, título que tenía pendiente de cuando estaba como en segundo medio y la publicidad de su lanzamiento me tenía muy entusiasmado; cuando ya por fin lo pude leer y llegué al momento en que Carmen viaja a Vietnam para buscar a su futuro hijo adoptivo, los ojos se me humedecieron, lo que me ha pasado pocas veces en la vida con un libro (una vez más llegabas a nuestro corazón, logrando provocar tantas emociones en nosotros y recordándonos nuestras propias alegrías y penas, haciéndonos darnos cuenta la grandeza del espíritu humano, radica en nuestra capacidad de compartir nuestros sentimientos con otros).
    Siempre me ha molestado el “chaqueteo” en Chile, esa mala costumbre criolla que muestra la envidia nacional ante los compatriotas que triunfan; a esto se le suma la actitud elitista e intelectualoide de quienes creen que el arte es algo sólo para “iniciados” y que una buena obra de arte es sólo aquella “comprometida” con una ideología determinada y que para ser artista de respeto debes morirte de hambre o ser un “artista maldito”.  Bien sabes cuánto han hablado al respecto sobre ti y tu labor, en especial aquellos que son incapaces de admitir que les gustaría tener aunque sea la mitad de tu éxito.  Pues en más de una ocasión me he encontrado defendiendo tu trabajo, ya que muchas veces son personas que ni siquiera han leído un cuento tuyo o que se quedaron con la visión de un libro o a lo menos dos, ignorando tu evolución como autora; yo mismo he percibido tu evolución, de escribir realismo mágico que es cierto mucho le debía a Gabriel García Márquez (y no por ello es un pecado), a pasar a una literatura mucho más intimista (tus memorias desde Paula a La Suma de los Días) para luego encontrar a una escritora ya con su propia voz en esas novelas históricas mezcladas con el mismo realismo mágico que desde Hija de la Fortuna se pueden apreciar….Si todo este camino recorrido no evidencia el crecimiento de una escritora como tú, es que entonces quien lo ignora está ciego.  ¿Sabes? No soy el único profesor chileno que defiende tu trabajo en las aulas y entre sus colegas (que muchas veces apenas se leen el diario); somos hartos lo que damos a leer tus libros en el colegio y como ya te he contado, son un éxito entre los estudiantes; de hecho, algo que me hace muy feliz es ver cómo jóvenes y adultos que apenas leen, debido a tus novelas le toman el gusto a la narrativa (por eso no creo en una literatura de minorías). 
    Cuando por fin te dieron el Premio Nacional de Literatura, hice mi propia celebración de dicho evento.  Por las calles, en las librerías, veía los afiches que conmemoraban tu premio y aquello de  “Isabel Allende, la escritora chilena más leída y querida en el mundo” me emocionaba.  A los días después del veredicto te hacia mi propio homenaje en mi MSN, al poner en mi nick de esa semana que te felicitaba por tu merecido galardón y terminaba con un “te quiero mucho”.   Me doy cuenta que es posible llegar no sólo a admirar a alguien a quien no se conoce, si no que a sentirlo (sentirla) parte de tu vida como a esas personas que más quieres en tu vida…y eso me pasa contigo.
    También te estoy agradecido de todo lo que has hecho por Chile, desde tus constantes donaciones de libros para nuestras bibliotecas y colegios, hasta tu apoyo monetario tras del último terremoto que asoló nuestra nación.  Eso dice mucho de ti.   Por eso no sólo valoro a la artista quien eres, si no que a la persona integral que hay en tu persona.
    Me pregunto si llegarás a leer esta “Carta Abierta”, que pronto subiré a mi blog para compartir con otros que gustan de tus heroínas y héroes tan particulares.  Enviaré este documento a tu página oficial, que ignoro si llegarán realmente a tus manos estas sentidas palabras.  En todo caso, por fin he dado forma a este deseo mío de por años de mandarte una carta donde por fin puedo darte las gracias por tantos momentos inolvidables, tantas historias llenas de humanidad y tanto personaje que se ha quedado en mi memoria.  En suma: gracias por ser tú.

      Elwin Álvarez Fuentes.






6 comentarios:

  1. Que patético escribirle una carta a una vieja ricachona que no sabe ni que existes y que le tiene sin cuidado que la alabes tanto... Pufffff

    ResponderEliminar
  2. Sr. Anónimo ¿O acaso será sra. o señorita? (puesto que al parecer aparte de pecar de ofensivo/a además sufres de timidez, lo que en "boca" de otros se llamaría cobardía, al no dar tu nombre). Por lo que me doy cuenta, fuiste incapaz de comprender el verdadero sentido de este texto y ello quizás a que lamentablemente te es imposible apreciar en realidad una obra literaria y que ella te sea significativa; quizás simplemente no te gusta Isabel Allende y estás en tu derecho y como respeto tu individualidad, mantengo aquí tu comentario poco empático...En todo caso, valoro tu visita y que más encima te hayas tomado la molestia de escribir. Que estés bien.

    ResponderEliminar
  3. Hola Elwin, esto te pasa por andar escribiendo panegíricos de la isabel allende, ja ja! Hablando en serio, es un comentario en mala y al pasar, personalmente yo no tendría ningún escrúpulo en borrarlo. Se que es importante respetar la libertad de expresión escrita (y digital) pero si alguien me va ofender, no me interesa darle espacio en mi propio blog, en fin... En todo caso, recuerda que no estoy ni ahí con la isabel allende, su "literatura" me tiene sin cuidado, y jamás voy a olvidar que Roberto Bolaño la criticaba duramente y ella nunca le contestó, pero le respondió con fuertes críticas... después de que Bolaño murió. Eso habla muy mal de ella como persona. Para resumir, respeto tus gustos, no estoy ni ahí con ofensas anónimas al pasar, pero no me gusta la tal chabela...

    Mfkarlos

    ResponderEliminar
  4. Independiente de si se genera un feedback es un gran detalle hacer una carta abiera a un personaje que uno sigue desde hace mucho, puesto que este nos va acompañando durante nuestras vidas, te encuentro la razon en tus palabras, ya que es de lo mas normal del mundo sentir admiración hacia alguien que haga que nuestra calidad de vida sea mejor independiente en el sentido, pero que nos hace destacar a nosotros mismos.

    Y esto es tan bueno que no importa si ese personaje fuese real o no, o al menos esa es mi opinion.

    Atte. Fabian Ibarra.

    ResponderEliminar
  5. Tarde, pero dejo mi comentario, amigo Elwin.

    No se si en Chile se usa el refrán tan común en España que dice "Nadie es profeta en su tierra", pero creo que es aplicable a la perfección a Isabel Allende. En España es una autora querida, admirada y muy seguida, cada nuevo libro suyo es un acontecimiento. Yo hasta que leí "Inés del alma mía" por recomendación tuya, desconocía que la autora hubiese vendido tantísimos ejemplares y que estuviese traducida a 35 idiomas. Creo que eso no se consigue con sólo una estrategia de márketing.

    Yo, por mi parte, soy bastante ecuánime y desconozco los detalles de la vida personal de los autores, me quedo sólo con su obra. Y debo decir que la de Allende me ha fascinado, y ya tengo varios libros suyos en la -interminable- lista de libros pendientes de lectura.

    Me ha gustado la carta, y en mi fuero interno desearía que llegase a la autora, o al menos supiese que la escribiste.

    Un abrazo desde Galicia, España.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por supuesto que acá usamos ese tan popular dicho, a lo que se suma la expresión de que el chileno en general es chaquetero, o sea, le gusta hablar mal d elos que triunfan por pura envidia. Te cuento que este año me dispongo a leerme d euna vez su libro "El Cuaderno de Maya", que hace dos años me regaló un querido amigo para un cumple. Otra vez gracias por comentar.

      Eliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...