sábado, 30 de enero de 2021

Entrevista a Luis Saavedra (escritor y divulgador).

 



     Mi siguiente entrevistado es alguien muy importante para mí (y, por supuesto, para un montón de personas), puesto que si bien hoy en día lo veo tarde, mal y nunca, es uno de los sensei que tengo y al que le debo bastantes de los conocimientos (ñoños) que hoy tengo, así como un montón de bellos recuerdos.  Cabe mencionar que luego de Roberto Alfaro, es el segundo de al menos un cuarteto de más que interesantes figuras del acontecer nacional friki que deseo traerles a este humilde blog; por lo tanto, gracias de nuevo a quien con toda su amabilidad me permitió entregarles este exclusivo texto.
     Conocí a Luis Saavedra (a quien luego llamé “Tío Lucho” debido a sus características patriarcales) entre 1994 y 1995, gracias a los primeros eventos dedicados al fandom que asistí en el Centro Cultural de España, ya sea solo o con un par de amigos (e incluso con uno o dos sobrinos en alguna ocasión), gracias a la iniciativa de un grupo que fue el primero en Chile en llevar el mundo de la ciencia ficción, pelis, series, cómics, videojuegos y otros a la exposición masiva para el gusto de sus aficionados; todo lo anterior en una época en la que la ignorancia al respecto en nuestro país por medio de las instituciones, lo veían a lo más como una mera curiosidad escapista de “desadaptados” (¡Como si el fútbol mismo no fuera en realidad eso  mismo y más para millones!).  Habremos cruzado una que otra palabra y bien recuerdo que a uno de los Ficcionautas Asociados, el grupo al que pertenecía en aquel entonces nuestro entrevistado, si uno podía unirse a ellos, puesto que en dicha época no tenía mucha gente con la cual compartir mis intereses; quien me respondió (quizás el propio Tío Lucho antes que me conociera en verdad), de la manera más “protocolar” me respondió que eran un grupo cerrado, que no era mala onda, etc., etc… Poco después el mundo cambió para mejor y me rodeé de un montón de pares, con los cuales intercambiar pareceres sobre aquellas historias y personajes que nos hacían alucinar.
     El 16 de marzo de 1996, para ser exacto, comenzó el taller de literatura de ciencia ficción organizado/liderado por Luis Saavedra en los hoy añorados talleres del Parque O´Higgins, que hacían los mismos Ficcionautas Asociados en las dependencias que los Rotarios, muy amablemente, prestaban a este equipo.  Llegué a tener la suerte y la dicha de participar de tal taller gracias al dato que me dio Rodrigo Yuri, otro maestro y del cual no sé hace años ya.  Estuve unos cuantos meses no más (y no un par de semanas como bien cree otro querido amigo); allí de manera desinteresada el Tío Lucho nos pasaba apuntes en fotocopias que ni siquiera las cobraba, los leíamos en casa o en las reuniones y los comentábamos, a la par de que el experto nos daba sus clases magistrales que tanto influyeron en nosotros.  En más de una ocasión nos regaló libros, ediciones que guardo sagradamente y nos prestaba algún título, a veces también de cómics o películas, cuando el resto todavía estudiante apenas teníamos para adquirir su propia colección (¿Ahora van entendiendo mejor por qué razón le puse ese apodo?).
    Bueno, ya es hora de ir al verdadero plato fuerte de esta ocasión y espero el mes que está por comenzar contarles más sobre el Tío Lucho, para cuando ya pueda tener en mis manos su primer libro y leerlo, puesto que sin dudas que escribiré al respecto.
 
1. Preséntate en 10 líneas.
 
     Creo que menos, tampoco soy tan interesante. Mi nombre es Luis Saavedra Vargas, nací en Puente Alto, me gustó la ciencia ficción desde siempre y nunca he dejado de quererla. Soy aficionado, editor y escritor de género. Aficionado en el fándom activo desde 1988, editor desde 1990 con mi primer fanzine que se llamaba Wonderlands, y escritor de género desde 1998 con mi primer cuento llamado «El payaso de porcelana». Edité el fanzine Fobos, las antologías Pulsares y participo del Grupo Poliedro. Mis relatos han sido traducidos al inglés, francés e italiano. He atravesado todos los movimientos modernos de la ciencia ficción chilena y recién hace poco salió mi primera antología de cuento, por Cathartes Ediciones, que reúne parte de mi obra de los últimos 20 años. Y mira tú, hemos llegado a las 10 líneas.
 
2. Cuéntanos de cómo llegaste a la literatura de la ciencia ficción y a apasionarte por ella.
 
     No lo sé muy bien. ¿Fue un accidente o el resultado de un experimento eugenésico? Lo cierto es que no puedo datar bien el momento en que me hice consciente del fantástico. Nací en una época en donde el futuro era un concepto luminoso y siempre adelante de nosotros, aunque inminente. Solo nombrar el año 2000 podía gatillarte secuencias de imágenes estroboscópicas. Íbamos a llegar a Marte, viajar en el tiempo, conversar con inteligencias artificiales. Todos conceptos popularizados por la ciencia ficción desde la época de los 1950s. La década de los 1970s, aquella en la que se data mi nacimiento por carbono 14, el género era lo suficientemente popular para dejar su claustro y hacerse mainstream. Así las cosas, adquirir el sentido de la maravilla, desde un ángulo tecnológico y científico, venía junto con la marraqueta. No obstante, puedo decir que hubo un hecho señero. Aunque ya tenía el bichito en la cabeza desde que vi Star Wars, mi primer verdadero libro de ciencia ficción me lo regaló mi madrina. Era un conjunto tempranero de relatos de Isaac Asimov que venía en una colección llamada Libro Amigo. Un anillo alrededor del Sol definitivamente inclinó la balanza hacia la literatura de género.
 
3. ¿Cuáles son los “Orígenes Secretos” de Ficcionautas Asociados?
 
      No hay tales. Esa historia ya fue escrita en un artículo sobre la Década Prodigiosa, los 1990s, para el ezine español Alfa Eridiani, hace más de 10 años. Allí está mucho mejor contada, pormenorizada, desmenuzada. Se relatan episodios deliciosos y chocantes, así que los remito a que lo lean allá. En el artículo se explicita qué fue de la Sochif, Sociedad chilena de ciencia ficción y fantasía, y cómo un grupo de jóvenes idealistas se desligaron de ella y terminaron formando primero el Círculo chileno juvenil de ciencia ficción y fantasía, y luego Ficcionautas asociados. Fue una salida intempestiva, a balazo limpio y cerrando las puertas por fuera. No fuimos populares entre quienes se quedaron atrás. Sochif tenía un boletín de novedades. El número post-cisma traía en portada al Motorista Fantasma gritando a voz en cuello: «You’ll die for this!». Sochif siguió declinando hasta una vejez silenciosa, mientras que Ficcionautas Asociados serían los putos amos de toda la década. Es el ciclo de la vida.
 
4. Quisiéramos saber sobre tu participación en los talleres del Parque O´Higgins.
 
     Mi participación en Ficcionautas Asociados acabó en el cansancio natural de cinco encuentros de ciencia ficción, desde 1991 a 1997. Después de formar parte de la organización de estos eventos masivos, me entraron ganas de hacer algo más específico y de menor escala. Creo que de esos grandes eventos la literatura de género, la parte que yo representaba, salía bien coja, en el sentido de que las estrellas eran otras disciplinas como el coleccionismo, el maquetismo, el cine, el cómic y la ilustración. Roberto Alfaro y Gabriel Huamán habían formado un espacio de talleres en el Club Rotario del Parque O’Higgins, locación que ya no existe hoy en día. Recibí la invitación para unirme con un taller de apreciación de la literatura de ciencia ficción. De allí nació la idea de realizar una publicación propia como lo fue Fobos, un fanzine estúpidamente gratuito. Fueron unos tres años y como dos mil fotocopias de documentos y relatos de anticipación, calculo. Se formó un buen grupo, bien afiatado, aunque la mayoría del tiempo fue un club de Toby. Me hubiera gustado más presencia femenina, pero la particular naturaleza del taller era desconcertante para cualquiera. Hubo días muy fríos de invierno en donde sobrevivimos felices con un café y una caja de 3 kilos de esas galletas de jardín infantil, que parecían madera aglomerada. Hubo días muy calurosos de verano en donde lo suspendimos todo y nos fuimos a jugar a la pelota a los potreros del Parque. Fue una época romántica y despreocupada.
 
5. ¿Cómo es el proceso que llevas para escribir algún cuento?
 
     Completamente caótico, muy distinto de lo que solía enseñar en el taller del Parque O’Higgins. En ese taller, hablamos de diferentes enfoques estructurados y metódicos para llegar a una historia, generar ambiente, construir personajes. Me leí manuales de escritura de todo tipo, que te prometían que ibas a ganar el reconocimiento del público y vender mogollones. Me aprendí métodos muy complicados de clasificación de los elementos de la narrativa. Llegué a pensar en comprar licencias para software de escritura, que mejorarían mi oficio. Extrañamente nunca fui a ningún taller de un escritor o escritora famosillos. No voy a decir que di vuelta el círculo, pero si terminé desechando casi todo y me quedé solo con unas pocas cosas. No soy un escritor de método y empiezo con algo bien esotérico. En la oscuridad de mi mente emerge una imagen principal, continúo con una imagen de inicio y debo visualizar el final con otra. Luego, esas imágenes están un buen rato hirviendo en la marmita hasta que la presión obliga a escribir la primera palabra. Conociendo el punto A y el Z, puedo hacer ciegamente la ruta entre ambos puntos. Por supuesto, no es que sea todo una conflagración ectoplasmática, siempre uno plantea situaciones, personajes, temáticas, con un mínimo de volición, pero generalmente estos van variando durante el texto. No sé si eso sea un método en sí mismo, tiendo a sospechar que sí. Una cosa importante del oficio es encontrar la voz propia y eso no lo puede brindar ninguna metodología, la voz es una cosa intransferible que uno debe buscar por sí mismo.




¿Alguna duda de cuál sería una de las series fetiches de nuestra estrella de hoy?

 
6. ¿Qué tal la experiencia de publicar tu primer libro en solitario?
 
     Es una sensación increíble, casi mejor que el sexo. La liberación de endorfinas, seratoninas y oxitocinas es un cóctel que te deja con energías durante un buen tiempo. Publicar un libro en Chile como Lentos animales interdimensionales es un triunfo contra lo sombrío y monótono que es este país. Por lo tanto, te sientes como un superhéroe. Así es, es el primero en solitario y eso pone en perspectiva toda una vida dedicada a mi querido género de la ciencia ficción, desde que me involucré en 1988. En el ajetreo de la vida cotidiana, uno está demasiado encima, demasiado ocupado en el detalle, acelerado por las circunstancias que muchas veces son pequeñas en perspectiva. Precisamente perspectiva es lo que te da un libro que es una antología de la ficción que he desarrollado desde 1998, cuando escribí «El payaso de porcelana». Con esto quiero decir que no había dimensionado el largo camino que he transitado. Esta colección es una celebración de mí mismo, así que me doy hurras por completar esta etapa del juego, enfrentando al Boss y derrotándolo. Al fin desbloqueé un bonus pack, la satisfacción. Punto aparte, también agradecer la labor de Cathartes Ediciones, una editorial de género en Arica, y Connie Tapia Monroy, como editora, porque fueron exhaustivos y soportaron todas mis manías.
 
7. ¿Algún cuento tuyo por el cuál tengas especial predilección y por qué?
 
      No me gustaría destacar ninguno en particular. Como los padres que no pueden preferir a ninguno de sus hijos, esta vez no voy a elegir. Sí puedo comentar que durante la edición de Lentos animales interdimensionales estuve muy tentado de reescribir, reversionar, corregir a destajo, pero no era el momento. En realidad, hay muy pocas excusas para reescribir un texto, en mi opinión. Si está muy desfasado, si eres un escritor diametralmente opuesto al de entonces, si chocas directamente con la sensibilidad contemporánea. Tentado porque habían decisiones que hoy no hubiera tomado. Tal vez lo hubiera mejorado desde mi perspectiva actual, pero también hubiera negado la persona que lo escribió, en ese entonces. Una antología es una historia geológica personal, en donde cada sustrato representa una etapa evolutiva, llena de hallazgos arqueológicos. La mirada retrospectiva siempre es excitante para entender no solo el pasado, sino también el futuro. Mi futuro es amplio.
 
8. Como experto en el tema… ¿Cómo ves el panorama actual de la literatura de ciencia ficción en Chile y en Latinoamérica?
 
     Solo me referiré al caso Chile. Tengo sentimientos encontrados al respecto. Estamos atravesando una edad de oro en cuanto a publicación, para qué dudarlo. El abaratamiento de los medios de impresión ha redundado en la aparición de micro- y minieditoriales, así como editoriales de nicho como el terror, el policial, la ciencia ficción. Esto es muy bueno porque permite al mercado expandirse como nunca antes lo había hecho. Cuando empecé, solo existían las editoriales establecidas, de aquellas a las que ni llegabas a Recepción. Había que tener un producto muy bueno, en conjunto con un par de contactos adentro, y buenas dosis de suerte para acceder a una evaluación. Hoy en día, las o los autores noveles pueden llevar su trabajo a muchas partes; de hecho, hacer el circuito completo para recibir feedback y, eventualmente, ser publicados. ¿Qué se publica? Muchísimo. ¿Vale la pena? Poquísimo. Esto podría arreglarse con un mercado que regulara su calidad, pero Chile se ha comportado de una forma bien especial. Derivativo de las novedades que salían en España y Argentina, nunca fue muy desarrollado. En parte porque el hachazo que recibió la industria cultural con el Golpe Cívico-Militar todavía repercute; creo que truncó un medio ambiente que se destacaba a nivel Latinoamericano, y que nunca más recuperamos. El mercado hoy en Chile es infantil: sin lectores maduros, sin reseñadores o críticos literarios, con editoriales factorías, con barras bravas que solo se leen a sí mismas. Tengo la esperanza de que esto es una cuestión de tiempo, finalmente, y habiendo ya una infraestructura física y social, solo falte que pase el suficiente caudal de agua bajo el puente para reunir un corpus digno que se pueda llamar ciencia ficción contemporánea chilena.


 
9. Consejos para quienes desean dedicarse a escribir ciencia ficción.
 
     Elijan otra cosa si lo que quieren encontrar es una forma de ganarse la vida. Aquí no hallarán oportunidades monetarias ni de reconocimiento. El medio es sencillamente muy pequeño e irrelevante, y está sobresaturado. La verdad es que no, no se elige escribir ciencia ficción por las posibilidades concretas, sino por que realmente te gusta. Ahora bien, si la respuesta a lo anterior es sí, entonces querrás haberte empapado del espectro literario contemporáneo; mientras más, mejor. Hoy en día, la gente no soporta una obra mal ejecutada. Ha pasado mucha agua desde los días de las novelitas de a duro y los capitanes del espacio se fueron al hospicio. Eso va también para las temáticas, aunque ya no hay nada nuevo bajo el sol, pero siempre es bueno mantenerte al día con tu mundo y con lo que se escribe en los mercados. Eso no significa que tengas que agarrar las modas apenas salgan, es solo que la ciencia ficción es el arte de comentar el presente, desde una posición narrativa que involucra la ciencia y la tecnología. Asimismo, una red social te permitirá sentirte conectado con las posibilidades de publicación. Una escritora o escritor novel siempre necesitan publicar a destajo y pulir sus habilidades, por lo tanto en los primeros tiempos querrás convertirte en una máquina de generar historias para ver qué es lo que funciona o no funciona en ti. Allí están los ezines, uno de los mejores inventos de la internet, en donde publicar es de muy bajo costo y son excelentes vitrinas para tu trabajo. Más o menos eso, son consejos específicos, pero que ayudan harto. No me extiendo en el mero oficio de escribir, que ya hay mejores personas que yo para aconsejar.
 
10. ¿Es el Tío Lucho un ñoño y a mucha honra?
 
     Un ñoño y a mucha honra, aunque uno de los antiguos, que no le gusta hacer aspavientos. Solía odiar el fándom más pintoresco, aquel que ama las franquicias y hace cosplay, pero eventualmente lo acepté como una de las tantas formas en que la gente expresa lo que ama. Sí tuve una época de coleccionismo, tratando de completar series de libros y revistas, pero nunca me dio esa fiebre por figuras, memorabilia, etc. Era ñoño en el sentido de hundirme en algo tan específico y de nicho como la ciencia ficción. Si hubiera sido hincha del Colo o la U, no hubiera pasado nada, todo sería muy normal. Aunque a ambos aficionados nos mueve un amor desmedido por una actividad, el fútbol está normalizado. Es una cuestión de magnitud, realmente. ¿Me gusta ser ñoño? La pasé mal y la pasé bien, lo acepto como una característica más de mi personalidad. Hoy en día el concepto está mucho más aceptado y claro que es, en varios casos, una forma cool de ser popular. Yo soy ñoño silente y secreto, lo disfruto desde mi intimidad y no me gusta hacer proselitismo al respecto. Si alguien me toca el tema, hablaremos durante horas. Si no, está completamente bien y conversaremos de lo amplio que es el mundo en todas direcciones.
 
11. Recomiéndanos porfa… Un escritor chileno, un escritor extranjero, una novela, una colección de cuentos, un cómic, una peli, una serie (si no es mucho pedir, claro).
 
      ¿Solamente uno de cada categoría? Es de esos desafíos en donde se hacen listas y no soy muy bueno allí porque siempre estoy cambiando de opinión a medida que conozco esto o aquello. Una escritora chilena es Ilda Cádiz Ávila y ella me acompañó en mis lecturas en una etapa formativa esencial en ciencia ficción chilena; cuando me hacía una idea de por qué existía el fantástico nacional, se apareció con su libro La tierra dormida y otros cuentos de anticipación. No se me olvidó más y cada vez que tengo la oportunidad, la meto como ejemplo de escritora de género. Una novela chilena sería La tienda de regalos, de Andrés Olave, que escribe como Thomas Pynchon y Philip K. Dick, y me encantó su forma de narrar una invasión desde el punto de vista de personajes bien marginales y comunes. Una colección de cuentos sería Vampiros y limones, de Karen Rusell, que es una escritora norteamericana fenomenal, e incluye un gran relato de terror físico, un gran relato fantástico, un gran relato surrealista, muchos grandes relatos de todo tipo; un libro sin desperdicio. Un cómic sería Saga, toda la secuencia, escrita por Brian K. Vaughan y dibujada por Fiona Staples; gran arte, maravillosas ideas, lindos personajes, para qué vamos a seguir si lo que quiero es que ustedes lo descubran. Y una serie, que extrañamente me ha resultado más difícil decidir porque vemos muchas series en la edad de oro de las series, sería Wandavisión, que me parece una demostración de que Marvel le sigue dando cátedra en innovación a DC, aún en su propio terreno.
 
12. ¿Cómo podemos conseguir tu libro?
 
     Mi libro no es mi libro, es más propiedad de Cathartes Ediciones y el Estado de Chile. Yo solamente le agregué palabras a las casi trescientas páginas. Se puede conseguir por el perfil de FB de Cathartes o en la tienda virtual de Pirita Distribución y eventualmente por Buscalibre. Allí estaré rodeado de otros grandes títulos, es intimidante, creo.
     Agradezco el espacio que me has dado para divagar de muchos asuntos celestiales y humanos. No todos los que hubiera querido, pero estoy satisfecho. Es un texto que quedará por aquí, guardado en las capas geológicas de internet para su descubrimiento por una raza alienígena, que pensará que los humanos teníamos plumas multicolores y caminábamos con las manos, y se preguntará por el significado de la palabra ciencia ficción.
 
 
Explicación: Luis Saavedra Vargas, escritor de ciencia ficción, a punto de cumplir 50, con su primer libro en solitario a cuestas, nos explica por qué no ser escritor de ciencia ficción en Chile. Lecciones chistosas de vida de un viejo primate.



Como Poe, Lovecraft y Stephen King, el Tío Lucho es un gatero consumado.
                                              (Isidoro del Solar es el nombre de su minino)




8 comentarios:

  1. Buena entrevista a una personalidad que, sinceramente, no conocía. Respuestas directas y no muy optimistas en lo que respecta a vivir de la literatura en este lado del mundo, pero muy sinceras. Comparto lo de la saga SAGA (valga la redundancia), una genialidad. ¡Felicitaciones Elwin por hacernos saber más de esta genete que tanto viene aportando a los géneros que tanto nos gustan!

    Saludos,
    RICARDO

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    1. Gracias por dedicarle tiempo a esta entrevista, amigo. Yo, por mi parte, espero con ansias el libro de Luis que lamentablemente se ha tardado en salir de la imprenta.

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  2. Es bueno saber de un buen amigo, que es unos de los puntales literarios del fantástico nacional como uno de sus promotores, motor fundamental desde la década de los 90, cosa que no se deja ver a primera vista gracias a humildad y bajo perfil, pero que es necesario que se le reconozca como tal.
    Solo hay que hacer una pequeña aclaración. Cuando Salimos de SOCHIF no fue a balazo limpio, sino con armas de rayos (como debe de ser en una agrupación de C.F.) y sables de luz en mano, mientras puertas automáticas se cerraban dejando atrás criaturas que babeaban acido corrosivos de sus poros.
    Dejando las bromas aparte, es un agrado llamar amigo a Luis, quien corrió con nosotros por un sueño, colocar el género el fantástico a vista y paciencia de aquellos que solo vivían el día a día, en un mundo gris sin sueños.
    Roberto Alfaro Vergara.

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    1. Que alguien como tú comente y nos dé su opinión, quien conoce tan bien a nuestro entrevistado y más encima también fue parte esencial de esta historia, es algo muy valioso que complementa las palabras del Tío Lucho. Gracias por pasarte por acá y no caer en la "indolencia" de al menos dejar un saludo.

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  3. Leyendo esta entrevista, específicamente lo concerniente a vivir de la literatura, me parece que no sólo en Chile es así, sino incluso en gran parte del mundo. En España muchos escritores, con publicaciones a cuestas, dicen que es imposible vivir de la escritura, a menos que hagas muchas producciones. Esto, por supuesto, termina "quemando" a la persona o quizás peor, generando un bloqueo de escritor. Lamentablemente, poca gente gusta del placer de una buena lectura: Todavía acá te ven como un bicho raro si dices que te gusta leer. Por esa misma razón en mi blog no escribo tan frecuentemente como antes.

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    1. Bueno amigo, muchos escribimos por amor a lo que hacemos y porque nos gusta compartir aquello que nos hace felices y de ese modo "dialogar" con nuestros pares... Al menos así yo lo tomo y supongo que Luis y tú mismo también.

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