Siempre
te recuerdo, amiga y más a medida que pasa el tiempo, cuando me doy cuenta en
mayor medida de que me habría gustado tanto haberte pasado más juntos.
La primera vez que tuve noticias tuyas fue por medio de Pabla, esa profesora y compañera de intimidades que tanto queríamos y gracias a quien llegamos a conocernos. Fue durante una conversación en el colegio, creo que nada menos que en la biblioteca, aunque no recuerdo si yo estaba en mi último periodo de escolaridad o me encontraba ya en mi primer año de universidad (que en caso de que fuese así, yo no dejaba de visitar a mi antiguo liceo y es que lo echaba de menos). Fue cuando Pabla me habló de una alumna que era toda una artista, que a veces se amanecía pintando y por eso llegaba tarde a clases, se quedaba dormida en medio de ellas o simplemente faltaba por razones obvias. Me llamaron la atención sus palabras y el afecto detrás de ellas, como la admiración que sentía hacia esa chica y de inmediato sentí del deseo de cruzarme con ella, si bien todavía no sabía su nombre.
Un día en medio de un acto cultural, una exposición o algo así en medio del mismo establecimiento educacional que nos cobijó, una preciosa muchacha rubia y de tez blanca, mejillas coloradas, regordeta como un querubín, me regaló un marcapáginas hecho por ella como conmemoración a dicho evento; era un rectángulo de cartón blanco, pintado en un lado con manchas de diversos colores y el efecto surrealista era maravilloso...Miré a la anfitriona a los ojos y me detuve en sus gestos, en el amable tono de su voz y supe que eras tú. Nos presentamos y tu nombre se me quedó grabado para siempre: Alicia Urbina. Como por lo general me pasa, perdí ese marcapáginas que tanto quería, el único recuerdo físico que tenía de ti y ya no sé cuándo fue su extravío, si por entonces seguías aún con nosotros o ya habías partido.
Confieso sin tapujos que en un principio y durante casi todo el transcurso en el que duró nuestra fraternidad, me provocabas sentimientos entremezclados: por un lado disfrutaba tu compañía y las conversaciones inteligentes contigo, pero por otro tu personalidad tan extrovertida (lejos más que la mía en aquel pasado), me hacía sentirme incómodo a veces; como recuerdo del "escándalo" que a veces podía sentir por ti, se me viene a la memoria cuando me dijiste que de vez en cuando te atraían otras mujeres...¡Que lo confesaras así con tanta espontaneidad me sacó de mi zona de confort! (increíble cómo aún me faltaba un resto para desechar tantos miedos y prejuicios). Sin embargo, sabía que era una tontería de mi parte esto último, puesto que al final era la gente como tú la única a la que podía considerar verdaderamente entre mis pares.
La memoria más significativa que tengo de ti transcurrió una noche de sábado. Estaba viendo una peli en la tele (todo esto lo tengo muy presente en mi memoria, pues el filme era Cuenta Conmigo, primera vez que tenía el gusto de encontrarme con dicha cinta) y justo cuando daban comerciales, mis papás me dijeron que me buscaban; en ese tiempo todavía tenían el negocio, por cuya puerta tendían a presentarse los huéspedes y nosotros mismos cuando llegábamos de algún lugar (lo mismo para salir de casa). Quienes me hacían una visita sorpresa eran tú, Pabla y el grupo de chicos que se juntaba seguido. Pero aquella vez tú brillabas más que nunca, pues tal como me dijiste cuando te pregunté por qué razón vestías así, de payaso, habías querido verte diferente, ser otra persona y entonces con tu ingenio creaste tu propio traje y maquillaje como la artista que eras...Solo con el transcurrir de los años, reconocí lo valioso de ese detalle tuyo, de lo que decía de ti...¡Tanto y de lo mejor de tu persona! Lamento tanto no tener una foto tuya de aquella ocasión, así como ninguna contigo, ni de esa vez, ni de otro momento; por lo tanto, la única manera que tengo para invocar tu imagen es a través de rememoraciones como esta.
Por lo general el nexo para encontramos era Pabla, casi siempre en el colegio donde todavía estudiabas, que yo ya estaba en la universidad. Creo que algunas veces estuvimos juntos en su casa, si bien no tengo cómo corroborarlo, ya que perdí hace rato el contacto con esos amigos en común y Pabla fue la última en irse de mi vida, que ni siquiera tengo cómo hacerle llegar este texto dedicado a ti (no obstante, más de alguien leerá estas palabras y sabrá que exististe y que formas parte importante de quién soy). En otras ocasiones, llegabas de improviso a mi hogar, sin avisarme y cuando nuestros tiempos concordaban nos quedábamos un buen rato charlando; si no estaba yo, se encontraban mis papás para recibirte y en especial mi padre te había tomado gran cariño (quizás pensaba que podríamos haber tenido algún romance o algo más serio juntos).
La primera vez que tuve noticias tuyas fue por medio de Pabla, esa profesora y compañera de intimidades que tanto queríamos y gracias a quien llegamos a conocernos. Fue durante una conversación en el colegio, creo que nada menos que en la biblioteca, aunque no recuerdo si yo estaba en mi último periodo de escolaridad o me encontraba ya en mi primer año de universidad (que en caso de que fuese así, yo no dejaba de visitar a mi antiguo liceo y es que lo echaba de menos). Fue cuando Pabla me habló de una alumna que era toda una artista, que a veces se amanecía pintando y por eso llegaba tarde a clases, se quedaba dormida en medio de ellas o simplemente faltaba por razones obvias. Me llamaron la atención sus palabras y el afecto detrás de ellas, como la admiración que sentía hacia esa chica y de inmediato sentí del deseo de cruzarme con ella, si bien todavía no sabía su nombre.
Un día en medio de un acto cultural, una exposición o algo así en medio del mismo establecimiento educacional que nos cobijó, una preciosa muchacha rubia y de tez blanca, mejillas coloradas, regordeta como un querubín, me regaló un marcapáginas hecho por ella como conmemoración a dicho evento; era un rectángulo de cartón blanco, pintado en un lado con manchas de diversos colores y el efecto surrealista era maravilloso...Miré a la anfitriona a los ojos y me detuve en sus gestos, en el amable tono de su voz y supe que eras tú. Nos presentamos y tu nombre se me quedó grabado para siempre: Alicia Urbina. Como por lo general me pasa, perdí ese marcapáginas que tanto quería, el único recuerdo físico que tenía de ti y ya no sé cuándo fue su extravío, si por entonces seguías aún con nosotros o ya habías partido.
Confieso sin tapujos que en un principio y durante casi todo el transcurso en el que duró nuestra fraternidad, me provocabas sentimientos entremezclados: por un lado disfrutaba tu compañía y las conversaciones inteligentes contigo, pero por otro tu personalidad tan extrovertida (lejos más que la mía en aquel pasado), me hacía sentirme incómodo a veces; como recuerdo del "escándalo" que a veces podía sentir por ti, se me viene a la memoria cuando me dijiste que de vez en cuando te atraían otras mujeres...¡Que lo confesaras así con tanta espontaneidad me sacó de mi zona de confort! (increíble cómo aún me faltaba un resto para desechar tantos miedos y prejuicios). Sin embargo, sabía que era una tontería de mi parte esto último, puesto que al final era la gente como tú la única a la que podía considerar verdaderamente entre mis pares.
La memoria más significativa que tengo de ti transcurrió una noche de sábado. Estaba viendo una peli en la tele (todo esto lo tengo muy presente en mi memoria, pues el filme era Cuenta Conmigo, primera vez que tenía el gusto de encontrarme con dicha cinta) y justo cuando daban comerciales, mis papás me dijeron que me buscaban; en ese tiempo todavía tenían el negocio, por cuya puerta tendían a presentarse los huéspedes y nosotros mismos cuando llegábamos de algún lugar (lo mismo para salir de casa). Quienes me hacían una visita sorpresa eran tú, Pabla y el grupo de chicos que se juntaba seguido. Pero aquella vez tú brillabas más que nunca, pues tal como me dijiste cuando te pregunté por qué razón vestías así, de payaso, habías querido verte diferente, ser otra persona y entonces con tu ingenio creaste tu propio traje y maquillaje como la artista que eras...Solo con el transcurrir de los años, reconocí lo valioso de ese detalle tuyo, de lo que decía de ti...¡Tanto y de lo mejor de tu persona! Lamento tanto no tener una foto tuya de aquella ocasión, así como ninguna contigo, ni de esa vez, ni de otro momento; por lo tanto, la única manera que tengo para invocar tu imagen es a través de rememoraciones como esta.
Por lo general el nexo para encontramos era Pabla, casi siempre en el colegio donde todavía estudiabas, que yo ya estaba en la universidad. Creo que algunas veces estuvimos juntos en su casa, si bien no tengo cómo corroborarlo, ya que perdí hace rato el contacto con esos amigos en común y Pabla fue la última en irse de mi vida, que ni siquiera tengo cómo hacerle llegar este texto dedicado a ti (no obstante, más de alguien leerá estas palabras y sabrá que exististe y que formas parte importante de quién soy). En otras ocasiones, llegabas de improviso a mi hogar, sin avisarme y cuando nuestros tiempos concordaban nos quedábamos un buen rato charlando; si no estaba yo, se encontraban mis papás para recibirte y en especial mi padre te había tomado gran cariño (quizás pensaba que podríamos haber tenido algún romance o algo más serio juntos).
Una vez formaste parte de un proyecto en el cole junto al mismo grupo ya mencionado: sacar una especie de diario escolar y hasta nombre le tenían, Papeles Cagaos. Creo tenían harto avanzado, sin embargo, no solo por el nombre poco ortodoxo para un establecimiento educacional, hecho por adolescentes y dirigido por una de las profesoras (quien siempre abrazó un discurso de izquierda reaccionario), no cayó en gracia al resto de las autoridades y murió antes de florecer. Yo mismo estuve tentado de contribuirles con algún texto mío, como ex alumno bastante reconocido en mi antigua alma mater.
No sé si fue exactamente debido a lo anterior o si solo se trata de un hecho relacionado (que nunca te pregunté), pero al poco tiempo tuviste que irte a terminar tus estudios de enseñanza media a otro colegio y eso fue cuando ya estabas por hacer el último año o tal vez puede ser que ya te encontrabas en cuarto medio. Pabla fue echada del CEMLAP, luego de llevar allá su buena cantidad de tiempo y el grupo que eran ustedes se disolvió, al menos dentro de esas aulas. Así fue como un día, me pediste te ayudara para musicalizar una intervención artística que ibas a hacer en tu nuevo colegio, donde bailarías llevando otro atuendo realizado por ti. Fue entrete seleccionar la música y aún más divertido cuando días después te pregunté cómo te había ido en el acto y me contaste que el encargado en poner la música había puesto el lado del casete equivocado, aunque como profesional que eras tuviste que asumir no más, pues ya estabas en medio del escenario (¡Sí, esto ocurrió en tiempos en los cuales aún usábamos esas cintas de audio!).
Tan especial que eras, amiga, tan sensible y llena de tanto talento, que apenas saliste de la Media fuiste considerada por un proyecto especial y experimental de la Universidad de Chile, para jóvenes artistas que pudiesen entrar a sus filas, sin tener que dar la habitual prueba de admisión. Cuando me enteré de esto, tuve una razón de más para estar orgulloso de ti y felicitarte. Ese fue el último año en el que te tuvimos con nosotros, 1996.
Lo único que recuerdo de tu corto periodo en la universidad, es que me contaste que te habías enamorado de un compañero de curso ¿O era de un grado más alto? A él no le gustaba tu nombre y prefería llamarte Licha (bueno, tampoco era muy distinto del verdadero); tú sufrías por ese tipo, que no llegué a conocer y si más supe de su persona, ya se borró por completo en mi mente.
Una jugarreta tuya se me viene a la cabeza: en una de tus tantas visitas imprevistas, la que hiciste junto a Pabla más encima, les mostré a ambas muy feliz mi última adquisición y que eran dos discos compactas originales de Yanni. Ustedes quedaron encantadas más que de su música, de su belleza y fue así que solo para hacerme rabiar le quitaron a los cd las carátulas durante un descuido mío y solo luego de un buen rato me las devolvieron.
Sufrías de depresión y no sé qué tanto en tratamiento estabas. Pese a toda la gente que te quería y aceptaba con tus rarezas de loca linda, había un enorme vacío dentro de ti que muchos desconocíamos. En tu casa las cosas no eran mejores y al parecer allí no te entendían, por lo que te sentías bastante sola entre los de tu sangre; fue entonces que te diste una sobredosis de pastillas, ignoro si solo para evadirte por un rato o tu propósito era simplemente acabar para siempre con el dolor. Cuando supe que estuviste horas ¿O fue más de un día? echada en tu casa sin que nadie de los tuyos se percatara de tu ausencia, mientras tu fuego se iba extinguiendo poco a poco, sentí una enorme rabia. Creo que nunca antes supe de tu familia, y solo entonces estuve muy cerca de haberlos odiado, esperando que tu muerte les pesara para toda la eternidad.
Estaba haciendo mi primera práctica profesional, en el mismo liceo donde nuestras circunstancias se unieron y mi profesora guía, quien también contigo había compartido bastante, me dijo de improviso que se había enterado de que habías muerto ese mismo día o el anterior. Me quedé frío y, como no, me costó creerlo, hasta que comprobé que era cierto. Al día siguiente fue tu entierro y por supuesto que fuí, que ni dudé en faltar a clases; nadie me acompañó, pero allí me encontré con hartos de nuestros conocidos, entre ellos Pabla, quien puso una rosa roja sobre tu ataúd antes de que dejaran tu cuerpo bajo tierra y dio un emotivo discurso, hablando de la gente que te había dado la espalda, entre ellos el colegio que te obligó a emigrar a otro (habían varios de sus representantes entre los asistentes).
Un vecino, Willy Gas (así le llamamos por su negocio dedicado a la venta de galones de gas, que ese nombre tiene su servicio y local), estaba también ese día en el cementerio como deudo tuyo. Creo que era pariente de una antigua condiscípula que tuviste. Nos contó de cuánto había llegado a quererte y de lo que hizo por ayudarte, incluso económicamente, que conocía de tu vida precaria. Propuso hacer algo en tu honor, una junta de amigos para recordarte, la verdad es que la memoria siempre me falla con muchos detalles como este, aunque estoy seguro de que todo quedó solo en la intención.
Ignoro cuánto pasó desde que tuvimos que despedirte, supongo que fueron meses...Un día me enteré de que tus compañeros decidieron hacer una exposición sobre tus trabajos y como más encima esto quedaba cerca de donde yo estudiaba, apenas pude asistí. Me pregunto por qué asistí solo, que habría sido bello compartir esa experiencia con alguien más de mis seres queridos, para que supieran de ti y vieran con sus ojos lo que hiciste (aparte de mi familia en casa y los amigos en común, una persona no más de mis otros grupos compartió contigo, no obstante aquella vez no estaba disponible). En la exhibición había una foto tuya en grande y unas palabras tuyas citadas de no sé dónde, que hacían referencia a tu "arte obrero" (o algo así como le llamabas a lo que creabas). Solo recién me enteré que al no contar con los recursos para pintar en lienzos u otros materiales, recicladas cartones y otros elementos para plasmar lo que salía de ti.
Poco tiempo después Pabla se separó de su marido y se quedó sola en casa junto a sus dos hijos pequeños; cuando comenzó esta nueva etapa de su vida, no dejó de lamentar que ello hubiese sido tarde para haber mejorado tu propia vida, que te habría llevado con ella y de ese modo ahora podrías tener un verdadero hogar. Un deseo, una posibilidad que se quedó en el reino de las alternancias que no dejo de tenerlo en cuenta.
Estas remembranzas son lo único que puedo hacer como acto de amor hacia ti y agradezco al Señor por haberte conocido, que aunque ese periodo fue breve en términos cronológicos, fue intenso. Como ya dije, no tengo con quién intercambiar recuerdos y datos sobre ti, ni sé dónde están tus restos para ir a dejarte flores; no obstante, me guardo las ganas a la espera de que en otra vida vuelva a mirarte a los ojos, oír tu alegre risa y decirte de nuevo Alicia, dulce, Alicia.
Uf... Se notó que tu vínculo con Alicia fue intenso, Elwin. Todavía hay mucha gente que cree que las personas que sufren de depresión están así porque eso es lo que quieren o que un simple "Anímate" o "Piensa en positivo" va a hacer que la persona deje de estar deprimido. Mucha gente no comprende que la depresión es una enfermedad y que debe ser tratada como otras enfermedades. Nadie le dice a una persona con díabetes: "No comas cosas dulces" y espera que con eso se alivie.
ResponderEliminarYo no sabía que Alicia era depresiva o tal vez no era solo lo que le estaba pasando. En todo caso, hay que ser muy ignorante o falta de empatía como para no entender a la gente que pasa por ello. Gracias, amigo, por pasarte de nuevo por acá.
EliminarEs muy fácil opinar sobre la vida de los demás, sin estar en la piel de cada uno, y conocer las decisiones que llevan a la desesperación. Por otro lado, este post apunta al corazón, a destacar lo mejor que ha destilado una persona conocida, y lo más importante.. esos momentos intensos vividos de primera mano. Tu amiga Alicia ya no está entre nosotros... queda su recuerdo, queda su arte.
ResponderEliminarSaludos,
RICARDO
Gracias por tus palabras y compartir conmigo estos recuerdos. En cuanto a lo que hizo Alicia, no sé qué habrá sido de ello y en especial luego de la exposición póstuma.
EliminarSaludos Elwin, aquí murinus2009.
ResponderEliminarLe has hecho un buen homenaje a tu amiga Alicia Urbina Elwin, plasmas muy bien lo mucho de importancia que tuvo su amistad y el terrible impacto de que un día, así sin más, ella ya no estaba.
Es muy cierto lo que comentas en tu homenaje muchos amigos se van quedando atrás y de ellos solo nos quedan recuerdos.
En tu caso parece que eres quizá el único de tus amigos actuales que la recuerda...
Soy de los que cree que si recuerdas a alguien esa persona no se va del todo.
Muy cierto lo que dicen Regor D'Arness y Ricardo nadie sabe el dolor que alguien atraviesa y más cuando el dolor es causado por una enfermedad con estigma.
En el caso de Alicia parece que no hubo quien se interesará en ayudarla de sus cercanos y por lo que entiendo de sus amigos nadie sabía tampoco de su condición, es terrible.
Gracias por compartir estás palabras dedicadas a Alicia Elwin, alguien que no conocí pero que creo fue un ser fascinante, que dejó buen recuerdo entre sus amigos.
Cuídate mucho amigo nos vemos pronto.
Ahora a Alicia la conocen Argentina, Venezuela y México...¡Salió de nuestras fronteras y eso me alegra sobremanera! Gracias por ayudarme a mantener su memoria.
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