John Higgins, el
coautor.
Cuando en 2012 apareció por fin el largamente
esperado proyecto de volver al universo ficcional de Watchmen (1986-1987,
la magna obra del cómic ochentero “para adultos”, escrita por Alan Moore y dibujada
por Dave Gibbons, en plan homenaje y visión descarnizada del subgénero de
superhéroes), gracias a la serie de precuelas titulada como Antes de
Watchmen, solo dos nombres del clásico precursor de todas esas
historias, en tono más serio sobre justicieros enmascarados y con trajes
ajustados, se repitieron en tales nuevas aventuras. Uno de ellos corresponde al del no hace mucho
tristemente desaparecido Len Wein, quien ejerció como editor en la mentada
novela gráfica y el otro corresponde a John Higgins, encargado de colorear (y
vaya que lo hizo magnífico) los de ya por sí hermosos dibujos de Gibbons; fue
así que el primero, hace rato ya un destacado guionista, escribió más de una miniserie
dentro de Antes de Watchmen (específicamente Ozymandias
– mi favorita de esta colección- y Dollar Bill), mientras que el
otro y unido al propio Wein, se encargó de realizar todo un homenaje para la
obra que inspiró estos trabajos más recientes: el dibujo y la coescritura del guión de La Maldición
del Corsario Carmesí.
Debe saberse que dentro de las páginas de Watchmen,
aparecen las viñetas de un cómic leído por un niño común y corriente, un civil
que aparece de vez en cuando y quien se deleita con el argumento de Relatos
del Navio Negro; se trata de una oscura y violenta historia de piratas, que aparece
fragmentada en cada uno de los 12 números que comprenden el título principal. Cabe mencionar que corresponde a un texto sobre
la caída progresiva en la condenación de su protagonista, la cual sirve como
reflejo (en parte) de la misma trama sobre los justicieros de Watchmen.
Teniendo en cuenta lo mencionado arriba, no podía haber un Antes de Watchmen sin su propio cómic “satélite” sobre piratas y he ahí donde nos encontramos con La Maldición del Corsario Carmesí. Pero antes de referirme sobre de qué va esta “historieta dentro de la historieta” (a manera de la más rancia tradición de la literatura, en lo que se llama relato enmarcado), ya es hora de referirse a quién es John Higgins ¿No?
Nacido en Reino Unido en 1949, su carrera profesional ha estado ligada a una importante revista de su patria dedicada al noveno arte: 2000 AD, publicación de cómics de ciencia ficción de la cual han surgido títulos y personajes hoy tan populares como el mismísimo Juez Dredd. Considerando que Moore también es de origen británico, era obvio que en su juventud se conocerían y trabajarían juntos, de modo que cuando DC “importó” varios nombres importantes del medio en los ochenta, ambos volvieron a firmar en sociedad para la compañía gringa y en otra importante obra: Batman: La Broma Asesina (1988), esta vez poniéndole color al trazo de Brian Bolland (otro inglés). El resto de su trabajo tanto para su tierra natal como para el mercado estadounidense, lo ha llevado a trabajar por igual en el cine en filmes de imagen real y de animación, así como portadista de libros.
Destacable viene a ser su incursión en el llorado sello Vertigo de DC, donde encontramos la prueba viviente de su labor recomendable, en títulos tan emblemáticos como nada menos que Hellblazer y Mundo sin Fin, este último junto a su también compatriota Jamie Delano.
Teniendo en cuenta lo mencionado arriba, no podía haber un Antes de Watchmen sin su propio cómic “satélite” sobre piratas y he ahí donde nos encontramos con La Maldición del Corsario Carmesí. Pero antes de referirme sobre de qué va esta “historieta dentro de la historieta” (a manera de la más rancia tradición de la literatura, en lo que se llama relato enmarcado), ya es hora de referirse a quién es John Higgins ¿No?
Nacido en Reino Unido en 1949, su carrera profesional ha estado ligada a una importante revista de su patria dedicada al noveno arte: 2000 AD, publicación de cómics de ciencia ficción de la cual han surgido títulos y personajes hoy tan populares como el mismísimo Juez Dredd. Considerando que Moore también es de origen británico, era obvio que en su juventud se conocerían y trabajarían juntos, de modo que cuando DC “importó” varios nombres importantes del medio en los ochenta, ambos volvieron a firmar en sociedad para la compañía gringa y en otra importante obra: Batman: La Broma Asesina (1988), esta vez poniéndole color al trazo de Brian Bolland (otro inglés). El resto de su trabajo tanto para su tierra natal como para el mercado estadounidense, lo ha llevado a trabajar por igual en el cine en filmes de imagen real y de animación, así como portadista de libros.
Destacable viene a ser su incursión en el llorado sello Vertigo de DC, donde encontramos la prueba viviente de su labor recomendable, en títulos tan emblemáticos como nada menos que Hellblazer y Mundo sin Fin, este último junto a su también compatriota Jamie Delano.
Por mi parte, el único “pero” que le pongo a esta pieza que luego fue editada de manera compilatoria en los integrales de Antes de Watchmen, es sobre su precipitado final, que pareciera haber sido realizado por la presión de cerrar de una vez este agregado. Por cierto, aplausos para el lenguaje más “florido” o arcaico usado en esta obra, el cual nos ayuda a sumergirnos en otra época, lo cual de seguro en su idioma original se puede disfrutar aún más, por no mencionar los diálogos en una lengua mesoamericana que aparecen en el último arco de La Maldición del Corsario Carmesí.
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