Con El
Héroe de las Eras (2008) el escritor estadounidense de fantasía Brandon
Sanderson termina su trilogía de Nacidos de la Bruma, comenzada
brillantemente con El Imperio Final (2006) y continuada con la aún superior a su
predecesora El Pozo de la Ascensión (2007).
Comparada con las novelas que le antecedieron, el cierre de esta saga
con la cual ha cosechado elogios y lectores el autor de Elantris y El
Aliento de los Dioses, bien puede ser que sus lectores la hayan encontrado
menos potente que la otras…De seguro un lector ávido de saber cómo terminaba
todo, comienza este tercer volumen con unas expectativas que no pueden ser más
grandes; y es que al respecto Sanderson no decepciona, sin embargo en el
transcurso de tanto evento dedicado a sus numerosos personajes por separado y
en conjunto (puesto que se trata de una novela “río”, centrada en un
protagonismo plural, abarcando varios lugares y personajes de manera alternada
para llegar por fin al esperado final), uno bien puede llegar a cansarse y
considerar que el artista podría haberse ahorrado unas cientos de páginas, para
condensar mejor la acción y la intriga.
No obstante se le puede perdonar al escritor su pasión a la hora de
expandir la narración, ya que cuando todo llega a su clímax, queda de
manifiesto más que nunca su genialidad una vez que anuda cada una de las
subtramas del libro y, lo mejor de ello, otorga a nuestros héroes uno de los
desenlaces más maravilloso (y por qué no, preciosos) de la literatura del
género. Por supuesto que no voy a hacer
spoiler acerca de cómo termina todo
esto, no obstante resulta imposible no emocionarse, ni aplaudir la manera de
cómo acaba su historia y que en otras palabras no es nada nuevo en su
configuración inicial…No obstante, es la manera de cómo el novelista toma una
idea clásica para llevarla a cabo en su obra, lo más bello de todo: pues
Sanderson recoge, tal vez a propósito, tal vez no, la idea de San Agustín de
que para que nazca el Hombre Nuevo, debe morir el Hombre Viejo; siendo que al
tratarse de todo un mundo moribundo, aquí nos encontramos con que es este
propio Mundo Viejo el que debe dar paso al Mundo Nuevo…en una especie de
renovación de la vida. Por lo tanto los
detalles sobre cómo es posible esto en El Héroe de las Eras, quedan a carga
de quien desea adentrarse en las cenicientas tierras de su ficción.
Si
uno de los principales temas del primer libro corresponde al de la madurez, es
decir, el crecimiento personal (físico, mental y espiritual, como un todo para
poder llegar a la plenitud del individuo) a través de las figuras de tres de
sus personajes principales: la ex ladrona callejera Vin, el único sobreviviente
a los horrores de las minas y ahora líder
revolucionario Kelsier y el noble idealista Elend, permitiendo a su vez
abordar el hoy popular concepto de la resiliencia (en cuanto a la capacidad de
las personas para superar el medio hostil en el que viven y salir adelante por
sí mismas, encumbrándose entre el resto que se queda en la misma vacuidad de
siempre), en las siguientes entregas,
Sanderson aborda mayoritariamente otros.
Es así como en el caso de El Pozo de la Ascensión, los
que se presentan son los tópicos políticos acerca de cómo gobernar con
verdadero liderazgo positivo, además de asumir con responsabilidad las acciones
y decisiones de antaño, que no solo repercuten en uno, sino que tienen su
efecto en los demás. En cambio en El
Héroe de las Eras la atmósfera religiosa y, por ende, el tema de la fe
viene a ser el principal eje que mueve a sus distintos personajes y que además
resulta ser el detonante de muchas de las situaciones que aquí se
desarrollan. No obstante cabe
mencionarse que la trilogía como un todo, aborda sin duda estos tres aspectos
(la resiliencia, la política y la religión), aunque sin duda ellos cobran mayor
relevancia para el argumento, según ya ha sido mencionado.
“Antes, Sazed había
examinado las doctrinas en sí mismas. Esta vez, se encontró estudiando a la
gente que creía, o lo que pudo encontrar de ellas. Mientras leía de nuevo sus
palabras, empezó a ver algo. Las creencias que había estudiado no podían
separarse de la gente que las seguía. En abstracto, estas religiones eran
rancias. Sin embargo, mientras leía las palabras de la gente, las leía de
verdad, empezó a ver pautas.
¿Por qué
creían? Porque veían milagros. Cosas que un hombre interpretaba como
casualidad, eran una señal para un hombre de fe. Un ser querido que se
recuperaba de una enfermedad, un afortunado acuerdo de negocios, una
oportunidad de reunirse con un amigo perdido. No eran las grandes doctrinas ni
los arrebatadores ideales lo que parecía convertir a los hombres en creyentes.
Era la simple magia en el mundo que los rodeaba.
¿Qué fue lo que
dijo Fantasma?, pensó Sazed, sentado en la oscura cueva kandra. Que la fe
trataba de la confianza. Confiar en que había alguien vigilando. En que alguien
haría que todo saliera bien al final, aunque las cosas parecieran terribles en
el momento.
Parecía que,
para creer, había que querer creer. Era un acertijo con el que Sazed ya se
había enfrentado. Quería que alguien, algo, lo obligara a tener fe. Quería
tener que creer por las pruebas que se le mostraran.
(…)
Pero así eran
las cosas, según parecía. Algunas decisiones importantes se tomaban en el campo
de batalla o en la sala de reuniones. Pero otras se tomaban en silencio, sin
que los demás las vieran. Eso no hacía que la decisión fuera menos importante
para Sazed. Creería. No porque se le hubiera demostrado algo más allá de su
capacidad para negar. Sino porque había decidido hacerlo”.
El título del libro, así como el concepto de Héroe de las Eras, atiende
a la de una figura religiosa que dentro de las tantas creencias que existen en
el Imperio Final, corresponde a la figura de una persona con el poder de
reestablecer la paz y el orden que se ha perdido en el mundo. Pues bien, este Héroe de las Eras cuando
ya va avanzada la saga, se supone quién es, siendo a su vez que este individuo
a su manera ha aceptado el papel que se le ha adjudicado, de modo que el bien
prevalezca y aún durante la crisis en la que se encuentra todo.
Varias revelaciones importantes son detalladas
en este tercer libro. En primer lugar es
posible conocer el origen de los monstruosos koloss y asimismo de los
siniestros inquisidores, el cual no puede ser más impresionante,
encontrándose ambas especies originadas a partir de una violencia salvaje, que
bien explica la naturaleza inaudita que estas criaturas poseen; sin embargo ambas
razas se encuentran emparentadas con los igualmente fabulosos kandras,
si bien estos últimos mucho más benignos y también más atractivos para los
lectores. No obstante en el caso de los dos primeros linajes, su génesis bien
toma características aterradoras y sádicas. Si gracias a las anteriores
entregas de la trilogía se introdujeron los ingeniosos conceptos de la alumancia
y la ferruquimia, como recursos para adquirir poderes
impresionantes, cada una de estas “artes” con sus propias reglas y
características, en esta última novela se entra en conocimiento de una tercera
fuente y forma de poder: la hemalurgia. Asimismo esta “nueva” forma de poder, tiene
estrecha relación con los tres seres mencionados. Volviendo a los kandras, la novela esta
vez les otorga un protagonismo como especie, dedicando bastante espacio a la
descripción de sus costumbres e ideología, creando de este modo a una de las
razas más interesantes de la literatura de fantasía.
Otros datos espectaculares en cuanto a lo
que aquí se narra, tienen que ver con nada menos que el gran villano del primer
libro de Nacidos de la Bruma: el supuesto dios encarnado Lord Legislador. Pues deja de ser un tirano más en este tipo
de historias, ya que termina humanizándosele, al descubrirse facetas suyas inesperadas, que terminan por otorgarle algo
de respeto a su figura. Si ya se había
mencionado de forma más o menos implícita, que el planeta antes era diferente a
su actual forma, en esta ocasión se descubre cómo fue que el Lord Legislador intervino
para que ello sucediera, teniendo
motivos de peso para este provocar este “mal necesario”.
También se expone la verdadera razón detrás
de tanta desgracia en el Imperio Final, donde la presencia de dos entidades
cuasi divinas, vienen a ser las responsables de todo lo que ha pasado. De este modo la eterna lucha entre Orden y
Caos, que aquí poseen sus nombres propios, deja claro que para que todo
funcione correctamente, es necesario el equilibrio entre las distintas partes (lucha
cósmica en la que para mala suerte de los protagonistas, se vieron envueltos en
ella incluso desde antes de nacer).
Otro aspecto a considerar en El
Héroe de las Eras, es su marcada narración mucho más gore en los libros 1 y 2 de la trilogía,
que si bien no llega a los niveles de truculencia de otros escritos, otorga a
la narración una mayor verosimilitud en cuanto a ejemplificar la dureza del
campo de batalla y el horror de la guerra; por otro lado, en la descripción de
las peleas entre contrincantes, se vuelve a dotar de agilidad sus movimientos, pareciendo
que todo ocurre demasiado rápido y por esta razón con efectos mortales para el
derrotado:
“El cielo giró
en una tempestad propia mientras ella atacaba, moviéndose en un trepidante
frenesí. Las brumas giraban alrededor de su brazo en un vórtice mientras
golpeaba a un inquisidor en la cara, lanzándolo hacia atrás. Las brumas
danzaban ante ella cuando cogió el hacha del inquisidor caído y cercenó el
brazo de otra de las criaturas. A continuación le cortó la cabeza, y dejó a las
demás aturdidas por la velocidad de su movimiento.
Ya van dos
muertos.
Volvieron al
ataque. Vin saltó hacia atrás, empujándose hacia las torres. La bandada de
cuervos saltó tras ella, las túnicas chasqueando en la húmeda oscuridad. Golpeó
una aguja con los pies, y luego se lanzó hacia arriba y tiró de los clavos de
un inquisidor, algo que resultaba fácil hacer con su nuevo poder. Su presa
elegida se abalanzó hacia arriba por delante de sus compañeros.
Vin se lanzó
hacia abajo, encontrándose con el inquisidor en el aire. Lo agarró por los
clavos de los ojos y tiró, arrancándolos con fuerza renovada. Entonces descargó
una patada contra la criatura y empujó contra los clavos de su pecho.
Se lanzó hacia
arriba en el aire, dejando un cadáver dando tumbos en la lluvia bajo ella, con
enormes agujeros en la cabeza donde antes tenía los clavos. Sabía que los
inquisidores podían perder algunos clavos y vivir, pero la eliminación de otros
era letal. Perder ambos clavos de los ojos parecía suficiente para matarlos.
Tres.
Los
inquisidores golpearon la aguja donde ella se había empujado y saltaron para
seguirla. Vin sonrió, y lanzó los clavos que aún llevaba, alcanzando con ellos
a uno de los inquisidores en el pecho. Entonces empujó. El desgraciado
inquisidor fue lanzado hacia abajo, y golpeó un tejado plano tan violentamente
que sacó varios clavos de su cuerpo. Chispearon y giraron en el aire, y luego
cayeron junto a su cadáver inmóvil”.
Como ya se dijo con anterioridad, esta obra
otorga protagonismo a varios personajes, cada uno de ellos con sus propias
motivaciones, aunque siempre teniendo en mente el mismo objetivo: la felicidad
para su gente. A continuación un repaso
por cada uno de estos, deteniéndose en la manera de cómo el tema de la fe, se
haya presente según sea el caso:
Vin:
Tras su participación en la caída del gobierno del Lord Legislador y en los
primeros años de la nueva forma de hacer las cosas (en cuanto a política se
refiere), el personaje femenino más importante de la trilogía debe aprender a
llevar su rol como figura sagrada y donde ella es primordial para la nueva
religión que se ha creado. Es durante
toda esta travesía espiritual, que implica más incursiones contra sus enemigos
que nunca, que la joven descubre su verdadero papel dentro del destino del
mundo.
Elend:
Quien ahora es emperador, se da cuenta de que nada es fácil a la hora de
llevar a cabo sus sueños de mejora social, que debe ser tanto un guerrero como
un sabio, si en verdad quiere que todo resulte bien. Tras la gran “transformación” por la que pasó
hacia la última parte de El Pozo de la Ascensión, su labor se
vuelve más activa que nunca, no obstante debe vivir bajo la sombra de su esposa
Vin, quien en muchos aspectos lo supera.
Por lo tanto en lo que más debe creer Elen es en sí mismo, en cuanto a
si es en realidad capaz de conseguir sus objetivos y lograr ser el líder que la
gente espera de él.
Sazed:
Debido a una pérdida emocional que durante buena parte del libro, lo ha
tenido al borde de una depresión, Sazed pasa por una crisis de fe; empero continua
dándole su apoyo incondicional a la gente con la que trabaja, luchando por conseguir
un lugar mejor en el que vivir todos.
Fantasma:
A este personaje se le conoció siendo aún un niño, unos años más joven que
Vin en sus inicios, durante los acontecimientos de El Imperio Final y es así
como en este tercer libro cumple un rol destacado, al alcanzar la madurez. Su evolución lo hace convertirse en el nuevo
centro de inspiración para el resto, por ende, se vuelve en el depositario de
la fe de los demás (como Vin y Elend), aunque de una manera distinta. También aprende a creer en él mismo, si bien
primero entrega su fe en los demás.
TenSoon: El Kandra que por medio de la influencia benigna de Vin, terminó
convirtiéndose en una mejor persona, está decidido en hacer cambiar a su pueblo
también, de modo que deje de una vez su estilo de vida alejado del resto del
mundo y acabe con su desprecio hacia los humanos. Por lo tanto accede a aceptar el juicio de
sus superiores y sus pares, lo que bien podría ser mortal para él, a cambio de
la oportunidad de convencerlos de sus nuevas ideas. Entre medio le toca hacer más de lo que en un
principio se proponía.
Cabe destacar que al evaluar la trilogía
por completo de Nacidos de la Bruma y en especial gracias a los personajes que
elige Sanderson, para convertirlos en sus particulares héroes, este escoge a
individuos que en su complejidad poseen un mismo aspecto: son personas que
debido a las decisiones que han tomado y a las acciones que han cometido por
esto mismo, en un principio bien resultan ser parias entre los demás miembros
de su comunidad, pero que luego demuestran sin vacilaciones ser ejemplos
positivos para el resto, que al final siguen su liderazgo. Por lo tanto personajes como Vin, una ex
ladronzuela, Sazed, quien decidiera no tomar el lugar que su sociedad le había
otorgado cuando más lo necesitaba, TenSoon, el cual opta por desligarse de los
prejuicios de su pueblo en pro de un beneficio mayor, Fantasma, quien no hasta
hace mucho era un insignificante peón en el juego de poderes y que ahora decide
ser mucho más de lo que antes fue y Elend Venture, ya decidido a romper con las
divisiones sociales de su mundo, comparten esta personalidad extraordinaria. Son los reflejos literarios de todos aquellos
que en el mundo real, se han convertido en los avatares de la vanguardia, en
contraposición a la tradición pacata y a la pereza intelectual. Por lo tanto, un mensaje que bien nos puede
dejar este libro para la reflexión personal, es que no importa que tan
distintos podamos ser respecto a los otros;
si esa diferencia que tenemos nos permite hacer algo que valga la pena,
luchamos por ella y aportamos tanto a nuestra felicidad como incluso a la de
los demás, ser auténticos y fieles a nuestros ideales, es la receta para
obtener la verdadera felicidad.
Gracias Elwin por otra gran reseña, gracias por tu esfuerzo por difundir la lectura, este autor si era desconocido completamente para mi.
ResponderEliminarTe agradezco tus elogios, Cidroq. Como quizás te habrás dado cuenta, Sanderson es un escritor que bien merece ser conocido y disfrutado.
EliminarMuy interesante tu análisis, Elwin!! El universo que está creando Sanderdon en sus textos es un derrotero de elementos significativps y muy profundos. Concuerdo que el tema de la fe (como elección) es el hilo conductor de esta trilogía.
ResponderEliminarCariños y me alegro que hayas disfrutado los regalitos jejeje
Qué bueno hayas leído este texto sobre un (os) libro (s) que gracias a ti y a tu marido tuve el gusto de conocer y disfrutar. Luego de esta grata experiencia, espero leer a la brevedad más obras de este autor. Gracias por ser una de mis principales referentes a la hora de conocer nuevas historias maravillosas.
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