Cada tomo que compone esta gran colección de cuentos y/o novelas cortas
“primerizas”, que viene a ser Mapas en un Espejo, posee su propio
encanto y todo ello gracias a la
división que realizó su autor al agrupar los textos según temática y
subgénero. Es así cómo en esta tercera
parte del volumen en cuestión, el lector se encuentra con la faceta
correspondiente a la literatura maravillosa y fantástica de Orson Scott
Card. La mayoría de estos relatos son
propios de la ficción épica o la narrativa con personajes medianamente
arquetípicos y que abundan en la fantasía medievalista; es aquí donde aflora el
escritor en su vertiente más emotiva y poética, invitando al destinatario de su
obra a reflexionar gracias a su discurso expuesto de forma artística. El volumen termina de forma “caprichosa” por
Card, quien incorpora acá otro tipo de cuento, que pese a la justificación que
le da para agregarlo y que podemos leer en su correspondiente apostilla, resulta incongruente al lado
del resto de los textos que lo acompañan (y que quizás tenga relación con el
carácter algo críptico de la narración, aparte de la clara falta de talento del
escritor de aquellos tiempos, para saber contar con más claridad el relato en
sí mismo). Hasta cierto punto esta
tercera entrega de la magna colección de literatura “breve” de Card en sus
primeros años, resulta mucho más enriquecedora, entretenida y sublime que la
anterior, quizás debido a la humanidad con la que se encarga de contarnos sus
ficciones, incluso en la obra poco lograda con la que cierra el apartado.
1- Sonata sin Acompañamiento: En un mundo donde todo está regulado, algo así
como una de las ya “famosas” antiutopías, cada uno tiene preestablecido su
papel en el mundo; es en este lugar donde se encuentra el protagonista, quien
es un artista nato. Su existencia como
aprendiz era feliz, hasta que un día osó salirse del esquema de las cosas en su
tierra (en otras palabras, cometió el error de poseer su propio pensamiento
creativo) y ello se convirtió en su desgracia, lo que convino en numerosos
castigos a medida que recaía en la “falta” de ser una persona auténtica. No obstante como acá estamos frente a un
cuento del mejor Orson Scott Card, cada vez que el sujeto es ajusticiado, no se
observa en él degradación moral como bien podría suceder con algún colega suyo
más cínico, puesto que a la larga lo que nos quiere mostrar su autor es que la
fuerza de voluntad y la naturaleza de algunos, que nos hace ser auténticos, es
superior a toda desgracia (o al menos eso es lo que se quisiera para cada
persona, que bien todos poseemos el derecho a la plenitud). Puede bien, llama la atención en este
relato, el carácter hasta cierto punto bondadoso de quienes corresponden a la
autoridad en él y que a su vez deben actuar de forma punitiva contra el
protagonista; quizás su lugar no sea el de representar a la justicia ciega y a
la opresión dentro del cuento, si no que más bien en el de convertirse en las
herramientas para calibrar la voluntad del personaje principal. Tal como en su
famosa novela Maestro Cantor, en esta preciosa narración está en el centro la
impronta del artista, con el correspondiente papel que cumple dentro de la
sociedad humana, es decir, su labor de creador y llegar a través de su trabajo
hasta lo más recóndito del corazón humano; asimismo, pese a su título, no deja
de enaltecer el valor de la compañía de nuestros congéneres para encontrar la
felicidad.
“—Te
educaremos para las tareas que puedes realizar ahora. No pasarás hambre. No
morirás de aburrimiento. Pero como has infringido la ley, una cosa te estará
prohibida.
—La música.
—No toda la música. Hay música de una clase,
Christian, que la gente común, los que no son Escuchas, pueden apreciar. La
radio, la televisión y la música grabada. Pero la música viva y la música nueva
te estarán prohibidas. No puedes cantar. No puedes tocar un instrumento. No
puedes ejecutar un ritmo.
— ¿Por qué no?
El Observador sacudió la cabeza.
—El mundo es demasiado perfecto, demasiado
apacible, demasiado feliz para que permitamos que un inadaptado que ha violado
la ley propague el descontento. La gente normal crea cierta música, y no hace
nada mejor porque no tiene aptitud para aprender. Pero si tú… no importa. Es la
ley. Y si compones más música, Christian, serás castigado drásticamente.
Drásticamente.
Christian
asintió, y cuando el Observador le pidió que lo acompañara, lo acompañó,
dejando la casa, los bosques y el Instrumento. Al principio lo tomó con calma,
como un castigo inevitable por su infracción; pero no tenía ni idea de lo que
significaría el castigo, el abandono de su Instrumento.
A las cinco horas gritaba y pataleaba,
porque sus dedos echaban de menos el contacto de las teclas, palancas, flejes y
barras del Instrumento, y no podían tenerlo, y ahora sabía que antes nunca
había estado solo.”
2- Un Largo Viaje para Matar a Richard Nixon: De todos los textos que componen
este segundo “libro”, es el único que transcurre en lo más cercano a nuestro
mundo o realidad; es a su vez el único relato lleno de ácido humor negro (el
cual abunda en la anterior entrega de esta antología), puesto que no deja de
ser un medio de su autor para manifestar su propio pensamiento político acerca del
devenir de su país y el actuar de sus conciudadanos. Por otra parte, el personaje histórico y real
que inspira este particular texto, se encuentra en este caso alejado de la
demonización o parodia con la cual por lo general se le acostumbra a
caracterizar, en un país con tan mala memoria como lo es Estados Unidos; al
contrario, el autor no le quita su dignidad al presidente caído en desgracia y que
todo ser humano se merece por muy nefasta que sea su figura. Yendo de lleno a la trama de este título,
trata acerca de un hombre al que se le concede el deseo de poder matar a
Richard Nixon y a quien culpa de toda la situación negativa en la que se
encuentra su nación; de este modo realiza su particular periplo hasta que logra
encontrarse frente a frente al objeto de su odio y entonces se da uno de los
habituales diálogos memorables de la literatura “cardiana”. Si bien esta obra transcurre en el mundo
cotidiano, no por ello deja de poseer elementos extraordinarios, los que sólo
se explican desde la posición de lo sobrenatural y que cumplen la función de
permitir la entrada de la crítica social, característica propia de la sátira,
como bien era habitual en los primeros tiempos de este tipo de literatura
3- La Salamandra de Porcelana: Si el mundo en el que transcurre la
recomendable y preciosa saga de Alvin Macker posee la característica de que cada
uno de sus habitantes nace con un don mágico, en el caso de este igualmente
conmovedor cuento, lo extraordinario a manera de regla se traduce en que las
palabras de sus habitantes deben ser dichas con moderación, porque ellas bien
pueden moldear la realidad. Es así como
la protagonista de este relato siendo sólo una recién nacida, cayó bajo el
influjo de una maldición hecha por su propio padre, aunque sin ánimo verdadero
de perjudicarla; no obstante tras el paso del tiempo el peso de la culpa se
aposentó en los hombros del progenitor, quien lo único que deseaba era revertir
el mal que le hizo a una niña inocente. Aquí la presencia de la criatura que le
da el nombre al cuento, cumple el papel de ser el artífice a través del cual la
niña y el padre puedan conseguir la dicha, según sea la necesidad de cada uno
de ellos. Esta historia en particular no
ceja en deslumbrar por la naturalidad con la cual su autor introduce lo
sobrenatural en ella, siendo que además por mucho que se trate de una ficción
por completo imaginativa, no deja de ser una muestra acerca del talante del
alma humana.
“Para
Kiren, la desdicha era la vida misma. Aunque vivía en una rica morada con
servidumbre y parecía tenerlo todo, era profundamente infeliz. Pues en esas
tierras las maldiciones, las bendiciones y la magia surtían efecto. No siempre,
y no siempre tal como se planteaba, pero a veces las maldiciones surtían
efecto, como en el caso de Kiren.
No había hecho nada para merecerlo; había
sido tan inocente como cualquier recién nacida. Pero su madre era una mujer
débil, y el dolor y el terror del alumbramiento la mataron. Y el padre de Kiren
amaba tanto a su esposa que cuando se enteró, y cuando vio al bebé que nacía
mientras moría la madre, exclamó:
— ¡La has matado! ¡La has matado! ¡Que
nunca muevas un músculo en tu vida hasta que pierdas a alguien a quien ames
tanto como yo la amaba a ella!
Era una maldición terrible, y el aya lloró
al oírla, y los médicos le taparon la boca al padre para que no hablara más en
su cólera.
Pero la maldición funcionó, y aunque él se
arrepintió un millón de veces durante la infancia de Kiren, nada podía hacer.
Claro que la maldición no era tan poderosa. Kiren aprendió a caminar, y podía
permanecer en pie dos minutos seguidos. Pero casi siempre estaba sentada o acostada,
porque se fatigaba en exceso y sus músculos apenas le obedecían. Podía
acercarse una cuchara a la boca, pero pronto se cansaba y otros debían
alimentarla. Apenas tenía fuerzas suficientes para masticar.
Y al verla el padre quería llorar, y a menudo
lloraba. A veces pensó en matarse para lavar su culpa. Pero sabía que esto
causaría aún más daño a la pobre Kiren, y ella no había hecho nada para
merecerlo”.
4- Mujer Media: Otra narración con el viejo, pero siempre agradable sabor de los cuentos
de hadas clásicos y del cual son herederos varios de los textos contenidos en
este volumen; esto es fabulaciones donde lo mágico abunda y los protagonistas
demuestran ser poseedores tanto de virtudes y defectos, que bien reflejan lo
que somos en muchas de nuestras facetas; todo lo anterior se encuentra mezclado
de tal forma, que termina con un final increíble y no carente de al menos una
enseñanza para el lector (siendo autores como Hans Christian Anderson, unos de
sus mejores representantes de antaño de este subgénero). A la hora de leer y apreciar esta obra,
arroja gran luz las palabras de su creador, quien al momento de escribirla
quiso salir del acostumbrado prototipo del héroe de acción como protagonista y
optó por darle dicho papel a un personaje por lo general relegado al cargo de
secundario; de este modo la historia gira en torno a una mujer que bien podría
pasar desapercibida para cualquiera, pero que en su misma “normalidad” esconde
los atributos que no deben ser despreciados, como lo son la templanza, la
dulzura y la inteligencia. Tal como en
el caso anterior, se aborda acá el típico tema de estas historias, de los
deseos concedidos por entidades mágicas, no obstante radica en la forma
original de cómo Card desarrolla todo, que estriba la belleza de este cuento.
5- El Bruto y la Bestia: Correspondiente más bien a una novela corta, viene a ser más o menos la versión en masculino del título anterior. Todavía más con una atmósfera típicamente medieval y llena de elementos épicos tradicionales, es la historia de un humilde mozo de dimensiones descomunales (el típico gigante de este tipo de narraciones), quien al enamorarse de la habitual princesa o doncella de rancia alcurnia, se encuentra en medio de una serie de eventos inesperados y no exentos de maravilla que harán las delicias del lector. En esta pequeña joyita no dejan de desfilar los personajes habituales del género: grandes señores respetables y otros no tanto, soldados, gente humilde y del pueblo como labriegos, niños inocentes, por supuesto un gigante, la respectiva beldad femenina y, no podía faltar, un dragón. El protagonista, si bien no es el prototípico mancebo apuesto (recordemos que estamos frente a una obra “actual” que revisita el género y que más encima pertenece nada menos que a alguien tan “rupturista” como puede ser Orson Scott Card), exuda las virtudes propias de un héroe, no obstante es en su humildad que radica mayormente su nobleza.
6- La Princesa y el Oso: Un cuento más de connotaciones heroicas medievales, siendo que además comparte
el mismo tipo de título mínimo y sintetizador del caso anterior. Por otro lado, esta narración no deja de
poseer por igual una interpretación medianamente moralizante, al poseer por un
lado personajes de notables valores espirituales y por otro uno cuantos que
vienen a ser sus antagonistas, al carecer de tan destacables propiedades (y en
cambio ser seres mezquinos y retorcidos); de este modo la narración aborda el consabido,
pero nunca agotado tema de la lucha entre el bien y el mal, aunque más que con
ribetes épicos, de una forma mucho más intimista. En pocas palabras esta fantasía trata de un
misterioso y sabio hombre que se transforma en la mano derecha de un rey y que
como es habitual en este tipo de historias (como en la vida real) despierta la envidia y los recelos entre las mentes más
estrechas; a su partida las cosas empeoran, pero deben pasar años para que el
admirable sujeto vuelva y se haga la justicia.
Como ya nos tiene acostumbrados Card en lo mejor de su producción, acá
vuelve a abordar con maestría otros temas valóricos como el perdón, la
redención y, en mayor medida, el amor en varias de sus manifestaciones (en
especial la de la amistad y el romanticismo).
7- La Magia de la Arena: Único relato del tomo de ribetes más fantásticos y épicos, ya que su
tono escapa a la ambientación de los relatos anteriores, preponderando los
elementos de acción e intriga a una máxima expresión. Es a su vez una historia con la nunca agotada
temática de la venganza, la que incluye la pérdida misma de la humanidad de
quien cae en sus redes. Como gusta al
escritor, cuenta la historia de su protagonista desde los comienzos de su vida,
abarcando largos periodos en ella y con el propósito de ver su evolución (o en
este caso concreto su involución); todo gracias el viaje físico e interno por
el que pasa éste. Dentro de la ficción
maravillosa que crea acá, destaca la ley con la cual Orson Scott Card define el
mundo en el que ambienta esta obra: uno puede aprender la magia proveniente de
cualquier elemento, siempre y cuando posea la dedicación suficiente como para
aprender sus leyes. Este carácter
profundamente maravilloso y fantástico del cuento, ya fue posible apreciar en La
Salamandra de Porcelana y su autor llevaría a dimensiones más
sorprendentes en la mencionada saga de Alvin Macker y en su igualmente bella
novela Esperanza del Venado.
“—Pues
—decía el jefe de la tribu— el desierto nunca está dispuesto a permitir que
nada viva.
Cer recordó eso. El desierto no quería que
nada viviera. Y se preguntó si allí estaría la clave de la magia del desierto.
¿O era sólo una puerta cerrada que él jamás podría abrir? ¿Cómo servir y ser
servido por la arena, que sólo desea tu muerte? ¿Cómo obtener venganza si
estaba muerto?
—Aunque moriría con gusto si mi muerte
matara a los asesinos de mi padre —dijo un día a su yegua. La yegua agachó la
cabeza y anduvo al paso el resto del día, aunque Cer la azuzaba para hacerla
galopar.
Un día, impaciente por no hacer nada para
lograr su venganza, Cer fue a ver al jefe de la tribu y le preguntó cómo se
aprendía la magia de la arena.
— ¿La magia de la arena? Estás loco —dijo
el jefe de la tribu. Durante días se negó a mirarle y a responder a sus
preguntas, y Cer comprendió que en el desierto la magia de la arena era tan
odiada como por el mago arbóreo. ¿Por qué? ¿Ese poder no haría grandes a los
abadapnur?
¿O el jefe de la tribu se negaba a hablar
porque los abadapnur no conocían la magia de la arena?
Pero la conocían.
Y un día el jefe de la tribu se acercó a
Cer y le dijo que montara a caballo y le siguiera.
Se internaron en el alba, antes de que el
sol estuviera alto, y durmieron en la caverna de un monte rocoso durante el
calor del día. Al atardecer cabalgaron de nuevo, y por la noche llegaron a la
ciudad.
—Ettuie —susurró el jefe de la tribu, y
llevaron los caballos hasta el linde de las ruinas.
La arena había sepultado los edificios
hasta la mitad, por dentro y por fuera, y las brisas del anochecer desplazaban
la arena construyendo pequeñas dunas contra las paredes. Eran edificios de
piedra que no se elevaban en domos como las grandes ciudades de los greetenses,
sino en chapiteles, altas torres que parecían perforar el cielo.
—Ikikietar —susurró el jefe de la tribu—, Ikikiaiai re dapii.
O iki-kiai
etetur o abadapnur, ikikiai re dapii.
— Qué son los «cuchillos»? — Preguntó Cer—.
¿Y cómo puede matarlos la arena?
—Los cuchillos son estas torres, pero
también son las estrellas del poder.
— ¿Qué poder? —preguntó Cer ávidamente.
—No
poder para ti. Sólo poder para los etetur, pues eran sabios. Tenían la magia
humana.
Magia humana. ¿Era esa magia tan tenebrosa
que había mencionado el mago arbóreo?
— ¿Existe una magia más poderosa que la
magia humana? —preguntó Cer.
—En las montañas, no. En la irrigada
llanura, en el bosque, en el mar, no.
— ¿Y en el desierto?
—A huu par eiti ununura —murmuró el jefe de la tribu,
trazando el signo contra la muerte—. Sólo el poder del desierto. Sólo la magia
de la arena”.
8- El Mejor Día: Pese a su título que augura un sentido positivo frente a la vida, éste
viene a ser lo contrario, debido a su sentido triste y fatalista. Siendo que ya dos de los cuentos reseñados de
este volumen tratan acerca del poder de los deseos y sus correspondientes
consecuencias, esta historia también lo aborda, aunque en su variante más
oscura de Ten cuidado con lo que deseas. En cierto modo corresponde al “lado B” de Mujer
Media, ya que mientras el primero terminaba con la victoria de tan
admirable dama, éste termina con la desgracia de su protagonista (quien aquí
también es una mujer sencilla). A su vez
el relato posee un aire propio de la tragedia griega, al mostrar fuerzas
superiores que están por sobre los humanos comunes y corrientes, manejándolos a
su antojo para su propia satisfacción; no obstante en esta narración dichas
entidades “superiores” corresponden a reflejos de las mismas pasiones que
subyacen en nuestros corazones.
9- Plaga de Mariposas: Segundo relato del libro que brilla por su derroche de fantasía, aunque
en este caso con cierta atmósfera terrorífica (en especial hacia su
sorprendente final). Como por igual es
habitual en este tipo de narraciones, posee como protagonista a un hombre santo
que realiza un viaje en busca de la verdadera iluminación; también destaca acá
la existencia de una ciudad velada al resto del mundo, ya que tras sus muros se
esconden impresionantes secretos. Entre
medio de todo esto, se haya la presencia de un gran poder con sus propios
planes, los cuales bien no pueden ser los mejores para el resto de los
habitantes de la ciudad amurallada y para el protagonista (a todo esto, este
cuento posee varias “imágenes” no aptas para lectores menores de edad y/o
quisquillosos).
10- Los Monos creían que todo era Jolgorio: Casi otra novela corta más, corresponde al
texto que ya en la introducción se mencionó como el que para nada tiene que ver con una fábula o fantasía y que su autor incluyó
de forma arbitraria en este apartado.
Todo esto, porque la historia aquí comentada sin lugar a dudas tiene
relación con el género de la ciencia ficción, por cuanto debería haber estado
incluida en Flujo. Contada en más de
un nivel narrativo (esto es desde varios puntos de vista), comienza con un
desgarrador inicio que muestra tanto las crueldades de la guerra fraticida,
como el poder de la compasión y del amor; luego la trama se proyecta en varios
momentos del futuro a nivel épico, gracias a la introducción de un cuerpo
artificial y colosal que aparece de pronto en el espacio y en una cercanía
considerable a la Tierra (es entonces que se decide explorarlo y luego
habitarlo con gente proveniente de numerosos pueblos y culturas). Paralelo a esto, la narración se detiene en la
presencia de raras entidades que en ningún momento quedan claras sus identidades
y que dialogan entre sí haciendo alusiones directas a otros seres de naturaleza
diferente, la cual es aún mucho más incierta (si bien pareciera que fuesen los
mismos humanos). Este carácter
incomprensible del relato, se debe en parte a la falta de habilidades del
escritor en sus comienzos, quien declara sin tapujos en la apostilla, su incapacidad en aquel entonces para ordenar mejor sus
ideas; no obstante existen varios momentos bellamente narrados,
correspondientes a las historias que se cuentas entre sí los llamados Héctores
(clara alusión al siempre inspirador mito de la Guerra de Troya, por cuánto
Héctor es el nombre de uno de sus personajes más heroicos, así como el sitio
donde viven estos y luego los emigrantes de la Tierra, recibe el nombre de Objeto Troyano). Esta obra a su vez posee una característica
cara a su autor y que corresponde al uso de personajes multirraciales e interculturales,
los que tanto le gusta ocupar en sus escritos (siendo el mejor ejemplo,
claramente, la saga de Ender).
Una de las feísimas portadas de la edición de bolsillo españolas. |
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