La obra, tal como dice su título, ahonda en tono fantástico por segunda vez en la psicología de los trastornados, luego del relato Una Máscara para Roberto, aunque con mejores resultados y un impactante desenlace, que posee la claridad de la que carecen la mayoría de los textos ya revisados.
Un hombre ya anciano se ve obligado a despedirse de su última compañera; el resto mejor lo descubra el futuro lector por su cuenta.
Hay algo muy de animé y manga en este pequeño relato bien armado, debido a su economía de palabras; por otro lado, no deja de ser una meditación más sobre la soledad, sentimiento que he podido vislumbrar en muchas de las piezas que comprenden este libro.
En cierto sentido, viene a ser la otra cara de la moneda del texto que le precede.
La trama: un hombre busca nuevas sensaciones ante su incapacidad orgánica para vivir a destajo; tras el impactante evento que comienza la historia, conoce a alguien muy parecido a él, quien también usa un cuerpo artificial a distancia para "vivir" afuera.
La narración más extensa hasta el momento, atrapa altiro al lector, donde la conclusión puede ser confusa para muchos (como para este humilde servidor, que tuvo que repasarla para comprenderla) y que sin dudas viene a ser lo mejor y más sorprendente que ha conseguido por ahora Luis Saavedra en lo que va del tomo.
Por cierto, la ilustración que acompaña el cuento es una clara inspiración de una de las portadas más famosas de los cómics de Spider-Man (si bien en este caso concreto, el dibujo de la ilustradora me parece particularmente tosco).
de forma paralela: segmentos de libros relacionados con el tema del cuento (nada menos que la existencia de metahumanos, superhéroes y villanos con poderes en el mundo "real"), la transcripción de una entrevista a un ex justiciero y la narración en primera persona de un sujeto ligado a este mundo.
El relato atrapa desde el principio y más al saltar de un punto a otro, creando expectación sobre cómo terminará todo por relacionarse entre sí... Pero nuevamente como pasa con muchos de los finales de estos relatos, la conclusión es "rara" o ambigua y puede decepcionar tal como le pasó a este humilde servidor.
Por cierto, en al menos un par de ocasiones encontramos acá dos alusiones nada menos que a... ¡Batman! (no estaba de más).
Aún no sé por qué razón el cuento lleva ese título.
13.
El Primer Dia de Verano de Juan Calamares.
Un niño se encuentra un saltamontes y a
raíz de ello tiene una muy extraña aventura, que puede ser interpretada tanto
como un sueño bastante imaginativo, como con una experiencia cósmica lisérgica.
El cuento viene a ser la versión de Luis Saavedra de la literatura infantil, aunque sin el acostumbrado mensaje moralizante de este tipo de historias (o al menos no es algo evidente en sus páginas), a medias entre la fantasía urbana y la ciencia ficción. Mucho hay de nostalgia en este relato, que se aleja de los textos más violentos que le han precedido en el libro que ya está por acabar.
14.
El Valle donde reina la Luna.
Hay una cruel guerra que ha llegado hasta un
pueblucho olvidado, que no pertenece a ninguno de los dos bandos en
disputa. Un pequeño grupo de personas
debe sobrevivir entre medio y para eso cuentan solo con su valor y un robot
casi en desuso, creado originalmente como máquina de guerra por una de las
facciones belicosas que han terminado por amenazarlos.
Único cuento de la colección en abordar un tema caro a este tipo de historias y que particularmente me gusta mucho: el viaje. Quizás debido a esto, es que nos encontramos con una obra donde se resaltan valores como el trabajo en equipo, la solidaridad, el compañerismo y el sacrificio, virtudes necesarias cuando se comparte algo tan crítico como la sobrevivencia en situaciones adversas. Heroísmo y resilencia también destacan acá, en un texto que sin dudas se encuentra entre lo mejor del libro.
15.
Esferas de Carey.
Un texto narrativo inclasificable dedicado
a Michael Ende (supongo en atención a su colección de cuentos surrealistas El
Espejo en el Espejo)...
La verdad es que su secuencia de descripciones, casi de manera caótica, no es lo mío y terminó por agotarme, puesto que la literatura experimental como esta es demasiado para mí.
De seguro hay una intención para terminar el volumen con algo como esto, pero yo no le veo sentido, como el propio nombre de la obra (y del libro completo).
Palabras
finales.
Tras haber revisado cuento por cuento el
primer libro de Luis Saavedra (que espero vengan más a futuro), queda en
evidencia en especial para el lector que sabe de ciencia ficción, que este ama
el género y tiene tanto o más conocimientos que uno al respecto ¿Por qué razón
puedo afirmar esto? Pues debido a que a lo largo de sus páginas, encontramos
una enorme gama de temáticas, las cuales en la práctica no se repiten y el
artista no deja de hacer su versión de ellos.
Al haber repasado todas estas historias, me da la impresión de que Luis Saavedra escribe mayormente por el amor que mencioné más arriba y por el gusto de crear y contar sus propias historias. Debido a lo anterior y en apoyo a esta misma idea, es que a menos que le "busquemos las cinco patas al gato", estos relatos en general solo pretenden entretener sanamente y a manera de evasión estética, así que no hayaremos en ellos ningún discurso ideologizante, ni moralizante, menos crítica social.
No hay acá personajes que sobresalgan por sus características y que los hagan entrañables, puesto que donde más hace hincapié Luis es en la ambientación que le da a las obras y al estilo narrativo que lo lleva por lo general al uso de la primera persona y del tiempo presente, con los cuales tendría que conseguir el efecto deseado en sus lectores. Estas son sus herramientas para abordar, tal como se dijo más arriba, las temáticas de turno: como extraterrestres, viajes en el tiempo y androides.
En cuanto a otros aspectos formales, referidos a la manera de cómo lleva a cabo sus narraciones, para mi modesto parecer los finales no le quedan bien y debe trabajarlos mejor; puesto que en más de una ocasión, sus desenlaces rompen con la magia que se había creado hasta el momento (increíblemente, los dos microcuentos incluidos, quizás debido a su formato, funcionan por completo ok en toda su extensión). Igual es cosa de gustos y de seguro a más de un lector le fascinará este último aspecto de su literatura.
Me pregunto cómo le irá al querido Tío Lucho con el formato de la novela.
Aún no sé por qué razón el cuento lleva ese título.
El cuento viene a ser la versión de Luis Saavedra de la literatura infantil, aunque sin el acostumbrado mensaje moralizante de este tipo de historias (o al menos no es algo evidente en sus páginas), a medias entre la fantasía urbana y la ciencia ficción. Mucho hay de nostalgia en este relato, que se aleja de los textos más violentos que le han precedido en el libro que ya está por acabar.
Único cuento de la colección en abordar un tema caro a este tipo de historias y que particularmente me gusta mucho: el viaje. Quizás debido a esto, es que nos encontramos con una obra donde se resaltan valores como el trabajo en equipo, la solidaridad, el compañerismo y el sacrificio, virtudes necesarias cuando se comparte algo tan crítico como la sobrevivencia en situaciones adversas. Heroísmo y resilencia también destacan acá, en un texto que sin dudas se encuentra entre lo mejor del libro.
La verdad es que su secuencia de descripciones, casi de manera caótica, no es lo mío y terminó por agotarme, puesto que la literatura experimental como esta es demasiado para mí.
De seguro hay una intención para terminar el volumen con algo como esto, pero yo no le veo sentido, como el propio nombre de la obra (y del libro completo).
Al haber repasado todas estas historias, me da la impresión de que Luis Saavedra escribe mayormente por el amor que mencioné más arriba y por el gusto de crear y contar sus propias historias. Debido a lo anterior y en apoyo a esta misma idea, es que a menos que le "busquemos las cinco patas al gato", estos relatos en general solo pretenden entretener sanamente y a manera de evasión estética, así que no hayaremos en ellos ningún discurso ideologizante, ni moralizante, menos crítica social.
No hay acá personajes que sobresalgan por sus características y que los hagan entrañables, puesto que donde más hace hincapié Luis es en la ambientación que le da a las obras y al estilo narrativo que lo lleva por lo general al uso de la primera persona y del tiempo presente, con los cuales tendría que conseguir el efecto deseado en sus lectores. Estas son sus herramientas para abordar, tal como se dijo más arriba, las temáticas de turno: como extraterrestres, viajes en el tiempo y androides.
En cuanto a otros aspectos formales, referidos a la manera de cómo lleva a cabo sus narraciones, para mi modesto parecer los finales no le quedan bien y debe trabajarlos mejor; puesto que en más de una ocasión, sus desenlaces rompen con la magia que se había creado hasta el momento (increíblemente, los dos microcuentos incluidos, quizás debido a su formato, funcionan por completo ok en toda su extensión). Igual es cosa de gustos y de seguro a más de un lector le fascinará este último aspecto de su literatura.
Me pregunto cómo le irá al querido Tío Lucho con el formato de la novela.
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