Un regalito más
La ciudad ficticia más célebre de Stephen King es, sin dudas, Castle Rock. Desde que la conocimos en La Zona Muerta, se ha perfilado con bastante nitidez y credibilidad en la mente del Lector Constante del Tío Steve. Muchas otras queridas obras suyas han transcurrido en sus inmediaciones, desde cuentos (el muy entretenido y alegre relato Fuegos artificiales en estado de ebriedad, que nuestro autor también no solo escribe sobre atrocidades), novelettes (como El Perro de la Polaroid) a novelas (Cosas Necesarias, más bien conocida en nuestra lengua como La Tienda de los Deseos Malignos) y hasta una gran serie de televisión tuvo, llamada justamente Castle Rock. Cabe mencionar que tal como sucede en la mayoría de estos títulos, se trata de una comunidad expuesta a lo sobrenatural, aunque por lo general ligado esto a lo tenebroso y a la maldad en extremos superlativos; pero también es posible que el bien destaque en su territorio, de lo cual da fiel testimonio el libro que hoy nos reúne.
Publicado en 2018, Elevación es una novela corta que, en parte, resulta ser otro homenaje de Stephen King a uno de sus maestros: Richard Matheson (no olvidemos, por ejemplo, su guión exclusivo para la miniserie Rose Red). Pues toma claro elementos de una de sus historias más famosas, El Increíble Hombre Menguante, y es que incluso dedica a su memoria esta obra.
El argumento nos cuenta del protagonista, un cuarentón encantador, hombre separado y de gran altura, así como de dotes artísticas (la sensibilidad de sus héroes y antihéroes es habitual en ellos, algo que nos los hace más entrañables), quien comienza a bajar de peso de forma paulatina; sin embargo, no adelgaza y eso es lo raro, puesto que, además, su cuerpo comienza a actuar de forma rara con el tema de la gravedad. En algún momento determinado del futuro cercano, cuando llegue a cero con su peso, sabe que se enfrentará por completo a lo desconocido, así que decide prepararse para ello; un camino en el cual no estará solo y que nos ayuda a tomar conciencia de la bondad de la gente, la cual incluso se encuentra en abundancia entre quienes menos lo esperamos.
Mark Edward Geyer se encargó de hacer las ilustraciones del libro, sencillas, no obstante bellas. En la edición que yo poseo son todas en blanco y negro, ninguna mostrando rostros y solo una corresponde a una "escena" del volumen; puesto que el resto representa objetos que aparecen en la trama, que son significativos para ella y solo en un caso aparecen otros dos seres vivos (aparte de la pareja de humanos de cierta ilustración). Se agradece este agregado, aunque soy más de los dibujos tipo Berni Wrigthson (a ver si me entienden).
Mensajes del Rey
Como muchos textos de Esteban Rey y de los géneros que le gusta escribir, esta novelette trata sobre lo desconocido, de cómo nos enfrentamos a ello, algunas veces con serenidad y otras con miedo (lo que le pasa al protagonista, bien resulta ser un símbolo de cuando nos enteramos de que tenemos una enfermedad terminal o peligrosa, por ejemplo, y que implica todo un largo proceso de adaptarse a ello, como también sucede con quienes nos rodean). En relación a lo anterior, siendo que esta vez King deja de lado el elemento terrorífico, es que se introduce el sentido de la maravilla; ello bien podemos apreciarlo en los momentos en los que se manifiesta la naturaleza extraordinaria, de lo que le está pasando al protagonista, lo que va de forma gradual hasta llegar a los episodios en verdad magníficos y que nos demuestran, una vez más, la capacidad del autor para volver creíble lo increíble (de hecho, en ningún momento llegamos a saber por qué está sucediendo esto). Cabe mencionar que lo que aquí ocurre, bien resulta ser una versión invertida y amable de lo que le pasa al abogado corrupto de Thinner, otra pieza de S. K., con la diferencia de que este cambio no es visto como una maldición, además de que ahora el afectado no está solo y se toma con sabiduría su condición.
En Elevación (qué nombre más significativo, considerando la experiencia del personaje, cuyo ascenso no solo se trata de algo físico, sino que de algo espiritual, de pasar a un estado superior de existencia), se aborda por igual la capacidad/necesidad que tenemos para hacer comunidad y compartir con nuestro prójimo lo mejor de nosotros. Debido a lo anterior, es que este libro es un tributo a la amistad, a la fraternidad que supera edades, géneros y otras diferencias como las preferencias sexuales; es así que estas páginas, luego de retratar los efectos de los prejuicios y la intolerancia, nos llevan a reflexionar acerca del valor de apreciar lo que tenemos en común con los demás, describiendo con preciosos momentos todo esto.
Por cierto, atentos a la graciosa alusión a It y cuando el autor nos recuerda que se trata de una narración canon de la saga de Castle Rock, mencionando de forma indirecta los acontecimientos de La Caja de Botones de Gwendy y al malogrado sheriff Bannerman (de La Zona Muerta y Cujo).
Y se me estaba olvidando, en cierto momento uno de los personajes lleva consigo el número 19, un detalle muy kingniano, presente para que sus seguidores podamos apreciar y es que esta es una cifra recurrente y significativa en la literatura del escritor.
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| Portada de la sobrecubierta de la edición que poseo. |
Personajes
Esta vez no son muchos, si bien adorables en su construcción y uno lamenta cerrar el libro y no volver a saber de ellos.
* Scott Carey: El protagonista de la historia es el típico hombre común y corriente que aparece en la narrativa del Tío Steve; un sujeto sin talentos extraordinarios, que vive su existencia tranquilo hasta que lo extraordinario llega a la puerta. Un ejemplo de resiliencia, quien también encarna lo mejor que puede haber en cualquiera de nosotros.
* Doctor Bob Ellis: Bien se podría decir que es el mejor amigo del anterior, un sujeto ya mayor y jubilado. Este representa a otro personaje típico de King, o sea, al anciano sabio. Que sea un hombre de ciencia, no lo hace alguien cerrado a otras posibilidades. Lleva años casado con su mujer, alguien mucho más conservadora que él, si bien no deja de ser una persona noble también (y que como su marido y el resto de Castle Rock, aprenderá mucho de la presencia de Scott en sus vidas).
* Deirdre McComb: Junto a su esposa es dueña del restorán El Santo Frijol, Llevan poco viviendo en el pueblo, donde no han sido muy acogedoras con ambas, debido a los prejuicios de los lugareños; en cambio, Scott desde un principio ha pretendido llevarse bien con la pareja, pero los propios resquemores de esta, la llevan a actuar como una idiota con su vecino. Es una gran atleta.
* Missy Donaldson: Pareja de la anterior, no solo es la más bonita de las dos, sino que la más amable. Es una gran cocinera. No es ciega al corazón de las personas, que tiene razón de sobra para amar a Deirdre.
Esta y Deirdre son los terceros personajes LGTB que encuentro en un texto de mi autor favorito y desarrollados de manera muy natural de forma consecutiva. Recién me acuerdo que en Holly aparece otra lesbiana, quien como las anteriores y una de las dos que salen en Después, demuestran ser personas dignas de querer conocerlas. A ver si a futuro o en las tres novelas suyas qué aún no leo (dos de las cuales no tengo) incluye con las mismas categorías personajes gays.
* Bill E. Gato: Los mínimos aparecen de forma recurrente en la obra de Stephen King, quien los adora y los ocupa de manera terrorífica o de la manera más dulce (si no recuerden a Church de Cementerio de Animales o sus guiones para las películas Sonámbulos y Los Ojos del Gato). En este caso, les estoy hablando de la mascota de Scott, su mayor compañía desde que lo dejó su señora. El felino aparece varias veces en el libro.
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| El interior. |
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| El libro sin la sobrecubierta. |

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| Algunas ilustraciones. |








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