miércoles, 19 de diciembre de 2018

Las historias pendientes (para mí) del tío Steve. CUARTA PARTE



     A lo largo de su carrera literaria Stephen King ha creado varias ciudades de ficción, en las que transcurren sus obras, repitiéndose algunos de estos lugares en más de un par de ocasiones con el transcurso de los años.  Se trata de sitios tan bien orquestados por parte de su autor, con sus propias geografías, características e historia, que sin dudas se convierten en verdaderos protagonistas de las mismas narraciones.  De este modo, podemos mencionar, entre otras, a Haven, donde transcurren los eventos de Los Tommyknockers (con posterioridad usado en la serie de televisión del mismo nombre, inspirado en su novela The Colorado Kid) y en especial Derry, la cuna de It y que también aparece en 22/11/63.  No obstante la ciudad ficticia que merece el primer lugar dentro de las obras de nuestro autor, es nada menos que Castle Rock.
     Varias obras kingnianas tienen como escenario a Castle Rock, desde La Zona Muerta, en la primera parte de este libro ya clásico, a El Cuerpo, una de las novelas cortas que componen Different Seasons (por acá Las Cuatro Estaciones), sus trabajos Cujo, La Mitad Oscura y Needful Things (en español La Tienda de los Deseos Malignos), por no mencionar unos cuantos cuentos.  Se trata de un lugar descrito como una especie de campo magnético negativo, al que el mal se siente atraído y por ello mismo algunos de los sucesos más violentos (ya sea de carácter sobrenatural o provocados por la misma tendencia maligna del ser humano) de su narrativa, han ocurrido dentro de sus límites.  
    Es entonces que llegamos a El Perro de la Polaroid, la cuarta y última historia que forma parte del volumen conocido como Cuatro Después de la Medianoche.  Pues esta narración se inserta dentro de lo que podríamos llamar como el ciclo de Castle Rock, inmediatamente antes de Needful Things (que se suponía era la última entrega de esta ciudad, hasta que su creador “no se aguantó las ganas” y volvió a contarnos otras cosas de esta ya famosa polis).  De modo que no solo transcurre en el mismo lugar de los relatos mencionados, sino que se hace relación a eventos pasados y ya conocidos, como a personajes de esas narraciones pretéritas. 

4.2. Un perro monstruoso más por estos lares.

      Tal como dice su nombre, esta obra tiene que ver con otro can, aunque esta vez no se trata de un animal cualquiera, como el mencionado Cujo y que fue infectado por la rabia (algo bastante realista, por cierto), sino que de una entidad sobrenatural que toma la forma de un perro negro.  La criatura en cuestión aparece en las fotografías que saca un chico, quien recién ha cumplido los 15 años y al cual por dicho motivo sus padres regalaron una cámara polaroid; este artefacto, sin importar lo que se enfoque con su lente, solo muestra a la bestia, la que aparece en una especie de jardín y que a cada foto que se imprime, pareciera avanzar hacia el fotógrafo de manera amenazante.   
      El joven dueño de la cámara “hechizada”, acude a la única persona que parece le puede ayudar a entender lo que está pasando, un anciano dueño de una tienda que viene a ser todo un “personaje” dentro de la ciudad (y no en el mejor sentido de la palabra); es así que dicho sujeto, para bien o para mal, cumplirá un papel decisivo en el destino de esta polaroid y, como no, en la vida del muchacho.

4.3. La materia del misterio.

     El origen de la cámara, de su particular “maldición” (por llamarle de una forma a su naturaleza fantástica y extraordinaria), nunca es revelado a lo largo de este texto; es más, los personajes nunca llegan a demostrar verdadero interés sobre su origen.  No obstante, sí resulta atractivo a los protagonistas, por muy aterrador que sea, cómo el perro va cambiando de aspecto…Hasta que todo va tomando tintes demasiado pavorosos y mientras uno desea sacar igual provecho económico del objeto, el otro se da cuenta que no queda otra que deshacerse del mal que hay detrás de todo esto.
     La exposición frente a lo sobrenatural queda demostrado en esta gran historia, que sin dudas logra agarrar desde un principio al lector (tal como seduce a sus personajes principales…al menos en el principio), no tiene por qué explicar las maravillas de ese mundo oculto y que se deja ver a ratos en este tipo de narraciones, como para que lo irreal se vuelva verosímil.  La credulidad frente a lo mágico y todo aquello que escapa a la cotidianeidad, es una cuestión de fe y cuando estamos hablando de circunstancias como esta, que rompen de un modo u otro con lo que consideramos “normal”, resulta difícil resistirse a la curiosidad.  Es así que en este caso concreto el misterio no es de dónde proviene la espantosa bestia y la maquinita que lo contiene dentro suyo, sino que consiste en lo que podría pasar con todo ello.  Y nadie puede decir que los misterios no hacen más atractiva la vida y, por supuesto, por igual en una obra enmarcada dentro de estos subgéneros literarios.
    Por otro lado, Stephen King vuelve a convertir un objeto común y corriente, que asumimos como algo tan ordinario, en una herramienta para lo fantástico y lo maravilloso (en otras palabras, para dar pie a que las pesadillas y los sueños tomen forma dentro del mundo “real”).  Ejemplos en la literatura de nuestro autor favorito, al respecto, hay varios: desde cuentos clásicos como La Trituradora (sobre una máquina de planchar poseída), Camiones (acerca de automóviles que cobran vida), hasta su famosa novela Christine (otro auto, aunque este “contaminado” por la maldad de su anterior dueño) y Ur (correspondiente a un kindle que permite leer diarios y obras de realidades paralelas).  De este modo, queda de manifiesto que al convertir un objeto inanimado, producto de la tecnología moderna, como en este caso una cámara Polaroid, en un recurso fantástico, se trastoca aquello que consideramos normal y con ello se consiguen efectos dramáticos mayores para el lector.

4.4. Juventud, inocencia y sentido de familia versus experiencia, malicia e individualismo.

    Tal como ya se dijo más arriba, esta historia se centra en al menos 2 personajes.  Es así que por un lado tenemos a Kevin Delavan, el muchacho quinceañero que recibe de regalo la infame Polaroid.  Respecto a este, puede decirse que se trata de un buen chico y cuyas virtudes (caballerosidad, sin vicios y responsable) quedan hasta cierto punto justificadas, por pertenecer a lo que podríamos llamar como una familia “bien constituida”.  Y es que Kevin posee una madre y un padre que lo aman, además de una hermana pequeña con la que se lleva bastante bien; por lo tanto, al haber crecido en un núcleo con esas características, queda de manifiesto que se trata de alguien centrado (pese a su edad) y feliz, elementos que igual lo ayudan a la hora de enfrentarse al mal, que hay detrás de su cámara.  Más encima, la relación con su padre resulta ser tan cercana y amigable, que ello no solo da gusto apreciarlo dentro de la obra, sino que dicho amor también cumple un papel relevante para la resolución del conflicto existente.
    En contraste al anterior, se encuentra Marion Reginald “Papi” Merril, un hombre de unos sesenta años y dueño de una especie de tienda de anticuario, que vive engañando a los turistas con muchos de los objetos de segunda mano que vende, aunque su verdadero negocio es el de ser prestamista (oficio en el que saca tremendas divisas por los altos intereses que cobra a sus deudores).  En su caso, se trata de un sujeto solitario, sin amigos, ni familia, que solo se vale a sí mismo para vivir, aprovechándose del resto cuando puede sacar ganancias de los demás.  El tipo es en cierto sentido una caricatura de los usureros: delgado (como consumido por sus apetitos y egoísmos), calvo, misógino (y tal vez hasta misántropo) y muy, pero muy avaro, al punto que incluso le cuesta despegarse de su propio dinero, cuando requiere hacer algún tipo de transacción.
     Quien en un principio nos puede parecer simpático y sabio, incluso, a medida que va transcurriendo todo va desnudando su verdadera alma, como un hombre que ya viejo viene a ser la antítesis de Kevin y quien podría ser considerado tanto como el coprotagonista o el antagonista, según cómo se le mire.  Su personalidad (que en todo caso no estamos hablando de alguien malvado, en el sentido más maniqueo de la palabra) queda muy bien retratada cuando este realiza 3 viajes, con el objetivo de ganar dinero con la cámara de su antiguo socio, todos ellos a personas bastante distintas entre sí y cada uno descrito con ese buen talento del Tío Steve para crear personajes llamativos (amén de que en esta parte de la historia, todo no puede ser más entretenido, en especial cuando llega a la mansión de una pareja de hermanas ancianas).


4.5. Un dato curioso.

     La hermana del joven héroe de esta “novela corta” es una fanática de los filmes de terror y en determinado momento está fascinada viendo nada menos que Chucky de Tom Holland; debe saberse que este, poco tiempo después de haberse publicado dicha historia, se encargó de llevar a la pantalla chica en una miniserie a Los Lagolieros (la primera historia que comprende esta colección de novelettes) y que más tarde llevaría al cine su novela Thinner ¿Simple coincidencia? En realidad casi parece algo propio de sus ficciones, donde todo puede suceder.

4.6. Evaluación final de la colección Las Cuatro Después de Medianoche.

    Tras haber terminado de leer la tetralogía que comprende el volumen, que nos estuvo reuniendo el último tiempo (un mes y medio más o menos para ser exactos), el llamado lector constante de Stephen King puede afirmar sin tapujos de que este libro, ya sea en su edición original de un puro tomo o dividido en 2 (como yo lo tengo), que se trata de un verdadero regalo para uno.  Y es que otro escritor habría editado estas obras por separado y en fechas bastante distanciadas entre sí (al menos uno por año); no obstante, nuestro autor premia la lealtad de sus seguidores y de vez en cuando saca colecciones como esta, algunas de cuentos y otras de novelas cortas.  A la fecha abarca una docena este tipo de libros suyos, desde 1978 con El Umbral de la Noche y 2015 con El Bazar de los Malos Sueños, lo que deja claro su interés por sacar libros como estos, a diferencia de colegas suyos que menosprecian el formato y apenas escriben/publican cuentos y novelas cortas (menos antologías).  En todo caso, debe recordarse que King comenzó su carrera de manera “humilde”, a través de relatos breves en revistas; siendo que hoy en día, ya convertido en un escritor consagrado hace rato, no le ha perdido el gusto y ello se puede evidenciar a través de títulos como este.
     En el caso concreto de la antología que estamos por despedir, se trata de 4 títulos de terror, cada uno con temas variados dentro del género, desde la mezcla de ciencia ficción y terror de Los Lagolieros, que en parte nos recuerda al Horror Cósmico de Lovecraft y compañía, hasta el thriller de psicópatas propio de Ventana Secreta, Secreto Jardín; luego el horror sobrenatural sobre monstruos que hayamos en El Policía de la Biblioteca, para terminar con El Perro de la Polaroid, también de corte fantástico y con otro tipo de monstruos.  En suma, diversas variantes del miedo y que, sin duda, según cada quién provocan todo tipo de emociones.
    Pero también se trata de relatos acerca de quiénes somos, aquello que nos convierte en seres humanos, ya sea en lo que concierne a lo mejor, como a lo peor que hay dentro de nosotros: Luz y oscuridad, que solo los artistas como Stephen King saben reconocer en sus pares, en sí mismos y entre sus pares.
      

5 comentarios:

  1. Saludos Elwin, aquí murinus2009.

    Buena reseña sobre esta historia de Stephen King .
    Nunca habia escuchado de esta historia, se ve muy entretenida como siempre creas interés en leer las obras que reseñas.
    No tiene mucho que ver pero, esta historia del perro que se acerca en las fotos, me recordó 2 historias.
    Una creo un cuento de Julio Cortazar creo, tampoco lo he leído me lo platicaron, Donde un hombre al dormir, sueña que lo preparan para un sacrificio azteca creo, pero despierta poco antes de que todo empeore y... empeora poco a poco cada que se duerme.
    La otra es de La pantera Rosa.
    Aqui este personaje va a dar a una casa en medio de una tormenta de nieve y ahí hay un ratón hambriento que desea comerse a la Pantera, en un momento pasa lo que en este cuento de King.
    La pantera ya con sueño, ve fotogramas del ratón acercándose amenazante con un mazo, hasta que...spoiler aqui... llega al punto en que solo siente el golpe.

    Gracias por la recomendación, queda en la lista de pendientes.
    por cierto hoy es 24 de diciembre.
    ¡Feliz Navidad Amigo!
    Pásala bien con tus seres queridos, si ya no actualizas hasta el próximo año, o yo, feliz año nuevo igualmente.

    Por aquí nos vemos.

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    1. Me alegra mucho haber sabido de ti en víspera de Navidad y recibir tu gentil saludo navideño; además que has sido la primera persona en compartir este post tan valioso para mí, cuando cierro una serie de lecturas que me han llenado de tanto gozo.
      El cuento de Cortázar que mencionas se llama "La Noche Boca Arriba" y me gusta mucho.
      Como te habrás dado cuenta, King siempre nos sorprende con sus obras y ahora, sin dudas, que tienes harto para escoger de sus obras.
      Por cierto, espero mañana subir un nuevo post (y en lo posible llegar a 7 entradas este mes, que tengo harto que decir).

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  2. Elwin: Una vez más, tus reseñas son tan detalladas que no queda mucho por comentar que no figure en la misma. Tal vez sea la novela corta menos interesante de las cuatro que forman esta antología, pero es cierto que tiene su encanto. Este concepto de la fotografía recuerda a otro relato de King... El Virus de la Carretera Viaja Hacia El Norte.
    Pero también algo interesante es la exploración que suele hacer King del uso de la tecnología de avanzada, como fue una cámara Polaroid en su momento.
    Esta preocupación se ve en obras como Cell, y todos los relatos cortos que nombras en tu reseña.

    Saludos
    RICARDO

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    Respuestas
    1. Fíjate que esta historia me gustó mucho más que "Ventana Secreta", quizás debido a su mayor atmósfera sobrenatural y a sus personajes, que sin dudas el escritor protagonista de la otra me pareció detestable, mientras que estos otros me simpatizaron, incluido "Papi" Merril (bueno, he ahí la maestría de King a la hora de diseñar protagonistas tan diversos y con tanta credibilidad).
      El cuento que mencionas es muy bueno y si no fuera por ti, se me habría olvidado la relación entre ambas obras, que más encima me encantó la adaptación que le hicieron.
      Fijate que iba a mencionar "Cell" en el apartado correspondiente y se me olvidó.

      El año que viene mi proyecto de lectura kingniano corresponde a su trilogía policial, a ver cómo me va con ella.

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    2. Elwin... yo te diría casi "tetraología", porque El Visitante, sin hace spoilers, guarda relación con la trilogía. A disfrutar la lectura!

      Saludos
      RICARDO

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